En su informado libro La
conquista del Desierto, el coronel Juan Carlos Walther expresa: “Nada mejor
para ilustrar cómo transcurría la vida en un fortín de entonces (se refiere a
la conquista del desierto en la época de la expedición de Roca, hacia 1876) que
recordar algunos detalles de sus actividades y servicio interno:
Diana: siempre dos o tres horas
antes de aclarar. Pasada la lista de
ordenanza. Luego que regresaban las descubiertas comunicando que no había
novedad en el campo, se soltaba el ganado a pastoreo, luego de haberlo
rasqueteado y revisado los cascos. Se
tocaba luego a trabajo y carneada; al primero iban todos menos los aspirantes
que formaban la guardia de prevención.
En
el trabajo se hacía lo siguiente:
Pisadero para hacer adobe.
Zanjeo en los reductos y en las
chacras.
Corte de juncos en las lagunas
para los techos.
Roturación de tierra para la
siembra del forraje, etc.
A las siete se daba un descanso
de media hora para el desayuno, consistiendo éste en té pampa sin azúcar. La carneada, era tarea más breve y se reducía
al sacrificio de algunas yeguas flacas y viejas, que se cocían sin sal al calor
del fuego hecho con estiércol. La
galleta y el arroz eran artículos de lujo o no llegaban. A las 11 de la mañana, descanso y comida
alrededor de los fogones, comiendo la no muy abundante ración y rociándola con
mates. A las 12,30 horas, trabajo otra
vez hasta la lista de la tarde, después de la cual se reforzaba la guardia con
los trabajadores del día, se organizaban las rondas, las descubiertas, las
avanzadas, y las patrullas encargadas de cuidar la caballada. Sueldo:
En cuanto a lo que el Estado daba como retribución al soldado como sueldo, era
de seis pesos por mes pagados a razón de un mes cada veinte. Vestuario: Una blusa y un pantalón
calculados para seis meses de uso, que alcanzaba hasta dos o más años. Un par de botas sin medias, calzoncillos de
lienzo, dos camisas de lienzo, para la eternidad. Un kepis, un poncho y una manta.
Obligadas las tropas a mantenerse
listas para acudir sin pérdida de tiempo a las formaciones de alarma, que se
producían casi todas las noches, transcurrían las semanas sin que ni el Jefe ni
el último soldado se pudieran sacar las ropas para dormir. Dando lugar a la formación de plagas graves. Un
día, cuando el servicio lo permitía, la tropa se dedicaba al lavado de la ropa.
Racionamiento diario: Tres libras de carne, ocho onzas de galleta, dos onzas de
arroz y media de sal. Racionamiento
mensual (vicios), dos y media libras de yerba, diez onzas de tabaco y cuatro
onzas de jabón, dos pliegos de papel de fumar.
Si estos víveres hubieran llegado, hubiera sido jauja, pero por
desgracia no era así”.
Se trata de un recuerdo fotográfico de esa heroica "milicada" que posibilitó con su lucha que se poblaran nuestras tierras con gente laboriosa que vino particularmente de Europa. Sin esos milicos, el asentamiento de estos europeos hubiera sido muy difícil, casi imposible, fueron quienes pusieron su vida para que la Patria viviera.
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