En la mañana de hoy tuve oportunidad de participar en el Primer Foro de Integración Correntino - Paraguaya organizado por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción (FACSO - UNA) y la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) y que se llevó a cabo de forma virtual este 26 y 27.11. Debate sobre los vínculos, la historia y las construcciones sociales que involucran a la Provincia de Corrientes de Argentina y el Paraguay. Debate en el marco en el proyecto de Extensión de la FACSO-UNA, del mismo nombre. Con destacados historiadores y Profesores Universitarios como Jorge Deniri, Dardo Ramírez Braschi, Julio R. Otaño, Daniel Manzur, Andrés Salvador, Fabián Nieves , Walter Aragor, Virginia Cabrera, Gabriela Quiñones, Ruth Carina Martínez Jiménez, Fabián Hamm y el prestigioso historiador Estadounidense Thomas Whigham del Departamento de Historia de la Universidad de Georgia
Rosas

domingo, 31 de octubre de 2021
Jorge Deniri "Expedición de Belgrano al Paraguay" - Foro de Integración Correntino - Paraguaya
En la mañana de hoy tuve oportunidad de participar en el Primer Foro de Integración Correntino - Paraguaya organizado por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción (FACSO - UNA) y la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) y que se llevó a cabo de forma virtual este 26 y 27.11. Debate sobre los vínculos, la historia y las construcciones sociales que involucran a la Provincia de Corrientes de Argentina y el Paraguay. Debate en el marco en el proyecto de Extensión de la FACSO-UNA, del mismo nombre. Con destacados historiadores y Profesores Universitarios como Jorge Deniri, Dardo Ramírez Braschi, Julio R. Otaño, Daniel Manzur, Andrés Salvador, Fabián Nieves , Walter Aragor, Virginia Cabrera, Gabriela Quiñones, Ruth Carina Martínez Jiménez, Fabián Hamm y el prestigioso historiador Estadounidense Thomas Whigham del Departamento de Historia de la Universidad de Georgia.
Julio R. Otaño "Rosas y el Paraguay" - Primer Foro de Integración Correntino - Paraguaya organizado por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción (FACSO - UNA) y la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE)
En la mañana de hoy tuve oportunidad de participar en el Primer Foro de Integración Correntino - Paraguaya organizado por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción (FACSO - UNA) y la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) y que se llevó a cabo de forma virtual este 26 y 27.11. Este foro contó con la Adhesión del INSTITUTO NACIONAL DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS JUAN MANUEL DE ROSAS Y EL INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS JUAN MANUEL DE ROSAS DE GRAL SAN MARTÍN. Y EN REPRESENTACIÓN DE DICHAS INSTITUCIONES PARTICIPÉ DEL Debate sobre los vínculos, la historia y las construcciones sociales que involucran a la Provincia de Corrientes de Argentina y el Paraguay. Debate en el marco en el proyecto de Extensión de la FACSO-UNA, del mismo nombre. Con destacados historiadores y Profesores Universitarios como Jorge Deniri, Dardo Ramírez Braschi, Daniel Manzur, Andrés Salvador, Fabián Nieves , Walter Aragor, Virginia Cabrera, Gabriela Quiñones, Ruth Carina Martínez Jiménez, Fabián Hamm y el prestigioso historiador Estadounidense Thomas Whigham del Departamento de Historia de la Universidad de Georgia.
Juan Bautista Alberdi y el Restaurador:
Por el Prof. Jbismarck
Alberdi, con su Memoria descriptiva sobre Tucumán: (1834), con sus publicaciones en el periódico La Moda (1837) y otros, habría inaugurado en el Río de la Plata, los tres grandes temas sobre los que se organizaría el "americanismo literario": el paisaje, las costumbres y las tradiciones. A los 25 años Juan Bautista Alberdi, formaba parte de Asociación de Mayo; jóvenes románticos, idealistas y liberales, obnubilados por las nuevas corrientes filosóficas y encandilados los “las luces” de Europa, creen poder convencer a Rosas de sus ideas. Alberdi lo llama “el Gran Rosas”. Hacia 1837 Buenos Aires era el lugar donde la anhelante juventud estudiosa de una nueva generación, recibía y asimilaba las doctrinas europeas. Era el auge del romanticismo literario y político. Las ideas de los siglos XVII y XVIII imponían su sello característico: junto a Montesquieu y Rousseau, se leía a Hobbes y Locke, a Vico, Cousin, Lerminier y Saint Simon. Pronto, al ver que Rosas no está en camino de aplicar las libertades ni filosofías de la Revolución Francesa, serán sus enemigos. Alberdi publica artículos en “La Moda” de crítica costumbrista, con el seudónimo de Figarillo. Este grupo de jóvenes afrancesados se sienten en cierta forma amenazados y Alberdi, temeroso, pide audiencia a Rosas: “Más tolerante que sus consejeros, me dispensó de ella, mandándome palabras calmantes por medio de Mariño” confesará Alberdi. Según ellos mismos lo dijeron, querían el progreso del país, en base a la libertad. La primera exposición de las ideas y propósitos de esta nueva generación, fue expuesta por Juan Bautista Alberdi, en su libro “Fragmento preliminar al estudio del derecho”, editado en Buenos Aires y que fuera dedicado al gobernador de Tucumán y protector del autor, el “Indio” Alejandro Heredia. Alberdi indica que saber leyes no es saber derecho, que la jurisprudencia es filosofía y no arte mecánica y que atenerse a la intención lógica y no a la gramatical, para interpretar las leyes es lo correcto. Y que un pueblo, para ser independiente, además de ser civilizado, deberá tener una conciencia nacional, por medio de una filosofía propia.
Critica en consecuencia las imitaciones extranjerizantes hechas en el país y cree que la libertad de la razón debe ser amplia y en todo: en el obrar, en el creer y en el actuar. Estos atributos del pueblo, deben lograrse por la misión de la juventud en forma de un desarrollo pacífico; y para ello “Nosotros hemos debido suponer en la persona grande y poderosa que preside nuestros destinos públicos, una fuerte intuición de estas verdades”. Es decir que Alberdi y con él la generación de 1837, se creyó compenetrada con la actuación de Juan Manuel de Rosas, a la sazón Gobernador de la Provincia de Buenos Aires y Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina. Era en la época, la justificación de la política de Rosas y de cómo entendía este que debía organizarse el país, ideas que expresara a Juan Facundo Quiroga en su famosa carta de la hacienda de Figueroa, enviada al riojano cuando este comenzaba el viaje a Santiago del Estero, que posteriormente lo llevaría a ser asesinado en febrero de 1835. O sea que para constituir un país, la elaboración debería ser lenta y progresiva, tratando de unir voluntades en una política de coincidencias, la que debería estar de acuerdo a las características propias de la nacionalidad. Alberdi cree que la popularidad es el signo de la legitimidad de los gobiernos y que cuando estos tienen tal cualidad, no caen. ¿Y qué límites y restricciones deberán de tener los gobiernos? Y Alberdi afirma tajantemente: “El límite de que aquí se trata, ya sea que este derecho resida escrito en la carta constitucional de la nación, ya en la razón del pueblo, o solamente en la conciencia del gefe supremo del Estado, como sucede entre nosotros. En este sentido cuantas veces se ha dicho que el poder del Sr.Rosas no tiene límites, se ha despojado aunque de buena fe, a este ilustre personage del título glorioso de Restaurador de las Leyes: porque las leyes, no siendo otra cosa que la razón o el derecho, restaurar las leyes es restaurar la razón o el derecho, es decir, un límite que había sido derrocado por los gobiernos despóticos, y que hoy vive indeleble en la conciencia enérgica del gran general que tuvo la gloria de restaurarle. No es pues ilimitado el poder que nos rige, y sólo el crimen debe temblar bajo su brazo. Tiene un límite, sin duda, que por una exigencia desgraciada pero real, de nuestra patria, reside en una conciencia, en vez de residir en una carta. Pero una conciencia garantida por más de cuarenta años de una moralidad irrecusable y fuerte, no es una conciencia temible”. Sin embargo al poco tiempo cambia de opinión; Emigrado en Montevideo (1838), junto a otros jóvenes se dedicará a combatir a Rosas. Alberdi reconoce que emigran espontáneamente, sin ofensas ni odios ni sin motivos personales, y solo por combatir la “tiranía”. Desde “El Nacional” predica la alianza entre los emigrados y la escuadra francesa que bloquea y ataca. A la confederación. Cuales son los argumentos? “nosotros no somos hijos de nuestra tierra sino de la Humanidad” (...) “para los espíritus vastos y serios que saben no estacionarse en el círculo estrecho de la Nación, la patria es la Humanidad”. Dice Alberdi. . Si bien estuvo en el exilio (voluntario) varios años y colaboró con la emigración, algún tiempo después continuaría con sus ideas ya manifestadas, al escribir “La República Argentina treinta y siete años después de su Revolución de Mayo” En 1847 Chile, publica en Chile “La Republica Argentina luego de 37 años después de la revolución de Mayo” donde dice ...”Rosas es un mal y un remedio a la vez”… “Bolívar no ocupó tanto el mundo con su nombre como el actual gobernador de Buenos Aires “….”el nombre de Washington es adorado en el mundo, pero no más conocido”….”los Estados Unidos, a pesar de su celeridad, no tienen hoy un hombre público más expectable que el General Rosas” ...”se habla de él popularmente de un cabo al otro de América”…”no hay lugar en el mundo donde se ignore su nombre....”porque no hay uno a donde no llegue la prensa inglesa y francésa que hace diez años lo repiten día por día”... ”que orador, que escritor célebre del siglo XIX no le ha nombrado, no ha hablado de él muchas veces? Guizot, Thiers, O´Connell, Lamartine, Palmerston, Aberdeen. ¿Cuál es la celeridad parlamentaria de esta época que no se haya ocupado de él”... A pesar de ser un enemigo político de Rosas, dice honestamente ...”Si se pidiesen títulos de Rosas a la nacionalidad argentina, yo contribuiría con un sacrificio no pequeño al logro de su rescate”...”El primer partido de América que haya repelido a los estados de Europa, es el de Rosas”
En 1857 Alberdi era Ministro de la Confederación en Londres. En una reunión privada se encuentran Rosas y Alberdi, los dos viejos adversarios. Alberdi mismo relatará el encuentro. Dice que cuando entró encontró a Rosas hablando con las damas en ingles, y lo describe como “un hombre entretenido y de cierta distinción”. Se dan la mano “con palabras corteses”, sin odios ni rencores. Conversan privadamente. ¿De que hablan ? Según Alberdi, Rosas le pide decirle al general Urquiza que le está ...”intensamente agradecido por su conducta recta y justa hacia él; que si algo poseía hoy para vivir, a él se lo debía”... Reitera sus palabras de...”respeto y sumisión al gobierno nacional”... y “habla con moderación y respeto de todos sus adversarios”. Con Alberdi hablan de cosas de la vida cotidiana en Inglaterra, de caballos ingleses y de su caballo, de su difícil situación económica, y le declara no haber traído dinero de Buenos Aires, pero sí todos sus papeles históricos en cuya autoridad descansa...”El dice que guarda sus opiniones, sin perjuicio de su respeto por la autoridad de la Nacion” Dice Alberdi que Rosas no es fanfarrón ni arrogante, y que se muestra “juvenil y atento” a pesar que a sus 74 años se encuentra en el destierro y en la pobreza, abandonado de todos, calumniado e injuriado. Esta entrevista inicia una amistad entre los dos hombres, y Alberdi llegará a comprender a Rosas. En 1863, en correspondencia posterior Alberdi le dice a Máximo Terrero: ”...el señor Elizalde ha entrado en sus últimos trabajos diplomáticos con la misma política exterior que el general Rosas tuvo antes que conociera la Europa. Fiel a su destino se ve que Elizalde marcha siempre a raya del general Rosas ¡ Ah, si al menos imitasen su energía y dignidad” ”que justificación solemne recibe con todo esto el general Rosas”... Le expresa que no quiere molestarlo..”en su retiro digno y laborioso”...y que Rosas “está dando lecciones a los generales americanos que la demagogia echa a las playas europeas, llenos de plata y ávidos de placeres” (1 de octubre de 1863) En carta a Manuelita (13-01-1864) le dice que ...”difícilmente se puede dar cabeza que exprese la posesión de un talento superior tan elocuente como la de nuestro antiguo Jefe Supremo del Río de La Plata”... y agrega que “lord Byron habría envidiado la fascinación irresistible de su mirada”. A Terrero, el 19 de julio de 1863 ...” En el mismo lugar en que debiera tributarse elogio y respeto al general Rosas, que tuvo tan alto el estandarte de San Martín, lo ultrajan del modo más cobarde e ingrato”...” Me gusta mucho oírle a Ud. que el general Urquiza contempla y respeta al general Rosas, en lo que prueba cordura y sensatez”. Y todo esto no lo dice un “fanático Federal”. Lo dice un antigua adversario y enemigo político, en su madurez intelectual y despojado de pasiones. Al saber del incendio de la chacra de Rosas, le escribe a Terrero diciendo que “ teme sea obra de los enemigos de Rosas con el fin de hacer desaparecer sus papeles” y el 8 de agosto de 1863, desde Caen...”La causa real del general Rosas se halla triunfante y respetada hasta en esos puntos más vulnerables, por sus enemigos; y él ¿es acusado criminalmente?”... Luego se pregunta porque ha sido procesado Rosas...”el único que lleva vida digna y se tiene en una reserva llena de decoro y de honor”. Habla luego de su proyecto de una defensa de Rosas, y cree que ...”una corta Memoria, bien acompañada de una masa de documentos, sería más eficaz que un grueso libro”...y pidiendo disculpas de no haberlo visitado añade...…”El ejemplo de moderación y dignidad que está dando a nuestra América, despedazada por la anarquía, es para mí, una prenda segura de que le esperan días más felices que los actuales”
El 14 de agosto de1864, en carta que contiene el plan de la Memoria propuesto por Alberdi, el mismo agrega que ...” El ejemplo de Rosas, de refugiado digno, resignado. Laborioso, en Europa, no tiene ejemplo sino el de la vieja Roma” ...y comparándolo con otros generales desterrados en Europa, dice ...”solo él no ha conspirado para recuperar el poder, ni ha hecho la corte a los reyes, ni buscado espectabilidad, ni ruido. Solo él ha vivido del sudor de su trabajo de labrador, sin admitir favores de extraños”...”Es indigno y vergonzoso atacar a un hombre semejante y en semejante situación”...y opina que la “Memoria debe ser sin frases y reducirse a cifras, documentos y hechos: valor de la moneda en tiempo de Rosas y en la actualidad; la deuda de entonces y al de hoy; la ley que dio el poder a Rosas; sus renuncias; las aprobaciones Legislativas de sus actos; los títulos y honores recibidos; las fronteras de entonces y las de hoy; la fortuna que tuvo Rosas y la que tiene hoy”... y haciendo referencia al sable de la independencia agrega... ...”no hay que olvidar el testamento de San Martín”...”como vive en Europa y las atenciones de que es objeto”. Cree que Rosas “debe defenderse hasta por patriotismo, por decoro de su país. …Callar sería dar la razón al que habla, aunque no la tenga” En 1865 en carta a Terrero le dice que ...”Cuando veo la nación sin gobierno, yo le preguntaría a Urquiza ¿para que volteó a Rosas? ¿no dijo que Ud que era para organizar y constituir un gobierno nacional regular? Lo que hoy existe ¿es gobierno regular? El 13 de marzo de 1866, hablándole a Terrero de su folleto “Crisis de 1866”...”Había una página en que parangonaba los gobiernos, o , más bien, las personas del general Rosas y del General Mitre, para hacer resaltar la enorme superioridad del primero.” ... y preocupado por la salud de Rosas ...”Hoy es necesaria su vida, no solo para ustedes y muchos amigos, sino para la historia y tal vez para el porvenir inmediato de nuestro País” En 1867 dice Alberdi...”Mi pasado político me gobierna un poco, pero él no me impedirá, llegada la oportunidad que ha de venir, de tributar a la justicia histórica, en obsequio de muchos títulos que le asisten a él, el testimonio público de mis convicciones al su respecto”
Alberdi dirá también que “Mientras se
levantan altares a San Martín su espada está en Southamptom, sirviendo de
trofeo monumental a la tumba de Rosas, puesta en ella por la manos mismas del
héroe de Chacabuco y Maipú” y agrega: “Su
conducta en Europa no ha sido inferior a la de San Martín”. Afirma que su respeto al vencedor, “sin coacción ni motivo de temor, es tenido
en todo país civilizado como respeto liberal a la Ley. Este solo antecedente lo
hace merecedor de que sea la tierra clásica de la libertad la que pese ligera
sobre sus restos mortales”. Y en un rasgo de noble arrepentimiento exclama:
“Yo combatí su gobierno. Lo recuerdo con
disgusto”. Alberdi comprende
finalmente su error y trata de enmendarlo. Una
verdadera honestidad intelectual de este hombre singular, que reconoce los
méritos de su viejo adversario, sin rencores ni pasiones. Otros en cambio terminaron
escribiendo una “historia oficial” totalmente tergiversada y escrita con
rencores y odios.
Bibliografía:
Alberdi, Juan
bautista “Obras Completas”
Gonzalez Arzac,
Alberto “Alberdi el argentino ausente” en revista Todo es Historia Nro 39
Las cartas rosistas
de Alberdi / Comentaric de Adolfo Saldias
Oliver Juan Pablo "El verdadero Alberdi"
Rosa, José María
“Historia Argentina”
Sierra Vicente D. "Historia Argentina"
Los Capiangos de Facundo Quiroga
Por el Prof. Jbismarck
Según Adolfo Saldías el general Facundo Quiroga era, un hombre “valeroso hasta la temeridad, sagaz hasta lo increíble, fecundo en expedientes singulares, tremendo en las victorias, más tremendo todavía en las derrotas, y con chispas de genio para sacar provecho de las dificultades que le suscitasen”. Producto seguramente de la mezcla de una personalidad singular con el momento histórico de los enfrentamientos intestinos y el paisaje agreste de su tierra en los que le tocó actuar, “un espíritu sacudido por el frenesí de las luchas estupendas, en las cuales se agrandaba como se agranda un turbión cuando más recia es la borrasca que lo levanta”. Paz era en cambio, según la pluma del mismo autor, un general “rígido y grave”, un hombre culto y correcto sin afectación, dueño de una timidez que “llegaban al punto de que se ruborizaba en el trato con las gentes”, “parco en la palabra”, al que le faltaba un brazo, y que no sabía montar a caballo, “lo que era un fenómeno tratándose de un general argentino”
José María Paz, en sus Memorias póstumas escribió: “En las creencias populares, con respecto a Quiroga, hallé también un enemigo fuerte a quien combatir; cuando digo populares, hablo de la campaña, donde esas creencias habían echado raíces en algunas partes, y no solo afectaban a la última clase de la sociedad. Quiroga era tenido por un hombre inspirado; tenía espíritus familiares que penetraban en todas partes y obedecían sus mandatos; tenía un célebre caballo moro (así llaman al caballo de un color gris), que a semejanza de la sierva de Lertorio, le revelaba las cosas más ocultas, y le daba los más saludables consejos; tenía escuadrones de hombres, que cuando los ordenaba se convertían en fieras, y otros mil absurdos de este género. Citaré algunos hechos ligeramente, que prueban lo que he indicado.
Conversando un día con un paisano de la campaña, y queriendo
disuadirlo de su error, me dijo: “Señor, piense usted lo que quiera, pero la
experiencia de años nos enseña que el señor Quiroga es invencible en la
guerra, en el juego, y bajando la voz, añadió, en el amor. Así es que, no
hay ejemplar de batalla que no haya ganado; partida de juego, que haya perdido;
y volviendo a bajar la voz, ni mujer que haya solicitado, a quien no haya
vencido”. Como era consiguiente, me eché a reír con muy buenas ganas; pero el
paisano ni perdió su seriedad, ni cedió un punto de su creencia.
Cuando me preparaba para esperar a Quiroga, antes de la Tablada, ordené al comandante don Camilo Isleño, que trajese un escuadrón a reunirse al ejército, que se hallaba a la sazón en el Ojo de Agua, porque por esa parte amagaba el enemigo. A muy corta distancia, y la noche antes de incorporárseme, se desertaron ciento veinte hombres de él, quedando solamente treinta, con los que se me incorporó al otro día. Cuando le pregunté la causa de un proceder tan extraño, lo atribuyó al miedo de los milicianos a las tropas de Quiroga. Habiéndole dicho que de qué provenía ese miedo, siendo así que los cordobeses tenían dos brazos y un corazón como los riojanos, balbuceó algunas expresiones, cuya explicación quería absolutamente saber. Me contestó que habían hecho concebir a los paisanos, que Quiroga traía entre sus tropas cuatrocientos capiangos, lo que no podía menos que hacer temblar a aquellos. Nuevo asombro por mi parte, nuevo embarazo por la suya, otra vez exigencia por la mía, y finalmente, la explicación que le pedía. Los capiangos, según él, o según lo entendían los milicianos, eran unos hombres que tenían la sobre-humana facultad de convertirse, cuando lo querían, en ferocísimos tigres, “y ya ve usted”, añadía el candoroso comandante, “que cuatrocientas fieras lanzadas de noche a un campamento, acabarán con él irremediablemente”. Tan solemne y grosero desatino no tenía más contestación que el desprecio, o el ridículo; ambas cosas empleé, pero Isleño conservó su impasibilidad, sin que pudiese conjeturar si él participaba de la creencia de sus soldados, o si sólo manifestaba dar algún valor a la especie, para disimular la participación que pudo haber tenido en su deserción: todo pudo ser. Un sujeto de los principales de la Sierra, comandante de milicias, Güemes Campero, había hecho toda la campaña que precedió a la acción de la Tablada, con Bustos y Quiroga; vencidos estos, se había retirado a su departamento, y después de algún tiempo que se conservó en rebeldía, fue hecho prisionero y cayó en mi poder. Un día estando comiendo, algunos oficiales tocaron el punto de la pretendida inteligencia de Quiroga con seres sobre-humanos, que le revelaban las cosas secretas, y vaticinaban el futuro. Todos se reían, tanto más, cuanto Güemes Campero, callaba, evitando decir su modo de pensar. Rodando la conversación, en que yo también tomé parte, vino a caer en el célebre caballo moro, confidente, consejero, y adivino de dicho General. Entonces fue general la carcajada y la mofa, en términos, que picó a Güemes Campero, que ya no pudo continuar con su estudiada reserva; se revistió, pues, de toda la formalidad de que era capaz, y tomando el tono más solemne, dijo: “Señores, digan ustedes lo que quieran, rían cuanto se les antoje, pero lo que yo puedo asegurar, es que el CABALLO MORO se indispuso terriblemente con su amo, el día de la acción de la Tablada, porque no siguió el consejo que le dio, de evitar la batalla ese día; y en prueba de ello, soy testigo ocular, que habiendo querido poco después del combate, mudar caballo y montarlo [el general Quiroga no cabalgó el moro en esa batalla), no permitió que lo enfrenasen por más esfuerzos que se hicieron, siendo yo mismo uno de los que procuré hacerlo, y todo esto, era para manifestar su irritación por el desprecio que el General hizo de sus avisos”. Traté de aumentar algunas palabras para desengañar aquel buen hombre, pero estaba tan preocupado, que me persuadí de que era por entonces imposible.
A vista de lo que acabo de decir, (…) fácil es comprender
cuánto se hubiera robustecido el prestigio de este hombre no común, si hubiese
sido vencedor en la Tablada. Las creencias vulgares se hubieran fortificado
hasta tal punto, que hubiera podido erigirse en un sectario, ser un nuevo
Mahoma, y en unos países tan católicos, ser el fundador de una nueva religión,
o abolir la que profesamos. A tanto sin duda hubiera llegado su poder,
poder ya fundado con el terror, cimentado sobre la ignorancia crasa de las
masas, y robustecido con la superstición, una o dos victorias más, y ese poder
era omnipotente, irresistible. Adviértase que esa victoria que no obtuvo, le
hubiera dado una gran extensión a su influencia, y que si antes, además de la
Rioja, la ejercía en algunas provincias solamente, entonces hubiera sido
general en todo el interior de la República. …..”
Fundamentos Argentinos sobre la Soberanía de las Islas Malvinas
Por Ruth Martínez
A lo largo de la historia, la Argentina ha intentado de diversas formas recuperar las Islas Malvinas. Los argumentos soberanía son varios y legítimos, sin embargo las grandes potencias occidentales suelen desacreditarlos como inválidos. Uno es el geográfico, y se basa tanto en la pertenencia de las islas a la plataforma continental argentina como en su cercanía al continente americano. Las Islas Malvinas son un archipiélago ubicado en una de las regiones más australes del Atlántico Sur, formado por más de cincuenta islas (las dos más grandes son la Gran Malvina y la Soledad) y un centenar de islotes de menor tamaño. En términos geológicos se habla de que estas Islas son una prolongación sudoriental del continente americano y la cordillera de los Andes, conformando “un arco que comienza en la primera de estas islas y que concluye en las tierras de San Martín”. Asimismo, la cercanía geográfica entre las islas y la Argentina es notoria. La Isla de los Estados, próxima a Tierra del Fuego, se encuentra a tan solo 345 km de la Gran Malvina; Río Gallegos, a 760 kilómetros de Puerto Argentino; y la Ciudad de Buenos Aires se distancia, aproximadamente 2000 kilómetros.
Al separarse las Provincias Unidas del Río de la Plata de España, y respaldadas por normas internacionales, estas se constituyeron en herederas de todos los derechos y obligaciones que la Madre Patria tenía respecto de estas tierras. En 1820, luego de casi diez años de la partida de los españoles que habitaban las islas, las Provincias Unidas del Río de la Plata enviaron una fragata al mando del Cnel. Jewett, quien logró formalizar la posesión en nombre del gobierno rioplatense el 6 de abril de ese mismo año. El acto se fundamentó en el principio de uti possidetis, según el cual la soberanía se define sobre la base de los antiguos límites administrativos coloniales. Sin embargo, el establecimiento efectivo en las Islas no se realizó hasta 1826, de la mano de Vernet. La irrupción inglesa no se produjo sino hasta 1833, cuando el comandante Onslow enarboló la bandera británica y obligó a los argentinos establecidos en Malvinas a abandonar suelo isleño. Seis meses después de este episodio, un grupo de criollos que trabajaban en la zona se sublevó en desacuerdo con la nueva situación: su líder era el mítico gaucho Antonio Rivero. Luego de varios meses, la rebelión fue sofocada y sus protagonistas, juzgados. El año 1833 marcó el inicio de una ininterrumpida presencia británica en las Islas del Atlántico Sur, reforzada por una política de colonización del espacio por medio del transplante de población.
De forma estratégica, el establecimiento de ciudadanos
ingleses en territorio malvinense se convirtió en el principal argumento de
Inglaterra para legitimar su derecho sobre las Islas, orientado posteriormente
hacia la idea de “autodeterminación”. El
transplante de población puede resultar un arma de doble filo para la potencia
europea, debido a que, por el simple hecho de ser habitantes no originarios de
Malvinas, queda descartado un posible reclamo de Autodeterminación, reclamo que
resulta más ilógico si tenemos en cuenta que tanto los órganos gubernamentales
—administrativos y legales— como la salud y la economía del archipiélago están claramente
influenciadas por las decisiones que toma el Parlamento. La
autodeterminación queda descartada porque quienes habitan las islas no son parte de una
etnia ya que de las 3000 personas, si bien la mayor parte son ingleses —2500—,
existe un gran número de chilenos y, en menor medida, de uruguayos; sumado a
que, una buena parte de los habitantes de cultura británica una vez que se jubilan
deciden continuar su vida en el sur de Inglaterra por lo cual no se puede decir
que exista una cultura malvinense. El
intento de lograr la autodeterminación es una estrategia clásica empleada por
las metrópolis para lograr imponer un neocolonialismo sobre sus colonias ya
independizadas.
sábado, 30 de octubre de 2021
"Rosas y sus relaciones con los indios"...volvio el Gran Pepe Muñoz Azpiri
ACTO DÍA DE LA SOBERANÍA
Hermoso Acto OficiaL sobre el "Día de la Soberanía" realizado en el Museo Rosas de Gral San Martín, con la presencia del Intendente Fernando Moreira, la Secretaria para la integración nancy Katopodis, Instituciones históricas, concejales, funcionario y un numeroso y patriótico público.
Hoy se conmemoró, en el Museo Municipal Juan Manuel de Rosas de San Andrés, un nuevo aniversario de la Batalla de la Vuelta Obligado, heroico acontecimiento bélico que dio origen al “Día de la Soberanía”, conmemorado el 20 de noviembre.
El acto, organizado por el Municipio de General San Martín, el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas de San Martín y la Asociación Cooperadora del Museo Juan Manuel de Rosas, contó con la adhesión del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas. El acto contó con la presencia además del presidente del Instituto Nacional Juan Manuel de rosas Alberto Gelly Cantilo; el presidente del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas de San Martín, Carlos De Santis, representantes de instituciones locales y vecinos.
“El Día la Soberanía recuerda la batalla de la Vuelta de Obligado librada el 20 de noviembre de 1845 entre las fuerzas de la Confederación Argentina y las escuadras de guerra de Francia e Inglaterra, las dos potenciales más grandes de entonces. Fue el comienzo de la llamada Guerra del Paraná, que luego incluyó otros combates y culmina con el reconocimiento de las potencias de la soberanía argentina sobre sus ríos interiores, un gran triunfo diplomático de la Confederación y de su estratega, el general Juan Manuel de Rosas”, resumió el locutor del acto antes de la entonación del Himno Nacional Argentino y del Himno a Rosas, escrito por el recordado Prof. Carlos Barbera.
Luego el intendente Fernando Moreira valoró “recordar la historia, los hechos ocurridos en el país tan importantes para saber de dónde venimos, de dónde surge nuestra realidad” así como el “hecho histórico y heroico de un grupo de patriotas que resistieron la invasión de las principales potencias de ese momento” y el “heroísmo en una lucha absolutamente desigual que tal vez fue una derrota militar, pero fue el principio del éxito y el reconocimiento de la soberanía argentina”. Y agregó que “la idea era que no fuese fácil entrar en nuestro país y tomar cualquier decisión y avasallar de la manera que ellos pretendían” y cerró revalorizando la palabra soberanía: “Probablemente hayan cambiado los métodos, ya no nos mandan tropas ni barcos de guerra, pero hay métodos muchos más sofisticados que también avasallan nuestros derechos y nuestra soberanía, por eso es muy importante mantener la memoria siempre firme; es nuestro deber como argentinos recordar hoy estos hechos históricos”.
A continuación, el escribano Néstor Guichal, presidente de la Cooperadora del Museo recordó que en 1964 por Ley 20770, aprobada por el Congreso Nacional, durante la presidencia de María Estela Martínez de Perón se estableció el Día de la Soberanía y, en 2010 se instituyó el día como feriado nacional. “Las cadenas de obligado sobre las barcazas son un símbolo que semejan la unión y que si bien fueron cortadas desde ese hecho se soldó más nuestra Nación” enfatizó y antes de cerrar dijo que el concepto de soberanía se relaciona “con dignidad y calidad suprema del poder público”, que “un Estado soberano es aquel cuyo gobierno goza de absoluta independencia para tomar sus decisiones con respecto a otros estados” y terminó leyendo: Allí donde la patria te llama, escúchala;
Julio Otaño también dirigió unas palabras en representación del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas de General San Martín.
Al principio de su alocución, se refirió a “lo que dicen algunos medios que pretenden hacer política atacando a Rosas, diciendo que los argentinos festejamos derrotas lo cual es una aberración”, pues “la Vuelta de Obligado es el primer combate por la soberanía de las llamadas guerras del Paraná, una serie de combates, todos importantes”. Luego, calificó a Juan Manuel de Rosas como “el unificador de la Nación, no a través de congresos”, puesto que ya habían fracasado, “si no a través de pactos, como el Pacto Federal del 4 de enero de 1831 que, con adhesión de las provincias, permitió el surgimiento de la Confederación Argentina, primer nombre de nuestro país”.
“Fue el primer gobernante plebiscitado, elegido por el pueblo al obtener la suma del poder”, agregó y aseguró que con el voto positivo de 10720 personas con siete en contra, recibió “la suma del poder -ejecutivo legislativo y judicial-” y explicó que “por eso hay que hablar técnicamente de dictadura de Rosas pero no de tiranía, al estilo de las viejas instituciones romanas donde se estableció la dictadura en caso de peligro temporario, renovadas por periodos y eso es lo que sucedió con Rosas, cuando cada 5 años la Legislatura de la provincia de Buenos Aires le renovaba esos poderes”.
“Rosas fue el padre de la soberanía, aquel que la defendió contra los dos grandes imperialismos, cuyo icono es justamente la Vuelta de Obligado” enfatizó y, finalmente se refirió al Museo Rosas, recordando el pedido al entonces intendente municipal Antonio Libonati del Instituto Juan Manuel de Rosas -creado en 1947- para que el Municipio adquiriese la única reliquia que quedaba del campamento de los Santos Lugares, esa casona que en 1840 Rosas ordena construir y desde donde se dirigieron “los destinos de la Confederación Argentina”. Tras la caída de Rosas, “esa zona de San Andrés fue loteada y la casa, adquirida por la familia Comastri, a quien luego el MSM le compra la propiedad”, sintetizó.
“Siento orgullo como sanmartinense al ver las condiciones en que se mantiene este museo, ícono de la historia argentina; está en condiciones inmejorables y por eso agradecemos desde las instituciones la labor de los intendentes Katopodis, Moreira y Nancy Cappelloni que se puso al hombro el revisionismo histórico de San Martín”.
sábado, 23 de octubre de 2021
Conmemoremos todo…o mejor no conmemoremos nada.
Dr. Jorge Enrique Deniri.
El 20 de noviembre se conmemoró un aniversario más del
combate fluvial de la Vuelta de Obligado, una acción que el nacionalismo
vernáculo coloca en cabeza de sus símbolos, como el epítome y momento
culminante militar y diplomático de una Confederación cuya máxima figura fue
Juan Manuel de Rosas.
De larga data, esa evocación ha merecido apología de los
nacionalistas y quienes los sucedieron, y anatema de los adversarios y sus
herederos. Poco más, poco menos, esa fractura cobra estado público hacia 1939,
cuando se cumple el primer siglo de la batalla de Pago Largo y la Provincia de
Corrientes, según el pensamiento imperante entonces, lanza un profundo,
intenso, proceso de exaltación cuyo meollo es la figura de Berón de Astrada, su
lidiador cabeza en la “batalla cultural”, Hernán Félix Gómez y sus
antagonistas, los revisionistas que reconocen a Berón un protagonismo mucho
menos heroico.
Lo que hoy identificamos como “revisionismo histórico”, para
mi gusto (lo que quiere decir que es opinable), lo inicia mucho antes, a fines
del siglo XIX la monumental obra de Adolfo Saldías. Con el tiempo, el
peronismo, más que enarbolarlas se alza con las banderas revisionistas,
terminando por conducir al rosismo en bloque hacia la grieta contemporánea,
alineándolo, quieras que no, en la antinomia peronismo – antiperonismo.
Las últimas décadas, con la prolongada hegemonía del
peronismo y sus variables en el poder, con su sesgo personalista y autoritario
característico como menemismo, orientado luego por el kirchnerismo, que carecía
todavía más de una historia propia, en función de una impronta híbrida filo
izquierdista, continuaron con las grandes reivindicaciones históricas. Uno, con
la repatriación de los restos de Rosas, el otro, asignándole una fecha en el
calendario nacional. Paralelamente y en la medida de lo posible, han venido,
primero esmerilando, luego demoliendo, ocultando y reemplazando cuando otra
cosa no ha sido posible, a las figuras paradigmáticas anteriores, como
Sarmiento, Mitre y Roca, y escribiendo y publicando hasta la saciedad
versiones, más que antagónicas demonizadoras, censurando a los escribas
contrarios, negándoles todo acceso a los mass media, y redoblando los parches
bibliográficos en su contra.
Porque esa iconoclastia, ese bajar cuadros, demoler esculturas
y cambiar nombres de calles y plazas, amordazar publicaciones, esa intolerancia
absoluta de no permitirle al “otro” participar, si es posible, ni siquiera con
el polvo de sus huesos, es la contraparte de nuestras “construcciones”
históricas: No solamente hay que entronizar los hechos, las ideas y los
personajes con los que empatizamos, los “nuestros”, sino que el objetivo último
debe ser aniquilar historiográficamente al otro. Expurgarlo de las bibliotecas,
derruir sus monumentos, derribar su iconografía, condenarlo al silencio primero
y a la desaparición después. Y desde luego, todo debate, toda discusión, toda
interpretación susceptible de ser vista como la más ínfima reivindicación de
ese “otro” está demás, porque lo que se pretende es primero obligarlo al
silencio, luego ocultarlo, finalmente, condenarlo a la desaparición. Y no
importa que hayan pasado diez o cien o
mil años, como hablamos de una forma de relación con la realidad casi
religiosa, la elección es necesariamente maniquea y los grises no existen. Sólo
el blanco más puro, y el negro más siniestro que teñirán la visión salvífica de
esa dicotomía. El que no obre en consonancia es o delincuente o cómplice. “Si
no estás conmigo, estás en mi contra”. La Argentina no es para todos los
hombres del mundo, sino solamente para los que piensan como yo.
Ahora bien ¿qué problema habría en que cada quien honre
cuándo, dónde y cómo le venga en gana al que le parezca mejor? Claro, allí
entran a jugar otras variables, porque a la contienda por los acontecimientos y
sus personajes, siguen las batallas por “el sitio”, los combates iconoclastas
por las imágenes, las publicaciones, los nombres de calles, plazas, parques y
paseos, todo aquello que encarne, más que el recuerdo, la “memoria” como se
dice ahora.
¿Y qué tiene que ver todo esto con la Junta de Historia? La
punta del ovillo comienza con el rescate de una Bandera de Caá Guasú, que por
boca de Diego Mantilla supimos que, había sido donada por su abuela, Rosalía
Pampín de Mantilla al Museo de Luján en tiempos de Udaondo.
Exhibida largo tiempo en la Sala General José María Paz,
cuando soplaron vientos políticos, como quien dice “rojo punzó”, el espacio que
la albergaba fue pintado de encarnado, renombrado Facundo Quiroga, y la enseña
enviada a la reserva del Museo. El “tomala vos, dámela a mí”, funcionó
aceitadamente. Pensamos entonces que Corrientes merecía ponerla en valor, y
abanderados por el Dr. Carlos María Vargas Gómez, sumando al señor Jorge Manuel
Picchio y al Profesor Antonio Emilio Castello, iniciamos una prolongada campaña
de difusión y esclarecimiento, editando inclusive un folleto alusivo. Sin
embargo, como obras son amores y no buenas intenciones, para lograr que la
Bandera volviera a Corrientes, era necesaria una decisión política que tornaba imprescindible
la participación e intercesión de quienes gobernaban entonces: el intendente
Carlos Mauricio Espínola en la ciudad de Corrientes, y el gobernador Daniel
Scioli en la provincia de Buenos Aires. Especialmente, resultaba significativa
para el caso la amistad entre ambos.
Resumiendo, más allá de toda identificación o antagonismo en
materia de filiaciones políticas, por las acciones conjuntas de todos los
actores, aquella Bandera terminó regresando a Corrientes, y hoy se halla en el
Museo Histórico. Sólo se hizo una ceremonia más bien sencilla en la
Municipalidad, donde participamos los integrantes de la Comisión Directiva de
la Junta, Scioli y Camau, y habló un historiador del oficialismo del momento,
el Dr. Mario “Pacho” O’ Donnell. Un suceso que, a mi juicio, demuestra que
habiendo voluntad es posible sellar la grieta y trabajar en forma conjunta,
hacer Historia más allá de las diferencias. Solamente hay que recordar que el
país es de todos, y que más allá del rosismo, el anti rosismo, de todos los
“ismos”, somos argentinos, somos correntinos.
Algo más: como “esquirlas” de la grieta, cuando el Dr Vargas
Gómez y yo fuimos a posteriori a una localidad del interior para hablar de esa
Bandera. Algunos asistentes al acto nos enrostraron haber actuado en función de
un credo político determinado, que no sólo no era el nuestro, sino que,
entonces y ahora, nada puede estar más lejos de los procederes absolutamente
pluralistas de nuestra Institución.
Como en definitiva estamos hablando de Corrientes, la opción
creo que es sencilla: o conmemoramos todo, o medio que no conmemoramos nada,
porque a la Revolución de Mayo nos sumamos tarde, en la Guerra de la
Independencia lucharon los correntinos, pero no la provincia, en la Guerra con
el Brasil ídem, estuvimos con Artigas pero no en la Asamblea del Año 13 ni en
el Congreso de Tucumán, Ramírez y Urquiza nos pusieron la coyunda, Mitre exaltó
sólo a sus partidarios, la Guerra del Paraguay sí que nos llevó a tomar las
armas, pero no faltó quien empuñara las de Solano López y no las nuestras. De
las Malvinas no hablemos, porque como es la única causa que puede reputarse
“nacional”, de un modo u otro estuvimos y estamos todos.
Pensando en que mi propuesta es sumar, con quien sea y
contra quien sea, “a como dé lugar” como dicen los culebrones colombianos, la
pregunta entonces es, por “hacerla corta”: ¿Vamos a dejar de celebrar el 9 de
julio? ¿Si tengo un hijo que no es mío no le festejo el cumpleaños? Porque ese
nihilismo siniestro de perseguir no sólo la aniquilación, la muerte civil, la
eliminación del “otro” de la “Memoria”, como dijo Mahatma Ghandi o quien fuera,
a fuerza de arrancar por turnos el ojo ajeno, hará que todos terminemos ciegos.
Hay naciones que fueron durante mucho más tiempo y mejor que nosotros, y desaparecieron
dejando sólo sus relictos arqueológicos ¿por qué nosotros tendríamos un destino
de grandeza garantizado, sin hacer nada para merecerlo?
sábado, 2 de octubre de 2021
Justo José de Urquiza, el hombre al servicio del Brasil
Por Pablo Yurman