Rosas

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martes, 28 de febrero de 2012

Belgrano y la Bandera

Por el Profesor Jbismarck
La indefensión de las costas ante las incursiones de la escuadrilla de Montevideo, dueña de los ríos, motivó la construcción de baterías costaneras en las barrancas del Paraná.. Empezó la construcción de dos baterías: una sobre la barranca, que llamó Libertad; la otra en una isla frontera, hoy desaparecida, bautizada Independencia más tarde.
El 13, propuso al gobierno la adopción de una escarapela como distintivo que las tropas llevarían prendida al uniforme. Belgrano entregó las escarapelas a la tropa el 23. Así comunicó al Triunvirato: "Se ha puesto en ejecución la orden del 18 del corriente para el uso de la escarapela nacional que se ha servido señalar V. E., cuya determinación ha sido del mayor regocijo y excitado los deseos de los verdaderos hijos de la Patria de otras declaraciones de V. E. que acaben de confirmar a nuestros enemigos de la firme resolución en que estarnos de sostener la independencia de la América".
El 27 de febrero levantó en ella a modo de bandera una gran escarapela blanca y celeste. Dijo al gobierno que "siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé hacer azul celeste y blanca conforme a los colores de la escarapela nacional; espero que sea de la aprobación de V.E.".
Al blanco lucido en las jornadas de mayo de 1810, que simbolizaba el río que daba su nombre a la tierra, se había agregado el azul del escudo de Buenos Aires ("celeste" no es un color de la heráldica sino un tono del azul).
Por eso al declararse la independencia y establecer el Congreso en 1818 los colores de la bandera se fijarían en blanco y azul. ¿A qué se debió el izamiento de la bandera? La explicación de Belgrano "siendo preciso" y no teniéndola", no es convincente.
Porque hasta ese momento no le había sido precisa ninguna bandera distinta de la española, y había realizado sin ella la campaña del Paraguay. Pero izar una bandera significa una virtual declaración de independencia, y ése debió ser su propósito: poner al gobierno ante el hecho consumado que lo movería a "otras declaraciones que acabasen de confirmar la resolución en que estamos de sostener la independencia de América".
En su arenga al inaugurar la batería Independencia con la bandera azul y blanca, Belgrano omite toda mención a Fernando VII; los soldados son los soldados de la Patria; les dice: "En este punto (la batería Libertad) hemos tenido la gloria de vestir la escarapela nacional que ha designado nuestro Excmo. Gobierno; en aquél (la Independencia) nuestras armas la aumentarán. Juremos vencer a los enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la independencia y de la libertad. En fe de que asi lo juráis decid conmigo ¡Viva la Patria!".
Al gobierno le disgustó el izamiento, (en especial a Rivadavia) porque quería usar la declaración de independencia como un arma ante lord Strangford: si el inglés no ayudaba, habría independencia, si se mostraba propicio podía seguirse fernandeando. Ordenó a Belgrano el 4 de marzo que "hiciese pasar por un rapto de entusiasmo el suceso de la bandera blanca y celeste enarbolada, ocultándola cuidadosamente". Como el general había dado el pretexto de haberlo hecho "por no tenerla", le mandaba la española usada en la Fortaleza.

Sarmiento, Quiroga y el día de los muertos.

Por el Dr. Sandro Olaza Pallero

Afirma Ernesto Romano que “el periodismo es fenómeno moderno, simpatiza y atenta contra el arte a un mismo tiempo; una nueva e híbrida forma de escribir y leer: premura, improvisación, citas erradas, cifras que se inventan, eco y ecolalia”. El periodismo es el género degenerado de Domingo Faustino Sarmiento, y su Facundo, por partida doble, la primera obra maestra de la literatura y periodismo americano. El culto de los muertos es para Sarmiento el origen de la civilización; los ancestros, sacralizados por la muerte, protegen desde su magra tumba la ciudad, son sus jefes y sus dueños. Hace suyo el oráculo de la Pitia: “Honra con culto á los jefes del país, los muertos que moran bajo la tierra”.
Según Ricardo Rojas, Sarmiento “sentía la devoción de los camposantos y en sus viajes visitaba los cementerios”. Iba a la Recoleta todos los años –ahí se encontraba su hijo Dominguito muerto valientemente en la guerra contra los paraguayos-, el día de los muertos y escribió artículos sobre ello, donde se puede apreciar un fondo religioso cristiano con reminiscencias egipcias y una cierta idea pagana de la gloria. Hay en el sanjuanino una concepción geológica del desenvolvimiento del espíritu en la historia, que abarca por analogía la estructura de la mente humana. Historia y alma crecen por sedimentación, por acumulación de capas sucesivas. Nada muere de manera absoluta, y todo perdura latente y dispuesto a ser invocado desde su oscuro sustrato. Tierra, hombre e historia comparten idéntica estructura terrena: la patria. El día 4 noviembre de 1885, en el periódico El Debate, Sarmiento escribió un artículo titulado “El Día de los Muertos”, interesante pieza literaria. Realiza una serie de meditaciones con ironías y se refiere a la diferencia de estaciones con Europa –allí es primavera cuando aquí es otoño- y dice: “Y entre las flores y los perfumes de la primavera, el día que vuelven alborozadas las ausentes golondrinas quisiéramos por tradición llorar a los muertos: pero la naturaleza que es nuestra guía, nos invita a sonreír y enjugar las lágrimas, como niño a quien los besos de su madre distrae de la efímera pena del momento. Honramos pues la memoria de los nuestros a la manera de los griegos, cuyo Dios Supremo sonreía y siempre jovialmente, es decir, divinamente, como Aquiles lloraba el cadáver de su amigo bailando desnudo en torno de la pira de Patroclo…Sabed que ese cementerio es la patria con cuerpo y alma, la patria de ahora, la patria de entonces, la patria de mañana. Allí volvemos a estar todos juntos…Por ahora los árboles dejan ver la galería que da entrada a la mansión de los muertos y cuya arquitectura nos lleva a los mejores tiempos de las Bellas Artes. Por entre sus columnas se divisan ya, antes de entrar, urnas cinerarias, sepulcros, columnas y sarcófagos y la bella estatua del Dolor, que vela gimiendo sobre la tumba de Facundo, a quien el arte literario más que el puñal del tirano, que lo atravesó en Barranco Yaco, ha condenado a sobrevivirse a si mismo y a los suyos, a quienes no transmiten las responsabilidades de la sangre. El Dante puede mostrar a Virgilio este león encadenado, convertido en mármol de Paros y en estatua griega, porque del otro lado de la tumba, todo lo que sobrevive debe ser bello y arreglado a los tipos divinos, cuyas formas revestirá el hombre que viene. He aquí, me decía un joven Arce, pariente de Quiroga, como yo llevo la toga y la clámide del griego y no la túnica ni dalmática del bárbaro. Podría decirle a mi vez que mi sangre corre ahora confundida en sus hijos con la de Facundo y no se han repelido sus corpúsculos rojos, porque eran afines. Quiroga ha pasado a la historia y revista las formas esculturales de os héroes primitivos, de Ayax y Aquiles”.

Fuentes:

“El Día de los Muertos. Un artículo periodístico de Sarmiento con reflexiones sobre el mausoleo de Quiroga en la Recoleta”, en Ambas Américas. Revista de Educación, Bibliografía y Agricultura n° 7, Buenos Aires, Septiembre de 1995.
ROJAS, Ricardo, El profeta de la pampa. Vida de Sarmiento, Buenos Aires, Editorial Losada, 1945.
ROMANO, Ernesto, “La commedia argentina”, en Proyecto Sarmiento. Obras Completas en Internet (http://www.proyectosarmiento.com.ar/ )
Publicado por Blog de Historia Argentina e Hispanoamericana en viernes, diciembre 25, 2009 0 comentarios
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martes, 21 de febrero de 2012

El General del petróleo....

“El país reclama una ley que garantice el pueblo argentino el usufructo total de los beneficios derivados de las explotaciones petrolíferas, y que esto se realice en la mayor tranquilidad, libre de la áspera lucha de intereses que pone a prueba, y a menudo mancha, el honor de las personas y la dignidad de las funciones públicas Se trata de un asunto demasiado complejo, constituido por múltiples especializaciones que deben ser consultadas para formular una proyecto que coordine con unidad de doctrina las distintas actividades que integran la industria petrolífera y defender así, esta fundamental riqueza pública, establecer el conveniente ordenamiento de su explotación y alcanzar los objetivos que imponen el presente y el porvenir económico de la Nación. Podremos asegurar que el petróleo será para nuestro pueblo una fuente de progreso moral y material; tendremos la certidumbre de que nuestra política interna no sufrirá los contactos del oro infamante que conduce a la traición y que nuestras relaciones exteriores no serán nunca influenciadas por las ‘representaciones amistosas’ de las cancillerías extranjeras que respalden exigencias inauditas llamadas ‘derechos adquiridos’ de sus organizaciones petrolíferas, y nuestra Nación podrá gozar, en serena soberanía del usufructo de la riqueza petrolífera. ¡El petróleo argentino del pueblo y para el pueblo argentino!"

Enrique Mosconi

Un cipayo...antes, en el Barrio los llamábamos de otra manera

Por Daniel Brion
 
Mucho ha hablado quién, al crearse el Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano “Manuel Dorrego”, dijo: “… así estamos hoy en la Argentina. No tenemos ópera, pero hay abundantes cantantes, poetas y escritores de mitos y epopeyas, que conquistan la fantasía de su público. Los historiadores, por su parte, trabajan en las universidades y en el Conicet.”, el lunes 28 de noviembre de 2011, en el diario La Nación, fue muy crítico respecto de la creación del instituto. "El Estado asume como  oficial la versión revisionista del pasado. Descalifica a los historiadores formados en sus universidades y encomienda el esclarecimiento de la «verdad histórica» a un grupo de personas carentes de calificaciones. El instituto deberá inculcar esa «verdad» con métodos que recuerdan a las prácticas totalitarias. Palabras, quizá, pero luego vienen los hechos", expresaba Luis Alberto Romero. Aclaraba su firma, entonces, como “El autor, historiador, es investigador principal del Conicet/UBA”.
Inmediatamente ese CONICET -al que el académico historiador hacía referencia- se vió en la necesidad, por medio de su vicepresidente de Asuntos Tecnológicos, Faustino Siñeriz, a recordar a los científicos que integran ese organismo nacional que "Sólo la presidente (del organismo) o la persona en quien ésta expresamente delegue la facultad puede expresar de modo válido la opinión institucional del Consejo". A partir de ello Don Romero acuso de Mordazas en el Conicet, de limitar la voz de los científicos, claro que no advertía que era él quien hablaba desde un lugar que, estatutariamente, no le correspondía. Para Romero el Estado imponía su propia épica (¿?), agregaba “El revisionismo histórico, cuya tradición se invoca en este decreto, merecía un destino mejor. En esa corriente historiográfica militaron historiadores y pensadores de fuste. Julio Irazusta desarrolló una bien fundamentada defensa de Juan Manuel de Rosas, con sólida erudición, aguda reflexión y una prosa refinada. Ernesto Palacio dejó una Historia de la Argentina bien pensada y provocativa. José María Rosa, quizá más desparejo, tiene piezas de preciso conocimiento y convincente argumentación. Ellos y sus seguidores, como todos los buenos historiadores, cuestionaron las ideas establecidas, provocaron el debate y aportaron nuevas preguntas. Sobre todo, formaron parte de una tradición crítica, contestataria, irreverente con el poder y reacia a subordinar sus ácidas verdades a las necesidades de los gobiernos. La retórica revisionista, sus lugares comunes y sus muletillas, encaja bien en el discurso oficial. Hasta ahora, se lo habíamos escuchado a la Presidenta en las tribunas, denunciando conspiraciones y separando amigos de enemigos. Pero ahora es el Estado el que se pronuncia y convierte el discurso militante en doctrina nacional. El Estado afirma que la correcta visión de nuestro pasado -que es una y que él conoce- ha sido desnaturalizada por la "historia oficial", liberal y extranjerizante, escrita por "los vencedores de las guerras civiles del siglo XIX". Los historiadores profesionales quedamos convertidos en otra "corpo" que miente, en otra cara del eterno "enemigo del pueblo".   Se preguntarán por qué hago referencia a todos estos dichos, ya suficientemente refutados por la misma sociedad, pues resulta ahora que el académico historiador Luis Alberto Romero, en el diario La Nación del martes 14 de febrero de 2012, se pregunta –firmando ahora como El autor es historiador. Es miembro del Club Político Argentino- ¿Son realmente nuestras las Malvinas?, y trata de dar una académica e histórica versión argumentando la falta de argumentos de nuestro país al respecto, dice Romero ahora “Me resulta difícil pensar en una solución para Malvinas que no se base en la voluntad de sus habitantes, que viven allí desde hace casi dos siglos. Es imposible no tenerlos en cuenta, como lo hace el gobierno argentino. Supongamos que hubiéramos ganado la guerra, ¿que habríamos hecho con los isleños? Quizá los habríamos deportado. O encerrado en un campo de concentración. Quizá habríamos pensado en alguna solución definitiva. Plantear esas ideas extremas -creemos que lejanas de cualquier intención- permite mostrar con claridad los términos del problema”, y remata argumentando “…Podemos obligar a Gran Bretaña a negociar. Y hasta convencerlos. Pero no habrá solución argentina a la cuestión de Malvinas hasta que sus habitantes quieran ser argentinos e ingresen voluntariamente como ciudadanos a su nuevo Estado. Y debemos admitir la posibilidad de que no quieran hacerlo. Porque el Estado que existe en nuestra Constitución remite a un contrato, libremente aceptado, y no a una imposición de la geografía o de la historia.

Ahora se puede advertir con claridad por qué estaba tan enojado Don Romero con la creación del Dorrego, le molestan como una piedra en el zapato quienes ante tamaña afirmación le puedan decir una sola palabra y recordarle el sentido de la misma.
 
Brota espontánea: CIPAYO, recordando para ser académico como a Romero le gusta: Un Cipayo (en idioma persa: Sipahi; en turco: Spahi, deletreado, Sepahi, o Spakh; en inglés: Sepoy, en francés:Cipaye; en otros idiomas europeos Sepahi o Espahí, debido al turco) era un miembro de una tropa de caballería de élite incluida dentro de las Seis Divisiones de la Caballería del ejército del Imperio otomano y que normalmente procedía del Magreb.
 
Origen del nombre: proviene del persa Sepâhi que significa "soldado", y posee la misma raíz que "sepoy". El estatus de los Sipahi se asemejaba al de los caballeros europeos medievales. El sipahi era el titular de un feudo (timar) concedido directamente por el Sultán Otomano, y tenía derecho a todos los ingresos del mismo a cambio de sus servicios como militar. Los campesinos del timar eran posteriormente añadidos al mismo.
 
Historia: el cuerpo militar de los Sipahi fue probablemente fundado durante el reinado de Mehmed II. Eran la más numerosa de las seis divisiones de caballería otomanas y eran el homólogo a caballo de los jenízaros, que luchaban a pie como infantería de elite. En tiempos de paz, los sipahis eran responsables de la recaudación de impuestos.
 
En el Imperio Británico, a quién sostiene en su artículo el historiador, se conocía como Cipayo a un nativo de la India reclutado como soldado al servicio del poder europeo, normalmente del Reino Unido, pero también extendido su uso a los ejércitos coloniales de Francia y Portugal. En forma específica, fue el término usado en el Ejército Británico de la India para el rango de recluta (o soldado raso) de la infantería.
Para entendernos, en idioma español: el término se utiliza de forma despreciativa para referirse a un secuaz a sueldo.
En la Argentina, el escritor y político Arturo Jauretche lo impuso en la terminología política para referirse a elites dominantes o ciudadanos funcionales a potencias colonialistas.
Finalizando, estimado historiador científico, que ha pasado de firmar como investigador principal del Conicet/UBA, a firmar como miembro del Club Político Argentino, lo de cipayo seguramente lo entenderá dado  excelente formación académica eso sí, en el barrio, en la calle, tomando un café, no le quepa duda, lo llamaríamos de una manera mucho más popular.

sábado, 18 de febrero de 2012

La Iglesia y el peronismo



Por Carlos Mugica, 1973 
 
En momentos en que el pueblo argentino se prepara a vivir lleno de gozo el acontecimiento histórico del regreso definitivo del general Juan Domingo Perón a la Patria es importante advertir la actitud de numerosos católicos que, insertados en la lucha por la liberación nacional se unen a esta gran alegría. Si históricamente hubo algún desentendimiento entre la Iglesia y el peronismo, desentendimiento que en realidad abarcó solamente a sectores de ambos lados, éste se debió, más allá de los errores fruto de actitudes personales, a incomprensión por parte de hombres de la iglesia del sentido profundamente liberador del movimiento popular. 
Se debió a que algunos de nosotros en lugar de analizar la realidad desde el pueblo, desde los pobres como lo manda Jesús en el evangelio, infectados por una mentalidad elitista lo veíamos todo desde una óptica oligárquica. Y claro que para la oligarquía el peronismo era el desastre, la hora de los "negros".   Pero para los hoy mis queridos cabecitas el peronismo fue, es y será, si continúa fiel a sus esencias y desarrolla su entraña revolucionaria, el movimiento de redención social más formidable que ha conocido nuestra Patria. 
Cristo nos enseña en el evangelio que el modo no ilusorio, no engañoso de estar cerca de El, es estar junto a los hombres. Amar a Cristo es amar a los hombres. Por eso San Juan de la Cruz dice que al atardecer de la vida seremos juzgados en el amor. Cristo en el evangelio se identifica sin más con el prójimo, con el otro y por eso hace depender la suerte eterna del hombre del amor real, concreto y eficaz que haya tenido con su hermano. "Vengan conmigo benditos de mi padre porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, estuve desnudo y me vistieron... Apártense de mí, malditos, porque tuve hambre y no mecieron de comer tuve sed, no mecieron de beber, estuve desnudo y no me vistieron" (Mateo 25, 30-46). 
Hoy los cristianos hemos comprendido que esta exigencia del amor no sólo tiene una dimensión personal sino también una dimensión estructural. Tengo que amar no sólo a nivel de individuos sino a nivel de pueblos. Y fue a nivel de pueblo que él peronismo a través de su paso por el gobierno realizó el mandato evangélico del amor real y verdadero a los humildes. Basten pocos ejemplos: 900.000 viviendas, leyes sociales que levantaron a los humildes de su situación de explotación inhumana y posibilitaron que el pueblo trabajador se fuera poniendo de pie. La gigantesca obra social realizada por la Fundación Eva Perón bajo la sobrehumana conducción de la inolvidable Evita, etc., etc.   Por eso es importante que hoy los cristianos, después de lavarnos la cabeza de tanta influencia laicista y liberal nos integremos en este proceso histórico que se ha iniciado en la Patria el 25 de mayo, no para traer agua para nuestro molino pretendiendo servirnos de algún trozo del poder para nuestras obras, sino haciéndonos pueblo, luchando con austeridad, honestidad y grandeza junto a los humildes por la liberación nacional. Es decir, asumir el ejemplo de Cristo que no vino a ser servido sino a servir y dar la vida por sus hermanos.  Ya es inminente la llegada del jefe del movimiento del pueblo. En esta hora histórica vale la pena recordar a través de sus palabras, que a veces los católicos hemos olvidado la definición que él nos ha dejado de la naturaleza del justicialismo en su mensaje al Congreso de 1952:
"A lo largo de este mensaje he analizado las realizaciones más concretas de mi Gobierno en materia social. Y movido tal vez por un afán de mostrar resultados evidentes, he insistido demasiado en las realizaciones materiales. Debo advertir que esto no significa que, en la escala de valores de nuestra doctrina, los bienes materiales tengan prioridad sobre los demás valores del hombre y la sociedad. De ser así nos pondríamos a la misma altura de los sistemas que han creado la caótica situación del mundo en que vivimos."
"En nuestra doctrina los valores económicos son solamente medio y no fin de la tarea humana, la cual, para quienes aceptamos y reconocemos en el hombre valores externos y espirituales, entraña un destino superior. Los bienes económicos son tan sólo la base material de la felicidad humana, así como el cuerpo es instrumento de la actividad del alma."
 "Nosotros procuramos la elevación moral de nuestro pueblo virtuoso e idealista y el desarrollo en su seno de una vigorosa vida espiritual. Sabemos demasiado bien por la experiencia de los años pasados bajo la explotación capitalista, que todo eso es muy difícil cuando la vida de la comunidad no se desenvuelve en un ambiente de cierto bienestar material. Pero sabemos también que el bienestar material de las naciones ha sido muchas veces en la historia la causa de grandes desgracias, de fatales decadencias. Porque cuando un pueblo se propone asumir en la historia un destino superior tiene que poseer profundas reservas espirituales, si no quiere causar a la humanidad más desgracias que beneficios."
"Creo que el pueblo argentino tiene un destino extraordinario que realizar en la historia de la humanidad y ésta será mejor o peor en la medida en que nuestro pueblo sepa cumplir con su deber histórico."
"Pero el éxito dependerá de las fuerzas espirituales que posee nuestro pueblo al enfrentarse con su propio destino."
"Me permito hacer en este momento un llamamiento a todos los que, de una y otra manera, tienen sobre sí alguna responsabilidad en la formación moral y espiritual de nuestro pueblo. Nosotros hemos creado todas las condiciones materiales necesarias para que un pueblo satisfecho pueda pensar en las tareas y actividades superiores del espíritu, y las hemos favorecido y fomentado en todos los grados de su escala."
"Es necesario que cumplan ahora con su deber los responsables directos de la educación y de la formación moral y espiritual de nuestro pueblo, pensando que sobre ellos descansa también, el mayor o menor grado, la felicidad del mundo venidero."
"Semejantes tareas, sin sentido para los que no ven en todo nada más que el resultado de fuerzas económicas y materiales, tienen fundamental importancia para nosotros, para quienes seguimos creyendo en los destinos eternos del hombre y de la humanidad."

viernes, 17 de febrero de 2012

Un aristócrata Nacional, popular y...progresista

Escribe: Juan Carlos Serqueiros

En plena “Década Infame” (José Luis Torres dixit, para referirse al período que va desde el derrocamiento de Yrigoyen el 6 de setiembre de 1930, hasta la revolución del 4 de junio de 1943; y que paradojalmente, no fue una década, sino que duró casi 13 años), la oligarquía tucumana sufriría (¡por fin un tiro pa’l lao de la justicia!) un buen susto. Y –cosa extraña-, a manos de alguien surgido nada menos que de los estratos sociales más altos, es decir, de la aristocracia: Juan Luis Nougués. ¿Y cómo y en qué contexto se produjo tal fenómeno? Pues eso es aún más extraño todavía; y es lo que voy a tratar, en apretadísima síntesis, de desarrollar a continuación.
En 1927, el descrédito del radicalismo tucumano en función de gobierno (cosa que –dicho sea de paso- les ocurrió invariablemente, porque NO SABEN GOBERNAR, lo cual demostraron con creces cada vez que –lamentablemente- les tocó hacerlo), llevó a que un joven e impetuoso Juan Luis Nougués, ganara las elecciones municipales; y acertara a llevar adelante una obra fecunda, eficaz; y fundamentalmente, con un profundo contenido social.
El prestigio ganado (sobre todo entre el pobrerío, o sea, por aquel entonces, el 90% del electorado; porque los recursos económicos para solventar su plan de urbanización y mejoras sociales, Nougués se los sacó a los ricos -¿y a quién, si no?-; y entre esos ricos, a su propia familia) a través de esa gestión, lo llevaría a alzarse con la victoria en los comicios de fines de 1931, en los que resultó electo gobernador, merced a la abstención de los radicales (que como es habitual en ellos, no entendían nada). Empezaba así, el calvario de Nougués, que habría en adelante, de sufrir la cerrada, tenaz y despiadada oposición y crítica, no sólo de la oligarquía de derecha (los conservadores, resentidos con él, por lo que ellos consideraban exacciones en su perjuicio, ocasionadas durante su período como intendente); sino además, de la oligarquía de izquierda, que también la había (y la sigue habiendo, por desgracia).
Juan Luis Nougués pretendió encarar reformas de fondo, y meter el bisturí hasta el hueso, en procura de implantar en la provincia, la justicia social. Para ello, había concebido un ambicioso proyecto de obras públicas (caminos, escuelas y viviendas), con el cual resolvería de un plumazo, y simultáneamente, los tres problemas que lo desvelaban: la desocupación, la salud y la educación.
Claro..., había un pero (siempre hay un pero), porque Nougués planeaba financiar su proyecto de obras públicas, con los impuestos, principalmente a la industria azucarera, y éstos ya habían sido liquidados con antelación, a los gobiernos que lo precedieron; de modo que quiso aplicarles a los ingenios, un impuesto adicional de… $ 0,02 por kilo de azúcar (sí, leyeron bien, dos centavos por kilo); y ahí se armó el despelote: la oligarquía de derecha y de izquierda, los diarios (el pasquín infame La Gaceta a nivel provincial, y los libelos inmundos La Nación, La Prensa y Crítica a nivel nacional), los radicales (que en eso de armar quilombo y debilitar gobiernos, son expertos, es lo único que siempre hicieron eficazmente), y hasta el gobierno nacional fraudulento y corrupto del presidente Agustín P. Justo; constituyeron una alianza formidable, contra la cual no sólo no podría Nougués, sino que no podría nadie; era demasiado para cualquiera, por fuerte, popular, honesto y bienintencionado que fuese; era demasiado…
Para colmo, Nougués había llevado al ministerio de gobierno, al periodista combativo José Luis Torres (sí, el mismo, el que acuñó lo de “Década Infame”, y que después, escribiría un libro titulado así), cuya figura le era al establishment, directamente intragable. Así las cosas, la oligarquía de izquierda, no le perdonaba a Nougués, el cagarse en Carlitos Marx; la oligarquía de derecha, no le perdonaba a José Luis Torres sus virulentos ataques; y en fin, ambas oligarquías (en el fondo, y siempre, una sola) consideraban a los dos, como un par de impresentables que había que voltear sí o sí. Y los voltearon, primero cayó José Luis Torres, a pesar de que Nougués lo bancó a morir; y después, la intervención federal, acabó con el gobierno de Juan Luis.
Injuriado y pobre (toda su inmensa fortuna particular, la gastó en la política, baste con decir que todos los gastos protocolares del gobierno, los solventó de su propio peculio), terminaría por morir de resultas de un A.C.V., en un más que humildísimo y reducido departamento, el 9 de marzo de 1960. En Tucumán, la justicia social quedaría postergada hasta el advenimiento a la presidencia de la nación, de Juan Domingo Perón; pero esa..., esa es otra historia...

martes, 14 de febrero de 2012

Arturo Jauretche y la economía

Por Arturo Jauretche

"Ese es el gran problema argentino: es el de la Inteligencia que no quiere entender que son las condiciones locales las que deben determinar el pensamiento político y económico. Esto no es una cosa nueva. No hace falta ser marxista para entenderlo. Más aún, Marx no entendía las condiciones económicas de los países subdesarrollados; las entendió Lenin que hizo una ampliación del marxismo. Un maestro del siglo XIX. Federico List, criticó esa concepción de la división internacional del trabajo, según costos comparativos. El explicó que los países que están en período de desarrollo, aceleran cada vez más ese desarrollo y lo profundizan con el libre comercio internacional pero los que recién emergen necesitan protección en las fronteras nacionales. El pensamiento de List promovió el desarrollo capitalista de Alemania y también de los Estados Unidos, porque List estuvo en los Estados Unidos e influyó en gran parte del pensamiento económico. Pero a nosotros nos han enseñado todo mal. Nos han enseñado por ejemplo, que la lucha entre Hamilton y Jefferson fue una lucha de orden institucional. No, era la lucha entre el capitalismo que surgía (Hamilton) y quienes tenían una idea agraria de los Estados Unidos (Jefferson) y ganó Hamilton. Nos han enseñando la Guerra de Secesión como una guerra motivada por las lloronas páginas de 'La Cabaña del Tío Tom', no como fue, una lucha entre los fabricantes de camisetas del norte que querían el algodón para ellos y necesitaban consumidores de camisetas en el sur (y no esclavos, como querían los dueños de las plantaciones) y a sus vez, los fabricantes de camisetas de Manchester que querían el algodón para ellos; el rey algodón tiene, más que ver con la Guerra de Secesión que 'La Cabaña del Tío Tom' ". Reportaje de 1971. Escritos Inéditos - Corregidor 2002.
"Desde Otawa, y ahora ya definitivamente en Inglaterra, en el Mercado Común Europeo y en los Estados Unidos el comercio internacional no se rige más por el precio. Ningún gran país practica ya la política liberal con su mercado abierto de intercambio regido por los costos, y así el liberalismo es sólo una mercancía de exportación para los países ultramarinos regidos por cipayos que difunden esas zonceras para trampa de los zonzos". Las dos caras del liberalismo argentino: progreso y antiprogreso. 1967. Escritos Inéditos - Corregidor 2002.

"En economía no hay nada misterioso ni inaccesible al entendimiento del hombre de la calle. Si hay un misterio, reside él en el oculto propósito que puede perseguir el economista y que no es otro que la disimulación del interés concreto a que se sirve." El Plan Prebisch Retorno al Coloniaje. A. Peña Lillo Editor. Octubre 1973

"Es que el que maneja el crédito y lo orienta, maneja a la economía del país con mucha más eficacia que el gobierno, con todos sus instrumentos, desde la tarifa de avalúos a las leyes de promoción del desarrollo. El que maneja el crédito maneja más la moneda que el que la emite. El que maneja el crédito maneja más el comercio de exportación e importación que el que compra y el que vende. El que maneja el crédito estimula determinadas formas de producción y debilita otras; el que maneja el crédito establece qué es lo que se ha de producir y que es lo que no; determina lo que puede y lo que no puede llegar al mercado con facilidades de venta, y maneja por consecuencia el consumo. El que maneja el crédito crea moneda de pago y poder adquisitivo. El que maneja el crédito decide qué se produce en el país y qué no se produce, quién lo produce, cómo lo produce, cómo lo vende y cómo lo acapara, adónde lo exporta y en qué condiciones; determina las condiciones de la plaza, incide en la bolsa, todo, en una palabra. El secreto de la prosperidad o la decadencia, del desarrollo o el atraso, están en gran manera en los bancos." Política y economía. A. Peña Lillo Editor. Octubre 1977
"Pero los propietarios de los bancos privados no son los depositantes, sino un grupo de financieros que controla el capital accionario, recoge los ahorros de los depositantesy lo dirige hacia los fines que interesan a ese grupo financiero. Cuando eses grupo financiero está ligado con determinadas industrias, al desarrollo de esas industrias se dirige la banca, teniendo en cuenta, no el tipo de desarrollo industrial que le interesa al país, sino el que le interesa a su grupo, Cuando el banco es extranjero o está ligado a los intereses de la exportación o la importación, dirigirá su política a beneficiar a exportadores e importadores, en una economía que ya ha sido puesta a disposición del interés comprador y vendedor extranjero, y cuando no es extranjero el banco, no promoverá el desarrollo en el sentido que interesa al país, sino en el sentido que interesa al acopiador de nuestra producción. Esto es elemental, pero se objeta que el banco privado está mejor manejado y hace mejores inversiones. Lo de mejores inversiones es un concepto también relativo, poque un negocio pude ser muy bueno para el negociante e inconveniente para la colectividad. También se dice que los fondos son mejor manejados. Pero en la corta experiencia que llevamos desde 1955, varios bancos privados han puesto en evidencia que su ética está muy por debajo de la de los bancos oficiales que se intenta desacreditar." Política y economía. A. Peña Lillo Editor. Octubre 1977

Pacto Roca - Runciman

Por Agenda de Reflexión

En 1939 se estrenó Gunga Din, uno de los grandes clásicos del cine de aventuras de todos los tiempos, inspirado en el famoso relato de Rudyard Kipling, dirigido por George Stevens e interpretado por Cary Grant, Víctor McLaglen, Douglas Fairbanks Jr. y Joan Fontaine. La historia se trata de tres sargentos del ejército británico, buenos camaradas, de espíritu bromista, destacados en misión especial en una zona montañosa de la India colonial del siglo XIX. Los acompañaba un muchacho nativo, una especie de aguatero y guía baqueano llamado Gunga Din, que resultó ser el perfecto cipayo: se diría que disfrutaba viendo matar como moscas a sus compatriotas en nombre de los intereses del imperio y de la corona.
Pero digamos que la vocación del cipayo colonial no fue exclusiva del siglo XIX ni de la India exótica. El 27 de abril de 1933 se firmó la convención y protocolo que pasó a la historia como una de sus páginas más negras: el tristemente célebre “Pacto Roca-Runciman”. Un año antes, los representantes de los dominios integrantes del Commonwealth se habían reunido en la conferencia de Ottawa. En esa reunión el imperio británico firmó acuerdos con Australia y Canadá con el fin de otorgar preferencia a la compra de carnes. A partir de entonces la exportación de carnes argentinas a Inglaterra comenzó a decaer. La oligarquía y la Sociedad Rural argentinas presionaron entonces al presidente Agustín Pedro Justo y su gobierno derivado del llamado fraude patriótico para enviar una misión a Londres y arribar a un acuerdo. Las escasas condiciones miserables que pudo imponer a su principal cliente puso en evidencia el abrumador grado de dependencia del mercado exterior que tenía nuestra economía. Pero también el cipayismo vendepatria del gobierno y de nuestra clase dominante durante la década infame. Gran Bretaña, por su parte, tenía entonces vastos intereses en nuestro país: los ferrocarriles, los frigoríficos, el reaseguro y los enormes negocios derivados de éstos.
Por ese pacto, se permitió a nuestro país enviar al mercado inglés una cantidad de su mejor producción de chilled beef (carne enfriada), bien barata y ¡libre de gravámenes! A cambio, la Argentina aseguró, en condiciones de claro privilegio, la importación de carbón británico (sobre todo para abastecer a las locomotoras a vapor ¡también británicas!) y de toda una serie de productos manufacturados de ese origen. Se eliminaron medidas “proteccionistas” contra las importaciones inglesas, favorecidas además por regulaciones cambiarias. Al mismo tiempo, el gobierno argentino se comprometió a alentar la inserción de las empresas del Reino Unido en el terreno de las obras públicas.
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El vergonzoso pacto fue firmado (paradójicamente el mismo año en que moriría don Hipólito Yrigoyen) en Londres por el ministro de comercio británico Walter Runciman y el vicepresidente conservador argentino Julio A. Roca (hijo del presidente homónimo). En esa oportunidad, Julito Roca tuvo el mal tino de decir que “Argentina, por su interdependencia recíproca, es, desde el punto de vista económico, una parte integrante del imperio británico”. El lacayismo llegaría a la cúspide en las palabras del agente financiero de los intereses británicos y miembro de la delegación argentina Guillermo Leguizamón, Sir de la corte de St James: “La Argentina es una de las joyas más preciadas de la corona de su Graciosa Majestad”.
La representación se completaba con el ministro de hacienda, el socialista independiente Federico Pinedo, siempre asesorado por el economista inglés Otto Niemeyer en las medidas adoptadas en el sistema de transporte con la fundación de ferrocarriles y tranvías de Buenos Aires, en la fundación del Banco Central y en la creación de la Junta Nacional de Granos. La oligarquía intentaba, por todos los medios, seguir en la órbita de Inglaterra, porque era la única manera de mantener sus privilegios. La pujante economía de Estados Unidos, fuerte productor de granos y criador de ganado de primer nivel, la estaba amenazando de muerte. En definitiva, el empréstito inglés fue de 13 millones de libras esterlinas, pero el 70 % de esa cifra fue destinado para pagar a la metrópoli ¡utilidades de los ferrocarriles!
Claro, ni el pacto ni aquellas declaraciones de la delegación fueron bien recibidas en los círculos nacionales, tanto entre las fuerzas armadas como entre los civiles como los hermanos Rodolfo y Julio Irazusta –autores de La Argentina y el imperialismo británico- y el grupo de intelectuales nucleados en FORJA. Se empezó así a cocinar un caldo de cultivo que prepararía finalmente las condiciones para la revolución del 4 de junio de 1943. El empréstito terminó pagándose (varias veces, como es de rigor) durante el gobierno del general Perón, cuando nacionalizó los ferrocarriles y el Banco Central, y derrotó a la coalición antinacional y antipopular de la oligarquía y el imperialismo.
El último domingo 24 se cumplieron cinco años de la muerte del gran patriota contemporáneo Alejandro Olmos, que supo denunciar la gran estafa de la deuda externa argentina y la complicidad de sus gerentes internos. Pero, como se ve, no hay nada nuevo bajo el sol: siempre existe disponible un Gunga Din.
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jueves, 9 de febrero de 2012

Güemes y Rondeau

Por Don Singulario

«Excelentísimo Señor: Quando me empeñaba más en proporcionar al Exercito quantos aucillos ofrece esta probincia: quando apuraba los recursos por organizar una fuerza respetable, y contribuir al exterminio del tirano ominoso que intenta para siempre remacharnos las cadenas de la esclavitud, y serbidumbre; y quando eran mayores mis sacrificios por la felicidad de las armas de la patria; reparar la perdida de Sipe Sipe; y vindicar la sangre de nuestos hermanos de armas; llega a mis manos una carta que avisa haber lebantado, el general Rondeau, su campo del punto de Guacalera; y que se dirigia la pueblo de Salta con miras hostiles, arrastrando tras sí la muerte y el espanto.
«Dejo a la consideración de Vuestra Excelencia la sorpresa que me causó operación tan inaudita, y que no contarán las republicas de Grecia, Atenas y Roma; ni la reciente rebolucion de la Francia. La consternacion, y amarguras que cubrió a las que se creyan victimas del opresor; y el mobimiento ruydoso que se exitó en el pueblo y la campaña.
«Boy á representar á Vuestra Excelencia con la verdad, y sinceridad que me es característica, los hechos que se han sucedido unos á otros de una manera que al paso que deben exitar la execracion de las Provincias Unidas, y la justa indignacion de Vuestra Excelencia, exigen, las probidencias más circunspectas para remediar males, que si no se cortan de raíz, llebarán al sepulcro nuestra deceada libertad.
«Suspendiendo el juicio porque la medida tocaba en bisos de imposible; mandé a mi Secretario con el teniente coronel Quinteros para que me examinasen la causa de mobimiento tan estraño: representasen al señor General la conmocion popular; y mi disposición cinsera a los objetos que miran a la perfeccion de nuestra grande obra.
«Este paso de subordinacion, y respeto tubo por recompensa el desayre, y la ámenasa: manifestó furores domesticos: personales resentimientos; y un espiritu de bengansa contra el benemerito, é inocente pueblo de Salta.
«El Cavildo tomando una parte actiba por evitar los horrores de una guerra domestica mandó una diputación bajo los mismos principios de moderacion, y armonia: y no tubo otro efecto que haber conceguido un triunfo el que tubiese yo con el general una entrevista, ó conferencia que terminase personales diferencias. Con este aviso, descansando en la sanidad de mi conducta, y en el testimonio de mi conciencia me presté francamente, dirigiendole oficio con la tercera diputacion que se mando de tres individuos de merito y representacion [...].Aun no se separaron de su presencia mandó hacer fuego á su banguardia [...] a mis ábansadas, que por un principio de precaucion tenia puestas con las ordenes de retirarse hasta el punto de los Serrillos, dejandole el pueblo libre que ocupó sin opocicion el dia quince del corriente con tren guerrero [...]
«Con partidas bolantes tengo coronado el pueblo; entre pricioneros y pasados se hallan en mi campamento cerca de docientos hombres se les ha quitado quasi toda la caballada, y como docientas cabesas de ganado; he ordenado, a mis abansadas impidan la introduccion de biveres obstruyendoles todo aucilio y comunicación.
«Con esta guerra de recursos le hé hecho sentir á este Señor General todo el imperio de la razón, de la justicia, y de la inocencia, y que una probincia valiente y generosa save sacudir el yugo de sus opresores. [...] Ya toca el General el desengaño de sus exfuerzos impotentes: me há dirigido dos parlamentarios, y el segundo con el coronel Juan Bautista Bustos: me queda la satisfaccion de que han regresado combencidos, que un celo patriotico, que el honor, y el deceo de la publica felicidad rigen mis deliberaciones.
«Las propocisiones que me hace son ofencibles, y degradantes a mi persona, a mis comandantes, y á los inviolables derechos de mi probincia; Yo hé contestado lo que devía; sin embargo si este señor conoce sus crimenes, y los detesta: si sofocando particulares resentimientos, une sus votos con los que haspiramos desinteresadamente por las glorias de la patria; y si se le hace entrar en sus deberes; yo protesto en las respetables aras de la nacion correr un belo á la ofenza, y al ultraje: olbidar impostura, y perdonar injurias: recibir entre mis brasos a los mismos que los detestan, y correr con ellos al camino del honor, y la gloria, como lo tengo prometido a los parlamentarios, quienes han buelto al seno de su exercito con distinto espiritu del que los animaba [...]
«Mientras tanto: Vuestra Excelencia que es el asilo de tantos infelices victimas empeñe su respetable autoridad en dictar probidencias que pongan termino a la ruina que prepara una mano destructora: yo tomaré solo aquellas medidas que sugiere el amor a los hijos de una misma madre, y daré quenta oportunamente de todos los acontecimientos que succedan á esta desconocida lucha»
«Dios guarde á Vuestra Excelencia muchos años. Quartel General en los Serrillos, marzo 19 de 1816» Excelentisimo Señor Martín Gúemes (rubricado)»
-Don Singulario, en esa carta, parece que el caudillo salteño está rechivo contra el enviado porteño invadiendo su provincia, es patética en su contenido y muy pintoresca en el vocabulario y ortografía.
-Esas características del texto (todo sic), tomado de la “Revista del Archivo General de la Nación” año IV, Nº 4, Buenos Aires, 1974, pág. 68 y ss, fueron el motivo principal de la elección para compartirla en esta columna. Don Martín Miguel de Güemes (1785-1821) se queja ante el Director Supremo interino, Ignacio Álvarez Thomas (1787-1857), dando cuenta de la entrada del general José Casimiro Rondeau (1775-1844) en Salta al frente del ejército nacional el 15 de marzo de 1816. Recrimina su conducta, a la que califica con duros términos y solicita la intervención del gobierno de Buenos Aires.
-¿Es el que da nombre a la Av. General Rondeau que cruza la 18 de Julio en la Plaza Cagancha. Esa que tiene la Estatua de la Paz en Montevideo? Por allí nos reuníamos unos cuantos que rajamos después de la revolución fusiladora del ‘55…
-¿Usted estaba entre ellos? Rondeau, es considerado en nuestra hermana República Oriental del Uruguay como un prominente patriota por haber sido el primer Gobernador y Capitán General Provisorio cuando se creó el nuevo estado, prestando juramento el 22 de diciembre de 1828. Sin embargo en su larga trayectoria como militar adherido a la Revolución de Mayo –de cuyos presuntos méritos don Bartolo Mitre se cansó de lisonjear– tiene una foja muy floja, especialmente en su recorrido guerrero por la cantidad de batallas perdidas, especialmente en los desastres de Sipe-Sipe y Cepeda.
-Don, me dejó picando algo, Ud. dice que en el paicito vecino es muy importante, pero tengo entendido que tuvo algunos encontronazos con el caudillo máximo, don José Artigas, ¿es cierto?

- Don José Casimiro, unitario que fuera Director Supremo en Buenos Aires por dos veces, parece que tenía algunos rasgos elitistas y le molestaba lo que oliera a popular como también los caudillos en general. Tuvo problemas con Artigas, con Estanislao López, con Pancho Ramírez, con Güemes, con Bustos. En el norte despreció a los indios voluntarios y se perdieron las provincias del Alto Perú, su ejército derrotado entró en Salta declarando la guerra al gobierno local; recibió una lección de estrategia guerrillera, pasando hambre y sed, debiendo pactar un acuerdo que significó un triunfo para la Patria Grande, Güemes continuaría patrullando el norte y se podrá realizar al fin el Congreso de Tucumán para declarar la independencia.
-Es increíble que un ñato con ese curriculum así haya perdurado en la historia. Parecía que tenía más vidas que un gato.
-El escritor uruguayo Luciano Álvarez, en el artículo titulado “La borrosa omnipresencia de José Rondeau” * hace un recorrido por la vida pública de este unitario que ocupara tantos cargos en su extensa trayectoria y del que extractamos el siguiente párrafo:
«El más tarde general José María Paz -oficial del ejército del Norte- escribió que "Rondeau era un perfecto caballero, adornado de virtudes y prendas estimables como hombre privado pero de ninguna aptitud para el mando militar principalmente en circunstancias difíciles". También difunde que buena parte de los oficiales le llamaban "José Bueno" o "Mamita Rondeau" y que su "insignificancia personal" iba de la mano con "una refinada hipocresía"».

* http://www.elpais.com.uy/11/06/18/predit_573937.asp

viernes, 3 de febrero de 2012

Rosas, Urquiza y el drama de Caseros

Por Arturo Jauretche

El revisionismo histórico se ha particularizado en un momento de la historia argentina: el que va del año veinte a Caseros, aunque cada vez se extienda más, hacia atrás y hacia adelante. Su pivote ha sido la discusión de la figura de don Juan Manuel de Rosas y su momento. Explicaremos que no podía ser de otra manera porque es figura clave; tan clave, que la falsificación de la historia hubo de hacerse tomándolo como pivote a la inversa. Nada se puede entender sobre esa época ni lo que ocurrió más adelante, sino se trata de entender lo que significó Rosas.
La Patria Grande resurge por la aparición, en Buenos Aires, de una tendencia opuesta a los directoriales y unitarios, cuya expresión política es Rosas. Esta tendencia, que no se divorcia del pasado hispanoamericano, tiene la concepción política de la Patria Grande, es celosa del mantenimiento de la extensión, y si bien representa las tendencias predominantes del puerto, comprende la necesidad de una conciliación con los intereses del interior y representa los primeros pasos industrializados del país, en la economía precapitalista del saladero, que es propia.
La necesidad de mantener la aduana para conservar el poder unificador que exigía la permanente guerra internacional, como garantía del orden en peligro, es cosa que se olvida. Se le impuso cualquiera fueran sus puntos de vista teóricos. Anótese en cambio la ley de aduanas que significó la defensa de la industria del interior, que reverdeció bajo su influencia, restableciendo el trabajo estable y organizado en las provincias. Se pretende reeditar un viejo argumento falsificador, presentando a Rosas como a un unitario vestido de colorado, para lo que es necesario aceptar que los cándidos federales se engañaban. Por el contrario éstos eran políticos realistas; tal vez para ellos Rosas no fuera lo más federal pero era lo más aproximado a un federal que podía dar Buenos Aires, pues la opción eran los rivadavianos y sus continuadores. Es cierto que un antirrosista, Don Pedro Ferré, intelectualmente era el federal más profundo, pero éste, en los hechos, actuó siempre a favor de los unitarios, y en política son los hechos y no las ideas abstractas, los que valen.
En 1838, el primer ministro británico, Lord Palmerston, al constatar la insistencia de Rosas en el proteccionismo, “comunicó al ministro británico que no hiciera uso del derecho de protesta formalmente, pero que deseaba que el ministro aleccionara al Gobierno de Buenos Aires sobre las virtudes del libre comercio y la locura de los altos impuestos aduaneros, y que le señalara los perniciosos efectos sobre el comercio del país que con tanta seguridad se seguirían de aquellos”. “No hay duda –sostiene Vivian Trías– de que la virazón en la política aduanera de Rosas influyó en el cambio operado en las relaciones con Gran Bretaña”. En noviembre de 1845 una flota anglo francesa compuesta por 22 barcos de guerra, equipados con la tecnología militar más avanzada de la época, penetró en el Río de la Plata. El objetivo anglo francés era claro: imponer el libre comercio. Los objetivos de la política exterior inglesa consistían en: a) asegurar en la Cuenca del Plata un mercado para sus exportaciones y para sus créditos e inversiones; b) abrir la navegación de los ríos interiores; y c) crear un nuevo estado tapón conformado por las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones. La guerra que se desató entonces, de la cual la Confederación Argentina resultó victoriosa, fue calificada por el general José de San Martín la “Segunda Guerra de Independencia”.
El gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, que había logrado resistir con éxito la invasión anglo francesa, cayó el 3 febrero de 1852 en la batalla de Caseros. El gobernador de Entre Ríos, jefe del ejército de vanguardia que la Confederación Argentina había preparado para la Guerra contra el Brasil, luego de entrar en tratos con la diplomacia brasileña, decidió marchar sobre Buenos Aires y no contra Río de Janeiro.   

En 1851 Urquiza llega a la conclusión que, con el apoyo en tropas, armas, dinero y logística del imperio del Brasil, estaría en condiciones de eliminar el principal obstáculo para la “alianza” (léase subordinación) con Inglaterra. Ese obstáculo era Rosas. 

Caseros es la victoria de la patria chica, con todo lo que representa desde la desmembración geográfica al sometimiento económico y cultural: la historia oficial ha disminuido su carácter de victoria de un ejército y una política extranjera, la de Brasil. Si para los liberales y unitarios la caída de Rosas y la confederación significaba un cambio institucional y la posibilidad de un nuevo ordenamiento jurídico, para los intereses económicos de Gran Bretaña significó la destrucción de todo freno a su política de libertad de comercio y la creación de las condiciones de producción a que aspiraba. Para Brasil fue cosa fundamental. Derrotado siempre en las batallas navales y terrestres, Brasil tenía conciencia clara de que su marcha hacia el sur y hacia el oeste estaría frenada mientras la política nacional de la Patria Grande subsistiera en el Río de la Plata. Era necesario voltear a Rosas, que la representaba, y sustituirlo en el poder por los ideólogos que odiaban la extensión y que serían los mejores aliados de la política brasileña, destruyendo al mismo tiempo toda perspectiva futura de reintegración al seno común de los países del antiguo virreinato. 
Caseros significa así, en el orden político internacional, la consolidación de la disgregación oriental, altoperuana y paraguaya y las manos libres para su expansión para el Brasil, para su expansión definitiva sobre los países hispanoamericanos limítrofes, de los que la Confederación constituía el antemural. Lo que importa es dejar establecido que en Caseros triunfó la Política Nacional del Brasil por sobre la Política Nacional de los argentinos y que su resultado en la política de la guerra significa el abandono de la línea nacional. Pero lo más grave no consiste en que Caseros sea una victoria brasileña, sino que se la presente como una victoria argentina, porque ese punto de partida falso imposibilita la construcción de un esquema racional de nuestra política exterior y de defensa. 
Así, la revisión histórica se impone como una exigencia lógica para establecer las bases del razonamiento y del punto de apoyo de nuestras acciones. Sabiendo que Caseros es una victoria brasileña y una derrota argentina, la Política Nacional es una, e inversa, ignorándolo.  El debate en torno a la figura del Restaurador debe ser fecundo ,y no producto de la vanidad personal de Historiadores que se apoyan en los caudillos, simplemente por no dar su brazo a torcer respecto de Rosas

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