Por Ignacio Cloppet Estudiar la vida y obra de Perón, nos lleva a uno de los capítulos más nutridos de su biografía: el deporte, su práctica y organización. Desde niño, con 5 años de edad, en el pueblo que lo vio nacer -Lobos-, aprendió a montar a caballo. Su instructor fue el criollo Sixto “El Chino” Magallanes, un domador de potros que le enseñó el arte de montar y todas las peripecias que se podían hacer arriba del caballo. Perón recordaba que: “con él, hice mi primer paseo a caballo en un redomón gateado” (…) “El Chino me enhorqueteó en un potro y luego de indicarme que me prendiera bien a las crines del animal, lo hizo trotar de un rebencazo”. Si bien Perón tuvo un gran amor por los caballos, ello no lo condicionó en su carrera militar, donde eligió el arma de Infantería y no de caballería como hubiera sido lógico.

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Ahora bien, hay dos deportes donde sobresalió en forma sorprendente: la esgrima y el esquí. En estas dos disciplinas tiene escritas memorables páginas, que vale la pena recordarlas. La esgrima fue uno de los principales eslabones de su formación, tanto humana como intelectual. Comenzó a practicarla siendo cadete. A él le gustaba tirar sable, pero sobre todo su especialidad era la espada. Ya en 1917 Perón era un buen esgrimista, según lo recuerda su frecuente rival, el maestro Alberto Luchetti. Por esos años ya estaba consagrado entre los mejores esgrimistas del Círculo Militar. Los clubes que lo vieron distinguirse, fueron Gimnasia y Esgrima, el Jockey Club, la Asociación Cristiana de Jóvenes y el Club del Progreso. Fue seleccionado para participar en el equipo olímpico de esgrima en las olimpíadas de Paris de 1924, junto a grandes esgrimistas como Francisco Bollini, Roberto Larraz, Cipriano Pons Lezica, Pedro Nazar Anchorena, y su entrañable amigo Alejandro Cloppet. Por expresa decisión del entonces ministro de Guerra, Agustín. P. Justo, Perón no fue autorizado a representar al país en París, lo que motivó de su parte un gran enojo. Un dato no menor, es que entre 1918 y 1928 Perón obtuvo en varias oportunidades el título de campeón militar de espada. En 1927 conquistó la Copa de Honor de Esgrima en el Círculo Militar. La pedana no tuvo secretos para él. Estuvo vinculado a la esgrima por vocación y por tradición familiar; su tío segundo Conrado Perón, que tenía una gran ascendencia sobre él, fue maestro de armas y una de las primeras espadas del ejército. El otro deporte que supo descollar fue el esquí. Si bien lo había practicado en Chile y Mendoza entre 1936 y 1938, fue en Europa donde alcanzó sus más altos logros. En abril de 1939 Perón llegó a Italia a cumplir una misión de estudios. Los superiores lo enviaron a instruirse como oficial alpino en distintos destacamentos militares: Merano, Pinerolo, Chietti, Sestrier, Bolzano, Vipiteno, y Aosta, en la prestigiosa Escuela Militar de Alpinismo, Batallón Ducca degli Abruzzi. Durante ese tiempo, Perón se destacó como un sobresaliente esquiador de alta montaña. Recibió una gran formación de distintos oficiales y sub oficiales, los mejores de Italia y tal vez del mundo. El Batallón Ducca degli Abruzzi era considerado la elite de la elite. Era una fuerza o comando de alto grado de preparación, entrenamiento e instrucción militar. En su temporada en Aosta (invierno de 1940), obtuvo el título de “maestro esquiador”, gracias a las sublimes condiciones que poseía y además, a la precisa y aguda instrucción que recibió de su maestro e instructor de esquí, don Gigi Panei. Perón recibió el premio de manos del príncipe Humberto de Saboya, el heredero al trono de Italia, también oficial alpino. Ya de regreso en Buenos Aires, en mayo de 1941, lo destinaron al Centro de Instrucción de Montaña, en Mendoza, como oficial del Estado Mayor. Siendo presidente de la Nación, Perón desarrolló una intensa actividad de inclusión social, permitiendo a las clases populares llegar a un deporte más organizado. Sostenía que “el Estado, debe asumir la responsabilidad de orientar, promover, asistir, ordenar y fiscalizar la actividad deportiva, posibilitando el acceso del Pueblo a la práctica del deporte para que éste deje de ser un privilegio para pocos para ser un derecho de todos”. Esta visión del deporte, la puso en sintonía con la enorme obra de salud púbica que llevó adelante el Dr. Ramón Carrillo, para quien “el objeto del deporte es perfeccionar la salud y no formar campeones”. Hubo durante el Peronismo destacados deportistas en distintas disciplinas que sobresalieron, como Delfo Cabrera, Eusebio Guiñez, Oscar Gálvez, Mary Terán, Elsa Lidia Irigoyen, Froilán González, Pascual Pérez y muchos otros. En 1949, se organizaron los “Campeonatos Evita”, con una masiva participación de inscriptos en todo el país. Solamente participaban equipos de fútbol. En 1951, se incorporaron los Torneos Juveniles “Juan Perón”, con más variedad de deportes. En ese mismo año 1951, también se organizaron los Primeros Juegos Panamericanos. En 1952, el Autódromo Municipal fue inaugurado. En 1953 Perón creó la UES (Unión de Estudiantes Secundarios), como una institución estudiantil de actividades recreativas y deportivas. El Peronismo se caracterizó por motorizar grandes emprendimientos deportivos. Si algo consigue el deporte es la inclusión. El deporte iguala, enseña a convivir y a compartir, tanto con los compañeros como con los contrincantes. Además, ayuda a prevenir la delincuencia juvenil. Esta idea integradora, está sintonía con el Papa Francisco, cuando dijo: “Practiquen el deporte con mentalidad solidaria, sin denigrar a nadie”. Con gran sabiduría, ya lo decía Perón en un reportaje de 1972 en Madrid: “Nosotros no tuvimos delincuencia infantil. ¿Por qué? Porque en Buenos Aires más de 50 mil muchachos tenían su club. Se crearon 90 clubes de barrio, donde tenían en lo posible cancha de fútbol, de básquet, boxeo, gimnasia, en fin, todas las actividades deportivas. Esos clubes los hacía el Estado y se lo entregaba a los vecinos que lo administraban y lo llevaban adelante”. Para Perón el deporte era “una escuela de vida”. Su preocupación fue siempre forjar una juventud sana física y moralmente.
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