Rosas

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jueves, 31 de enero de 2019

Juan Manuel de Rosas y el origen de la Catedral de Bahía Blanca

Por Oscar Rimondi
Nuestra Catedral cumple 185 años de su fundación, bajo la advocación de la virgen de la Merced. Este templo resguarda los restos de quienes fueron los fundadores y consolidadores de la Fortaleza Protectora Argentina. Conociendo las raíces de la herencia paterna y materna de Don Juan Manual de Rosas se podrá entender mejor el origen de algunos episodios determinantes de su trayectoria político-militar y su vínculo con esa obra.
Conociendo las raíces de la herencia paterna y materna de Don Juan Manuel de Rosas se podrá entender mejor el origen de algunos episodios determinantes de su trayectoria político-militar y su vínculo con esa obra.
Fue su bisabuelo materno, Francisco López de Osornio, Duque de Normandía, nacido en Córdoba, España. Por vocación siguió la carrera militar. Se graduó en 1689. 
 En 1697, fue alférez del Ejército de las Lanzas, y a su vez distinguido como "Alférez del Rey", distinción que lo obligaba a vivir en Palacio.
 Súbitamente fue designado para un puesto en la Colonia del Sacramento pero con asiento en el fuerte de Santa María de los Buenos Ayres.
 En Buenos Aires contrajo matrimonio con María Games de las Cuevas en la iglesia de la Merced, el 11 de Septiembre de 1701. Tuvieron ocho hijos, todos de muy honrada trayectoria.
Entre ellos, Clemente López de Osornio, nacido en Buenos Aires el 25 de Noviembre de 1720. Se casó en primeras nupcias con Martina Arroyo en el año 1757. Ella falleció en marzo de 1760, dejándole dos hijos, Catalina y Andrés.
 En 1766, Clemente se casó en segundas nupcias, siempre en la iglesia de la Merced, con María Manuela de Rubio, nieta del caballero hijodalgo José de Rubio y Muros de Soria.
 Clemente y Manuela fueron padres de Agustina López de Osornio, nacida en Buenos Aires, quien en 1790 se convirtió en la esposa de León Ortiz de Rozas y por lo tanto madre de Don Juan Manuel.
 Doña Agustina fue madre de 20 hijos, cinco murieron al nacer y otros cinco en la niñez. Era una matrona de carácter fuerte y autoritario que prácticamente ejercía la jefatura del hogar. Hasta sus últimos días, ya tullida y en cama, continuó disponiendo del destino de sus hijos y nietos, menos del de Juan Manuel que había heredado buena parte de su carácter.
 Don Clemente fue Sargento Mayor de Milicias y por sus funciones era el tercer hombre en la cadena de mando de la gobernación de Buenos Aires, también Comandante General de Campaña en el año 1765, Jefe Expedicionario a Misiones, Caudillo de los paisanos y cabeza principal del Gremio de los Hacendados, de quienes tuvo, durante muchos años, la representación con el cargo de apoderado ante las autoridades del Virreinato.
 Había heredado de su padre una gran extensión de tierras en la Ensenada del Río de la Plata. Algunas de estas tierras fueron en 1882, parte del área municipal de la nueva ciudad de La Plata.
 Formó grandes establecimientos rurales, siendo uno de los más poderosos estancieros de la Provincia de Buenos Aires.
Su estancia preferida era "Rincón del Salado", ubicada donde ese río desemboca en el golfo de Samborombón.
 En la madrugada del 13 de Diciembre de 1783 fueron sorprendidos por un ataque indígena y Don Clemente, su hijo Andrés y varios peones fueron lanceados y degollados durante la defensa de esa estancia que hoy es el histórico Rincón de López.
 Fue hacia el año 910, durante el reinado del Infante Don Pelayo, donde Ortiz, un hermano del Duque de Normandía, se destacó en la guerra contra los moros.
 A su regreso se radicó en el valle de Carriedo, arzobispado de Burgos y también en el Valle de Soba, en tierras de Castilla.
 Como en ese valle mandó a rozar el pasto y las malezas, le quedó el nombre de Rozas agregado al de Ortiz.
 En Madrid, en 1713, luego de varias generaciones, Bartolomé Ortiz de Rozas se casa con Manuela Antonia de Rodillo y Brizuela; de esa unión nacerá Domingo Ortiz de Rozas y Rodillo, que desde su niñez siguió la carrera militar, recibiendo los despachos de cadete en 1730.
 El rey de España lo designó edecán de su tío, el destacado militar Domingo Ortiz de Rozas y García Villasuso.
Este sería designado en 1742, capitán general y gobernador de Buenos Aires.
 Su gestión fue muy activa, enfrentó a los contrabandistas portugueses y logró la contención de los malones indígenas que asolaban las pequeñas guardias cercanas a Buenos Aires, mediante tratados.
 En 1746, pasó a Santiago de Chile con el mismo cargo y la misma exitosa gestión, pero su sobrino Domingo quedó en Buenos Aires, donde contrajo matrimonio con Catalina de la Cuadra, criolla de la más pura cepa, pues era nieta en sexta generación de Domingo Martínez de Irala, primer gobernador de Paraguay y Río de la Plata, surgido de una elección popular en Asunción, (1544), casado con la india guaraní, Leonor Mokirasé.  
 Del matrimonio de Domingo y Catalina nació León Ortiz de Rozas, en Buenos Aires, el 11 de Abril de 1760 y naturalmente él también siguió la carrera militar.
  En 1785, siendo teniente formó parte de la expedición de los pilotos de la Real Armada España, Juan de la Piedra y Basilio Villarino, contra los indios Tehuelches, iniciada desde la naciente Carmen de Patagones.
 La expedición fracasó y los caciques dieron muerte a Villarino y De la Piedra, en cercanías de la actual ciudad de Tornquist.
 León Ortiz de Rozas, junto a otros jóvenes oficiales, quedó prisioneros y salvó su vida, porque los caciques recordaban el buen trato que les había dispensado, su tío abuelo, el capitán general Domingo Ortiz de Rozas.
 León volvió a Buenos Aires, y desposó a Agustina López de Osornio. Fueron padres de Juan Manuel José Domingo Ortiz de Rozas, quien por una rencilla familiar cambió su nombre por Juan Manuel de Rosas, que nació en Buenos Aires el 30 de marzo 1793.
La hazaña del Colorado y Bahía Blanca
 De regreso de su expedición al río Colorado, a mediados de Febrero de 1834, D. Juan Manuel de Rosas llegó el arroyo Napostá, donde se encontraba el grueso de su ejercito.
 Previo a otras medidas de carácter militar, ordenó el emplazamiento de la futura capilla, hoy Catedral Arzobispal de Bahía Blanca, amnistiando en tan magno acontecimiento a todos los presos del fuerte.
 También Rosas había concluido por esos días, una operación de rescate que permitió recuperar del infierno de las tolderías 707 almas entre mujeres y niños.
 Las cautivas fueron reconfortadas é identificadas, y en su gran mayoría, devueltas a sus familias.
 Pero otras permanecieron en la Fortaleza, protegidas por el comandante Martiniano Rodríguez, quien en poco tiempo, legalizó la desgraciada situación de estas mujeres, devolviéndoles la honra y la dignidad, al concertar casamientos con los militares solteros de la guarnición.
 Fue una genuina Acción de Gracias, que Juan Manuel como fiel devoto, ofrendó a N. S., La Redentora de los Cautivos Cristianos.
 Por eso, cuando aquel 23 de febrero de 1834, se rezó por primera vez el Rosario en el solar reservado para la futura capilla, quedó entronizada como Patrona de Bahía Blanca, N. S. De la Merced.
 Tanto los López de Osornio como los Ortiz de Rozas trajeron desde España, su devoción por N. S. de la Merced.
 Un sobrino de Don Juan Manuel, Alejandro Valdés Rozas que lo visitó en 1873 en su chacra de Burgess Street, a unos 10 Kms. de Southampton, recuerda el regocijado encuentro, la alegría en la indigencia, describe la cantidad de libros papeles y documentos que cubrían la larga mesa, la cálida chimenea y sobre ella la imagen de N. S. de la Merced.

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