Rosas

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jueves, 4 de abril de 2013

Claudio Mamerto Cuenca












Por Gaston Binnerbini 

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Asesinato del Doctor y Cirujano Claudio Mamerto.
Version 1 (Caras y Caretas 14 de Mayo de 1932):
Dice: Urquiza avanzaba como una tromba sobre la tiranía. El ejército de Juan Manuel de Rosas iba a estrellarse contra los invasores. La lucha era inminente. Rosas decía:— ¡No dejaré de Urqaiza ni los rastros! Y Urquiza: No dejaré de Rosas ni achuras pa los perros!
El entrevero fué espantoso. Los campos de Caseros — el 3 de febrero de 1852 — se bañaron en sangre. Los soldados,
viéndose perdidos, huyeron como Rosas. Los heridos federales pedían auxilio sin que nadie les tendiera la mano... De pronto se vio a un hombre que iba y venía, lentamente, a través del campo de batalla, desafiando a las balas. Llevaba a cuestas un botiquín de cuero. Se arrodillaba delante de los heridos. Los curaba, los vendaba, les cerraba los ojos. Alguien pasó al galope. — ¡Dispare, doctor! Los soldados de Urquiza vienen degollando...
El hombre del botiquín sonrió sin impaciencia. ¿Qué le importaba morir si estaba cumpliendo su deber de médico filántropo? Sus colegas se habían dado a la fuga. Entre tanto, el ejército vencedor estaba ya muy cerca. Un soldado de Urquiza vio al médico en el instante de vendar a un herido.— ¡Muera el federal! — le gritó.
El médico cayó con el corazón deshecho por un tiro. Aquel héroe civil era el doctor
Claudio Mamerto Cuenca, poeta exquisito y cirujano experto, que, a pesar de hallarse al servicio de Rosas, jamás había querido rendirle acatamiento. Mitre dijo después: — Cuenca no era, en verdad, un soldado de Rosas. Era un soldado de la Humanidad.
Por Juan Jose Reilly.
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Asesinato del Doctor y Cirujano Claudio Cuenca por Adolfo Saldias en su obra "Historia de la Confederacion Argentina", capitulo dedicado a Caseros con ayuda de Antonino Reyes Edecan de Juan Manuel de Rosas y textos basados en "Memorias Ineditas" del Coronel de la Division Uruguaya, Cesar Diaz:
Los restos de los batallones del Coronel Jeronimo Costa (Aquellos que no habian huido), se corrieron hacia el Palomar y la Casa de Caseros para hacer frente el segundo asalto de la Division Uruguaya reforzada con dos batallones Brasileros. Jeronimo Costa es pasado por arriba:

"No resistieron el ataque que llevo con habilidad del Coronel Cesar Diaz. Desalojadas de sus posiciones las fuerzas que la defendian, los aliados penetraron en el interior del edificio y el combate se trabo todavia recio con los que en los patios y azoteas defendieron su vida. Aquello fue una verdadera carnicera (Memorias Ineditas por el Coronel Uruguayo Cesar Diaz). De cerca de 800 hombres que se sostuvieron mas de media hora, muy pocos sobrevivieron. Fuerzas del Batallon Voltijeros al mando del Coronel Palleja y de un Batallon Brasilero, penetraron hasta el Hospital de Sangre en donde se habian guarecido algunos heridos. Un hombre de aspecto venerable, tan solo armado de la fortaleza de las almas grandes, se adelanto a implorar generosidad para los heridos. Era el conocido cirujano Doctor Claudio Cuenca, erudito nosografo y tierno poeta. El Coronel Palleja lo atraveso con su espada y uno de los oficiales hizo otro tanto.
En esta lucha dijo Don Tomas larragoita, Capitan del Batallon Voltijeros: "En el asalto a la Casa de Caseros, se presento un oficial y le pidio a mi jefe que le salvara la vida: este le dio un hachazo con su espada y el que suscribe le dio otra estocada con la suya" : Segun Saldias fue con motivo de rectificarle aseveraciones del Sr Gral Mitre, contenidas en una carta que le hizo el honor de ldirigirle sobre estos y otros sucesos narrados en la primera edicion de su libro (De Saldias). Se publico en "La Razon de Montevideo de 1889". Vease sobre lo mismo la carta del Sr Fernando Torres en "El Siglo" del 27 de octubre de 1887. En una y otra parte testigos presenciales corroboran los hechos en el modo y forma como se narran en este libro.

Asesinato del Doctor y Cirujano Claudio Mamerto Cuenca por Wikipedia:
Al término de la Batalla de Caseros queda un bastión: El Palomar. Se encomienda entonces al general César Díaz que atacara. "Desde lo alto del mirador, - escribe cien años después el Dr. Corbella - los jefes del Palomar, junto a los que se encontraba Cuenca, miden la situación y, al comprobar la gran desventaja numérica, resuelven capitular. Se enarbola la bandera blanca y cesa el fuego...Cuenca se dirige a su improvisado hospital levantado a cielo abierto y reanuda las tareas de restañar heridas...con gran sorpresa siente una descarga cerrada de fusilería..."

"La soldadesca de Rosas, haciendo caso omiso de la rendición...esperó la llegada - con fines de parlamentar - de un pelotón de las tropas vencedoras y al entrar éstas les hacen fuego a quemarropa. Disipado el humo se vio el tendal en el suelo. Lo que ocurrió minutos después es inenarrable...Mientras los clarines sonaban ¡A degüello...! se vio a las tropas de Urquiza avanzar y meterse sus soldados por todos los rincones...masacrando a los moradores...El doctor Cuenca, sin perder la serenidad, desarmado y exhibiendo las hilas en la mano, intentó dirigirse al jefe de la tropa asaltante, Comandante Pallejas y, al parecer, se dio a conocer y pidió protección para sus heridos...Por toda respuesta recibió varios golpes de sable; de una estocada fue atravesado y al minuto cayó exánime sobre el pavimento"

El Dr. Claudio Mejía, compañero y fiel amigo de Cuenca es hecho prisionero por las fuerzas de Urquiza, pero consigue recuperar el cadáver y el inseparable maletín de su amigo con su obra poética. Misteriosamente, ningún parte oficial da cuenta de la muerte de Cuenca. Según el Dr. Corbella, llama poderosamente la atención "el silencio cómplice que hubo de algunos personajes que fueron actores en la toma del Palomar y que bien pudieron... lamentar públicamente la muerte de Cuenca y que no lo hicieron"

(Juan E. Corbella, El Martir de Caseros, Buenos Aires, Edit. Agamenon, 1957)
Buenos Aires: Historia de las calles y sus nombres. Vicente Osvaldo Cutolo. Editorial Elche. Buenos Aires, 1994. Vol I y II

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