Rosas

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viernes, 11 de enero de 2019

Soler vs O’Higgins en Chacabuco

Por Roberto Colimodio Galloso
La relación entre ambos jefes fue áspera ya durante el Cruce. Diversos problemas logísticos se evidencian en comunicaciones de solicitud de provisiones para las divisiones respectivas. Pero enfoquémonos exclusivamente en Chacabuco, donde Soler no participó en la batalla, excepto en tareas de organización posteriores del Campo de Marte en las Casas de Chacabuco y órdenes de persecución del enemigo disperso.  Analiza Leopoldo Ornstein que O’Higgins tan pronto como pudo superar el barranco que motivó sus fracasados avances anteriores luego del ataque de los granaderos dispersó con los Batallones 7 y 8 al cuadro que formaron los realistas y los persiguió causando estragos entre los fugitivos.  Con la victoria consumada, San Martín se ubicó en el centro del campo de batalla donde se reunió con Soler recién arribado. Obviamente, que el Libertador hubo de explicarle lo sucedido y las causas de que no se hubiera esperado su llegada. Esto se infiere porque Soler fue inmediatamente en busca del chileno: 
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Vicuña Mackenna publicó en 1860 un manuscrito de O’Higgins donde éste manifestó: “que llamó su atención un bizarro jinete con el caballo cubierto de espuma, haciéndole señas con la espada para que se detuviera. Era el brigadier Soler que venía en su demanda, y sin saludarle, púsose a apostrofarle de temerario e insubordinado y de haber comprometido del modo más culpable el éxito de la batalla”. Esto lo dice el propio O’Higgins quien “le contestó con frialdad, que no era el momento de entrar en polémicas”.
San Martín, preocupado por los acontecimientos y las discusiones que siguieron en reunión de oficiales de esa misma noche, sobre la conveniencia o no de entrar en Santiago inmediatamente, donde Soler y O’Higgins tenían opiniones contrarias lo que motivó comentarios irrespetuosos del primero al chileno sobre los deseos de éste de entrar triunfante a la vanguardia (puesto que Soler detentaba).
Las circunstancias políticas exigían que San Martín apoyara al Jefe chileno, por las razones expresadas anteriormente sobre el futuro de la expedición al Perú. No podía correrse el riesgo de malograrla, pues el papel del futuro Director Supremo de Chile era fundamental para ello. Por ello, el Gran Capitán se vio obligado a “sacrificar” a uno de sus mejores generales (si no el mejor, como el mismo lo reconoció) separándolo del Ejército de los Andes.
Fuente: “Los Héroes olvidados de la Cuesta de Chacabuco” de Roberto Colimodio, página 188 y sig.

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