Por Alejandro Olmos Gaona
'Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza,
la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como
causas de enfermedad, son unas pobres causas.” Repetía insistentemente
Ramón Carrillo, el insigne médico argentino, muerto en la miseria el 20
de diciembre de 1956, en Belem do Pará, Brasil, a quienes hoy pocos
recuerdan, y muchos literatos y escritores peronistas, que aburren con
citas y elogios a otros de la época y posteriores, tienen archivado vaya
a saber por qué razón.

Las primeras historias sobre Carrillo, las oí de mi padre, de quien era amigo, y después leí algunos textos fundamentales sobre política sanitaria que escribiera, y publicara EUDEBA, en la década del 70.

Las primeras historias sobre Carrillo, las oí de mi padre, de quien era amigo, y después leí algunos textos fundamentales sobre política sanitaria que escribiera, y publicara EUDEBA, en la década del 70.
Descendiente de viejas estirpes
provincianas, nació en Santiago del Estero el 7 de marzo de 1906, y
desde adolescente se dio a escribir sobre algunos temas sociales que le
interesaban.
Llegado a Buenos Aires, ingresó en la Facultad de
Medicina, siendo un practicante destacado en el viejo Hospital de
Clinicas, siendo redactor a su vez de la Revista del Círculo Médico
Argentino y el Centro de Estudiantes de Medicina. Comenzaba a madurar en
el la preocupación por los problemas sociales, la deficiente estructura
sanitaria, criticando esa obsesión por la ideas extranjerizantes que
impregnaban a los sectores académicos.
Se recibió de médico en
1930, a los 22 años, viajando a Holanda, Francia y Alemania para
perfeccionarse, gracias a una beca que le otorgó la Universidad de
Buenos Aires. Participó en Congresos en Europa a pesar de su juventud y
al regresar al país, el espectáculo de la Década infame lo lleno de
preocupaciones. No solo la medicina era una de sus preocupaciones, sino
la situación social y sanitaria, que entendía afectaba a los más
necesitados y era necesario cambiar. Se cuenta que conoció a Perón
después de la revolución de 1943, y le propuso un proyecto que abarcaba
la Salud Pública y la Educación. A los treinta y seis años de edad
(1942) ganó por concurso el cargo de Profesor Titular de Neurocirugía de
la Universidad de Buenos Aires. No obstante, en brusco viraje
profesional, abandonó su brillantísima carrera como neurobiólogo y
neurocirujano y renunció al prestigio y la tranquilidad que le podía
brindar tal carrera para dedicarse al desarrollo de la medicina social
(sanitarismo), desde donde podía realizar y concretar sus ideas sobre
salud. Se cuenta que conoció a Perón después de la revolución de 1943, y
le propuso un proyecto que abarcaba la Salud Pública y la Educación.


Siendo un destacado Neurocirujano, fue designado jefe del servicio del
Hospital Militar, donde se volvió a encontrar con Perón el 17 de octubre
de 1945, y al asumir este la presidencia lo designó Secretario de Salud
Pública de la Nación.
La tarea que tenía por delante era
enorme y en ella pondría no solo sus conocimientos médicos, sino esa
profunda visión de sanitarista que lo acompañaría toda la vida. Las
precariedades de los hospitales, la deficiente atención, la falta de
insumos y equipamientos, lo llevaría a trabajar sin descanso para
revertir una situación, obteniendo cambios notables, poniendo especial
énfasis en la medicina preventiva, la medicina social y la atención
materno infantil.
TRANSCRIBO MUCHAS DE SUS REFLEXIONES:
"La
medicina moderna tiende a ocuparse de la salud y de los sanos y el
objetivo principal es ya no curar al enfermo sino evitar estar enfermo".
"La medicina no sólo debe curar enfermos sino enseñar al pueblo a
vivir, a vivir en salud y tratar que la vida se prolongue y sea digna de
ser vivida."
"Las tareas de los higienistas no rendirán frutos si
previamente no se consolidan las leyes obreras destinadas a dignificar
la tarea en fábricas y oficinas, a mejorar sueldos y salarios y lograr
los beneficios de jubilaciones y pensiones."
"A los fines de la
Salud Pública, es más importante proporcionarle a la madre los medios
para que, una vez que tenga al hijo, pueda defenderse de las
contingencias posibles, o bien otorgar al padre los medios materiales
para atender al nuevo hijo."
Su plan de modernización
hospitalaria de 4000 páginas, intentaba una reforma integral del
sistema, con una minuciosa descripción de problemas y las soluciones que
debían implementarse. Como debía ser la atención médica, la
infraestructura hospitalaria. Como se sintetizó en un trabajo sobre su
vida:” Como parte de su estrategia para mejorar la estructura sanitaria,
Carrillo dividió el país en zonas sanitarias y planificó para cada una
de ellas la atención especifica de sus problemas, procurando lo que
denominó -centralización normativa y descentralización ejecutiva, es
decir que todos en la órbita de la Secretaría de Salud se regirían con
las mismas normas y criterios, pero las decisiones y la atención directa
quedaban bajo la decisión de cada uno de los centros de salud, aun en
el caso de los más pequeños. Como ejemplo del buen funcionamiento de su
estrategia puede mencionarse la llegada de la vacunación antivariólica y
antidiftérica hasta los pueblos más aislados y distantes.
Creo
la primera fábrica nacional de medicamentos, para no depender de los
laboratorios extranjeros y fue pionero en el mundo en erradicar el
paludismo. Los ancianos no estuvieron ausentes de sus desvelos
estableciendo los Hogares para la Ancianidad con la Fundación Eva Perón,
y también se ocupó de los niños, cuando se instalaron los Hogares
escuela. Tuvo enfrentamientos con varios miembros del gabinete de Perón
durante la segunda presidencia. Muchos obsecuentes con rasgo ministerial
no podían tolerar el talento de Carrillo, su dedicación, sus esfuerzos.
Durante su gestión se inauguraron casi quinientos nuevos
establecimientos sanitarios y hospitales (lista incompleta, cubriendo
sólo el periodo 1946-1952), como el Hospital de Roque Sáenz Peña, Chaco,
Hospital de Jobson-Vera, Santa Fe, Hospital de Pinto, Santiago del
Estero; Hospital de Chos Malal, Hospital de Valcheta, Río Negro, el
Hospital de Cruz del Eje y el Instituto de Gastroenterología,
Hemoterapia y de Dermatología de Capital Federal.
Como padecía de
una grave enfermedad viajó a tratarse a los estados Unidos, donde lo
encontró el golpe militar que derrocó a Perón en 1955. El régimen
militar declaró la interdicción de todos sus bienes y lo despojó de
ellos a pesar de haberlos justificado minuciosamente.
Un empleo
que consiguió en los Estados Unidos lo llevó a Belem do Pará donde
colaboró en el Hospital del lugar, con total desinterés, hasta que un
accidente cardiovascular el 28 de noviembre, lo llevaría a la muerte
semanas después.
Sus notables investigaciones neurológicas fueron
comentadas en todo el mundo, su talento como cirujano, fue siempre
celebrado por sus pares, pero su trabajo social y su labor sanitaria
merecen el reconocimiento de todos los argentinos. Fue uno de los
grandes de nuestra historia, y hoy pocos lo recuerdan, mostrando ese
olvido tan característico que nos aqueja a los argentinos, siempre
exhibiendo el exitismo del triunfo superficial y de circunstancias."
No hay comentarios:
Publicar un comentario