Rosas

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jueves, 31 de enero de 2013

Andres Guacurari


Por Jbismarck

Fue un indio guaraní. Nació en Santo Tomé o San Borja probablemente el 30 de noviembre de 1778. Vivió en Santo Tomé con su madre a partir de la invasión luso-brasileña de 1801. Fue educado por el cura del pueblo. Su nombre, como él lo escribía era Andrés Guacurarí; los luso-brasileños lo llamaban Artiguinhas o Andrés Tacuarí. Fue más conocido como Andresito. Pero fundamentalmente fue un americano, en el cabal sentido del término, como lo fueron Don José de San Martín, Don Manuel Belgrano, Don José Gervasio Artigas, Don Martín de Güemes y otros tantos hombres hijos de la revolución de 1810 y de la independencia declarada en 1816. Creyó, como todos sus contemporáneos, en el proyecto de una gran nación, libre y soberana, capaz de dar a sus hijos la felicidad y los principios del derecho que les fueran negados por siglos. Era un hombre que emergía de la cultura de las antiguas misiones jesuíticas, de una profunda educación e instrucción, capaz de leer y escribir en castellano, guaraní y portugués. Sus cartas denotan con toda claridad la consistencia de su proyecto político y sólidos fundamentos que lo sustentaban, proyectos y principios por los que luchó hasta sus últimas fuerzas junto al pueblo misionero.
No quepa duda de que su acción política y militar en esta región de la patria lograron frenar la ancestral ambición portuguesa de extender los límites lusitanos hasta el río Paraná. Hoy la figura histórica de Andrés Guacurarí debe ser reivindicada por el pueblo misionero como constructor de la identidad política y cultural de nuestra Provincia. Corresponde a nosotros, como misioneros, no permitir que su memoria caiga en el olvido y mantener vivo el fuego de sus ideales, que hoy siguen manteniendo tanta vigencia como en 1817, pues son eternos y parte de nuestra escencia: la Libertad, la Justicia, la Felicidad del Pueblo, el Orden, la Soberanía. Recordemos siempre que si hoy vemos flamear a nuestra enseña patria en el mástil de la Plazoleta Andrés Guacurarí, es por las vidas que ofrendaron aquél 2 de Julio un puñado de valientes misioneros, cuyos cuerpos anónimos yacen sepultados allí no más, a escasos metros del mástil, en la misma Plazoleta que exhibe al monumento de Andresito.

ANDRÉS GUACURARÍ Y ARTIGAS
Cronología histórica
1778, 30 de Noviembre
Andrés Guacurarí nace en el pueblo misionero de San Borja. Este pueblo, junto a San Miguel, San Lorenzo, Santo Angel, San Nicolás, San Juan Bautista y San Luis Gonzaga, conformaba el grupo de los siete pueblos de las misiones orientales del Uruguay. En 1796 o 1797 Andresito habría entrado en contacto con Don José Gervasio Artigas, el caudillo de la Banda Oriental, quien lo adoptó como hijo y lo educó, razón por la cual Andresito firmaba Andrés Guacurarí y Artigas. Hacia el año 1811 Andrés Guacurarí llegó al grado de Sargento del Cuerpo de Blandengues, en las tropas federales comandadas por José Artigas.
1815, 16 de Setiembre
En 1815 Andresito es designado “Ciudadano Capitán de Blandengues y Comandante General de Misiones”. Su primer objetivo fue recuperar los pueblos de la banda oriental del río Paraná, los que se hallaban en poder de los paraguayos por la cesión que hiciera de los mismos en el año 1811 el General Manuel Belgrano. El 16 de Setiembre se produce el combate de Candelaria. Las fuerzas paraguayas comandadas por el comandante paraguayo Isassi son derrotadas y las fuerzas guaraníes recuperan los pueblos de Candelaria, Santa Ana, San Ignacio Miní, Loreto y Corpus.
1816, Setiembre
Andresito inicia el plan para recuperar las Misiones Orientales, que comprendían los pueblos de San Borja, Santo Angel, San Lorenzo, San Miguel, San Nicolás, San Juan Bautista y San Luis Gonzaga, pueblos que estaban ilegítimamente bajo dominio portugués desde el año 1801. Eran territorios que habían pertenecido a la Monarquía Española y que por derecho pertenecían a las Provincias Unidas del Río de la Plata.
1816, 21 de Setiembre
Andresito inicia el sitio al pueblo de San Borja, sede del cuartel general portugués. Luego de trece días de sitiar al pueblo, Andresito ordenó el ataque, pero el Brigadier Francisco Das Chagas Santos, Comandante portugués de las Misiones Orientales, recibió un refuerzo comandado por el Coronel José de Abreu desde Alegrete, ante lo cual Andresito ordenó la retirada y la dispersión de sus tropas.
1817, 14 de Enero
El Brigadier Francisco Das Chagas Santos con sus tropas cruza el río Uruguay en la barra del Aguapey y procede a destruir e incendiar los pueblos misioneros, a excepción de Apóstoles, San Carlos y San José, los que unicamente fueron saqueados. La campaña portuguesa, con su sembrado de muerte, saqueo, destrucción e incendios finalizó el 13 de Marzo. En un avance arrollador los portugueses destruyeron todos los asentamientos existentes sobre la costa del río Uruguay, desde Yapeyú hasta San Javier, llevándose al Brasil ganados, ornamentos de los templos, personas y todo tipo de bienes y útiles. Los crímenes que se cometieron contra la población indefensa en esta invasión despertaron el rencor y los deseos de venganza de los guaraníes sobrevivientes.
1817, 2 de Julio
Se libra la Batalla de Apóstoles, en la que las fuerzas portuguesas comandadas por el Brigadier Chagas fueron derrotadas por las fuerzas guaraníes de Andresito.
1818, 18 de Marzo
El Brigadier Chagas cruza nuevamente el río Uruguay y se dirige al pueblo de San Carlos, donde estaban acuarteladas las tropas de Andresito.
1818, 31 de Marzo al 3 de Abril
Se libra la Batalla de San Carlos. En la misma las fuerzas de Andresito son derrotadas por las fuerzas portuguesas. La fuerza misioneras se habían fortificado en el templo y en las casas del pueblo. Luego de cuatro días de lucha, el incendio del templo provocó el estallido del polvorín, provocando una gran mortandad en las fuerzas guaraníes, los que ya no pudieron resistir. Tras la derrota los misioneros se replegaron hacia la Tranquera de Loreto (actual Ituzaingó). Luego de su victoria en San Carlos los portugueses incendiaron lo que aún quedaba de los pueblos de San Carlos, Apóstoles y San José.
1818, 25 de Mayo
El Gobernador de Corrientes, Juan Bautista Méndez, es depuesto por el Capitán José Francisco Vedoya, partidario del centralismo porteño. Por orden de José Gervasio Artigas, Andresito se dirigió con sus fuerzas a Corrientes para sofocar el levantamiento de Vedoya y reponer en el poder al Gobernador Méndez.
1818, 2 de Agosto
Andresito vence a las fuerzas de Vedoya en la Batalla de Saladas, restaurando de esa manera el federalismo en Corrientes.
1818, 21 de Agosto
Andresito ingresa con sus tropas a la ciudad de Corrientes, asumiendo la función de Gobernador de la Provincia.
1819, 23 de Abril
Restablecido el orden en Corrientes, Andresito se retira con sus tropas del territorio provincial, regresando a Misiones. Comenzó entonces a reorganizar los pueblos misioneros. Luego de la devastación provocada por los portugueses era necesario reconstruir los pueblos, volver a organizar los cabildos, y reconstituir la economía y la producción que había quedado totalmente arruinada por el saqueo portugués. Pese a todas las adversidades, la voluntad, el trabajo y el esfuerzo de los misioneros inmediatamente comenzó a dar frutos, y el territorio que hasta hace un año todos creían había quedado desierto, volvía a resurgir.
1819, Mayo
En un nuevo intento por recuperar las Misiones Orientales, Andresito cruza nuevamente el río Uruguay y toma el pueblo de San Nicolás, transformándolo en su cuartel general. En este lugar es asaltado por el Brigadier Chagas y por refuerzos que arriban desde Alegrete. Los guaraníes no pudieron resistir y Andresito ordenó la retirada y la dispersión de sus tropas.
1819, 24 de Junio
Luego de haber intentado infructuosamente la recuperación de las Misiones Orientales, las tropas misioneras se habían dispersado en diversas partidas con el objetivo de volver a concentrarse nuevamente en alguno de los pueblos de la banda occidental del río Uruguay. El día 24 de junio Andrés Guacurarí junto a un grupo de milicianos guaraníes se hallaba preparando una jangada en el Paso San Isidro, para cruzar el río Uruguay, cuando imprevistamente fueron sorprendidos por una patrulla portuguesa, la que los reduce sin que pudieran ofrecer resistencia, haciéndolos prisioneros. Para Andresito era simplemente el fin de la lucha, que culminaba allí, en el Paso San Isidro, a escasos kilómetros de pueblo de Concepción. Junto a algunos de sus oficiales, fue llevado a Río de Janeiro y de allí a la prisión de la Fortaleza de Santa Cruz. Al poco tiempo lo trasladaron a la Fortaleza de Lague, ubicada en un islote rocoso en la Bahía de Guanabara, en cuyos calabozos estuvo un año y cuatro meses. En el año 1821 fue liberado, junto a otros compañeros de causa, pero por razones aún no muy bien conocidas fue nuevamente puesto en prisión, donde se cree falleció.

martes, 22 de enero de 2013

Los muertos que vos matáis…

  POR ENRIQUE LACOLLA



Si el revisionismo histórico fuese el fósil que describe La Nación, el órgano de los Mitre no se alarmaría tanto frente a la creación de un instituto dedicado a cultivarlo.

La creación del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego puede ser una gran ocasión para profundizar el debate sobre nuestro pasado. O convertirse en otra oportunidad perdida. Las declaraciones de Pacho O’Donnell, director del instituto, en un reportaje que le hace La Nación, no son muy tranquilizadoras en este sentido. El conocido escritor formula ideas que resultan anfibológicas y un poco acomodaticias frente al diario guardián de la historia oficial. Este no tardó en convocar a pomposas figuras de la pedana académica para descalificar la iniciativa.

En el reportaje O’Donnell se apresuró a puntualizar que no será objetivo del Instituto incorporar textos revisionistas a las escuelas secundarias. Estima que la historia de “ese personaje maravilloso que es Mitre” no será cuestionada.(1) Nos preguntamos entonces para qué ha sido fundado el instituto. Pues si algo requiere este país es una visión que ponga en discusión –en sede escolar, universitaria y en los institutos militares- la pesada carga de una manera de comprender a la Argentina forjada en el siglo XIX a partir del interés coaligado de la burguesía comercial porteña, los usufructuarios de la renta agraria y la presencia del poder imperial de origen británico, que encontró en los libros fundadores de Mitre y de Sarmiento la base conceptual que suministró el relato que necesitaba para consolidar intelectualmente lo que ya había logrado con las armas.

Mitre puede haber sido una personalidad interesante –en extremo interesante, diríamos, en tanto fue protagonista de una aventura militar, política e intelectual de gran envergadura- pero de ahí a evaluarla como maravillosa dista un largo trecho. Lo mismo cabe decir respecto del sanjuanino, con el aditamento de que fue un escritor genial, capaz de generar la primera interpretación sociológica –a nuestro entender errada, pero coherente en su aptitud de síntesis y convincente por las dotes artísticas de su autor- de una peripecia argentina e iberoamericana que nos ha influido durante mucho tiempo. Pero conviene resaltar que hay una distancia abisal entre esos personajes y los epígonos que en el presente se remiten a ellos.

Ahora bien, aunque en principio el Instituto Manuel Dorrego no brinde todas las esperanzas que cabría alentar, su presencia y la puesta en marcha de un organismo que podría salir a polemizar con la ficción narrativa oficial ha bastado para inquietar a los guardianes de la ortodoxia. La Nación, editorialmente y también a través de la pluma de Beatriz Sarlo, monta un escándalo en torno del tema. Alerta sobre “una operación montada desde la Casa Rosada que tenga como meta instaurar un pensamiento único del pasado”.

Asombroso, dado que el discurso único sobre el pasado es el que se ha ejercido desde siempre en los grandes medios de prensa y en el ámbito del jardín de Academo. Cualquier iniciativa heterodoxa chocaba con la “pedagogía de las estatuas”, a que se refería Ricardo Rojas (2) y era en consecuencia excomulgada. Con posterioridad al auge de la historia liberal, pero complementándola sin sustituirla, los aportes de laEscuela de la Historia Social que tiene a Tulio Halperín Donghi como figura de proa, vinieron a configurar la superestructura que hoy ejerce el poder del magisterio en la enseñanza de la historia nacional. En especial en la UBA, que es el cuerpo que concentra la mayor cantidad de alumnos y gabinetes de investigación. El rasgo característico de esta escuela es ilustrar y enriquecer la historia, pero sin cuestionar la línea interpretativa oficial.

Es sobre la especialización y el manejo de una metodología que se considera debe estar provista de títulos que corroboren una aptitud técnica, el punto sobre el que La Nación y Sarlo hacen hincapié. Hay reglas que deben pautar la disciplina de la historia, diferenciándola de su divulgación novelesca, aducen. Esto es muy cierto. Pero no hay motivo para suponer, como dice Sarlo, que el revisionismo sea una especie de fósil, que sólo interesa a los literatos aficionados y a los CEO de las “grandes” editoriales en busca de versiones dinámicas del pasado, mientras que el mismo revisionismo es objeto de estudio de parte de los gabinetes universitarios que se ocupan de él sólo como si de una especie extinguida se tratase.

Hay un deliberado juego de confusión en esta versión que manejan los CEO – en este caso de los grandes medios de comunicación- a través de sus diligentes empleados. En la última década han proliferado las biografías, novelas y programas de televisión que hurgan en el revisionismo para tejer con elementos entresacados de él una apariencia de iconoclastia que pondría en tela de juicio precisamente a la “pedagogía del mármol”. Pero se trata de obras que si resultan inquietantes es por la banalización y el abaratamiento del concepto del revisionismo pues, lejos de aportar nada a los rasgos clave que distinguieron a la formación o deformación de la Argentina como estado, se ocupan más bien de intrigas de alcoba o de la reevaluación sensacionalista de algunos datos biográficos de San Martín o de Bolívar, que redundarían en su caracterización como agentes británicos o poco menos. Estas aproximaciones no cuestionan en el fondo a ninguno de los dogmas de la historia mitrista –que tiene en su núcleo el papel determinante de la intervención inglesa en la independencia argentina-, sin poner en su verdadera luz el carácter de esa intervención, que estaba en directa contraposición a lo buscado por los padres fundadores, más allá de las obligadas oscilaciones tácticas de su política. Esto es, la construcción de una nación suramericana con arreglo a la organización mundial que estaba madurando después de la derrota napoleónica.

En la versión del órgano de los Mitre y en su traducción por Beatriz Sarlo el revisionismo vendría ser, hoy, una olla donde se revuelven temas más bien sensacionales y que extrae su popularidad de una versión simplista del pasado, “con buenos y malos, élites y masas, pueblos y oligarquías enfrentados en una wagneriana guerra prolongada. Todo fácil de leer”. Hay una connotación despectiva en estas líneas de Sarlo, que rematan afirmando que una sola página de Halperín Donghi convierten a “diez novelas revisionistas en una canción alpina”…

La negación de la entidad académica del revisionismo fue un caballito de batalla de quienes se ocuparon, justamente, de que este no llegara a las cátedras, o que lo hiciera a partir de exponentes de derecha, acuñados en los años 20 y 30 y entroncados con una tradición nacionalista muy virada al catolicismo, conservatismo y militarismo, rasgos que no los hicieron populares entre la juventud universitaria, más allá de las altas cualidades que algunas de estas figuras investían en el plano intelectual. Sarlo no hace mención, sin embargo, a otra vertiente del revisionismo contemporánea a esta, que arranca con Adolfo Saldías, se prolonga con Ricardo Rojas y Manuel Ugarte y aborda el problema nacional desde una postura que se configura como la matriz de FORJA y luego de la corriente revisionista de la izquierda nacional que revolucionó, desde una perspectiva marxista arraigada en el país, todos los contenidos de la biblia mitrista.

Para la pedagogía del sistema todo es factible siempre y cuando no se objete a los pilares fundamentales de la doctrina de la civilización y la barbarie. Este hilo rojo es reconocible en el encono con que los grandes medios de prensa enfrentaron al yrigoyenismo y al peronismo, y en la conspiración constante con que intentaron derrocarlos en cuanta oportunidad propicia se les presentó. En cuanto al revisionismo –en particular el popular y latinoamericano-, frente a sus propuestas teóricas opusieron las más de las veces un sepulcral silencio. Ningunearon a sus representantes ignorándolos olímpicamente. Ni Arturo Jauretche, ni Raúl Scalabrini Ortiz, ni Jorge Abelardo Ramos, ni Juan José Hernández Arregui, ni Norberto Galasso, ni figuras del interior como Alfredo Terzaga o Fermín Chávez, encontraron la repercusión crítica que sus trabajos ameritaban. Esa corriente se abrió paso, sin embargo, y fructificó de una manera que es hoy difícil de soslayar cuando algunos teóricos de fuste con reconocimiento internacional y alcance mediático –como Ernesto Laclau- la reivindican, y sobre todo cuando existe un difuso requerimiento popular por abrevar en nuevas fuentes.

El argumento vinculado a la necesidad de contar con la patente de especialista para indagar en la historia y para producir una obra de valor heurístico y hermenéutico, tiene mucho de pedante y contrasta con grandes ejemplos provenientes de la realidad. Desde la perspectiva de La Nación, Carlos Marx y Friedrich Engels hubieran sido unos simples aficionados. Y los teóricos rusos del bolchevismo –fusilados por Stalin por razones no exactamente científicas- en definitiva habrían merecido su destino por no haber sido avalados por la Academia de Ciencias de la URSS…

Este es un ejemplo extremo, pero tal vez no tan paradójico como aparenta serlo. El viejo debate a propósito de la imparcialidad de los estudios históricos se asemeja al que ahora gira en torno del periodismo “militante” o el periodismo “independiente”. No hay ni periodistas independientes ni existen historiadores que se eleven “au dessus de la melée” para sentenciar desde un cielo olímpico sobre lo que es verdadero y lo que no lo es, sobre lo que resultaba válido como consecuencia de una situación social dada, y sobre lo que no era sino una pretensión desatinada dirigida a estrellarse contra el Deus ex machina de una historia predeterminada por causalidades sociales irrevocables.

Todos los historiadores juzgan a partir de los conflictos del presente. No son nunca imparciales, ven a través de la lente de sus intereses y simpatías. A lo que pueden aspirar, eso sí, es a resultar objetivos; esto es, a no mentir ni a escamotear los datos que resulten incómodos a su propia perspectiva.

El mismo Tulio Halperín Donghi –que es un autor de obligada lectura, aunque no nos resulte afín- dice en un reportaje aparecido en el suplemento cultural de La Nación del 13 de febrero de 2008, que “cuando hago una reconstrucción histórica de alguna manera, lo que es un poco desleal, es lo que tengo adentro, pero no muestro… Para hacer historia hay una etapa en que se junta todo y otra en la que, desde una perspectiva militante, se explica la versión que a uno le gusta”. (3) A confesión de parte…

La búsqueda de los orígenes de nuestra configuración cultural y social es inescindible del revisionismo, y es sólo a su luz que se explican los antagonismos que han desgarrado a esta sociedad y que siguen trabajándola en el presente. Mal que les pese a los historiadores de oficio, la batalla entre unitarios y federales sigue gravitando sobre la conciencia de los argentinos, y la panoplia ideológica en cuya matriz el bando vencedor en las luchas civiles conformó al país, requiere de un trabajo de estudio y demolición solo a partir del cual se podrá airear el pasado y devolvernos a una conciencia más armónica de nuestra realidad. Sólo en esta conciencia podremos encontrarnos y hallar al menos un piso común en el cual pararnos y distinguir el sentido de nuestras diferencias.



Notas

1) La Nación, lunes 29 de Noviembre de 2011.

2) Citado por Norberto Galasso en Historia de la Argentina. Ediciones Colihue, 2011.

3) Referencia tomada de Norberto Galasso, op.cit. página 63.

Revolución Libertadora: La cuarta invasión inglesa

Por Fermín Chavez

La contrarrevolución de 1955 no fue gestada en 1954. No nació con el negocio petrolero iniciado con la Standard Oil, ni en el conflicto con la Iglesia argentina. La confabulación venía tomando cuerpo desde la segunda mitad de 1950 y principios de 1951, a través de los trabajos que realizaban en el ejército Pedro Eugenio Aramburu, Luis Leguizamón Martínez, Benjamín Menéndez, Eduardo Lonardi y José F. Suárez.
Si el movimiento peronista y su gobierno tuvieron fuertes enemigos internos, no es menos cierto que los hubo mayores en el exterior. El principal, entre éstos, era un imperio en decadencia, pero un imperio al fin. Inglaterra, puesto que de ella hablamos, iba a jugar sus cartas con maestría y sin esos movimientos bruscos que delatan a los carteristas novicios. En este sentido, la Argentina de 1955 fue la carpeta de juego en que los legos debieron enfrentar, con desventaja, a los fulleros.
La revolución peronista hirió sensiblemente a las minorías oligárquicas y a la burguesía del país, pero también perjudicó ostensiblemente a los intereses británicos, que a la postre se unirían con quienes les ofrecieran la más segura posibilidad de revancha. Si es verdad que sancionó a los Bemberg, es cierto también que lesionó duramente la esfera de influencia de los británicos.

En un olvidado artículo periodístico, de 1957, Juan Perón señaló que la llamada “revolución libertadora” trajo la cuarta invasión inglesa. “Ante la incredulidad de propios y extraños –escribía-, nacionalizamos, comprando y pagándoles, los transportes, puertos, teléfonos, silos y elevadores, frigoríficos, servicios de gas y energía, el Banco Central, creamos la Flota Mercante, que llegó a ser la cuarta del mundo, y dimos al país transportes aéreos. Industrializamos la Nación facilitando la instalación de industrias pesadas. Asimismo, fabricamos gran cantidad de maquinarias y automotores. Así logramos la independencia económica, arrojando por tercera vez al invasor británico”. En otro párrafo del texto que estamos rememorando decía Perón: “Nuestra economía justicialista les resultó desastrosa. Sirva un ejemplo: en textiles y afines importábamos de Inglaterra por un valor de 100 millones de dólares anuales. En 1954, esa cifra se redujo a medio millón anuales. Como último bastión, le quedaba nuestro mercado comprador de petróleo. Inglaterra nos vende combustible por valor de 350 millones de dólares por año. Nuestro gobierno había firmado ad referéndum del Congreso de la Nación, un “contrato de locación de servicios” con la Standard Oil de California. Por éste, la compañía norteamericana se comprometía a explorar parte de nuestro subsuelo y extraer el petróleo que hubiera, el que debía ser entregado en su totalidad a YPF para su comercialización”.
Es posible que los ingleses hayan hecho el cálculo de la pérdida que el cambio de política petrolera significaba para ellos, y que decidieran intervenir, contando como contaban con fuertes aliados en la marina de guerra argentina. Los hechos parecen dar entera razón a estos asertos. El viaje de Milton Eisenhower a la Argentina, registrado en el invierno de 1953, indicó el principio del cambio en cuanto a relaciones internacionales. En menos de dos años el cuadro varió visiblemente. El 26 de mayo de 1955 el profesor Silenzi de Stagni dio su famosa clase contra el proyecto de contrato petrolero, que tanto impresionó a los jefes de las Fuerzas Armadas. El 31 de agosto la comentó el periódico Die Welt, de Hamburgo, sobre la base de una síntesis enviada por su corresponsal.
El grupo Bemberg, símbolo de toda una época de la Argentina librada al apetito de los consorcios internaciones, se convirtió en el enemigo más enconado e intrigante de Perón. Los misteriosos “accionistas franceses” de la Cervecería Quilmes no se quedaron quietos y acrecentaron la propaganda antiargentina en el exterior. Al grupo Bemberg se agregó en 1951 el grupo Gainza Paz, estrechamente ligado a la UP y a la SIP, cuando el movimiento expropió La Prensa y lastimó a la oligarquía en dos de sus mucosas más sensibles: el bolsillo y el orgullo de clase.
Finalmente en la consolidación “moral” del frente antiperonista interno jugaron un papel importante las logias masónicas y otras agrupaciones típicas de la burguesía antinacional

Naides es más que naides

Por Don Singulario

-¡Hola don Singulario! ¿Hoy va seguir hablando de la Asamblea del Año XIII?

-Me vino a la memoria ese dicho que dicen que dicen los jinetes pastores. Me gustó Eduardo Galeano (y se lo robo) recordando el dicho cuando los paisanos orientales se rebelaron por la defección del Primer Triunvirato, que pacta con el virrey Elio en Montevideo, retirando las tropas que lo sitiaban a cambio de mejorar el comercio porteño
Don José Gervasio de Artigas se niega a entregar su tierra a los españoles –la de él y todos los hombres y mujeres, gauchos y milicianos, indios, negros y blancos, peones, labriegos y estancieros, sacerdotes y profesionales que la amaban por ser leales a la nueva patria que nacía–. Se aleja con sus huestes, las de la independencia. Ese ejército que renace en la huella con picas y cuchillos, con mujeres que curan heridos y empuñan lanzas y frailes que bautizan a los soldados recién nacidos, con maestros de letra y maestros de cuchillos, al decir de don Eduardo
La caravana se dirige al norte despoblando su terruño amado, en carretas, a caballo o a pie. Los indios quemando sus tolderías acompañan con flechas y boleadoras. Todos a una sin desfallecer, la Patria lo exige y don José sabe que cuenta con un pueblo de valientes. Atrás junto a las lágrimas queda el terreno arrasado. Lo llamarán la Redota.

-Qué descripción emotiva don, recuerdo la historia de Belgrano y el éxodo jujeño. Cuánto dolor y cuanta entereza. ¡Qué pueblos de valientes tenemos!

-Y llegan al Ayuí en la provincia de Entre Ríos. Cruzan el río de los pájaros, instalando el campamento. Fíjese cómo el mismo Artigas relata en un parte oficial la situación:
«El Ejército se compone de cuatro a cinco mil hombres armados con fusiles, carabinas y lanzas. Cuatrocientos indios charrúas armados con flechas y bolas y estoy persuadido, que aún en los pueblos de indios ha dispuesto formar sus compañías, porque he visto algunos corregidores uniformados Toda esta costa del Uruguay está poblada de familias, que salieron de Montevideo, unos bajo de las carretas, otras bajo los árboles y todas a la inclemencia del tiempo, pero con tanta conformidad y gusto que causa admiración y da ejemplo»
Y más adelante profetiza: «Yo llegaré muy en breve a mi destino con ese pueblo de héroes»

-¿Sabe don Singu que el Charrúa ese me gusta dada vez más?

- El momento llegó, en Buenos Aires han cambiado los vientos, el Segundo Triunvirato desplaza al conservador reaccionario y centralista anterior y la primera medida es convocar a una asamblea de todos los pueblos amigos para dejar, de una vez por todas, la dependencia de un soberano lejano y poder presentarse ante el concierto de las naciones del mundo como una más, libre e independiente.
La sociedad toda estaba convulsionada. Los acontecimientos de Europa, con Napoleón, Inglaterra, Fernando VII, las Cortes de Cádiz, Portugal y la mar en coche. Y por aquí un abismo infranqueable que atenta contra la revolución. José María Rosa patentiza la situación emergente de la siguiente manera:
«La enemistad de la oligarquía al pueblo y sus caudillos necesariamente tenía que ser profunda; así como comprender es amar, la incomprensión es la raiz del odio, y la incomprensión de los impotentes genera el más tremendo de los odios»

-¿Sabe don Singulario que esa expresión me parece ideal como rótulo a los cacerolazos? Por otra parte, ese barullo europeo me suena actual: Si cambio Fernando VII por Juan CarlosI, Napoleón por Merkel, Berlusconi o Cameron…¡Bingo!

-El “Pepe” Rosa se refería a los prelados, doctores y empresarios que se habían apropiado de la Revolución de Mayo y sus gobiernos, cooptados por la diplomacia británica. Personajes que no podían entender a los jefes populares, como en el caso de Artigas eran respetados y obedecidos sin dudar por gauchos o urbanos, clérigos y propietarios, indios y negros. Se estaba constituyendo formalmente la antinomia federales y unitarios condensada en la zoncera sarmientina de bárbaros y civilizados

­-¿Y cómo se une aquella Asamblea Constituyente (que no dictó constitución alguna) y don José Gervasio?

-Eran muy complejas las relaciones militares en la Banda Oriental, mientras Buenos Aires pactaba con Elío, el sitio a Montevideo se profundizaba o levantaba según el humor porteño. Hubo amotinamientos, deserciones y demás yerbas.
Regresado del campamento de Ayuí con su pueblo, que había asimilado la “Redota” como algo inevitable y se restablecía en sus pagos, Artigas –el Jefe de los Orientales por decisión popular– se entera por infidencias que en Buenos Aires se había convocado la Asamblea y decide realizar un congreso en el que participen todos los vecinos del casco de la villa y partidos de influencia  para nombrar su representante a simple pluralidad de votos. El lugar elegido –delante de Montevideo como figuraban en su correspondencia era el paraje Tres Cruces en el camino a Maldonado.

-Una de las hinchadas yorugas más grandes son de Peñarol ¿tiene algo que ver ese nombre?

-A ese parlamento se lo conoce también como El Congreso Oriental de Peñarol. Allí se producen hechos significativos que condicionarán la presencia oriental en la Asamblea del Año XIII.
Como siempre nos ocurre con el espacio tirano, deberemos esperar otra semana para continuar. Sólo resta recordar que el 5 de abril de 1813 Don José Gervasio de Artigas lee ante su pueblo la majestuosa “Oración Inaugural”. Elegidos los diputados, el 13 de abril se redactan las instrucciones que llevarán a Buenos Aires y que por su contenido tendrían honda trascendencia en el funcionamiento final de la Asamblea.

-Por lo que me han contado don, el título de la nota era el sonsonete del caudillo oriental para recordar su sentido de igualdad frente a los poderosos y de democracia para los gobiernos. Don Pepe Mujica hoy lo declama, demuestra y aplica…

miércoles, 16 de enero de 2013

Don Arturo Jauretche



"Esta es la raíz del dilema sarmientino de 'Civilización o Barbarie' que sigue rigiendo a la 'intelligentzia'. Se confundió civilización con cultura, como en la escuela se sigue confundiendo instrucción con educación. La idea no fue desarrollar América según América, incorporando los elementos de la civilización moderna; enriquecer la cultura propia con el aporte externo asimilado, como quién abona el terreno donde crece el árbol. Se intentó crear Europa en América, trasplantando el árbol y destruyendo al indígena que podía ser un obstáculo al mismo para su crecimiento según Europa, y no según América".Arturo Jauretche: Los Profetas del Odio y la Yapa. La colonización pedagógica. A. Peña Lillo Editor. Marzo 1975

Arturo Jauretche nació el 13 de noviembre de 1901 en Lincoln, un pueblo de la provincia de Buenos Aires. Creció en una familia conservadora recibiéndose de Abogado en la Universidad de Bs As. En la década del ‘30 se define su activismo político, participando en luchas y conspiraciones a favor del radicalismo, como en Paso de los Libres (1933). El valiente escritor José Luis Torres ha calificado de "infame" a la década que incluye la presidencia de Justo, la de Ortíz y la de Castillo. Los jóvenes radicales crean FORJA, tratando que su partido vuelva a sus orígenes federales yrigoyenistas; sobresalían nítidamente Raúl Scalabrini Ortíz y Arturo Jauretche, el primero publicó dos obras fundamentales: "política británica en el Río de la Plata" e "Historia de los ferrocarriles argentinos"; mientras que el segundo "Manual de Zonceras Argentinas" y "el medio pelo en la sociedad Argentina". Jauretche califica al Tratado Roca - Runciman "ESTATUTO LEGAL DEL COLONIAJE".
Decía el manifiesto constitutivo de FORJA "SOMOS UNA ARGENTINA COLONIAL; QUEREMOS SER UNA ARGENTINA LIBRE. POR EL RADICALISMO A LA SOBERANÍA POPULAR, POR LA SOBERANÍA POPULAR A LA SOBERANÍA NACIONAL, POR LA SOBERANÍA NACIONAL A LA Emancipación DEL PUEBLO ARGENTINO". Desde esa plataforma ideológica denunció la falsificación histórica y dibujó el proceso histórico argentino y latinoamericano como una lucha permanente del pueblo en busca de la soberanía popular, contra oligarquías que operaban como agentes de penetración de los intereses imperialistas
Con el advenimiento del peronismo, FORJA fue disuelta el 24 de febrero de 1946, por considerar que Perón había inaugurado una política nacional y de recuperación de la soberanía contra el capitalismo extranjero, que eran las banderas de la organización. Jauretche valoró la experiencia peronista positivamente, a pesar de ciertas disidencias con Perón. Durante el gobierno peronista fue Director del Banco de la Provincia de Buenos Aires (1946-1950), desde donde promovió una política de apoyo a la empresa nacional. Renunció en 1950 por disidencias con el nuevo equipo económico de Perón y se retiró a la vida privada.
Tuvo intensa participación en la lucha de la resistencia peronista después del golpe militar que derrocó a Perón en 1955, con el propósito de que la derrota política de las masas no se convirtiera en una derrota ideológica. Fue en esa etapa que aparecieron sus libros, como expresión más acabada de un pensamiento que se había perfilado en la década del ‘30 en artículos aparecidos en revistas, semanarios y periódicos, la mayoría de escasa tirada y corta vida. Fueron 12 obras que se sucedieron desde 1955, año en que apareció El Plan Prebisch. Retorno al coloniaje, hasta 1972, cuando publicó De memoria. Pantalones cortos. Los profetas del odio (1957), Ejército y Política. La patria grande y la patria chica (1958), Política Nacional y revisionismo histórico (1959), Prosas de hacha y tiza (1960), FORJA y la Década Infame (1962), Filo, contrafilo y punta (1964), El medio pelo de la sociedad argentina (1966), Los profetas del odio y la yapa (1967) y su Manual de zonceras argentinas (1972), pueden ser considerados como un único libro, pues el mensaje se repitió en ellos en forma reiterada.
Saludó el regreso de Perón en 1972, dio sus últimas charlas en la Universidad del Sur, intentando aferrarse a la esperanza como correspondia a un gran luchador por la cuestión nacional, murió en el día de la Patria, un 25 de mayo de 1974.
Lo que Jauretche fustigó sin descanso fue el carácter abstracto de las ideologías y, en tal sentido, su crítica se dirigió por igual a la izquierda que a la derecha, pues “se era liberal, se era marxista o se era nacionalista partiendo del supuesto que el país debía adoptar el liberalismo, el socialismo o el nacionalismo y adaptarse a él” . Toda referencia a Jauretche implica ubicarlo en la corriente del nacionalismo popular o revolucionario, nacido contra las corrientes liberales y buscando una reinterpretación de la historia. Particularmente significativo en Argentina, incluyó un rechazo de las ideas extranjeras y los intelectuales de pretendida orientación universalista, criticando por igual a los postulados liberales, la oligarquía , el socialismo y el comunismo, basándose en el hecho de que ninguno de ellos había comprendido al país..
El análisis histórico revela un plan consciente de mantener al país en dependencia del pasado, conservando el carácter agrícola-ganadero e impidiendo el ascenso social y político de las masas. El revisionismo esclarecía el papel decisivo de Inglaterra, que había hecho de Argentina una pieza necesaria de su economía industrial y su expansión comercial, y la complicidad de las oligarquías en el establecimiento de un ordenamiento jurídico-institucional destinado a facilitar la penetración inglesa. Jauretche veía la necesidad de reestructurar las Fuerzas Armadas, advirtiendo que sin política nacional no hay ejército nacional, y entendiendo a esa política nacional como opuesta a la política ideológica liberal o neoliberal como en nuestros tiempos. Jauretche consideraba absolutamente prioritaria la liberación nacional, para lo cual era indispensable lo que llamaba “unidad vertical” de todas las clases sociales.
Jauretche siempre prefirió ser considerado un hombre que poseía un “pensamiento nacional”. El primer paso era desprenderse de deformaciones mentales impuestas por los intereses del imperialismo internacional, custodiada por los intelectuales a su servicio:a los que llamó “cipayos”.
Lo que, caracteriza al pensamiento nacional, es el reconocimiento de que la cuestión principal es la nacional, entendida como la disputa de intereses entre un país semicolonial que quiere dejar de serlo, y los intereses imperialistas que no están dispuestos a permitirlo..

Por el Prof. Julio R. Otaño

jueves, 10 de enero de 2013

Gestión de Gobierno del Dr. Campana

Por el Licenciado Alberto Umpiérrez
La gestión de Joaquín Campana como Secretario de Gobierno de la Junta Grande El primer efecto positivo del gobierno de Joaquín Campana consiste en favorecer la insurrección popular en la Banda Oriental, dejándole ejercer un notorio protagonismo a José Artigas, que este aprovecha hasta lograr su resonante triunfo en la Batalla de Las Piedras, el 18 de mayo de 1811, sitiando por tierra la fortaleza de Montevideo. Este éxito inicial obviamente consolida la posición política de Joaquín Campana, de Cornelio Saavedra y de la Junta Grande, y por lo mismo resulta muy molesto para sus adversarios, quienes procuran estancar la situación y evitar un asalto sobre Montevideo. El segundo efecto positivo está vinculado a la normalización de las relaciones de Buenos Aires con el Paraguay, a pesar de la guerra fratricida que se le había impuesto. En las jornadas del 14 y 15 de mayo de 1811, el Gobernador español del Paraguay, Bernardo de Velazco, es destituido y en su lugar se instala una Junta de Gobierno integrada por Fulgencio Yegros, Pedro Caballero y el Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, actuando como Secretario Fernando de la Mora
Las relaciones comerciales con el Imperio Británico se fueron reduciendo (pese a las gestiones de Lord Strangford), al imponerse por el gobierno de Campana cada vez mayores restricciones a la importación de géneros ingleses con destino a las Provincias y a la venta en Buenos Aires de mercaderías al menudeo por parte de extranjeros. Además se siguió una política muy estricta en materia fiscal, persiguiendo particularmente a los importadores que debían a la Aduana, aplicándoseles un interés del 6% sobre sus mercaderías.
Todo parecía marchar bien para el gobierno de Joaquín Campana, pero la actividad conspirativa de la “Sociedad Patriótica” comienza a adquirir un ritmo frenético. Las calles de Buenos Aires se llenan de volantes anónimos en tono despectivo hacia los provincianos en el gobierno de la Junta: "Os gobiernan el potosino Saavedra, el cordobés Funes, el correntino Cossio, el tucumano Molina, el montevideano Campana, todos forasteros. ¿En esto han venido tus glorias y tu nombre, Buenos Aires?".
Paralelamente, el llamado “Ejército Pacificador de la Banda Oriental” enviado por el Rey de Portugal al mando del Gobernador y Capitán General de Rio Grande, Diego de Souza, cruzan el río Yaguarón el 21 de julio de 1811, apoderándose de la Villa de Melo el día 23. El 30 de agosto los portugueses toman por asalto la ciudad de Paysandú, heroicamente defendida por el Capitán Francisco Bicudo, mestizo riograndense, quien pierde la vida en el combate junto a otros 30 milicianos patriotas. Para el 5 de setiembre los invasores ya están en posesión de la Fortaleza de Santa Teresa y el 14 de octubre ocupan la ciudad de Maldonado donde establecen su Cuartel General.
Un compendio de malas noticias comienza a llegar a Buenos Aires. A principios de agosto la Junta resuelve el cese de Juan José Castelli y Antonio González Balcarce en la jefatura del Ejército del Alto Perú, designando al propio Presidente Cornelio Saavedra y al diputado tucumano Manuel Molina para sustituirlos. Por otra parte envía en misión a Montevideo al Deán Funes, José Julián Pérez y Juan José Paso, a los efectos de negociar un armisticio con Elío. Con estas ausencias la Junta Grande queda seriamente debilitada para enfrentar las resistencias de la oposición en Buenos Aires, la cual obviamente no desaprovecha la oportunidad.
El golpe de Estado y la instalación del Primer Triunvirato Los acontecimientos se precipitan a partir del 13 de setiembre, poco después de la llegada de Manuel de Sarratea desde Rio de Janeiro, cuando dieciocho vecinos de las “principales familias” plantean al Cabildo una “Petición del Pueblo” para que se convoque a un Congreso general de vecinos “donde los sabios y ancianos de todas las clases de este gran pueblo (de Buenos Aires), traten de restablecer por todos los medios posibles los únicos resortes que puedan poner en movimiento al espíritu público que hoy con tanto dolor vemos paralizado”. Pero el día 16 aparece otra “Petición del Pueblo” solicitando al Cabildo la destitución y prisión del Dr. Campana y de los Alcaldes Tomás Grigera, Domingo Martínez y Andrés Hidalgo. La Junta atemorizada por estos atrevidos ataques separa del cargo al Dr. Campana, y el Cabildo, por su parte, con el apoyo del Comandante de Armas General Francisco Ortiz de Ocampo organiza patrullas de tropas por las calles de la ciudad.
El día 17, el Dr. Campana es secuestrado de su casa por una partida de “Húsares” y llevado a su confinamiento en el Fortín de San Antonio de Areco, hacia donde luego lo acompaña su familia. No hacía falta juicio ni sentencia, simplemente estaba condenado por “la gente distinguida y sana” representada por el Cabildo de Buenos Aires, que nuevamente pasaba por encima de la Junta de Gobierno y de la soberanía de todas las Provincias que estaba depositada en ella.
Ese mismo día un tumulto de gente ingresa al Cabildo manifestando que en vista de la “impotencia del Gobierno” era necesario realizar un Cabildo Abierto de “la parte más sana y distinguida del vecindario” para adoptar las medidas conducentes a “la salvación de la Patria”. El Cabildo Abierto se reúne el día 19 designándose a Feliciano Chiclana, Juan José Paso y Manuel de Sarratea como diputados de Buenos Aires para negociar con la Junta la reorganización del gobierno. El día 23, la Junta promulgaba un decreto por el cual se crea “un Poder Ejecutivo compuesto de tres vocales y tres secretarios… los cuales tomarán el gobierno bajo las reglas o modificaciones que deberá establecer la Corporación o Junta Conservadora, que formarán los señores diputados de los pueblos y provincias, en consorcio con los que eligió esta Capital.”
Obviamente el nuevo Triunvirato estaría integrado por los mismos diputados que eligió la Capital, Sarratea, Paso y Chiclana, secundados por los secretarios Bernardino Rivadavia, José Julián Pérez y Vicente López.
Para esa fecha, el Triunvirato ya había firmado un Armisticio que entregaba al gobierno enemigo de Montevideo la totalidad de la Banda Oriental del Uruguay, a cambio de la promesa de que se retirarían las tropas portuguesas. Los orientales, reunidos en la Panadería de Vidal se resistieron a aceptar este otro hecho consumado sin mediar ningún tipo de consulta, se sintieron traicionados en su deseo de continuar la lucha y decidieron acompañar la retirada de sus milicias bajo la conducción del General José Artigas, marchando juntos en la “Redota” o “Éxodo del Pueblo Oriental” rumbo al Ayuí, dejando tras de sí la tierra arrasada.
“Nada podemos esperar sino de nosotros mismos”, dijo Artigas. La ciudad de Buenos Aires se había convertido, por decisión de sus familias más distinguidas, en una tiranía aun peor que el yugo español del que pretendía liberarse.
Conclusión
Volviendo al principio de esta historia y a la luz de todo los hechos relatados, nos planteamos si no sería razonable suponer (a falta de documentación) que Artigas fue a Buenos Aires en febrero de 1811 buscando negociar con la Junta Grande una garantía que reflejara los intereses y la participación del Pueblo Oriental en el gobierno. No podía ser un diputado provincial, porque la Banda Oriental no había sido aun liberada y mal podía elegir representantes. Pero al menos una garantía, un hombre de confianza en el gobierno, y ese rol recayó en el Dr. Joaquín Campana. Vale dejar constancia que la República Oriental del Uruguay reconoce al Dr. Joaquín Campana como uno de sus conciudadanos meritorios, y en póstumo homenaje, por iniciativa y gestión de sus descendientes argentinos, su nombre figura entre las calles de su ciudad natal San Carlos, y también entre las de Montevideo.

1843: Sarmiento y Alberdi en Chile...



En 1841 un señor George Mebon, norteamericano de nacionalidad, solicita al gobierno chileno licencia para establecer en el Estrecho de Magallanes una empresa de vapores para remolcar a los veleros en el peligroso paso. El Gobierno Chileno lo rechazó en principio por dudar de la legitima soberania chilena sobre el Estrecho. Mebon encontro al hombre ideal para convencerlos era un exiliado argentino llamado Domingo Faustino Sarmiento, su talentosa pluma podía hacer mucho al respecto. En "El Progreso", fundado el 11 de noviembre de 1842 con abierto apoyo del presidente Manuel Bulnes. Allí escribió diez artículos virulentos, tendientes a demostrar que Chile estaba imperiosamente obligado a ocupar el Estrecho y que Argentina no tenía el menor derecho sobre la zona El 11 de enero de 1843 se le fue la mano: "Los argentinos residentes en Chile proscriptos de su patria, pierden desde hoy la nacionalidad... La Patria no es el lugar que nos ha visto nacer, sino a condición de ser el teatro en que se desenvuelve la existencia del hombre... Los que han consagrado sus vidas y sus vigilias al triunfo de la libertad en América, hallarán en Chile un teatro digno de sus esfuerzos, y el país se lo agradecerá siempre que con lealtad trabajen por el interés de Chile, por la libertad de Chile y por el progreso de Chile... Que no suene más el nombre de los argentinos en la prensa chilena; Ahora no hay más patria que Chile….. Hagámonos dignos de ser admitidos entre los individuos de la gran familia chilena..."
Fue el único argentino exiliado con tan bonitas ideas en la cabeza. Le salió al paso un compatriota también desterrado, pero con el corazón mejor puesto, Juan Bautista Alberdi, que en respuesta a la desaforada actitud sarmientina, escribió una de sus páginas más bellas: "HOY MAS QUE NUNCA EL QUE HA NACIDO EN EL HERMOSO PAÍS SITUADO ENTRE LA CORDILLERA DE LOS ANDES Y EL RIO DE LA PLATA TIENE EL DERECHO DE EXCLAMAR CON ORGULLO: SOY ARGENTINO. EL SUELO EXTRANGERO EN QUE RESIDO, NO COMO PROSCRIPTO, PUES HE SALIDO DE MI PATRIA SEGÚN SUS LEYES... EN EL LINDO PAÍS QUE ME HOSPEDA Y TANTOS GOCES BRINDA AL QUE ES DE AFUERA, SIN HACER AGRAVIO DE SU BANDERA BESO CON AMOR LOS COLORES ARGENTINOS Y ME SIENTO VANO AL VERLOS TAN UFANOS Y DIGNOS COMO NUNCA."
Sarmiento no descuidaba, su prédica y desde las páginas de "El Progreso" reclamaba el premio a su flamante nacionalidad: "No hemos trepidado en hacer de la colonización y de la navegación del Estrecho un asunto favorito de 'El Progreso'. En recompensa de nuestros esfuerzos nos prometemos ser diputados cuando menos, o alguna remota legislatura, por la rica, comercial y rendidora provincia de Magallanes, cuyos principios y población habremos favorecido tanto."
Lo cierto es que Sarmiento "convenció" al gobierno chileno...
Ocupado Rosas en otros asuntos, en 1843 parte la goleta Ancud bajo el mando del capitán de fragata Juan Williams. El 21 de setiembre echa anclas en Puerto Hambre, dentro del Estrecho, y funda una población bautizada Fuerte Bulnes en homenaje al presidente. La operación fue preparada con discreción. Lo cierto es que allí quedó la población, en tierra argentina. Como el lugar era poco propicio, en 1849 Fuerte Bulnes fue trasladado a orillas del río Carbón, y en el camino cambió de nombre, llamándose en adelante Punta Arenas. El sueño de Sarmiento se había cumplido, pero nunca fue legislador de la nueva provincia chilena. Llegó a ser, en cambio, presidente de la República Argentina...

Bibliografía:
De Paoli, Pedro “Sarmiento su gravitación en el desarrollo nacional”
Scenna, Miguel Angel “Relaciones Argentina-chilenas”.
Prof. Julio R. Otaño

Al "Historiador Profesional" Luis Alberto Romero

*Respuesta del Dr. Oscar J. C. Denovi al artículo del Prof. Luis Alberto Romero publicado en La Nación el día 18 de noviembre de 2010.


Como de costumbre los historiadores adeptos a la llamada Historia Oficial, comienzan sus admoniciones con un lenguaje sibilinamente despectivo, con el que condicionan al lector no suficientemente informado. En este caso, una vez más, se dice lo siguiente en el artículo “Transformar la derrota en victoria”, del diario La Nación de la edición del 18 de noviembre: “…las tropas de Rosas intentaron inútilmente bloquear el acceso de la flota británica por el río Paraná.” Debió decirse, señor Luis Alberto Romero, pues es él, el autor, las tropas argentinas, y no fue inútilmente según veremos luego. A renglón seguido, continua con su arremetida descalificadora, llamando a quienes sustentamos posiciones opuestas a la versión liberal y en ocasiones falsa o mutilada, “escritores , ” , quienes asumimos la tarea de “ batir el parche y despertar sentimientos e imaginarios de un nacionalismo hondamente arraigado en nuestra sociedad.” Muchas gracias, lo sabíamos, pero nos halaga igualmente.
A renglón seguido, niega que la Historia Oficial mantuvo oculta la Batalla de la Vuelta de Obligado. Digamos al respecto, en primer lugar, que cuando se hablo de ella, se la llamó combate, disminuyendo su importancia de esa manera, porque entre uno y otro concepto, media una diferencia de envergadura notable. Por los elementos comprometidos por ambos bandos, aun con la notable disminución técnica de los aportados por los argentinos, se trató de una verdadera batalla de la que habla las bajas propias, los daños infligidos a la flota anglo francesa que debió permanecer en Obligado 40 días reparando sus daños, y la opinión de militares de la época, entre ellos del General San Martín.
Sin duda, tenemos que referirnos a épocas del pasado inmediato y mediato, acer
ca del ocultamiento en la historia argentina, de este acontecimiento. En escritos del siglo XIX, no lo fue del todo, pero luego en el siglo XX, casi desapareció de los libros, sobre todo de los de texto de los estudios primarios - mención de los acontecimientos - y de los correspondiente a los estudio secundarios. Puedo atestiguar al respecto, porque cursé mis estudios primarios y secundarios entre 1945 y 1960. Uno de los autores mencionados por Romero, como prueba de que la Vuelta de Obligado era citada en los libros del pasado, es José Luis Busaniche, autor que varió de su posición liberal, después de ser informado por escritos revisionistas publicados desde 1939 por el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, y por otras entidades de igual orientación, asentadas en Santa Fe. Pero las publicaciones de Busaniche se conocieron avanzada la década del sesenta. El otro autor mencionado, fue Ernesto Palacio, otro tanto puede decirse de él, puesto que su obra fue publicada y difundida también a lo largo de la década del sesenta. En cuanto a Ferns y Lynch, su difusión fue posterior aún. De modo que en las generaciones de padres de familia ajenos a la lectura de la historia, gravita aun en notable proporción, la historia enseñada en los estudios primarios y secundarios. Testimonio de ello, es la ignorancia increíble de nuestros jóvenes en muchos aspectos, en los que se destaca el pasado argentino..
Más adelante, vuelve sobre los resultados de la contienda en ese lugar de Obligado, para recordar que fue una derrota. Pero ocurre que la acción a la que se refiere y ahora nos referimos, fue la primera de otras que con las que siguieron constituyeron la guerra del Paraná, guerra no declarada - por los interventores - pero guerra que culmina, meses después, en la Angostura del Quebracho (4/6/1846) con una victoria, victoria parcial, pero victoria al fin, porque en esa Batalla, otra más en la estadística de las olvidadas, por diversas causas, cesó la lucha. En más vino las tratativas diplomáticas, donde la “cazurra y tozuda” diplomacia de Rosas, logró que ambas potencias no solo reconocieran el Paraná como río interior argentino, sino que debieron saludar el pabellón nacional con 21 cañonazos por exigencia ahora si de Rosas. (En las tratativas, intervino el notable jurista Felipe Arana, Ministro de Relaciones Exteriores).
En un golpe de efecto digno de una escena teatral, Romero refiere luego el éxito de “las fuerzas militares de Rosas”, no de las argentinas, reiterando el viejo truco ya empleado, que sirvió para distraer la atención del lector no advertido, y sigue sirviendo todavía, aunque no con la misma eficacia. Entonces, según Romero, Parlmeston sustituyó a Alberdeen en 1846, y como el segundo era el partidario de la fuerza, mientras Parlmeston lo era de la negociación, triunfó entre la tesis de la negociación. O sea tuvimos paz y victoria, no por mérito propio, sino ajeno.
Lejos de ello, lo que ocurrió fue que la guerra se había ganado en 1846. No solo por el triunfo en la Angostura del Quebracho, donde nuestras fuerzas incendiaron 7 mercantes de la flota, provocaron innumerables daños a los buques de guerra y mercantes, y numerosas bajas en las tripulaciones, sino que a favor de la altura de los acantilados costeros de esa parte del Paraná, solo sufrieron las fuerzas propias, 4 muertos y un número insignificante de heridos. No era el único factor, hasta pocos días antes del 4 de junio, los barcos se habían cobijado en Corrientes, pero el fracaso de la operación comercial que había impulsado la operación “liberadora” de nuestros ríos, había dejado de ser atractiva- Pero además, las tropas entrerrianas de los ejércitos del gobernador Urquiza, venían sumando triunfos y amenazaban apoderarse de Corrientes, lo que lograron pocos meses después. No solo no había dinero sino seguridad para barcos venidos de Europa. San Martín había sido consultado meses atrás y desde Nápoles había respondido en una nota que se publicó primero en un diario inglés, y luego en uno francés. No se trata del argumento de un Halcón, frente al que sostienen las palomas. Se trata de historia completa, que el señor Romero debiera conocer, ya que tiene los oropeles de investigador del CONICET. Se trata entonces, volviendo a la controversia que suscita el artículo publicado el 18 de noviembre, de honrar lo que inicialmente comenzó a ganarse el 20 de noviembre pese a la derrota de ese día, y prosiguió ganándose el 16 de enero de 1846 en San Lorenzo, en los innumerables combates con artillería volante librados antes del primer mes de ese año, después de este, hasta esa Batalla de la Angostura, y los combates posteriores hasta la iniciación de las negociaciones. Una operación a escala mayor, ya había sido descartada en 1838 por Francia, y lo fue entonces por su alto costo y resultados inciertos, como lo había apreciado San Martín en la mencionada carta de Nápoles- Por lo tanto, bienvenida la celebración del triunfo en la guerra y en la diplomacia, en ambos terrenos triunfó la Confederación Argentina.
Luego en su artículo se pregunta si la acción fue “nacional”, así, entre comillas. A Romero le parece dudoso. En primer término vamos a señalar que a nosotros, los revisionistas, nos parece nacional todo lo que le conviene a la Nación en el terreno espiritual y material. Aquí hemos desarrollado una cultura que tiene valores y desvalores. Procuramos exaltar los valores y corregir sus opuestos. Por cierto esta es una tarea ardua, pero entre otras cosas, somos revisionistas porque es parte de esa tarea. Luego no ignoramos que lo que hace a lo “nacional” viene de lejos, por ello rechazamos la idea que lo nacional nació en 1810. Más bien pensamos que el espíritu de lo nacional se conforma como la fundición de metales en un crisol. Cada uno aporta lo suyo a la masa común, pero no se individualiza, sino que adquiere como propio lo que otros aportaron junto a su aporte. Así se ha construido nuestra cultura y nada dice que esto puede y debe cambiar. La idea del volgeist que según Romero tenemos los revisionistas, es una idea que esta en una de las versiones del ramillete que compartimos. Pero se equivoca una vez más en atribuirnos una fijación en la idea del espíritu y materialización de lo nacional. Lo “criollo” es una mezcla de etnias hispánicas, indígenas y mediterráneas, con otra de lenguas de igual origen, con una mentalidad que comenzó a formarse cuando los europeos descubridores cortaron sus lazos con el viejo mundo, y entrelazados con los americanos, comenzaron a ver el mundo desde aquí.
Según dijo el autor mas adelante, en 1845 el Estado argentino estaba en construcción. Esto es cierto, en Enero de 1831 mediante el Pacto Federal se daba la patada inicial para la formación del Estado, después de veinte años de frustraciones. Por dicho Pacto, se formaba la Confederación Argentina, a la que adhirieron todas las provincias. La Nación se había pronunciado en el termino de casi dos años a partir de 1831, y luego se fue perfeccionando lo que había sido improvisado o imperfecto. Rosas sostuvo la unidad de las provincias, como lo comentó Sarmiento, su principal crítico. Y aquí nos encontramos con otro golpe bajo del señor Romero, “…es seguro que Rosas bloqueando el Paraná e impidiendo la libre navegación de los ríos, sostuvo los intereses de Buenos Aires, una provincia que, bueno es recordarlo, hasta 1862 vaciló entre integrar el nuevo Estado o conformar un Estado autónomo.” En primer lugar, la libre navegación de los ríos, era para los barcos extranjeros, ya que los argentinos disponían de esa libertad, en segundo lugar, quienes segregaron la provincia de Buenos Aires y mantuvieron esa situación hasta 1862, fueron los enemigos de Rosas, que la prolongaron hasta 1880 y desataron una cruenta lucha para impedir la capitalización de la ciudad de Buenos Aires.
Para finalizar esta respuesta que ha abundado en desmontar los hábiles argumentos del señor Romero, aptos para confundir al lector que no conoce historia, diremos que los escritores neorrevisionistas -que el autor del artículo de La Nación confiesa le cuesta llamarlos historiadores- no nos sentimos afectados por las imputaciones que el señor Romero nos adjudica. Mas bien, es un timbre de honor que nos distingue.

miércoles, 9 de enero de 2013

Alberdi y la Constitución

por el Profesor Jbismarck

Juan Bautista Alberdi publicaba a mediados de 1852 "BASES Y PUNTOS DE PARTIDA PARA LA ORGANIZACIÓN DE LA REPÚBLICA ARGENTINA". La posteridad, que poco o nunca leyó el libro pero lo tendrá por uno de los monumentos de la gloria argentina, lo ha condensado en la brevísima denominación Bases. En 1852 Alberdi cree que es imposible una constitución que no fuera liberal anglosajona, el problema lo resuelve con la eliminación de los argentinos como factor eficiente en la nueva Argentina, y su reemplazo por anglosajones.
"Es utopía, es sueño, es paralogismo puro el pensar que nuestra raza hispano-americana, tal como salió formada de su tenebroso pasado colonial pueda realizar hoy la república representativa...No son las leyes lo que precisamos cambiar: Son los hombres, las cosas. Necesitamos cambiar gentes incapaces de libertad por otras gentes hábiles para ella" "con tres millones de indígenas, católicos y cristiano, no realizaréis tampoco con cuatro millones de españoles peninsulares porque el español puro es incapaz de realizarla aquí o allá.....es NECESARIO FOMENTAR EN NUESTRO SUELO LA POBLACIÓN ANGLOSAJONA. Ella está identificada al vapor, al comercio, a la libertad, y nos será imposible radicar estas cosas entre nosotros sin la cooperación activa de esta raza de progreso y de civilización..." "...el idioma inglés, como idioma de la libertad, de la industria y del orden debe ser obligatorio: No debiera darse diploma ni título universitario al joven que no lo hable y escriba..." "haced pasar el roto, el gaucho, el cholo, unidad elemental de nuestras masas populares por todas las transformaciones del mejor sistema de educación: en 100 años no haréis de él un obrero inglés que trabaja, consume, vive digna y confortablemente"
(ALBERDI ESCRIBÍA A PÁLPITO. Había ESTADO EN LONDRES, PERO NO HABRÍA VISITADO LOS BARRIOS OBREROS, PORQUE NO SE PUEDE COMPARAR LA MODESTA, PERO DIGNA, VIDA DEL GAUCHO ARGENTINO ANTES DE 1852 CON LA MISERABLE EXISTENCIA DE LOS OBREROS INGLESES EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX)
"NO ES RARO ENCONTRAR A UN HOMBRE CON SU MUJER Y 4 O 5 NIÑOS Y ALGUNAS VECES TAMBIÉN LOS ABUELOS, VIVIENDO TODOS EN UN CUARTO DE DIEZ O DOCE PIES DE LADO DONDE COMEN DUERMEN O TRABAJAN; SON GENERALMENTE TAN SUCIAS QUE NO SIRVEN NI PARA ESTABLOS"....DECÍA ENGELS.

"Proteged empresas particulares (decía ALBERDI) Para la construcción de ferrocarriles. Colmadlas de ventajas, de privilegios, de todo favor imaginable sin deteneros en medios. Preferid este expediente a cualquier otro...entregad todo a los capitales extranjeros. Rodead de inmunidades y de privilegios el tesoro extranjero para que se naturalice entre nosotros.."
Había que entregarle todo al extranjero. No solamente la tierra, no solamente la vida: también el encanto que nuestras hermosas y amables mujeres recibieron de su origen andaluz, que serían mejor fecundadas por ellos que por nosotros. Eso era moral, eso era inteligente; los hombres de antes no habían comprendido para él, el gran secreto de la prosperidad como San Martín o Rosas. El unitario no se sentía identificado con el pueblo argentino, y cuando leía en Bases el elogio al extranjero se henchía de satisfacción porque se sentía aludido: la nueva Argentina sería de él, con PRESCINDENCIA de esa masa de criollos, su natural y constante enemiga. El espíritu de Bases "ESTÁ EN EL MARTÍN FIERRO".
Las "Bases" se edificaron con la Constitución de los EE.UU., algunos artículos de la constitución chilena y media docena de artículos donde traducía el gobernar es poblar con la preeminencia de los extranjeros sobre los nacionales; Presidencia de seis años sin reelección, un senador por provincia; estado de sitio, organización de los ministerios; educación gratuita etc. y las despachó con urgencia rumbo a Santa Fe
"Eureka (escribió Sarmiento) el congreso ha señalado y abierto un camino anchísimo al adoptar no sólo las disposiciones fundamentales de la constitución de los EE:UU, sino la letra del preámbulo y gran número de sus disposiciones constituyentes................".

Los argentinos "decentes" sabrían desempeñarse dentro de juego constitucional importado: para los otros no había constitución, no podía haberla. Para ellos el fortín de fronteras era la única Ley posible: "....una constitución no es la regla de conducta pública para todos los hombres. La constitución de las masas populares son las leyes ordinarias, los jueces que las aplican y la policía de seguridad..........(Sarmiento)".
Alberdi había imaginado una argentina futura poblada por las razas viriles de Inglaterra y EE.UU.; su economía debía ser necesariamente liberal y en nombre de esta libertad, nuestro país renunció a la defensa de las pequeñas industrias nacionales y a la soberanía sobre los ríos interiores (objetivos defendidos por don Juan Manuel de Rosas) tampoco pensaba en elecciones populares y lo tanto no habría gobiernos democráticos hasta entrado el siglo XX.
La constitución de 1853 no se cumplió estrictamente ni podía cumplirse dice el maestro José María Rosa:
No hubo Presidentes, ni legisladores, ni federalismo, ni nada de eso. Presidente es quién preside, ejecutivo el que ejecuta; y ni Mitre, ni Sarmiento, Ni Avellaneda, ni Roca ni sus sucesores presidieron ni ejecutaron: sencillamente MANDARON. Mandaron con el congreso, sin el congreso o contra el congreso, y las más de las veces con "estado de sitio". Tampoco los legisladores legislaron; su misión aparente era decir discursos que pocos oían en el recinto y ninguno leía en los diarios de sesiones; lo trascendental, conseguir el mayor número de puestos públicos para su clientela electoral. Los gobernadores tampoco gobernaron, ya que al menor indicio de rebeldía de la autoridad presidencial eran depuestos y en el siglo XX no hubo necesidades de revoluciones porque los abogados descubrieron "el derecho de intervención" . El gobernador fue solamente el agente del poder ejecutivo nacional. Diputados para gestionar puestos de maestras y jueces temerosos de ser echados por un cambio administrativo, completaban el equilibrio provincial de poderes.

Bibliografia
Ibarguren, Federico "Nuestra Tradición Histórica"
Rosa, José María "Nos los representantes del Pueblo"

jueves, 3 de enero de 2013

Rosas Educador

Por Fermín Chávez

En verdad don Juan Manuel desde jóven se interesó por enseñar.

En 1819 escribió Instrucciones a los mayordomos de estancias, y en la Libreta salvada y que editamos en 1995 podemos leer lo siguiente:

“La formación del hombre físico y del hombre moral son los dos objetos esenciales de todo plan de educación. El primero, que consiste en esos exercicios corporales de que recibe el cuerpo elegancia, robustez y sanidad, no fueron tan atendidos como debían serlo. Por lo que mira a la educación moral, dirigida a promover la ilustración y la virtud, notamos en cuanto a lo primero, que no se cultiva el estudio de las lenguas vivas, n menos el de la geografía y la historia”.

Toda la Libreta –conservada en el Archivo General de la Nación- apunta a la enseñanza. Lo mismo cabe afirmar de la Gramática y Diccionario de la Lengua Pampa.
Ansina los provocamos con el título inaudito.

Sanguinetti, con curso
En la edición de La Nación del lunes 7 de abril, el doctor Horacio Sanguinetti, docente y funcionario, publicó un artículo cargado de desinformaciones y de curso ligero, en el que acusa a Juan Manuel de Rosas de deseducador y cerrador de escuelas. La información se le escapó como cuando se tiene diarrea.
En 1845, año de la 6ta. invasión inglesa, funcionaban en Buenos Aires los siguientes establecimientos de enseñanza:

Colegio Republicano Federal;
Colegio Argentino de San Martín, del francés Carlos Clarmont;
Colegio Argentino, en Potosí 189;
Academia Porteña, de Florencia García;
Colegio Filantrópico Bonaerense, dirigido por Mariano Martínez;
Escuela Española e Inglesa, de Enriqueta y Clara Bradish;
Escuela Mercantil, de Jorge Clark;
Academia de la Juventud, dirigida por Alberto Larroque;
Establecimiento de Educación, de Mariano Larsen;
Escuela Mercantil, de Antonio Oliú;
Colegio de Niñas de Monserrat, de Manuela y Martina Montaner;
Escuela Juvenil del Socorro;
Liceo Argentino de San Telmo, del maestro Pedro Sánchez;
Curso Elemental de Matemática, en el Departamento Topográfico;
Educación de Niñas, Federación 148, dirigida por Feliciana Ranel de Pierretti;
Cursos de Filosofía y Latinidad, en el Convento de Santo Domingo.
En 1846 se agregaron: Establecimiento Literario, de Gervasio Sueldo y Mariano Martínez, y el Colegio Argentino, de Agustín Bailón. Recordemos que la esposa de Pedro de Angelis, Melanié Dayet, asociada a Fanny de Mora, fundó el Colegio Argentino, para niñas.
Con respecto a la disposición del 27 de abril de 1838 que, por las exigencias de la guerra, suspendió las asignaciones acordadas por presupuesto –mientras durara el bloqueo-, en la misma medida se establecían los medios para hacer posible su funcionamiento regular. Y fue así que no llegó a quebrarse el ritmo normal de la enseñanza. Ni los establecimientos primarios, ni la Universidad, cerraron sus puertas, doctor Sanguinetti.
Entre 1830 y 1852 se graduaron en la Universidad –cerrada, según los desinformados- 223 profesionales en medicina, mientras que entre 1853 y 1875, los médicos graduados alcanzaron a 140. Los temas de las tesis respectivas fueron publicados hace años, lo mismo que las tesis de Derecho [1].
El gran urólogo Teodoro Álvarez se recibió en 1843. Fue él quien operó a Rosas y le extrajo un cálculo vesical de 4,5 de diámetro y 2,5 de espesor, compuesto de ácido úrico puro. También hizo operaciones de aneurismas. Por sus éxitos en urología se lo llamó el Nélaton argentino.
En 1847 se dio en Buenos Aires un acontecimiento médico: se aplicó por primera vez el éter como anestésico general.
Y en abril de 1851, los doctores Claudio M. Cuenca, Manuel Laines y José María Bosch embalsamaron, por orden de Rosas, el cadáver de monseñor Mariano Medrano, una operación que duró cinco días y tuvo el éxito por el “nuevo sistema de inyección”, dice La Gaceta Mercantil.
El “deseducador” se preocupó también de la vacuna. No solamente apoyó la labor de Francisco J. Muñiz, sino que hizo venir a caciques indios para darles una lección de anatomía y de vacunación. Se hizo vacunar delante de dichos caciques para demostrarles que no dolía.
El doctor Sanguinetti debiera mirar el dibujo de Goya, con el anciano barbudo y con el bastón que dice: “Aún aprendo”.

Noticia breve
En el campo entrerriano, cuando alguien tenía diarrea, se decía que tenía “curso”, o que andaba “con correntina”. Tal la expresión que aquí utilizamos para calificar la expulsión de información que muestra el distinguido profesor Horacio Sanguinetti.
Otro que anda con curso, el prolífico Juan José Sebreli, quien en La Nación del 20-IV-03 inventa un decreto de Rosas de 1830 por el que cerró las escuelas. La única disolución escolar fue la del Colegio de la Provincia de Buenos Aires, dispuesta el 28-IX-1830.
Justamente durante 1830, el “deseducador”, un 11 de febrero, crea las escuelas para niñas en Luján y en San Telmo, bajo control de la Sociedad de Beneficiencia.

Tesis Doctorales 1835-1852
Complemento al opúsculo Sanguinetti, con curso.
1835
Ares Ramón…Cálculos urinarios tratados por los métodos litontricia y litontríticos (Tésis de cirujía).
Fonseca Triburcio…Del órgano cutáneo considerado en sus relaciones con la anatomía, la fisiología, patología y especialmente con la terapéutica.
Pico, Ángel…Thesis de cirujía sobre los cálculos urinarios.
Rivero, Joaquín…Aneurisma.
1836
Cuenca, José María…Disertación sobre las afecciones verminosas…
1837
Eguren, Francisco G…Disertación sobre las afecciones verminosas…
1838
Cuenca, Claudio Mamerto…Opúsculo sobre las simpatías en general, consideradas en sus relaciones con la anatomía, la fisiología, patología y terapéutica.
Tamini, Luis…Disertación sobre la sífilis o enfermedades sifilíticas.
1839
Arca, Ramón…Pleuritis (Medicina).
Bosch, Buenaventura…Cáncer uterino.
Díaz de Vivar, Pedro…Disertación sobre la hepatitis.
Mirazo, Francisco…Fiebre atáxica.
Rodríguez, Francisco…Disertación sobre la escarlatina.
1840 y 1841
Tres tesis. (F.Ch.).
1842
Cueli, Fabián…Metristis aguda y crónica.
Cuenca, Lorenzo Salustiano…Cuatro palabras sobre fiebre pútrida, o gastroenteritis fulicosa.
Columbres, Exequiel…Diabetes.
Garviso, Cayetano…Tesis sobre la irritación, inflamaciones y fiebre.
Irigoyen, Fermín A. de…Meningitis.
Sonnet, Gabriel…Enfermedades nerviosas del estómago y de los intestinos o sea gastroenteralgias hipocndríacas.
1843
Cuenca, Eulogio Amaro…Cuatro palabras sobre flebitis.
Esquiros, Francisco…Epilepsia.
Freyre, Marcelino…Amputaciones.
Marenco, Mariano…Encephalitis.
Eugenio Pérez…Sobre la tisis pulmonar.
1844
Arias, Manuel…Tesis sobre la viruela.
Arias, Vicente…4 palabras sobre el paralelo de las dos escuelas médicas, material y espiritual.
Bárcena, Benito…Disertación sobre las alteraciones de la sangre por defecto de fibrina.
Posse, Justiniano…Sobre los efectos y usos de la sangría en las flegmacias agudas, las neurosis y las tifoideas.
Rawson, Guillermo…Disert. para obtener el grado de doctor en medicina.
1845
Baz, Gervasio…Tesis sobre el cáncer.
Navarro, Domingo Eugenio…Sobre la influencia de las inhalaciones de éter en la economía animal.
1847
Insiarte, Manuel…Tésis sobre el Tétano.
Mejía, Claudio…Op. En que se trata de provar la insistencia del virus venéreo, como unico agente que ocasiona las afecciones sifilíticas.
Peralta, Adolfo E…Ensayo sobre clorosis.
Peresda, Manuel I….4 palabras sobre la fiebre en general.
Pizarro, Modestito E…Sobre las inflamaciones en las heridas.
1848
Acosta, Faustino G….Breve cuadro de generalidades sobre la enajenación mental en que se prueba que son lesiones puramente vitales.
González Catán, Mauricio…Disertación sobre la coqueluche.
Lucena, José…Sobre el histerismo considerándolo como una enfermedad nerviosa.
1849
Barceló, Salvador R….Disert. sobre el momento que deben practicarse las amputaciones.
Barnet, Patricio…Sobre la naturaleza de la fiebre tifoidea.
Durand, Carlos…Sobre el no contagio del colera morbus asiático.
Fontán, Luis J…Sobre el diagnóstico y caracteres diferentes del reumatismo muscular y de la gota.
Méndez Gil, José…Diagnóstico del embarazo uterino.
Meza, Justo…Rápida ojeada sobre la perversión sanguínea o intoxicación miasmática de la sangre.
1850
Meyer, Francisco…Disert. Sobre la catalesis y ectasis.
1851
Patrón Fernando M…Disert sobre la escarlatina en que se demuestra ser una alteración de la sangre.
Uriarte, José María de…Disert sobre la tisis pulmonar.
1852
Almeyra, Antonio José…Disert sobre las enfermedades de la boca, que sólo el dentista médico puede con más conocimiento de causa diferenciar y curar.
En 1839 hubo 7 tesis; en 1842, 13 tesis; en 1843, 8; en 1844, 10; en 1845,7; en 1846, 4; en 1847, 10; en 1848, 8; en 1849, 12; en 1850, 5; y en 1851, 11 tesis (Datos tomados de fuentes periodísticas del período. F. Ch.).
Mirá lo que te digo
El Dr. Marcial R. Candioti, Académico de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, publicó un volumen de más de 800 páginas titulado Bibliografía Doctoral de la Universidad de Buenos Aires y Catálogo Cronológico de las Tesis en su Primer Centenario, 1821-1920 (Buenos Aires, 1920).
El mismo registra para el período federal 1835-1852, 144 tesis de Jurisprudencia y 50 tesis de Medicina y Cirugía.
Graduados registrados por
La Gaceta Mercantil
1839
Febrero 21: Reválida en Medicina, Cirujía y Partos, de Sexto Laspiur, Claudio Cuenca y Pedro Ortiz.
Febrero 28: Pedro Peña, aprobado en flebotomía.
Abril 16: Alejo Ángel Moine, aprobado en Farmacia.
Diciembre 12: Manuel Lucio de Albarracín, aprobado como profesor en Medicina y Cirujía.
1840
Septiembre 3: Aurelio French, diplomado en Facultad de Farmacia.
Noviembre 9: Juan G. Mackenna, aprobado por el Tribunal de Medicina.
1841
Noviembre 21: Juan C. Dillon, aprobado en Farmacia.
1842
Agosto 8: José Salvarezza, Reválida en Medicina y Cirujía.
Septiembre 9: Carlos J. Furst, prof. de Medicina y Cirugía por Copenhaagen, aprobado el 6-IX-1842.
Setiernbre 30: Eugenio Napoleón Duchesnois, prof. en Fac. de Medicina y Cirugía.
Noviembre 30: Hugo Tomás Sheridam, aprobado prof. en Medicina y Cirugía el 23-XI-1842.
1843
Enero 13: Rumualdo Veloz, graduado en sangrador.
Marzo 20: Francisco Nattero, graduado en prof. en Medicina y Cirujía, e114-II-1843.
Abril 21: Juan Francisco de Solier, de la Fac. de Medicina de París, rehabilitado. Consultas gratis a pobres de solemnidad.
Setiembre 22: Teodoro Álvarez, examinado en Medicina y Cirugía y aprobado en ambas Facultades, el 16-IX-43.
Octubre 6: Mariano Marenco, Amaro Cuenca y Marcelino Freyre, recibidos de profesores de Medicina y Cirugía el 29-IX-1843.
Noviembre 9: Salvador Barceló, graduado.
Noviembre 15: Francisco Esquiros, graduado en Medicina y Cirujía, el 9-XI-1843.
Diciembre 16: Matero Durañona, graduado en Medicina y Cirujía, el 9-XII-1843.
1845
Enero 11: Narciso Aravena, examinado y aprobado en Flebotomia.
Enero 17: José María Ortiz, examinado y aprobado en Flebotomía.

Enero 30: Mauricio Hertz, alemán, examinado y aprobado en Medicina y Cirujía.

Febrero 19: Pedro Fraga y Andrés Deboto, examinados y aprobados en Farmacia.

Abril 5: Custodio Frers y Juan Arizabalo, examinados y aprobados en Farmacia.

Mayo 7: Agustín Arenillas, examinado y aprobado en Farmacia.

Junio 5: Domingo Rodríguez, examinado y aprobado como prof. de Flebotomía.

Noviembre 25: Justo Meza y Robles, recibido el 21-XI-1845 de prof. en Medicina, Cirujía y Partos.

Noviembre 26: Juan B. Arengo y Juan J. Camelino recibidos de prof. de Medicina, Cirujía y Partos.

Diciembre 5: Francisco Baraj y Mariano Erezcano, recibidos de prof. en Medicina, Cirujía y Partos.

Diciembre 10: Manuel Garayo y Félix Burgos, recibidos en M., C. y P, y Farmacia, respectivamente.

Diciembre 23: Mauricio Garrido, Recibido en Medicina, Cirujía y Partos, prof.

1846

Enero 10: Luis María Drago, examinado y aprobado de prof. En M.C y Partos.

Marzo 9: Andrés I. de Cádiz, prof. de Flebotomía examinado como dentista.

Abril 13: Enrique Godfrey, examinado y aprobado prof. en Farmacia.

Septiembre 21: Mariano J. González y Sinforoso Amoedo, examinados prof. en M. C. y P.

Septiembre 24: Ricardo Lowe, idem.

Septiembre 29: El flebotomista Juan Etchepareborda, autorizado para “extraer, emplomar y limpiar la dentadura”.

Noviembre 10: Luis Viajos, examinado y aprobado de sangrador.

Diciembre 18: Carlos Malvigne, aprobado en Farmacia. Pablo Santillán, prof. en M.C.P.

Diciembre 21: José Quintana y Toribio Ayerza, aprobados en M.C y Partos.

1848
Febrero 10: Mariana Barone de Fracione, examinada y aprobada en la Fac. de Partos, el 22-I-1848.

Mayo 19: Cornelio Donovan, examinado y aprobado en Medicina y Cirugía, el 15-V-1848.

1850
Abril 18: José María Uriarte y Luis Arditi, graduados en Medicina, Cirujía y Partos el 10-IV-1850.

Abril 20: Manuel D. García, graduado en M.C y partos el 13-IV-1850. Santiago Fleming, en Farmacia, 15-IV-50.

Abril 25: Nicanor Albarellos, en Medicina, Cirujía y Partos el 18-IV-1850.

Mayo 2: Gebhard Knoblauck, prof. en M. C. y Partos el 3-V-1850.

Mayo 3: Fernando Maria Patrón, graduado en M. C. y Partos el 3-V-1850.

Mayo 31: Julián García de Juan Pérez, graduado en M. C. y Partos el 4-V-1850

Junio 24: Demetrio Demarchi y Guillermo Gaskill, graduados en Farmacia, 22-VI-50.

1851
Febrero 1: Marcos Demarchi, graduado en la Fac. de Medicina, el 4-I-51.

Marzo 10: Adolfo Argerich, graduado en Medicina, Cirujía y Partos el 15-II-1851.

Marzo 29: Osvaldo Eguía, graduado idem el 28-II-1851.

Abril 22: Guillermo Zapiola, graduado en idem el 14-IV-1851.

Setiembre 19: Maria Moulade de Bregains, examinada y aprobada en Fac. y "en el arte de Partos", el 25-VII-51.

Setiembre 20: Manuel Biedma, graduado en M. C. y P. el 31-VII-51 y Benito Méndez González, idem el 6-VIII-1851.

Setiembre 30: Federico Megías, en M. C. y P. el 3-IX-1851, y Nicomedes Reynal, en idem el 4-VII-1851.
Somos conscientes de que la susodicha nómina es incompleta, pero no por ello deja de ser un aporte. Otros nos precedieron, entre ellos Dardo Corvalán Mendilaharzu, Juan Ramón Beltrá, Oscar Ivanissevich, Mario Cesar Gras y Andres Invern. Por nuestra parte abordamos el tema en La Cultura en la época de Rosas, en Iconografía de Rosas y de la Federación y en algún artículo del diario Mayoría. Y aquí retomamos el tema por considerarlo de actualidad, luego de haberse reavivado una vieja polémica. Velay, pues, el texto jrestós.

ROSAS Y LA GRINGADA
“Le presento mi pasaporte, y así que ha leído las primeras palabras: El naturalista don Carlos, se vuelve tan respetuoso y cortés como desconfiado había sido antes. ¡Naturalista!”
Charles Darwin
I
La personalidad del Restaurador y "primer tirano sangriento del Río de la Plata" ofrece facetas escasamente estudiadas por los historiadores. Y una de ellas es su relación con los alienígenas, en su mayoría oriundos de las Europas.

Hubo gringos que fueron sus colaboradores inmediatos, y otros que tuvieron que ver con él y lo elogiaron, lo retrataron, le escribieron música, y lo tuvieron como paciente.
Algunos de ellos son más conocidos, como Pedro de Angelis (1784-1859), Carlos Enrique Pellegrini y Pierre Benoit, pero restan muchos protagonistas que sólo aparecen en textos de estudiosos de la cultura de la época de la Federación.

II
El napolitano Pedro de Angelis (1784-1859) fue “el pensador” de Juan Manuel y la expresión historicista de las décadas de 1830 y 1840. Su vasta obra escrita tiene que ver con la política, la historiografía y la filosofía de la historia: ella es abundante en el periodismo federal. Su archivo y biblioteca se conservan en la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro.
Como es sabido, don Pedro introdujo a Vico en Francia cuando mostró la Scienza Nuova a Víctor Cousin y a Michelet. En Buenos Aires hizo otro tanto. El propio Rosas escuchó bien al napolitano según se desprende del contenido de la “carta de la Hacienda de Figueroa” a Juan Facundo Quiroga (1834).
En nuestro Archivo General de la Nación se conserva la versión francesa del libro

III de la Ciencia Nueva, hecha por de Angelis en 1833.
Carlos Enrique Pellegrini (1800-1875), ingeniero saboyaano, se dedicó al dibujo y la pintura en Buenos Aires. En 1841 instaló en el centro de Buenos Aires la Litografía de las Artes, en que imprimió el álbum Recuerdos del Río de la Plata. Entre sus retratos se cuentan los de León Ortíz de Rozas y de su esposa Agustina, de Agustina Rozas de Mansilla, Estanislao López, Pascual Echagüe, Manuel Corvalán, Lucio N. Mansilla y otros.
El saboyano casi fue novio de la linda Agustina Rozas. Y fue socio del enigmático Pierre Benoit, con quien proyectó la decoración de un frente de la catedral en 1847.
Nicolás Descalzi (1801-1857), oriundo de Chiavari, en 1834 revalidó su título de agrimensor. En 1833, Rosas lo había designado ingeniero, hidrógrafo y astrónomo del ejército del ala izquierda del cuerpo expedicionario al desierto. Con la goleta “Encarnación” y la ballenera “Manuelita” estudió el Río Negro y lo exploró hasta Choele-Choel. En 1839, Rosas lo distinguió con los despachos de sargento mayor de caballería.
Sus estudios sobre la navegación del Río Negro fueron publicados después de Caseros por Carlos Enrique Pellegrini (1854).
Su hermano Cayetano tuvo destacada actuación como pintor y retratista de Rosas, pero carecemos de datos precisos sobre su nacimiento en la Liguria. Aquí se unió en matrimonio con Juliana Miró. Pintó Descalzi varios Rosas, entre ellos el conocido por “Rosas el Grande”, difundido hacia 1842 por una litografía hecha en París. Pintó también a manuelita Rosas y se conserva, aparte de su “Boudoir Federal”, una miniatura de don Juan Manuel, sobre marfil, y un óleo sobre vidrio, “La Magdalena”, que se conserva en el Museo de Luján.
Pierre Benoit (¿ -1852), ingeniero, arquitecto naval y pintor, fue empleado del Departamento Topográfico y, por estar tullido, en los últimos años Rosas le hacía llevar el sueldo a su casa de Bolívar 793, donde murió a consecuencia de un “medicamento” que le suministró un médico que vino expresamente de Francia. Me cuento entre quienes cremos que nomás el Delfín, o Luis XVII, cuidado por el zapatero Simón. Curiosamente, Pierre bautizó a su hijo Pedro con los nombres de Pedro Simón del Sagrado Corazón de Jesús, en la Iglesia de la Concepción. En 1840 adhirió públicamente al Restaurador. En 1974, junto con el Arq. Jorge O. Gazeano – de ICOMOS- tratamos d salvar la casa de Benoit de su demolición, pero no lo conseguimos.
El saboyano Alberto Larroque (1819-1881), graduado en Letras en París y en Derecho en Buenos Aires, tuvo una rica trayectoria en la docencia en los colegios de la Federación.
El 8 de octubre de 1851 pronunció un panegírico de Rosas memorable, en un teatro. Ese mismo año estrenó su pieza Juan de Borbón o un traidor a la patria, de mensaje antiurquicista.
Dos gringos médicos, James Lepper (1785-1851), irlandés y ex médico de Napoleón, y Franklin Bond, yanqui y cuñado del Restaurador (casado con Manuela Rozas), atendieron a éste último.
El italiano José Santos Sartorio –quien vino junto con Pedro de Angelis-, era constructor y dirigió las obras de la casona de Palermo de San Benito (1838). Y Alejandro Pittaluga, arquitecto también italiano, fue decorador del teatro de la Victoria.
Entre los artistas plásticos se contaron el inglés Arthur Onslow, quien retrató a Rosas y a Quiroga; el italiano Lorenzo Fiorini pintó un retrato de Juan Manuel; Edmond Lebeaud, un francés, también lo pintó; Adolfo d’ Hastrel de Riery, alsaciano, pintó muchos federales; Ignacio Manzini, milanés, pintó mazorqueros; y el francés Raymond Quinsac Monvoisin (1790-1870), un grande, pintó a Rosas y a Manuelita, y muchas escenas federales.
Entre los músicos se destacaron el genovés Esteban Massini, guitarrista y flautista, quien musicó el “Himno de los Restauradores” y una Canción Fúnebre para Facundo Quiroga; el discípulo de Paganini y violinista Ernesto Camilo Sívori, que tocó para don Juan Manuel en Palermo de San Benito; el hamburgués Johann Heinrich Amelong fue maestro de piano de Manuelita, y dirigió coros alemanes para el Teatro de la Federación; el húngaro Francisco José Debaly estrenó en 1849 un Gran Vals dedicado a Manuelita; el italiano Virgilio Rabaglio, autor de una “Canción a Manuelita Rosas”; y el alemán Augusto Luis Mohecer, violinista del Teatro de la Federación, en 1849.
Al comienzo reproducimos un breve texto de Darwin, quien mantuvo conversaciones con el gaucho Rosas y escribió bastante para dar sus impresiones, con reconocimiento de sus dotes y su prestigio.
Pero revela ingenuidad cuando dice no creer que el Héroe del Desierto supiera del término “naturalista”. ¡Rosas, que era un aficionado a la lingüística de nuestro idioma! Pero, bueno: el viajero inglés era un ser humano.
Más de 20 gringos no es moco de pavo.

Rosas y la cola del megaterio
En la edición de La Gaceta Mercantil del 19 de mayo de 1841 se publicó una carta del Dr. Francisco Javier Muñiz al gobernador Juan Manuel de Rosas, fechada en Luján el 7 de marzo de 1841. Y en dicha comunicación encontramos muy valiosos datos.

Muñiz le presenta “el corto cuanto estraño obsequio de la cola del Megaterio, y una muela de Mastodon” y le agrega “...no son estos los primeros despojos megaterianos que examina V.E.; pero sí es la que tengo el honor de remitirle la única cola entera de aquel extraordinario bruto”.
El diario, por su parte, luego de elogiar las labores de Muñiz en Luján, expresa: “Sabemos que S.E. Nuestro Ilustre Restaurador de las Leyes tan adicto a estas investigaciones geológicas y tan ilustrado apreciador de su mérito, ha admitido con satisfacción el importante presente”.

El ilustre sabio realizó muchos y valiosos trabajos paleontológicos, y sacó a la luz, como dice el ingeniero José Babini, “el extraordinario mundo fósil sepulto en las barrancas de su río”. Efectivamente, en Luján, reunió, estudió y clasificó abundante material, con restos de megaterios, mastodontes, elefantes, toxodontes, orangutanes, milodontes y gliptodontes.

La colección obsequiada a Rosas estaba en 11 cajas, de cuyo contenido informó La Gaceta Mercantil. Don Juan Manuel, a su turno, obsequió dicho material al almirante francés Juan Enrique José Dupotet, jefe de la escuadra de Francia en el Río de la Plata y reemplazante de Leblanc. Y esto dio lugar a fuertes críticas de los antirrosistas.
Coincidimos con Andrés Ivern cuando señala que el traspaso de tan valioso material a Francia fue hecho con un doble fin: cicatrizar heridas de guerra y mostrar nuestra capacidad científica a una potencia que nos había querido colonizar.

Desde el punto de vista de la ciencia nada se perdía con el regalo, ya que iba a poder de una nación que era entonces centro principal de estudios paleontológicos, con sabios como Paul Rivet.

Por otra parte, el propio Muñiz ofreció en venta a Darwin otra colección y, además, donó fósiles a la Academia de Ciencias de Estocolmo. Esto en 1861.