Organizado por la Sociedad vecinal de Malaver como desde hace 40 años ycon la presencia de su presidente el Sr. Coco Torres se realizo el acto conmemorativo de la Reconquista de nuestras Malvinas. El mismo contó con la adhesión del Instituto de Investigaciones Históricas de Gral San Martín y con la Asociación Cooperadora del Museo Rosas. El Secretario de nuestra institución Dr. Julio R. Otaño esbozó unas palabras. Estuvieron Presentes el Ministro de obras Públicas Gabriel Katopodis, el Senador (MC) Oraldo Britos, el Intendente Municipal Fernando Moreira, la Secretaria de cultura y educación nancy Katopodis y numerosísimo publico presente. Los Veteranos de Guerra engalanaron la ceremonia con su ilustre presencia. Viva la PATRIA...
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jueves, 31 de marzo de 2022
1859. Solano López: La forja de un agresor.
Por Jorge Enrique Deniri y Dardo Ramírez Braschi
domingo, 27 de marzo de 2022
Corrientes Historiográficas Argentinas
POR RICARDO GERACI DEL CAMPO RÍOS


Ante numerosa concurrencia (38 personas, un dia sábado a las 1730 hs) nos deleitarnos con una exposición concreta, detallada y pedagógica sobre quienes escribieron nuestra historia y por supuesto quienes aún lo hacen. El profesor Hizo un recorrido cronológico descriptivo sobre corrientes historiográficas, su historia, autores, posiciones y consecuencias en el saber de un pueblo que se ha servido durante décadas de referencias -algunas de las cuales- se impusieron como única verdad y otras desde la trinchera intelectual y de permanente docencia han sido la resistencia a la hermenéutica oficial. El profesor y abogado ( entre otras cosas ) definió al estudio de la historia como un acto cientifico, donde para poder alcanzar un atisbo de verdad histórica, es necesario servirse de las herramientas que la misma nos presenta, con el fin de obtener una posición (equivocada o no ) bien fundamentada. En la resultante de esta exposición que Otaño explicó con imágenes, cuadros descriptivos y modos didácticos, podríamos sacar conceptos claros, algunos de los cuales mencionaré.
viernes, 25 de marzo de 2022
50 Años de "Machine Head"
Por el Prof. Julio R. Otaño
Hace 42 años que lo escucho: desde que lo conseguí (eran caros los vinilos y a Deep Purple no lo pasaban en las radios fm de los 80...donde irrumpia la "Música Disco"), cambiándoselo a mi amigo (qepd) Claudio Vattino por "Zeppelin I". Era un LP de vinilo con una imagen purpura y la P. Desde el inolvidable Wincofon, nos dio muchísimo placer, hasta que "Lazy" y "Pictures of home" se rayaron...igual le pusimos una ficha de entel (que será eso? dirían mis alumnos) y seguimos. Hasta el día de hoy....42 años escuchando estos inolvidables temas..."Highway Star" en el auto recorriendo las extensas rutas argentinas.....Hace un tiempo hablando con Claudia Heredia (ella sabe inglés y traduce canciones) me comentaba el significado de las letras de "Highway Star" o de "Lazy" y le digo "Basta..que me desilusiono"...naaaa...Seguirán siendo los mejores (en mi hermeneútica). Deep Purple es una banda creada en Gran Bretaña a finales de la década de los 60. Su trayectoria parte del rock psicodélico y progresivo hacia el hard rock, siendo base del heavy metal surgido en los años 70. Deep Purple comenzaron su andadura en la industria musical bajo el nombre de Roundabout, un combo que acompañaba a las andanzas en solitario de Chris Curtis, antiguo componente del grupo The Searchers. La primera formación estaba compuesta por el vocalista Rod Evans, el guitarrista Ritchie Blackmore (nacido el 14 de abril de 1945 en Weston super Mare), el bajista Nick Simper, el batería Ian Paice y el ex teclista de los Artwoods Jon Lord (nacido el 9 de junio de 1941 en Leicester).
Esta formación data de 1968, año en el que grabaron su álbum debut, “Shades of Deep Purple” (1968), estupendo disco de pop lisérgico en el que realizaban una versión del clásico “Hey Joe” y del “Help” de los Beatles. La falta de éxito del disco provocó la marcha de Rod Evans, que formó Captain Beyond, y del bajista Nick Simper, que se unió al grupo Warhorse. Fueron reemplazos por dos excomponentes del grupo Episode Six, el cantante Ian Gillan (nacido el 19 de agosto de 1945 en Middlesex) y el bajista galés Roger Glover (nacido el 30 de noviembre de 1945 en Brecon). El primer disco con Gillan y Glover fue “Concerto For Grupo And Orchestra” (1970), un proyecto básicamente de Lord grabado junto a la Royal Philarmonic Orchestra. El álbum que comenzó la etapa más comercial del grupo fue “In Rock” (1970), obra maestra del hard rock en la que aceraron su potencial sónico gracias a la mayor influencia dentro del grupo de Ritchie Blackmore, acompañado por el talentoso trabajo en los teclados de Lord y el poderío vocal de Gillan. Hacia 1971, Deep Purple había pasado dos años seguidos de gira y había grabado sus álbumes de estudio Deep Purple in Rock (1970) y Fireball (1971) en el tiempo libre entre conciertos. Por aquellos momentos la banda tenía la sensación de que estos trabajos no sonaban tan bien como sus actuaciones y había tomado la decisión de grabar el siguiente en un escenario, aunque por recomendación de su discográfica la mejor opción era trabajar en él fuera del Reino Unido, ya que no tendría que pagar tantos impuestos. Entre septiembre y octubre de 1971, el grupo realizó una gira por su país de origen donde aprovechó para presentar algunas canciones que aparecerían en Machine Head y posteriormente comenzó otra por los Estados Unidos que sería cancelada tras dos conciertos después de que el vocalista Ian Gillan contrajera hepatitis. El conjunto planeó inicialmente grabar en el casino de Montreux, Suiza, en diciembre y de hecho ya había reservado habitaciones de hotel y el estudio móvil de The Rolling Stones. El casino era también un local de conciertos donde habían actuado Led Zeppelin, Pink Floyd, Black Sabbath e incluso Deep Purple, cuyos integrantes hicieron amistad con Claude Nobs, fundador y mánager del festival de Jazz de Montreux. El recinto cerraba cada invierno por reformas, lo que permitía su utilización para realizar grabaciones y tras la llegada del quinteto el 3 de diciembre y de la realización de una última actuación, estaría vacío. Su intención era grabar un concierto en uno de los escenarios, lo que habría permitido publicar un álbum doble, con una mitad en directo y otra de estudio. Teníamos el estudio móvil de The Rolling Stones situado afuera en la nieve... Una vez que llegábamos hasta él para escuchar la grabación, incluso aunque creíamos que no era una toma perfecta, decíamos: “Sí, es lo suficientemente buena”. Simplemente porque no soportábamos la idea de tener que volver. Ritchie Blackmore. Frank Zappa y the Mothers of Invention realizaron el último concierto del casino de Montreux, durante el cual, uno de los espectadores disparó una bengala contra el techo del edificio. Aunque la audiencia inicialmente no reparó en el incidente porque la bóveda estaba cubierta por un falso techo de bambú, una hora más tarde, la gente comenzó a ver chispas. Los músicos dejaron de tocar y de acuerdo con el bajista Roger Glover, Zappa comentó «que no cunda el pánico, pero... ¡FUEGO!» y poco después la dirección ordenó una evacuación controlada. Aunque no hubo víctimas mortales, un grupo quedó atrapado en el sótano antes de ser rescatado por Claude Nobs y tras su salida, el local fue pasto de las llamas. Glover recordó despertarse una mañana gritando la frase «smoke on the water» —en español: Humo en el agua— y a partir de ella, Gillan escribió la letra que describía la experiencia en el casino.
Con el estudio móvil de The Rolling Stones situado a la entrada y con todo el equipo en el vestíbulo principal, el grupo tuvo que recorrer las habitaciones y salir por el balcón para poder escuchar los resultados en la camioneta de grabación, hasta que finalmente sus integrantes desistieron y en su lugar tocaron sus instrumentos hasta quedar satisfechos. El álbum comienza con «Highway Star», escrita el 13 de septiembre de 1971 cuando la banda viajaba en autobús para dar un concierto en Portsmouth. Los mánagers habían organizado el trayecto con un grupo de periodistas para que entrevistaran a los músicos y cuando uno preguntó a Blackmore cómo componía, este respondió «así» y tocó con su guitarra el riff inicial de la canción. Gillan mientras tanto improvisó algunas letras como «We're on the road, we're a rock'n'roll band» —en español: Estamos en la carretera, somos una banda de rock'n'roll— y sus compañeros realizaron algunos arreglos para poder interpretarla en directo esa misma noche. Por su parte, Blackmore basó su solo en uno que había aprendido de Johnny Burnette y que le gustaba por su parecido con el trabajo de Johann Sebastian Bach. «Maybe I'm A Leo» tenía originalmente el título «One Just Before Midnight», aunque sería cambiado para hacer referencia al signo zodiacal de Gillan. Glover creó el riff principal tras escuchar el tema «How Do You Sleep?» de John Lennon y destacó que fue de su agrado que este no comenzara con el primer compás. Deep Purple solo la interpretó en directo en una ocasión, en 1972. «Pictures of Home» describe las vistas e imágenes del área de Montreux e inicialmente incluía un solo de batería de Ian Paice como introducción que no aparecería en la edición original, aunque sería añadida en la reedición por su vigesimoquinto aniversario. Por su parte, «Never Before», era según el quinteto, la pista más comercial y por ello salió a la venta como sencillo. «Smoke on the Water», cuyo título hace referencia a una nube de humo sobre el lago Lemán, documenta la experiencia de la grabación de Machine Head, así como el incendio del casino y su evacuación, y las sesiones en el Grand Hôtel. Su pista básica fue el único material utilizable de la etapa en el Pavilion, antes de que la policía le pusiera fin. Blackmore creó su riff principal y apuntó que su éxito posterior era debido a su simpleza y sus cuatro notas, algo que comparó con la apertura de la Sinfonía n.º 5 de Beethoven. Aunque la canción es una de las más populares de la banda y de la música rock en general, esta no pensaba que fuera muy comercial y sería una de las últimas piezas del disco que tocaría en directo. «Lazy» estaría inspirada según Glover en el tema «Sleepy» de Oscar Brown y según Blackmore en «Stepping Out» de Eric Clapton. El grupo la diseñó para ser un vehículo para varias partes instrumentales y de este modo incluye una introducción de órgano de Jon Lord, el sonido de la armónica de Gillan y un solo de Blackmore que el guitarrista grabó en dos días. «Space Truckin'» había sido compuesta como una parodia de las letras de la música rock de la década de 1950, pero con una temática orientada hacia la ciencia ficción y de hecho Gillan recurrió a frases sin sentido como «music in our solar system» —en español: Música en nuestro sistema solar—. Deep Purple la estrenó en vivo en su primera actuación tras la grabación y permaneció como la pista de cierre de sus conciertos incluso tras las salidas del vocalista y Glover en 1973. El conjunto también grabó una balada titulada «When a Blind Man Cries» durante las sesiones de Machine Head pero que no aparecería en el álbum sino en posteriores reediciones y como cara B del sencillo «Never Before». De acuerdo con Gillan «es la historia de una persona ciega que no se queja y que está acostumbrada a lidiar con lo que le ha dado la vida. Cuando un ciego llora, realmente tiene que ser por algo serio».
Machine Head salió a la venta el 25 de marzo de 1972 y para
promocionar su lanzamiento, Purple
Records programó una gira por los Estados Unidos que tendría que cancelarse
después de que Blackmore cayera enfermo. Por su parte, la gira por el Reino
Unido daría comienzo en junio, en el Rainbow Theatre de Londres y dos meses más
tarde le seguiría una por Japón, donde la banda grabó el álbum en directo Made
in Japan (1972), que incluiría «Highway Star», «Smoke on the Water», «Lazy» y
«Space Truckin'».
La portada la creó el fotógrafo Shepard Sherbell al poner el título del disco en una hoja de metal pulida que sostuvo para que actuara como un espejo frente al cual se encontraba el grupo. El artista luego tomó una imagen del reflejo, aunque en la versión final puede apreciarse parte de su cuerpo, concretamente debajo de la palabra Head. El libreto lo diseñaron principalmente Glover y el mánager Tony Edwards y presenta una selección de fotografías de los cinco músicos, así como de Claude Nobs, a quien el conjunto dedicó el álbum. Tras su lanzamiento, Machine Head llegó a las primeras posiciones de las listas de varios países. En el Reino Unido fue su segundo número uno consecutivo,27 donde además obtuvo una certificación de oro, mientras que en Alemania fue su tercero. El álbum también encabezó las listas de Francia, Canadá, Australia y Dinamarca, y alcanzó el top 5 en naciones como Noruega, Austria, los Países Bajos, Italia y Suecia. Por su parte, en los Estados Unidos obtuvo dos certificaciones de platino y subió hasta el séptimo puesto, el cual sería el mejor en su carrera hasta el sexto alcanzado por Made in Japan. «Never Before» fue el primer sencillo y su recepción comercial fue discreta, pues su mejor posición sería la cuarta alcanzada en Suiza. A este le seguiría «Smoke on the Water», que tuvo un mayor impacto y llegó al número dos en Canadá y al cuatro en los Estados Unidos, que sería su mejor dato en dicho país, donde además recibiría una certificación de oro. El álbum recibió principalmente reseñas positivas por parte de la prensa musical. Lester Bangs de Rolling Stone elogió la letra de «Highway Star» y «Space Truckin'» y toda la música, aunque fue menos entusiasta con las letras restantes: «Entre esos dos clásicos de Deep Purple no hay más que buena música, aunque algunas de las letras pueden dejar un poco que desear». En la conclusión de su crítica admitió que «sé que toda esa banalidad es parte de la diversión del rock 'n' roll. Y estoy seguro de que amaré locamente sus próximos cinco álbumes, siempre y cuando suenen exactamente como los tres últimos». La emoción y la intensidad abundan en cada ritmo que culmina en un pieza tan espléndida como “Lazy”». Por su parte, un crítico de Cashbox admitió que el título Machine Head «describe completamente el poder de la música que contiene. Las siete pistas están estructuradas para mostrar los talentos individuales de cada miembro, tanto como compositores como músicos».
Con el paso de los años, el disco siguió recibiendo críticas
favorables y así Tom Graves, escritor del libro The All-Music Guide to Rock lo
calificó «el disco de heavy metal defitinitivo de los 70, en el que cada
canción bombardea como si fuera la Tercera Guerra Mundial. El momento
culminante es “Smoke on the Water”, que tiene un riff obligatorio para
cualquiera que tenga una guitarra». Gary Graff, autor de MusicHound Rock: The
Essential Album Guide lo consideró «el momento definitivo de Deep Purple, un
poderoso documento de una banda en su apogeo con poderosos temas como “Smoke on
the Water”, “Space Truckin'” y “Highway Star”». Eduardo Rivadavia de
Allmusic remarcó que «el cuarto álbum de Led Zeppelin, Paranoid de Black
Sabbath y Machine Head han resistido la prueba del tiempo como la Santísima
Trinidad del hard rock y el heavy metal inglés. Y aunque es probablemente el
menos alabado de los tres, contiene “la madre de todos los riffs de guitarra” y
uno de los primeros en ser aprendido por todos los guitarristas principiantes,
“Smoke on the Water”. “Highway Star” personifica toda la intensidad y
versatilidad de Deep Purple, mientras presenta quizás el duelo de solos más
grande de la historia entre el guitarrista Ritchie Blackmore y el organista Jon
Lord. Sí, la lenta “Maybe I'm a Leo” muestra algunos signos de edad, pero
los impactantes “Pictures of Home” y “Never Before” siguen siendo tan
vitales como siempre. Y finalmente, el espectacular “Space Truckin'” con
otro tremendo riff de Blackmore, proporcionando una conclusión adecuada para
uno de los álbumes esenciales de hard rock de todos los tiempos». Sid Smith de
BBC Music afirmó que «se convirtió en el punto de referencia con el que se
juzgaría todo lo que le seguiría. En el canon del heavy rock, esta es una obra
repleta de clásicos. El vocalista Ian Gillan destaca en “Highway Star” y
“Never Before”, este último, un sencillo excelente que cubre tanto el pop como
el rock y algunos cambios de estilo funky. Blackmore domina el álbum
presentando algunas de sus interpretaciones más sobrias y reflexivas en “When A
Blind Man Cries” y por supuesto, “Smoke on the Water”».
sábado, 19 de marzo de 2022
DHH y posguerra: una deuda pendiente
Por Francisco José Pestanha
Debemos reconocer que —transcurridos cuarenta años— el abordaje sobre algunos aspectos de la posguerra continúa tornándose dificultoso, pero aún así, por su importancia coyuntural y estratégica, nos desafía a seguir involucrándonos en ellos. Sobre el conflicto bélico acontecido en 1982 y sus consecuencias, convergen opiniones, tensiones y disputas que aún no han sido debatidas con la profundidad que merecen. En este breve ensayo hemos de referirnos, entonces, a ciertos tópicos vinculados a la posterioridad del conflicto, a algunos efectos disruptivos derivados del dispositivo conocido como «desmalvinización» y al modo de asimilación por parte de nuestra comunidad de los efectos de una confrontación bélica acontecida durante uno de los períodos más complejos de nuestra historia. Honestidad mediante —y a efectos de precisar adecuadamente las reflexiones que hemos de volcar más adelante— debemos confesar que la interpelación que ha marcado una huella profunda en nuestra labor de los últimos años fue suscitada a raíz de una demanda —cordial pero impactante— realizada hace más de una década por un contingente de familiares de soldados caídos en Malvinas.
En el contexto de un encuentro informal promovido por el escritor don Enrique Oliva y el veterano César González Trejo —uno de los pensadores más importantes de la cuestión Malvinas—, acompañados en aquella oportunidad por Ernesto Ríos, el pedido se dio en el marco de una muestra-homenaje a FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina) —basada en un material inédito perteneciente a la colección de Francisco Capelli, último secretario general de la organización— a la que habían sido invitados los integrantes de la Comisión de Familiares, representados aquel día por Delmira Hasenclever de Cao, Dalal Abd y su esposo, Osvaldo Massad. En aquella oportunidad, concluido el acto inaugural del encuentro en el teatro Verdi de La Boca y durante un conversatorio que se llevó a cabo después, tomó la palabra Delmira quien expresó casi de modo textual: «Muchas gracias por ayudarnos a tratar de entender un poco más la historia argentina y sobre todo el sentido que tuvo una organización como FORJA en ese período específico, nosotros venimos a ustedes para que nos ayuden en esta batalla que estamos librando por recuperar el sentido por el cual murieron nuestros hijos». De aquel trascendente encuentro de 2009 participó la Dra. Ana Jaramillo —rectora de la Universidad Nacional de Lanús, única institución universitaria que brindó su apoyo—, por cuya iniciativa se crearía tiempo después el Observatorio Malvinas, proyecto educativo y de investigación nacido del trabajo común entre la Universidad y la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur.Aún llevamos impregnada en nuestras conciencias y corazones aquella afanosa petición realizada por los familiares; esta nos indujo —concluidas las jornadas de homenaje— a involucrarnos de inmediato en la cuestión Malvinas, en especial, en lo que atañe a las distintas circunstancias atravesadas por quienes protagonizaron las vicisitudes de posguerra y, aún más, a examinar cómo la superestructura cultural, académica y comunicacional abordó el universo de los veteranos de guerra, el de los caídos, el de los héroes y el de sus familiares. Si coincidimos en la percepción de que uno de los métodos por el que puede examinarse el devenir histórico de un país es a través de las herramientas mediante las que —la comunidad que lo integra— afronta un acontecimiento traumático, la posguerra per se constituyó para nosotros un discurrir atrayente para hacerlo. Siguiendo esa línea de razonamiento pusimos manos a la obra con el inestimable apoyo de la Universidad y la Corporación Buenos Aires Sur, presidida por aquel entonces por el Dr. Enrique Osvaldo Rodríguez. Comenzamos nuestra labor llevando a cabo una serie de entrevistas a veteranos de todo el país, a sus familiares, a sus amigos y a representantes destacados de las organizaciones libres del pueblo. Debemos reconocer que, a partir de las primeras impresiones, fueron cobrando vigor dos ideas principales nutridas mediante una tarea académica y cultural incansable —en la que tuvo una participación destacada el artista y documentalista Julio Cardoso— y que consisten, por una parte, en aquella que denominamos «de quiebre» y que sostiene que en el seno de nuestra comunidad se produjo una ruptura no explícita entre la actitud de la población en general[1] y la sostenida por las élites vernáculas. Por otra parte, encontramos aquella que denominamos «fuga» y que, merced a la actitud persistente de estas élites en tal ruptura —lejos de coadyuvar con un adecuado procesamiento—, contribuyó a dilatar indefinidamente los efectos traumáticos de la guerra. La desmalvinización, cuyo concepto había circulado a partir de escasas referencias teóricas, cobró así cuerpo ante nuestros propios ojos con una luminosidad meridiana. La primera referencia al término fue aquella emanada —no casualmente— por Alain Rouquié quien, en marzo de 1983, sugirió al sector político la idea de la «desmalvinización», con el propósito de que las Fuerzas Armadas no utilizaran el argumento para recuperar su prestigio ético en la sociedad.
Sin embargo, para Fernando Cangiano —veterano de guerra y académico— la desmalvinización estuvo orientada hacia la deshistorización de «la guerra hasta degradarla al nivel de un capricho de un puñado de oficiales, a quienes se figuró impulsados por una enfermiza sed de poder y de gloria. Deliberadamente se desligó el conflicto de una reivindicación nacional histórica de 150 años contra una de las potencias coloniales más crueles y agresivas de los últimos tres siglos». Sostiene Cangiano, además, que «un pilar fundante del dispositivo desmalvinizador fue la victimización e infantilización del exsoldado combatiente. El héroe mutó en víctima ciega e impotente. No fuimos argentinos valientes que luchamos por la soberanía de nuestra patria, aclamados por el pueblo argentino y latinoamericano que se solidarizó con la Argentina más allá de la dictadura, (…) fuimos chicos ignorantes nos dicen, sometidos a todo tipo de escarnios, no por los que nos bombardeaban, sino por los que decían estar de nuestro lado combatiendo». Cabe aclarar que, en estos años, han proliferado cuerpos analíticos sobre este fenómeno y que suelen incorporar otros tópicos, pero el análisis de Cangiano nos alcanza para enmarcar el sentido de este texto reconociendo, además, su doble condición de veterano y académico de la Universidad de Buenos Aires. Como decíamos, en la medida que avanzábamos en nuestras indagaciones, la desmalvinización descripta por Cangiano ante nuestra mirada dejó de ser una especulación teórica para mostrarse en toda su patética desnudez, en el marco de un trabajo intelectual que, asumimos, no está exento de pasiones y de sentimientos entrecruzados. No obstante aquello, fuimos arribando a algunas conclusiones que —a cuarenta años de vista— pueden constituir un aporte más para el debate. Resulta interesante resaltar cómo durante el transcurrir de nuestro itinerario epistemológico fueron visibilizándose desde el poder diferentes tácticas relacionadas con el tratamiento de los combatientes. En ese sentido, solo nos bastó relevar una porción del conglomerado simbólico producido por la superestructura política, militar, mediática y académica, y de aquellos artilugios que se concentraban en los veteranos y sus familias. La desmalvinización, que en principio se había materializado discursivamente como «deshistorización»[2] del conflicto, comenzó a extender sus redes hacia el universo de sus protagonistas. Debemos recordar que, en una primera fase desmalvinizadora, la dictadura intentó por todos los medios restringir el recibimiento popular y el contacto con los combatientes —cabe recordar aquí los acontecimientos de Puerto Madryn— conduciéndolos autocráticamente a sus respectivas circunscripciones militares para realizar lo que en jerga castrense se denomina «el engorde» acompañado por mecanismos de acción psicológica para su «readaptación». Una vez cumplidas estas condiciones, los combatientes fueron autorizados a reintegrarse a la vida civil con sus familias. Debe recordarse, además, que los soldados debieron suscribir un acuerdo de confidencialidad que consistía en evitar expresiones públicas, reservando bajo juramento los detalles de lo ocurrido a meras anécdotas del campo de operaciones. Observamos aquí cómo la desmalvinización comenzó a ser puesta en marcha por la misma dictadura. Acordemos que la inmensa mayoría de ellos eran compatriotas que habían sido convocados a las armas por la existencia de un servicio militar obligatorio y ninguna relación los unía a los objetivos dictatoriales. A la desmalvinización iniciada por la dictadura y ya en tiempos de la democracia, le sobrevendría una segunda etapa de ocultamiento mucho más sutil. Comenzó a recurrirse a una nueva categorización de los veteranos como partícipes de un hecho traumático por el que se encontraban limitados a reincorporarse con plenitud a la vida civil. Surgirán así —no sin pátina de marginalidad y estigma— «los locos de la guerra»: muchachos de rostro taciturno y sufrido que, en estaciones de tren u otros medios públicos, distribuirían estampitas a cambio de monedas, impedidos de insertarse en la actividad pública o privada. Lo enunciado vincula a la construcción, a la naturalización de un imaginario destinado a limitar o menoscabar sus expresiones; esta circunstancia no impidió que muchos veteranos se incorporaran casi de inmediato a su discurrir ciudadano.Además, debe reconocerse que —salvo honrosas pero erráticas excepciones— las políticas estatales dieron la espalda a estas situaciones durante un largo período. No obstante, el Estado, en sus diferentes jurisdicciones, se transformaría con el tiempo en facilitador de políticas para su reinserción en determinados organismos. En forma paralela y destacable —rasgo característico de la Argentina— los veteranos no esperaron para organizarse. Se creará una federación que no solo se topará con profundos impedimentos para constituirse: lo que es peor, deberá enfrentar la incomprensión y la indiferencia de gran parte del sistema político, de los estamentos académicos y la infiltración por parte de diversos organismos de inteligencia. Tiempo después, ante la imposibilidad de demostrar y sostener que un universo de más de diez mil combatientes había regresado en un estado de alienación psíquica —circunstancia que, de ser cierta, hubiera demandado la generación de instrumentos estatales y privados para subsanarla—, sobrevoló una visión más asociada con la victimización de la comunidad respecto de la dictadura y, a consecuencia de ella, el nuevo mote de «los chicos de la guerra», concepto apuntalado por fuertes expresiones artísticas —incluso de tenor cinematográfico— donde se intentó colocar a este universo como víctima de una circunstancia fuera de todo control. Se sostiene que los procesos de victimización colectiva suelen converger en torno a un eje principal: la «desubjetivación». La victimización del universo de veteranos y sus familias se caracterizó durante décadas por un devenir signado por la tentativa de privación de su subjetividad, eliminando sobre todo la dimensión épica que los había atravesado en su conjunto. Imaginemos por un momento a un joven civil que ingresó —en cumplimiento de la ley— a un servicio militar obligatorio; imbuido en una identidad solidaria a la defensa de su patria y en el espíritu de recuperación de un territorio usurpado por una potencia colonial. Repensemos luego su experiencia concreta, a la postre de la derrota y, a su regreso, dispositivos mediante, la pérdida del sentido por el cual había peleado. Imaginemos también a sus padres, familiares y amigos. La adopción acrítica del dispositivo desmalvinizador de la victimización y sus secuelas —a extremos del suicidio— fue, tal vez, uno de los recursos más siniestros para afrontar los traumatismos subsiguientes a la guerra en una comunidad que —a la vez de «laboratorio de almas» al decir del poeta Marechal— carecía de un ethos guerrero provisto por su historicidad para reformularlos. Aunque aún no hemos encontrado estadísticas precisas o mejores, los datos resultantes de nuestra investigación revelan que gran parte de los conflictos psicológicos que sufrieron los veteranos estuvieron más relacionados con este aspecto de la desmalvinización, que con su participación en el conflicto. Las consecuencias de la desmalvinización no solo recayeron sobre los veteranos sino en sus familias, quienes debieron asumir la responsabilidad de elaborar muchas veces en soledad todos los procesos. La desmalvinización y la posterior victimización extendieron sus retículos innumerables a aspectos de la existencia material y espiritual de los veteranos, y a sus entornos cercanos. Algunos de los soldados que participaron en la guerra y que se quitarían la vida después, pertenecían a familias católicas —sus padres en especial—. Como sabemos, el suicidio es condenado doctrinalmente en la cristiandad —un pecado de gravedad extrema— y por lo tanto las madres, que fueron perdiendo a sus hijos en circunstancias de suicidio, se vieron privadas de uno de los derechos humanos básicos, como el derecho a la confortación espiritual. En un acontecimiento inédito dado a instancias de la rectora[3] de la Universidad Nacional de Lanús, ocurrido el suicidio de uno de nuestros héroes, se organizó una convocatoria a la que asistieron varias familias cuyos hijos, veteranos, se habían quitado la vida. Fueron convocados religiosos de diferentes credos —en especial del católico— y se incluyó la presencia de un obispo para brindar sosiego espiritual a esas madres que no solo habían perdido un hijo sino que, además, no encontraban la paz espiritual por la forma en que habían padecido sus extemporáneas partidas. Lamentablemente y hasta donde sabemos, esta actividad no fue imitada por ninguna otra institución de la que hubiéramos podido dar cuenta. Este ejemplo constituye apenas una muestra que señala la extensa telaraña desplegada por la desmalvinización y sus consecuencias; podemos acreditar que, a través de tal dispositivo, se han repetido una serie de violaciones a los derechos humanos que —todavía y salvando alguna excepción— no se encuentran en la agenda de los organismos pertinentes. Si bien los mismos han cumplido un rol extraordinario en nuestro país con respecto al juzgamiento del terrorismo de Estado y de los militares que cometieron delitos de guerra en el campo de operaciones, hechos instrumentales para cualquier paradigma civilizatorio y humanista —sobre el universo de combatientes y sus familias—, existen aún numerosas deudas pendientes. El derecho a una reinserción material y espiritual en una comunidad que en su mayoría acompañó la recuperación transitoria de las islas; el derecho a la salud integral; el derecho al consuelo espiritual; el derecho al reconocimiento por su participación en una batalla contra el colonialismo; el derecho de madres, padres y hermanos al reconocimiento de la labor de los caídos; la necesaria investigación judicial a los británicos que conminaron a nuestros soldados a desactivar minas antipersonales y el reclamo de memoria, verdad y justicia por el crimen de guerra cometido contra el crucero ARA General Belgrano; entre tantos otros, son demandas permanentes que continúan hasta hoy insatisfechas.
Pasadas cuatro décadas —el promedio de edad entre los veteranos ronda los sesenta años— signadas por la lucha y el sufrimiento, pero también por la profunda convicción, el pueblo argentino —a contrario sensu de la superestructura cultural y que es también política, académica y comunicacional— fue construyendo con lentitud un sentido común contrahegemónico, tensando al dispositivo desmalvinizador, obligándolo a dar la vuelta sobre sus propios pasos. Malvinas en sus protagonistas es, también, territorio semántico en disputa y —en rigor de los hechos— dueña de una vigencia vibrante, como nos ha hecho comprender la sensata constancia reivindicadora del ejercicio popular. De una tentativa de privación de los estados de conciencia, nos encaminamos a la recuperación de la conciencia nacional a través del ejemplo de los veteranos y sus familias.
Si las élites no resuelven, si no asimilan las enseñanzas de la remalvinización —actualizada a diario por los sectores populares—, será muy difícil recrear una conciencia no solo del hecho colonial: será óbice también para la generación de estrategias que nos permitan recuperar aquello de lo que fuimos desposeídos y de lo que corremos riesgo de perder: la insularidad austral y su proyección sobre el continente antártico.
Las organizaciones de derechos humanos deberán aceptar el reto, incorporando en sus agendas otros vectores que, sin duda, enriquecerán el lugar en la historia que ya ocupan y tienen bien ganado, pero que aún sigue exigiéndoles nuevos desafíos.
[1] Resulta sugestivo que, en cada rincón del país, en cada pueblo, todas las representaciones culturales vinculadas a Malvinas manifiesten de diversos modos la necesidad de reconocerlos como sujetos históricos de heroísmo; el combatiente no es un loco, no es un niño y, sin duda, no es una víctima: es un sujeto protagonista.
[2] Según Cangiano, la deshistorización constituyó un artificio orientado a la «circunscripción del conflicto con los británicos a la guerra, cuando en realidad la disputa por Malvinas se extiende muy hacia atrás en el tiempo. Deshistorización, además, que encontró un hito muy fuerte en la concentración de los análisis de Malvinas vinculados al contexto histórico, político y económico de la dictadura militar. La mayoría de los textos de historia reciente que refieren a la derrota en Malvinas como suceso propicio para la recuperación de la democracia institucional. La deshistorización que podría quedar restringida a una estrategia coyuntural de la comunidad para tratar de colocar a la dictadura en su real dimensión, estuvo acompañada de un proceso mucho más profundo que tuvo que ver con el tratamiento de los veteranos de esa guerra durante estos años».
[3] La Dra. Ana Jaramillo es autora, entre otros, del libro El enigmático suicidio editado por EdUNLa en el año 2003.
sábado, 12 de marzo de 2022
Recitado de Malvinas GLORIA Y VALOR EN COMBATE
viernes, 11 de marzo de 2022
Islas Georgias, donde empezó todo
Por VGM Jorge Cosentino
Las Islas Georgias tienen una larga historia. Fueron la
factoría de ballenas más grande del mundo. A finales del siglo XIX y hasta bien
entrado el XX en sus costas se fueron construyendo ocho puertos y factorías
balleneras y de anfibios (focas, lobos, leones marinos, etcétera). Capitales
provenientes de Noruega administraban el Puerto Príncipe Olav, Godthuld y el
Puerto Nueva Fortuna. Desde Escocia se formaron Compañías que se asentaron en
Leith, Stromness y Husvick en tanto que la Compañía Argentina de Pesca (CAP)
estaba a cargo de Grytviken. esta última ciudad-puerto fue el primer
asentamiento permanente, inaugurado en 1904 (el mismo año que la Armada
Argentina se hacía cargo de la Estación Naval Orcadas ubicada a
"apenas" 850 km de Georgias) y operó hasta 1965. Gritvyken era una
pequeña ciudad, con iglesia, cine, cancha de futbol, estación meteorológica y
casas para que los empleados convivan con sus familias. También tenía un cementerio,
en el cual descansan, entre otros, los restos de Ernest Shackleton, el famoso
explorador antártico. El último muerto enterrado en el cementerio de Gritvyken
es el Suboficial de la Armada Argentina Félix Artuso integrante de la
tripulación del submarino Santa Fe. Fue asesinado el 26 de Abril de 1982 en un
confuso episodio por un infante ingles mientras operaba el submarino para
evitar su hundimiento, luego de la nueva invasión inglesa a las Islas.
Geográficamente se compone de una Isla principal, San Pedro, y una gran cantidad de islotes menores. tiene costas escarpadas e irregulares, las entradas más grandes forman bahías naturales en las cuales aparecen playas y se aprovecharon para construir los puertos que mencionamos o, simplemente, como apostaderos para protegerse de las inclemencias del tiempo, constantes en la zona. En la época de mayor actividad se calcula que 2000 personas llegaron a habitar la isla. Incluso a principios de 1920 se desató una huelga liderada por una treintena de obreros contratados por la CAP a la que se plegaron otros 200 obreros de los distintos puertos. La huelga fue presentada como una "revolución bolchevique" y los obreros pretendían gobernar la isla y el negocio de las factorías. El dato interesante es que si bien la huelga fue reprimida por personal de un buque británico (que manifestaban ser los "administradores" de la Isla) los huelguistas fueron remitidos a Buenos Aires para ser juzgados. Por supuesto que la caza indiscriminada de ballenas y anfibios casi los dejó al borde de la extinción. Se estima que en el pico de la actividad se llegaron a procesar 95000 ballenas y cientos de miles de anfibios. Otros países fueron partícipes de la caza de cetáceos, entre los que se destacan Francia, Japón, Inglaterra y otras potencias europeas, que operaban negociando alquileres en los puertos establecidos. Recién en 1959 con el tratado antártico se empezó a tomar conciencia de la necesidad de proteger a las especies, aunque para esa época el uso de la grasa como combustible había sido reemplazada por el gas y el petróleo, es decir que se había agotado negocio. A partir de 1965 la actividad comercial se dio por finalizada y durante varios años se mantuvo una guardia del Servicio Antártico Inglés. Después de los febriles años de factoría, la actividad pasó a ser prácticamente nula hasta el verano de 1981/82. Varios sucesos ponen otra vez a Georgias en el centro de la escena, esta vez los intereses no son económicos sino políticos. Como en todo acontecimiento histórico hay un detonante que provoca reacciones, pero para llegar a ese detonante se producen necesariamente varias acciones que derivan en una reacción. En 1965 nuestro País obtiene un gran triunfo con la resolución 2065 de la ONU, que reconoce la disputa de soberanía entre el Reino Unido y Argentina, respetando los intereses, no los deseos, de los ocupantes de Malvinas. En el marco de esa resolución nuestro País brindó una serie de beneficios para los habitantes de Malvinas. Desde la provisión de alimentos frescos hasta la construcción de un aeropuerto en el que operaba LADE (líneas Aéreas del Estado Argentino), incluyendo el envío de maestras bilingües y la educación de los niños Malvinenses en escuelas del continente. Como contrapartida el reino unido se negaba sistemáticamente a discutir sobre la soberanía.
Para fines de 1981, luego de una nueva frustración, nuestro País considera agotadas las negociaciones en el marco de aquella resolución. Paralelamente se producen dos acciones relacionadas en tiempo y espacio. Nuestra Armada proyecta la instalación de una base científica en las Georgias, montada con el mismo concepto que la estación de las Sandwich. Para ese mismo verano un chatarrero Argentino inicia un contrato, tramitado desde 1979, para desmontar los restos de Leith, Stromness y Husvick. El 19 de Marzo desembarcan en la Isla personal y equipos para iniciar las tareas. Más allá de la controversia de la Bandera que los trabajadores izaron el Leith, el verdadero incidente diplomático se produce porque los ingleses se presentan requiriendo sus pasaportes a los chatarreros. Hasta ese momento el traslado desde el continente a los territorios en disputa y viceversa se realizaba tramitando un pase llamado tarjeta blanca, los ingleses al reclamar el pasaporte rompen unilateralmente el acuerdo vigente para viajar. El incidente diplomático va escalando en intensidad a través de los días. El 22 de Marzo se le ordena al Buque Polar Bahía Paraíso partir desde Ushuaia a Georgias a prestar apoyo a los trabajadores, a fin que no sean deportados. El día 23 el buque llega a Orcadas a buscarnos a los integrantes del Batallón Antártico para integrarnos a la fuerza de apoyo. Los especialistas de Construcciones Navales, mecánica, electricidad, herrería y arquitectura pasábamos de trabajadores a Soldados en operaciones. A partir del 24 de Marzo nuestro buque se mantuvo navegando alrededor de Georgias a la espera de los acontecimientos. Obviamente desconocíamos los planes operacionales que se gestaban en el continente.
La escalada diplomática estaba poniendo a las autoridades argentinas en jaque. los ingleses habían puesto las cosas de manera tal que cualquier aceptación de sus condiciones implicaría reconocer su soberanía, algo que era impensado. Así, entre la espada y la pared, el 28 de marzo comienzan los aprestos para concretar un plan que se venía estudiando: La recuperación de las Islas Malvinas y sus dependencias. Volviendo a Georgias, los tripulantes del Bahía Paraíso nos enteramos, igual que todos nuestros compatriotas, de las acciones en Malvinas en la mañana del 2 de Abril. Esa misma noche los especialistas de la Armada en construcciones navales, mecánica, electricidad, herrería y arquitectura somos citados al hangar del buque. El jefe del grupo, Teniente de Navío Cortés, nos informa que al día siguiente una parte de nosotros iba a desembarcar en Leith para prestar apoyo y defensa a los obreros, en tanto que el resto quedaría en el barco para colaborar con un grupo de Infantes de Marina que llegaría en la Corbeta Guerrico para, entre todos, expulsar a los ingleses de las Georgias. El oficial nos explicó que, considerando que nuestro grupo estaba formado por profesionales, la participación en las acciones sería voluntaria. Todos, oficiales, suboficiales y soldados nos ofrecimos de voluntarios.
Cada vez que me preguntan porqué todos fuimos voluntarios
explico que la convivencia de meses en los trabajos en Sandwich y Orcadas
habían hecho de nosotros un grupo humano con una enorme cohesión. Recuerdo
noches apoyándonos unos a otros porque extrañábamos a la familia, o por el
simple cansancio propio del trabajo en condiciones extremas. La Patria es eso,
es la empatía con mi compañero, es trabajar juntos en un proyecto común. Las
personas defendemos aquello que amamos: nuestra familia, nuestra cultura,
nuestra casa, nuestra tierra. Por ese lazo es que todos fuimos voluntarios,
ninguno iba a permitir que otro corriera peligro sin ayudarlo.
El detalle de las operaciones bélicas es secundario a este
relato. Si es importante recordar a los Soldados Conscriptos Jorge Águila y
Mario Almonacid de la Infantería de Marina y al Cabo Primero Patricio Guanca de
la tripulación de la Corbeta ARA Guerrico, quienes murieron en Georgias para
que la Patria viva, a ellos Honor y Gloria.