Rosas

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viernes, 30 de septiembre de 2011

Fraude Patriótico


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El 10 de febrero de 1912 se sancionó la Ley Nacional de Elecciones Nº 8.871 (conocida como “Ley Sáenz Peña”), que desechó el voto calificado y estableció el sufragio universal, secreto y obligatorio y el sistema de lista incompleta (con lo que se daba representación legislativa a la minoría). Su aplicación resultó una herramienta política fenomenal que llevó al gobierno en 1916 a Hipólito Yrigoyen y permitió por primera vez el acceso de las clases populares al poder.
Desde el siglo XIX el fraude electoral fue una práctica habitual en la Argentina. La Constitución Nacional de 1853 no había fijado el sistema electoral y esta responsabilidad cayó en la Ley Electoral. Con la llegada del siglo XX se hizo común también la compra del voto: el presidente Carlos Pellegrini defendió públicamente esta práctica al afirmar: “no hay voto más evidentemente libre que el que se vende”. Todas las pautas electorales estaban diseñadas para que los sectores dominantes se eternizaran en sus funciones. Los padrones se confeccionaban sin exigir a las personas sus documentos de identidad. En los comicios las autoridades de mesa no tenían ninguna posibilidad de identificar al votante. Así fue como se produjeron todo tipo de irregularidades, y muchos ciudadanos se presentaban ante las mesas para ser sorprendidos con un lacónico: “Usted ya votó”.
La Ley Joaquín V. González de 1902 (con la que fue electo el primer diputado socialista de América, Alfredo Palacios) dividía a los distritos en partes equivalentes a las bancas de legisladores en juego. De esta manera se elegía uno por cada sección electoral. Esta práctica, llamada voto uninominal por circunscripciones, se aplicó sólo en los comicios de 1904 y enseguida se derogó.
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En 1890, con el descontento de la población a su favor, la Unión Cívica (UC) –el primer partido orgánico y moderno argentino- se propuso derrocar al presidente Miguel Juárez Celman, que había privatizado las empresas del Estado por considerarlo un mal administrador. La revolución cívico-militar fracasó [cf. Artículo Nº 91 en www.agendadereflexion.com.ar], pero el titular del Poder Ejecutivo renunció, y asumió el vicepresidente Carlos Pellegrini. Al año siguiente la UC se partió en la Unión Cívica Nacional (UCN) liderada por Bartolomé Mitre y la Unión Cívica Radical (UCR) dirigida por Leandro N. Alem. El movimiento revolucionario no se había calmado del todo: Alem quería derrocar también al presidente Luis Sáenz Peña. Los estallidos fueron contestados con una fuerte represión hasta que en el 95 otra vez el presidente renunció.
En 1905 el líder radical Hipólito Yrigoyen intentó evitar la segunda presidencia de Julio A. Roca, pero la revolución nuevamente fracasó. Fue recién Roque Sáenz Peña –al asumir como presidente en 1910-, quien buscó un acuerdo con Hipólito Irigoyen, jefe de la llamada tendencia abstencionista o intransigente de la UCR, opuesta a la tendencia concurrencista. A partir de ahí, la reforma electoral de 1912 adoptó un sistema de lista incompleto que reconocía a la primera minoría un tercio de los cargos. La Ley Sáenz Peña también ayudó a amortiguar el fraude electoral al establecer el voto secreto y obligatorio.
En efecto, se ordenó la confección de un nuevo padrón electoral sobre la base del registro de enrolamiento del padrón militar (el listado de las personas que tenían que cumplir el servicio militar obligatorio), tarea a cargo del Poder Judicial. La identificación del votante se aseguró con las impresiones digitales y con una foto. Con el uso del padrón militar se hizo más difícil la adulteración de los registros. Así, la Libreta de Enrolamiento se convirtió en el principal instrumento de ejercicio cívico.
Sin embargo, el Peludo seguía resistiéndose a participar de los comicios presidenciales porque consideraba, con razón, que si bien se aplicaría la Ley Sáenz Peña, el poder real quedaría en manos de los conservadores que dominaban el Senado, la mayor parte de las gobernaciones y la Corte Suprema de Justicia de la Nación. El gran caudillo radical pensaba que para poder realizar su “programa de reparación nacional” se debía llegar al poder por medio de una revolución que permitiera remover a la totalidad de la clase dirigente, heredera del patriciado oligárquico. Pero finalmente la UCR –por presión de dirigentes como Ricardo Caballero y Leopoldo Melo, que bregaban por levantar la abstención y querían ocupar bancas, ministerios y cargos en la judicatura- se presentó y ganó los comicios de 1916, aunque, en efecto, el gobierno radical al principio se vio asediado por el Senado conservador y por la Corte Suprema presidida por el liberal Antonio Bermejo. Muchos de los proyectos de reforma social de radicales y socialistas murieron en los fallos de aquella Corte, formada por grandes juristas, pero con concepciones técnico-jurídicas ultra-conservadoras y retrógradas.
Suena parecida a la situación actual. Frente a los “representantes” caducos y venales que se niegan a irse, de lo que se trata es de recuperar el poder político para el pueblo y que, en un momento decisivo de la historia, el mismo pueblo (siguiendo la táctica del agua, que siempre pasa, enseñaba un viejo maestro) sea quien tome en sus manos su destino, sin las mediaciones ni representaciones que ya han fracasado.
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En las fotos, Irigoyen y Ricardo Caballero, vicegobernador de Santa Fe; y el Peludo después de prestar el juramento constitucional ante el Congreso, cuando se dirigía a la Casa de Gobierno en compañía del general Pablo Ricchieri

jueves, 29 de septiembre de 2011

Alejandro Gabriel Bustillo

Por Jorge A. Ramos

En Buenos Aires, el 3 de noviembre de 1982, a los 93 años de edad y luego de haber realizado más de 150 proyectos, falleció el más grande y controvertido arquitecto argentino de todos los tiempos -y uno de los más destacados del continente-, Alejandro Gabriel Bustillo.
Había nacido en esta misma ciudad el 18 de marzo de 1889, hijo de María Luisa Madero (hermana del fundador del puerto de Buenos Aires) y del prestigioso doctor José María Bustillo, en el seno de una familia del estrato social más alto y de largo arraigo en América, pues desciende en línea directa por rama materna de las hijas de Túpac Inca Yupanqui y Huayna Cápac, quienes casaron con conquistadores. Importantes períodos de su infancia y juventud transcurren en las estancias pampeanas. Cursa estudios secundarios en el Instituto Politécnico Superior, la escuela industrial que acababa de fundar el ingeniero Otto Krause (la actual ENET Nº 1 que lleva el nombre de creador). Ingresó luego en la Escuela de Arquitectura, que por entonces dependía de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Buenos Aires; escuela de clara orientación academicista donde fue alumno del hispano-noruego Alejandro Christophersen, el ” beauxartiano” más notable de la época, del eclecticista Pablo Hary en Teoría de la Arquitectura, del francés Eduardo Le Monnier y, ya en los tramos finales de la carrera, de René Karman, un entusiasta difusor del neoclasicismo francés.
Tras una interrupción de sus estudios para dedicarse de lleno a la pintura, se graduó de arquitecto en 1914. Dos años antes había ganado el Primer Premio del Salón Nacional de Pintura del Museo de Bellas Artes con su autorretrato, obra con la que volverá a obtener un premio (Medalla de Oro) en la Exposición Internacional de Pintura de San Francisco, Estados Unidos, en 1934. También obtuvo el Primer Premio de Escultura en el Salón Nacional de 1932, con el bronce El pecado original; y en 1937 sería nombrado Académico de Bellas Artes.
Pero su actividad principal la desarrollaría en la arquitectura, dedicando sus primeros años de graduado a proyectos de estancias, galpones y otras obras de infraestructura agroganadera en la pampa húmeda, zona en la que fijó su residencia. De aquellos años son los proyectos de casa de campo en Estación Pila (1916) y estancia La Primavera (1918), para su familia. Y luego a lo largo de su vida en docenas de estancias más.
En 1921 parte hacia París, donde vivirá por dos años, cumpliendo con el ritual de la clase alta argentina, y anudando contactos con sus futuros comitentes: estancieros, diplomáticos y políticos de la Argentina liberal. Uno de aquellos personajes, el banquero Carlos Alfredo Tornquist, fue quien lo invitó a París y le encargó su residencia en el barrio de Palermo Chico (desde 1932, la Embajada de Bélgica), que forma parte de la serie de hôtels particuliers que, entre 1924 y 1930, construiría en Bruselas, París y Buenos Aires.
Respondía esta tipología a patrones urbanos borbónicos resultantes de la adaptación de residencias nobiliarias rurales en la Francia de los Luises, con plantas de disposición protocolar y recorridos ceremoniales a partir de un gran acceso y una escalera de honor que conducía a un gran salón de recepciones; por sobre esta planta principal, que incluía comedores y salas de estar, se disponía el nivel de dormitorios, y se remataba con un ático en mansarda destinado al servicio.
De este período datan también algunas casas de renta, caracterizadas todas por referencias historicistas, adaptando al tipo de la casa colectiva en altura los cánones del sistema compositivo beaux-arts, dividiendo la fachada en un basamento pesado que podía tomar planta baja y primer piso, un cuerpo principal de varios niveles con pequeñas variantes de ornato en aventanamientos y, generalmente, algunos órdenes monumentales rematados en una cornisa sobre la cual se disponía un simple o doble ático con mansarda. Era el modelo que en París dominaba áreas enteras del casco urbano con el nombre de immeuble à rapport. Tanto en unas como en otras, si bien se vislumbra una cierta severidad clasicista y un manejo medido del plan de masas, todavía observamos un gusto por los acentos decorativos y cierta proliferación de los detalles propios del repertorio ecléctico (pilastras acanaladas, balaustres, capiteles compuestos, almohadillados y bajorrelieves).

De este primer ciclo de residencias urbanas, se destacan como las más significativas las casas particulares del Dr. Etchepareborda en Av. Quintana y Montevideo (1924), de Enrique Duhau en Alvear 1750 (1924), de Federico Martínez de Hoz en Talcahuano 1234 (1925), las propias de Alejandro Bustillo, para residencia y estudio, en Posadas 1043/49 y 1053 /59 (1926, hoy demolidas para la extensión de la Av. 9 de Julio), de Alberto del Solar Dorrego en Av. del Libertador 1728 (1928, hoy la Embajada del Perú) y la ya citada de Tornquist en Aguado y Rufino de Elizalde (1928/29); todas ellas en Buenos Aires. Y entre las casas de renta, las que hizo para Juana de Devoto en Av. Santa Fe 1752, Buenos Aires (1926) y en Cours Albert I 24, París (1927), para Carlos A. Tornquist también en París (1928) y para Ernesto Lix-Klett en Av. Leandro N. Alem y Rodríguez Peña.
En esta modalidad, algo arqueologista, resuelve algunos edificios comerciales en el centro de Buenos Aires como el BancoTornquist en Bartolomé Mitre 553 (1925) y el Hotel Continental, para la Compañía de Seguros homónima, un edificio que ocupa toda la manzana triangular limitada por Av. Diagonal Presidente Roque Sáenz Peña, Maipú y Perón (1927); dos obras en las que Bustillo parece haber cedido al imperativo de una imagen prestigiosa, recurriendo a órdenes imponentes, asociaciones majestuosas y una acumulación de símbolos arquitectónicos palaciegos. Aunque algo menos espectacular, cabe incluir en esta serie al Edificio Otis en Av. Figueroa Alcorta 3415 (1929, hoy demolido).
No obstante, lentamente la arquitectura de Bustillo iba optando por una versión minimalista del neoclasicismo, que sería bautizada por algunos como estilo francés moderno; manera que practicaron -aunque no en forma consecuente, ya sea por alternancia con otros recursos lingüísticos o por un rápido tránsito al racionalismo moderno- diseñadores como Acevedo, Becú y Moreno, Carlos Vilar, Arturo Dubourg o Alberto Prebisch.
Pero este proceso de maduración cabe analizarlo desde una perspectiva algo más compleja que una mera simplificación de lo borbónico, pues se estaba perfilando en aquellos años esa síntesis que abrevaba tanto del compromiso académico y la sobriedad grecolatina -en la línea de la sencillez que venía proclamando el último Christophersen- como de los requerimientos telúricos (así los llamaba Bustillo) en clave pampeana, aprendida en las estancias de los terratenientes bonaerenses; lo que en el plano teórico expresaría como funcionalismo estético ejemplificado en el Partenón de Atenas: “un rancho monumental y exquisito”.
El retorno a las esencias del clasicismo como tabla de salvación ante el embate de historicismos varios no era la primera vez que se daba en la historia de la arquitectura; y en este caso particular operó como un mecanismo identificatorio y excluyente de la élite tradicional, que en su edilicia privada refugiada en la sobriedad del último renacimiento francés, tomaba distancia de los inmigrantes nuevos ricos que gustaban más de lo macarrónico y espectacular. Desde otra óptica, no deja de ser sugerente la proximidad con la modernidad alternativa o el romanticismo nacional escandinavo, que mezclaban composiciones clasicistas depuradas con rasgos de una nueva estética; aunque validados, en estos casos, por un mayor anclaje en la historia propia.
1930 fue un año clave en la producción de Alejandro Bustillo. Entonces iniciaría un ciclo de consolidación de la idea minimalista, que se extendería hasta 1946: el hotel particular de Alberto Ramos Mejía en Seguí 3963, Buenos Aires (1930, hoy demolido), las casas del escultor José Fioravanti en Acoyte 741 (1930) y de Manuel Gómez en Olazábal 4779 (1931), ambas en barrios de clase media de Buenos Aires, constituyen manifiestos de la arquitectura doméstica, con un austerismo y simplicidad de indudable influencia ambiental pampeana.
En estas expresiones de clasicismo bonaerense, con fuerte influencia de la arquitectura moderna -sobre todo de la corriente déco-, cabe destacar su purismo blanco, volumetría simple, falta casi total de ornamento, abandono de la grandilocuencia, predominio de lo horizontal, aventanamientos cuadrados o apaisados, plantas no protocolares y mobiliario metálico tubular. Un giro similar, en la serie de los edificios comerciales, testimoniaría el Edificio Volta, para la Compañía Hispano Argentina de Electricidad, en Av. Presidente Roque Sáenz Peña y Esmeralda, Buenos Aires (1930), donde pórticos, frontis y órdenes monumentales se disuelven en geometrías simples de evidente filiación déco, aunque con el sello de la gravedad formal que lo haría “el más moderno de la Diagonal”.

Es obligatorio referirse a la casa que proyectara para Victoria Ocampo en Rufino de Elizalde y Mariscal Ramón Castilla, en el enclave de Grand Bourg, Buenos Aires (1928), por constituirse en nudo de conflictos y polémicas en el ámbito profesional y en algunos circuitos culturales, llegándosela a considerar la primera casa moderna de la ciudad. La casa, un juego de cubos y prismas desnudos y blancos, perforados con aberturas dispuestas libremente en función de cada habitación y no de la composición externa, que refiere a una abstracción culta, no participa de la nueva síntesis que comentamos. Se concretó como tramo final de un trámite iniciado en agosto de 1927 cuando a partir de unos croquis propios, Victoria Ocampo le encarga el proyecto a Le Corbusier para un terreno de la calle Salguero; proyecto que luego fuera descartado y, sobre las mismas bases, encomendado a Bustillo, “debido a su profesionalismo y sentido de belleza y orden” para el terreno de Grand Bourg.
Más allá de la arquitectura doméstica, quizás sean los encargos oficiales que se sucedieron durante toda la década, a partir del golpe de estado de 1930, los que permitieron la puesta en práctica de las ideas fundamentales de Alejandro Bustillo en lo referente a una arquitectura monumental argentina. Su primera oportunidad -inaugurando las grandes obras- la tuvo en la remodelación de la ex-Casa de Bombas Recoleta para destinarla a Museo Nacional de Bellas Artes, sito en Av. del Libertador 1473. Lo más relevante de esta obra (inaugurada en mayo del ‘33) es la diafanidad, amplitud y neutralidad de sus salas, el ascetismo de su caja ciega en medio del parque (previa eliminación de las chimeneas, almohadillados, pilastras y bajorrelieves), y el rediseño del pórtico, de impresionante escala.
Cultivando esta línea de arquitectura heroica de Estado, y en coincidencia con sus ideas de intervencionismo estatal en materia estética y edilicia, construye el Banco de la Nación Argentina en la Plaza de Mayo -sobre el viejo teatro Colón- entre 1940 y 1944, año en que, inaugurado parcialmente, se paralizan las obras, reanudándose entre 1950 y 1955 tras una investigación ordenada por el gobierno de Juan Domingo Perón que no encuentra ninguna anormalidad. El resultado fue una masa colosal de 40 metros de altura sobre una manzana completa, en el sitio de su antigua sede, de composición y proporciones que recuerdan el Escorial de Juan de Herrera y que “fijan el punto de partida del estilo Clásico Nacional Argentino”. En la super-ochava de 60 metros que mira sesgadamente hacia la Casa Rosada, ubicó el inmenso pórtico rematado por un frontis que esta vez no dejó vacío, sino que le incluyó un escudo nacional. El recurso al arte clásico simplificado para expresar poder y presumir prosapia era parte del proyecto político de los estados autoritarios contemporáneos, y aquí se lo justificó desde la lectura elitista como el camino argentino hacia un nivel de desarrollo y esplendor. La cúpula fue en su momento la más importante de Latinoamérica, con un diámetro de 80 metros. Las escaleras mecánicas fueron las primeras que se construyeron en la Argentina, obra de la empresa de ascensores Otis. Todo el material con que se construyó el Banco Nación fue netamente argentino.
En esta serie de las grandes obras se destacan las que realiza en Mar del Plata durante la intendencia de José Camusso y la gobernación provincial del legendario caudillo conservador Manuel Fresco. Con el apoyo de su hermano José María, Ministro de Obras Públicas, obtiene la encomienda de la nueva Municipalidad y la urbanización de la Playa Bristol. La primera la proyectó en 1937, inaugurándose en noviembre del ‘38. El segundo encargo, quizás la obra más trascendente de Alejandro Bustillo, llegó tras la anulación de un concurso nacional para el conjunto del Casino en 1928. A fines del ‘39 se inaugura el Casino y la primera parte de la rambla, en diciembre del ‘41 la rambla completa y en 1946 el Hotel Provincial y el resto de las obras de urbanización. Se trata de dos edificios iguales, colosales y regulares, que acompañan la amplia curvatura de la costa, separados por una plaza seca central y unidos por una amplísima explanada peatonal sobreelevada, frontal al mar. En la obra coexisten lo áulico y lo pintoresco, dando cuenta de la tensión entre arquitectura oficial autoritaria y programa de tiempo libre. Los edificios de Mar del Plata son una estilización de lo francés, pero con un carácter de austeridad, de serenidad, que hace del conjunto algo profundamente argentino. La obra ha producido un impacto urbano innegable por su implantación estratégica, su masa contundente, su ritmo extenso sobre el frente marítimo, de ineludible reconocimiento a distancia, al punto de ser un referente obligado de locales y turistas, y de generar una “moda Bustillo” en la ciudad.
Completan la serie de las grandes obras oficiales las que realiza en el Parque Nacional Nahuel Huapí durante la dirección de su hermano Ezequiel, entre 1934 y 1944, destacándose especialmente el Hotel Llao-Llao. La obra, ganada por concurso en 1936 e inaugurada en 1938, se incendió un año después y la reconstruyó en 1940 respetando el proyecto original, pero sustituyendo la madera por mampostería de piedra y hormigón armado. En este distanciamiento del clasicismo conviven sin embargo el compromiso académico con “la pertenencia a un lugar determinado, a su paisaje, a su cielo, a su sustancia…”, logrando una admirable integración geométrica y orgánica con la naturaleza. También el centro cívico y la catedral.
Y el monumento a la bandera y la casa de Entre Ríos 480 de Rosario.

En lo que se refiere al ámbito profesional, Bustillo fue una figura muy cuestionada, tanto por su actitud antimoderna, como por su automarginación del sistema arancelario y el recurso en la obtención de los encargos, reñido no pocas veces con ciertas normas éticas de la matrícula. Sus alegatos contra la arquitectura moderna se dirigían frecuentemente a los propios colegas considerándolos oscuros, poco auténticos y desertores “de las filas raleadas de los artistas para enrolarse en las… de los fabricantes de casas en serie”. Los censuraba por su actitud mercante, juzgando innoble el agremiarse “cual modestos jornaleros o comerciantes, instituyendo su Consejo Profesional, arrogándose facultades legislativas y judiciales, y dándose para ello su propio código de ética profesional, que suelen aplicar con rigor de inquisidores”.
Desde la seguridad de una herencia patricia y fuertes lazos con el poder, protestaba contra el honorario de aplicación obligatoria, propiciaba el ejercicio libre de la “noble arquitectura”, opinaba que “hacer arte desinteresadamente se considera hoy inmoral” y confesaba: “la mitad de lo que he hecho no lo he cobrado; no cobré nada por Mar del Plata, nada por el Llao-Llao, poco por el Banco de la Nación. No cobrar es sembrar…”.
Las referencias o reflexiones sobre la obra de Bustillo -ocasionales y negativas- han estado prácticamente ausentes de la historiografía arquitectónica, a excepción de un opúsculo algo apologético de Leopoldo Marechal, de 1944, que consideraba su obra como revolucionaria en tanto restituía la armonía entre lo útil y lo bello.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Fermín Chávez: “Si hubo una batalla por la historia, ya está ganada”

Por Guillermo Zinni
Esta entrevista se la realicé al historiador Fermín Chávez en el año 2003. Para los que no lo conocen, se trata de un representante del revisionismo histórico y para el que "el liberalismo hace una historia mítica para apoyar al poder y que se sostiene desde las escuelas".
Continuador del revisionismo histórico -que él prefería llamar “Nueva escuela histórica” o “Historia de la descolonización”- iniciado por Adolfo Saldías y en el que se encuentran autores como Corvalán Mendilaharsu, Font Ezcurra, José María Rosa y tantos otros, Fermín Chávez fue uno de los referentes insoslayables para conocer el pasado de nuestro país. Al momento de la nota, recientemente había sido nombrado Ciudadano Ilustre por el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y también Mayor Notable de la Argentina por la Honorable Cámara de Diputados de la Nación. Nacido en Nogoyá, Entre Ríos, el 13 de julio de 1924, falleció en Buenos Aires el 28 de mayo de 2006. Fue autor de varias docenas de obras, y sostenía que si bien han ido desapareciendo las grandes figuras representativas del revisionismo, la obra que han dejado es suficiente para cuestionar la monumental versión liberal de la historia sostenida por infinidad de autores y divulgadores en todos los formatos y funcional a los intereses del poder cuya ideología representan.

le hice una nota a Félix Luna como a uno de los historiadores...
-Sí, difusor de...
-...más conocidos
-Noo, más comercial. Más difundido, no hay duda. No hay duda, todo el mundo conoce a Félix Luna.
-Y la última vez le hice una nota a Alejandro Vallejos, el gran maestre de la masonería, que estuvo por Rosario.
-Ni idea.
-Tanto como para reflejar las distintas corrientes.
-Sí, pero está bien. Son distintas visiones.

-Cuando hablé con Félix Luna y tocamos el tema del revisionismo, él dijo que el revisionismo ya no existe como corriente actual.
-Bueno, yo te digo que a mí el término “revisionismo” nunca me convenció. Porque se lo aplicó con un sentido político durante la década del 30. Yo lo llamo la “Nueva escuela histórica”, que viene del siglo pasado. Los que inician la revisión de la historia liberal trabajaron en el siglo XIX: Saldías, Quesada, Corvalán, Mendilaharsu... Todos ellos escribieron a partir de la década de 1880, 1890. Y hay toda una nueva escuela histórica que no sólo empieza con Saldías sino también con Alberdi, si uno quiere buscar más atrás. Alberdi también revisó a la historia. En los “Escritos póstumos” de Alberdi, que nadie consulta y que son trece volúmenes, ahí él revisa toda la historia liberal. Pero esto trata de un revisionismo que tiene que ver con la etapa rosista. Pero hay también un revisionismo que no hace hincapié exclusivamente en Rosas. Porque hay etapas en la historia argentina, como la de después de Caseros, que también hubo que revisarlas. Yo me he especializado más en la etapa posterior a Caseros, porque era la menos trabajada. Porque los llamados revisionistas, del Instituto Juan Manuel de Rosas, ¿no es cierto?, se ocuparon mucho de la época de la Federación, de la época de Rosas, y no le dieron ninguna importancia a lo que vino después.

-Y usted trabajó la etapa posterior.
-Yo trabajé “Vida del Chacho”, “José Hernández”, mi bibliografía, ¿no es cierto?, que son etapas que tienen que ver con después de Caseros. Más que nada historia de la cultura, historia de las ideas. Mi biografía sobre Hernández cambió totalmente la imagen de José Hernández, porque se decía que no había documentación y yo demostré que había documentación a patadas y que no había sido buscada, que no había sido investigada. Y el libro “Vida del Chacho” también tuvo mucha importancia.

-Ese período, de liberalismo, ¿también está muy ligado a la masonería?
-Ah, no. Sí, claro. Está ligado a la masonería, que era muy fuerte en esa etapa. La mano inglesa, digamos. La alianza, lo que el historiador inglés Collin Lewis llama “la conexión anglo-argentina” viene acompañada por una minoría con sus organismos secretos, que es la masonería, para enrolar fuerzas, sobre todo empresarios, militares, marinos... La marina, bueno, ni qué hablar que fue copada por la masonería. Los ferrocarriles tenían una gran fuerza y en los ferrocarriles la masonería era importante: no se salía de peón, no se pasaba a capataz si no se enrolaba en la masonería. Del ferrocarril inglés le estoy hablando, ¿eh? De manera que esto habla del peso que tuvo o que tenía. Hoy no lo tiene. La verdad es que hoy hay otras corporaciones que hacen que el peso del poder esté en otro lado.

-¿Por qué perdió ese peso?
-Bueno, porque la economía los desplazó. El poder económico, el poder de la usura, el poder financiero desplazó estas fuerzas que eran ideológicas y políticas.

-Estaban antes de Caseros y después de Caseros.
-Sí, sí. Continuó. Y a Urquiza lo enrolaron y le dieron directamente el grado 33 acá en la calle Cangallo que ahora es Perón, en la Gran Logia.

-Con Félix Luna vimos esto que de 1852 a 1912, hasta la Ley Sáenz Peña, prácticamente todos los presidentes fueron masones.
-Sí, sí, si. Sí, y además con ignorancia de la soberanía del pueblo, porque no había voto. No había documentos para votar tampoco (ríe). Y el fraude era una institución. El fraude era una institución. Y un presidente dejaba sucesores, ¿no? Había toda una sucesión en el gobierno.

-Un presidente ya sabía quién iba a venir después.
-Sí, un pariente o un amigo.

-Bueno, Sarmiento cuando viajó a Estados Unidos le dijo a Mitre que se acuerde que el próximo presidente tenía que ser él.
-Claro, cuando él estaba allá el que lanzó la candidatura fue Lucio Mansilla, que estaba en el ejército de la guerra del Paraguay. La candidatura de Sarmiento se lanzó desde el Ejército que peleó contra los paraguayos. Y fue Mansilla el que lanzó la idea. Lucio Victorio Mansilla.

-Que era masón también.
-Sí, sí, sí. Y que quiso ser ministro de guerra de Sarmiento. Y cuando fue porque lo llamó para hablar con él, Sarmiento, de arriba, le dijo: “No, no, no. Ministro no. Con un loco ya basta y sobra”.

-Mansilla murió en Francia.
-Sí, ahora, como escritor, no hay dudas, era excelente.

-Sí, tiene las “Causeries”...
-Sí, y de Rosas cuenta muchas cosas. El libro de él sobre Rosas es muy bueno. El tiene un “Rosas” donde habla mucho de la madre de Rosas y que la describe como una gran mujer. Después tiene “Una incursión a los indios ranqueles”. Todo lo de él es bueno. Tiene un montón de trabajos. Es meritorio Mansilla.

-Esta revisión de la historia, en principio me parece que no es exclusiva de Argentina. Los franceses también tienen su revisionismo...
-Sí, sí, sí. Y los brasileños. Curiosamente, en Brasil, los que iniciaron la revisión de la historia fueron los positivistas brasileños. Los positivistas brasileños, que como ocurre en Brasil son muy brasileños, de cualquier color o ideología que sean, primero son brasileños, reivindicaron las misiones jesuíticas, las tareas de los jesuitas en la república guaraní. Es un caso muy curioso el de Brasil.

-¿Y esa revisión se hace en Argentina en función de que había una historia falsificada?
-Claro, sí, puesta al servicio del poder de turno. Había una historia como acompañando al poder, al proyecto de país. Y, desde la escuela, no había más que una sola voz: estaban los “ángeles” y los “demonios”, y a los “demonios” ni se los mencionaba. Todos aquellos que habían cuestionado el proyecto de Argentina y se habían rebelado de una u otra manera, ¡chau, a la basura! Esta fue la visión. Era más que tergiversación: era omisión. Hacer ignorar lo que no convenía. Más que una historia falsificada era una historia omitida. Ramón Doll tiene una imagen muy ilustrativa: dice que la historia argentina, la escrita, es como un inmenso témpano flotante, donde lo principal está sumergido bajo la linea de flotación. Y lo que se ve, que es la historia escrita, es el pedacito más chiquito de arriba.


lunes, 19 de septiembre de 2011

El ajusticiamiento de Rauch en Las Vizcacheras

Por Adrián Moyano

El 28 de marzo de 1829 un peñi terminó con la vida del mercenario prusiano. Pero el hecho no fue resultado del arrojo individual, fue la respuesta colectiva de una parte del pueblo mapuche.
A los libros llegó la versión de la historia que no escribieron los mapuche. A las obras pictóricas también. En un dibujo reproducido hasta el hartazgo, un tal Fortuny (Fortini dicen otros) inmortalizó la muerte de Federico Rauch, la que tuvo lugar el 28 de marzo de 1829 en el combate de Las Vizcacheras. En la escena puede apreciarse a un gallardo militar que sable en mano, trata de enderezar a su caballo, el que ha sido boleado. Luce un uniforme que se sugiere impecable, una gorra que pese a la violencia del entrevero, está firmemente instalada sobre su cabeza. Se muestra elegante hasta en la derrota. Su monta tiene las patas traseras enredadas por un bolazo. A su alrededor, pueden contarse trece jinetes mapuche. Algunos sonríen. Uno de ellos carga lanza en ristre sobre la espalda del soldado. Otro ya echó pie en tierra. Pisa los pastos generosos de Puelmapu. Es un gran trabajo plástico: semiocultas por la polvareda que levantó el enfrentamiento, varias siluetas continúan con la pelea.
Si no tuviéramos más datos sobre Las Vizcacheras, podríamos concluir que se trató de una emboscada. En el lienzo, el infortunado sufre una abrumadora inferioridad numérica. No hay otros soldados que aparezcan cerca. El más próximo está montado y de espaldas, sable en mano, luchando contra algún adversario que no alcanza a divisarse. Su vestimenta se adivina similar a la del caído. Trece contra uno... Al pintar también se construyó el estereotipo del "indio flojo" y traicionero. ¿Cuántos observadores habrán supuesto que este combate fuera uno de los tantos que libraron durante el siglo XIX las tropas de los sucesivos gobiernos winka con las diversas parcialidades mapuche?
En los últimos tiempos, la figura y actuación del coronel Rauch fue objeto de revisión por parte de Osvaldo Bayer, uno de los intelectuales más lúcidos de la Argentina y además, uno de los pocos que ha puesto su trabajo desinteresado al servicio de la verdad histórica que atañe al pueblo mapuche. De hecho, ideó la campaña Awka Liwen, que propone erradicar de todos los espacios públicos del país a los monumentos que homenajean al general Roca, dos veces presidente de los argentinos y ejecutor de la llamada Campaña al Desierto.
En realidad, Bayer comenzó a echar luz sobre la figura de Rauch hace tres décadas y como consecuencia de sus aseveraciones, conoció el calabozo, cuando un descendiente del militar tuvo poder para encarcelarlo. Matices más, matices menos, el relato que nos entrega el escritor y periodista señala que el hombre del caballo boleado había sido contratado por el gobierno de Bernardino Rivadavia en 1826 para limpiar las pampas de rankülche. Se trataba de un prusiano que había servido a las órdenes de Napoleón, es decir, lisa y llanamente un mercenario. El europeo se ufanaba de su practicidad: "hoy hemos ahorrado balas, degollamos a veintisiete ranqueles", le comunicó en una oportunidad a su superioridad. Pero hete aquí que se encontraría con la horma de su zapato. Siempre según el autor de "Los vengadores de la Patagonia trágica" un peñi –"un indio joven, apuesto, alto y de pelo largo"- al que los soldados llamaban Arbolito, esperó pacientemente al prusiano en una rugosidad del terreno, lo dejó pasar, le boleó el caballo y cuando éste se desplomó, rápidamente lo degolló. Bayer también comenta que Buenos Aires recibió al cadáver del prusiano con toda pompa y que sus exequias fueron muy lujosas. A tal punto fueron valorados sus servicios que una localidad bonaerense lleva su nombre: Coronel Rauch. En cambio, se queja Don Osvaldo, nadie recuerda a Arbolito, el "héroe de las pampas, el querido indio Arbolito".
Pero ni del dibujo de Fortuny ni del relato de Bayer se desprende un dato central. El combate que tuvo lugar en Las Vizcacheras aquel día no estuvo exclusivamente protagonizado por los kona rankülche de un lado y las tropas bonaerenses por el otro. En rigor, allí se enfrentaron un contingente federal de aproximadamente 600 hombres y otro unitario, de número similar. En el diciembre anterior, los sectores que habían sido desplazados del poder por la gestión de Manuel Dorrego, se habían sublevado e inclusive, el malogrado gobernador fue fusilado. Allí comenzó uno de los innumerables capítulos que constan en la historia de las guerras civiles argentinas. A Las Vizcacheras hay que situarla en ese marco. Las tropas leales a Lavalle –el fusilador de Dorrego- eran comandadas por Rauch, quien marchaba al frente de sus Húsares de Plata y contaba con otras unidades. Del lado federal participó Prudencio Arnold, quien más tarde llegó al grado de coronel y como muchos de los militares de su época, tuvo la ocurrencia de escribir sus memorias.
Cuenta en su libro "Un soldado argentino", que Rauch les venía pisando los talones, con la ventaja de comandar tropas veteranas de la guerra del Brasil. Los federales llegaron a Las Vizcacheras casi al mismo tiempo que un nutrido contingente de pu kona, que combatirían a su lado. Dice Arnold: "en tales circunstancias el enemigo se avistó. Sin tiempo que perder, formamos nuestra línea de combate de la manera siguiente: los escuadrones Sosa y Lorea formaron nuestra ala derecha, llevando de flanqueadores a los indios de Nicasio; los escuadrones Miranda y Blandengues el ala izquierda y como flanqueadores a los indios de Mariano; el escuadrón González y milicianos de la Guardia del Monte al centro, donde yo formé". Arnold no brinda más datos sobre los lonko que guiaban a los peñi salvo que Nicasio llevaba como apellido cristiano Maciel, "valiente cacique que murió después de Caseros".
Rotas las hostilidades, Rauch arrolló el centro de los federales y se empeñó a fondo –siempre según el relato de su adversario- sin percibir que sus dos alas eran derrotadas. Se distrajo y comenzó a saborear su triunfo pero pronto se vio rodeado de efectivos a los que supuso suyos. Hay que recordar que por entonces, los federales sólo se diferenciaban de los unitarios por un cintillo que llevaban en sus sombreros, el que decía "Viva la federación". Anotó su rival: "cuando estuvo dentro de nosotros, reconoció que eran sus enemigos apercibiéndose recién del peligro que lo rodeaba. Trató de escapar defendiéndose con bizarría; pero los perseguidores le salieron al encuentro, cada vez en mayor número, deslizándose por los pajonales, hasta que el cabo de Blandengues, Manuel Andrada le boleó el caballo y el indio Nicasio lo ultimó... Así acabó su existencia el coronel Rauch, víctima de su propia torpeza militar".
A raíz de su acción, Andrada fue ascendido a alférez. No obstante, no figura en el dibujo de Fortuny, en el cual sólo aparecen "indios". Sobre el degüello del prusiano, Arnold se limita a señalar que "se le cortó la cabeza...". No afirma que fueron manos mapuche quienes cercenaron el cogote del mercenario aunque bien podría haberlo hecho, porque en el resto de su narración queda en claro que no le tenía la menor estima a los peñi que combatían a su lado. Para evitar cualquier condena posterior, tenía a mano el recurso de depositar esa responsabilidad en los "salvajes". Así lo hicieron los historiadores argentinos de más tarde, que en lugar de convivir con la práctica de ese acto que hoy consideramos deleznable, prefirieron ubicarlo afuera, en el "Otro". Es más cómodo, más soportable, suponer que Rauch fue descabezado por un mapuche que por un soldado federal, que en definitiva era un blanco, un hombre de la civilización. Claro que más tarde, los jefes "nacionales" se cansaron de degollar gauchos durante las insurrecciones montoneras, pero esa es otra historia.
En la obra pictórica a la que hacemos referencia no sólo no aparece el cabo de Blandengues, tampoco lo hace ningún efectivo federal. Es decir, falsea la realidad. Indirectamente, omite desde el arte un dato suficientemente probado, los mapuche no sólo fueron protagonistas indiscutidos de su propia historia en los tiempos republicanos a uno y otro lado de la cordillera, también intervinieron y en ocasiones de manera decisiva, en los sucesos que hilvanaron el devenir histórico de la Argentina. Una simplificación práctica nos permitiría afirmar que con el correr de los años, los rankülche aparecieron como aliados de los unitarios y que los chaziche de Kalfükura solieron cabalgar al lado de los federales. Estos alineamientos no fueron automáticos pero además, es preciso entender que las alianzas que celebraron las diversas parcialidades poco tuvieron que ver con la adhesión a los principios centralistas o a los federales, sino que se explicaban por la dinámica interna del pueblo mapuche. Por eso en más de una oportunidad y en el marco de las guerras civiles argentinas, hubo pu kona de uno y otro lado. Al origen de esas oposiciones hay que buscarlo en los más recónditos pliegues del pasado mapuche, jamás se agotará su explicación en los vaivenes de la política winka. Los peñi de Nicasio y Mariano tuvieron sobradas razones para combatir a Rauch al lado de los federales. El prusiano había llegado a Buenos Aires en 1819 y en 1826 ya era jefe. Expedicionó hacia Kakel y Sierra de la Ventana, en carrera encarnizada detrás de los lofche. Les arrebató miles de cabezas de ganado, destruyó los toldos e hizo prisioneros. "Persigue hasta el exterminio en los vericuetos de la Sierra de la Ventana a los derrotados...", escribió el "progresista" Álvaro Yunque hacia 1956. A pesar de sus ideas supuestamente de avanzada, para Yunque Rauch fue "un jefe excepcional". El mercenario les había arrebatado a las comunidades de esa zona del Puelmapu 70 mil kilómetros cuadrados. Hay que tomarse el trabajo de observar un mapa de la actual provincia de Buenos Aires.
Bayer dice que la ciudad de Coronel Rauch se levanta cerca de donde ocurrió el combate de Las Vizcacheras, ¡tan cerca del mar! Algo más al sur se alzan las sierras de Tandil y La Ventana. ¡Esas tierras también eran territorio mapuche! Durante la gestión del fusilado Dorrego la frontera había llegado hasta Cabo Corrientes, ¡hoy Mar del Plata! Alrededor resiste la toponimia en mapuzugun: Chapaleofú (una localidad); Arroyo del Gualicho; Napaleofú (otro pueblo); Mechongue (uno más); Tamangueyu (otro); Nahuel Rucá (más)... ¡Hasta el recuerdo de Calfucura está presente gracias a la denominación de un pequeño poblado! Los ejemplos se multiplican.
Esperemos que los debates como el que queremos presentar, también proliferen. No sabemos si Arbolito o Nicasio fueron la misma persona. Esa discusión no tiene mayor trascendencia. Sí nos parece importante destacar que el ajusticiamiento de Rauch no fue solamente la obra de "un indio joven, apuesto, alto, de pelo largo". No creemos que haya sido la respuesta individual de un peñi más indignado que el resto. Pensamos que fue la reacción calculada y premeditada de al menos, dos lonko y sus respectivos kona, que vieron en las luchas intestinas de los winka la posibilidad de frenar las usurpaciones territoriales que desde el mismísimo 1810, los argentinos estaban perpetrando contra los hermanos. Quizá haya sido "el querido indio Arbolito" el "héroe de las pampas" que supone Don Osvaldo. Pero los héroes históricos que el pueblo mapuche ha consagrado son Leftraro, Kawpolikan, Pelantraro, Lientur, Kalfükura, Kilapan, Pincen, Baigorrita y tantos otros. Ellos también enrojecieron sus cuchillos con la sangre de los usurpadores, alguna vez fueron jóvenes, no todos resultaron apuestos y mucho menos altos, pero reunieron en sus personas la sapiencia, la astucia, la valentía, la dignidad y la tenacidad de un pueblo que a 182 años de Las Vizcacheras, continúa abriéndose paso con el waiki del pensamiento. Pero también con acciones menos simbólicas si es necesario.
* Periodista, licenciado en Ciencias Políticas, colaborador de la Organización Mapuche Tehuelche "11 de Octubre" y del periódico mapuche Azkintuwe.

viernes, 16 de septiembre de 2011

La cultura Rosista

Por Fermín Chávez

Otra falsedad tremenda es la de que el período de Rosas fue de atraso o, como mínimo, de detención cultural. El doctor Amadeo, en sus cuidadosas Vidas argentinas, dice: "Los valores tradicionales tuvieron en él un celoso, a veces implacable defensor. Bajo su gobierno, la sociedad mantuvo su estructura antigua, y esto hizo posible la formación de tipos de alto refinamiento, cuya expansión cultural, contenida por un régimen de fuerza, produciría después varones de estirpe superior" (R. Amadeo: Vidas Argentinas). ¡Estupendo hallazgo, magnífica combinación que nos permite abominar de la época de Rosas, que asfixió a los "tipos refinados", y glorificar a la que le sucede, regida por "varones de estirpe superior" que surgieron por generación espontánea de la historia!
Los tiempos de Rosas fueron de graves dificultades, guerras intestinas y ataques extranjeros promovidos por los representantes de "la ilustración". No obstante ello, Rosas difundió la enseñanza, creó casas de estudios superiores y estimuló muy valiosas actividades intelectuales. Durante su gobierno se publicó, por don Pedro de Angelis, la famosa Colección, de obras y documentos relativos a las historias antigua y moderna de las Provincias del Río de la, Plata. en seis volúmenes, impresa en la Litografía del Estado en 1836/37, el Cancionero argentino, en 1837, La lira española, en 1844 y El mosaico literario, en 1848, así como La galería de ilustres contemporáneos, publicada por Arzac, en la Litografía de las Artes, en 1844. Recuérdese, asimismo, que La Gaceta Mercantil se publicó con desusada regularidad durante su gobierno, así como El Archivo Americano, redactado en idioma español, inglés y francés, y el British Packet, diario escrito en inglés.
El propio Rosas era un hombre muy culto y no tenía el menor parecido con la estampa de caudillo ignorante y brutal que nos sirven los difamadores liberales. Por ser de quien es, mucho vale la opinión del célebre poeta español (aunque nacido en Buenos Aires), don Ventura de la Vega. Visitó a Rosas en Southampton, en julio de 1853; en carta a su mujer, que se hallaba en Madrid, le expresaba: “Decían que sólo tenía talento natural y que era poco culto; no es cierto. Es un hombre instruidísimo y me lo probó con las citas que hacía en su conversación; conoce muy bien nuestra literatura y sabe de memoria muchos versos de los poetas clásicos españoles" (Carta de Ventura de la Vega a su mujer. Londres, 21 de julio de 1853. - Cfr. Ventura de la Vega: Cartas íntimas, pág. 103. Madrid, 1874).
Sus escritos, discursos y correspondencia revelan la originalidad de su cultura; la oración pronunciada en las exequias de Dorrego es una pieza de antología. La Protesta contra el despotismo del gobierno de Buenos Aires, publicada en 1857, tiene pensamientos hondos y frases elocuentes. "El juicio del General Rosas -decía- compete solamente a Dios y a la Historia, porque solamente Dios y la Historia pueden juzgar a los pueblos. Porque no pueden constituirse en jueces los enemigos ni los amigos de Rosas, las mismas víctimas que se dicen, ni las que pueden ser tachadas de complicidad en los delitos... No hay que esperar moderación cuando el furor ocupa el alma..." (General Rosas: Protesta).
El francés Alfred Brossad, que acompañó a conde Walewsky en la misión diplomática de 1847, como no podía ser de otra manera, criticó a la enseñanza rosista. Entre las críticas que formuló, dice que una de las cuestiones más largamente tratadas en el programa de geografía fuera la siguiente: “Demostración de los derechos perfectos de la Confederación Agentina sobre Paraguay, sobre la costa patagónica y las islas Malvinas; derechos injustamente rebatidos y desconocidos por las potencias europeas”
El francés criticaba a la educación rosista por enseñar precisamente lo que nunca debió dejarse de enseñar.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Bienvenida Civilización

Por el Ingeniero Leonardo Castagnino

El 3 de febrero de 1852 fue derrocada la “tiranía” y arriba la civilización.
Urquiza renovó en Caseros los degüellos que tan siniestra fama le habían dado en Pago Largo, India Muerta y Vences. El doctor Claudio Mamerto Cuenca fue asesinado a sangre fría mientras curaba enfermos en Santos Lugares. (Adolfo Saldías, Historia de al Confederación Argentina, t.V, p.319) El matador de Cuenca el coronel oriental Lión Palleja. El coronel Martiniano Chilavert fue ejecutado en forma salvaje. “Los allegados del general vencedor le pedían la vida (la ejeución) de tal o cual jefe vencido y él se las concedía. Uno de ellos sacó al coronel Santa Coloma de la capilla de Santos Lugares y lo hizo lancear teniéndolo por los cabellos.” (Ibidem, p.325) Uno de los vencedores de Caseros, el general César Díaz, nos ha dejado el siguiente cuadro de las escenas que siguieron a la victoria:
“Un bando del general en jefe había condenado a muerte al regimiento del coronel Aquino, y todos los individuos de ese cuerpo que cayeron prisioneros fueron pasado por las armas. Se ejecutaban todos los días de a diez, de a veinte y más hombres juntos... Los cuerpos de las víctimas quedaban insepultos, cuando no eran colgados de algunos de los árboles de la alameda que conducía a Palermo. Las gentes del pueblo que venían al cuartel general se veían obligadas a cada paso a cerrar los ojos para evitar la contemplación de los cadáveres desnudos y sangrientos que por todos lados se ofrecían a sus miradas; y la impresión de horror que experimentaban a la vista de tan repugnante espectáculo trocaba en tristes las halagüeñas esperanzas que el triunfo de las armas aliadas hacía nacer. Se acercaban cautelosamente aun las personas que les inspiraban más confianza, para indagar la causa de aquella carnicería humana, y sólo se tranquilizaban cuando se les aseguraba que en ella no estaban comprendidos sino los autores y cómplices del asesinato de Aquino. No era ésta, sin embargo, la verdad. Morían otros que no habían pertenecido al regimiento rebelde, en la misma forma ejecutiva que aquéllos. Me acuerdo, entro otros, de dos hermanos, oficiales de la división Galán, cuyos cadáveres vi yo mismo... Hablaba una mañana con una persona que había venido de la ciudad a visitarme, cuando empezaron a sentirse muchas descargas sucesivas. La persona que me hablaba, sospechando la verdad del caso, me preguntó:
-¿Qué fuego es ése?
- Debe ser ejercicio- respondí yo sencillamente, que tal me había parecido; pero otra persona, que sobrevino en ese instante y que oyó mis últimas palabras:
-¡Qué ejercicio ni qué broma -dijo-; si es que están fusilando gente!
(Cesar Díaz. Memorias, p.307)

Sarmiento, que vestido con uniforme francés acompañaba como boletinero al ejército invasor, años más tarde declarará haber sentido placer al contemplar este espectáculo. (Manuel Gálvez, Vida de don Juan Manuel de Rosas, p.290)
Aunque no lo tocó ni el polvo de la batalla, Sarmiento presenció las escenas que siguieron, y corrobora lo afirmado por César Díaz:
“Mientras tanto –dice Sarmiento-, el desconsuelo, la aflicción, ganaban todos los ánimos; los unos se abatían, maldecían los otros, mil rumores circulaban, nadie justificaba al general, y la duda se infiltraba en todos. La población obrera y pobre continuaba prisionera en Palermo, como si se hubiese querido hacer de intento que las masas populares, por las madres, por las esposas, por las hermanas, tomasen su parte de aversión, de desengaño, de reminiscencia de lo pasado; para agravar más las semblanzas, las señoras que iban en sus carruajes a Palermo tenían que cubrirse la vista al entrar en la calle de los sauces por no ver los cadáveres colgados en ellos, en el paseo público, no para escarmiento de los soldados, que no transitaban por allí, sino como un cartel puesto a los ciudadanos y a las señoras. ¿Pero qué es esto?, volvían diciendo las madres, las niñas. ¡Qué indecencia! ¡Qué asquerosidad! En tiempo de Rosas no nos han colgado cadáveres en el Paseo Público!” (D.F.Sarmiento. Campaña del Ejército Grande, p.119)
Es evidente que había llegado la civilización. Los hechos posteriores a Caseros también darían testimonio de ello.
Notas:
(1) "Quiscudo". Mote dado a Urquiza por parte de Manuel Taboada. El apodo viene de "quisca2, espina o púa de algunos arbustos.
(2) "General Bum Bum". Asi apodó a Sarmiento el dibujante Carlos Monnet, en el semanario “La Presidencia”.Por su parte el coronel Lino Palacios apodo a sarmiento “General de la Batalla del Piojito”, festivamente llamado así a causa de su ridículo generalato hecho a dedo. El coronel Lino Almandós en 1862, al brindar en un banquete en Mendoza: “Las presillas que ostentan mis hombros son ganadas en los campos de batalla” y agregó en presencia del propio “boletinero del ejército grande”: “La que cuenta el señor Sarmiento, son regaladas por el señor general Urquiza, patentadas por el gobernador Obligado, y concedidas, señores, por favor del señor brigadier Mitre. He dicho”. En sus "Recuerdos de Provincia", Sarmiento relata las guerrillas a padreadas de su infancia sanjuanina, cuando el travieso muchacho acaudillaba a “Piojito”, “Barrilito”, y otros.

Fuentes:
- Saldías Adolfo. Historia de la Confederación Argentina.
- Ezcurra Medrano, Alberto. Las otras tablas de sangre.
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

Hace ciento sesenta años

Por Don Singulario
-Hola don Singulario, ¿cómo anda con los trámites de cierre del boliche?
-Más o menos, me genera una gran tristeza hacerme cargo de finalizar un proyecto comercial que proveyó de innumerables momentos de placer por los vínculos que a su alrededor se gestaron, pero también el alivio de reconocer que no se pierden, sino que se transforman en nuevas realidades…
-Así es don, a veces es necesario darse cuenta que si lo de ayer fue bueno, cambiando, lo de mañana será mejor… ¿Con qué fato se vino hoy?
-Lo que traje como efemérides, si por su contenido fuera no me ayudaría en la melancolía. Sin embargo conociendo lo malo, el doblez y la traición uno puede precaverse y evitar esos engaños perversos…
-¡Ya se puso patético! Déle al rollo
- Muchas veces naturales de nuestra tierra se habían aliado con los enemigos, pero generalmente habían tenido poca suerte. El 20 de noviembre de 1845 se produjo el bravo combate de la vuelta de Obligado, donde los criollos enfrentaron corajudamente a la escuadra anglo-francesa, San Martín le escribe a Rosas para expresarle sus respetos y felicitaciones: "Ahora los gringos sabrán que los criollos no somos empanadas que se comen así nomás sin ningún trabajo". Estaba un poco equivocado don José. Al cumplirse puntualmente los seis años, un 21 de noviembre de 1851 se comenzaba a gestar una de las mayores traiciones de nuestra historia.
-Estuve mirando por TV el acto que se realizó conmemorando aquella batalla y escuché a Cristina en un discurso magnífico, como es de costumbre sin letra preparada, recordando a aquellos héroes. Hoy aquel campo de batalla sobre el Paraná se ha transformado en un punto referencial de nuestra soberanía resaltado con un monumento que contiene las cadenas con que se cortó el río. Pero Ud. me habla de una traición poco tiempo después, ¿De qué se trata?
-Releyendo el libro “Fuentes para el Estudio de la Historia Institucional Argentina” recopilado y prologado por un tal Alberto David Leiva en una edición previa de EUDEBA del año 1982 encontré en el índice (yo estaba buscando referencias sobre aquel glorioso hecho) dos artículos consecutivos que quiero compartir con los lectores y luego ver si podemos sacar alguna conclusión:
    Otorgamiento de la Suma del Poder Público a Juan Manuel de Rosas – 7 a 30 de marzo de 1835  Página 305
    Convención por la que se establece una alianza entre Corrientes, Entre Ríos, el Brasil y la República Oriental del Uruguay para libertar al pueblo argentino del Gobierno de Juan Manuel de Rosas y se fijan las obligaciones recíprocas de los signatarios – 21 de noviembre de 1851.  Página 307
    Protocolo…etc. – 6 a 12 de abril de 1852. Página 315
-A ver don Singu si comprendo un poco lo que está expresando. Ese libro de la Editorial Universitaria de Buenos Aires,  publicado durante el Proceso de Destrucción Criminal, como fuente para el estudio de la historia considera como los únicos hitos interesantes a mediados del siglo XIX una decisión política y una convención entre países que se encontraban en guerra.
-Miremos de esta manera, el autor considera innecesario aportar argumentos de hechos ocurridos durante dieciséis años, entre los que podríamos llamar gobiernos populares, guerras intestinas, enemigos extranjeros bloqueando puertos, ataques piratas y un sinfín de otros asuntos políticos, comerciales, militares, etc. con personajes que han pasado a la historia como héroes o bandidos.
-Esa convención que menciona en segundo término, que por lo observado en el índice ofrece bastante material, por el título me imagino corresponde a un grupo sedicioso dispuesto a voltear a las autoridades argentinas.
-Imagina bien en lo de sedición, sólo que el que dirige la misma es un líder federal aliado a esas autoridades que comienza a traicionar, pero vamos a leer parte del texto, que no tiene desperdicio si lo comparamos con aquel otro aliado que, apoyado en la opinión de una hija sólo atinó a murmurar que “mi voto no es positivo”
«Nos el ciudadano Justo J. de Urquiza, Gobernador y Capitán General de la Provincia de Entre Ríos hacemos saber: que el Encargado de Negocios de esta Provincia y de la de Corrientes, cerca de la República Oriental del Uruguay ha celebrado, ajustado, concluido y firmado en la ciudad de Montevideo a veinte y uno de noviembre de mil ochocientos cincuenta y uno, con el Plenipotenciario de S. M. el Emperador del  Brasil y con el de la República Oriental del Uruguay, una convención, cuyo tenor es como sigue:
En nombre de la Santísima indivisible Trinidad
Artículo 1: Los estados aliados declaran solemnemente que no pretenden hacer la guerra a la Confederación Argentina, ni coartar de cualquier modo que sea la plena libertad de sus pueblos, en el  ejercicio de los derechos soberanos que deriven de sus leyes y pactos o de la independencia perfecta de su Nación. Por el contrario, el objeto único a que los Estados aliados se dirigen es libertar al Pueblo Argentino de la opresión que sufre bajo el dominio tiránico del Gobernador D. Juan Manuel de Rosas, y auxiliarlos para que organizado en la forma regular que juzgue más conveniente a sus intereses, a su paz y amistad, con los estados vecinos, pueda constituirse sólidamente, estableciendo con ellos las relaciones políticas y de buena vecindad de que tanto necesitan, para su progreso y engrandecimiento»



-Don Singulario, así que en esa convención se complotaron para destituir al gobierno de don Juan Manuel
-Ese protocolo firmado consta de largos veintiún artículos donde se indican los distintos roles que ocuparán cada uno de los ejércitos comprometidos y las obligaciones emergentes como el del aporte económico, los montos y la devolución con los intereses devengados. Un párrafo sobre el particular puede ser revelador de los roles:
«[...] la deuda quedará a cargo de los Estados de Entre Ríos y Corrientes; y para garantía de su pago, con los intereses estipulados, sus Excelencias los SS. Gobernadores de Entre Ríos y Corrientes, hipotecan desde ya las rentas y los terrenos de propiedad pública de los referidos estados»
-¿Ante quien firmaban estas hipotecas don? Tienen pinta de leoninas…
-En otro artículo se define que para sufragar los gastos necesarios, S.M. el Emperador de Brasil les proveerá en calidad de préstamo la suma mensual de cien mil patacones. El artículo 14 establece con detalles muy concretos que los signatarios defenderán de todas las formas la libre navegación de los ríos interiores.
-Qué dato interesante, la batalla de Obligado fue para defender la soberanía de los ríos y en esta convención se acuerda lo contrario.
-Todo el tratado define con claridad meridiana que la guerra que se va a declarar es como un aporte a la humanidad en desmedro de los intereses nacionales. Pero quiero agregar que luego de firmado hubo algún chisporroteo porque inmediatamente se firma un artículo adicional donde el Emperador se aviene a adelantar la primera cuota.
-Cuestión de guita sería entonces, como dijo un presidente yanqui antes de entrar al salón oval “the economic, estupid”
-Déjeme antes de terminar que le cuente que el artículo 21 comienza así «Este convenio se conservará secreto [...] 
-¿Dónde puedo leer ese convenio completo, don?
-En las páginas 307 del libro mencionado o por Internet en la siguiente dirección http://constitucionweb.blogspot.com/2010/06/tratado-de-alianza-entre-corrientes.html

martes, 13 de septiembre de 2011

Algunos Homenajes al Restaurador

Camaradas y Compañeros...cada día somos más...Viva la Patria...










domingo, 11 de septiembre de 2011

ORIGENES DE PALABRAS Y FRASES POPULARES

Por Identidad Cultural


Sólo los paremiólogos -expertos en refranes- son capaces de dar respuesta a semejante incógnita. Lo que sigue es parte de sus desvelamientos.

BONDI. La manera porteña de decir que uno va a subir a un colectivo, es `me tomo un bondi`, pero resulta que esta palabra es una derivación brasileña de `bond` (boleto, en inglés), palabra que lucía en los pasajes de los tranvías que las compañías británicas habían instalado en San Pablo. Como en portugués a las palabras terminadas en consonante se les suele agregar una vocal, `bond` se convirtió en `bondi`. Más tarde, los porteños la adoptaron para designar al colectivo, que nunca fue inglés y cuyos pasajes jamás se llamaron `bond`.

NO QUIERE MÁS LOLA. Es `made in Argentina`. Lola era el nombre de una galleta sin aditivos que a principios del siglo XX integraba la dieta de hospital. Por eso, cuando alguien moría, se decía: `Este no quiere más Lola`. Y, desde entonces, se aplica a quien no quiere seguir intentando lo imposible.

A SEGURO SE LO LLEVARON PRESO. Viene de Jaén, España, donde los delincuentes eran recluídos en el Castillo de Segura de la Sierra. Originalmente se decía `a (la prisión de) Segura se lo llevaron preso`, que advertía de no robar, para no terminar en Segura. Hoy significa que nadie está libre de alguna contingencia.

MÁS LOCA QUE UNA CABRA. Los corderos, una vez destetados, siguen mansamente a su madre, en cambio los cabritos se disparan a los saltos hacia el monte y su pobre madre se vuelve loca tratando de ubicarlos. De allí lo de `más loca que una cabra` o `está rechiva`.

HASTA QUE LAS VELAS NO ARDAN. Se originó en los prostíbulos, en épocas en que no existía la luz eléctrica y los relojes eran objetos de lujo. La madama le entregaba al cliente una o varias velas, según lo pagado. Cuando se consumían, el turno había concluído, esto es, había sexo `hasta que las velas no ardan`.

PONER LOS CUERNOS. Del `derecho de pernada` que se dice le asistía al señor feudal en la Edad Media, derivó lo de `poner los cuernos`. Antes de acostarse con la novia, el caballero colgaba en la puerta una ornamenta de ciervo para advertir que nadie entrara so pena de ser decapitado. Mientras tanto, el marido llamaba orgulloso a sus vecinos para mostrar que su señor le había puesto los cuernos.

A CADA CHANCHO LE TOCA SU SAN MARTÍN. Alude al 11 de noviembre, día de San Martín de Tours, patrono de Buenos Aires, que se celebra comiendo lechón. Significa que a todos les llega en algún momento la compensación por sus buenos o malos actos.

VIVA LA PEPA. Contra lo que pudiese creerse, `viva la Pepa` no es el grito de alegría de un buscador de oro, sino el que usaban los liberales españoles en adhesión a la Constitución de Cádiz, promulgada el 19 de marzo de 1812, en la festividad de San José Obrero. Como a los José se los apoda Pepe, en vez de decir `viva la Constitución` -lo que conllevaba llegar a ser reprimidos- los liberales gritaban `viva la Pepa`. Hoy, en Argentina, su significado se ha desvirtuado y se parece a `piedra libre`.

AL TUN TÚN. Con la expresión `al tun tún`, los paremiólogos no se ponen de acuerdo: para unos deviene de `ad vultum tuum`, que en latín vulgar significa `al bulto`, y para otros, es una voz creada para sugerir una acción ejecutada de golpe. De cualquier forma, hoy `al tun tun` indica algo hecho sin análisis ni discriminación.

ATORRANTES. Lo de `atorrantes` viene de principios del siglo pasado, cuando colocaron unos grandes caños de desagüe en la costanera, frente a la actual Casa de Gobierno, en lo que hoy es Puerto Madero. Éstos tenían la leyenda `A. Torrant et Cie.` (nombre del fabricante francés) bien grande a lo largo de cada segmento de caño, y estuvieron casi más de un año hasta que, por fin, los enterraron. Mientras tanto `se fueron a vivir a los caños` cuanto vago, linyera y sujetos de avería rondaban por la zona y así surgió este dicho. Cuando la gente se refería a las personas que vivían en esos caños, los llamaban "A-Torran-tes". Más adelante se llamó así a toda persona vaga o de mal comportamiento.

CROTO. La expresión `Croto` se remonta a la década del `20, cuando el entonces Ministro de Obras Públicas y Transporte, Crotto, implementó una especie de certificado de pobreza y cuyo portador podía viajar gratis en los tranvías y trenes. Hoy en día se denomina con este nombre a toda persona mal vestida que con su apariencia denota su estado de indigencia.

ATAR LOS BÁRTULOS. Por último, `atar los bártulos` alude a Bártulo de Sasso-Ferrato, jurisconsulto de la Edad Media, profesor de Derecho en Pisa, Bolonia y Padua, cuyas obras -contenidas en trece volúmenes- sirvieron de base de estudio durante tres siglos. Los estudiantes tomaban nota de ellas y luego ataban esos apuntes, a los que llamaban bártulos, para que las hojas no se les perdieran. Hoy la expresión alude a preparar una mudanza.

viernes, 9 de septiembre de 2011

A Don Juan Manuel.....

POR EL DR. ARTURO PELLET LASTRA
En la mañana del frío invierno del sur de Inglaterra del 14 de marzo de 1877, hace nada más ni nada menos que 133 años y en la austera habitación del "cottage" o chalet rural de techo de paja en que vivía a tres millas léase 5 kilómetros del "Down town" o centro urbano del puerto de Southampton, se extinguía quien en vida había sido el mas notable caudillo en la America del sur del siglo XIX.
Nuestro Don Juan Manuel de Rosas llevaba ya un cuarto de siglo exiliado entre quienes habían sido sus adversarios en algunas de las mas notables contiendas que después de la guerra de la independencia se libraron en territorio americano contra nada menos que las mas importante potencias coloniales de aquella época: El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda y el reino de Francia. Había contraído una neumonía, que lo condujo rápidamente a un final que esperaba tranquilo, limpia su conciencia, seguro su andar y su galopar hasta pocos días antes entre los caballos y potrillos que poblaran su campo, también ocupado por las plantaciones típicas de granja que justificaban el renombre que tenia en la región su propiedad,"Burgess farm". En la cabecera de su último habitáculo terrestre estaba Manuelita, la estrella federal,
que iluminó las mejores fiestas de la confederación,su médico John Wibbling, sus nietos, y también algunos de sus peones. Como en cada una de las otras etapas de su vida, esa gente humilde, con la que hablaba en un fluido inglés con acento, eran los mismos que cada mañana recibirán sus precisas instrucciones para la tarea que les había encomendado, luego de lo cual volvía al galope a la casa principal. A veces desmontaba aquí y allá, para terminar con sus manos alguna labor que no se había hecho tal como lo había encargado…Pero lamentablemente, según el "establishment"
argentino y en especial el porteño de la época, nuestro Don Juan Manuel seguía a 13
mil kilómetros de distancia un tabú, un maldito, el "tirano prófugo" que había tenido
que derrocar para cubrir paso a un supuesto progreso y a una pretendida organización
nacional. Era un "maldito" al que había que omitir, silenciar en los libros de historia, discursos oficiales, diarios, periódicos, textos y fiestas escolares e incluso hasta en las reuniones familiares. Es que con la caída de nuestro prócer en Caseros, comenzó una tarea o mejor dicho faena de desarticulación y demolición de la identidad del ser nacional y de mistificación de fechas, nombres y eventos históricos de todo tipo. Y esto ocurría a pesar de que el mismísimo jefe federal,y por cierto renegado rosista Justo José de Urquiza, le escribía a don Juan Manuel en carta que obra en el Archivo General de la Nación, en diciembre de 1858, "… considero injustas
y violentas las medidas tomadas contra sus propiedades por el gobierno irregular de Buenos Aires… Deben reconocerse sus servicios, cuya glorias nadie puede arrebatarle y esos servicios son los que se refieren a la energía con que siempre sostuvo los derechos de la soberanía e independencia nacional"… A más de un siglo de su muerte, es indiscutible que las ideas de Don Juan Manuel de Rosas no iban contra la organización del Estado Nacional. Tal como decía Rosas en carta a Estanislao López en 1834, "…Entre nosotros nada ha podido adquirir consistencia por medio de congresos. En las diferentes veces que se han reunido, lejos de mejorar la suerte del país, han servido para amontonar combustible para mayores incendios… Los congresos no deben ser el principio, sino la consecuencia y último resultado de la organización general" Y agregaba "O sea primero se organiza en cada provincia en Estado de derecho, se establece un sistema de convivencia pacifica entre ellas y luego como consecuencia de este proceso, se constituye definitivamente el Estado nacional…".
En fin, nunca como en esos años de la Confederación, las provincias estuvieron gobernadas por tantos líderes natos del pueblo, tal como lo eran los caudillos federales que convivieron -con su poder local- con el poder nacional que ejercía Rosas. Ellos sabían qué quería el pueblo, lo sabían interpretar y actuaban con rudeza, si, pero más que nada con paternal certeza del acierto de su mando. Y aceptaban a la vez el liderazgo natural del caudillo de los caudillos, tal como era don Juan Manuel. Esto fue así en los veinte años que van del pacto federal de 1831 al amañado pronunciamiento del 1 º de mayo de 1851, día en que Urquiza abandono la
Confederación para aliarse con los enemigos de la Argentina, el Imperio de Brasil y los gobernantes del partido colorado instalado en Montevideo.
Por eso debemos rememorar con orgullo esa forja del nacionalismo decimonónico, consolidado por hombres de la talla de Facundo Quiroga,Estanislo López, Felipe
Ibarra, el fraile Aldao y tantos otros caudillos de la Federación, que alzaron la
divisa punzó y llevaron adelante sus caballerías, pletoricas de estrellas federales y
vidalas argentinas, unas y otras virtuales legados del Restaurador y sus camaradas
de aquellos años. Pero al levantar nuestras divisas punzo y exaltar los valores propios que lamentablemente vemos desdibujados por algunos de los gobernantes que nos ha tocado padecer,debemos remarcar que lo que hace a una Nación no es solo la comunidad de lengua, sangre,religión y cultura, sino y fundamentalmente el destino común que debemos proyectar con nuestros ideales y la identidad nacional que debemos exhibir hacia el exterior
Arturo Pellet Lastra: *DOCTOR EN DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES. SE HAN PUBLICADO 15 LIBROS DE SU AUTORÍA Y ES CO-AUTOR DE OTROS 7, LA MAYORÍA DEDICADOS A LAS CIENCIAS
POLÍTICAS Y AL DERECHO CONSTITUCIONAL. HA SIDO PERIODISTA PROFESIONAL Y ACTUALMENTE ES PROFESOR TITULAR CONSULTO DE TEORÍA DEL ESTADO E INVESTIGADOR PERMANENTE EN LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES. ES ACADÉMICO DEL INSTITUTO
NACIONAL JUAN MANUEL DE ROSAS. ENTRE SUS LIBROS PUBLICADOS SE ENCUENTRAN: "TEORÍA DEL ESTADO" DE LA EDITORIAL LEXIS NEXIS.