Rosas

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sábado, 31 de julio de 2010

“Dos amigos y un destino”

por el Licenciado José Luis Muñoz Azpiri (h)
Arturo Germán Frers
(1900-1924)
Héctor Ambrosetti
(1900-1918)
José Babini comenta, acertadamente, que “las primeras ciencias que en la Argentina se organizaron definitivamente fueron las ciencias naturales y la astronomía” Es interesante observar cómo ese desarrollo respondió, en los que a las ciencias naturales respecta, no sólo al desarrollo intrínseco de ese conjunto de disciplinas científicas, sino también a la fuerte impronta ideológica que de ellas de desprendía: la ideología del progreso indefinido que legitimaba los impulsos culturales de la llamada “Generación del Ochenta”. Una Ideología que busca sustentación a través de la biología transformista para consagrar la validación de los intereses políticos, que en Europa, representa una nueva “burguesía conquistadora” al decir de Charles Morazé.
Es que uno de los mitos colectivos más arraigados de la época de 1880, era aquel que otorgaba a la ciencia la categoría de piedra filosofal que liberaría al género humano de las tinieblas de la irracionalidad y el dogmatismo religioso. Dicha convicción – que los acontecimientos de principios del siglo XXI parecería haber desestimado (hambrunas, guerras tribales, fundamentalismo religioso, etc.) fue asumida fervorosamente por los sectores dirigentes que se aprestaban a conmemorar el primer centenario. Así, tanto el Estado como muchos particulares y asociaciones se esforzaron por promover la investigación científica. Holmberg escribe con irrefrenable optimismo: “Nuestra generación es la destinada a dar impulso a la siguiente, porque realizaremos una opinión manifestada por Alberdi hace unos treinta años: “Naturalistas, ingenieros, mecánicos… eso es lo que necesita la República Argentina”. En ese momento histórico, el positivismo había alcanzado una validez universal y sus categorías abarcaban todas las disciplinas. A partir de 1860 las ciencias biológicas ganaron terreno sobre los estudios físicos y matemáticos, porque todo indicaba que los biólogos estaban en posesión de las leyes que regían la vida, así como los sociólogos detentaban los mecanismos que regulaban el organismo social. En ese contexto, de desenfrenado optimismo, de fe profunda en los mecanismos que gobernaban el desarrollo evolutivo que conducía inexorablemente al progreso indefinido, en 1872 se constituye la Sociedad Científica Argentina en el Departamento de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, por inspiración de un estudiante: Estanislao S. Zeballos ante la necesidad de “fundar una sociedad que sirviera de centro de unión y de trabajo para las personas que desearan servir al desarrollo de las ciencias y las instituciones”. Este clima favoreció el desarrollo de las personalidades y realizaciones de la década de 1880. José Babini llama “los tres grandes”, a Florentino Ameghino, Francisco P. Moreno y Eduardo Ladislao Holmberg, figuras tutelares de la ciencia argentina y verdaderos pioneros en sus respectivos campos, pero además de estos tres arcontes, hubo muchos otros hombres que impulsaron y difundieron la ciencia argentina. Algunos, de sorprendente precocidad, como Arturo G. Frers y Héctor Ambrosetti.
Holmberg, figura polifacética, fue entre otras labores, el precursor de nuestra literatura fantástica, pero también un activo promotor de revistas científicas como El Naturalista Argentino, la Revista Argentina de Historia Natural y la Revista del Jardín Zoológico, dado que desde 1888 dirigió el Jardín Zoológico, de quien fue primer director. Holmberg era médico, aunque nunca ejerció como tal, pero incursionó con competencia en temas relacionados con mineralogía, botánica y zoología. Sus iniciativas editoriales se reconocen como el antecedente directo de Physis, órgano científico de la Asociación Argentina de Ciencias Naturales, nacida a principios del siglo XX y que continúa hasta nuestros días. Babini recuerda una particularidad del naturalista: su sentido del humor. En 1915, al retirarse de la docencia, se le tributó un brillante homenaje. Rodeado de las personalidades más encumbradas del país, Holmberg inició un discurso de agradecimiento con estas palabras: “Más feliz que el emperador Carlos V, escucho de pie mis honras fúnebres sin que ningún tornillo flojo las haya decretado…”, cabe apuntar que sus actividades relacionadas con las ciencias naturales no le impidieron ser también un excelente traductor de Dickens, Wells y Conan Doyle. Pero fue, ante todo, un formador de discípulos, a quienes atraía por su erudición y su formidable imaginación que cautivó, entre otros, a su sobrino Héctor Ambrosetti y su amigo Arturo G. Frers.
Este último, nacido en el albor del siglo XX, fue un precoz entomólogo capaz de permanecer inmóvil durante horas trepado en la rama de un árbol o echado cuerpo a tierra observando un insecto pese a padecer, más teniendo en cuenta la época, un difícil mal: la epilepsia. Pese a ello completó con esfuerzo su bachillerato, adquirió el dominio del francés, alemán y latín y emprendió sus incursiones en el campo de la botánica y la zoología con el entusiasta apoyo de su familia. Su madre, Lucía Lynch de Frers era prima de los hermanos Félix y Enrique Arribálzaga, quienes junto a Holmberg formaron un trío de mosqueteros que cruzaron aceros con el intransigente prusiano Burmeister, que no veía con buenos ojos los aires de renovación que portaban los jóvenes investigadores. Desgraciadamente, señala Néstor J. Cazzaniga (*), Félix Lynch Arribálzaga, el primer entomólogo argentino, especialista en mosquitos y otros dípteros, se había suicidado en 1894; pero su íntimo amigo Eduardo Holmberg, contribuyó con su experiencia al novel naturalista. Había escrito en 1905 un librito de lectura aún imprescindible: El joven coleccionista de historia natural de la República Argentina. Una suerte de guía práctica para recolectar piezas y organizarlas en colecciones y la forma de estudiar científicamente la diversidad de plantas, animales y rocas, que seguramente contribuyó a la formación de Frers, a tal punto que, a los 14 años, se asoció a la Sociedad Physis – hoy la Asociación Argentina de Ciencias naturales – fundada dos años antes.
El 15 de julio de 1916, cuando apenas tenía 16 años, los principales naturalistas del país lo convocaron para que comunicara sus investigaciones, referidas a las variaciones de color que presenta un cascarudo (el crisomélido Lema orbignyi). Aparecen publicadas en tres páginas del número 12 de Physis. Ese mismo año se funda en Buenos Aires la Sociedad Ornitológica del Plata con la presencia de distinguidos estudiosos, entre los que se encuentra otro jovencito, Héctor T. Ambrosetti inclinado al estudio de las aves, que es distinguido como integrante de la comisión directiva. Frers continúa dedicado a los insectos y en 1917 describe observaciones de campo sobre unas avispitas que parasitan a otras avispas, resultando la identificación de dos especies nuevas, una de las cuales (Coelothorax frersi) es bautizada en su honor. Ese mismo año describió a la hembra de un arácnido del que sólo eran conocidas hasta ese momento las características del macho. A partir de ese momento la continuidad de publicaciones en Physis se hace permanente. Dice Cazzaniga: “En 1918 aparece publicado su estudio sobre la metamorfosis de un coleóptero doméstico, habitante de los troncos caídos y comedor de madera, y también una investigación sobre la nidificación y metamorfosis de una avispa procedente de la estancia de su padre ubicada en San Pedro, que confirma datos suyos de un trabajo del año anterior. Tanto las descripciones como las ilustraciones – que, en general, están firmadas con sus iniciales – demuestran un perfeccionamiento técnico y una particular capacidad para l dibujo”.
Pero el 12 de diciembre de 1918 fue una fecha desgraciada para Frers, su amigo y compañero de aficiones fallecía de cáncer. Era estudiante de medicina y tenía 18 años, la misma edad de Arturo, con quien compartía trabajos de campo. Fue un golpe demoledor, perdía no solo un camarada, sino al único colega de su edad. Éste era hijo del padre de la antropología argentina, “el Schliemann de Tilcara”, que también había fallecido un año antes y que en su juventud, a su vez, había compartido afanes de naturalista. A los 16 años, Héctor había firmado el acta fundacional de la principal Asociación argentina dedicada al estudio de las aves y había reunido una gran colección de pieles de pájaros, con más de 1.500 ejemplares de 350 especies. Esta y su biblioteca, con 115 libros y 440 folletos y revistas científicas fueron donadas por su madre, quien a partir de ese momento dedicó su vida a los enfermos oncológicos. Como homenaje póstumo, El Hornero publicó un trabajo en el que se compilan observaciones sobre aves rapaces, entre ellas, las que realizó en el campo de su amigo en San Pedro. Para Holmberg, la muerte de su sobrino, “fue un golpe sin consuelo, Héctor representaba una ilusión, pues surgían en ese cerebro de 18 años los mismos gustos y una tendencia manifiesta hacia la continuidad” asevera un autor.
Arturo estudió la metamorfosis de distintos coleópteros (cascarudos, vaquitas, etc.). Sus trabajos sobre este tema aparecieron en 1919, 1922, 1923 y 1925; aunque también publicó otra nota sobre biología de avispas en 1921.
En uno de esos trabajos, resumió las características de 75 variedades morfológicas de Lema dorsalis, utilizando un novedoso método de comparación gráfica de las que podrían haberse tomado como especies diferentes. Sin embargo, por observarlas en vivo, Frers sabía que cada una de esas variaciones individuales, no merecía diferenciarse con un nombre propio, lo que habría significado la creación de un sistema clasificatorio artificial. A los 24 años murió ahogado en el Tigre, víctima de un ataque de epilepsia, al caer del bote en el que había salido a remar solo. Al igual que su mejor amigo, las Moiras de los griegos decidieron ejecutar un fin cruel. Todavía sentimos sus ausencias.
(*)Cazzaniga, Néstor J. “Los bichos de Arturo Frers, su familia y sus amigos”. En: “Todo es Historia” Nº 301. Agosto 1992

viernes, 30 de julio de 2010

El Busto de Rosas en La Moneda

 Por Mariano Alejandro Cohen

El principal motivo de las acuñaciones llevadas a cabo en La Rioja fue, desde un principio, conseguir circulación nacional o al menos en todas las provincias posibles, hecho demostrado en el envío a Córdoba y Buenos Aires de piezas circulares de cordón cada vez que emitían nuevos modelos.

Muerto el gran caudillo y hombre fuerte de la provincia Juan Facundo Quiroga, su sucesor Tomas “El Zarco“ Brizuela supuso que la mejor forma de conseguirlo era agregando el busto del Gobernador bonaerense y hombre fuerte de la Liga del Litoral Juan Manuel de Rosas pero no contó con su cerrada negativa.

En 1836 se acuñaron rarísimos ensayos de 8 escudos que nunca llegaron a circular. En 1842, luego de la desaparición de la Liga del Norte, hecho que produjo un empoderamiento aun mayor de Rosas y el Partido Federal, se repitió la historia pero entraron en circulación antes de la nueva negativa del homenajeado tanto las onzas de 8 escudos como cuartos de onza o dos escudos y 2 reales en plata.

En este trabajo no hay mayores novedades en cuanto a la investigación y documentos, pero si tenemos en cuenta que hace ya casi 50 años que el mayor investigador numismático que haya dado nuestro país, Arnaldo Cunietti-Ferrando, descubrió y publicó toda la documentación referente a las piezas de 1836, creemos que es buen momento para  reflotar el tema, agregando censos actualizados de las raras onzas. Sabemos hoy que muchas piezas antes consideradas dudosas o incluso originales, en cobre y plata tanto doble faz como unifaz de ambas fechas son indudablemente copias posteriores, con la sola excepción de un ejemplar en plata de 8 escudos de 1842 existente en una colección privada de Buenos Aires.

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Argentina 1836 – 8 Escudos – National Numismatic Collection, National Museum of American History at the Smithsonian Institution, Nueva York, USA

 Luego del asesinato del general Quiroga en febrero de 1835, la economía riojana volvió a complicarse.

Un ex lugarteniente del Tigre de los Llanos, el nuevo general en jefe de las armas provinciales y hombre fuerte de la provincia, Tomas “Zarco” Brizuela, pensó en cambiar el tipo de la moneda con el argumento de homenajear al Gobernador de Buenos Aires y Representante de la Liga Litoral para las relaciones exteriores Juan Manuel de Rosas, por sus servicios patrióticos y su actuación principal en determinar los culpables del magnicidio de Barranca Yaco, tema que por tan estudiado y publicado decidimos soslayar en esta ocasión.

Pero la razón fundamental del cambio parece haber sido la misma que desde 1820 movió a los gobernantes provinciales a amonedar; conseguir circulación nacional para sus acuñaciones, lo que traería incontables beneficios a sus provincias, especialmente inversiones mineras y trabajo para sus pobladores.

Brizuela supuso que al colocar el busto del Restaurador en las monedas, esto sería fácil de conseguir, pero no contaba con la negativa del propio homenajeado.

Así fue que en julio de 1836 Brizuela propuso al Gobernador Juan Antonio Carmona la elevación a la Sala de Representantes de un proyecto de ley que variaba el tipo de la moneda: 

Artículo 1°. Se hará un cambio del tipo de nuestra moneda con las variaciones de lemas y timbres siguientes.
Artículo 2°. En un lado se esculpirá el busto del Exmo. Señor restaurador de las leyes, brigadier general don Juan Manuel de Rosas, y á su pie la inscripción que diga el apelativo a Rosas, y en su circunferencia de este lado, dirá República Argentina Confederada.
Artículo 3°. Al anverso el gran sello de esta provincia, con los trofeos militares, y en su circunferencia, la inscripción Por la Liga Litoral será feliz.
Artículo 4°. La Soberana R.P. fijará la ley de la moneda que haga y forme el crédito Nacional.(N. del A.: este artículo demuestra la pretensión de nacionalizar las emisiones)

En la ley sancionada dos días después, se agregó:

Artículo 1°. Desde esta fecha el tipo de nuestra moneda será en todas partes el que indica el proyecto elevado por el supremo gobierno de la provincia.
Artículo 2°. Será su ley de once dineros y su peso de ocho reales.
Artículo 3°. No obstante esta ley será plata corriente toda moneda legal.  (1)

El 12 de septiembre Brizuela escribió a Rosas y en uno de sus párrafos mencionaba:

“El señor Teniente Coronel Juan Antonio Maurin pondrá en manos de V. cinco onzas de oro con la documentación correspondiente al objeto de haber variado el tipo antiguo de ella, y substituido en los lemas y timbres que ellas manifiestan con el modo y forma necesario a su autorización “…………………”…….Por ahora solo se le remite la variación que se ha hecho en el sello de las onzas de oro…subsesibamente remitiremos la variación que ha tenido lugar en la plata, al amberso el rostro de V. al pie de su apelativo , y en circunferencia REPÚBLICA ARGENTINA CONFEDERADA. Al reberso las armas de la república con su inscripción antigua………….Si a lo material de la obra hubiesen algunos reparos que poner , tendra V. la vondad de insinuarlos francamente, y aun me abansare a solicitar de V. que habiendo en esa buenos grabadores nos mande una docena de trojeles grabados con las perfecciones de que carecen los nuestros , y que ellos vengan corregidos según la voluntad de V. con la diferencia que ocho serian para la plata y cuatro para el oro, los que abonará esta provincia”

Dos días después el Gobernador Carmona remitió a Rosas un oficio donde le mencionaba:

“El comisionado entregará a V. una onza de oro sellado como un diceño de la que daré a la circulación después de los reparos que tenga a bien poner en lo material en su forma, y después de su aceptación”

DUDAS EN ESTA AMONEDACIÓN

 La primera conclusión a la que podemos llegar, es que se le enviaron a Rosas seis onzas, sin duda ensayos, lo que nos hace suponer, por costumbres de la época, que se acuñaron algunas más y que la proyectada en plata iba a tener un reverso diferente, no acorde a la ley conocida y sancionada. No tenemos noticia al día de hoy, de pieza alguna de 8 Reales de 1836 con busto de Rosas, lo que nos lleva a suponer que nunca fue acuñada. Se conocen algunas piezas en plata y cobre y pruebas unifaces, coincidentes con las de 8 escudos, aunque todo indica que no son de época (2)

Hasta ese momento solo se hicieron las de oro pero ninguna fue puesta en circulación esperando la opinión del homenajeado.

El 16 de noviembre, Rosas respondió con un oficio que sin duda habrá sorprendido a los jefes riojanos, comenzaba así:

“La inexplicable sorpresa que ha producido en el ánimo del suscripto un anuncio de tanta magnitud, ha sido tanto más singular y extraordinaria, cuanto que jamás pudo imaginarse que la benemérita provincia de La Rioja, por muy grande que fuese el aprecio  de sus servicios………… Así es que absorto con tan inesperada como alta distinción de que jamás podrá considerarse digno, pero mucho menos en un estado republicano ………….no encuentra otro medio de manifestar el profundo sentimiento de gratitud en que se halla abismado, rogando encarecidamente a S.E. ….quiera llamar la atención de los representantes de la provincia ……..para que tomando en consideración la enorme deuda que le imponen, y el gran riesgo que se corre de que a consecuencia de esta clase de demostración, se va colocado en una situación difícil……a la causa nacional de la federación por el celo republicano de unos, la suspicacia de otros y las pérfidas sujestiones de los impíos unitarios, tengan a bien modificar la soberana sanción, restableciendo en el tipo de la moneda los símbolos de la Unión y Libertad , poniendo a su reverso el gran sello de la provincia con sus trofeos militares, y expresando cuando más en las respectivas inscripciones los objetos que se ha propuesto en la variación sancionada

A su vez, envió una carta a Brizuela con comentarios semejantes agregando algo que nos parece llamativo:

“….Porque a la verdad no pega bien, ni se acomoda a los principios de un Estado Republicano Federal en donde no hay potentados, ni principios, el busto de alguna persona en la moneda, y creo que un exemplar semejante no se presentará en la historia del mundo. Mas si lo hubiese de que no tengo noticia, estoy cierto será cuando la persona representada en el busto , era principal y especialmente encargada de velar y garantizar la exactitud del peso y ley de la moneda, cuya circunstancia esencial falta en el presente caso…”

El 15 de diciembre Brizuela responde sorprendido con una larga misiva que es un monumento a la veneración de Rosas, pero incluyó lo siguiente:

“ Decidió más mi intento la consideración que me lisonjeaba que con este proyecto nos acercabamos mas y mas a una Constitución Nacional porque a este ejemplo los demás gobiernos de la República manifestarian de su parte con otras demostraciones de reconocimiento , el mérito que con particularidad lo distingue a V. de lo que deberán esperar, que a la voz de Constitución desplegada e iniciada por el Sor. Rosas , todos nos reuniremos conformes sin oposición”…

Todo parece indicar que Brizuela creía, inocentemente, que Rosas estaba de acuerdo con una Constitución Nacional. Ya veremos como pocos años después se rebeló, aliado con federales desencantados y unitarios en contra de don Juan Manuel. Mucho tiempo después, a partir de la caída de Rosas en 1852, se pudo llegar a la Carta Magna.

En enero de 1837 Brizuela volvió a escribirle con un párrafo donde parece ofendido:

“… por lo relatibo al peso y ley de la moneda mientras yo exista debe V. descansar ha de ser buena y conforme a la ley; pues a personas de probidad y conosimiento está librada la dirección de esta casa” 

Para esta época ya habían ocurrido varios análisis y prohibiciones de monedas riojanas debido a su peso y ley cambiante, incluyendo los resellos llevados a cabo en Chile para distinguirlas de sus similares patrias acuñadas en Potosí, asunto que seguramente no ignoraba Rosas (3).

En esos días la Legislatura ratificó, a pesar de la cerrada negativa de Rosas, la ley de 1836.

La respuesta de Rosas no se hizo esperar, en febrero ya no menciona la ley y peso, pero entre otras razones para su negativa menciona una muy relevante para los numismáticos, veamos:

“ …Me arguye que no es la primera República que ha hecho a personas de su estimación el honor que quiere hacerme esa benemérita provincia . Pero a esto contesto no ha sido ninguna república montada bajo los principios de Federación que ha proclamado la nuestra, y que el exemplar a que tal vez V. se refiere sin expresarlo que es el de haberse puesto en la moneda el busto del General Bolívar ( N. del A. las monedas bolivianas con su busto eran por lejos las que más circulaban en ambas provincias) confirma mis observaciones , pues todos sabemos las grandes prevenciones que por esto se formaron contra él en los pueblos en que más brillaba su opinión, prevenciones que al fin lo llevaron al sepulcro, produciendo una disolución y completa anarquía en el bastisimo territorio que estaba bajo la influencia de su autoridad y crédito” 
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Ira & Larry Goldberg Coins & Collectibles – Subasta 46 – The Millennia Collection, Lote 946 (Mayo 2008)

El 20 de mayo Brizuela reemplazó como Gobernador a Carmona, una de sus primeras medidas fue sugerir a la Sala de Representantes el cambio en la moneda propuesto por Rosas e inmediatamente le envió una nueva carta poniéndose a sus órdenes y otra con la nueva ley, del día 19 de junio de 1837: 

Art 1°. La ley sancionada en sesión 169 de cinco de agosto de mil ochocientos treinta y seis para que se grabase en el tipo de nuestra moneda el busto del restaurador de las leyes, D.Juan Manuel de Rosas queda abolida desde esta fecha por contrario imperio. 
 Art 2°. Desde esta fecha el grabado de nuestra moneda serán los símbolos de la unión y libertad, poniendo á su anverso el gran sello de la provincia con los trofeos militares con la inscripción “ República Argentina Confederada ” y al reverso la inscripción “ Eterno Loor al Restaurador Rosas ” 
 Art.3°. Quedan en todo su vigor las leyes segunda y tercera de la misma sanción. 
 Art.4°. Comuníquese al P.E. para su inteligencia y fines consiguientes (4)

ONZAS CONOCIDAS DE 1836

Mencionamos que de estos rarísimos ensayos Rosas recibió seis y al día de hoy hemos podido ubicar las siguientes:

1. Museo Banco Nación, Buenos Aires
2. Colección Privada, Buenos Aires
3. National Numismatic Collection, National Museum of American History at the Smithsonian Institution, Nueva York, USA
4. Subasta de la Colección Eliasberg, Nueva York, NY (2005), hoy en colección privada, USA

Por referencias, sabemos que la colección Peña, donada por su hija Elisa al Museo Udaondo de Luján incluye dos piezas, no hemos podido acceder a ellas a pesar de reiterados intentos, pero de ser así llegaríamos a 5 o 6.

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Argentina 1836 – 8 Escudos – The Louis E. Eliasberg, Sr. Collection (ANR Abril 18, 2005) Lote #1008

MONEDAS 1838 

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Numismática Genevensis SA – Subasta 7, Lote 1680 (27 Noviembre 2012)

Las nuevas piezas de 8 escudos y 8 Reales, correspondientes a la ley de 1837, llevan la fecha de 1838, siendo ambas, dentro de la escasez de las monedas riojanas en general, de las más comunes al día de hoy. En 1839 solo se acuñaron 8 Reales. 

REBELIÓN CONTRA ROSAS- COALICIÓN DEL NORTE

La situación económica siguió deteriorándose, lo que llevó a que el gobierno federal de Brizuela se aliara a un grupo variopinto con muchos jefes unitarios en contra de Rosas. La alianza incluiría a sus anteriores enemigos Lavalle y Lamadrid, pero también a Ángel “Chacho” Peñaloza, futuro hombre fuerte de la provincia por más de dos décadas, a quien nadie podría calificar como tal, en la denominada Coalición del Norte.

El cambio en las improntas de las monedas durante 1840 fue hecho para retirar a Rosas, habiendo acuñado hasta la rebelión en mayo el tipo de la ley de 1837 y luego las incorrectamente denominadas “unitarias”, ambas en plata y oro. 

Por si acaso hubiera alguna duda, el gran historiador Carlos Segreti decía:

“Fracasado el intento de ver nacionalizada su moneda, tampoco se reorganiza el país. El empobrecimiento aumenta y es este, indudablemente un factor de peso para La Rioja, que en 1840 se sumará a la Coalición del Norte. Y lo hace siguiendo al hombre que había sido el autor del homenaje a Rosas. Un cambio de esta naturaleza no puede explicarse recurriendo a la fórmula simplista de transformar a Brizuela en unitario aliado al extranjero…..Los pueblos y sus hombres representativos merecen otra consideración y respeto» (5)

En otro trabajo -actualmente en preparación- nos referiremos largamente al tema. 

Brizuela, quien fuera nombrado General en Jefe del ejército de operaciones fue vencido y muerto en Sañogasta el 20 de junio de 1841 por el General Aldao y la Liga llega a su fin luego de la derrota de Lamadrid ante el General Ángel Pacheco en Rodeo del Medio, Mendoza, el 24 de septiembre.

1842

Tranquilizada la situación, el nuevo Gobernador Hipólito Tello, propuso a la Sala de Representantes volver a grabar la imagen de Rosas en la moneda. La ley fue sancionada en febrero y se le informó al homenajeado en abril, negándose este nuevamente en oficio del mes de mayo, con argumentos similares a los de seis años atrás.

En julio la sala resolvió  “que se siga grabando el retrato de nuestro Ilustre Restaurador de las Leyes, Libertador de La Rioja”. Esto demuestra que ya desde tiempo antes se emitían piezas, hecho lógico si tenemos en cuenta la relativa abundancia con que llegaron hasta nuestros días las piezas de dos escudos y dos reales, incluyendo de esta última dos cuños completamente diferentes.

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UBS Gold & Numismatics – Subasta 83, Lote 3603 (8 Septiembre 2009)
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«LA MONEDA CIRCULANTE EN EL TERRITORIO ARGENTINO 1574-2019» DE HÉCTOR C. JANSON

Continuó Rosas negándose y al igual que en el caso anterior, consiguió que la provincia reviera la medida por ley del 30 de noviembre. Luego de una larga diatriba acerca de los méritos de Rosas, sancionó:

Art 1: La ley sancionada el 21 de febrero, y 19 de agosto último por las que se ordenó que se grabe en el tipo de nuestra moneda el busto de Nuestro Ilustre Restaurador de las Leyes, Héroe del desierto, Defensor Heroico de la Independencia Americana, Brigadier General Juan Manuel de Rosas, queda abolida por contrario imperio.
Art 2: Desde esta fecha el grabado de nuestra moneda serán los símbolos de la Unión y Libertad, poniendo a sus reversos el gran sello de la provincia con los trofeos militares con la inscripción, Viva la Confederación Argentina, y al reverso la inscripción Eterno Loor al Restaurador Rosas, y el Cerro del General Rosas ( N. del A.: Nuevo nombre dado al Cerro de Famatina).

Las piezas resultantes, algunas de ellas motivo de grandes conflictos pocos años después, son las siguientes:

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Argentina La Rioja. 2 Escudos 1843 Heritage World Coin Auctions – Long Beach Signature Subasta 3057, Lote 30375 (7 Septiembre 2017)

 

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Daniel Frank Sedwick, LLC – Subasta 17, Orlando, Florida – Lote 1131 (29 Abril 2015)

ONZAS DE 8 ESCUDOS 1842

Todo indica que, a diferencia de sus antecesoras de 1836, estas piezas tuvieron algún tipo de circulación, siendo de cualquier modo rarísimas. Se conocen más de esta fecha pero muchas menos que, por ejemplo, de las primeras onzas patrias de 1813, las cuales han censado Luciano Pezzano y Jorge Madonna llegando a alrededor de 20 ejemplares.

En colecciones privadas de la Argentina conocemos tres ejemplares, calculamos entre 3 y 5 en museos locales y una cantidad similar alrededor del mundo, en síntesis no más de 10 a 12 piezas. Reviste un mayor interés en el mercado por ser la única onza emitida para circular con el busto de Rosas, personaje conocido en todo el planeta. Como dato no menor, mencionemos que el museo del BCRA, a pesar de su importantísima colección, no disponía de un ejemplar sino hasta la donación Janson, lo que nos da una idea de su extrema rareza.

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Argentina 1842 – 8 Escudos – The Louis E. Eliasberg, Sr. Collection (ANR 18/04/05) Lote #1011

La Rioja volvió a emitir Onzas de 8 escudos en 1845, con leyenda rosista diferente. Fueron las últimas acuñadas en territorio argentino, siendo La Rioja, a pesar de su situación económica y aislamiento, la única provincia que acuñó en ese metal precioso en toda nuestra historia.

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1 – Cunietti-Ferrando, Arnaldo: «La onza riojana de 1836 con el busto de Rosas» (Cuadernos CNBA 7/8, Buenos Aires 1973) Toda la documentación relativa a la onza de 1836 fue extraída de ese trabajo
2 – Janson, Héctor Carlos: “La moneda circulante en el territorio argentino – 1574-2019” 2019
3- Cohen, Mariano: “Monedas Riojanas en la era Quiroga 1824-1835” (San Francisco, 2019)
4- Ferrari, Jorge: “Amonedación de La Rioja-Tomo II “(Buenos Aires, 1962)
5 Segreti, Carlos: “Rosas y la moneda riojana” Todo es Historia 111 ( Buenos Aires, Agosto 1976)
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Bibliografía consultada:

-Mitchell, Osvaldo: “Amonedación de la provincia de La Rioja” (Buenos Aires, 1974) 
-Ferrari, Jorge: “Amonedación de La Rioja-Tomo II “(Buenos Aires, 1962)
-Segreti, Carlos: “Moneda y política en la primera mitad del siglo XIX” (1975) 
– Cunietti-Ferrando, Arnaldo : “ La onza riojana de 1836 con el busto de Rosas “ (Cuadernos CNBA 7/8, 1973)
-Cunietti-Ferrando,Arnaldo : “Apuntes históricos  sobre la casa de Moneda de La Rioja, narrados por su último ensayador  “ (Cuadernos CNBA 31,1982)
-Janson, Héctor Carlos: “La moneda circulante en el territorio argentino – 1574-2015” 
– DERMAN, Alberto J.: “Contramarcas Chilenas sobre Monedas Argentinas”. Cuaderno CNBA 25, 1980 
 – Cunietti-Ferrando, Arnaldo : “ La onza riojana de 1836 con el busto de Rosas “ (Cuadernos CNBA 7/8, Buenos Aires 1973) Toda la documentación relativa a la onza de 1836 fue extraída de ese trabajo
 – Janson, Héctor Carlos: “La moneda circulante en el territorio argentino – 1574-2019” 2019
– Cohen, Mariano: “Monedas Riojanas en la era Quiroga 1824-1835” (San Francisco, 2019)
– Ferrari, Jorge: “Amonedación de La Rioja-Tomo II “(Buenos Aires, 1962)
– Segreti, Carlos: “Rosas y la moneda riojana” Todo es Historia 111 ( Buenos Aires, Agosto 1976)

El Pulqui III

El El I.Ae. 33

Pulqui II fue un avión a reacción diseñado en Argentina por el Instituto Aerotécnico y construido en la Fábrica Militar de Aviones. El famoso diseñador alemán Kurt Tank, junto al ingeniero argentino Norberto Morchio y un equipo de colaboradores argentino/alemán, tuvo una participación capital en el proyecto. Sólo se produjeron cinco prototipos, entre 1950 y 1959, de los cuales 3 fueron destruidos.  En febrero de 1956, Tank y catorce de sus ingenieros, perseguidos por la dictadura autodenominada Revolución Libertadora, abandonaron el país y se dirigieron a trabajar en la industria aeronáutica de la India. .  Llevándose los planos del IA-43 Pulqui III, concebido por el Ingeniero Kurt Tank en el año 1954, en IAME. Pulqui III se fabricó en la India con el nombre de HF-24 Marut. Así fue que el Pulqui 3 logra su desarrollo en la India, por Hindustan Aeronautics, en 1966, con el nombre de HF-24 Marut.

El caza bombardero, voló por primera vez el 17 de junio de 1961.

Al estallar la guerra entre India y Pakistán, en 1971, unos 50 HF 24 Marut, de Fuerza Aérea India, llevaron a cabo varias incursiones en el sur de aquel país, siendo de destacar los ataques a Hiderabad y Talhar, donde destruyeron campos de aviación y líneas ferroviarias. El 7 de diciembre 1971 se libro la Batalla de Longewala, en la cual los HF 24 Marut destruyeron mas de 60 tanques del Ejército de Pakistán. La performance y buen desempeño del HF-24 "Marut" durante la guerra de 1971, dejó demostrado cuales eran los alcances del programa militar de Perón y como habría quedado posicionada la Argentina en el concierto de las naciones, si los golpistas de 1955 hubieran continuado el desarrollo del IA 43 Pulqui 3.

El suicidio de Lugones

Por el Prof. Jbismarck
El 9 de diciembre de 1924, al cumplirse el centenario de la batalla de Ayacucho, el presidente del Perú, Augusto Leguía, invitó a hablar en la ceremonia conmemorativa a tres grandes poetas: el peruano José Santos Chocano, el colombiano Guillermo Valencia y a Leopoldo Lugones. Allí, el argentino afirmó: "Ha sonado otra vez, para bien del mundo, la hora de la espada… Pacifismo, colectivismo, democracia, son sinónimos de la misma vacante que el destino ofrece al jefe predestinado, es decir, al hombre que manda por su derecho de mejor, con o sin ley, porque esta, como expresión de potencia, confúndese con su voluntad".  Muchos de sus amigos y conocidos del poeta produjo el efecto contrario, enojo, desprecio y repudio.
Lugones se sentía solo. Adoptó un carácter hosco, que puso de relieve una mañana de 1926, cuando una jovencita acudió a la Biblioteca del Maestro, de la que el escritor era director, para conseguir un ejemplar de su libro Lunario Sentimental. "¿Qué quiere? ¿Un autógrafo?" preguntó Lugones. Como no tenía ningún ejemplar a mano, la citó para unos días después. Desde ese momento, Lugones quedó encandilado con la joven Emilia Santiago Cadelago.   No solo le dedicó Lunario Sentimental, sino que además le regaló un ejemplar de Las horas doradas. Ella, veinteañera; él, 52 años, comenzaron una relación en ese mismo año 26. Fueron años de un amor prohibido vividos con intensidad. La confidente de Emilia era su compañera en Filosofía y Letras, María Inés Cárdenas de Monner Sans. Emilia dispuso que, a su muerte, las cartas de amor que el poeta le escribiera pasaran a sus manos. Gracias a ella, que escribió Leopoldo Lugones. Cancionero de Aglaura. Cartas y poemas inéditos, conocemos las cartas que un poeta profundamente enamorado le escribiera a Emilia:
"Cuánto y cuánto te quiero, mi dulzura lejana. No hago ni he hecho más que recordarte y padecer con tu ausencia, y así será, querido amor, hasta que vuelva a verte. ¿Cuándo?" "Ya entre nosotros no hay poder que pueda borrar el encanto que supimos crear queriéndonos."
El poeta tuvo un hijo, Leopoldo Lugones, "Polo". Durante el Gobierno de Marcelo T. de Alvear había sido director del Reformatorio de Olivera, donde había sido acusado de corrupción y abuso de menores. Fueron las súplicas de su padre hacia Hipólito Yrigoyen lo que lo salvaron de una condena a 10 años de cárcel. Uriburu, como presidente de facto, lo nombró comisario inspector de la Policía, donde daría rienda suelta a sus métodos de tortura, que incluía la novedosa picana eléctrica, que aplicaba en sus interrogatorios en la Penitenciaría Nacional, ubicada en lo que hoy es el Parque Las Heras.   Fue por 1932 o 1933 cuando Polo Lugones visitó a los padres de la joven Emilia, Domingo Santiago Cadelago, ingeniero de la Armada, y su esposa Emilia Moya, en su casa de Villa del Parque. El motivo de tan inesperada visita fue el de informar al matrimonio acerca del amor oculto de su hija. Les dijo que hacía tiempo había intervenido el teléfono, que tenía grabaciones de conversaciones y les advirtió que si esa relación no concluía, él comenzaría los trámites para declarar insano a su padre.
En una reunión social, cuando a Lugones le preguntaron por su hijo, respondió: "No me hable usted de ese esbirro".
Las amenazas tuvieron el efecto deseado. Nunca más se volvieron a ver. Él imploraba en sus cartas: "Ayer mientras iba del Círculo a La Fronda, ¡tenía tanto deseo de verte! Me parecía a cada instante que serías una de todas; y todas eran feas, vulgares, tontas, cursis. Y la primavera se quedó triste sin su golondrina".
Emilia siempre culpó al hijo de Lugones del estado depresivo del padre, que lo terminó llevando al suicidio, y que la principal causa fue que haya hecho lo imposible por cortar la relación que ambos mantenían.
Polo, a quien el diario Crítica mencionaba como "el torturador Lugones", se suicidaría en 1971.  Emilia Santiago Cadelago fallecería, soltera, el 12 de mayo de 1981. Su última voluntad fue que la enterrasen con un gato de peluche que Leopoldo Lugones le había regalado. Nunca lo había olvidado.
El 18 de febrero de 1938 Lugones si dio pasos bien calculados: en Retiro abordó un tren hasta el Tigre; ascendió a una lancha que lo llevó al recreo El Tropezón, y allí se quitó la vida. "Ya solo, a pesar ¿{que aún había luz, encendió la lámpara eléctrica que con cursi adorno pendia del cielo raso y se despojó del saco, que colocó cuidadosamente en una de las perchas. A continuación extrajo del portafolio una hoja de papel y, valiéndose del viejo lápiz de metal dorado, escribió con letra fírme:
No puedo concluir la Historia de Roca. Basta. Pido que me sepulten en tierra, sin cajón y sin ningún signo ni nombre que me recuerde. Prohíbo que se dé mi nombre a ningún sitio público. Nada reprocho a nadie, el único responsable soy yo de todos mis actos. L Lugones
Sin prisa se encaminó hacia el lecho y sentóse en él. Como participando en una ceremonia, se descalzó y colocó los zapatos uno junto al otro.
"Bebió el whisky, llenando después el vaso con agua del botellón. Tomó el frasco de cianuro y volcó en la palma de su mano libre una generosa cantidad de la siniestra pócima. Luego fue el tumo del vaso de agua. Sereno, la mente en blanco, entreabrió la boca y de un golpe arrojó el veneno.

domingo, 18 de julio de 2010

Bosquejo Histórico del General Don Manuel Belgrano escrito en el año 1839, por un contemporáneo Don Ignacio Alvarez Thomas.

Por el Profesor Marcelo Alvarez Herrera

Belgrano no esciste! Y este nombre Venerable a todo corazón Argentino reclama a los ojos de sus conciudadanos algunos rasgos que recogerá la historia para adornarse con el recuerdo de uno de los hombres más ilustres que han figurado en la grande escena del continente Americano. La familia Belgrano una de las más distinguidas y acomodadas en Buenos Aires, tiene origen en su padre, natural de Italia, casado con una Señora oriunda de Santiago del Estero, cuyo afortunado enlace produjo una numerosa prole de que Don Manuel es el tercer hijo nacido en 1770, baja el dominio de la Corona de España. Como en el sistema co­lonial de aquel tiempo, la educación elemental era prohibida, te­nían los jóvenes americanos que atravesar el Océano para adqui­rirla en las Universidades de la Península. Allí fue en donde Bel­grano completó sus estudios hasta el grado de Bachiller, y regreso a su Patria con el empleo de Secretario del Tribunal de Comercio. Su talento ya perfeccionado, la dulzura de su carácter, sus co­nocimientos en la música, y su bella figura le dieron en La So­ciedad un lugar muy distinguido, y las mejores relaciones. El fue uno de los promovedores y colaboradores del Semanario Científico, que la mezquina política del Gobierno Español, mandó suspender después.
Cuando en 1806 la Guerra con los Ingleses se hizo sentir en el Río de la Plata, voló al llamamiento de la Autoridad que formó Cuerpos de Voluntarios para la defensa, enrolándose en el más numeroso que llevaba el nombre de Patricios, condecorado con el rango de Mayor, en cuya clase asistió a la espléndida Victoria­ alcanzada sobre el Ejercito Británico al mando del general Waitelock (sic) en 807. Los varios acontecimientos de aquella época, empezaron a despertar en los naturales del país el espíritu guerrero; y el conocimiento de sus fuerzas, que los disponía para entrar después en una lucha que a costa de sangre y sacrificios generosos. los elevaría a la condición de hombres Libres.
Belgrano hacía parte del movimiento popular que se agitaba en las sociedades patrióticas, aunque secretas, en el tiempo en que derribada del trono la dinastía reinante de España por el poder de Napoleón, empezaba la Nación a armarse para resistir al Conquistador de media Europa. Un bastago (sic) de aquella (la Señora Carlota Joaquina de Borbón) que los mismos sucesos habían trasplantado con la Corte de Portugal a sus dominios del Brasil, entablo relaciones privadas para abrirse un camino a la Regencia de los países de su cautivo hermano; y fue entonces que así Belgrano, como muchos otros patriotas estimables, juzgaron oportuno el alimentar tales esperanzas, para comenzar por este medio, la grande obra de la regeneración Americana. Algunos sin buen criterio, han pretendido hallar poco Republicanos estos primeros pasos de la infancia revolucionaria.
No tardaron los sucesos políticos en amontonarse para poner en acción al partido demócrata. La dispersión del Gobierno Cen­tral por los franceses en principios de 810 que se trasladó eléctricamente al Nuevo Mundo, dió la señal del Combate. En Buenos Aires, la Asamblea de notables declaró caduca la representación del Virrey Cisneros, asociándole en el mando dos ciudadanos, en cuya forma mixta de Gobierno ocupó Belgrano la Secretaría General. Mas la desconfianza de los patriotas era inmensa y esta armazón gubernativa, solo contó horas de existencia, y tuvo que ceder el puesto el memorable 25 de Mayo, a una Junta de nueve individuos, presidida por Saavedra, entre cuyos Vocales fue contado Belgrano. Las tareas de este Cuerpo, aunque llevando por escudo el nombre del Monarca destronado, eran encaminadas a uniformar la opinión de todas las provincias comprendidas en la demarcación del Virreinato, hacia un punto de vista de que bien pronto se apercibieron los mandatarios españoles, oponiéndose al reconocimiento del nuevo Gobierno.
Entonces fue que empezaron a tomarse medidas enérgicas para sofocar la resistencia, que consagran los actos públicos de aquella época. Los más marcados son: el cambio de tropas auxiliares para favorecer el libre pronunciamiento de los pueblos, tanto al Oeste, como al Norte de la Capital. Las que tomaron es­ta dirección eran mandadas por Belgrano, nombrado Coronel, y revestido del alto carácter de Representante. Su marcha fue triunfal hasta pisar el territorio del Paraguay en donde le espera­ban peligros y dificultades que vencer. El Jefe español puso sobre las armas un número prodigioso de hombres que Belgrano deshizo en los primeros encuentros con su pequeño Ejército de bravos, casi a las puertas de la misma Capital. Más forzado a reconcentrar sus recursos para acometer de nuevo, se halló cortado en su retirada, en el preciso paso del Río Tacuarí por fuerzas todavía mayores, y que se aumentaban por instantes. Tuvo que combatirse sin tardanza de un modo heroico para obtener el tratado que salvando al Ejército entero, cubrió su nombre de una gloria que lo asemeja a Carlos XII, no solo en valor y pericia, sino también en afrontar las duras privaciones de que dió repetidas pruebas en esta memorable Campaña, la primera en que se ensayaba un hombre acostumbrado a los goces de la vida pasiva1 a quien sostenía el mas noble patriotismo. No fueron efímeras las ventajas que se reportaron, porque la sagacidad de Belgrano supo al tiempo de combatir, abrirse comunicaciones, con los jefes y personas influyentes del país, que más tarde derrocaron al Partido Europeo sirviendo así a la causa pública.
Llamado a la Capital, se le confirió el mando del Regimiento I de Línea, que era el antiguo Cuerpo de Patricios en que sirvió, y como el estado de su disciplina pidiese mejoras, Belgrano las emprendió con el tezón infatigable en llenar sus deberes que tanto le distinguía, más cuando se lisonjeaba de haberlas alcanzado, un tumulto inesperado en la mayor parte de estos valientes soldados, puso en alarma toda la población (Diciembre 811) que la autoridad, con acuerdo del mismo Jefe, reprimió pronto y severamente. Ya entonces, la forma de la Administración había cambiado en un Poder Ejecutivo de tres personas que se encontraba envuelto en dificu1tades para atender a la defensa común del territorio de la Unión. La plaza de Montevideo, enarbolaba el pendón de Castilla mientras que un Ejército portugués penetraba hasta la margen izquierda del Uruguay, en ademán hostil.
Las fuerzas enviadas al interior de las Provincias Peruanas habían arrollado al principio todas las resistencias que los jefes españoles le opusieron hasta situarse en los confines. Más las organizadas al otro lado del Desaguadero, las asaltaron alevosamente, y desbarataron. Los restos se concentraron en Tucumán, mientras que el enemigo ocupando hasta Salta amenazaba caer sobre ellos. Jamás el peligro de la Patria se mostró tan de cerca. La misma Capital inspiraba cuidados, en donde acababa de sofocarse una terrible conspiración de los Europeos domiciliados en ella.
En tan difíciles circunstancias, Belgrano fue mandado a hacerse cargo de las reliquias del Ejército en Tucumán, llevando consigo algunos destacamentos. Su ya restablecida reputación, su celo y constancia, reanimaron el espíritu marcial como por encanto, y cuando todos esperaban con temor el éxito de una acción tan desigual, la admiración sucedió al común abatimiento, al recibir la noticia del triunfo alcanzado sobre el enemigo el 24 de Septiembre de 812, en los arrabales de la misma Ciudad. Tan luego como remontó el Ejército llamado Auxiliar del Perú, bus­co al enemigo, que reforzado con nuevas tropas le aguardaba or­gulloso en Salta. A La vista de sus Torres se dió la famosa batalla que lleva aquel nombre, en donde el Mayor General Tristán, dobló el cuello a la espada de Belgrano, después de un combate sangriento (Febrero 20 de 813) a quien por respeto a su calidad de Americano, como lo eran la mayor parte de sus oficiales y tropa, concedió los honores militares para rendir las armas, y el restituirse a sus hogares, a condición expresa, de no tomarlas du­rante La Guerra de Independencia, promesa que violaron tan pronto como reentraron en Perú por mandato de las autorida­des Españolas, que reputaban no obligatorios los pactos con aque­llos a quienes denominaban “Insurgentes”. Desde que fue cono­cido este acto de perfidia, la rivalidad quiso asestar sus tiros contra el General Belgrano, acusándole de “imprevisión”, reproche que juzgaba por solo el resultado, una política que prometía al vencedor las más alagüeñas esperanzas, según los datos en cuya po­sesión estaba, y que otros incidentes vinieron a malograr por entonces. En el desenlace de la porfiada lucha con la España, se ha conocido cuanto influjo produjo en los Peruanos tal gene­rosidad.
Mientras que el General Belgrano se aparejaba para penetrar al Alto Perú (hoy Bolivia), con su victorioso Ejército, en Buenos Aires, se celebraban sus triunfos con entusiasmo. El Ejecutivo presentó al Congreso, en gran ceremonia, las Banderas y Estan­dartes arrancados L enemigo que hoy adornan los Templos para su eterna gloria. La Soberanía Nacional declaró que el General Belgrano había merecido la gratitud de la Patria, y le decretó un premio de “cuarenta” mil pesos sobre el Tesoro, además de los honores acordados al Ejército. Empero este, con un despren­dimiento sin ejemplo, a pesar de su escasa fortuna, los adjudicó por entero al establecimiento de Escuelas de educación en las Ciu­dades de Tarija, Jujuy, y Santiago del Estero, que llevan su nom­bre. La Municipalidad también le ofreció un magnifico bastón, y dos riquísimas pistolas con los emblemas e inscripciones que real­zan su mérito. La autoridad del General Belgrano era tan marcada era todos sus actos, que jamás quiso emplear su influjo para me­jorar la condición de sus deudos. Así fue que, despojados de sus empleos dos de sus cuñados, en consecuencia de la Ley que exigía a los Españoles la Carta de Naturaleza pan continuarlos, se negó a los clamores de ambas hermanas, aunque bien conven­cido del carácter pacífico y honrado de sus esposos.
Al emprender su nueva Campaña Belgrano, vióse con cuanto anhelo recibían los Peruanos a sus libertadores auxiliares. El ene­migo abandonó la mayor parte de las Provincias, concentrándose en Oruro, mientras que el Ejército patriota disciplinaba nume­rosos cuadros para atacarlo. El orden y la conducta de los Vencedores, era admirable. Belgrano incansable, velaba personalmente en todos los detalles. Era el ídolo del Soldado, y el amor de los Pueblos. Aún el fanatismo respetó su persona, porque supo aco­modar las prácticas religiosas con el deber de la espada. Quizá antes de tiempo se vio precisado a arriesgar un combate. La impaciencia democrática ha malogrado muchas empresas. Ce­diendo a ellas, el General Belgrano buscó y atacó a los Realistas en la Pampa de Vilcapujio (Octubre 1º 813). Había éste ya aban­donado el campo de batalla, cuando un accidente inútil de re­ferir, arrancoles el laurel de la victoria que empezaban a reco­ger, después de la más sangrienta pelea. impertérrito Belgrano tomó á dar frente al enemigo a los “43” días, en los altos de Vilhuma, en donde, aunque se combatió con el mismo denuedo, la fortuna le volvió a ser adversa. El elogio de ambas acciones lo consignaron en sus partes oficiales los Jefes realistas. Siendo impo­sible ya el mantenerse en el Alto Perú, sin arriesgar los restos y el material del Ejército, que había de contribuir algún día a sacarle de extraña dominación, fue necesario evacuarlo, trayendo en pos de sí una numerosa emigración comprometida, y dejando organi­zados Cuerpos francos que hostilizasen al enemigo. Las gargantas del Perú se guarnecieron debidamente, y para remontarse el Ejército, se estableció el cuartel general en Tucumán. El Poder Ejecutivo, a solicitud de Belgrano, nombró un nuevo General en Jefe, baja cuyas órdenes, tuvo la modestia de ponerse a la Ca­beza de su Regimiento de Patricios, y presidir á su instrucción como un simple Coronel.
Al año siguiente (814) fue llamado a la Capital, y enviado á Inglaterra con carácter público, en consorcio de Rivadavia, de donde regresó en principios de 816. Esta misión diplomática le causó grandes y penosos sinsabores.
Aún no había descansado en su Patria, de la que casi siempre estuvo ausente, cuando el Directorio le nombró General de las fuerzas de Observasión en Santa Fé, que en aquella sazón eran atacadas por instigación del Caudillo Artigas, que en disidencia del Gobierno Central, despotizaba las Provincias, al otro lado del Paraná.
La repugnancia de Belgrano en tomar parte en la guerra civil, se templó con la esperanza de contribuir a un advenimien­to que cortase este escándalo, que tantos males aparejaba á la causa del orden, y para lo que iba ampliamente autorizado. Cuando se ocupaba de esto, un cambio en la Administración Nacional y un desaire á su persona, retiraron sus benéficos oficios.
Por este mismo tiempo se reunía en la Ciudad del Tucumán, el Segundo Congreso de las Provincias Unidas, que firmó el 9 de Julio la siempre inmortal Acta de la Independencia de España y de todo poder extranjero, llenando así, los votos de los buenos patriotas que por un sentimiento uniforme habían ya adoptado las armas y colores, que los diferenciaban de sus antiguos Señores. Aun antes de este paso Varonil, los Diputados sentían la urgencia con que el bien público pedía que el General Belgrano reasu­miese de nuevo el mando en Jefe del Ejército Auxiliar, á que el Directorio subscribió convencido de su importancia. Tomaba á su cargo esta responsabilidad, en circunstancias de que en el año anterior, había sido dehecho aquél en la desgraciada jornada de Sipe-Sipe dirigido por otro General. Empeñado Belgrano en co­rresponder, á tal muestra de estimación, puso en ejercicio su celo para remontarlo, mientras que su nombre inspiraba temores al enemigo, y alentaba á las “montoneras” que le hostilizaban en el mismo país que ocupaba. A favor de la disposición de los naturales, Belgrano destacando Jefes hábiles con fuerzas volantes, y proclamaciones enérgicas, obligaba a los realistas á no desmembrar sus tropas para operaciones en que estaban empeñados por Chile, y el Ecuador; y aún hizo circular la idea de que se trataba de establecer una Monarquía en los vástagos dispersos de los Incas. Esto tendía, evidentemente á propagar la deserción en las filas enemigas, cuya gran mayoría era compuesta de infelices Indígenas arrancados con violencia de sus hogares.
En el año 819 estaba ya el Ejército en aptitud de empreender la restauración del Perú, por su moral y disciplina, más el gen­io del mal había renovado la discordia intestina, y la Provincia de Santa Fé era el teatro de nuevos escándalos. Para reprimirlos, el Directorio, quizá indiscretamente, mandó bajar un Ejército que tenía que llenar una misión más elevada. Verdad es que él sirvió para sofocar, aunque momentáneamente, la rebelión administrativa, Belgrano, incapaz de plegarse á ninguno de los parti­dos políticos, era poco favorecido de ellos. Así fué que, al contra­marchar se detuvo en la Cruz Alta para esperar los auxilios que la Autoridad Suprema le tenía prometidos. El tiempo pasaba sin re­cibirlos, y tan beneméritos Soldados, se encontraban desnudos, impagos, y muchas veces, sin alimento. En vano los reclamaba con instancia, y aún despachó para apresurarlos, á su Mayor General. Los padecimientos del Ejército que Belgrano miraba con el cariño de Padre, debilitaron su físico, harto delicado ya con las penurias de una existencia tan agitada, hasta el punto de postrarle. Los facultativos, sus oficiales, y desde la Capital, su familia, sus amigos, le rogaron para que viniese a reparar su salud, antes de que el mal tomase mayor incremento. Todo fue en vano. Miraba Belgrano como una fé de su creencia política, el no apartarse de sus Soldados en la hora de la común amargura. Este es el más bello episodio de una vida tan pura. En tal estado de cosas, el Congreso, y el Poder Ejecutivo, fueron disueltos por el vértigo revolucionario que extendió su maléfico influjo hasta el mismo Ejército, dechado de tantas virtudes. Los principales Jefes conspiraron para apropiar­se las tropas y parques, bajo pretextos especiosos (año 820). Así quedaron rotos los vínculos de la subordinación militar, mientras que la República ofrecía los fragmentos de un cuerpo despedazado. El espectáculo de tamaños males agravó los que ya sufría el General Belgrano, física y moralmente. Prefirió en tal desventura, hacerse transportar a la Ciudad del Tucumán, que presenciar la hu­millación en que estaba sumida su Patria. Más allí mismo, lugar de su fama, le esperaban disgustos preparados por hombres que lleva­ron después al sepulcro, la execración de sus Compatriotas. En fuerza de ellos, se arrastró al seno de su familia casi moribundo, en donde a pesar de los esfuerzos del Arte, y de los cuidados afano­sos de sus deudos y amigos, expiró con la serenidad del Justo, el 20 de Junio en la casa paterna que lo vio nacer, á los 50 años de edad.
Así desapareció de entre los mortales, un nombre inmacula­do que es la admiración del Suelo Argentino, y el ornamento de la República por sus virtudes cívicas, por su moral severa, y por el desinterés más patriótico. De Belgrano no queda sino un Vástago ilustre, en una virgen educada en el seno de su familia, que lleva sus facciones y que tanto recomendó en su agonía. Sus restos fueron depositados, sin pompa, baja sencilla loza, en el atrio de la Iglesia más cercana á su morada. Allí reposan como en depósito sagrado, hasta que llegue el día en que la gratitud de su patria los coloque en el Panteón destinado para los grandes hombres. Desde su celestial descanso. mira con ternura la suerte desastrosa de la Ciudad - Cautiva, que gime bajo el peso de la más brutal tiranía, e interpone sus ruegos para que sus buenos hijos la saquen de la desolación en que está sumergida por tan largo tiempo; y éstos entonan en sus fervorosos anhelos, la estrofa con que lloró la muerte del héroe, el malogrado Poeta Don Juan Cruz Varela, a quien recientemente ha arrebatado también la Parca.
“¡Ven ó grande Belgrano!”
“¡Ven ó Sombra Sublime!”
“Del llanto nos redime”
“Del luto y del dolor”
Ofrecido a la Señorita Doña Manuela Belgrano como presente de familia, su afectísimo Primo, el Redactor.
I.Az. (Ignacio Alvarez)
Quiritón, Setiembre 12/1839. En la República Oriental del Uruguay.