Rosas

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martes, 31 de enero de 2012

Avutardas Salvajes 1982

por Tomás Antonietti dedicado a su padre ex piloto de combate en la guerra de Las Malvinas

De pequeño sentiste esa vocación.
Fueron las alas en V las que te motivaron
Provenientes del cielo de tu Nación.
Esos motores pintados de hermosos colores
Latiendo al compás de tu corazón
Mientras se acercaban rápidamente
Acelerando tus latidos con sazón

Hervía en tus venas la insignia militar
Forjada a través de la batalla imaginaria.
Con soldaditos de plomo y tanques de lata
Escoltados por aviones cuyas metrallas
Te otorgaron numerosas medallas

Jóvenes provenientes de la fuerza
Sin distinción de rangos alguna
Todos juntos nacidos en la misma cuna.
Esa, de colores azul y blanco
Cuyo sol los cuidó con rayos tiernos.
Ese Sol, por el que juraron amor eterno

Fueron aquellos días llenos de juventud
En las tierras ubicadas al extremos Sud
Donde jóvenes acudieron al llamado patrio
Aquel que levantaba su grito ante la injusticia.

Era la hora de frenar la codicia
De un imperio en extinción, cual cobarde,
Para demostrar su voraz fuerza, y hacer de ella alarde,
Eligió a nuestro país criollo.
Pensando que seria un simple escollo
Al final…se fueron llenos de hoyos

Volvía para volver a usurpar esas perlas
Satisfaciendo así su sediento ego con sangre
Trayendo consigo un envenenado enjambre
Como aquel demonio de Transilvania.

El no sabia, qué aquí yacían
Plantados los vástagos de Hispania
Acompañados por los nietos de Italia
Y los descendientes de la antigua Germania.



Tus venas están alimentadas por el honor
Y es la hombría la que te mantiene sin temor.
Arduo trabajo, el que parte las uñas y pela la piel
Siendo a la bandera fiel, aunque después coseches hiel.

En esas mañanas con olor a combustible quemado
Enfrente a la inmensa mar turquesa
Esperándote el avión, en la pista, varado.
Allí demostraste singular destreza

En la estepa se encuentra la Avutarda
Cuidando del Nido donde yacen sus hijos.
Pintada de colores blancos y manchas pardas
Mirando al horizonte, con los ojos fijos.

Bajando la cabeza para poder ver mejor
Visualiza al voraz invasor
Con sus ojos penetrantes que están atentos.
Alimentando su coraje con graznidos
Comenzando a sacar el pecho
Para desplegar sus alas en la inmensidad
No le importa dejar su propio lecho
Menos enfrentarse a la fatalidad

Volando a velocidad crucero
Guiándose por el firmamento destellante.
Las estrellas son su lucero.
Otras Avutardas la ven en el horizonte
Toman vuelo sin siquiera pensarlo.
Al camarada hay que acompañarlo.

Alineadas en una sola V
De un blanco puro y manchas bayas
Con las mentes frías como el hielo
4 avutardas bravas surcan el cielo
Con las garras listas para la batalla.

El combate comienza, el invasor es gigante
Con plumas grises como cardos punzantes
El pico aun porta sangre ennegrecida.
Su graznido agudo es el que intimida.

Al darse cuenta de la compleja situación
Aumentan la velocidad para llegar como un rayo
Cerrando las alas para lanzarse con mayor envión
Llegó el bautismo de fuego aquel día de Mayo.

La sangre caliente contrasta con vientos helados
Vuelan las plumas para todos lados.
El ave herida sigue luchando
Más de un compañero se pierde de vista.
El ave lo sigue buscando

Se retirará del combate
Si su corazón deja de latir.
Solo tiene un objetivo
O VENCER O MORIR.

Terminada la exhaustiva salida
Vuelve solitaria al continente.
Ve a otras aves inmediatamente
Son sus compañeras perdidas.

Grabada yace una H a fuego ardiente
Es el fuego sagrado del héroe Prometeo.
Esa es la letra formada por 3 simples vectores
Forjada con el crujir del metal de los destructores.

Ni los barcos con sus poderosos tambores
Aquellos que te lanzaban misiles incesantes.
Desanimaron a tu veloz avión zigzagueante
El cual escribía su propia canción chacarera
Al compás del latir de nuestra bandera.

Rozando las agitadas olas del mar
Aquellas que aun escucho por ti clamar
Con el sonido fortísimo de tu turbina.
Dejando un mensaje que no cambiará jamás:
Mi escudo dice: SER MÀS.

Ni bien el tiempo tu honor no mella
Hay más de un maleante resentido
El cual quiere que te arrodilles para humillarte.
MINGA QUE EL ODIO manchara tu CORAJE!
LA GLORIA SERÀ TU SEMBLANTE!
VIVA LA PATRIA.
VIVAN LAS AVUTARDAS SALVAJES.

lunes, 23 de enero de 2012

Una lucha de dos siglos

Por Doc 9

En la medida en que se vaya consolidando un pensamiento nacional en la política y en los jóvenes y que se tenga un conocimiento de cuál fue la verdadera historia, el proyecto trunco de crear una gran nación americana de José de San Martín y Simón Bolívar, será realidad. "Yo soy, por sobre todo, del partido americano", se definió a sí mismo el argentino como bien lo sentía también el venezolano.
La historia de estos dos siglos es la historia de esa intencionalidad. El 25 de Mayo del año pasado, durante los festejos populares del Bicentenario de la Revolución de Mayo de 1810, mediante las políticas orientadas desde el revisionismo, alentadas desde el gobierno nacional para saber quién es quién en este camino, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner inauguraba en la Casa Rosada, la Galería de los Patriotas Latinoamericanos del Bicentenario, donde se exhiben los retratos de treinta y ocho héroes y personalidades del continente americano. Adhirieron incluso con su presencia los presidentes Lula Da Silva, Hugo Chávez, Sebastián Piñera, Evo Morales, Fernando Lugo, José Mujica y Rafael Correa.
Los óleos elegidos exhiben como representación de muchos patriotas argentinos a José de San Martín, Manuel Belgrano, Juan Manuel de Rosas, Juan Domingo Perón, Eva Duarte de Perón e Hipólito Yrigoyen. El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, envió los óleos de Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Antonio José Sucre y Alcalá, y Manuela Sáenz.(link/video)
¿Quiénes eran y que dejaron esos hombres y mujeres que resumen ideales que se construyen a sí mismos y a pueblos que con muchos como ellos construyen países con un ideal político; que logran trascender sus obras y dejar un legado, en especial en esa juventud que se acerca a la política? Con connotaciones parecidas a 1800, cuando revoluciones de por medio en Europa ardían las monarquías absolutistas, en la actualidad, el viejo continente ve caer en pedazos sus economías y teme por su futuro. En sus ex colonias, la Unión de Naciones Suramericanas -UNASUR- resolvió garantizar la independencia económica regional y enfrentar en forma conjunta la crisis financiera internacional.
Uno de los grandes pasos en la consolidación de la Patria grande, fue la carta que el 29 de agosto de 1821 José de San Martín le envió a Simón Bolívar en la que el Libertador de Argentina, Chile y Perú le decía al que sería el Libertador del norte, la importancia de continuar con las guerras por la Independencia. La carta fue el preámbulo del encuentro entre ambos en 1822, en Guayaquil.
Así como la UNASUR nació a instancias de los presidentes argentinos Néstor Kirchner (doc9) y su par venezolano, Hugo Chávez, y del apoyo de los demás líderes de la región, terminadas las guerras por la Independencia americana, e impulsado por San Martín, junto a Bolívar, Artigas y Sucre, se conformó el Congreso de Panamá de 1826, con la ambición en crear la Gran Federación americana. Ese Congreso promovía la idea de que las Provincias Unidas del Río de la Plata, los Estados de Perú y la gran Colombia, influyesen para que Brasil también se cobije bajo un sistema representativo y republicano americano.
La corriente histórica liberal, sostenida en toda su obra por Bartolomé Mitre, dice que San Martín quería liberar pueblos pero no unirlos y que las banderas de la unión provenían de parte de Bolívar, propuesta que consideraba desorbitada. Por eso, en la historiografía oficial, San Martín queda limitado al estratega militar, excluido de su papel de ideólogo político.
San Martín militar es el que tras veinte años de servicio en ejércitos españoles, combatiendo en treinta y un batallas contra ingleses, moros y franceses, tras el triunfo ante las tropas francesas en la Batalla de Bailen, emprendió en 1812 un viaje secreto hacia las Provincias Unidas, la tierra en la que había nacido. Atrás quedaba España sacudida por una conmoción interna.
San Martín también formaba parte de la organización secreta, Los Caballeros Racionales, fundada por el venezolano Francisco de Miranda, cuyo objetivo era reunir, coordinar y orientar los pasos hacia la independencia americana y expandir los movimientos revolucionarios que iban surgiendo en las colonias.
Venía con un plan preciso: acrecentar política y militarmente la Revolución de Mayo iniciada el 25 de Mayo de 1810 en toda America, no reconocida por España como no lo hizo con el gobierno de la Primera Junta. Así, Montevideo fue nombrada la nueva capital del Virreinato del Río de la Plata.
El 3 de febrero de 1813, la Batalla de San Lorenzo marcó un antes y después en las guerras por la Independencia americana porque fue derrotada la flota de Montevideo. El triunfo fue la presentación de San Martín, que había preparado con los últimos adelantos de la guerra europea al Regimiento de Granaderos a Caballo, correspondiendo al pedido del Primer Triunvirato.
No era sólo un estratega militar ya que convencido de la necesidad de contar con el pleno apoyo de Buenos Aires, nunca generoso, había encabezado un alzamiento, en octubre de 1812, para la creación de un Segundo Triunvirato. Había que sostener política y económicamente al nuevo ejército que entraría en acción. San Lorenzo fue el primer combate por la guerra de la Independencia y el primero librado por San Martín en territorio americano.
Pero ese jefe guerrero era una espada con cabeza que tuvo siempre la misma visión, la de ganar la independencia en el campo de batalla y en los escritorios. Así, en 1824, procuró el reconocimiento de Inglaterra para los nuevos Estados sudamericanos.
El mismo San Martín que había presionado al Congreso de Tucumán, a través de los delegados de Cuyo, para que se declarase la Independencia cuanto antes, ya que para marzo de 1816, a Fernando VII sólo le faltaba reconquistar el ex Virreinato rioplatense.
Un San Martín soldado y político, obligado a convertirse gobernador de Cuyo, cargo desde el cual modificó el sistema impositivo, promovió la agricultura y la metalúrgica con la ayuda del Fray Luis Beltrán, indispensable para la fabricación de armas que requerían los ejércitos de la Patria, y en especial el Ejército de Los Andes para liberar Chile e iniciar el camino de independencia del Perú.
Si Manuel Belgrano (doc9), abogado, periodista y economista, fue un civil educado, sensible y valiente que carente del saber del arte militar no dudó en ponerse al frente del Ejército del Perú para defender la Independencia y los ideales de la Revolución de Mayo, San Martín fue el militar devenido en político que comprendió que no sólo se trataba de vencer a los españoles sino crear la Patria Grande. El mismo hombre, que desde el exilio obligado para no involucrarse en una lucha entre hermanos, no dudó en ponerse disposición de Juan Manuel de Rosas, después de la Vuelta de Obligado.
Una lucha sanmartiniana permanente para los pueblos americanos: ser libres e independientes contra los poderes predominantes de afuera y de adentro. Una lucha que lleva dos siglos

(*) La foto fue tomada por mi amigo Tito hace unos años, en la la provincia de Mendoza. Tito es un gran músico, de una enorme sensibilidad y ocurrencia para el humor; leal hincha de River Plate, nos une también un cariño por el club Atlético Temperley (Doc9)

La Grandeza de Rosas

Por Julio Irazusta
La historiografía liberal juzga su personalidad por los bufones que tuvo, o por sus hábitos gauchescos, o por su literatura. Todos esos aspectos deben ser considerados en su historia. Pero específicamente nada tienen que ver con la política, donde se debe radicar el juicio de un estadista. Juzgar a Rosas por aquellos detalles de su vida es como juzgar a Luis IV por sus amantes, o a Isabel de Inglaterra por su promiscuidad o a Victoria por su germanismo sentimental o a Federico el Grande por sus versos franceses.
La obra de Rosas es política y debe ser juzgada políticamente. Fue el primer organizador de la Nación. No la organizó por medio de un congreso constituyente, procedimiento que había fracasado reiteradamente en el país sino por el método tradicional que había presidido la formación de las grandes comunidades nacionales de Europa, como Francia y España y que presidiría los procesos unificadores de Italia y Alemania inmediatamente después de la caída de Rosas. Este método consistía en nuclear, alrededor del Estado provincial más vigoroso y privilegiado, las provincias pertenecientes a la región unida por lazos geográficos, raciales, históricos y políticos que la destinaban a ser una nación. La POLÍTICA INTERNACIONAL DE ROSAS, LO MÁS IMPORTANTE DE SU ACCIÓN ES DIFÍCIL DE RESUMIR. Sus objetivos eran unificar el país, pero no en sus actuales fronteras, sino en las del antiguo virreinato del río de la Plata, menos las partes a que el país había renunciado solemnemente, Hacer respetar la soberanía por todos los estados, pequeños o grandes, hasta usar la fuerza si era necesario para ello. Recibir liberalmente a la inmigración extranjera como convenía a un país escasamente poblado. Pero sustraerla de la influencia de sus países de origen y nacionalizarla automáticamente al cabo de tres años de residencia. Los otros aspectos de su gestión: el administrador probo re infatigable, el celoso vigilante del bienestar colectivo, el amigo del pueblo, configuran a un gran político. Pero indudablemente su aspecto superlativo es su acción internacional de 20 años, sin la cual no se podría concebir la existencia de la República Argentina en su actual contorno territorial y que lo presenta como a uno de los grandes estadistas de América. Para que esa grandeza se apreciara como es debido sólo faltó que la escuela diplomática fundada por él tuviera discípulos, mientras sus vencedores estaban empeñados en demoler su obra.

Las pistolas de Belgrano

Por Roberto Lizarazu
Es común mencionar que el sable que el General San Martín utilizara en toda su campaña libertadora, a su muerte y en razón de así establecerlo expresamente, el mismo San Martín en su testamento, va a parar a manos de D. Juan Manuel de Rosas, porque según el libertador: los méritos en defensa de la soberanía nacional ante ataques extranjeros, lo fundamentaba.
Ese hecho se menciona, a veces tergiversándolo, pero se menciona. Pero lo que es habitual es ignorar la notable circunstancia que el par de pistolas que el gobierno de Buenos Aires regalara al General Manuel Belgrano, con motivo de su colaboración para la realización del Congreso de Tucumán en 1816, donde se declarara la Independencia de Nuestra Patria, terminan en las mismas manos, las de Juan Manuel de Rosas, y nadie nunca lo menciona. Como no se menciona, no ocurrió.
Este par de pistolas fueron fabricadas en Inglaterra en 1814, por la famosa armería dirigida por Henry Tatham & Joseph Egg. Las pistolas presentaban incrustaciones de oro y plata cincelado y venían en un estuche de madera, en cuya tapa aparece grabado el nombre de Manuel Belgrano. Llevaba una inscripción en oro con la siguiente dedicatoria: “La Ciudad de Buenos Ayres al General Belgrano”.
A la muerte de Belgrano en 1820, las pistolas pasaron como forma de pago a manos de su albacea, Juan Nepomuceno Terrero, quien en 1834 se las regala a su consuegro, Juan Manuel de Rosas. Posteriormente Rosas se las legó a su hija Manuelita Rosas de Terrero. Juan Nepomuceno Terrero era el padre de Máximo Terrero el marido de Manuelita Rosas.
Pasados los años estas pistolas terminan en manos de William Simon, un acaudalado coleccionista norteamericano, quien casualmente fue Secretario del Tesoro de los Estados Unidos durante la presidencia de Gerald Ford (1974-1977).
Fue el propio Simon quien las hizo subastar en Christie´s de Londres en noviembre del 2006, por un valor de 374 mil dólares.
Al margen de las vicisitudes propias de una sociedad decadente, donde las propiedades históricas de nuestros mayores próceres, en este caso el General Manuel Belgrano, van a parar a manos de pudientes coleccionistas extranjeros, no deja de ser sintomático que tanto el sable de San Martín como las pistolas de Belgrano finalizaran por legados de argentinos en las mismas manos, las del General Juan Manuel de Rosas. Pero este es un detalle que no se estudia ni se enseña. Es políticamente incorrecto.

domingo, 22 de enero de 2012

La Constitución Nacional de 1949

Por Mario Fraire y Mario Di Blasio

El 24 de junio en el Instituto de Estudios Históricos Juan Manuel de Rosas- Montevideo 641 - y con la presentación de Alberto González Arzac y Alberto Gelly Cantilos como panelistas se presentó la 2da edición de "La Constitución de 1949: Una causa nacional" del doctor Luis Alberto Terroba con el propósito de debatir sobre la soberanía política, el nacionalismo económico y la justicia social de toda la Argentina.
Luis Alberto Terroba, calificó a "los sucesivos reglamentos jurídicos surgidos en el período a partir de 1955, como meros estatutos provisorios, sin más validez ni estabilidad real que las Constituciones de 1819 y 1826- con la gravedad al presente- del origen espúreo de la sistematización constitucional que se pretende validar". Tras la disertación descriptiva del proceso que llevó a la sanción de la Constitución de 1949, y la crítica del ilegal e ilegítimo proceso de su derogación por el golpe de 1955, el doctor Terroba, planteó el proceso de ocultamiento de la válida pirámide jurídica surgida en aquel año de 1949, exponiendo también el nucleo golpista de quienes sustentan explícita o implícitamente la teoría "del hecho consumado", que manifiestan superficialmente supuestos valores democráticos y en lo concreto sostienen las consecuencias del golpe de 1955 y los intereses de la dependencia.
La Constitución de 1949 realizó importantes reformas en materia política, económica, social y cultural, contribuyendo a la admisión del rol natural de las agrupaciones intermedias entre el Estado y el ciudadano, desde la familia y sindicatos hasta los municipios y regiones. Logró guardar celosamente la soberanía nacional y la protección de los recursos naturales y las del trabajador argentino.
La Constitución Nacional de 1949 -señala el autor- es la única Constitución de la República Argentina que ha sido votada y sancionada por los argentinos en condiciones de absoluta legitimidad política y legalidad jurídica.

lunes, 16 de enero de 2012

Guerra del Paraná: Combate de San Lorenzo (16/01/1846)

Por Adolfo Saldías

Luego del combatir con la escuadra anglo-francesa en el Paso del Tonelero, Mansilla colocó ocho cañones ocultos bajo montones de maleza, 250 carabineros y 100 infantes en los barrancos de la costa comprendida entre el convento de San Lorenzo y la punta del Quebracho.
A mediodía del 16 de enero de 1846 aparecieron el vapor Gorgon, la corbeta Expeditive, los bergantines Dolphin, King y dos goletas armadas en la Colonia, los cuales montaban 37 cañones de grueso calibre y acompañaban 52 barcos mercantes. Al enfrentar a San Lorenzo, la Expeditive y el Gorgon hicieron tres disparos a bala y metralla sobre la costa para descubrir la fuerza de Mansilla. Los soldados argentinos permanecieron ocultos en su puesto, según la orden recibida. Cuando todo el convoy se encontraba en la angostura del río que se pronuncia en San Lorenzo arriba, Mansilla mandó romper el fuego de sus baterías dirigidas por los capitanes José Serezo, Santiago Maurice y Alvaro de Alzogaray. El ataque fue certero; los buques mercantes rumbeaban desmantelados hacia dos arroyos próximos, aumentando con el choque de los unos con los otros las averías que les hacían los cañones de tierra.

A las cuatro de la tarde el combate continuaba recio todavía, y el convoy no compensaba lo andado con sus grandes averías. Favorecido por el viento de popa y tras los buques que vomitaban sin cesar un fuego mortífero, se aproximó al Quebracho. Aquí reconcentró sus fuerzas Mansilla y batalló hasta la caída de la tarde, cuando desmontados sus cañones y neutralizados sus fuegos de fusil por el cañón enemigo, el convoy pudo salvar la punta del Quebracho, con grandes averías en los buques de guerra, pérdidas de consideración en las manufacturas y 50 hombres fuera de combate. El contralmirante Inglefield, en su parte oficial al almirantazgo británico dice que “los vapores ingleses y franceses sostuvieron el fuego por más de tres horas y media; y apenas un solo buque del convoy salió sin recibir un balazo”.

La pérdida de los argentinos fue esta vez insignificante, y Mansilla pudo decir con propiedad que habíale tocado el honor de defender el pabellón de su patria en el mismo paraje de San Lorenzo que regó con su sangre San Martín al conducir la primera carga de sus después famosos Granaderos a Caballo

sábado, 14 de enero de 2012

Enero 1959: La toma del Frigorífico....

Por Jorge Déboli

Uno de los más importantes movimientos de oposición a los intentos del liberalismo y momento culminante de la Resistencia Peronista contra el neoliberalismo.
El Estado de Bienestar en la Argentina, tuvo plena vigencia hasta mediados de la década del ’70, cuando el neoliberalismo se encontró o generó las condiciones óptimas para implementar su programa de saqueo y destrucción en nuestro país.
Sin embargo, los intentos por lograrlo, se remontan a varios años atrás, mediante la utilización, incluso de gobiernos constitucionales pero débiles en sus convicciones, rayanos con el cipayismo.
En 1958, con el peronismo proscripto, el desarrollismo que proponía la UCRI –una escisión de la UCR fundada por Arturo Frondizi, gana las elecciones nacionales a partir de un pacto que acuerda con el General Perón, que además le asegura una amplia mayoría en ambas cámaras legislativas del Congreso Nacional.
A pesar de ello, en un marco de frágil equilibrio, dicho acuerdo cada día se fue debilitando a partir de las concesiones que Frondizi empezó a otorgar al capital extranjero y al Partido Militar, en el que se apoyó para sostener, mediante la represión, la ruptura del acuerdo con el peronismo.
En rigor, con Frondizi comienza la entrega del patrimonio nacional mediante la aplicación de un programa que acuerda con Aramburu y Rojas, rompiendo automáticamente el que había acordado unos meses antes con Perón, y que desde el arranque de su gobierno se empezó a implementar con el monitoreo del FMI.
La firma de los contratos petroleros que le abrieron la puerta al capital extranjero –con el supuesto fin de conseguir el autoabastecimiento-; el desmantelamiento progresivo de la red ferroviaria nacional, con el propósito de desarrollar la red caminera nacional y el transporte de cargas; y la privatización del Frigorífico Municipal Lisandro de La Torre, fueron algunas de las medidas que los militares de la Libertadora nunca se animaron a hacer y que si pudo llevar adelante el entonces presidente Arturo Frondizi.
El FMI siempre presente
Sin embargo, Frondizi creyó que cumpliendo con algunos de los puntos que acordó con Perón, como la sanción de la Ley de Asociaciones Profesionales, la derogación de las inhabilitaciones gremiales y políticas (salvo la de Perón), el aumento de salarios, y la devolución de la personería jurídica de la central obrera, iba a lograr el apoyo de los sindicatos a su plan de gobierno.
Esta nueva relación entre el Estado y sindicalismo, sumió a éste último en una contradicción que llevó a una división de la dirigencia gremial peronista: o se subordinaban a los grupos de poder, o se enfrentaban a la represión del poder militar.
En este marco, Frondizi comenzó a implementar su programa, que además incluyó un Plan de Estabilización, sugerido por el FMI; un Plan de Austeridad que provocó la caída de los salarios; una devaluación de la moneda nacional; una inflación del 113 % y una desocupación que en dos años, trepó entre del 6 y al 10%.
La entrega del frigorífico (2)
En el transcurso del último mes de 1958 se habían realizado elecciones en el gremio de la carne, triunfando la lista encabezada por Sebastián Borro, quien había sido secretario adjunto y se desempeñaba como obrero en el frigorífico Lisandro de La Torre, que funcionaba en el populoso barrio de Mataderos en la Capital Federal, donde trabajaban cerca de 9.000 personas entre obreros y empleados.
El 10 de enero de 1959, Frondizi giró al Congreso Nacional el proyecto de ley por el cual se autorizaba la venta o arrendamiento del frigorífico, que daba prioridad para la compra a la Corporación Argentina de Productores (C.A.P).
El 13 de enero alrededor de 2000 personas se movilizaron hacia el Congreso.
En dos carteles expresaban sus demandas: -En defensa de nuestro patrimonio, contra la entrega de nuestro frigorífico a la empresa privada.
La vigilia se sucedió hasta la noche en que Diputados dio media sanción al proyecto de Ley, e inmediatamente girada al Senado, que en rápido trámite la sancionó sin debate previo.
Esto motivó que los delegados convocaron para el 14 de enero a una asamblea general del gremio donde se plantearon las diferentes propuestas: ocupar el establecimiento o realizar un paro de 24 horas y posteriormente ocuparlo.
Se pospuso la decisión para el día siguiente, porque una delegación de la Comisión Directiva fue recibida por el presidente Frondizi, a quien le solicitaron que vete la Ley sancionada.
Respuesta no positiva
La respuesta que el presidente le dio a Borro y demás dirigentes sindicales que lo acompañaban, fue negativa, lo que terminó por decidir por parte de los trabajadores la toma el edificio donde funcionaba el frigorífico acompañado por un paro por tiempo indeterminado, al tiempo que solicitaban a las 62 Organizaciones, y demás organizaciones obreras la convocatoria a un paro general de apoyo a la lucha.
Por su parte, el gobierno declaraba que, -Existiendo medidas de fuerza, no habrá lugar a ninguna clase de tratativas, y -si se mantiene la huelga y la ocupación, el Poder Ejecutivo actuará con toda decisión y energía, amenazaba; en tanto que el sindicato ratificaba las medidas resueltas por la asamblea, -la haremos cumplir hasta que sea derogada la Ley que dispone el traspaso del frigorífico.
Para justificar la represión, el gobierno declaró esa misma noche la ilegalidad del paro y exigió el desalojo del frigorífico para las tres de la madrugada del sábado.
Una hora más tarde de vencido el plazo, se produjo la represión.
A las fuerzas policiales se sumaron cuatro tanques Sherman del Regimiento de Granaderos a Caballo y varios jeeps con soldados provistos de ametralladoras, cien hombres de investigaciones con armas largas y efectivos de Gendarmería que se sumaron por la madrugada, totalizando más de 2.000 efectivos, que primero tomaron el local sindical y luego se posicionaron frente al frigorífico.
Histórica resistencia
A la orden de avance, un tanque atropelló el portón de acceso, por la ex calle Rodó, franqueando de esa manera el paso hacia el interior del predio, donde unos 6.000 obreros reunidos alrededor del mástil comenzaron a cantar el Himno Nacional.
A partir de ese momento y hasta las 8 de la mañana del sábado, se generó una intensa lucha que dejó como saldo 95 obreros detenidos, tres heridos y seis con lesiones de consideración, en tanto que entre las fuerzas de seguridad hubo 7 heridos.
Ese mismo sábado el plenario de las 62 Organizaciones, enterado de la situación, declaró un paro general por tiempo indeterminado en todo el país a partir del 19 de enero.
La resistencia a la privatización del frigorífico municipal, con los vecinos como protagonistas, se amplió al propio barrio de Mataderos, cuya población se desarrolló y creció acompañando la actividad del establecimiento.
Dentro de las acciones e resistencia organizada por los vecinos, estaban la construcción de barricadas para impedir la circulación de los carros de asalto, así como cortar el suministro de energía eléctrica, en tanto que los comerciantes del barrio, mantenían cerrados sus negocios.
Ante esta situación, el gobierno nacional decretó la aplicación del plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado) que implicaba enjuiciar por tribunales militares, a los civiles que participaban del conflicto.
Sin embargo, la resistencia por falta de organización fue disminuyendo con los días hasta que el 22 de enero el paro general se levantó, aunque en el frigorífico la medida continuó, agravada la situación por una cesantía masiva de personal en más de 5000 obreros y empleados.
Al mes siguiente se reanudaron las tareas con personal contratado nuevo y en 1960 se concretó la venta del frigorífico a la Corporación Argentina de Productores de Carne.
El centenario edificio hoy es ocupado por el Laboratorio Roemmers, con su planta Pharma 2000.
(1) Editor del Semanario Informes, cuyo padre, Aníbal Luis Déboli, en 1959 era técnico de mantenimiento eléctrico del frigorífico Lisandro de La Torre, y a pesar de su filiación radical, no dudó en participar de la resistencia a la privatización de la empresa del Estado Municipal, que no sólo era eficiente, sino que ademés era superavitaria.
(2) Los historiadores Luis Cortese, Secretario de Redacción de Historias de la Ciudad y Teresita Mariaca, directora del área sociocultural del Centro de Gestión y Participación del Barrio de Mataderos, describen en su trabajo de investigación, los pormenores de aquella lucha de quines resistían la abolición del Estado de Bienestar en la Argentina.

martes, 10 de enero de 2012

José Gervasio de Artigas

Por Agenda de reflexión
“El ejército (de José Gervasio Artigas) se compone de cuatro a cinco mil hombres armados con fusiles, carabinas y lanzas (…), ocupando varios puntos (…) cuatrocientos indios charrúas armados con flechas y boleadoras, y estoy persuadido que aun en los pueblos de indios ha dispuesto formar sus compañías, pues he visto algunos corregidores uniformados” [Informe de Laguardia al gobierno paraguayo, 3 de marzo de 1812]
“No deberá V.S. dar un formal movimiento del ejército de su mando, sin una prevención expresa de este superior gobierno” [El Triunvirato a Artigas, 10 de marzo de 1812]
“Las armas de la libertad son hechas para conseguir triunfos. Allí el enemigo, muy superior en artillería, en la táctica y número y perfectamente bien armado, sólo se presentó para servir a la victoria de aquel dicho comandante (su lugarteniente Otorguez) y su valiente división. Nada hay comparable a la energía con que estos hombres sostuvieron el sagrado de sus derechos y dieron a la patria el día de gloria que puede servir de preanuncio a la grande que esperamos” [Artigas al gobierno de Buenos Aires, 22 de mayo de 1812, luego del combate de Las Piedras y al iniciar el primer sitio de Montevideo]
La revolución de la Sociedad Patriótica y la Logia Lautaro del 8 de octubre de 1812, además de voltear al gobierno del primer triunvirato, provocó la convocatoria a la formación de una Asamblea General Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, la que se instaló en Buenos Aires el último día de enero de 1813 (conocida como la Asamblea del año XIII). Por decreto se invitó a las provincias que enviaran sus diputados para integrarla, disponiendo su reconocimiento. Dentro de los planes del segundo triunvirato estaba el de designar a Artigas gobernador y comandante general de la campaña de la Banda Oriental, si éste se avenía a sus planes. Pero el gran caudillo, como siempre lo hizo, no podía dejar de consultar la voluntad de su pueblo (“Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana. Vosotros estáis en el pleno goce de vuestros derechos; ved ahí el fruto de mis ansias y desvelos, y ved ahí también todo el premio de mi afán. Ahora en vosotros está el conservarlo. Yo tengo la satisfacción honrosa de presentaros de nuevo mis sacrificio y desvelos, si gustáis hacerlo estable. Nuestra historia es la de los héroes”).
Así, en el campamento artiguista fueron electos los seis diputados orientales y aprobadas sus instrucciones, dictadas un día como hoy, el 13 de abril de 1813. De los seis, cinco eran sacerdotes.
Estas instrucciones establecen los fundamentos de la creación del futuro Estado argentino, y la fundación del federalismo y del partido popular en el Río de la Plata.
Artículo 1°
Primeramente pedirá la declaración de la independencia absoluta de estas colonias, que ellas estén absueltas de toda obligación de fidelidad a la Corona de España y familia de los Borbones y que toda conexión política entre ellas y el Estado de la España es y debe ser totalmente disuelta.
Artículo 2°
No admitirá otro sistema que el de confederación para el pacto recíproco con las provincias que forman nuestro Estado.
Artículo 3°
Promoverá la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable.
Artículo 4°
Como el objeto y fin del gobierno debe ser conservar la igualdad, libertad y seguridad de los ciudadanos y los pueblos, cada provincia formará su gobierno bajo esas bases, a más del gobierno supremo de la nación.
Artículo 5°
Así éste como aquél se dividirán en poder legislativo, ejecutivo y judicial.
Artículo 6°
Estos tres resortes jamás podrán estar unidos entre sí, y serán independientes en sus facultades.
Artículo 7°
El gobierno supremo entenderá solamente en los negocios generales del Estado. El resto es peculiar al gobierno de cada provincia.
Artículo 8°
El territorio que ocupan estos pueblos desde la costa oriental del Uruguay hasta la fortaleza de Santa Teresa forman una sola provincia, denominante la provincia Oriental.
Artículo 9°
Que los siete pueblos de Misiones, los de Batovía, Santa Tecla, San Rafael y Tacuarembó que hoy ocupan injustamente los portugueses y a su tiempo deben reclamarse serán en todo tiempo territorio de esta provincia.
Artículo 10°
Que esta provincia por la presente entra separadamente en una firme liga de amistad con cada una de las otras para su mutua y general felicidad, obligándose asistir a cada una de las otras contra toda violencia, o ataques hechos sobre ella o sobre alguna de ellas por motivo de religión, soberanía, tráfico o algún otro pretexto cualquiera que sea.

Artículo 11°
Que esta provincia retiene su soberanía, libertad e independencia, todo poder, jurisdicción y derecho que no es delegado expresamente por la confederación a las Provincias Unidas juntas en Congreso.
Artículo 12°
Que el puerto de Maldonado sea libre para todos los buques que concurran a la introducción de efectos y exportación de frutos poniéndose la correspondiente Aduana en aquel pueblo; pidiendo al efecto se oficie al comandante de las fuerzas de Su Majestad Británica, sobre la apertura de aquel puerto para que proteja la navegación o comercio de su nación.
Artículo 13°
Que el puerto de la Colonia sea igualmente habilitado en los términos prescriptos en el artículo anterior.
Artículo 14°
Que ninguna tasa o derecho se imponga sobre artículos exportados de una provincia a otra; ni que ninguna preferencia se dé por cualquiera regulación de comercio o renta a los puertos de una provincia sobre las de otras ni los barcos destinados de esta provincia a otra serán obligados a entrar a anclar o pagar derechos en otra.
Artículo 15°
No permita se haga ley para esta provincia sobre bienes de extranjeros que mueren intestados, sobre multa y confiscaciones que se aplicaban antes al rey; y sobre territorios de éste mientras ella no forma su reglamento y determine a qué fondos deben aplicarse como única al derecho de hacerlo en lo económico de su jurisdicción.
Artículo 16°
Que esta provincia tendrá su constitución territorial; y que ella tiene el derecho de sancionar la general de las Provincias Unidas, que forma la Asamblea Constituyente.
Artículo 17°
Que esta provincia tiene derecho para levantar los regimientos que necesite, nombrar los oficiales de compañía, reglar la milicia de ella para seguridad de su libertad por lo que no podrá violarse el derecho de los pueblos para guardar y tener armas.
Artículo 18°
El despotismo militar será precisamente aniquilado con trabas constitucionales que aseguren inviolable la soberanía de los pueblos.
Artículo 19°
Que precisa e indispensable sea fuera de Buenos Aires, donde reside el sitio del gobierno de las Provincias Unidas.
Artículo 20°
La constitución garantiza a las Provincias Unidas una forma de gobierno republicana; y que asegure a cada una de ellas de las violencias domésticas, usurpación de sus derechos, libertad y seguridad de su soberanía que con la fuerza armada intente alguna de ellas sofocar los principios proclamados. Y asimismo prestará toda su atención, honor, fidelidad y religiosidad a todo cuanto crea o juzgue necesario para preservar a esta provincia las ventajas de la libertad y mantener un gobierno libre, de piedad, justicia, moderación e industria. Para todo lo cual, etc.
Delante de Montevideo, 13 de abril de 1813
José Gervasio Artigas
Sin embargo, la Asamblea del año XIII –presidida por Carlos María de Alvear-cometió el error garrafal de rechazar los diplomas de los diputados orientales designados y mandados con tan precisas y preciosas instrucciones, argumentando la nulidad de su elección porque se había realizado en un campamento militar, y además porque traían instrucciones, a pesar de que la Asamblea se había declarado soberana. En realidad, el contenido de las instrucciones afectaban al centralismo porteño; Alvear (inteligente y ambicioso, de cuna aristocrática, que realmente se creía Napoleón), temía y celaba de la influencia y popularidad del caudillo oriental; y a su vez Buenos Aires temía –con razón- que la incorporación de los artiguistas produjera una virtual alianza entre el caudillo oriental y San Martín para apurar una declaración de independencia, que el grupo dominante del puerto, en consonancia con los intereses de Gran Bretaña, ahora aliada de la España borbónica, pretendía retrasar lo más posible.
El enviado a la Banda Oriental Rondeau convocó otro congreso para elegir nuevos diputados, y Artigas finalmente rompió con el gobierno de Buenos Aires. El director supremo Gervasio Posadas lo declaró “fuera de la ley” como traidor y puso un precio de 6.000 pesos a su cabeza.
Las deliberaciones de la Asamblea, dominada por fogosos ideólogos, mostraron desde el comienzo una “renovación” completa del pensamiento y el lenguaje políticos. El congreso se llama asamblea, a la francesa, y no cortes, a la española. Sus diputados se tratan de ciudadanos y sus discursos responden al gusto neoclásico puesto de moda por la revolución francesa, con alusión constante a los héroes griegos y romanos y citas de Cicerón y Salustio. Nada más alejado del espíritu popular, criollo, épico, austero, valiente, libre, gaucho y combatiente encarnado por el noble campeador oriental de la patria grande. Un par de años después un viajero inglés comenta lo que vio en el campamento artiguista de Purificación, en Paysandú: “¡El excelentísimo Señor Protector de la mitad del Nuevo Mundo estaba sentado en una cabeza de buey, junto a un fogón encendido en el suelo fangoso de su rancho, comiendo carne del asador y bebiendo ginebra en un cuerno de vaca! Lo rodeaba una decena de oficiales andrajosos… De todas partes llegaban, al galope, soldados, edecanes, y exploradores. Paseándose con las manos en la espalda, Artigas dictaba los decretos revolucionarios de su gobierno. Dos secretarios – no existía el papel carbón- tomaban nota”.
Con tanta saña calumniado, tan desfigurado por la historia oficial (a ambas márgenes del Plata), José Gervasio Artigas había nacido en Montevideo en 1764. Después de estudiar en el colegio franciscano se dedicó a las tareas rurales en las estancias de su padre. Años más tarde comenzó a ganarse la vida comprando cueros y sebo en la campaña para venderlos a los exportadores de Montevideo. En 1797 ingresó como soldado de caballería en el regimiento de Blandengues, una especie de policía de frontera creada proteger los límites con el Brasil y combatir el contrabando. Durante las invasiones inglesas participó, como jefe de regimiento elegido en asamblea por los soldados, en la reconquista de Buenos Aires y en la defensa de Montevideo a las órdenes de Liniers.

En febrero de 1811 el gobernador español de Montevideo, general Francisco Javier de Elío, designado virrey del Río de la Plata por el Consejo de Regencia de Cádiz, le declaró la guerra a la Junta revolucionaria creada en Buenos Aires el 25 de mayo del año anterior. El entonces capitán Artigas desertó de la guarnición de Colonia y se puso a disposición del gobierno patriota, que le otorgó el grado de teniente coronel, 150 hombres y 200 pesos para iniciar el levantamiento de la Banda Oriental contra el poder español. El 28 de febrero de 1811, dos campesinos, Pedro José Viera y Venancio Benavides, con el apoyo del sublevado comandante militar de la región, Ramón Fernández, daban en Asencio (Soriano) el grito de libertad del pueblo oriental y se disponían a luchar junto a Artigas. El caudillo reclutó un verdadero ejército popular formado por gauchos montaraces, paisanos desposeídos, aguerridos charrúas que recuperaban en la lucha el sentido de la dignidad, negros esclavos que ganaban la libertad incorporándose a las milicias de la independencia, y a todos ellos repartió las tierras y los ganados que les iba tomando a los españoles, haciéndolos propietarios.
Con estas fuerzas, el 18 de mayo de 1811 derrotó a los realistas en el combate de Las Piedras y puso sitio a Montevideo hasta que, sorpresivamente y sin consultarlo, el primer triunvirato, tal vez asustado por el desastre de Huaqui, firmó el 20 de octubre un armisticio con Elío –negociado por el embajador británico en Río de Janeiro, Lord Strangford- por el cual se comprometía a retirar las tropas patriotas.
Seguido por los milicianos y la población oprimida, Artigas se retiró hacia Entre Ríos para reorganizar la lucha contra españoles y portugueses (y porteños estrechos de miras, ¡cuando no meros agentes coloniales!). Mil carretas y unos 16 mil hombres, mujeres y niños, con ganados y pertenencias, cruzaron el río Uruguay y se instalaron en Ayuí, cerca de la actual ciudad de Concordia. Fue el heroico éxodo del pueblo oriental (“…Cada día veo con más admiración sus rasgos singulares de heroicidad y constancia. Unos quemando sus casas y los muebles que no pueden conducir; otros caminando leguas y leguas a pie por falta de auxilios o por haber consumido sus cabalgaduras en el servicio. Mujeres ancianas, viejos decrépitos, párvulos inocentes, acompañan esta marcha manifestando todos la mayor energía y resignación en medio de todas las privaciones. Yo llegaré muy en breve a mi destino con este pueblo de héroes, y al frente de seis mil de ellos que obran como soldados de la patria trabajaré gustoso en propender a la realización de sus grandes votos”).
Para 1814 la popularidad de Artigas se había extendido a varias de las actuales provincias argentinas, afectadas al igual que la Banda Oriental por la política de libre comercio y puerto único promovida por Buenos Aires, que arruinaba a los artesanos y campesinos de las provincias. La Banda Oriental, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones y Córdoba se unieron en la Liga de los Pueblos Libres (la Liga Federal) bajo la conducción del Protector José Gervasio Artigas en lucha contra el partido directorial. Según el historiador uruguayo Washington Reyes Abadie: “…Las Misiones eran, por lo demás, la clave de bóveda del sistema federal. Por ellas se ganaba el Paraguay para la unidad del Plata, liberándolo de la absorción portuaria de Buenos Aires; y se conjugaban las rutas orientales con el Río Grande, otorgando a su economía ganadera y saladeril la salida de sus productos por los puertos platenses de Maldonado, Montevideo y Colonia, abriendo para el comercio legal, las históricas rutas de los changadores. Desde las Misiones, Corrientes y el Entre Ríos, coordinaban su destino mesopotámico con las tierras del Uruguay; y Santa Fe recobraba su función histórica de enlace con el tráfico de la yerba mate, los cueros, las maderas, el tabaco y la caña, mientras su condición de centro ineludible en la carrera del Tucumán, ofrecía a los pueblos del norte –incluido el Alto Perú- y del Cuyo, pero en particular a Córdoba, el desahogo de su artesanía, de sus productos minerales y de su agricultura frente al impacto ruinoso de la manufactura inglesa introducida desde Buenos Aires. Este ámbito de la visión integradora de Artigas abarcaba, pues, dos regiones de rasgos propios y definidos: la mediterránea, de economía minera, agrícola y artesanal, articulada en el Paraná, por el puerto fluvial de Santa Fe; y la del litoral, agrícola - ganadera, desde los yerbatales y estancias paraguayas y misioneras hasta la mesopotamia y la campaña oriental; y un puerto trasatlántico: Montevideo”.

En 1815 Artigas recuperó Montevideo, ocupada hasta entonces por las tropas porteñas, y convocó en Concepción del Uruguay el Congreso de los Pueblos Libres. Allí estaban los diputados por la Banda Oriental, Corrientes, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y Misiones. Sus primeros actos fueron jurar la independencia de España, izar la bandera tricolor (igual a la de Belgrano pero atravesada por una franja roja, símbolo del federalismo) y resolvieron no concurrir al Congreso de Tucumán convocado por el Directorio, en protesta por la actitud del gobierno porteño de fomentar la invasión portuguesa de la Banda Oriental para terminar con Artigas. En efecto, mientras se reunía el Congreso de Tucumán, Artigas y su gente defienden el territorio contra una nueva invasión de los portugueses, que tomaron Montevideo en 1817.
A fines de 1819 la Liga estaba entre dos fuegos, por un lado los directoriales y por el otro los portugueses. Artigas concibió un plan militar: él atacaría el campamento portugués en Río Grande mientras que las fuerzas de Entre Ríos y Santa Fe atacarían Buenos Aires. Pero mientras Estanislao López y Francisco Ramírez invadían exitosamente Buenos Aires y triunfaban en Cepeda, el veterano guerrero de mil batallas, Artigas, resultó derrotado por los portugueses en Tacuarembó. Aprovechando esta situación de debilidad de su antiguo jefe, y a sus espaldas, los caudillos del litoral firmaron el Tratado del Pilar, abandonando a su suerte al oriental. Artigas unió sus escasas fuerzas con las de Corrientes y Misiones y entró en Entre Ríos dispuesto a someter a Ramírez, pero fue definitivamente derrotado por el Supremo Entrerriano en Las Huachas y debió marchar hacia el exilio.
En el Paraguay vivió asilado humildemente bajo la protección de los sucesivos gobiernos de Gaspar Rodríguez de Francia y de Carlos Antonio López, confinado en una modesta chacra de la villa de Caraguatay, rodeado de indios y campesinos. Allí todos lo llamaban caraí marangatú, que significa “padre de los pobres” en guaraní.
Después de tres décadas en Paraguay Artigas murió a los 86 años el 23 de septiembre de 1850. Un mes antes había muerto, también en el exilio, el general José de San Martín.

miércoles, 4 de enero de 2012

Falleció Haydee Longoni

Por Tali Goldman
 
Haydee Longoni organizó la rama femenina y militó hasta el final. Murió a los 99 años. Su último mensaje fue “Ahora todos con Cristina”.
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 -Soy peronista antes de que exista el peronismo, solía repetir Haydée Frizzi de Longoni cada vez que le preguntaban cuándo se había enamorado del movimiento.
  Y explicaba: -He sido peronista por convicción. No necesitaba nada de lo que el peronismo podía ofrecerme porque ya lo tenía, pero no lo tenían todos mis compañeros argentinos.
  Ese fervor y compromiso militante bastaron para que Frizzi de Longoni, que falleció el último 3 de enero, se convirtiera en una amiga entrañable y colaboradora estrecha de Evita y Juan Domingo Perón.
  Una dirigente que nunca abandonó sus ideales, como demostró el año pasado cuando, con 98 años, se presentó en la Agrupación Oesterheld y expresó: -Si me quieren escuchar por este siglo de militancia, les pediría que si queremos un país mejor tratemos de estar unidos. Perón quería un solo movimiento, una sola cabeza, y tenía una gran confianza en las mujeres. ¿Saben por qué? Porque más que por interés, las mujeres se manejan con el corazón. Y el corazón no se vende ni se prostituye.
  La doctora Longoni, como la llamaba Evita, era licenciada en Historia.
  Había estudiado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, cuando pocas mujeres se animaban a los altos estudios.
  Pero a Haydée no le importaba demasiado esa diferenciación.
  Como la abanderada de los humildes, era una convencida del rol primordial que la mujer debía ocupar en la historia de la Argentina.
  Junto a su marido, el médico Guido Longoni –director de Sanidad Escolar–, recorrió el país con el objetivo de mejorar la calidad sanitaria de las instituciones educativas.
  No tuvo vuelta atrás.
  Aquel viaje, recuerda hoy su hija Silvia, sentada en el mismo sillón que Haydée y Evita compartían durante sus charlas interminables, fue su primer contacto con una realidad de chicos hambrientos y pobreza extrema que decidió transformar.
  El destino haría el resto.
  Años después de la travesía, Guido Longoni se convirtió en el médico personal de la esposa de Alcaraz, el peluquero más famoso entre las actrices de la época.
  Entre sus clientas figuraba María Eva Duarte, quien ya había hechizado al general Perón, por entonces titular de la Secretaría de Trabajo y Previsión.
  El coiffeur estimuló un encuentro:
  -Doctor Longoni, sería muy interesante que su esposa conociera a Eva para que la pueda ayudar, sugirió.
  Sus palabras se hicieron hechos: todos los jueves, mientras la joven artista se pasaba la tintura o esmaltaba sus uñas, Haydée conversaba con ella sobre la realidad del país y los planes que debía considerar Perón si se convertía en presidente.
  -Si ganamos, usted se tiene que ocupar de los más chicos, fue lo primero que le recomendó la doctora.
  Y continuó: -Va a tener que crear hogares-escuela y que eso sea una política de Estado, que no sea más un rol de la Iglesia. Y deberá intervenir la sociedad de beneficencia Casa Cuna, allí los chicos son tomados como linyeras para dar lástima.
  Evita escuchó a su dama de compañía.
  A los quince días de la asunción de Perón, rompió con aquella entidad y creó una fundación con su nombre.
  Haydée fue nombrada como colaboradora y asesora en materia de salud y educación.
  Y recibió trabajo extra: la mujer de Perón le encomendó escribir algunos de sus discursos y notas periodísticas para publicar en los principales periódicos del momento.
  La alianza de Evita y Haydée se fortaleció con el tiempo.
  Viajaron juntas en el auto oficial, compartieron tardes de té en el departamento de Riobamba 133 que tenía la doctora y jugaron juntas con los hijos del matrimonio Longoni.
  Sin embargo, Haydée nunca aceptó los cargos públicos que le ofrecieron tanto Eva como Perón.
  Amaba su carrera docente así como sus investigaciones en diferentes universidades del país.
  Una tarea que supo combinar con la militancia a favor de la causa peronista.
  Una anécdota lo refleja.
  Era enero de 1946, Longoni estaba embarazada de nueve meses y, junto a su marido, pidió una reunión con Perón porque quería hablar de un tema que la preocupaba: las mujeres.
  Cuando se encontró con el general, le dijo: -Son la mitad de la población.¿Qué le parece si hacemos un acto en el Luna Park para que le demuestren su apoyo?
  Quince días antes del gran evento, el 2 de febrero, Haydée indujo el parto de su cuarto hijo para llegar “entera” al acto.
  Pero Perón acusó estar enfermo y, por primera vez, mandó a su esposa como oradora oficial.
  Ese día Evita, acompañada por el matrimonio Longoni, debutó ante las masas, aunque no pudo esbozar palabra: las 25 mil mujeres que colmaron el estadio del centro porteño pedían a gritos escuchar a Perón.
  Ya en la década del ’60, la dirección de Riobamba 133 se convertiría en uno de los destinos de las cartas que Perón mandaba desde el exilio en Madrid.
  Con el peronismo proscripto, Haydée, Guido y sus hijos desgrababan las indicaciones del general, las tipeaban en un esténcil y luego, con un mimeógrafo que tenían escondido, hacían copias para repartir entre todos los compañeros a lo largo y a lo ancho del país.
  La última Nochebuena, Haydée pidió que la vistieran. -¿Cómo voy a estar en pijama en esta fecha?, reclamó a su familia.
  Era de convicciones fuertes.
  Dos meses antes, el día que falleció Néstor Kirchner, la sentó a su hija Silvia al borde de la cama y le dijo: -Ahora, todos con Cristina.

lunes, 2 de enero de 2012

Feliz 2012

Por Don Singulario

-¡Hola don Singulario, feliz  2012!
-Igualmente para Ud., su familia y todos los lectores de Informaciones Semanales.
-Me parece que lo veo más calmado que los últimos días…
-Cerramos el boliche de libros viejos, desarmamos las estanterías y ya nos encontramos dispuestos a comenzar un año diferente…
-¿Diferente porque este año, según los Mayas se nos viene “la fin del mundo”?
-Cada tanto aparece alguna noticia apocalíptica y unos cuantos deciden reunirse para suicidarse a coro. Además no faltan quienes hacen su panzada vendiendo libros sobre el porvenir y la horoscopía. Voy a tomar un descanso en la búsqueda de archivos ignorados, perdidos u ocultados de nuestra historia; pero no me refería a eso y aprovechando las vacaciones y el consejo de un buen amigo, se me ocurrió que podría traer a la columna una pequeña leyenda que encontré en la desaparecida revista Puro Cuento Nº 8 de 1988, que dirigía el prestigioso MEMPO GIARDINELLI.
-¿Que tiene esa historia de interesante?
-¡Piénsela! Está titulada “Era Sin Historia”  y la firma un monje:
«En la era en que la vida sobre la tierra era plenitud, nadie prestaba particular atención a los hombres valiosos, ni señalaba con habilidad.
«Los gobernantes eran simplemente las ramas más altas del árbol, y el pueblo era como los ciervos en los bosques.
«Eran honestos y justos sin darse cuenta de que estaban “cumpliendo con su deber”.
«Se amaban los unos a los otros y no sabían que esto significaba “amar al prójimo”.
«No engañaban a nadie y aun así no sabían que eran “hombres de fiar”.
«Eran íntegros y no sabían que eran “hombres de buena fe”.
«Vivían juntos libremente, dando y tomando, no sabían que eran “generosos”.
«Por esta razón sus hechos no han sido narrados.
«No hicieron historia»

-Me dejó sin palabras don, es verdad que en la simpleza de las cosas, hace falta mucha imaginación para convertirse en “historiador”.
-A veces en un cuento, o relato ficcional se pueden expresar mejor las ideas que en mil tomos eruditos…
-¿Y, dígame quién era ese monje? Se me hace la idea de un tipo de ojitos rasgados, sentado sobre las piernas como el loto, con una gran panza y trenza hasta el piso…
-En principio no se ha equivocado, dicen las malas (o buenas) lenguas que fue ideogramado por un chino llamado Chuang Tzu o Tse. Era el Maestro Zhuang del que nos han llegado otras historias legendarias y la versión que trascribimos, don Mempo se la adjudicó a uno de los mayores pensadores, filósofos y pacifistas occidentales del siglo pasado…
-¡Hágala fácil, era un chino o un carapálida…!
-Se trata de THOMAS MERTON (Francia 1915-Tahilandia 1968) a quién descubrí allá por los años de la dictadura, cuando la violencia instalada en el país nos obligaba a buscar afuera explicaciones que no podíamos encontrar aquí. La revista Mutantia lo presentó en 1980 con el artículo “Verdad y violencia” y sus reflexiones me ayudaron a comprender más profundamente el estado de cosas internas oscurecidas por el miedo instalado, sino hacia dónde se dirigía la humanidad entera…

-¿Era un monje francés, entonces?
-Fue un trashumante que se afincó en EE.UU. y luego de convertirse al catolicismo se hizo famoso en la Abadía Trapense de Gesetmaní por sus posiciones pacifistas y antirracistas. Escribió libros como “La montaña de los siete círculos” (autobiográfico) y otros títulos famosos, varios de poemas, algunos sobre meditación, pero su trayectoria más conocida fue el contacto que mantuvo con otros pensadores y místicos de diferentes religiones en busca de un ecumenismo efectivo.
-¿Esa Abadía no fue la que rescató en algún escrito el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal?
-Efectivamente, Cardenal –el de la revolución sandinista que acompañó con su gorra tipo Che y un fusil en la mano la insurrección y el gobierno; aquel que le dijo al periodista: “El caso es que esto no es lo mío. Lo mío es la contemplación, la meditación, la soledad, el silencio”– fue uno de los discípulos más querido del padre Luis (Thomas Merton) con quien mantuvo una correspondencia durante el resto de su vida.
-Eso de hacerla cortita, me deja con las ganas de conocerlo más…
-Búsquelo por Mercado Libre, están casi todos los títulos, ¡juéguese y no sea amarrete!