Rosas

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lunes, 23 de enero de 2012

Las pistolas de Belgrano

Por Roberto Lizarazu
Es común mencionar que el sable que el General San Martín utilizara en toda su campaña libertadora, a su muerte y en razón de así establecerlo expresamente, el mismo San Martín en su testamento, va a parar a manos de D. Juan Manuel de Rosas, porque según el libertador: los méritos en defensa de la soberanía nacional ante ataques extranjeros, lo fundamentaba.
Ese hecho se menciona, a veces tergiversándolo, pero se menciona. Pero lo que es habitual es ignorar la notable circunstancia que el par de pistolas que el gobierno de Buenos Aires regalara al General Manuel Belgrano, con motivo de su colaboración para la realización del Congreso de Tucumán en 1816, donde se declarara la Independencia de Nuestra Patria, terminan en las mismas manos, las de Juan Manuel de Rosas, y nadie nunca lo menciona. Como no se menciona, no ocurrió.
Este par de pistolas fueron fabricadas en Inglaterra en 1814, por la famosa armería dirigida por Henry Tatham & Joseph Egg. Las pistolas presentaban incrustaciones de oro y plata cincelado y venían en un estuche de madera, en cuya tapa aparece grabado el nombre de Manuel Belgrano. Llevaba una inscripción en oro con la siguiente dedicatoria: “La Ciudad de Buenos Ayres al General Belgrano”.
A la muerte de Belgrano en 1820, las pistolas pasaron como forma de pago a manos de su albacea, Juan Nepomuceno Terrero, quien en 1834 se las regala a su consuegro, Juan Manuel de Rosas. Posteriormente Rosas se las legó a su hija Manuelita Rosas de Terrero. Juan Nepomuceno Terrero era el padre de Máximo Terrero el marido de Manuelita Rosas.
Pasados los años estas pistolas terminan en manos de William Simon, un acaudalado coleccionista norteamericano, quien casualmente fue Secretario del Tesoro de los Estados Unidos durante la presidencia de Gerald Ford (1974-1977).
Fue el propio Simon quien las hizo subastar en Christie´s de Londres en noviembre del 2006, por un valor de 374 mil dólares.
Al margen de las vicisitudes propias de una sociedad decadente, donde las propiedades históricas de nuestros mayores próceres, en este caso el General Manuel Belgrano, van a parar a manos de pudientes coleccionistas extranjeros, no deja de ser sintomático que tanto el sable de San Martín como las pistolas de Belgrano finalizaran por legados de argentinos en las mismas manos, las del General Juan Manuel de Rosas. Pero este es un detalle que no se estudia ni se enseña. Es políticamente incorrecto.

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