En 1516, el explorador Juan Díaz de Solís navegó por primera
vez las aguas del Río de la Plata en busca de nuevos horizontes. Fue durante
este viaje que el despensero de la expedición murió y el español decidió buscar
un lugar para sepultarlo. Fue así que el tripulante fue enterrado en la isla y
que Solís decidió bautizar el lugar con el nombre de ese navegante: Martín
García. En 1838 fue Su soberanía fue disputada Por Argentina y
Uruguay. La polémica sobre la soberanía de la isla continuó hasta 1973, año en
que La República Oriental del Uruguay y la República Argentina firmaron el
Tratado del Río de la Plata. En el
tratado con Uruguay se señala que la isla será destinada exclusivamente a
reserva natural para la conservación y preservación de la fauna y flora
autóctonas, bajo jurisdicción de la República Argentina.
La
isla albergó a presidentes e importantes políticos derrocados. Fue pensado a lo
largo de la historia como un lugar ideal para mantener incomunicados a
distintos líderes políticos.Luego del
golpe de estado de 1930 que derrocó a Hipólito Yrigoyen, éste fue trasladado a
la cárcel de la isla.A esa misma cárcel
fue preso el expresidente Marcelo Torcuato de Alvear, que llegó con su mujer,
su médico personal y toda su comitiva, además de llevar su inodoro personal de
porcelana pintado, que hoy se exhibe en el museo de la isla.En 1945, el poder militar encarceló a Juan
Domingo Perón que fue liberado cuando el 17 de octubre una multitud se reunió
en Plaza de Mayo para pedir el regreso de su líder. En 1962 fue confinado el
presidente Arturo Frondizi fueron algunas de las reconocidas figuras que
estuvieron presos en la isla.En 1983 se
la declaró Monumento Histórico Nacional, por ser un sitio en el que se dieron
importantes hechos históricos para el país.En la actualidad, la isla se encuentra prácticamente deshabitada en los
años '50 vivían unas 4.700 personas, ahora quedaron apenas 180 personas.
Es una de las islas más lindas del Delta y es conocida por la
mayor parte de los argentinos sólo por referencia.Surge como una de las más interesantes
propuestas ecoturísticas de los alrededores de Buenos Aires. En la isla existen
más de 800 especies de árboles, más de 250 especies de aves y 123 especies de
mariposas.
La isla es para recorrer a
pié, las caminatas son fáciles y accesibles. Tiene un sendero que la circunda
junto a la costa y pasa por los puntos más interesantes como el barrio Chino,
el Parque a los Héroes, el cementerio, el faro y la pista de aterrizaje. Caminando
se puede apreciar la vegetación formada por ceibos, tipas y jacarandás y la
fauna donde se destacan variedad de aves, mariposas y los lagartos overos.
En la isla Martín García funciona una
hostería y un camping.En la Isla
funciona el restaurante-comedor Solís donde se ofrece comida casera a buen
precio. Está abierto al mediodía y por la noche. Además cuenta con una piscina
que se puede utilizar durante el verano.Vale la pena visitar
Museo Histórico – Teatro - Ruinas del penal - Plaza Guillermo
Brown y Centro Cívico - Batería 25 de Mayo- La cantera y la laguna- La
Panadería - Playas
El Teniente Julio Dionisio Otaño (Concepcionero), fué identificado en la Guerra del Chaco como uno de los Oficiales más sobresalientes por su valentía, coraje y arrojo.Sus amigos lo llamaban afectuosamenteJulitoy decían que era un intrépido, un fanático de los asaltos a las trincheras enemigas y del combate cuerpo a cuerpo. Peleó en Boquerón, Yujra, Alihuatá, Km 7, Saavedra, Herrera, Falcón, Pozo Favorito, Strongest, El Carmen, Oruro, Ybybobo, El Mirador, Agua Blanca y Capiírendá. Recibió todas la medallas otorgadas en la Guerra, la Medalla de Boquerón, la Cruz del Chaco y la Cruz del Defensor. Asombrosamente y desafiando cualquier serie de acción deNETFLIX, se convirtió en uno de los Oficiales Paraguayos en ser herido más veces, sin abandonar el campo de batalla hasta el final de la Guerra del Chaco. Durante el primer día de la Batalla deBOQUERÓNel Tte.Otaño, Oficial integrante delR.I. 3 “Corrales”resultó herido seriamente en el omóplato derecho, y una vez que recibió las curaciones en el puesto sanitario, volvió de inmediato a la línea de fuego, rechazando rotundamente la evacuación a la retaguardia que le ofreciera el Médico. El Teniente a pesar de esta herida, lucharía en la primera línea de combate durante los 20 días de la Batalla de Boquerón. En el camino deYUJRA, rodeados de enemigos y apoyando a un reducido grupo de soldados, a lo que la sed amenaza con derrumbar, Otaño se yergue para animar a sus hombres, los incita y se coloca al frente de ellos donde es herido de bala, de su cuerpo comienza a manar sangre, peroOtaño sigue al frente sus soldados.
No cesan sus voces de ánimo, no se doblega al dolor ni al desfallecimiento. La imágen de un Jefe empapado en sangre agiganta a sus hombres, rato después el enemigo se retira derrotado. EnPOZO FAVORITO, también es herido en una circunstacia igualmente grave, dondeOtañoconduce hacia adelante a sus tropas personalmente, uno a uno durante 200 metros.
Durante la Batalla de SAAVEDRA en Noviembre de 1.932, el Tte. Julio D. Otaño recibió en dos días quince heridas, sobreviviendo nuevamente a todas ellas. EnCAPIÍRENDÁ, recibió 22 heridas, donde fue evacuado a retaguardia regresando de nuevo al frente. Hay un pasaje que es relatado por el Tte. de IntendenciaHoracio Ramón Jimenez en su libro “Reminiscencias”, donde nuevamente resalta las agallas de este osado Oficial, ya ascendido a Capitán y siendo Comandante delR.I. 1”2 de Mayo” luego de la Batalla deEl Carmen. Resulta que en las proximidades delFortín Oruroel enemigo había construido una línea defensiva sobre la recta a orillas de un bosque con cuatro ametralladoras pesadas, dejando como campo de tiro un descampado completamente limpio.
El Cap. Otaño dispuso emplazar morteros para atacar esa posición. A tal efecto y valiente como el que más, acomodó dos morteros sobre un burro y montando el cuadrúpedo cruzó indemne la barrera de fuego para la admiración de nosotros, sus subalternos y a la vista también del Cap. Ricardo Benza Carreras con todo su R.I. 4 “Curupayty” que llegaban para hacer un relevo.
Cuando veíamos cruzar al Cap. Otaño en medio del nutrido fuego enemigo, el Tte. Andrés Santacruz, Jefe morterista del R.I. 1 me dijo: ___pero está loco este Julito…
Lo cierto es que después con esas piezas se pudieron acallar rápidamente las cuatro ametralladoras pesadas que a caballo batían la recta haciendo que el enemigo se replegara hacia Oruro.
Mucho tiempo fue tema de comentarios y admiración el hecho protagonizado por el Cap. Otaño. Imaginen al manso burrito con dos morteros Stokes- Brandt a cuestas, y montado en él, al Cmdte. del R.I. 1, cruzando serenamente frente al enemigo en medio de un infernal tableteo de cuatro ametralladoras en un descampado.
Incomparable la audacia del Cap. Otaño con su burrito…
Paradójicamente, falleció un 17 de Febrero de 1.936, a los 29 años de edad en la Plaza Uruguaya durante la revolución de Franco, donde recibió una bala perdida en la ingle no pudiendo ser evacuado, para morir desangrado.
En el Departamento de Itapúa hay un distrito con su nombre (Mayor Otaño) en su conmemoración.
(Puerto Cué, 7 de noviembre de 1777 - San Nicolás de los
Arroyos, 21 de noviembre de 1829) fue un militar de origen paraguayo,
que tuvo extensa participación en las Guerras de Emancipación Americana y
brevemente en las luchas contra los indígenas y la Guerra Civil de su país de
adopción. Valiente, pundoroso, honrado, rígido y
austero en el cumplimiento del deber, era generoso y desinteresado su corazón
como su bolsillo, al decir del general Geronimo Espejo. El coronel José Félix Bogado fue humilde hijo
de las misiones guaraníticas que iniciara la carrera de las armas en San
Lorenzo como soldado raso, y regresara del Perú en julio de 1826 como jefe del
regimiento de granaderos a caballo, donde había servido siempre. Tal
circunstancia especialísima mereció a Mitre en su “Historia de San Martín”, el
siguiente comentario. “Para que ningún accidente dramático faltase a este
pequeño combate de San Lorenzo, uno de los presos canjeados
por el enemigo fue un lanchero Paraguayo José Félix Bogado, que en ese mismo
día se alisto voluntariamente en el Regimiento de Granaderos a Aaballo. Este
fue el mismo que trece años después elevado a coronel,
regreso a la patria con los sietes últimos granaderos fundadores del cuerpo que
sobrevivieron a las guerras de la revolución desde San Lorenzo hasta Ayacucho”.
Era descendiente de indígenas de las misiones jesuíticas
guaraníes. En su juventud fue lanchero, y se estableció río abajo por el
Paraná, en la aldea de San Lorenzo, a orillas del río Paraná. El 2 de febrero
de 1813, Bogado ―de 35 años de edad― fue secuestrado por un buque «realista»
español que merodeaba en las cercanías de esa aldea, para que no alertara a los
habitantes de la aldea antes del desembarco y saqueo que estaba planeado para
la madrugada siguiente, y para que les sirviera de guía. Cuando al otro día (3
de febrero de 1813) la dotación española desembarcó, fue sorpresivamente
atacada y derrotada por el Regimiento de Granaderos a Caballo, al mando del
coronel José de San Martín, en el Combate de San Lorenzo. Bogado fue liberado, y el propio San Martín
le ofreció incorporarlo al Regimiento de Granaderos como «trompa de órdenes»,
lo que Bogado aceptó. Pertenecería a ese cuerpo durante más de trece años. Su primera actuación militar fue en la
segunda expedición auxiliadora al Alto Perú, en la que participó en las derrotas
en las batallas Vilcapugio (1 de octubre de 1813) y Ayohúma (el 14 de noviembre
de 1813). También participó en la tercera expedición con el grado de alférez, y
en la Batalla de Sipe Sipe (29 de noviembre de 1815) fue tomado prisionero;
días más tarde fue canjeado por un prisionero español y ascendido al grado de
capitán, lo que denota su destacado comportamiento. A principios de 1816 se incorporó al
Ejército de los Andes, con el grado de mayor, y participó en el Cruce de los
Andes. Tomó parte en las batallas de Chacabuco, Curapaligüe, Gavilán,
Talcahuano, Cancha Rayada y Maipú. En junio de 1820, cuando ya el Ejercito Libertador se
aprestaba para la gran campaña del Perú, Bogado recibe su nombramiento de
capitán. El 8 de septiembre pisa el imperio de los Incas, y ya no tendrá
descanso su caballo ni su espada hasta la jornada de Ayacucho, que acaba con la
dominación española en América. Bajo las ordenes de San Martín entra en Lima
libertada, se bate ante los castillos del Callao, anda por las sierras escarpadas;
después, cuando el general se retira del Perú, hace las tristes jornadas de
Torata y Moquehua y está a punto de perder la vida, extraviado con trescientos
granaderos, en las arenas del desierto de Pisco. El mayor José Félix Bogado al frente de un escuadrón de
granaderos sorprendente en Pisco una avanzada realista y después de batirlos,
vuelve a su cantón con dos tenientes coroneles, tres capitanes, cinco oficiales
y 90 soldados prisioneros. Antes de abandonar el Perú, San Martín lo ascendió al grado de teniente
coronel, y lo nombró segundo jefe del Regimiento de Granaderos, cuyo jefe era
Alejo Bruix. Fue apresado durante la
sublevación de los Granaderos a Caballo y luego liberado con los soldados que
no quisieron unirse a los sublevados del Callao, con los que unió al ejército
de Simón Bolívar y participó en las victorias decisivas de Junín y Ayacucho. Bolívar lo ascendió al grado de coronel y lo nombró
comandante del Regimiento de Granaderos a Caballo; en tal cargo condujo los
restos del regimiento hasta Buenos Aires, pasando por Chile y Mendoza. Todas
las fuerzas que le quedaban ―fuera de los oficiales que habían pasado a otras
unidades, como Lavalle― eran 22 granaderos, de los cuales sólo cuatro eran de
los que San Martín había formado en el cuartel del Retiro (en las cercanías de
Buenos Aires) a fines de 1812. A lo largo del camino tuvo serios problemas
económicos, y se permitió recordarle al coronel Enrique Martínez, un ex
granadero, sus obligaciones morales para con el regimiento.
Llegado a Buenos Aires en julio de 1826, el “presidente”
Bernardino Rivadavia los ignoró durante varios días, cumplidos los cuales
ordenó la disolución del mismo.
“La Gaceta Mercantil”
del 17 de enero los había saludado con estas palabras”. “Tenemos el honor de haber recibido los restos del Ejercito
de los Andes, conducidos desde el Perú por el coronel de granaderos a caballo
D. Félix Bogado. Cerca de nueve años han pasado desde que estos valientes
marcharon a libertar a Chile. En este largo periodo se pueden contar los días
con gloria que han dado a la patria, por las veces que se han batido con
nuestros enemigos. Nuestra gratitud será siempre demostrada a estos viejos
solados de la libertas con las mas tiernas efusiones de nuestros corazones.
Eternamente llenaremos de bendiciones a los héroes de Chacabuco y Maipo; si, a
esos que han conducido en triunfo el pabellón argentino hasta Quito y que han
sabido derramar su sangre por la libertad de la patria en Junín y Ayacucho.
Nosotros al verles, siempre diremos con admiración: He aquí: esos sallaron con
su sangre y sus espadas la libertad de su patria y sus nombres Irán de padres a
hijos, de generación en generación”.
Durante la enorme gesta libertadora, imaginemos que los
granaderos a caballo mudaron de equipo, se hicieron de armas enemigas,
reemplazaron sus viejos sables, intercambiaron lanzas colombianas, pistolas,
carabinas, tercerolas de Riobamba, sables de Junín; tal cual como ocurrió con
su antiguo uniforme azul que regularmente se mantuvo desde 1815 hasta 1822. De
1823 en adelante fueron equipados probablemente con equipo y armamento
colombiano, manteniendo algunos “corvos” como su último trofeo, que la memoria
les podía acercar a su Patria. A fines de 1825, tras trece años de campaña los
granaderos a caballo reunieron sus armas y dejaron el Perú rumbo a la ahora
denominada Argentina. Arribaron a Chile 88 granaderos, donde tuvieron que
esperar meses para que el país se decidiera a costear su regreso. Hostigados por
la penuria económica, a partir del 6 de diciembre de aquel año cruzaron la
cordillera por última vez y arribaron a la bella Mendoza, la ciudad que tan
entrañablemente une a la historia de los granaderos y la de su creador. No
demandó mucho tiempo confeccionar el inventario de lo que traían de retorno,
harto menos, ciertamente, que lo llevado al Perú en 1820: 86 sables, 55 lanzas,
84 morriones y 102 monturas. Finalmente el 13 de febrero de 1826 llegaron estos
88 veteranos de la libertad sudamericana. Se alojaron en los antiguos cuarteles
de El Retiro; había entre estos, siete de ellos, que habían partido del mismo
lugar en 1814. El Regimiento depositó sus armas en el cuartel del Retiro de
donde un día las tomaron –se depositaron en una Caja y sobre ella se colocó una
plancha de bronce en la que se grabó esta sencilla pero elocuente inscripción:
«Armas de los Libertadores de Chile, Perú y Colombia».”
Al mando del Regimiento de Caballería n.º 4, Bogado fue
destinado a la frontera con los indígenas, en la zona de Pergamino y Salto. A fines del mismo año hizo la campaña del sur, contra los
indios, bajo la dirección de Rauch, que dio tan buenos resultados, pasando
enseguida con su regimiento a la guarnición de los pueblos de San Nicolás,
Arrecifes, Salto, Zarate y San Pedro, donde mantúvose todo el año 1827, hasta
mayo de 1828, que fue reemplazado bajando a Buenos Aires para revistar como
coronel de la plana mayor general, por estar terminada su comisión. Así permaneció hasta el motín del 1º de diciembre de 1828,
formando entre los sublevados de ese día en la plaza de la Victoria. En seguida
marchó con las fuerzas de Lavalle, Batiéndose el 9 de diciembre, contra el
ejército del gobernador Dorrego. Después de la tragedia de Navarro, se separo
de sus compañeros, permaneciendo en su casa hasta el 19 de mayo de 1829, en que
fue nombrado comandante militar de San Nicolás “para la seguridad y defensa del
referido punto y a fin de que hostilice al enemigo por todos los medios
posibles, facultándolo ampliamente para ello, recomendándle, especialmente, que
dedique su celo para establecer el orden publico”.
Uno de los lugartenientes de Estanislao López Facundo Borda, puso sitio a la ciudad de San Nicolás, lo que resistió
heroicamente a las órdenes del coronel Bogado, durante ocho meses, soportando
la población con paciencia y heroicidad el hambre, las privaciones y los
continuos incendios que arrasaron sus mejores edificios, sin que el enemigo
pudiera rendirla, permaneciendo fiel a Lavalle. En esas circunstancia rindió su
vida al coronel Bogado, de resultas de una enfermedad contraída en actos de
servicios, de los “pulmones dañados”, dice la partida de defunción. Era, según
el testimonio de un contemporáneo, el general Frías, de regular estatura,
grueso, de color pálido, ojos negros y mirada muy viva, nariz recta, boca
regular y cabello negro. Usaba la barba como casi todos los guerreros de la
época es decir, bigote, mosquita y patillas a la española. Era pesar de ser grueso, su figura a caballo gallarda, pues
fue muy jinete. Su apodo era
"Guayreño".
Falleció de tuberculosis el 21 de noviembre de ese año, en
la calle Francia n.º 223, donde aún se conserva el solar. Allí existen en la
actualidad placas en su homenaje. Fue enterrado en el cementerio de San Nicolás, adyacente a
la iglesia de San Nicolás (actual Catedral). El 15 de julio de 1835 sus restos
mortales se anonimizaron en ocasión del traslado del viejo cementerio al nuevo
cementerio en el barrio Alto Verde
Moreno 550es la dirección delMuseo del Sitio, tal como se llamará un nuevo espacio museístico que exhibirá buena parte de los alrededor de 5.000 objetos arqueológicos de valor incalculable que, de casualidad, se hallaron ahí mismo, en el corazón de la ciudad deBuenos Aires Y QUE EN GRAN PARTE PERTENECIERON A JUAN MANUEL DE ROSAS. Tamaña sorpresa se habrán llevado los operarios mientras perforaban la platea de cemento del suelo para levantar oficinas y locales comerciales. De Pronto,porcelanas, cepillos, jarronesy miles dereliquias del 1800viajaron sin escalas por el túnel del tiempo hasta sus ojos del siglo XXI. Apagaron las máquinas y llamaron al gobierno de Caba. Todo lo que había de esa galera de mago sin fondo dejó boquiabiertas a las autoridades y, cuando lograron analizar la situación, dieron voz en alto y las excavaciones continuaron, peroconguantes blancos. Era evidente que lo que estaba saliendo a la luz eran lostesoros de la historia de la ciudad de Buenos Aires. Y no cualquier historia, sino la deJuan Manuel de Rosas,Encarnación Ezcurray muchos otros personajes ilustres, pero también anónimos que ocuparon ese espacio y dejando sus huellas unos tras otros.
Gran parte de lo que se descubrió en esa manzana sita inmediatamente al sur de laManzana de las Luces,la limitada hoy por Perú,Moreno, Bolívar y Belgrano, pertenecía a la familia Ezcurra Arguibel, lossuegrosdeJuan Manuel de Rosas. Allí funcionó la Casa de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires y también la sede de la oficina de Correos y Telégrafos, precisamente en la esquina deMoreno y Bolívar. Luego de laBatalla de Caseros (1852), cuando el Gobernador de Buenos Aires fue derrotado por la alianza del Ejército Grande y los unitarios, las nuevas autoridades le confiscaron a Rosas no sólo el predio de Moreno 550 sino también todas las viviendas que había en la cuadra, entre Perú y Bolívar.
Todo ese minicentro del poder porteño fue pasando por diversas manos y los 5.000 objetos hallados (sólo unos300 estáníntegros y completos) permitirán reconstruir vertical y horizontalmente cómo fue la vida doméstica de las diversas clases sociales que habitaron Montserrat,a lo largo del 1800. El proyecto de rescate arqueológico estuvo en manos de la Doctora en ArqueologíaAna Igareta, Investigadora del CONICET y coordinadora de Arqueología Histórica del Museo de La Plata. La experta planificó trabajar sobre 15 estructuras arqueológicas que se excavaron a una profundidad que osciló entre los 3 y los 8 metros. Así fue como“renacieron” 3 aljibes, 5 pozos ciegos y 3 letrinas, entre muchas otras sorpresas. Con todo lo hallado, se acopiaron117 cajones de material arqueológicoy se elaboraron 2650 fichas arqueológicas. Entre pala y pala aparecieron500 botellas de vino inglés. Una, sin embargo, llamó particularmente la atención de la Dra. Ana Igareta: una botella de un vino que se fabricaba entre 1835 y 1870, de vidrio verde oscuro, llamado“vidrio negro”, pero que en las casas porteñas se guardaba después de los brindis, para reutilizar con otros contenidos. Entre esos vestigios de los placeres etílicos, otra había quedado en una letrina, tapada con un corcho, cubierta de musgo verde y con olor nauseabundo, claro. La destaparon, pero lejos de aparecerAlí Babá, lo que asomó fue unacolonia de insectos, moscas y pupariosteñidos de rojo. Mandaron a analizarlos y se supo que, una vez tomado el vino, la botella se rellenó con sangre de pato.“El Pato a la sangre, o Canard au sang”, era un plato especial en esa familia de elite del XIX”, explican desde el equipo de la Dra. Ana Igareta.
Entre estos sutiles indicios de que en Moreno 550 la comida nunca faltaba, apareció una enorme cantidad de loza inglesa estampada, platos Talavera; más de una docena de platos con la leyenda “Federación o Muerte” (hasta ese día sólo existía un solo plato de Rosas y estaba en el Museo Histórico Nacional); además de 35 platos playos y hondos con el mensaje “Viva la federación”, para que quedara en claro quién mandaba en casa. Eso no fue todo: siguieron asomandobacinillas (orinales) en colores fuertes y brillantes, aguamaniles ingleses pintados a mano, jofainas con motivos florales Gaudy Dutch; tinteros, pizarras, muchas bolitas“con las que habrá jugado Lucio Mansilla, el sobrino de Juan Manuel de Rosas”;pelotas cosidas con tientos de cuero y otras de caucho; piezas dedominó de hueso pulido;dados de mármol; y pipas de caolín que, cuando se rompían, se las daban a los chicos para que las usaran de burbujeros. Loslujos en tiempos de Rosas no eran solo cosa de hombres. La excavación enMoreno 550trajo de nuevo al presente muchas coqueterías femeninas del 1800. Para empezar, loscepillos para el cabello: un mango de madera que sostenía cerdas de cerdo, jabalí o caballo que las damas patricias no sólo utilizaban para peinarse sino también para disimular la falta de higiene (el pelo se lavaba muy de tanto en tanto y todavía ni se soñaba con el spray de shampoo seco).ras loscepillos volvieron a la luz innumerables potes de loza que en sus buenos tiempos guardabancremas y ungüentosde toda índole; algunos habían terminado entre la basurasin ser abiertos, pero otros, gruesos y culones, eran piezas de cerámica que debían contenerproductos caros, dado el poco tamaño que el envoltorio le dejaba al ungüento (agrandar envases y reducir contenido es una trampa comercial de larga data). Muchos de esoslujos estéticosapuntaban a Europa, como el Baronne Durand (la marca que hizo famosa la esposa de un espía francés) y los antisépticos, los incontables tónicos, losperfumeros de vidrioy los infaltables perfumesfranceses, sin olvidar la colonia“Laugier, Père et fils” que muchas damas de la época hubieran querido estrenar un sábado. Y entre los restos del pasado apareció de pronto una perlita insospechada: elAgua de Florida, una de las colonias más populares del siglo XIX, que se vendía como el milagro que mitigaba los dolores del cuerpo.
Cisterna de RosasEl inmenso volumen del pasado resultó“no tener fondo”cuando se precisaron 63 días más de excavaciones para que una colosal cisterna diera signos de vida en medio de tantos escombros. Era tan regia y descomunal que se precisaron 13 camiones para liberarla de la tierra que la sepultaba. La “Cisterna de Rosas”, tal como se bautizó a lareliquiasubterránea, tenía todo para pensarse que sería uno más de“los túneles misteriosos”, que se le atribuyen a Buenos Aires. Sin embargo, no fue así. Antes de que Buenos Aires tuviera agua corriente (entre 1860 y fin del siglo XIX), el agua doméstica provenía de ríos, pozos o caía del cielo cada vez que llovía. La mayoría de la gente juntaba el agua en tinajas;sólo una familia pudientepodía darse el lujo de hacer construir esteColoso de Rodascon paredes de ladrillos que garantizaran la pureza del agua. La Cisterna de Rosases la mayor alguna vez descubierta en Buenos Aires: redonda, con 7,20 metros de diámetro, 6 metros de profundidad y una capacidad superior a los 200.000 litros de agua (5 piscinas domésticas de 8 x 4 metros). Revestida con mortero de cal y polvo de ladrillo, tiene un piso de baldosas francesas de la región normanda de El Havre. Para no perder la costumbre de sorprender,Moreno 550 siguió siendo noticia en el año 2018, cuando se encontró una segunda Cisterna, de las mismas características que la anterior, pero más pequeña. Hasta hoy la Gerencia Operativa de Patrimonio, de la Dirección de Patrimonio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, trabajó con1035 fragmentos de loza roja,456 pedazos de porcelana,2176 trozos de otras decoraciones y 72 pedacitos de loza blanca. En total 3739 fragmentos, pero el trabajo sigue: para ser, cada pieza necesita un legajo y un registro fotográfico. El análisis posterior está permitiendo determinar que no todo lo encontrado perteneció a los Rosas. PorMoreno 550el tiempo dejó huellas de diversas clases sociales. “Los tinteros y trozos de pizarras hallados, seguramente pertenecieron a la Escuela de Catedral al Sur, de la época sarmientina, por ejemplo”, especifica el Dr. José Sellés-Martínez, Presidente del Instituto de Investigaciones Históricas de la Manzana de las Luces. “Esa casa fue del obispo, quien se la vendió a la familia Arguibel, bisabuelos de Encarnación Ezcurra. Luego vivirán allí Ignacio Ezcurra y Teodora Arguibel, los padres de Encarnación, quenació aquí mismoen 1795. Rosas pidió su mano en 1813 yvivieron en Moreno 550desde que se casaron. Allí nacieron sis tres hijos y Murió Encarnación en 1838. EnMoreno 550también vivió Pedro Pablo rosas y Belgrano, el hijo ilegítimo que María Josefa Ezcurra (cuñada de Rosas) tuvo con su amante 15 años mayor, Manuel Belgrano. Moreno 550también fue “la oficina” desde donde el dos veces Gobernador de Buenos Aires y Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina rjrtvió el Gobierno.
Cada fragmento encontrado se analiza, se clasifica y se archiva con su correspondiente foto.
Entre 1836 y 1844, el líder federal le fue comprando a su suegra, Teodora Arguibel de Ezcurra, no sólo la casa de Moreno 550 sino los lotes adyacentes. Se quedó casi con media manzana.En 1870, cuando el ex líder punzó vivía en Sothampton Reino Unido, un plano municipal de la calle Moreno testimoniaba que las propiedades de Rosas se habían mutado y fragmentado en la Casa de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, la Escuela Modelo, el Papel Sellado de la Provincia, la Oficina de Patentes, la Escribanía Mayor del Gobierno Provincial y la Casa de Justicia Nacional –futuro germen de la Corte Suprema de la Nación-.Donde estuvo el Correo, para el primer centenario de la patria, los hermanos Lorenzo, José y Benito Raggio, presionaban contra reloj para que se inaugurara su flamante y portentoso local comercial, que hoy se denomina Palacio Raggio. Y en el gran caserón que habitaron los suegros de Rosas junto a sus nueve hijos, en donde el mismo Rosas pasó su luna de miel, fue demolido en 1890 y en 1970 yaera una playa de estacionamiento.
Museo del Sitio: “En este momento se sigue trabajando justo en donde están las cisternas. Por ahora y hasta tanto se inaugure el Museo del Sitio (aún no hay fecha precisa) lo que se exhibe son los paneles de la muestra ‘Anticipando el Museo de Sitio’, pero no los objetos originales”, aclara el Dr. Sellés-Martínez. Lasvisitas guiadas al Museo del Sitio, que funcionará en la planta baja, se realizarán los sábados a las 16 y 17 hs y serán gratuitas, auspiciadas por la empresa constructora que trabaja en las obras que se levantarán en el predio. Serán tanto para público general y escuelas, pero aranceladas. En ambos casos requerirán inscripción previa al correovisitasycursos@gmail.com
Mientras se inaugura el Museo del Sitio, los interesados en el patrimonio porteño y la saga rosística pueden visitar la Casa Museo de Juan Manuel de Rosas, en San Andrés.
El Museo del Sitio, en Moreno 550, completará el reducido circuito rosístico sobre la vida de Juan Manuel de Rosas.
“En el Museo Saavedra, en CABA, también hay una importante colección de objetos de Rosas, donada por el arquitecto Eduardo Zemborain. La denominada Casa de Rosas en San Andrés parece que la hizo construir para cuando tenía que alojarse en la zona porque allí se concentraban cuerpos militares. En esos lugares (los Santos Lugares, precisamente) se alojaban tropas que participaron en la Vuelta de Obligado y en la batalla de Caseros.
“Además, Rosas tenía en sus estancias casas que habitaba cuando iba por razones ‘de estanciero’ a veces a tomar algún descanso. Pero denominar a ese lugar de San Andrés ‘Casa de Rosas’ es un poco excesivo...”, resume el Presidente del Instituto de Investigaciones Históricas de la Manzana de las Luces, para trazar el mapa del circuito rosístico disponible en Buenos Aires. Bastante escaso, por cierto.