“Soy un uruguayo, es decir, un argentino oriental; ustedes son argentinos occidentales”, dice Methol Ferré. Esta definición sintetiza su sentir sobre lo que deberían ser estos países y sobre su pensamiento, siempre proclive al afianzamiento de una identidad latinoamericana. Alberto Mehtol Ferré –alias “Tucho”- fue filósofo, promotor de la teología latinoamericana, ensayista, docente de historia e historiador, y tuvo dos grandes pasiones en su vida: su compromiso con la Iglesia Católica y la integración de nuestra América plural y mestiza en una sola patria. En la Iglesia Católica desempeñó un rol destacado: fue el primer laico en integrar el Consejo Teológico Pastoral; en 1979 participó de la comisión redactora de la introducción del documento de Puebla, basado en una teología fundada en la religiosidad popular. “El Mercosur es el gran desencadenante de la nueva Integración que preside nuestra entrada en el siglo XXI. Eso no quiere decir que sea una entrada necesariamente serena, pues puede serlo muy turbulenta. Sería lo más normal. El Mercosur inaugura propiamente la nueva historia latinoamericana” (Alberto Methol Ferré)
Mehtol Ferré puso en valor el legado de la generación del 900 -retomando las ideas de Rubén Darío y José Enrique Rodó- y desarrolló una síntesis sobre la integración regional. Desde una perspectiva histórica, hilvanó las estrategias mediante las cuales los imperios español, británico y estadounidense actuaron sobre los pueblos de América, en sucesivas etapas de la globalización: el español, “descubriendo” y colonizando el Nuevo Mundo para incorporarlo a la modernidad; el británico, instando a las nacientes repúblicas a formar parte del sistema comercial en el marco de la división internacional del trabajo (en el que América Latina debía proveer materias primas a Europa y constituirse como destino de exportación de los bienes secundarios forjados al calor de la revolución industrial); el estadounidense, surgido en épocas del ocaso británico, de cuyo ejemplo retomará la noción de continentalidad. Los tres imperios, con sus dinámicas y ritmos, marcarán fases e imprimirán características a la integración regional.
En efecto, Methol consideraba que la historia de América Latina podía comprenderse a partir de tres momentos fundamentales: el período de la diversidad a la unidad, que comprende la etapa que va desde la llegada de Cristóbal Colón hasta los primeros movimientos emancipatorios e independentistas. A lo largo de tres siglos, la pluralidad que caracterizaba las sociedades amerindias fue objeto de potentes acciones de unificación cultural, orquestadas por los conquistadores españoles: “es la conquista y colonización de lo que comenzará a ser un pueblo nuevo, mestizo, en la historia: América Latina. Todas sus partes entran en relación, en conflagración, luego de milenios de dispersión, de comunicaciones fragmentarias. […] Todo se junta con todo, y luego va particularizándose”. La segunda fase de la historia de América Latina comenzó con el período independentista y se desarrolló hasta nuestros días. Durante esta etapa se produce el efecto inverso, marcado por el pasaje de la unidad a la diversidad que da por resultado el surgimiento de una veintena de países en América Latina. Este período coincide con el inicio de la decadencia del imperio español y el ascenso del británico.
A partir del auge del Imperio de los Estados Unidos y con el surgimiento de la generación del 900, Methol propone un tercer momento en el desarrollo de América Latina: la etapa dela integración regional: “Abrimos ahora el siglo XXI reafirmando la integración. Hasta la primera mitad del siglo XX dominó totalmente la separación, el cada uno en su casa. Ahora domina la preocupación por la integración. Separación e integración son contrarias. ¿Hasta dónde llegan? Las gentes parecen no querer pensar esto a fondo, pues implicaría quizás la ruptura y reversión de todos los hábitos en que se han formado”. Por otro lado, Methol Ferré inscribía el desafío de la integración en el marco del rol geopolítico que ocupa América Latina, distinguiendo dos grandes bloques: el primero compuesta por México, las Antillas y el Caribe; la otra parte por lo que denomina el macizo Sudamericano. El segundo reviste -a los fines integracionistas- una importancia particular: es el bloque fundamental de la unidad latinoamericana porque combina la parte lusitana (Brasil) y la parte hispana (conformada por nueve países). Para Ferré, el núcleo duro que puede motorizar la integración de América Latina se gesta en América del Sur, y más concretamente a través de la unidad entre Argentina y Brasil. A partir de esta idea, para Tucho el primer proceso de integración regional del siglo XX es el intento de Perón de conforman un nuevo Pacto del ABC, junto a Vargas (Brasil) e Ibáñez (Chile): “la única frontera histórica de Brasil con Hispanoamérica es la Cuenca del Plata. Ese es sitio de encuentro y conflicto de medio milenio entre lo luso-mestizo y lo hispano-mestizo. Solo allí ha existido una vecindad íntima entre los dos rostros de América Latina. […] Así, la única frontera verdaderamente bifronte, en rigor la primera gran frontera latinoamericana, es la de Brasil y Argentina. Y esa frontera latinoamericana abarca necesariamente a Uruguay, Paraguay y Bolivia. […] La alianza argentino-brasileña es el “núcleo básico de aglutinación” latinoamericana en América del Sur. El Mercosur y sus asociados son así la base latinoamericana en América del Sur”.
Otra temática en torno a la cual gravita su obra son las fronteras: a partir del proceso de construcción de los Estados nacionales, las oligárquicas gobernantes vieron en el Atlántico una frontera oceánica y, en consecuencia, organizaron su estructura económica en sintonía con los intereses de las metrópolis dejando de lado las relaciones y vinculaciones entre países vecinos. Entre las décadas del ‘50 y ’60 del siglo XX, cobró una nueva importancia la frontera americana, con el propósito de aunar fuerzas para resolver los problemas del desarrollo. Asimismo, Methol Ferré consideró la existencia de fronteras vivientes, aquellas que lejos de constituir cuñas se erigen como nexos comunicantes entre territorios (por ejemplo, la República Oriental del Uruguay es un nexo entre Argentina y Brasil).
Esta visibilización de fronteras geográficas y fronteras del pensamiento permite que se desarrolle con ímpetu la fuerza integracionista para construir pueblos y naciones más autónomas y soberanas.
Un gran patriota rioplatense, gran maestro y orador ( a pesar de su tartamudez, la cual dominaba muy bien en sus alocuciones). Una pieza intelctual y humana irremplazable.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo.
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