Rosas

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domingo, 30 de abril de 2017

140° Aniversario del fallecimiento del Restaurador

por Norberto Jorge Chiviló
Cuando estaba finalizando el invierno, en la lejana ciudad de Southampton (1), el 14 de marzo de 1877, falleció quien había gravitado durante más de tres décadas en la política argentina, siendo también un personaje importantísimo en nuestra historia. Fue llamado El Restaurador de las Leyes, El Gran Americano, El Republicano, El defensor de la independencia americana, El padre de los pobres, Gran cacique indio, entre otros nombres. Sus enemigos lo apodaron El tirano, El Calígula del Plata, El Nerón del Plata. Nunca hubo un gobernante tan admirado y querido por la mayoría de la población argentina, pertenecientes a todas las clases sociales, como así también tan odiado por una minoría intelectual. Fue reconocido como gran gobernante no solo en toda América, sino también en los países más importantes de Europa, porque con astucia, tesón inconmovible y grandes dotes de diplomático y de gran estadista, hizo inclinar ante la nuestra -por los agravios inferido a nuestra soberanía-, las banderas de las dos más grandes potencias de la época, Francia e Inglaterra. Su nombre: Juan Manuel de Rosas.
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Aún hoy a 140 años de su desaparición física, se lo sigue atacando con gran pasión y con argumentos ya menguados y con gran pasión también se lo sigue defendiendo como el gran argentino que fue, porque como dice el profesor y doctor Jorge Oscar Sulé: "Rosas es la llave de la historia argentina". Quienes aún hoy lo atacan, no le perdonan ni lo más mínimo, pero sí perdonan, demostrando así su hipocresía, mayores y graves desaciertos a quienes fueron sus tenaces y desvergonzados opositores. Nuestro héroe, fue vencido en la batalla de Caseros por quién había sido uno de sus mejores generales, Justo José de Urquiza, devenido luego en felón y vendido como un Judas al oro del Imperio del Brasil, el enemigo por antonomasia de la Argentina de aquellos tiempos. Él, quien era una de los más ricos estancieros de nuestra tierra, después de la batalla que lo desalojó del poder, se embarcó en el navío inglés Centaur para pasar cuatro días después al Conflict en camino al exilio, junto a sus hijos Juan y Manuelita y otros importantes personajes de la Confederación Argentina. Después de atravesar el Atlántico en un largo viaje, desembarcó en la ciudad que veinticinco años después lo vio morir. Allí se afincó durante todos esos largos años, primero en el centro de la ciudad y luego en una finca alquilada, donde recreó una pequeña estanzuela al estilo criollo, para no extrañar tanto a su querida Pampa. Por su estrechez económica, debió procurarse el sustento con su trabajo personal, para poder vivir dignamente en esa tierra extranjera. Él, a quien en su patria no le faltaban bienes que habían sido bien habidos y logrados en forma honesta, no le preocupó llevar parte de ellos al exilio, que le hubieran permitido vivir como un príncipe y en forma desahogada. Sí se preocupó, en llevarse baúles repletos de documentos de su administración para salvar su honor y defender su honradez en el manejo de los dineros públicos de su administración. Esos baúles fueron acondicionados antes de la trágica batalla y como presintiendo que el fin de su gobierno estaba próximo, porque el destino de las armas le sería adverso. Él sabía que después de su derrota, sus enemigos políticos se ensañarían con su nombre y su honor -como lo habían hecho hasta ese momento- y tratarían de presentarlo ante las futuras generaciones como un monstruo execrable, con lo cual justificarían su propio proceder como aliados a los gobiernos enemigos y oposición a su gobierno, borrando todo lo que se pudiera de lo real acaecido y recreando una "historia" o como se diría en la actualidad una "memoria" o un "relato", totalmente parcializada y distorsionada de lo que habían sido los hechos sucedidos. Y así fue… durante más de un siglo, en el cual las distintas generaciones de argentinos fueron educados con esa "historia" llamada "oficial", distorsionada y mentirosa, construida por los vencedores de Caseros, reconocido por Sarmiento en carta a José María Ramos Mejía, cuando este estaba escribiendo Neurosis de los hombres célebres en la Historia Argentina, le decía: “Prevendríamos al joven autor que no reciba como moneda de buena ley todas las acusaciones que se han hecho a Rosas; en aquellos tiempos de combate y de lucha..." "Historia" que fue repetida y machacada año a año a cada argentino, prácticamente desde la cuna, desde la infancia en la escuela primaria hasta la adultez en la universidad, transmitida hasta el cansancio a través de la prensa y los medios de comunicación y denostando con los más variados epítetos a quienes osaran controvertirla.
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Pero no todos fueron dóciles a tal adoctrinamiento. Al principio, pocos fueron los que se dieron cuenta que se les quería vender gato por liebre, pero con el paso del tiempo y a través de la prédica de aquellos, más argentinos, fueron abriendo sus ojos y descubriendo así cual había sido la verdad histórica. Si bien actualmente el juicio de muchísimos argentinos sobre Rosas ha cambiado, aún muchos trasnochados siguen repitiendo sin ruborizarse esa "historia" devenida en historieta de quiosco, negando hechos ya incontrovertidos y que son muy gloriosos para nuestra Nación.   El odio a Rosas de estos despistados, puede más que el amor a la Patria. Por ejemplo, en cada aniversario del Combate de Vuelta de Obligado, y en especial después de convertida la fecha en feriado nacional, no faltan "historiadores", "escritores" y demás yerbas, quienes niegan el valor de ese hecho de armas en la historia Patria. Su argumento es, que el combate fue una "derrota" y que se trataría de un acontecimiento que atañe solo a la provincia de Buenos Aires y por lo tanto que nada tiene que ver la Nación. Aún cuando según sus limitadas miras, con respecto al primer argumento si ello así hubiera sido, no advierten que toda batalla librada en defensa de la soberanía nacional y el suelo patrio, en las que muchos argentinos dieron su sangre, nunca es una derrota, sino un peldaño más en la construcción de nuestra nacionalidad. Además no advierten el significado real de aquella batalla, con el cruce de cadenas sobre el río Paraná -con alto valor simbólico- y la férrea defensa opuesta por nuestros soldados y que esa fue la primera de una serie de hechos de armas que culminaron con una espléndida victoria del ejército nacional y más aún brillante victoria de la diplomacia de la Confederación Argentina, no solo nunca más igualada por nuestro país, sino también me animo a decirlo por ningún otro país del mundo. Con respecto al segundo argumento, el hecho de que la batalla hubiera tenido lugar en las costas de Buenos Aires - Vuelta de Obligado- y la mayoría de los defensores fueron bonaerenses, no le da un carácter localista al hecho, para que otros argentinos no puedan sentirse también orgullosos y considerar al hecho como propio y también como perteneciente a la Nación toda. Siguiendo el pensamiento mezquino de aquellas personas, cabría la pregunta: ¿solo los porteños podrían sentirse orgullosos de las jornadas de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires y de los sucesos de Mayo de 1810 y los bonaerenses de la defensa en Vuelta de Obligado?, ¿solo los cuyanos podrían sentirse orgullosos de la hazaña sanmartiniana del cruce de los Andes y los salteños con respecto a la defensa gaucha del norte argentino?. Yo, como la inmensa mayoría nos sentimos orgullosos de todo ello, porque si bien pudieron haber tenido más protagonismo los porteños, bonaerenses, cuyanos o salteños en aquellos acontecimientos, pero todos eran ni más ni menos que argentinos… y ellos eran argentinos que nos antecedieron en la vida y que cada uno desde su lugar forjó la Patria que nos cobija a todos. Cuando en algunas oportunidades he polemizado con las personas que así piensan, les pregunté si de haber vivido en aquella época, donde hubieran preferido estar, ¿en los buques franceses o ingleses o entre los defensores de Obligado?; hubiera querido, de corazón, me dijesen que entre los defensores, pero no… siempre un elocuente silencio recibí como respuesta… su odio a Rosas puede más que el amor a la Patria. Además, todos ellos, generalmente, consideran a San Martín, como el gran personaje patrio y máxima figura de la nacionalidad, pero cuando se les habla sobre el legado del sable libertador que San Martín hizo en su testamento a favor de su amigo Rosas y las palabras elogiosas que tuvo hacia el mismo y su gobierno y la obstinada defensa de los valores patrios… ahí ya no aceptan ni ese gesto, ni las palabras y los conceptos en favor del "tirano". Para ellos como para la "historia oficial", la vida de San Martín termina con su regreso definitivo a Europa en 1829… de su testamento, de las cartas intercambiadas con Rosas… nada de nada… Rosas tuvo la dicha, que nadie pudo ni podrá borrar nunca, si bien durante muchísimos años fue vilmente ocultada y fue su relación con el Libertador y que este fue el primer rosista, ya que siempre lo consideró como un gran hombre y un gran patriota por la defensa a ultranza de la defensa y la dignidad nacional. Tampoco nadie nunca podrá igualarlo. El haber tenido en su casa el sable de San Martín!.¿Con que otro homenaje se lo podrá comparar?, …con ninguno. Él recibió el homenaje más importante para todo argentino, que no fue igualado por otro personaje histórico de nuestro país, ni ayer, ni hoy, ni mañana. En este 140 aniversario de su fallecimiento, podemos afirmar que su pensamiento, sus actos como buen, eficiente y honesto… sí, honesto gobernante, bien pueden ser tomados como ejemplos y siguen vivos. Su apego a la ley, resaltada en el manifiesto al pueblo de Buenos Aires del 10 de octubre de 1820: "…SED SUMISOS A LA LEY", lema que tomamos como estandarte en este periódico y que figura en cada número, es de incuestionable actualidad, como así también cuando años mas tarde en la proclama del 16 de setiembre de 1829, instaba al "RESPETO A LA AUTORIDAD Y OBEDIENCIA A LAS LEYES". C u a n t o s m a l e s n o s hubiéramos ahorrado los argentinos, de haberse cumplido y obedecido la ley a rajatabla tanto por el pueblo como por quienes nos gobiernan, cuan distinto hubiera sido nuestra actual realidad. El republicanismo de Rosas, con ejemplos varios que así lo pintan y que resaltamos en tres números de este periódico ( N° 26 a 28), debiera ser ejemplo para los políticos de nuestra época. A mediados de abril ppdo. los ciudadanos nos enteramos que patrulleros comprados con dinero público, habían sido ploteados con el nombre del jefe comunal que había hecho la compra. Pero por desgracia, ello no había ocurrido en una sola comuna y como un hecho aislado, sino en varias y de distintos signos políticos. Contraponiendo a esos desagradables hechos, he aquí uno de los ejemplos de Rosas. Cuando en el año 1841 la Confederación Argentina compró el bergantín "Oscar" para incorporarlo a la flota nacional, el jefe de la escuadra, el Alte. Guillermo Brown, por intermedio de su subordinado el capitán de marina Álvaro J. de Alzogaray, solicitó autorización al gobierno para darle el nombre del "muy esclarecido y muy querido de los Argentinos Federales, nombre de Ilustre Restaurador de las Leyes". Rosas, a través de su edecán, declinó el homenaje y pidió que al navío se le diera el nombre de San Martín "que este es el nombre del Santo patrono de esta Ciudad, que fue un bravo guerrero esclarecido, y que es también el nombre del Ilustre general San Martín a quien tantos y tan valerosos servicios eminentes debe la Causa de nuestra Independencia y la del Continente Americano" (ver texto de ambas cartas en ER N° 2, pág. 3). Existen otros ejemplos en el mismo sentido. Rosas, como San Martín y otros esclarecidos patriotas, no han muerto, ellos deben ser guía y ejemplo para los argentinos bien nacidos, del presente y del mañana. (1) Esta ciudad y puerto, es uno de los más importantes del Reino Unido, se encuentra situado al sur de Inglaterra y a 110 km. de Londres. En el siglo XX fue destino de lujosos transatlánticos y lo sigue siendo en la actualidad. Desde allí zarpó el RMS Titanic el día 10 de abril de 1912, iniciando su viaje inaugural hacia Nueva York, hundiéndose en la noche del 14 y madrugada del 15 de dicho mes después de chocar con un iceberg. Durante los primeros meses de la segunda guerra mundial, la ciudad sufrió continuos bombardeos por la ofensiva aérea de la Luftwaffe, por la existencia en sus suburbios de importantes industrias en especial dedicadas a la construcción de aviones, lo que ocasionó la destrucción de gran parte de la ciudad
EXTRAIDO DEL PERIODICO "EL RESTAURADOR"

Brillante y emotiva charla del Héroe de Guerra Esteban Tries sobre Malvinas.

Este sábado 10 de junio el Héroe de Guerra soldado Esteban Tries dío una magistral charla sobre aspectos de la Guerra de Malvinas.  El acto se realizó en el Museo "Juan Manuel de Rosas" de la Municipalidad de Gral San Martín y fue presentado por el Presidente del Instituto Juan Manuel de Rosas de Gral San Martín, Dr. Carlos De Santis; al finalizar su brillante exposición fue condecorado por el Instituto con la "Cinta Azul y Blanca" condecoración del Instituto Rosas de Gral. San Martín.














 Esteban Juan Tries, es un ex Combatiente de Malvinas que luego de 20 años de silencio, dejo el letargo para dedicarse a contar su vivencia dentro de la Guerra de Malvinas desde que salieron con rumbo desconocido, hasta que se dieron cuenta que estaban en medio de una guerra. Fue participe activo, directo, en primera persona…, tuvo la “suerte” de volver de ella y sufrir posteriormente, el proceso del desmalvinizacion, situación que lo llevo a perder cosas en el camino, las mismas cosas que luego volvieron solas de la mano de los valores. Y son esos valores, lo que hoy sale a rescatar, tal vez como aquella vez cuando lo hizo con quien hoy es su amigo entrañable y por entonces Sargento Villegas…Éste fue herido gravemente en combate y quedó a mercved del fuego inglés.  Tríes le dijo a Serrezuela (otro héroe de guerrra) : "Vamos a buscarlo". El Sargento se empezó a sacar el correaje y le gritó: "Tríes, quedate porque te va matar". Tríes y Serrezuela se miraron en la oscuridad. Luego se incorporaron, arrojaron ostensiblemente los fusiles al suelo y levantaron las manos. Subieron en esa posición audaz quince metros hasta su jefe, lo tomaron de los brazos y lo bajaron hasta el lugar donde se habían parapetado. El inglés que los tenía en la mira dejó que hicieran todo eso sin apretar el gatillo. Villegas pedía desesperadamente agua. Tríes le dio una botellita de whisky y le llenó la boca con trozos de nieve. Había que retroceder ya mismo. "Tríes -lo llamó Villegas-. No creas que me pongo en héroe, pero quiero que le avises a mi familia que me quedo acá. Contales de la forma que les duela lo menos posible, ¿sabés? A mí mujer decile que lamento no haberme casado con ella y a mi nena de tres años decile que, decile." En ese momento se fue en llanto. Pero se contuvo. Lo agarró a Tríes de la solapa y le dijo, en un hilo de voz: "Meteme un tiro. Son ocho kilómetros hasta el pueblo. Yo ya estoy listo. Meteme un tiro, no me dejés sufriendo". El soldado parpadeaba, anonadado por la orden. De pronto se rehizo y le dijo: "De ninguna manera, usted me debe un asado". Y entonces Lupin y Tríes agarraron al Sargento, que pegaba alaridos de bronca y se resistía, le hicieron sillita de oro y lo pasaron por un pequeño puente sin que ningún inglés les disparara, mientras el combate seguía atrás y se tornaba cada vez más virulento. La marcha de esos dos soldados llevando al Sargento herido en la noche de luna llena fue penosa. Caminaron y caminaron, y Villegas perdió sangre y conciencia, y al final lograron encontrar una ambulancia. Subieron los tres y el chofer trató de llevarlos hasta el hospital de campaña, pero había demasiado hielo, resbalaron y volcaron en una cuneta. Salieron como pudieron de entre los hierros y siguieron adelante. Llegaron con el último aliento a ese hospital lleno de amputados y heridos, y le entregaron el cuerpo maltrecho de Villegas a los cirujanos. El Sargento escuchó a uno de ellos que decía: "Le queda poco". Villegas alcanzó a decirles que no lo amputaran, que lo durmieran para siempre. Al despertarse, varias horas después, vio a varios ingleses con fusiles en la mano. "No entiendo nada", susurró. Un enfermero le respondió: "No te preocupes, ya se arregló todo". Villegas seguía sin comprender. "Nos rendimos, macho -le aclararon-. Nos rendimos." Y Villegas se echó a llorar.  

viernes, 28 de abril de 2017

Un Héroe Olvidado: Oscar Poltronieri

Durante la Guerra de Malvinas de 1982, Oscar Poltronieri peleó en el monte Dos Hermanas. Detuvo, solo y durante horas, el avance inglés. Salvó a parte de su compañía. Como muchos de los veteranos, vive en el olvido y la indiferencia.
“Me ahogo. Qué querés. No puedo seguir (Seca sus lágrimas) Por esta casa, que, mirála, todavía está en parte sin techar, que me dieron con dos piezas y una cocinita donde había que entrar de costado, el resto lo hice yo, todo lo demás lo agrandé yo, por esta casa la municipalidad de General Rodríguez me pide ahora que pague una deuda de tres mil pesos. ¿De dónde saco yo tres mil pesos, si no trabajo desde hace tres años? Para la sociedad, nosotros, los veteranos de guerra, es como que no existimos”.
Oscar Poltronieri es el máximo héroe civil, vivo, que tiene la Argentina. Lo certifica una medalla conformada por una Cruz de Malta en la que brilla, ya apenas, un Escudo Nacional y la leyenda "La Nación Argentina al heroico valor en combate" Sólo doce condecoraciones de ese tipo fueron entregadas luego de la guerra de Malvinas.
Poltronieri es el único soldado que la recibió pero ya ni siquiera la luce. La guarda, junto a muchas otras medallas, en una vieja y oxidada lata que bien pudo contener té, tuercas o hilos de hilvanar refajos: poco puede leerse entre la escarcha saltada del esmalte rojo de la tapa y el indescifrable idioma alemán. Pero es seguro que la latita no fue diseñada para contener las medallas de un héroe de guerra.
“En un momento pensé en venderlas. A todas. No sabía cuánto me podían dar. Pero yo necesitaba la plata. Después no lo hice. Antes preferí pasar la vergüenza de ir a pedir por los trenes. Pero dejé porque me decían: "Andá a pedirle a Galtieri...".
Uno de los máximos héroes no militares de la guerra de Malvinas vive hoy en la pobreza más extrema. Su casa, la número siete, se tambalea sobre una calle de tierra (que se convierte en un barrial cada vez que el cielo se lo propone) en General Rodríguez, muy cerca de La Serenísima, donde Poltronieri trabajó diecisiete años. Su caso sea tal vez el más paradigmático, pero no es el único de entre miles de veteranos de guerra que viven hoy olvidados, marginados, desamparados, hasta despreciados por una sociedad que festejó el inicio de la guerra con el siempre sospechoso exitismo de los aludes a la Plaza de Mayo, y miró para otro lado después de la rendición de Puerto Argentino, el 14 de junio de 1982. La mirada al costado dura ya veinte años.
Poltronieri era un soldado analfabeto cuando fue a combatir a Malvinas. "No leo las letras, señor, -decía hace veinte años-. Pero ahora voy a ir a la escuela". Hoy, al menos, sabe firmar. Pero todavía pelea con aspereza con las palabras, que apenas si le alcanzan para describir su impotencia: Poltronieri casi no tiene palabras, con tanto que tiene para decir.
Los fundamentos por los que le dieron la distinción más alta que duerme su sueño oxidado en la lata donde Poltronieri atesora sus recuerdos en su casa sin techo, eran contundentes: "Por haberse convertido en un ejemplo para sus camaradas", decía una frase. Otras decían que Poltronieri había tenido espíritu de lucha, sencillez, arrojo, que se ofreció como voluntario para misiones riesgosas y que en combate en los montes Dos Hermanas y Tumbledown "operó eficazmente una ametralladora, deteniendo ataques enemigos. Fue siempre el último en replegarse, resultando sobrepasado en ocasiones por los ingleses. Dos veces se lo tuvo por muerto, pero logró reunirse siempre con su sección." La realidad, siempre más dramática que los argumentos, dice que Poltronieri salvó la vida de cerca de ciento cincuenta de sus compañeros.
“Yo estaba en el monte Dos Hermanas. Adelante nuestro estaba el regimiento 4 de Corrientes. Al costado teníamos al Regimiento de Infantería 7 de La Plata. Lo pasábamos todo el día en la trinchera. A veces bajábamos del cerro para matar un par de ovejas, sancocharlas así nomás y comerlas. Cuando venía un compañero de curso del Teniente que me mandaba a mí, que se llamaba Llambías Pravaz, yo le pedía los binoculares y él me los prestaba Así vi cómo que desembarcaron los ingleses. Pasaron unos días desde el desembarco hasta que llegaron adonde estábamos nosotros. Tomaron todo a las corridas. Los gurkas mataron a un montón del regimiento 4 de Corrientes. Y a nosotros nos rodearon así, en forma de medialuna. Yo estaba arriba, en el monte, cuando los veo, serían las cinco o las seis de la mañana, en medio de la neblina. Allí matan a tres o cuatro de los soldados nuestros, todos cerca mío: a uno que tiran un morterazo que cae cerca mío y una esquirla le vuela la tapa de la rodilla, limpita, y se desangra, cuando llega al hospital de Puerto Argentino llega desangrado. A otro una esquirla le da en la espalda. Y a otro que trepa un poco el monte para montar la ametralladora también lo bajan con una ráfaga de ametralladora. Ese era Ramón, que era amigo mío. Yo pensé que si lo habían matado a él me iban a matar a mí también, ¿por qué me iba a salvar? A mí me dio como un ataque de locura y empecé a sacudirles con la MAG, que es una ametralladora pesada. Mi abastecedor estaba cansado de ponerle las cintas de balas a la MAG, pero yo seguía tirando. Eran como las nueve de la mañana. Las balas me pasaban cerquita: a las trazantes se las veía clarito. El Subteniente me decía: "Vámonos Poltronieri, que te van a matar..." Pero yo le decía que se fueran ellos. Porque yo sabía que el Sargento Echeverría había tenido familia en esos días. Entonces les dije: Váyanse ustedes que tienen hijos, que tienen familia. Yo no tengo a nadie...".
Poltronieri tiene cuatro hijos. Se casó en 1989 con Alejandra Viviana Carrizo. Después llegaron Jonathan Oscar (11) Melina Judith (9), Lucas Hernán (7) y Matías Sebastián (4). Boquenses irredimibles, los varones amasan su sueño de jugar alguna vez en la Bombonera en el piso de tierra de la cocina de la casa, donde cabecea una mesa simple de madera basta y dos bancos largos y toscos. Poltronieri nació en Mercedes y en el regimiento de esa ciudad, el 6, General Viamonte, hizo la hoy abolida "colimba". Le faltaba un día para salir de baja cuando fue embarcado hacia Malvinas. Llegó a Puerto Argentino el 13 de abril en un avión de línea, sin asientos, con dos centenares de soldados.

“Me acuerdo de que el Capitán del avión nos habló, nos dijo que lo único que podía hacer por nosotros era traernos comestibles; que todo lo que habíamos aprendido en el cuartel teníamos que desarrollarlo en las islas. Que a él le gustaría estar con nosotros. Y se largó a llorar el tipo. Allí nos dimos cuenta de que la cosa iba en serio, porque el tipo se puso a llorar”.
Tan en serio iba la cosa que casi un mes después Poltronieri estaba solo, con una ametralladora pesada, disparando sin cesar contra el enemigo. Aún hoy, cuando recuerda el combate, vuelve a la misma posición de aquel día, mientras ciento cincuenta de sus compañeros se replegaban hacia Puerto Argentino, amparados por su decisión de morir allí para salvarlos.
“Los tipos venían cantando, tirando al aire, como de paseo... y bien chupados. Así que no le di bolilla al Teniente y me quedé esperando que mi Compañía se replegara. Hasta que se me acabaron las balas y empecé a repechar para Puerto Argentino. Llegué a la tarde adonde estaba el batallón de Infantería de Marina 5. Les pregunté si sabían dónde estaba el 6 de Mercedes, porque yo quería juntarme con los míos. Me dijeron que cerca del cementerio, que era el punto de reunión. Cuando me vieron no lo podían creer: me habían dado por muerto. Allí me enteré de que se habían rendido a las diez de la mañana. Y recién como a las tres de la tarde nosotros habíamos dejado de combatir. Cuando vimos la bandera blanca colgada en el mástil, la mayoría nos largamos a llorar.”
La otra guerra de Poltronieri y de sus compañeros ex combatientes de Malvinas empezó cuando volvieron al continente.
“Nos llevaron al Hospital Militar, nos dieron de comer y nos tuvieron hasta el otro día, nos tomaron los datos, hicieron una planilla y mis propios compañeros me propusieron para la medalla. Después a nadie le importó nunca nada de nosotros. Cuando vinimos, no había nadie que nos esperara. ¿Sabés quiénes sí estaban? Los chicos y los maestros de entonces. Cuando nos traían a Mercedes, al costado de la ruta, por cada pueblito que pasábamos, allí veías un montoncito de chicos con sus guardapolvos y su banderita argentina, sus maestros y sus maestras. Gentes particulares no había. Nos trajeron escondidos: les debe haber parecido una vergüenza esa derrota nuestra.”
Como muchos otros veteranos, el héroe condecorado el 04 de abril de 1983 vivía sin trabajo. Consiguió uno, de casualidad, en 1985.
“No nos decían nada, pero a los veteranos nos tenían apartados. Entré a trabajar a La Serenísima gracias a Juan Carlos Mareco, que estaba en Canal 7. Estuve allí diecisiete años hasta que cambiaron de dueños y quisieron que me fuera para contratarme. Pero no acepté. Eso fue en diciembre del 94. La Municipalidad me dio una casa y me descuentan parte de un préstamo que nos dieron, de la pensión que recibimos por veteranos de guerra. Nos prometieron no pagar impuestos, luz, gas, trabajo, becas de estudio, viviendas... Nada de eso se cumplió. No trabajo desde el 99. Ahora el Ejército dijo que me iban a contratar como personal de maestranza en Campo de Mayo. Encontrar trabajo es difícil: si no decís que sos veterano y lo descubren cuando ya entraste a trabajar, te echan. Y si decís que sos veterano, no te llaman. La sociedad nos da la espalda porque perdimos la guerra. Pero si hubiésemos ganado sería igual. En este país se olvidaron de lo que hicimos. Y deberían recordar que pusimos el pellejo, y muchos compañeros lo perdieron, por nuestros padres, por nuestros hermanos. Pero pedís algo y te cierran la puerta. No se acuerdan del veterano. Y a los cuarenta años, si yo tuviera que volver, volvería.”

Los hijos del héroe que vive en la pobreza, y que acaso algún día venda por nada esas medallas que guarda en una caja oxidada de lata, cuentan un secreto: papá apenas soporta el estallido de los cohetes cada fin de año, desde hace ya tres décadas.

A 61 años de su martirio...Gloria eterna a los Héroes de junio de 1956

Por el Profesor Jbismarck
El 16 de septiembre de 1955 un grupo de resentidos apañados, instigados e impulsados por la oligarquía cívico militar local y el imperialismo capitalista, se instalo en el gobierno.  Este hecho no fue consecuencia de una victoria militar, fue el resultado y la culminación de una campaña antinacional, de una ofensiva de acción psicológica hábilmente desarrollada contra un orden social y constitucional existente, poniendo incluso a quienes debían defenderlo en contra del mismo y, a la vez, sembrando terror en el pueblo.   Nada fue espontáneo ni resultado de una acción casual. Se premeditó el daño. Las consecuencias de los actos fueron las deseadas, se fue “afinando la mira” como un francotirador artero para dar el golpe final en un plan desarrollado en varias etapas.  El gobierno peronista había cambiado el rumbo de la historia, había industrializado la nación e incorporado a los trabajadores activamente a la vida cívica y política de un país federal, nacional y popular.  La oligarquía, el resto de los partidos políticos (juntos en una oposición sistemática) y los militares (pertenecientes a la línea fusiladora y clasista histórica “Mayo/Caseros”), no podían permitir que continuara un gobierno que defendía un único interés: el del pueblo.  El 9 de junio de 1956, ellos utilizaban la cruz en la solapa, pero transformaron a cristo en Satanás; nosotros la flor del nomeolvides, nunca olvidamos ni al General, ni a Evita ni a cada uno de nuestros queridos compañeros caídos en las luchas por la recuperación de la democracia y de la vigencia de la Constitución Nacional. Los que asesinaron el 9 de junio de 1956, los que ametrallaron y bombardearon Plaza de Mayo en junio de 1955, los que pusieron las bombas en los subtes en abril de 1953, los comandos civiles que salían a perseguir y torturar o asesinar a compañeros, pretendieron no solo las muertes físicas que provocaron, pretendieron fusilar al ejército nacional reemplazándolo por un Ejército de castas (el mismo que existió previo al Grl. Perón), quitar la dignidad otorgada a los suboficiales y su posibilidad de convertirse en oficiales, y asesinar toda posibilidad auténticamente nacional y popular.  
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La dictadura de Aramburu y Rojas reaccionó criminalmente contra el intento encabezado por los generales Juan José Valle y Tanco y los dirigentes sindicales Andrés “El Negro” Framini y Armando Cabo para restaurar la soberanía popular: fueron asesinados treinta y un patriotas, iniciando así el camino de las dictaduras genocidas en la argentina contemporánea.  Llegaron diciendo que no habría ni vencedores ni vencidos, prometiendo que las conquistas sociales serian mantenidas cuando no, acrecentadas, hablando de libertad, de paz, de reencuentro nacional, de moralización de la vida publica.   ¿Quien no anhela tales cosas?Pero, poco a poco, a medida que se afianzaron en el dominio de las guarniciones, y se fueron sintiendo fuertes y poderosos, comenzaron a experimentar, una extraña metamorfosis: les creció el pelo, los dientes, las garras, y asomaron todos ellos “los gorilas” que iniciaban la destrucción del país, y de todo el que se les opusiera.  A la traición, ellos la llamaron “libertadora”; el pueblo la bautizó y la recuerda como “fusiladora”. ¡Fusiladora la libertadura! Esas son las dos argentinas que se cruzan y reemplazan, con la dictadura de Aramburu y Rojas, y por esa argentina que se desechaba, por todos esos logros y conquistas, en defensa de ellos es que ese mismo  16 de septiembre de 1955 nace la heroica Resistencia Peronista. La persecución, cárcel, tortura, y asesinato de tantos compañeros –incluidos los asesinados y fusilados en Junio de 1956- otro golpe de terror para desalentar opositores- durante los dieciocho años del Luche y Vuelve, nos ha dejado claramente la sensación de que tanto ellos, como nosotros estábamos arrepentidos,  ellos de no haber asesinado antes y nosotros de no haber concretado nuestra convicción de combatirlos y haber entregado mansamente el gobierno.   Este fue el basamento filosófico de la primer dictadura genocida en la Argentina contemporánea, aquí nació también el proceso neo liberal oligarca y extranjerizante que nos ha llevado a tanta lucha, extendida hasta hoy, lucha en la que ninguno de nosotros debe permanecer ajeno, comprometerse con la defensa de estos ideales y asumir hoy  la acción que, entonces, no pudimos o no quisimos, o no supimos asumir. El enemigo sigue siendo el mismo, tanto el interno como el extranjero, nunca más actual este pensamiento con el que finalizo este recordatorio:  “Cuando la patria está en peligro, todo esta permitido, excepto, no defenderla”  General Don José de San Martín

La fusiladora,  gobierno de facto establece a las 0:32 del 10 de junio de 1956, la Ley Marcial por el decreto de Aramburu, Rojas, los ministros de Ejército, Arturo Ossorio Arana, de Marina; Teodoro Hartung; de Aeronáutica, Julio César Krause y de Justicia, Laureano Landaburu. Es decir, que para aplicar la ley marcial a los sublevados ésta debía ser aplicada con retroactividad al delito cometido, violando el principio legal de la irretroactividad de la ley penal. Pocas horas después, firman el decreto 10.363 que ordena fusilar a quienes violen la Ley Marcial. La masacre por fusilamiento estaba decidida por el gobierno de Aramburu. Entre las 2 y las 4, se asesina a los detenidos en Lanús. Horas más tarde, en los basurales de José León Súarez, la policía bonaerense, a cargo del teniente coronel Desiderio Fernández Súarez le ordena al jefe de la Regional San Martín, comisario Rodolfo Rodríguez Moreno, que ejecute, con armas cortas, a 12 civiles, de los cuales siete logran huir pero cinco mueren. Uno de los sobrevivientes, Juan Carlos Livraga, será el "fusilado que vive" que permite reconstruir la historia.

Lista de los muertos-asesinados-fusilados
En Lanús,  10 de Junio de 1956
• Tte. Coronel José Albino Yrigoyen, • Capitán Jorge Miguel Costales,• Dante Hipólito Lugo, • Clemente Braulio Ros,• Norberto Ros y • Osvaldo Alberto Albedro.
Los basurales de José León Suárez,Fusilados por la espalda: Nicolás Carranza, Francisco Garibotti, Carlos Alberto Lizaso, Mario Brión y Vicente Damían Rodríguez. Sobrevivientes: Además de Livraga, habían logrado huir 6 civiles más: Horacio Di Chiano, Miguel Angel Giunta, Rogelio Díaz, Norberto Gavino, Julio Troxler y Reinaldo Benavidez.

Muertos por la represión en La Plata 10 de junio de 1956
• Carlos Irigoyen, • Ramón R. Videla y • Rolando Zanetta.
Fusilados en La Plata 11 y 12 de junio de 1956
• Teniente Coronel Oscar Lorenzo Cogorno,
• Subteniente de Reserva Alberto Abadie
Fusilados en Campo de Mayo 11 de junio de 1956
• Coronel Eduardo Alcibíades Cortines, • Capitán Néstor Dardo Cano, • Coronel Ricardo Salomón Ibazeta, • Capitán Eloy Luis Caro, • Teniente Primero Jorge Leopoldo Noriega y   • Suboficial Néstor Marcelo Videla.-
Asesinados en la Escuela de Mecánica del Ejercito 11 de junio      • Sub Oficial Principal Ernesto Gareca;  • Sub Oficial Principal Miguel Ángel Paolini; • Cabo Músico José Miguel Rodríguez; y  Sargento Hugo Eladio Quiroga.
Ametrallado en el Automóvil Club Argentino 11 de junio de 1956
(falleció el 13 de junio de 1956 en el Hospital Fernández)
• Miguel Ángel Maurino
Fusilados  En la Penitenciaria Nac.  de la Av. Las Heras 11 de junio
• Sargento ayudante Isauro Costa
• Sargento carpintero Luis Pugnetti y
• Sargento músico Luciano Isaías Rojas
Fusilado en la Penitenciaria Nacional de la Av.Las Heras 12 de junio
• Gral. De División Juan José Valle.-

Entre otros encarcelados, torturados y fusilados (ley marcial, Dec. 4161, etc.)

El 12 de junio, a las 22:20, Valle fue fusilado con fusil Máuser 7,65 mm Mod. Arg. 1909, por un pelotón cuyos nombres se clandestinizaron como secreto de Estado.- No hubo orden escrita ni decreto de fusilamiento, ni registro de los responsables.

El saldo de esas 72 horas de junio de 1956 fue trágico y premonitorio: 18 militares y 13 civiles asesinados.-



Los pueblos que olvidan su historia tienen un futuro sin paz y sin gloria.-

Las naciones se edifican sobre las tumbas de sus muertos.-


El derrocamiento de Perón en 1955 fue una tragedia colectiva pero también personal para los Valle. Porque el general comenzó a preparar la rebelión contra la dictadura de su antiguo amigo, el general Pedro Eugenio Aramburu. En junio de 1956, el mundo conocido por Susana Valle estalló definitivamente. El levantamiento peronista comandado por su padre fracasó, y fue fusilado en la Penitenciaría de la calle Las Heras por orden de Aramburu.

Querida Susanita:

Sé fuerte. Te debes a tu madre. Sé muy compañera de ella y ayúdala a pasar este triste momento. No te avergüences de tu padre, muere por una causa justa: algún día te enorgullecerás de ello.
Te deseo muchas felicidades en tu vida; y algún día a tus hijos cuéntales del abuelo que no vieron y que supo defender una noble causa. No muero como un cualquiera, muero como un hombre de honor.
Ni siquiera puedo darte el beso de despedida, hasta eso los hombres me han negado. Pero desde el fondo de mi corazón te mando toda la ternura y el idolatrado cariño que te tengo, hija querida. Desde el más allá velaré por ti; y en los momentos difíciles de tu vida que deseo sean pocos, recurre a mí, que estaré como siempre para defenderte.
Te pido nuevamente que veles por tu mamita. Sé su mejor compañera y que también sea tu mejor y segura consejera. Mi chiquita, tené valor y da el ejemplo de entereza que honra nuestra sangre. Nuestro honor no ha sido manchado jamás y con orgullo puedes ostentar nuestro nombre. Mi linda pequeña, trabaja con fe en la vida y en tus fuerzas.
Sólo traiciones y venganzas me llevan a este fin, pero no quiere dejarle ninguna amargura y Dios será misericordioso y velará sjempre por ustedes.
Cuida mucho a mamita. Ella es muy buena y debe estar a tu lado por mucho tiempo más, para que con la resignación recobren la felicidad que hoy se pierde.    Susanita, te quiero y siempre cuidaré de ti. En estos papeles están todos mis besos que hubiera deseado darte, mi linda, coraje y a luchar con la frente alta en la vida.  Que Fofy sea bueno contigo, eso es lo que a él le pido.
Adiós, querida, besos y muchos cariños de tu papito que siempre te ha adorado.
Papito

GRAL. JORGE EDGAR LEAL (Primer argentino en llegar al Polo Sur Antártico)


Por Carlos Jesús Maita

 Los siguientes textos e imágenes fueron extractados 

de los originales del libro 
"De Rosario de la Frontera al Polo Sur Antártico" 
de Carlos Jesús Maita, autor de este artículo.


El Cnel. Jorge Edgar Leal y su hazaña del Polo Sur Antártico,
tapa de la revista "Gente" de Bs. As., diciembre de 1965.
Jorge Edgar Leal es oriundo de Rosario de la Frontera, Salta.
(Colección y Archivo de Carlos Jesús Maita)

 

Nacimiento y familia

EL CNEL. JORGE EDGAR LEAL, comandante de la primera expedición terrestre argentina que llegó al Polo Sur Antártico el 10 de diciembre de 1965, nació el 23 de abril de 1921 en la Ciudad Termal Rosario de la Frontera, tierra natal de Juana Manuela Gorriti, la primera novelista argentina, ubicada en el sur de la provincia de Salta, República Argentina. 


Su padre fue don Servando Leal, concejal e intendente interino de Rosario de la Frontera, fundador del Club Unión Gral. Güemes en junio de 1916, de la Banda de Música Municipal en 1935 y del Tiro Federal de Rosario de la Frontera en 1947. Su madre fue doña Eduviges Romano de Leal, maestra de la Escuela Normal de Rosario de la Frontera, fundada en enero de1910. 


Su casa paterna aún se conserva y está ubicada sobre calle Rudecindo Alvarado frente a plaza "Independencia". Sus padres tuvieron también una propiedad en Las Carreras, Arenal Viejo, 20 km al sur de la ciudad de Rosario de la Frontera, a esta propiedad que antes fuera de los Güemes, solía venir de visita Jorge Edgar Leal en sus vacaciones.



Su carrera militar





Cnel. Jorge Edgar Leal, héroe del del Polo Sur Antártico,
nació en Rosario de la Frontera, Salta, Argentina.  
(Colección y Archivo de Carlos Jesús Maita) 
Jorge Edgar Leal cursó sus estudios primarios en la Escuela Normal de Rosario de la Frontera a cargo de su directora fundadora, la señorita Carmen Salas. Luego de completar sus estudios secundarios, en el año 1939 ingresó al Colegio de la Nación y egresó como Subteniente de Caballería en 1943. 

Con el grado de Capitán en 1951 fue Jefe de la Base Gral. San Martín en la Antártida Argentina y en 1957 fue Jefe de la base Ejército Gral. Belgrano. 


Siendo Teniente Coronel, actuó como asesor de la Delegación Argentina a la Conferencia Antártica de Camberra (Australia), en 1961. En 1964 fue asesor de la Delegación a la 3ª Reunión Consultiva del Tratado Antártico de Bélgica. 


En 1965 se transformó en el primer argentino en llegar al Polo Sur Antártico, hazaña de cual ya nos ocuparemos. Luego de protagonizar este hito, el Tte. Cnel. Jorge Edgar Leal obtuvo el grado de General de Brigada del Ejército Argentino en 1968, siendo condecorado con una medalla al mérito.
     

La hazaña del Polo Sur Antártico


En el año 1965 Jorge Edgar Leal llevó a cabo la misión denominada “Operación 90 - Polo Sur” del Ejército Argentino. El nombre de la expedición se debió a los 90º de latitud sur que alcanza el Polo.
Los preparación para concretar la misión requirió mucho tiempo, iniciándose allá por noviembre de 1963. El objetivo principal fue "afirmar la capacidad argentina de alcanzar todos los rincones de lo que considera su territorio soberano, buscando afirmar así los derechos de la soberanía territorial esgrimidos por el país en la Antártida Argentina. Durante la marcha se hicieron observaciones científicas y técnicas, tales como geológicas, gavimétricas y metereológicas"[1].


Con nueve hombres a sus órdenes J. E. Leal partió desde la Base Gral. Belgrano el 26 de octubre de 1965 y arribó al Polo Sur Antártico el 10 de diciembre. Ese día fue plantado el mástil e izada la bandera argentina en el vértice polar de la Antártida Argentina.


Cuenta la historia: 


“El 10 de diciembre de 1865 llegó al polo sur la primera expedición argentina. La misma estuvo formada por diez hombres dirigidos por el Coronel Leal. Los exploradores partieron de la Base Belgrano el 26 de octubre de 1965 y estuvieron de regreso en ella el 31 de diciembre del mismo año. La distancia recorrida fue de 2.900 Km. en total, empleando 45 días a la ida y 21 días al regreso. Para poder realizar el viaje se utilizaron dos trineos tirados por perros que debieron ser dejados en los 83º de latitud sur, y seis tractores Snow–Cat (gatos de nieve) con trineos de arrastre. Tres de los tractores quedaron en el camino con el fin de servir como depósitos y para ahorrar combustible. El trayecto realizado a partir de la Base Sobral, establecida el 2 de abril de 1965, fue muy arduo, ya que el terreno era completamente desconocido. Con anterioridad, en 1962, los aviones navales habían llegado al Polo Sur Geográfico”[2]


Jorge Edgar Leal y su hazaña. Fue el primer argentino en llegar 
al Polo Sur Antártico, sucedió el 10 de diciembre de 1965.
Nació en Rosario de la Frontera, Salta, Argentina.
(Colección y Archivo de Carlos Jesús Maita)



La expedición trepó alturas de más de 3.000 metros con registros de temperaturas inferiores a –40º.  Durante la marcha se efectuó una serie de trabajos científicos que comprendieron: mediciones gravimétricas y magnéticas, observaciones meteorológicas y glaciológicas, ensayos clínicos sobre el problema del frío, comportamiento y rendimiento de equipos y otros estudios menores. Argentina se situó como el primer país que llegó al Polo Sur partiendo del Mar de Wedell y regresando a él, siempre en el Sector Antártico Argentino.

El arribo de Jorge Edgar Leal al Polo Sur Antártico fue considerada hazaña nacional y mereció el reconocimiento del presidente de la nación Dr. Arturo Illia y del presidente de la Comisión Popular de Homenajes a los Héroes del Polo Sur, Dr. Santiago Caprale, quien al final de su discurso dijo: 


“De Salta es vuestro jefe de ruta. Tenía que ser comandada por el indómito espíritu de Güemes y el coraje extraordinario de sus gauchos, esta etapa gloriosa que documentará la Historia Argentina. Tenía que ser de esa estirpe y de ese coraje la expedición que llevara la Bandera de la Patria a la infinita blancura del Polo Sur, para retornar con sus efectivos empenachados de gloria. Estáis de regreso y las gélidas regiones han bautizado vuestro sacrificio en aras de lo nuestro. La gesta tiene horizontes de infinito en el balance y el azul. Suelo y cielo de epopeya que ennoblece y nos llena de orgullo como argentinos. La patria vibra regocijada. Lágrimas de emoción silencian lo que no pueden decir las palabras. Vuestra presencia es como un nuevo amanecer en las almas enternecidas por la gratitud en todos los ámbitos de la Nación”.

Por su hazaña del Polo Sur, el coronel Leal fue tapa de la popular revista “Gente” de Buenos Aires en diciembre de 1965, la cual incluyó algunas páginas sobre el singular suceso. 

En 1970 Leal fue nombrado Director Nacional del Antártico,cargo que conservó por varios años. En 1971 y en 1990 la Dirección Nacional del Antártico publicó y reeditó en Buenos Aires el libro titulado "Operación 90". El trabajo da detalles sobre la fría región austral argentina presentando una interesante cartografía al respecto. 


Finalmente se retiró en el año 2003. 




Reconocimientos por su hazaña

En Salta Leal fue reconocido como héroe y declarado Huésped de Honor por el gobernador Héctor Fábregas Moyano el 24 de febrero de 1966. 


También fue reconocido por la Municipalidad de su tierra natal, Rosario de la Frontera (intendencia Eduardo Vilaró), por Decreto Nº 565[3]. Para honrarlo y evocar su odisea en las tierras australes, el municipio le hizo entrega de una medalla de oro y sirvió un vino de honor, declarando asueto administrativo para el día 25. Entonces se designó con el nombre “Avenida Servando Leal” (padre del militar) a la calle principal del barrio Ana María.



Jorge Edgar Leal y su hazaña. Fue el primer argentino en llegar 
al Polo Sur Antártico, sucedió el 10 de diciembre de 1965.
Nació en Rosario de la Frontera, Salta, Argentina.
(Colección y Archivo de Carlos Jesús Maita)


Dice Pablo Pérez, Jefe de Gendarmería y socio activo del Instituto Güemesiano de Salta: 


“Luego de visitar la base del Reino Unido, en la Isla Signy, del Grupo de las Orcadas, ya que en nuestro sector coexisten bases de los países reclamantes de soberanía en el mismo, arribamos a la Base de Ejército Esperanza, después de 34 días de navegación. Esta base fue creada en 1952 y fue su primer jefe el entonces capitán D. Jorge Edgar Leal. Este orgulloso salteño, digno de la estirpe güemesiana que en 1965, ya coronel, clavara la bandera de la Patria y dejara una imagen de la Virgen del Milagro, en el mismo Polo Sur, junto a otros nueve integrantes de la expedición. Siendo Jefe de Base en Esperanza en 1953 hizo construir un refugio, inaugurado el 23 de octubre, con el nombre de General D. Martín Miguel de Güemes. En 1977, siendo Jefe de la Base General Belgrano, Leal hizo construir otro refugio al que denominó Salta. Y uno de los vehículos que llegó al Polo Sur en 1965, también llevaba el nombre de la provincia, cuna del General Güemes”[4].

Radicado en Retiro, Buenos Aires, siempre retorna a su tierra natal. Desde la capital del país, Leal gestionó para Rosario de la Frontera la creación del Instituto del Profesorado para la Enseñanza Primaria de la Escuela Normal Superior “República de Colombia”. 
     
En 1989 su nombre le fue impuesto a una escuela de enseñanza primaria la cual se encuentra ubicada entre calles Martín Fierro y Obispo Colombres en el barrio Villa Josefina, al Este del centro de Rosario de la Frontera.


Declarado Ciudadano Ilustre





 
Tapa y portada del libro "Operación 90" del Cnel. Jorge Edgar Leal 
que narra su hazaña del Polo Sur Antártico,
Jorge Edgar Leal es oriundo de Rosario de la Frontera, Salta.
(Colección y Archivo de Carlos Jesús Maita)


En el año 2008 el General Jorge Edgar Leal fue homenajeado nuevamente por la ciudad de Rosario de la Frontera. Mediante Resolución Nº 2033 del 12 de junio de 2008[5] el Concejo Deliberante de la Municipalidad de esta localidad lo declaró Ciudadano Ilustre

En consecuencia el municipio efectuó un acto en la plaza principal el 20 de junio, día de la Bandera Argentina, el cual contó con la presencia del homenajeado. Esa fría mañana, el Gral. Jorge Edgar Leal en persona tomó juramento de la Bandera a los alumnos de cuarto grado de las escuelas primarias de la localidad.


Carlos Jesús Maita



Recepción del Cnel. Jorge Edgar Leal  en Rosario de la Frontera, su tierra natal.
Año 1966, calle Güemes, frente al cine teatro Güemes.
(Colección y Archivo de Carlos Jesús Maita)




POLO SUR ANTÁRTICO, 
10 DE DICIEMBRE DE 1965

(Poema)[6]


Jorge Edgar Leal, el coronel Leal, pisa la Antártida,
pisa el Polo Sur a los 90º. 
“Sin novedad. La misión fue cumplida…” informa.

El mar refracta en el hielo el cielo mortífero del fin del mundo.

Por primera vez 
diez argentinos dejan
su huella en el crítico punto, 
como Amudsen y Scot, como Fuchs y Hillary,
consuman la hazaña con su tractores Snowcat.

La expedición en la niebla es una fila de insectos.

Cantan el Himno, izan la bandera, 
el aullido del viento socava las grietas.

Esos hombres azules, esas sombras celestes que difumina la nieve,
apenas son imperceptibles manchas, 
pero adentro de ellas
late una luz 
                 roja
de corazón que bombea.
“Sin novedad. La misión fue cumplida…” ha informado Leal.
Ya todo el mundo lo sabe.
En su voz hay montañas, hay lapachos, hay tigres,
hay manantiales termales y una calle de tierra,
hay caballos y ponchos y una lanza guerrera.  
Los Gorriti de Horcones en su voz respiran.

Todo es nieve y abismo en el polo 
pero se impone ese fuego 
patriota 
del norte, 
el mismo que ardió en las venas de Güemes,
el que alumbra las almas, este orgullo, mi historia.

 Carlos Jesús Maita, 1990







[1] Operación '90, Wikipedia, la enciclopedia libre.. 
[2] Antártida Argentina, colección Documentos Audiovisuales. Ed. Alexkraft, Bs. As., 1967.
[3] Libro de Decretos Municipales, Archivo Histórico de la Municipalidad de Rosario 
de la Frontera.
[4] “El espíritu güemesiano en la Antártida”, Boletín del Instituto Güemesiano de Salta 
Nº 32, 2008.
[5] Archivo del Concejo Deliberante de la MUnicipalidad de Rosario de la Frontera.
[6] El cielo de los héroes, inédito, Carlos Jesús Maita.