La guerra de Malvinas ha sido analizada de distintas vertientes. Se han escrito numerosos libros (tanto políticos, diplomáticos, militares, etc) en torno a la guerra del Atlántico Sur; sin embargo, falta una obra integral que abarque todos estos temas desde una perspectiva histórica nacional. Enrique Díaz Araujo ha intentado unificarlo en una investigación de largo aliento. Numerosos artículos parciales y un libro polémico sobre el conflicto lo convierten en uno de los especialistas más importantes sobre Malvinas. Dado que no todo lo que ha escrito Díaz Araujo se encuentra publicado, y muchos puntos siguen siendo de gran interés, hemos decidido entrevistarlo con el fin de conocer su visión.
1. Un acercamiento al especialista El Dr. Enrique Díaz Araujo nació en Mendoza el 25 de abril de 1934. Se graduó en Abogacía en la Universidad de La Plata en donde también cursó hasta cuarto año el profesorado de Historia. Está casado, es padre de seis hijos y en 1999 alcanzó la jubilación en la docencia. Magistrado durante diecisiete años en la Justicia de la Provincia de Mendoza, se dedicó, simultáneamente, a la enseñanza y a la investigación histórica. Ha sido Profesor de Historia en la Universidad Nacional de Cuyo y ha dictado cursos en Universidades de Chile y de México. Es Miembro de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza y autor de unas 90 obras de las más variadas temáticas. Este hombre culto, polifacético, crítico agudo, jurista, historiador, filósofo, todo a la vez y, en cada tema, erudito y penetrante, bien dice Alberto Caturelli, se ha especializado en el análisis del pasado argentino; aunque, no por ello, ha dejado de profundizar sobre cuestiones de la historia universal o americana o sobre temas filosóficos, teológicos, jurídicos y educativos y todo lo ha realizado con tanta altura intelectual, que hoy sus trabajos constituyen una cita obligada para aquellos que se inicien en algunos de estos asuntos, siempre atrayentes.
Como historiador se identifica con la Escuela Nacional de la Historia, iniciada por Julio Irazusta. Sus libros, llenos de valiosos aportes y siempre respaldados por una cantera de citas, constituyen un corpus tan elaborado que es muy difícil que el lector honesto y respetuoso de la verdad no quede convencido frente a tal grado de precisión. Es hoy, a nuestro entender, el estudioso más destacado que haya producido la corriente historiográfica católica, tradicionalista y nacionalista en la Argentina. Hay en los trabajos de Díaz Araujo ciertas constantes, entre otras, el rescate de los valores tradicionales y el repudio a las ideas progresistas o revolucionarias, la lucha contra el imperialismo de cualquier naturaleza; la condena a todos los gobiernos que no hicieron de la defensa de la independencia su preocupación cardinal3 y, fundamentalmente, una profunda preocupación por el destino de su patria. Descendiente orgulloso de viejas familias mendocinas (los Araujos y los Vargas) que desde el siglo XVII viven en esta tierra, sostiene que el llevar mucho tiempo en un suelo dado,...solo otorga deberes, no privilegios4 y este espíritu se ve reflejado en su trayectoria pública. Ha sido el primero en estar presente a la hora de defender los intereses de la patria. Cuando se planteó la cuestión del Beagle, durante 1984, publicó una docena de artículos en rechazo de la entrega de las islas, escribió un libro, aún inédito, y logró, junto con un grupo de jóvenes, que el distrito de Mendoza alcanzara el mayor índice de votos por el “No” (33%), después de Tierra del Fuego y la Antártida, en todo el país. Por cierto, la guerra de Malvinas no le fue ajena. Apenas terminó el conflicto, cuando todos querían olvidar rápidamente esa “aventura incalificable”, Díaz Araujo hizo suyo el mandato del piloto mendocino Daniel Vázquez que atacó el portaaviones “Invencible”: No aflojés, que esto recién empieza e inició otra batalla. Con sus mejores armas -el estudio y la investigación- se adentró en el pasado para demostrar que la guerra de 1982 fue una guerra justa, que la Argentina tiene legítimos derechos históricos, geográficos y diplomáticos sobre Malvinas y que, pese haber perdido una batalla, no debemos olvidar la gesta del 2 de abril ni a sus héroes. En la imperiosa necesidad de encontrar la mayor cantidad de argumentos que respaldaran nuestros derechos, se enfrentó con los títulos dominiales sobre América y ello derivó en otra investigación sobre la Donación Pontificia a los Reyes Católicos, de la cual con el correr de los años se desprendieron una serie de artículos y el libro América, la bien donada, publicado en México, y que el mismo autor considera como uno de sus mayores aportes historiográficos. Simultáneamente, Díaz Araujo no dejó de analizar cada nuevo libro publicado sobre la guerra de 1982 o de dar su opinión sobre los actos diplomáticos de nuestros gobernantes, en artículos que muchos fueron publicados y otros quedaron archivados en la redacción de los diarios por ser demasiados polémicos o porque simplemente ya no resultaban de interés en un país contaminado por la campaña de “desmalvinización” De aquella original investigación sobre la guerra ha quedado un extenso libro inédito. Parte de sus conclusiones fueron volcadas en la obra 1982: La guerra que no fue (2002); de donde se puede ampliar parte de lo expresado aquí por nuestro entrevistado.
3- Un acercamiento al conflicto Malvinas
Dado que no podemos abarcar en una entrevista la totalidad de la cuestión, nos atendremos a los temas más polémicos.
- O.A. y J.L.T.: Profesor ¿es verdad que los archipiélagos son “unos desiertos” (como solía decir Jorge Luis Borges), llenos de peñascos helados que valen muy poco desde un punto de vista económico?
- E.D.A.: Las Malvinas son las islas más importantes del Atlántico Sud. Económicamente, tiene una reserva de hidrocarburos que superan en diez veces la del Mar Norte, y una alta capacidad de capturas pesqueras y la existencia de pinnipedos, cetáceos, krill, nódulos polimetálicos, algas, sin contar las miles de cabeza de ganado que se extienden por las islas ¿se podían seguir los desdenes borgianos...? La verdad es que la Argentina tenía brindado por la Providencia un inmenso y valioso espacio geopolítico, que de recuperarlo, podría transformar a este país en una genuina talasocracia.
- O.A. y J.L.T.: ¿Cuál era la situación a fines de 1981?
- E.D.A.: Los ingleses sabían que la Argentina estaba cansada de “hablar por hablar”, y que pronto exigiría concreciones que, por modo alguno, el Reino Unido estaba dispuesto a conceder. Para ello venían preparando, desde varios años atrás, la erección de una fortaleza armada en las islas. Es decir que Inglaterra preveía y buscaba la guerra. El 3 de abril de 1983, el ex ministro de Defensa John Nott admitió en el Parlamento: Si hubiésemos estado sin preparación ninguna, ¿cómo el siguiente lunes 5 de abril, unos pocos días después, hubiera podido la Armada Real ponerse en campaña en orden de batalla y con armamento y recursos propios de tiempo de guerra?... Los preparativos estaban en marcha desde hacía varias semanas. Estábamos listos. Por lo tanto, la acción armada inglesa en las Malvinas estaba prevista para 1982.
- O.A. y J.L.T.: ¿La Argentina también se había preparado para una posible guerra?
- E.D.A.: Nuestra clase dirigente, a diferencia de la inglesa, no se preparó para una guerra. Pensaban que todo se resolvería en los foros internacionales pacíficamente. La atención principal de los argentinos -antes, durante y después de la guerra- se centró en la ONU, como si de ese organismo dependiera íntegra nuestra suerte. Y por esa razón, no se adoptaron medidas adecuadas, no ya el de “ocupar para negociar” del Gral. Galtieri, sino el de “luchar hasta morir”, de nuestras mejores tradiciones bélicas.
qué medidas, a su entender, debía haber adoptado la Argentina para enfrentar una guerra que se presentaba como “indefectible ”?
- E.D.A.: Para una empresa bélica de tal magnitud, la Argentina debía admitir que la guerra sería forzosa, en primer lugar. En segundo término, que Inglaterra contaría con el auxilio norteamericano y de la NATO. Por último, que Chile intentaría sacar partido de la oportunidad en contra nuestra. Luego, las previsiones debían ser completas y rápidas. Nos limitaremos a indicar algunos ejemplos: Había que crear un Comando Conjunto de las tres Fuerzas, bajo el mando de un militar prestigioso que tuviera a su disposición tropas de élite y de montaña bien adiestradas en la Patagonia y una fuerza aeronaval unificada con suficientes ejercicios de ataques sobre buques de transporte y desembarco. Luego, mejorar el stock de armamentos del país y exigir a Israel la entrega de aviones comprados; entre otras cosas. Nada de lo expuesto constituía un requerimiento desorbitado para nuestro presupuesto; ni era llamativo a nivel internacional. También sin mucho costo se pudo haber transformado en aviones cisternas a nuestros transportes (C-130); modernizado la aviónica; reemplazado las ruedas de los camiones por orugas y adquirido suficiente cantidad de motocicletas “enduro” para la infantería. Finalmente, dejar preparado todo el material para prolongar la pista de aterrizaje de Puerto Argentino, así nuestros aviones podrían haber operado desde allí, manteniendo alejada a la Task Force. En fin que con algunas de esas medidas el poderío inglés hubiera quedado neutralizado. Esto se pudo hacer y no se hizo porque toda la clase dirigente en lugar de pensar en la guerra, pensaba en la paz.
- O.A. y J.L.T.: ¿Es común encontrar en los manuales de historia argentina que la decisión de recuperar Malvinas el 2 de abril de 1982 se hizo para tapar los problemas internos que tenía Galtieri y los militares del Proceso? ¿Qué hay de verdad en esto?
- E.D.A.: Los preparativos ingleses estaban en marcha desde hacía varias semanas y la Task Force fue despachada dos días y medio antes que la Junta (Militar Argentina) resolviera el probable ataque. Para Inglaterra la guerra empezó el 26 de marzo; para la Argentina, el 2 de abril. La distancia diferente que debían recorrer ambas flotas generó la idea de que había sido la Argentina la que empezó el conflicto bélico, simplemente porque llegó primero a las islas.
- O.A. y J.L.T.: ¿Fue adecuada la elección del día 2 de abril para recuperar las islas? ¿Por qué no se esperó, como estaba planificado, realizarla hacia mediados de mismo año?
- E.D.A.: En realidad, la Junta Militar fijó el día 26 de marzo al 2 de abril como "Día D", impulsada por una actividad de desinformación adversaria ya que el mando inglés difundió una mentira: la zarpada del submarino nuclear HMS Superb hacia Malvinas. Con ello consiguió que el mando argentino estimara que en 15 días arribaría a Stanley, y que, en consecuencia, sería casi imposible entonces el envío de nuestra Fuerza de Tareas Anfibia 40, por los obvios riesgos de torpedeamiento de sus buques. Luego, se decidió el adelantamiento de la fecha.
- O.A. y J.L.T.: De todos modos, ¿cuál es su opinión personal al respecto?
- E.D.A.: Ante esa decisión es muy difícil formular un juicio intelectual posterior. El examen de oportunidad que hizo la Junta, que implica un juicio prudencial, no es posible reconstruirlo. Es claro que a la Argentina le convenía esperar un tiempo. En julio contaríamos con buques, aviones y misiles adicionales. Pero la interdicción submarina sería también concluyente. En tal caso, el beneficio de la duda ampara al Gobierno; máxime que éste tuvo el notable mérito histórico de ordenar el "Operativo Rosario". Aunque los cálculos fueran erróneos, aunque el momento elegido no fuera el oportuno, aunque los propósitos del Operativo fueran equivocados, el sólo hecho de romper la inercia de un siglo y medio de parálisis política, lo justifica ampliamente.
- O.A. y J.L.T.: Volvamos a la defensa de Malvinas. ¿Los argentinos cómo tendrían que haber preparado la defensa de Malvinas?
- E.D.A.: En primer lugar, el tener un conocimiento previo era inexcusable para cualquier proyecto bélico. Lamentablemente, el terreno de la eventual batalla, sin cuyo estudio no hay estrategia posible, era ignorado por los mandos militares. No se tuvo en cuenta, los sistemas de altura, los oasis protegidos de los vientos; los caminos y sendas; la ubicación de ríos y arroyos donde cubrir la escasez hídrica potable y la falta de alimentos. Se ha insistido en las carencias al respecto, sin nombrar que existen recursos alimenticios suficientes y que existían cientos de viviendas con luz eléctrica, sanitarios y agua caliente que demostraban que no era ése un desierto donde cupiera perecer en la intemperie. Si se hubiera sabido de esta tremenda dicotomía territorial: ¿se hubieran mandado tropas al páramo central a luchar contra la naturaleza, o se hubieran destinado a esos lugares humanamente confortables? En segundo lugar, esperar al enemigo, sin malgastar ni buques ni aviones, ni desplegar tropas a la intemperie, hasta el momento preciso que comenzara la operación anfibia adversaria. Lo menos aconsejable para la defensa era adoptar posiciones estáticas para una guerra de trincheras tipo 1914.
Por supuesto, Puerto Argentino, se debió haber reforzado con los cañones de 6 pulgadas y alcance de 20 km. Creemos que con la mitad de los MM-38, de 42 km de alcance, montados en plataformas móviles y acompañados de radares se podría haber multiplicado la capacidad de defensa. Otro tanto cabe decir de los cañones de 155 mm, de 20 km de alcance, de los cuales el EA sólo transportó 3. De todos modos, era casi obvio que los ingleses no iban a poner en riesgo completo su desembarco atacando la fortificada capital. Tampoco se podía saber donde iban a desembarcar los ingleses; pero sólo tres sitios eran los previsibles: Fitz Roy, Bahía de la Anunciación y San Carlos. En San Carlos desembarcaron el 21 de mayo; pero ese puerto no había sido protegido convenientemente.
- O.A. y J.L.T.: Otra falencia operacional que provoca polémica es la extensión de la pista de Puerto Argentino. ¿Por qué no se amplió la misma para facilitar el descenso y ascenso de aviones A4 y Mirages y así controlar el espacio aéreo?
- E.D.A.: El porqué no se alargó la pista de aterrizaje con planchas de aluminio, es difícil de explicar. Si se hubiera ampliado y llevado a ellas aviones de combate, en vez de dejar que éstos operaran desde el continente al extremo de su alcance, el centro de gravedad de la guerra se hubiera desplazado y los desembarcos enemigos hubieran sido costosísimos. Pero, nada se hizo y esa falla, como señala el Alte. US Train, fue fatal y tuvo profundo impacto tanto en la guerra marítima como en la terrestre.
Las justificaciones son variadas: dicen que no se alargó porque los asesores técnicos de la Fuerza Aérea consideraron imposible prolongarla; porque era “una tarea titánica”; porque al carecer de aeródromo de alternativa, en el caso de ser inutilizada, los cazas no tendrían dónde volver, etc. Dichas respuestas no nos convencen. A pesar que la pista de Puerto Argentino había sido alargada unos 80 m, sólo podía utilizarse por aviones de alta perfomance en caso de emergencia. Y en el caso que quedara inutilizada esa pista, los aeródromos patagónicos eran la alternativa. No era una tarea titánica. En San Julián, demandó instalar una longitud siete veces mayor a la de Malvinas, un poco más de una semana. A los ingleses, las tareas de extensión de la pista de Puerto Stanley no les llevó más de 10 días. En fin, aquí no hubo una “tremenda imprevisión” sino una tremenda decisión, perfectamente premeditada, de ciertos jefes de la FAA.
- O.A. y J.L.T.: El Almirante Carlos Büsser dice que el 22 de mayo cuando los ingleses desembarcaron en San Carlos, la Argentina perdió la gran oportunidad favorable y ella no apareció nunca más. ¿Qué explicación nos puede dar sobre este suceso decisivo?
- E.D.A.: Con el desembarco inglés la oportunidad del contraataque era ésa y no otra. Había que concentrar todo el poder de fuego argentino en procura de una definición completa. El ARA, con sus corbetas, submarinos, lanchas y con su fuerza aeronaval y las FAA, con los 100 aviones de combate, debían atacar los buques de transporte y lanchas de desembarco de tropas, mientras las fuerzas de tierra avanzaban hacia San Carlos, las unidades de élite debían ser transportada en helicópteros artillados para impedir la consolidación de la cabecera de puente. El resto de la tropa deberían emprender la marcha hacia esa zona. Pero nada de esto se hizo, tolerando, plácidamente, el establecimiento de la cabecera de playa británica.
- O.A. y J.L.T.: Aún con todos los errores cometidos por los argentinos durante el conficto, Ud. concluye que la victoria era posible hasta en los últimas días.
- E.D.A.: Hasta las semanas finales de la lucha, en el comando naval de la NATO se preveía "la victoria argentina”. Expertos militares ingleses coinciden que Gran Bretaña pudo perder la guerra. Charles Koburger ha estimado que los británicos ganaron, no por superioridad bélica, sino por las oportunidades que los argentinos perdieron en San Carlos, Darwin y Bahía Agradable; el Secretario de Marina de USA, John F. Lehman, dijo: La rendición de los argentinos parece haber llegado justo a tiempo para las fuerzas británicas, cuyas provisiones de municiones estaban agotadas. Éstos dictámenes objetivos demuestran la falsedad del mito de la invencibilidad británica. Leyenda ésta tejida con el objetivo notorio de convencernos de que “nunca más” podríamos enfrentar al colonialismo, y que, por lo tanto, debíamos eliminar la esperanza de la Reconquista. Tal la campaña de posguerra que se denominó “desmalvinización”. Porque el imperialismo no se conforma con vencer, también quiere convencer.
- O.A. y J.L.T.: ¿Por qué parece que los argentinos lucharon a media máquina durante todo el conflicto y no vencieron a los ingleses?
- E.D.A.: Si eso no ocurrió fue por la indignidad, por un lado, de muchos dirigentes, civiles y uniformados, que en Buenos Aires, en la antesala de la embajada norteamericana, tramaban nuestra derrota, y, por otro lado, la incompetencia del mando táctico que flaqueó en los momentos decisivos.
- O.A. y J.L.T.: ¿Tuvo algo que ver con esto las reuniones realizadas por los generales argentinos en Buenos Aires?
- E.D.A.: Eso es lo que se desprende del libro de los periodistas ingleses A.Gavshon y D.Rice en el libro El hundimiento del Belgrano. Allí se señala que el Io de mayo entre 15 y 20 generales reunidos en Campo de Mayo decidieron que la Argentina debía negociar y evitar a toda costa la guerra. El Gral. de división Vaquero, jefe del Estado Mayor, luego reunido con los más altos jefes en el edificio del Estado Mayor Conjunto, le resumió al Presidente Galtieri las recomendaciones de lo acordado anteriormente: No queremos guerra abierta. Sumado a ello, la presión del Gral.(R) norteamericano Vernon Walters y el embajador Harold Schlaudeman que convencieron a diferentes políticos (Alfonsín, Cafiero, Trócoli, Ricardo Yofre) y militares (Gral. Viola, Gral. Bignone, Gral. Villarreal, etc), a fin de que vehiculizaran un recambio gubernamental que hiciera cesar la guerra, completa el cuadro de nuestra anticipada derrota.
- O.A. y J.L.T.: Sin embargo, a diferencia de estos generales que se resistían a hacer la guerra abierta, hubo militares que no tuvieron miedo a enfrentar a los ingleses. ¿Qué sorpresa se encontraron nuestros enemigos en el Monte Tumbledown ?
- E.D.A.: Por primera y única vez en la guerra, los ingleses se enfrentaron con toda una unidad de combatientes profesionales argentinos. El 12/13 de junio, el BIM 5 (Batallón de Infantería de Marina N° 5), a cargo de la defensa de Monte Tumbledown, se enfrentó al ataque de la Guardia Escocesa de la Reina. El número de bajas sufridas por los británicos sería tan elevado que sus mandos se vieron obligados a ocultarlo, aún ahora, para proteger el mito de la invencibilidad británica. Pasada la noche del 13 de junio, el BIM 5 se replegó hacia el Sapper Hill, para planificar el contraataque. Dos veces se le ordenó cesar en el combate; pero el BIM 5 siguió combatiendo hasta las 12,30 hs, pese que ya el Gral. Menéndez hacía dos horas que había firmado la rendición. A la tercera orden de hacer un alto el fuego, armas al hombro, el BIM 5 se retiró hacia Puerto Argentino. Pero, todavía a las 14.15 hs. del 14 de junio, la retaguardia del repliegue tomó contacto con una formación enemiga de 8 helicópteros. Murieron 3 conscriptos y uno quedó herido. Los británicos tuvieron alrededor de 40 muertos y 2 helicópteros abatidos. Ahí terminó la batalla. En junio de 1982, el General Menéndez, solicitó una sanción para Robacio, comandante del BIM 5, por haber continuado combatiendo cuatro horas, a pesar de haber recibido la orden de deponer las armas. El empeño en el combate fue objeto de sanción disciplinaria.
- O.A. y J.L.T.: Con el respeto adecuado que debemos tener a todos los argentinos que murieron en el conflicto, ¿merecen todos el mismo calificativo de héroes de Malvinas?
- E.D.A.: No todo los caídos en Malvinas merecen el apelativo de héroes. Héroes son aquellos que ofrenden su vida, en forma voluntaria por la Patria. No todos los soldados que mueren en una guerra lo hacen de esta forma; pues muchos de ellos caen sin convicciones por las causas por la que combaten y muchos, incluso, mueren contra su propia voluntad.
- O.A. y J.L.T.: Para Ud. ¿Quésoldados merecerían considerarse héroes?
- E.D.A.: Deberíamos recordar; aunque algunos no hayan muerto en el campo de batalla, a Pedro Edgardo Giachino, a Roberto Néstor Estévez, a J.J. Gómez Centurión, a Braghini, Chananpa, Aliaga y Peluffo, a Juan Domingo Baldini, Marcelo Llambías, Oscar Silva y Daniel Vázquez, entre otros.
- O.A. y J.L.T.: Por último, profesor, la guerra de Malvinas ¿qué significado histórico tiene para los argentinos actuales?
- E.D.A.: La historia es maestra de la vida, según Cicerón, y de las derrotas, conforme a Simón Bolivar, se puede extraer la lección histórica más dura, que configure un futuro mejor. Para que eso acontezca, lo primero es contar con buena memoria. Cual decía en su "Reto" el poeta Enrique Vidal Molina: Ni silencio ni olvido: que nos duela/ como un dolor de artera puñalada/.../que nadie mienta: "No ha pasado nada". /Vivamos en eterna duermevela /de nuestros muertos/.... Es decir: no perderse en los episodios cambiantes del día, y poner oído a la voz de bronce de la Argentina eterna, que siempre resucita de sus cenizas sin rendirse moralmente. Así hay que vivir cada aniversario del 2 de abril. Y esperar sin bajar la guardia. Porque la esperanza, lo dijo Goethe, es una memoria que obstinadamente nos aguarda.