Rosas

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jueves, 31 de enero de 2019

Solana Sotomayor

Por el Prof. Jbismarck
La última campaña militar de Juan Galo de Lavalle, estuvo sembrada de fracasos.   La Campaña “Libertadora” emprendida por él a mediados de 1839, salvo algunas excepciones estuvo jalonada por negligencias donde sobrevolaba el fantasma de Dorrego.  Dicen quienes estuvieron a su lado, que jamás pudo sobreponerse a este acontecimiento.   Venía desde la Banda Oriental, y habiendo divisado las torres de las iglesias de Buenos Aires, comienza sin retorno hacia los confines septentrionales de la patria. No volvería nunca. Sobrevendría luego el Quebracho Herrado y el retiro del apoyo francés de la Coalición que había formado para desalojar al Restaurador. También sobrevolaban con pesadumbre los desacuerdos con Aráoz de Lamadrid.   aLguien más es de la partida: Damasita Boedo. 
 Una partida de avanzada descubre una diligencia donde viajaba una hermosa mujer de grandes ojos cautivadores. Era la flor encontrada en el desierto. Fue llevada a la tienda del General,  y era nada menos que la mujer del Zarco Brizuela, Solana Sotomayor que venía de Catamarca donde había concurrido a cumplir una promesa  la Virgen del Valle. Fue entre Mazán y Aimogasta.
Frías, que no dejaba de decirle: “La causa de la libertad se pierde, mi general, por las mujeres”.  
Las rispideces entre Lavalle y Brizuela  como no podía ser de otra manera, constituyó una de las importantes consecuencias del fracaso de la Coalición del Norte contra Rosas.    Corría el año 1841 y Lavalle se encontraba acompañado por sus ayudantes Pedernera y Félix Frías.  Lavalle estaba más allá de su épica guerrera.   Tomás Brizuela fue  lugarteniente de Facundo Quiroga y gobernador de la provincia de La Rioja entre 1836 y 1841. Dicen una cónica:
“Tomás Brizuela vivió amañado con una muchacha riojana de nombre Solana Sotomayor, también conocida como la Solanita. Habrá que creer en la tradición trasmitida de voz en voz por las generaciones, pues no se ha encontrado el acta de matrimonio que demuestre lo contrario”.    
El general se aproximó y al quitarle el sombrero que le cubría parte de la cara, se encontró con los ojos más hermosos que jamás hubiese visto. Tal fue el impacto que causó la muchacha en Lavalle que, con el único propósito de retenerla, ordenó hacer prisionera a la pequeña división y trasladar a la mujer a su campamento en Hualfín.
Una vez ahí, la cautiva del general le hizo saber, en tono amenazante, que era la mujer del gobernador de La Rioja. Lejos de amedrentarse, el jefe porteño le dijo que no era razón suficiente para liberarla. En realidad, quien había quedado cautivo de aquellos ojos negros y de la figura sensual de la Solanita, era Lavalle. La mujer pasó de las palabras fuertes a los insultos y de las amenazas a los gestos de violencia física. Lavalle la miraba fascinado y, cuanto más se enojaba la muchacha, más hermosa la veía. Indignada ante la sonrisa del insolente porteño, la Solanita se abalanzó sobre él, dispuesta a defenderse con las uñas de semejante atropello, sin embargo fue el comienzo de un nuevo romance del fusilador de Dorrego.             Tan hermosa era la mujer que el general volvió a olvidar el motivo que lo había llevado hasta el norte y resolvió retirarse una temporada al Paraíso en compañía de su Eva.
Como lo hiciera en Anjuli, otra vez el general entra en una suerte de «retiro carnal» y pide a sus hombres que no lo molesten. Los pocos oficiales que habían tenido la infinita paciencia de esperar que su jefe se dignara a concluir su voluntaria reclusión en Córdoba, ahora asistían atónitos a este nuevo romance. Comenta el historiador Dardo de la Vega Díaz: “Más de una vez los compañeros de armas de Lavalle lamentaron la llegada de la cautiva a la tienda del desdichado jefe.”
Los impulsos sexuales de Lavalle eran irrefrenables y, ciertamente, atentaban contra el éxito de la campaña. Por su parte, la «cautiva» no daba muestras de querer volver a La Rioja.  Pero quien había acusado recibo de la traición era Tomás Brizuela.
Al enterarse de que la Solanita no estaba dispuesta a regresar a su lado, pasó de la indignación al desconsuelo. Dice Felipe Peralta, un lancero de Facundo:
“No bien el general Brizuela supo de la mala pasada que cuentan le jugó la Solana Sotomayor, fue como si se apeara del caballo para siempre y guardara la lanza. Con ser hombre de coraje y audacia, ya no le importó la guerra ni el mando para nada. Bebía. Parecía una cosa de trapo. Y diz que a su mismo hombre de confianza, Germán Villafañe, le pidió que lo matara antes de caer preso y con vida en las tropas de Aldao.”   Estas líneas explican el trágico fin no sólo de la gesta, sino del propio gobernador de La Rioja. Tal como pidió, Brizuela fue asesinado en un acto de piedad por su mano derecha, Germán Villafañe.

Juan Manuel de Rosas y el origen de la Catedral de Bahía Blanca

Por Oscar Rimondi
Nuestra Catedral cumple 185 años de su fundación, bajo la advocación de la virgen de la Merced. Este templo resguarda los restos de quienes fueron los fundadores y consolidadores de la Fortaleza Protectora Argentina. Conociendo las raíces de la herencia paterna y materna de Don Juan Manual de Rosas se podrá entender mejor el origen de algunos episodios determinantes de su trayectoria político-militar y su vínculo con esa obra.
Conociendo las raíces de la herencia paterna y materna de Don Juan Manuel de Rosas se podrá entender mejor el origen de algunos episodios determinantes de su trayectoria político-militar y su vínculo con esa obra.
Fue su bisabuelo materno, Francisco López de Osornio, Duque de Normandía, nacido en Córdoba, España. Por vocación siguió la carrera militar. Se graduó en 1689. 
 En 1697, fue alférez del Ejército de las Lanzas, y a su vez distinguido como "Alférez del Rey", distinción que lo obligaba a vivir en Palacio.
 Súbitamente fue designado para un puesto en la Colonia del Sacramento pero con asiento en el fuerte de Santa María de los Buenos Ayres.
 En Buenos Aires contrajo matrimonio con María Games de las Cuevas en la iglesia de la Merced, el 11 de Septiembre de 1701. Tuvieron ocho hijos, todos de muy honrada trayectoria.
Entre ellos, Clemente López de Osornio, nacido en Buenos Aires el 25 de Noviembre de 1720. Se casó en primeras nupcias con Martina Arroyo en el año 1757. Ella falleció en marzo de 1760, dejándole dos hijos, Catalina y Andrés.
 En 1766, Clemente se casó en segundas nupcias, siempre en la iglesia de la Merced, con María Manuela de Rubio, nieta del caballero hijodalgo José de Rubio y Muros de Soria.
 Clemente y Manuela fueron padres de Agustina López de Osornio, nacida en Buenos Aires, quien en 1790 se convirtió en la esposa de León Ortiz de Rozas y por lo tanto madre de Don Juan Manuel.
 Doña Agustina fue madre de 20 hijos, cinco murieron al nacer y otros cinco en la niñez. Era una matrona de carácter fuerte y autoritario que prácticamente ejercía la jefatura del hogar. Hasta sus últimos días, ya tullida y en cama, continuó disponiendo del destino de sus hijos y nietos, menos del de Juan Manuel que había heredado buena parte de su carácter.
 Don Clemente fue Sargento Mayor de Milicias y por sus funciones era el tercer hombre en la cadena de mando de la gobernación de Buenos Aires, también Comandante General de Campaña en el año 1765, Jefe Expedicionario a Misiones, Caudillo de los paisanos y cabeza principal del Gremio de los Hacendados, de quienes tuvo, durante muchos años, la representación con el cargo de apoderado ante las autoridades del Virreinato.
 Había heredado de su padre una gran extensión de tierras en la Ensenada del Río de la Plata. Algunas de estas tierras fueron en 1882, parte del área municipal de la nueva ciudad de La Plata.
 Formó grandes establecimientos rurales, siendo uno de los más poderosos estancieros de la Provincia de Buenos Aires.
Su estancia preferida era "Rincón del Salado", ubicada donde ese río desemboca en el golfo de Samborombón.
 En la madrugada del 13 de Diciembre de 1783 fueron sorprendidos por un ataque indígena y Don Clemente, su hijo Andrés y varios peones fueron lanceados y degollados durante la defensa de esa estancia que hoy es el histórico Rincón de López.
 Fue hacia el año 910, durante el reinado del Infante Don Pelayo, donde Ortiz, un hermano del Duque de Normandía, se destacó en la guerra contra los moros.
 A su regreso se radicó en el valle de Carriedo, arzobispado de Burgos y también en el Valle de Soba, en tierras de Castilla.
 Como en ese valle mandó a rozar el pasto y las malezas, le quedó el nombre de Rozas agregado al de Ortiz.
 En Madrid, en 1713, luego de varias generaciones, Bartolomé Ortiz de Rozas se casa con Manuela Antonia de Rodillo y Brizuela; de esa unión nacerá Domingo Ortiz de Rozas y Rodillo, que desde su niñez siguió la carrera militar, recibiendo los despachos de cadete en 1730.
 El rey de España lo designó edecán de su tío, el destacado militar Domingo Ortiz de Rozas y García Villasuso.
Este sería designado en 1742, capitán general y gobernador de Buenos Aires.
 Su gestión fue muy activa, enfrentó a los contrabandistas portugueses y logró la contención de los malones indígenas que asolaban las pequeñas guardias cercanas a Buenos Aires, mediante tratados.
 En 1746, pasó a Santiago de Chile con el mismo cargo y la misma exitosa gestión, pero su sobrino Domingo quedó en Buenos Aires, donde contrajo matrimonio con Catalina de la Cuadra, criolla de la más pura cepa, pues era nieta en sexta generación de Domingo Martínez de Irala, primer gobernador de Paraguay y Río de la Plata, surgido de una elección popular en Asunción, (1544), casado con la india guaraní, Leonor Mokirasé.  
 Del matrimonio de Domingo y Catalina nació León Ortiz de Rozas, en Buenos Aires, el 11 de Abril de 1760 y naturalmente él también siguió la carrera militar.
  En 1785, siendo teniente formó parte de la expedición de los pilotos de la Real Armada España, Juan de la Piedra y Basilio Villarino, contra los indios Tehuelches, iniciada desde la naciente Carmen de Patagones.
 La expedición fracasó y los caciques dieron muerte a Villarino y De la Piedra, en cercanías de la actual ciudad de Tornquist.
 León Ortiz de Rozas, junto a otros jóvenes oficiales, quedó prisioneros y salvó su vida, porque los caciques recordaban el buen trato que les había dispensado, su tío abuelo, el capitán general Domingo Ortiz de Rozas.
 León volvió a Buenos Aires, y desposó a Agustina López de Osornio. Fueron padres de Juan Manuel José Domingo Ortiz de Rozas, quien por una rencilla familiar cambió su nombre por Juan Manuel de Rosas, que nació en Buenos Aires el 30 de marzo 1793.
La hazaña del Colorado y Bahía Blanca
 De regreso de su expedición al río Colorado, a mediados de Febrero de 1834, D. Juan Manuel de Rosas llegó el arroyo Napostá, donde se encontraba el grueso de su ejercito.
 Previo a otras medidas de carácter militar, ordenó el emplazamiento de la futura capilla, hoy Catedral Arzobispal de Bahía Blanca, amnistiando en tan magno acontecimiento a todos los presos del fuerte.
 También Rosas había concluido por esos días, una operación de rescate que permitió recuperar del infierno de las tolderías 707 almas entre mujeres y niños.
 Las cautivas fueron reconfortadas é identificadas, y en su gran mayoría, devueltas a sus familias.
 Pero otras permanecieron en la Fortaleza, protegidas por el comandante Martiniano Rodríguez, quien en poco tiempo, legalizó la desgraciada situación de estas mujeres, devolviéndoles la honra y la dignidad, al concertar casamientos con los militares solteros de la guarnición.
 Fue una genuina Acción de Gracias, que Juan Manuel como fiel devoto, ofrendó a N. S., La Redentora de los Cautivos Cristianos.
 Por eso, cuando aquel 23 de febrero de 1834, se rezó por primera vez el Rosario en el solar reservado para la futura capilla, quedó entronizada como Patrona de Bahía Blanca, N. S. De la Merced.
 Tanto los López de Osornio como los Ortiz de Rozas trajeron desde España, su devoción por N. S. de la Merced.
 Un sobrino de Don Juan Manuel, Alejandro Valdés Rozas que lo visitó en 1873 en su chacra de Burgess Street, a unos 10 Kms. de Southampton, recuerda el regocijado encuentro, la alegría en la indigencia, describe la cantidad de libros papeles y documentos que cubrían la larga mesa, la cálida chimenea y sobre ella la imagen de N. S. de la Merced.

sábado, 19 de enero de 2019

Orígenes de la Ciudad de Billinghurst


Por el Prof. Jbismarck
Billinghurst es una localidad de la Provincia de Buenos Aires , perteneciente al partido de General San Martín.  Debe su nombre a Mariano Billinghurst, un empresario argentino que se destacó por haber creado las líneas de tranvías a caballo en la ciudad de Buenos Aires. Pero éste nunca estuvo en la localidad, ya que su intento de llevar el ferrocarril fracaso y cayó en banca rota.   
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En 1581 Juan de Garay entregó varias Suertes de chacras con frente a las fangosas costas del Río de las Conchas (hoy Reconquista), las que al correr del tiempo, unidas, constituyeron "Los pagos de los Santos Lugares de Rosas".   En 1856 se cambia de denominación (ante la caidfa del Restaurador) y se funda oficialmente el Pueblo de San Martín el que en 1864 se convierte en el hoy "Partido de Gral. San Martín".   Nos interesa específicamente la antigua chacra de Fiorini, que tomó ese nombre recién cuando pasó a ser de su propiedad en 1837.   Don Jacobo Fiorini, a quien se lo conocía por "Lorenzo, el Pintor";  se sabe de él que era uno de los mejores retratistas de la época. Fiorini, fue quien más tiempo tuvo en su poder esa Suerte de Chacra (1837/1872).  Transcurrieron años difíciles, problemas de límites en la provincia, las epidemias de cólera y fiebre amarilla, pero también épocas de progreso; mejora de las comunicaciones, creación de escuelas en la campaña, creación del Consejo de Instrucción Pública, delineación de nuevos pueblos.  En 1871, siendo Presidente  Domingo F. Sarmiento, se autoriza al Gobernador Emilio Castro a contratar con empresas privadas, el tendido de un ferrocarril de Buenos Aires a Rosario y se le adjudica la obra a la de "Don Mariano Billinghurst y Cía". Dicho ferrocarril debía partir de la estación Almagro, pasar por San Martín; Cementerio; San Miguel; Pilar; Capilla del Señor; Zárate; los dos Arecos; etc. Por razones económicas se paralizó el tendido, pues el capital que debían, por contrato, aportar las Compañías Inglesas asociadas, no se concretó, perdiendo Mariano Billinghurst  los depósitos de garantía dados al firmar la concesión. En 1872, Don José F. Piaggio, compra la chacra del "retratista" en remate público y poco tiempo estuvo en su poder, pues fallece.    
El Dr. Miguel Navarro Viola y Don Enrique Quintana, compran a sus sucesores la chacra.  El terreno para esa época lindaba al NE con Don Luis Bonich; por el NO con terreno Municipal; por el SO con Don José María Bosch;  Concretada la compra, sobre una parte de la chacra, la más bonita y ondulada, y a un paso de la línea férrea proyectada por Billinghurst trazan el pueblo y lo ponen en venta a través de la Agencia "La Terrenal" de San Martín 130 Buenos Aires, relatando que se encuentra en construcción la iglesia, frente a la plaza principal que llevaría el nombre de “Concordia”.  Desde el año 1873 a 1886, con nombre, lote y manzana 402 compradores escrituraron más de 1000 lotes de terreno. Así nació este pueblo, de 105 manzanas, que tiene el orgullo de ser el primero fundado como tal en el partido Gral. San Martín, por medio de venta a precio fijo, no en remate, como se estilaba en la época.   
A pesar de que no contaba con ferrocarril, el pueblo comenzó a recibir familias que establecieron quintas de verduras, papas, batatas y frutillas. Algunas ocuparon las propiedades abandonadas después de fracasada la operación ferroviaria. Además se había colocado la piedra fundamental de la capilla que, edificada rápidamente, lucía dos torres y un campanario. Destruida su fachada por un rayo, fue reconstruida en 1897.  El pueblo contaba, también con una escuela, la Nº 6, inaugurada en 1886. En las primeras décadas del siglo XX ya funcionaba una Sociedad de Fomento y, poco después, comenzó el pavimentado de la calle Moreno. Hacia 1931 circuló el primer colectivo local. La línea sólo ofrecía tres unidades que llevaban un máximo de nueve pasajeros cada una.

La gran cantidad de parcelas desocupadas permitió el establecimiento de hornos de ladrillo, considerados como la primera industria local. Las zanjas cavadas en los terrenos que, en muchos casos, llegaban a un metro y medio de profundidad, luego fueron rellenadas con residuos llevados por camiones municipales. Hacia la segunda mitad del siglo XX, toda la zona permaneció rodeada de quintas, y mostraba grandes lotes deshabitados.  
A partir de entonces se generalizó la urbanización y, de la mano de numerosas entidades vecinales surgidas en eses años, comenzaron a instalarse los primeros servicios. La Sociedad de Fomento de Villa Bonich,  impulsó la pavimentación y la creación de la sala de atención primaria "Dr. Ramón Carrillo". Las localidades de Villa Libertad y General Zapiola pasaron por una similar evolución. Loteos tardíos y el surgimiento de nuevas iniciativas vecinales se tradujeron en la construcción de plazas y la colocación del tendido eléctrico y de gas. Hacia 1950 se levantó el Barrio Parque San Martín, cuyas viviendas fueron adjudicadas a oficiales del Ejército Argentino. Instituciones como el Colegio La Salle y el Eymard y la escuela pública Alfonsina Storni terminaron por consolidar la infraestructura educativa.  
El “Pueblo de Billinghurst”, según dispuso su fundador en 1873, tenía 3 plazas: de la “Concordia”, de “Tívoli” y la de “Alsacia”. Pero solamente perduró la de la “Concordia” que tenía en un frente la iglesia y en la otra cara demarcado el terreno destinado a la futura escuela.  Esta plaza, cambia su nombre por el de “Dr. Mariano Daniel Billinghurst” el 18-2-1962 por Ordenanza 188-Exp.N°9105/C/1962 siendo intendente Sr. Raúl Pérez.