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martes, 22 de septiembre de 2020
Encarnación Ezcurra a 182 años de su fallecimiento
Por Ricardo Geraci del Campo
El próximo 20 de octubre se cumplen 182 años del fallecimiento de una mujer extraordinaria y poco difundida por la Historiografía Oficial.Doña Encarnación de carácter apasionado, humilde y tumultuosa si era necesario, fue el amor de Juan Manuel de Rosas.
Se casaron el 16 de marzo de 1813, luego de pergeñar una historia a los padres de ambos, para que se celebrase dicha unión. Fue la permanente consulta de Rosas en cuestiones políticas, fue dueña de su hogar, sumisa y apegada a su esposo, pero dueña también de un temperamento de alto voltaje.
Fue capaz siendo católica y devota, de ayudar a su hermana María Josefa, en su "affaire" con Belgrano y con la siguiente adopción de Pedro Pablo Rosas y Belgrano.
Parte de su carácter puede apreciarse en palabras de la propia Encarnación.
En las cartas que la misma le escribiera a Vicente González, en octubre de 1833, mientras Rosas se hallaba en la Campaña del Desierto y en Buenos Aires se conspiraba contra Balcarce , le decía: " (...) Ya le he escrito a Juan Manuel que si se descuida conmigo,a él mismo le he de hacer una revolución, tales son los recursos y opiniones que he merecido de mis amigos ".
Más alla de este rasgo de una personalidad arrollante, la sumisión y admiración mutua que había entre ambos, generó una complementación extraordinaria que derivó por ejemplo en la llamada " Revolución de los Restauradores" donde tuvo una participación muy activa y diría decisiva. Los diarios unitarios de la época y la traición hacia Rosas de los "cismáticos" o " lomos negros " utilizaban la propaganda grafica para llamarla entre otros improperios como " la mulata toribia", como si ello fuera para la madre de los humildes, un insulto, ya que, el cariño y el afecto que recibiría de los mulatos era mutuo y leal.
En palabras de el mismo Rosas se desprende ese amor y devoción, cuando motivo de su temprana partida, exclamó a su general Pacheco: " Traspasado de un dolor intenso ", le confía: " Esa santa era la esencia de la virtud sublime y del valor sin ejemplo ".
NACE EL CINTILLO FEDERAL.
A la noche siguiente a su partida, nace el cintillo federal. Ya no basta para la demostración de adhesión, el cariño por la causa y el respeto en momentos aciagos para el Restaurador, la divisa punzó.
Los generales se ponen de acuerdo y a la divisa federal que se lleva en la solapa, se agrega una cinta punzó fina, que se coloca en el sombrero.
Fue el mismo Vicente González que inicio la idea, y pasado el luto, mucho tiempo después, se seguía utilizando el mencionado cintillo, como recuerdo y adhesión.
SU MULTITUDINARIO FUNERAL.
Se le hacen funerales imponentes donde asisten alrededor de treinta mil personas ( en una ciudad de sesenta mil )
Ciento ochenta misas. Durante su vida entera, Rosas le hace decir misas, en Buenos Aires o en Southampton. También levanta un templo en su honor, el de nuestra señora de Balvanera.
Rosas desea en su insoportable dolor, que todos la lloren, que el luto sea total, viste de negro a sus criados. El ejército por su parte, le rinde honores llevando el velillo negro alrededor del morrión o del quepí.
El Restaurador, no fue el mismo luego de semejante perdida, su amiga y compañera, su amor incondicional, su camarada de armas también,se había ido, y Rosas a partir de allí, se recluyó, en la vida administrativa del trabajo y dejó de frecuentar, lugares que atestiguaban verlo. Según Lucio V. Mansilla: " (...) Rosas en los primeros tiempos de su gobierno no vivía aislado. Su aislamiento vino después de la muerte de su mujer. Salía, circulaba, hasta de noche era fácil hallarlo solo por barrios apartados, él mismo parece que hacía su policía tomándole el pulso a la ciudad ".
SEPULCRO.
Su cuerpo fue encerrado en un lujoso ataúd y fue conducido en procesión en la noche del 21 hasta la iglesia de San Francisco, donde fue depositado.
Lo precedia el obispo diocesano doctor Medrano, del de Aulon, doctor Escalada, del senado, del clero y los padres franciscanos y dominicos. Arana, Lamadrid y componentes diplomáticos.
Las parroquias de la ciudad solicitaron a la Legislatura que se le atribuyera el grado de Capitán General.
Fueron tan públicas y populares las manifestaciones, que los ministros extranjeros izaron sus banderas a media asta.
SU LEGADO.
Tuvo dos hijos ( perdió una niña ). Dió a luz un varón el 30 de junio de 1814 que llamaron Juan Bautista y una niña el 24 de mayo de 1817 que llamaron Manuela Robustiana. Crió y adopto a Pedro Pablo y fue una madre ejemplar.
A su partida, fue Manuelita, la que " heredó " la actividad política en connivencia con su padre y el partido federal. A diferencia de la exaltación, pasión y también inteligente mesura de la madre, la hija fue el equilibrio diplomático que Rosas necesitó, en momentos de mucha fragilidad política, debido al ataque permanente de extranjeros y los propios traidores a la Federación. Fue su "hada buena", mientras que doña Encarnación fue el complemento e impulso necesario que necesitó y fue testigo en momentos donde había que actuar.
Rosas lloró por días enteros, inmerso en una congoja sin fin. Los restos de su mujer, amiga y compañera, descansan a su lado, en la bóveda de los Ortiz de Rozas en el cementerio de la Recoleta, para nunca más separarse.
Fuentes consultadas:
Pacho O' Donnell
Rosas, el maldito de la historia oficial.
Adolfo Saldías.
Historia de la Confederación Argentina.
Tomo II.
Jorge Oscar Sulé.
Cinco mujeres de Rosas.
Imagenes:
Colección Vertanessian.
Autor de " Rosas, el retrato imposible
lunes, 21 de septiembre de 2020
SIR WOODBINE PARISH Y EL MEGATERIO
Sir Woodbine Parish, primer cónsul británico en Buenos Aires (1824-1832), fue un entusiasta aficionado a las ciencias naturales. Durante su permanencia en el Río de la Plata, el funcionario inglés, al margen de sus tareas diplomáticas, trabajó activamente en la recolección de muestras minerales y de restos fósiles de la fauna prehistórica de las pampas, que envió posteriormente a su país, donde se conservan hoy en distintas sociedades científicas y museos.
Entre estos materiales se destacan un fragmento de 1.200 libras de peso (560 kilos) del célebre meteorito del Chaco —que le fuera obsequiado por el gobierno de Buenos Aires— y los restos de dos grandes mamíferos antidiluvianos, el gliptodonte y el megaterio. Reproducimos del libro biográfico Sir Woodbine Parish, K. C. H. and eariy days in Argentina, publicado en 1910 por una nieta del cónsul, la descripción de los trabajos que realizó Parish para obtener los huesos fósiles del megaterio. “Su más importante contribución a la ciencia fue la colección de huesos fósiles del megaterio y el gliptodonte, que fueron entregados al Real Colegio de Cirujanos, y atrajeron una gran atención a causa de sus dimensiones poco comunes y su buen estado de conservación. Se realizaron calcos de los huesos y fueron obsequiados, en cumplimiento de /os deseos de sir Woodbine, al Museo Británico, a la Sociedad Geológica y a las Universidades de Oxford y Cambridge... Varios años antes de que esto ocurriera, Parish había entregado a la Sociedad Geológica algunos grandes huesos fósiles de mamíferos que habían sido encontrados en el valle de Tarija, en los confines de Bolivia. Ansioso por obtener otros ejemplares, Parish realizó una serie de averiguaciones que le permitieron comprobar que en la provincia de Buenos Aires habían sido hallados frecuentemente huesos y dientes de cuadrúpedos, especialmente en las cercanías del río Salado, y en los lechos de sus lagos y ríos tributarios.
Otros huesos fueron también descubiertos en la vecina provincia de Entre Ríos, y en la Banda Oriental se encontró un esqueleto casi intacto. Entretanto, Parish recibió la información de que algunos huesos de tamaño extraordinario habían sido hallados en el lecho del río Salado, y se los había transportado a Buenos Aires desde la estancia de don Hilario Sosa. Al inspeccionarlos, el cónsul comprobó a primera vista su semejanza con los restos del megaterio que en el siglo pasado fuera enviado al Museo de Madrid por el marqués de Loreto, y que también fueron hallados en la provincia de Buenos Aires. Los nuevos huesos, que eran de propiedad de don Hilario Sosa, constituían en una pelvis, casi intacta, varias vértebras, cinco o seis costillas v cuatro dientes. Después de mucho solicitarlo, Parish consiguió finalmente apropiarse de ellos y, con la esperanza de obtener el resto del esqueleto, envió al señor Oakley, un caballero norteamericano, a realizar las investigaciones necesarias.
El señor Oakley pronto descubrió
que en el fango del fondo del río se encontraban enterrados otros huesos, y
mediante el desvío parcial de la corriente logró rescatar una escápula, un
fémur, cinco vértebras cervicales, varios dientes y muchos otros huesos que
estaban demasiado deteriorados como para conservarlos. Además de estos
valiosos restos, el señor Oakley obtuvo partes de otros dos esqueletos de
megaterios, uno de ellos de un arroyo próximo a Villanueva, y el otro de las
orillas del lago Las Averías.
Aunque esta colección de
huesos del megaterio era menos completa que la que existía en el Gabinete Real
de Madrid, el hecho de que varios de los huesos enviados por sir Woodbine
Parish eran los que faltaban en el ejemplar español, fue de una gran ayuda para
los zoólogos empeñados en reconstruir el monstruo.”
Woodbine Parish, primer
cónsul británico en Buenos Aires. Aficionado a las ciencias
naturales, coleccionó fósiles en las pampas argentinas
domingo, 20 de septiembre de 2020
Baños en Buenos Aires en 1829 por Carlos Enrique Pellegrini
Por A. J. Pérez Amuchástegui
El ingeniero francés Carlos Enrique Pellegrini escribió en su cuaderno de apuntes la nota que transcribimos más abajo, fechada en Buenos Aires, en 1829, es decir, pocos meses después de su arribo a la ciudad donde permanecería hasta su muerte, acaecida en 1875.
Cabe señalar que el ingeniero
Pellegrini se convertiría poco después en retratista y pintor, llegando
a destacarse en estas actividades. El 11 de octubre de 1846, su esposa, María
Bevans, dio a luz a su hijo Carlos, futuro presidente de la Argentina
y político de vasta actuación. "...La policía de Buenos Aires ha
tomado la precaución de exigir para el mejor cuidado de sus mulas, que éstas
sean bañadas hasta la panza en invierno y hasta la grupa en verano. ¿Qué ha
dispuesto, en cambio, para el aseo regular de las gentes, a las que también
debe cuidar? ¿Qué ha hecho para proteger los pies de los bañistas en la rocalla
del río? ¿Qué por la infancia desvalida, tan necesitada de protección en este
siglo corrupto?
"Si saludable es el
baño en los países fríos, más justificado está en los climas cálidos. No es
que la canícula nos corte la respiración, pero
es que una multitud de insectos, estimulados por el calor de la sangre,
suelen turbar el sueño, y para
librarse de ellos no hay más remedio, en verano, que permanecer en la ribera
hasta más allá de la media noche.
"Ved a la caída de la
tarde cómo llenan las calles grupos de porteñas, seguidas de sus sirvientes,
que marchan agobiados bajo el peso del sillón, el farol, los vestidos, las
sábanas y las golosinas. A medida que
cada familia llega a la orilla del río, elige un lugar cómodo; los niños se
sientan en el césped; su prudente madre ha volcado su vigor en la poltrona y
dirige el reflector de la linterna sobre el rostro del más curioso espectador.
¡Vana precaución! El observador de la belleza natural se indemnizará al
regreso de las bañistas, cuando éstas desfilen con sus vestidos mojados, que
esculpen las formas voluptuosas.
“Ahora las enaguas se sacan prestamente por la cabeza,
escamoteando, bajo el corpiño ajustado, bustos admirables. Las largas trenzas,
obras maestras de arte y paciencia, se deshacen, y el peinetón, objeto de
culto particular, es colocado en un nido de musgo.
“De pronto, un grito
anuncia la primera sensación de frescura, y luego, pasada la impresión, se
inician juegos retozones, que no son,
desde luego, para el negrito sirviente, que descansa y cuida las ropas de sus
amas. La madre podría ejercer esa vigilancia, pero ella debe seguir
atenta el baño de sus hijas y fulminar con la mirada a los curiosos que pujan
por ocupar los primeros puestos.
TODAS LAS CLASES SOCIALES
"Observemos otros
grupos. He ahí un carruaje de dos ruedas, fatigado aún del servicio de la
Aduana, conduciendo a las notabilidades de la ciudad, que tienen buenas
razones para no desvestirse en público. Más allá un franciscano lucha
con las olas y trata que el agua
no apague su cigarro. Mas allá una mulata, con el auxilio de su negro
jabón, procura verse totalmente limpia. Más distante, se creería ver a Venus,
radiante de gloria en medio de un cortejo de tritones. Los matrimonios se
abrazan entre sí, chillan los muchachos, los
pobres se lavan, los perros brincan contentos. Todas las clases de la
sociedad están confundidas. Patrones y esclavos, hombres y mujeres, blancos y
negros. ¡Edad de oro! La luna protege
esta fiesta y los barquichelos, cargados de las frutas primorosas del Paraná,
colman de placer a la multitud con el jugo de refrescantes y sabrosos duraznos
salvajes. De pronto, una nube oscura se extiende rápidamente por el cielo;
se levanta una brisa ligera y el pampero
provoca remolinos de polvo. Nuestro grupo de ninfas corre a sus ropas y cada
una pretende dar con la suya, pero el apuro aumenta el pavor y el desorden.
Las fuertes dominan a las débiles; la oscuridad favorece el escándalo y el
aire se puebla de gritos nerviosos. Hay lágrimas en el entrevero; los ladrones
hacen su agosto.
“Una desarrapada volverá a su casa con tres polleras, en
tanto que la hija del magistrado llegará a la suya como una Eva.
“Mañana, a la hora del alba, algún gringo dará el último retoque a la escena, y paseará
su mirada experta sobre ese campo de hallazgos; llenará su chaqueta de abanicos rotos, peines, pantuflas y muchas otras
prendas abandonadas en la huida femenina.
“Los baños domiciliarios no
son de menor simplicidad; se dirían antípodas de las termas de Dioclesiano. Constituidos por la mitad de un tonel, que
todavía exhala el aroma del «Medoc», se llena con el agua nitrosa de un pozo a
balde o la turbia de la ribera.
Ese estrecho reducto, cubierto, la más de las veces, por un paño blanco, tiene su sitio habitual
a poca distancia de los desperdicios de la cocina o de la cuadra y en él se
baña la familia de un propietario de diez mil vacas!”
viernes, 18 de septiembre de 2020
Perón y Evita: 75° aniversario de su casamiento por civil
Por Ignacio Cloppet
Los prolegómenos de este evento, los encontramos en los sucesos que se produjeron el día viernes 12 de octubre de 1945 por la noche, cuando Juan Domingo Perón fue detenido, y luego trasladado en la madrugada del día siguiente en la cañonera “Independencia” a la Isla Martín García. Su relación amorosa con Eva Duarte por entonces estaba más sólida que nunca. Los militares, sus mismos camaradas y amigos de tantos años como Filomeno Velazco y Virginio Zucal, no habían logrado romper ni menos aún perturbar el amor que los unía.
Desde “La Roca” (isla Martín García), Perón escribió algunas cartas. De todas ellas destaco tres piezas, donde confiesa con absoluta certeza su intención de casarse con Eva Duarte.
Letras esbozadas en un momento de gran depresión. Pues podríamos decir que una persona privada de su libertad, en forma injusta, y con la incertidumbre de su futuro, está debilitada o con la guardia baja.
En esas terribles condiciones, la primera misiva se la escribió de puño y letra a Eva Duarte, de la que se conserva solo la primera página. Está fechada en Martín García el 13 de octubre de 1945, y dice:
"Mi Negrita querida. No sé si ésta llegará a tus manos, mi tesorito, pero mi corazón me indica que como no puedo vivir sin vos, debo escribirte de inmediato…
En lo material no estoy tan mal, así que no te preocupes negrita. Me voy reponiendo poco a poco de lo que me hicieron a mí y a vos. No quiero que te preocupes ni sufras por mí ya que esto va a terminar bien para nosotros. Lo que te pido es que me escribas cuanto antes para poder saber cómo estás.
Querida negrita; tesoro adorado, lo único que te pido y te puedo decir es que cuando termine todo esto, nos vamos a casar y nos vamos lejos
Por lo pronto te pido que tengas paciencia que todo esto se va a arreglar.
Habla con el coronel (Alberto Juan) Job o con Martínez para ver si me pueden mandar una radio, y comunícate con (Juan Carlos) Sibillino para que te cuide bien.
Lo único que te pido es que te cuides mucho, mira que quienes me mandaron acá no tienen contemplaciones...".
La segunda carta se la escribe a su entrañable amigo el teniente coronel Domingo A. Mercante, fechada el 13 de octubre de 1945, donde entre otras cosas le dice:
“Yo tengo lo que ellos no tienen; un amigo fiel y una mujer que me quiere y que yo adoro. Mando más que ellos porque actúo en muchos corazones humildes...Le encargo mucho a Evita, porque la pobrecita tiene sus nervios rotos y me preocupa su salud. En cuanto me den el retiro, me caso y me voy al diablo”.
La tercera pieza, la esboza también de puño y letra desde Martín García, el día 14 de octubre de 1945, donde le vuelve a manifestar a Evita:
"Mi tesoro adorado: Hoy sé cuánto te quiero y que no puedo vivir sin vos. Esta inmensa soledad está llena de tu recuerdo. Hoy he escrito a Farrell pidiéndole que me acelere el retiro, en cuanto salgo nos casamos y nos iremos a cualquier parte a vivir tranquilos...
De casa me trasladaron a Martín García, y aquí estoy no sé por qué y sin que me hayan dicho nada. ¿Qué me decís de (Edelmiro) Farrell y (Eduardo J.) Ávalos? Dos sinvergüenzas con el amigo. Así es la vida.
En cuanto llegué lo primero que hice fue escribirte. No sé si habrás recibido mi carta que mandé certificada.
Te encargo le digas a Mercante que hable con Farrell para ver si me dejan tranquilo y nos vamos a Chubut los dos".
Estas tres cartas, demuestran cabalmente el amor que sentía Perón por la joven Eva Duarte, que se lo manifestó con total sinceridad. Si alguna duda les quedaba a sus enemigos, con estas letras las zanjó definitivamente.
En esos difíciles momentos, observamos que estaba más que dispuesto a casarse, mantenía vivo su característico romanticismo, hasta llegar a ofrendar su vida por ella.
¿Quiénes forjaron el 17 de Octubre de 1945?
Los sucesos continuaron, y Eva Duarte no estuvo sola en esos terribles instantes, mientras Perón estuvo privado de su libertad.
La acompañaron indistintamente, amigos y compañeros que tomaron la misión y el plan de movilizar a los trabajadores para libertar a Perón. Las personas leales a Perón en esas difíciles horas fueron: los doctores Román A. Subiza, Belisario Gaché Pirán, Alejandro S. Cloppet y Juan A. Bramuglia; el coronel Domingo A. Mercante e Isabel Ernst (secretaria privada de Mercante en el Correo); los “doce apóstoles” (de la seguridad del coronel Perón): Agustín Casaretto, Roberto Pettinato, Baldomero y Julio Lamela Pérez, Rómulo Aranguren, Yrurtia, Framino Pardo, Gregorio Gutiérrez; los periodistas Krhon y Vanoli, Valdés; y los “combativos” Guillermo Coolen, Botticcini, Piérola, Félix Odorissio, Barreiro, el “Negro” Frías, Mikulicich, el “Gordo” Acebo y Almejún. También estaban: Rodolfo Freude (h), Francisco Muñoz Azpiri, Víctor Lamarque, Alberto Proia, Eliseo Sardi, Antonio Santamarina, René S. Orsi, Manuel Bianchi, Juan Collazo, Benjamín Bambill, Juan Zerillo, Miguel Gamboa, y los líderes sindicales Ángel G. Borlenghi y Cipriano Reyes.
Todos ellos, en mayor o menor medida fueron colaboradores de extrema confianza del coronel Perón. Desde el día que lo detuvieron, estaban trabajando en un plan para liberarlo, y se constituyeron en los constructores del 17 de octubre de 1945.
La movilización del 17 de Octubre. ¿Evita tuvo alguna participación?
El miércoles 17 de octubre de 1945, hay quienes sostienen que Eva Duarte tuvo una participación intensa en la movilización popular, y otros dicen que no.
Hay quienes afirman que ese día no estaba en Buenos Aires, sino en la ciudad de Junín, junto a su familia en la casona que alquilaba en la Calle Gervasio I. Arias 171.
¿Cuál es la verdad histórica? Hay certezas que Eva Duarte hizo todo lo que estaba a su alcance para pedir por la libertad de Perón. Durante los días que el coronel estuvo privado de su libertad, Eva no dejó puerta sin golpear, ya sea en algunos sindicatos, como así también en la Policía Federal. Así lo recuerda el comisario Miguel Gamboa, del círculo íntimo de Perón: “Evita estaba desesperada y el 16 cayó como una tromba al Departamento Central de Policía, a los gritos: «Liberen a Perón, liberen a Perón»”.
No existen dudas que Eva Duarte estuvo presente en reuniones previas al 17 de octubre, con amigos y el círculo íntimo de Perón.
El historiador Jorge Crespo, sostiene que Evita participó “de los planes esenciales para una movilización, aun cuando no buscó personalmente el apoyo, en este sentido, con los gremios ni con los delegados. Escribió mucho después sobre la resignación de esos días, imponiéndose un juramento: «El 17 de octubre el pueblo hizo que el coronel Perón retornara a su corazón, nunca olviden esa fecha puesto que fue la primera vez que los poderosos insensibles retrocedieron ante la fuerza del pueblo los que no querían que se imponga la justicia social. Perón los obligó con la ley respaldado por el pueblo y los sindicatos a respetar la dignidad de los trabajadores»”.
Así las cosas, podemos asegurar que Eva Duarte no tuvo ningún protagonismo en la movilización popular del 17 de octubre, como sostienen erróneamente y sin fundamento algunos historiadores, con total orfandad de certezas documentales.
En cuanto a quienes mantienen que ese día ella estaba en Junín, se apoyan en un documento fechado ese mismo día, y que fue firmado en presencia de testigos y ante el escribano Hernán A. Ordiales.
Se trata de un poder que Eva Duarte les otorgó a los doctores Román Subiza y Justo Álvarez Rodríguez, mediante la escritura número cuarenta y tres. El poder especial era amplio y les confería realizar todo tipo de trámites administrativos y judiciales en organismos públicos, privados, celebrar contratos, etc. La firma la hizo hecho en presencia de dos testigos: Aquiles S. Valente y Enrique A. Zerbini.
El motivo de ese poder fue el miedo que tenía Eva Duarte mientras Perón estuvo encarcelado, pues temía por su vida, y no se descartaba que, en sus planes, existiera la posibilidad de dejar el país o que se refugiara en alguna provincia.
El documento ya fue publicado. Si bien he visto una copia que se conserva en el Archivo Ordiales, nada puedo agregar sobre el mismo. Hay quienes dudan que Evita haya estado presente el mismo 17 de octubre en Junín, una ciudad que dista a 266 kilómetros de Buenos Aires. Hoy en el estado que posee la ruta, se demora en llegar a Buenos Aires unas tres horas y media. Es posible que, en 1945, el tiempo estimado de viaje en automóvil, durase el doble, o sea siete horas.
Si nos aferramos al instrumento público que da fe de lo sucedido, entonces debemos creer que Eva Duarte estuvo en Junín ese día. En ese caso, sería posible que haya estado en la escribanía a primera hora de la mañana, y que inmediatamente después de firmar el poder, haya emprendido el regreso a Buenos Aires en el automóvil de Román Subiza, junto a su hermano Juan Duarte. Si esto sucedió, habría llegado a la Capital entre las 14 y las 15 horas.
El 17 de octubre fue un día fatídico para Eva Duarte. Por la tarde ya en Buenos Aires, intentó –sin éxito– visitar a Perón en el Hospital Militar, que había llegado de Martín García a las 6 de la mañana.
Luego del fallido intento, Eva Duarte junto a su hermano Juan, se dirigieron a su departamento de la calle Posadas 1567, donde permanecieron durante el resto del día. El verdadero motivo por el que no lo pudo ver, es que no era familiar, y que no tenía ningún parentesco con el coronel. El que sí lo pudo ver a Perón en el Hospital, fue su cuñado Cipriano Tizón, que eran muy compinches. Destaquemos que Cipriano tenía un juego de llaves del departamento de la calle Posadas de Perón.
Algo para ponderar de ese inmemorial día, es que Perón tuvo la fortuna de conocer al doctor Ramón Carrillo, que se desempeñaba como jefe del Servicio de Neurocirugía del Hospital Militar, quien generosamente colaboró con Perón, haciendo varios viajes del Hospital Militar a la Casa Rosada, siendo su interlocutor.
Ese día Perón le dijo al médico: «No puede ser que en este país tengamos un ministerio para las vacas, y no tengamos uno para atender la salud de la gente. ¡Cuidamos más a las vacas que a los pobres!». De esa charla, al tiempo surgió la creación del ministerio de Salud Pública.
El 16 de octubre, el papel de Carrillo había sido acondicionar médicamente la habitación que ocuparía Perón. También, en misión confidencial, debió entregar dos cartas recibidas de manos del coronel, una a Filomeno Velazco, ex jefe de policía, y la otra, a Evita. El 17 entre Perón y Carrillo se produjo una simbiosis que significaría el germen de la mayor revolución sanitaria que conoció el país.
Por la noche Perón se dirigió al Palacio Presidencial Unzué, donde fue recibido por el presidente Farrell, cerca de las 21 horas, quien le solicitó que vaya a la Casa Rosada y le hable a toda la multitud allí reunida, para que la persuada a que abandonen la Plaza de Mayo. Evita no lo pudo acompañar.
Tampoco estuvo presente cuando Perón pronunció su encendido discurso a las 23.15 horas, desde el balcón de la Casa Rosada del 17 de octubre, en compañía del presidente Farrell y Mercante, quienes habían dado a modo de introducción unas breves palabras.
“Ha llegado ahora el momento del consejo. Trabajadores: únanse; sean hoy más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse en esta hermosa tierra la unidad de todos los argentinos... Confiemos en que los días que vengan sean de paz y de construcción para el país. Mantengan la tranquilidad con que siempre han esperado aún las mejoras que nunca llegaban”.
Evita pudo escuchar a Perón por la radio. Ella quedó en su departamento aguardando el regreso de su amado, lo que sucedió a eso de las 1.30 horas de la madrugada del 18 de octubre, donde pasaron la noche.
Esa madrugada Perón había ganado la partida. Mercante fue designado secretario de Trabajo y Previsión; renunció todo el gabinete, en realidad había solo dos ministros, el general Eduardo J. Ávalos y el almirante Héctor Vernengo Lima; el gobierno no fue entregado a la Corte Suprema; y, finalmente, todas las conquistas sociales efectuadas por Perón fueron reconocidas y mantenidas.
El día 18 de octubre fue un día atípico. Hubo una huelga general declarada por la CGT, provocando un paro total de actividades en todo el país. Fueron designados como ministro de Guerra el general Humberto Sosa Molina, ministro de Marina el almirante Abelardo Pantín y ministro de Asuntos Exteriores Juan I. Cooke. Los coroneles Filomeno Velazco y José. D. Molina, jefe y subjefe de la Policía Federal respectivamente, fueron reintegrados en sus cargos.
Esa movilización popular del 17 de octubre cambió drásticamente la forma de hacer política, donde se puso fin a la Argentina liberal y oligárquica. Perón se transformó en el hombre más importante de entonces, con el apoyo popular masivo, produciéndose un hecho inédito en la historia argentina.
El matrimonio civil de Perón y Evita en Junín
Desde comienzos de 1944 era conocido el malestar que existía en el Ejército y en el gobierno, por la situación cuasi marital irregular en la que vivía su vicepresidente, ministro de Guerra y secretario de Trabajo y Previsión.
En esas circunstancias, después de producido el 17 de octubre, Perón desbordado de alegría, cumplió con su promesa expresada en las cartas del 13 y 14 de octubre, y decidió legalizar la relación de concubinato, por lo que se casó por civil con Eva Duarte, el día lunes 22 de octubre de 1945.
Los preparativos formales recayeron en el hombre de confianza que tenía Perón, el escribano Hernán A. Ordiales (forjador del Proto-Peronismo en Junín y en la 4ª sección electoral), quien se puso a disposición para facilitar todos los detalles.
¿Dónde se realizó la ceremonia civil? Hay distintas versiones del lugar donde habría transcurrido la ceremonia de los contrayentes.
Si nos aferramos a los documentos públicos, se desprende indefectiblemente que el enlace se produjo en la ciudad de Junín, el 22 de octubre de 1945 en la Escribanía Ordiales, donde funcionaba el Registro Público.
En cambio, hay quienes sostienen que el acto no se realizó en la Oficina Pública. Si bien la sede de la Sección Primera, era la hermosa casona de la Avenida Arias 154, esquina presidente Quintana, producido el arribo de Perón y Mercante, el libro de inmediato habría sido trasladado a la vivienda de enfrente, al 171, donde habitaba la familia Duarte. Allí, en la habitación que tenía una artística estufa–hogar en el rincón y de cuyo interior se podía ver la calle a través del balcón, María Eva y Juan Domingo se casaron.
Pocos fueron los que presenciaron y sellaron con aplausos el acontecimiento. «Fue una ceremonia austera –dijo descriptivamente años después el escribano Ordiales–, solemne, casi triste. Perón y Eva Duarte estaban muy emocionados. El vestía un traje de gabardina grisácea. Ella, un tailleur color marfil, sobre el que contrastaban sus cabellos largos, rubios. También estaban emocionados los testigos».
La otra versión es tal vez más endeble. La misma sostiene que Perón y Eva Duarte se casaron en el departamento del 4° piso “B” de la calle Posadas 1567 de la Ciudad de Buenos Aires, y que el escribano Ordiales habría viajado especialmente para realizar ese acto, suscribiendo y registrando el mismo en el Libro correspondiente a la Sección Primera del Registro Civil de Junín.
Resulta difícil creer que Ordiales, siendo un hombre práctico e idóneo en su profesión, haya sido fedatario de una falsedad tan flagrante, la que hubiera provocado la nulidad del acto, por haber dado fe de un acto realizado fuera de su jurisdicción.
Teniendo en cuenta lo referido, no tengo dudas que todo sucedió en la ciudad de Junín, donde ambos contrayentes contaban con la absoluta confianza de su amigo Ordiales. Además, “Evita” tenía domicilio en Junín. No quedan dudas, que el escribano Ordiales fue el oficial público que celebró el matrimonio civil entre Juan Domingo Perón y María Eva Duarte, en la ciudad de Junín, el lunes 22 de octubre de 1945.
Muestra acabada de ello, es una imagen de la “Libreta de Familia” del Registro Civil de Junín, Año 1945, donde consta: “Matrimonio celebrado el 22 de Octubre de 1945, en la ciudad de Junín, entre don Juan Domingo Perón, nacido el 8 de octubre de 1895 en Capital Federal, profesión militar, domiciliado en la Capital Federal, y doña María Eva Duarte, nacida el 7 de mayo de 1922 en Junín, profesión artista, domiciliada calle José Arias 171. Acta No 182, Sección I. Lugar y fecha: Junín, 22 octubre de 1945. Firmado Hernán Antonio Ordiales, jefe”.
Los detalles no fidedignos que obran en la libreta de matrimonio antedicha y en la partida labrada, responden a la declaración que habrían manifestado los contrayentes, que fue ratificada por los testigos: Juan Duarte y Domingo Mercante. El fedatario no tenía por qué dudar de la verosimilitud de lo declarado y manifestado por los testigos, en cuanto al estado civil o fecha de nacimiento de Evita, siempre que tuviera constancia de que se trataba de personas hábiles y con su cabal conocimiento de sus actos.
Tengamos en cuenta, que, en esos tiempos, no eran requeridas y por ende no se exhibían actas de nacimiento, partidas de bautismo, ni tampoco documentos de identidad, para la celebración de matrimonios y/o la confección de algún poder general o particular. Por lo tanto, todo indica que el matrimonio de Perón con Eva Duarte, se celebró en la ciudad de Junín, tal cual surge del acta pública labrada.
El haber formalizado con el casamiento civil, y unos meses más tarde, el matrimonio religioso celebrado el 10 de diciembre de 1945 en la Iglesia San Francisco de La Plata, por expresa influencia del gran amigo de Perón, Fray Pedro Errecart, el fraile franciscano lego que lo convenció de que se case, resultó determinante para asegurarse el triunfo electoral del 24 de febrero de 1946.
viernes, 11 de septiembre de 2020
12 DE OCTUBRE, VOLVERE Y SERE MILLONES
Por David Acuña
El 17 de abril de 1492 los Reyes Católicos suscriben el
documento llamado “Capitulaciones de Santa Fe” donde le otorgaban a Cristóbal
Colón los títulos de almirante, virrey y gobernador general de todos los
territorios que descubriera, al igual que se le confería el diezmo de todos los
bienes que hallase. Los reinos que conformaban España se habían erigido por
medio de la guerra y la conquista contra otros pueblos cristianos y musulmanes,
por lo cual, los métodos que en tierras americanas reproducen Colón, Cortés,
Pizarro o Almagro son constitutivos de su identidad guerrera y señorial...
guerreros conquistadores que buscaban gloria para su Dios, para sus reyes y
para sí mismos.
Las actuales tierras americanas no estaban carentes de población humana. Las mismas estaban habitadas por una gran diversidad de pueblos con diferentes formas de organización social, económica y cultural. Estos pueblos tenían sus creencias, su idioma, sus contradicciones, sus guerras y también sus inequidades.
Por cierto, el arribo de los europeos a América no implicó
un encuentro pacífico de dos mundos, por el contrario, la resistencia de los
pueblos originarios se presentó desde el inicio de la conquista y se extendió
por siglos. Lo mismo puede decirse de los contingentes africanos traídos como
mano de trabajo esclava que se rebelaron en no pocas ocasiones y lograron
mantener algo de su acervo cultural ancestral. Nuestra identidad está
conformada por este proceso violento y sincrético que amalgama sustratos autóctonos
y africanos con el europeo; y a la cual solemos denominar como
“latinoamericana”.
En 1780 José Gabriel Condorcanqui Noguera asume el nombre de
Tupac Amaru II y es reconocido por un consejo de Amautas y Mamacunas como Inca
soberano. Va a liderar la rebelión anticolonial más grande con el objeto de
abolir todas las formas de explotación, tributación y sometimiento indígena en
territorios hispanoamericanos, decretando, como si fuera poco, la abolición de
la esclavitud negra. Al principio no negó la autoridad del rey de España y sólo
se proclamó contra “el mal gobierno” de los virreyes, pero no tardó en
proclamar la independencia absoluta.
Tupac Amaru II se presentó como rey “Restaurador” y
“Redentor”, no solo de las poblaciones originarias, sino de toda América. Él
era el Hijo de Inti, el Sol, que regresaba para unificar a las poblaciones y
hacerle justicia a los explotados. La rebelión se extendió por todo el sur del
Perú, el altiplano boliviano y el norte de Chile y Argentina, Ecuador, Colombia
y Venezuela recibiendo el apoyo de indígenas, negros y criollos pobres.
Un año después la rebelión es derrotada y Tupac es ejecutado
luego de ser obligado a ver como torturaban y asesinaban a sus hijos, esposa y
compañeros más cercanos. Tal fue la impronta redentora de Tupac Amaru que
muchos movimientos políticos posteriores fueron acusados de tupamaros o
asumieron ese nombre.
No en vano, nuestro himno nacional originario dice:
“se conmueven del Inca las tumbas
en sus huesos revive el ardor
lo que ve renovando a sus hijos
de la Patria el antiguo esplendor”
Tupac Amrú partió en dos la historia de América entre
aquellos que se rebelan contra la tiranía y las injusticias y entre aquellos
que se someten o colaboran. Antes de que le cortaran la lengua y ejecutaran les
gritó a sus verdugos: “Volveré y seré millones”.
Las revoluciones de independencia en toda América se
hicieron bajo signo mestizo. Desde el levantamiento campesino indígena y
criollo liderado por sacerdote católico Morelos, hasta el apoyo de San Martín a
la coronación de un descendiente Inca para gobernar a las Provincias Unidas del
Río de la Plata, lo originario de América clama por surgir. Y lo mismo cabe
decir de la negritud que acompaño a Bolívar con tropas y recursos cedidos por
el haitiano Alexandre Pétion, líder de la primer República del mundo donde los
antiguos esclavos lograron libertad y gobierno propio.
América Latina es la amalgama de pueblos originarios,
africanos, españoles y lusitanos que luego de más de 500 años esperan volver a
levantarse y lograr su definitiva Independencia.
Unidos no hay “fuerza capaz de doblegar a un pueblo que
tiene conciencia de sus derechos” (Evita).
domingo, 6 de septiembre de 2020
sábado, 5 de septiembre de 2020
Proceso a los magnicidas de Facundo Quiroga: el Dr. Marcelo Gamboa
Por el Prof. Julio R. Otaño
El 3 de marzo de 1835 Rosas recibe la noticia del asesinato
de Facundo Quiroga en Barranca Yaco. Ese día, escribió al capataz de una de sus
estancias:
“San Martín. Marzo 3 de 1835 Mi querido Don Juan José: Esta sólo tiene por objeto prevenirle que a Pascual me le entregue veinte bueyes aparentes y como para las carretas. Deseo que le haya ido bien en su viaje. Política: El señor Dorregó fue fusilado en Navarro por los unitarios. El general Villafañe, compañero del general Quiroga, lo fue en su tránsito de Chile para Mendoza por los mismos. El general Latorre lo ha sido a lanza después de rendido y preso en la cárcel de Salta, sin darle un minuto de tiempo para que se dispusiera, lo mismo que al general Aguilera que corrió igual suerte. El general Quiroga fue degollado en su tránsito de regreso para ésta el 16 del pasado último Febrero, 18 leguas antes de llegar a Córdoba. Esta misma suerte corrió el coronel José Santos Ortiz, y toda la comitiva que en número de 16, escapando sólo el correo que venía, y un ordenanza que fugaron entre la espesura del monte. ¡Qué tal! ¿He conocido o no el verdadero estado de la tierra? ¡Pero ni esto ha de ser bastante para los hombres de las luces y los principios! ¡Miserables! ¡Y yo insensato que me metí con semejantes botarates! Ya lo verán ahora. El sacudimiento será espantoso, y la sangre argentina correrá en porciones. Siempre deseando la salud de Ud. como su afectísimo patrón. Juan Manuel de Rosas ”
Resuelto a no dejar impune el crimen de Barranca Yaco, Rosas hace que todos los inculpados sean conducidos a Buenos Aires. Así es como llegan a la ciudad el gobernador de Córdoba, don José Antonio Reynafé, con dos de sus hermanos, y el capitán Santos Pérez con los demás soldados de su partida, además de algunos otros importantes funcionarios del gobierno de Córdoba. Rosas se preocupa porque el juicio se ajuste estrictamente a las normas legales. Los acusados pueden ejercer el derecho de defensa y elegir abogados. Se respetarán los procedimientos jurídicos: declaraciones, pruebas, plazos y alegatos. Rosas, haciendo uso de las facultades extraordinarias que le han sido concedidas por la Legislatura, nombra juez especial a don Manuel Vicente Maza y se reserva el derecho de fallar en última instancia.El abogado de los Reynafé, doctor Marcelo Gamboa,
impugna, en el transcurso del proceso, las facultades de Rosas y del juez
comisionado, Vicente Maza, para
entender en la entre otras objeciones, que los acusados debían ser juzgados
por una ley que perteneciera a un
sistema constitucional, y que dicha constitución no existía. Esta declaración significa, de hecho, un abierto
desconocimiento de la autoridad de Rosas, quien por decisión de la Legislatura, refrendada por plebiscito popular, se
hallaba investido de la suma del poder público y, por lo tanto, facultado
para dictar leyes y firmar sentencias prescindiendo de los organismos
legislativos y judiciales. Gamboa no
se limita a plantear este alegato, sino que además solicita al gobierno que se le permita publicarlo en la prensa,
separándolo del expediente del proceso.
La reacción de Rosas es inmediata
y colérica. Dicta una orden a
Manuel Corvalán, su edecán general, en la cual —después de señalar "que sólo un atrevido, insolente, picaro,
impío, logista y unitario ha podido cometer el avance de interrumpir las altas
y delicadas atenciones del Gobierno con semejante tan sin fortuna atrevida
solicitud’'—, dispone que “en pena de su descarada insolencia, en el
acto sobrerraye por su propia mano uno por uno todos los renglones de su
atrevida representación". Además, Rosas resuelve aplicar a Gamboa
el siguiente castigo:
"Primero: Que hasta
nueva resolución superior no debe salir más distancia que veinte cuadras de la
plaza de /a Victoria
Segundo: Que no debe
ejercer su oficio de abogado, ni hacer escrito alguno de ninguna laya por mas
simple e inocente que sea. Tercero: Que no debe cargar la divisa
federal, ni ponerse, ni usar, ni en público ni en privado, los colores
federales.
Cuarto: Que por cualquier infracción de las tres prevenciones anteriores será paseado
por las calles de Buenos Aires en un
burro celeste y castigado además según el tamaño de la falta.
Quinto: Que si tratase de
fugar del país, luego que sea aprehendido será inmediatamente
fusilado."
Como principal fundamento
de esta orden, Rosas declara lo siguiente:
“Que sólo un hombre a quien los decretos de la Divina providencia
hayan colocado en la senda de su fin funesto... ha podido pedir a la suprema
autoridad el permiso de una publicación separada de la causa, como si la
justicia de la opinión pública tuviera una sola oreja para oír y juzgar los
delitos de los unitarios, por las obras de defensas en su favor, o que en el
país existiese la ley del embudo dándole lo ancho para ellos y lo angosto para
los federales y el orden social
Sarmiento, en su célebre Facundo; resume así el espectáculo:
“El Gobierno de Buenos Aires dio un aparato solemne a la ejecución de los
asesinos de Juan Facundo Quiroga; la galera ensangrentada y acribillada de
balazos estuvo largo tiempo expuesta al examen del pueblo, y el retrato de
Quiroga, como la vista del patíbulo y de los ajusticiados, fueron litografiados
y distribuidos por millares, como también extractos del proceso, que se dio a
la luz en un volumen en folio”.
Al año siguiente, Rosas
hace publicar en un volumen la “Causa Criminal” seguida contra los
asesinos de Quiroga. En el volumen está
incluido, en su totalidad, el alegato de Gamboa, junto con las demás piezas
documentales del proceso.
Marcelo Gamboa no fue perseguido y mucho menos
encarcelado…con el tiempo recuperó su matrícula.