Rosas

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jueves, 30 de noviembre de 2017

La figura de Juan Manuel de Rosas para el Revisionismo histórico marxista

Por Aritz Recalde, Juan Godoy e Iciar Recalde
Ortega Peña dedicó un lugar importante en sus libros a comentar el rol político de Juan Manuel de Rosas en la historia del país. En la época de aparición de sus libros no era el primero, ni el único intelectual que lo hacía y no exageró Arturo Jauretche cuando mencionó que “El pivote histórico ha sido la discusión de la figura de Juan Manuel de Rosas y su momento.” (Jauretche, 2006: 76)
La tesis histórica del autor se diferencia de otras opiniones del marxismo clástico y también de personajes de la izquierda nacional como Jorge Abelardo Ramos. La clave de análisis la constituiría la renta de la aduana que acaparaba la ciudad-puerto y la negativa de los intereses porteños a federalizar Buenos Aires. Ramos reivindicó la rebelión de Artigas contra Buenos Aires, así como a la figura de Manuel Dorrego, las montoneras y los caudillos que se opusieron al unitarismo porteño. Ramos le reconoce a Rosas defender la soberanía nacional en la batalla de la Vuelta de Obligado. El autor también hace lo propio en relación a la Ley de Aduanas de 1835, que consideró una ruptura con la política librecambista que se venía aplicando desde los tiempos de Rivadavia.
    
No obstante, remarcará que Rosas no va a repartir la renta de la aduana, imposibilitando de esta manera la organización nacional. Para el autor: Juan Manuel de Rosas representó en buena medida su condición de clase y más allá de que “Rechazó las exigencias del comercio importador y del capital extranjero”. El mandatario no logró “Una nueva base de sustentación acorde con el desarrollo mundial del capitalismo”, pues su nacionalismo estaba condicionado por la clase saladerista en cuyos límites se movía. (Ramos, 1973: 19, 31, 75, 160) Eduardo Astesano lo caracterizará como pionero de una burguesía nacional. El autor destacó que Rosas fue el propulsor de un capitalismo basado en la organización productiva de la estancia, el trabajo asalariado, el desarrollo del transporte fluvial y la protección de las economías regionales. Rosas expresó políticamente las bases del nacionalismo popular: “Partidario de la independencia económica, que imponía el proteccionismo en las aduanas provinciales cuando no podía hacerlo en la aduana de Buenos Aires, que se apoyaba en la fuerza productiva del capital y el trabajo criollo (…) un argentinismo criollo popular, un nacionalismo “desde abajo” impuso su tónica general, venciendo en muchas oportunidades las corrientes extranjerizantes.” (Astesano, 2013: 21-108). Para Astesano la contradicción principal entre los unitarios y los federales o entre el interior y Buenos Aires, era la forma concreta en que se organizó la lucha entre modelo capitalista agropecuario y el desarrollo capitalista fabril nativo. (Astesano, 1960)
Tomando distancia de la opinión de Astesano, Juan José Hernández Arregui en La formación de la conciencia nacional mencionó que Rosas no acompañó plenamente el desarrollo económico del conjunto del país y “Rosas tiende (…) a través justamente de la ley de aduanas, una política conciliatoria y prudente, pero que de ningún modo solucionará la cuestión nacional de fondo. La facilidad con que después de Caseros las provincias fueron dominadas prueba que la economía rosista no había apuntalado las estructuras sociales del interior. (…) La caída de Rosas, promovida por el interés extranjero, habría de significar la liquidación de ese artesanado sustituido por la manufactura británica. Esta penetración extranjera, que Rosas retardó, no justifica la tesis que Juan Manuel de Rosas haya protegido al interior con criterio nacional. Su política fue provinciana. (…) Es cierto que al caer Rosas la miseria de las masas se agudizó, pero también lo es que esa industria artesanal no podía resistir la política anti-nacional del unitarismo triunfante. (…) Pero Rosas innegablemente, fue más argentino que sus sucesores.” (Hernández Arregui, 2004: 211-212) Hernández Arregui mencionó que Rosas a diferencia de los unitarios porteños, entabló un vínculo con los sectores populares que le otorgó poder en la masa y agregó que “Los federales como Rosas comprendieron, frente al extranjerismo unitario, la potencia defensiva que anidaba, también por razones de clase, en las masas efectivamente federales. Y en ellas se apoyaron.” (Hernández Arregui, 2004: 215) El historiador Norberto Galasso analizó la figura de Rosas haciendo hincapié en su condición de clase agropecuaria y sostuvo que “es la expresión política de los ganaderos bonaerenses, capaces de obtener apoyo de los sectores populares de su provincia e inclusive de lograr algún acuerdo con caudillos federales del interior (Ley de Aduanas mediante).” (Galasso, 2011: 297-298).  John William Cooke rescató la época de Rosas por ser el resultado de un compromiso entre Buenos Aires y el interior, que se unen en una política defensiva para enfrentar al colonialismo económico y político anglo-francés: “Buenos Aires retiene las rentas del puerto, pero encabeza la lucha contra el extranjero. La ley de Aduanas protegía la industria artesanal; el coraje criollo, la soberanía acechada. Rosas, caudillo de la conjunción de fuerzas populares que terminó con el unitarismo, era la cabeza de los ganaderos bonaerenses, y formaba con sus amigos y parientes el sector más dinámico de la economía, integrado como industria de tipo capitalista e independiente del sistema comercial de Inglaterra.” (Cooke, 2011:
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Según Vivian Trías, el partido federal era la expresión política de la mayor parte de los estancieros bonaerenses. El federalismo integró a un sector de las masas desposeídas del campo y de la ciudad. Trías mencionó que la gestión de Rosas varió entre sus dos gobiernos. El primero iniciado en 1829 fue la expresión plena de los intereses de los estancieros. Durante el segundo mandato Rosas reconsolida como jefe nacional. El autor reconstruyó los alcances de la Ley de Aduanas y la defensa irrestricta de la soberanía nacional que ejerció la Confederación. Comparó la política agraria y las ideas económicas de Rosas con las de Gervasio Artigas, aunque coincidió con los anteriores autores en “que la política rosista estuvo comprometida con los intereses de los terratenientes porteños, ello significó la hegemonía económica de Buenos Aires sobre el resto de la nación.” El autor mencionó que no obstante jaquear y combatir con eficacia la “satelización colonial”, no logró romper la dependencia de los estancieros respecto a los intereses británicos, incubando así su propia derrota. Trías concluyó que “Rosas constituye una fase en la larga lucha de América Latina por la Patria Grande y, por ende, se incorpora al futuro que nuestros pueblos todavía esperan.” (Trías, 1974: 99, 288, 289)
 El rol de Juan Manuel de Rosas en la producción de Rodolfo Ortega Peña
“Rosa, historiador veraz y popular, no deja de señalar el papel preponderante y esencial del pueblo, de las masas, en ese proceso en que Juan Manuel de Rosas, y su gauchaje se transforma en iniciativa que paraliza la penetración británica.” (Ortega Peña y Duhalde, 1999: 176)
Rodolfo Ortega Peña junto con Eduardo Luis Duhalde retomarán varios de los aspectos desarrollados por los historiadores reseñados. En algunos puntualizaciones tendrán coincidencias y en otras disentirán. Para esta diferenciación con respecto al revisionismo histórico marxista, tendrá mucho que ver la influencia ejercida por el historiador José María Rosa que citan en el epígrafe. Ortega Peña y Duhalde se posicionaron críticamente respecto al rol que un sector del Revisionismo histórico otorgó a la figura de Juan Manuel de Rosas. En su punto de vista, estos pensadores no describieron el legado de muchos dirigentes sumamente importantes, solamente porque se oponían a Rosas. Al respecto, sostendrán “Es necesario (…) señalar que el Revisionismo tampoco se preocupó por investigar en profundidad, la significación histórica de Felipe Varela. ¿Qué impidió al “Revisionismo”, una aproximación efectiva a la figura de Varela? Creemos que no fue sólo el simple hecho de funcionar esta corriente historiográfica como antítesis de la liberal. La explicación central proviene del excesivo “rosismo” del “Revisionismo”, el cual trabó la investigación. La participación de Felipe Varela, junto al Chacho, en la “Coalición del Norte” contra Rosas, la proclama de 1866 y su “urquicismo”, lo hacían aparecer a los ojos revisionistas como una especie de “anti-Rosas” de menor jerarquía.” (Ortega Peña y Duhalde, 1965: 23) Estas opiniones de Ortega Peña y Duhalde sobre las supuestas omisiones del revisionismo, recibieron una respuesta de Fermín Chávez quien consideró que “se formulan apreciaciones erróneas sobre la actitud de la escuela revisionista para con la figura del intrépido guerrero catamarqueño” (Chávez 1984: 9). Chávez asegura que en realidad su figura comienza a difundirse a inicios del siglo XX. No obstante estos comentarios, los autores se ocuparán de especificar la centralidad de Rosas en la política de unificación territorial. Ortega Peña entiende que más allá de las disputas políticas entre personajes como Varela y Rosas, ambos legados eran complementarios en el sentido de que “El auténtico federalismo de Varela es factible, porque ha existido una política americanista de Rosas, que ha superado todas las tentativas separatistas y agresiones externas e internas.” (Ortega Peña y Duhalde, 1965: 163) Si bien los autores han realizado muy importantes estudios sobre la montonera, reivindicándola, sostiene que “La exaltación incondicionada de la montonera del interior provinciano, en esta época, a la que concedemos de antemano toda la profunda significación que ha tenido en la historia argentina, tiene un propósito ideológico: desvirtuar el gobierno nacional de Rosas.” (Ortega Peña y Duhalde, 1968: 65)