Por Oscar Rimondi
Nuestra Catedral cumple 185 años de su fundación, bajo la advocación
de la virgen de la Merced. Este templo resguarda los restos de quienes
fueron los fundadores y consolidadores de la Fortaleza Protectora
Argentina. Conociendo las raíces de la herencia paterna y materna de Don
Juan Manual de Rosas se podrá entender mejor el origen de algunos
episodios determinantes de su trayectoria político-militar y su vínculo
con esa obra.
Conociendo
las raíces de la herencia paterna y materna de Don Juan Manuel de Rosas
se podrá entender mejor el origen de algunos episodios determinantes de
su trayectoria político-militar y su vínculo con esa obra.
Fue
su bisabuelo materno, Francisco López de Osornio, Duque de Normandía,
nacido en Córdoba, España. Por vocación siguió la carrera militar. Se
graduó en 1689.
En 1697, fue alférez del Ejército de
las Lanzas, y a su vez distinguido como "Alférez del Rey", distinción
que lo obligaba a vivir en Palacio.
Súbitamente fue
designado para un puesto en la Colonia del Sacramento pero con asiento
en el fuerte de Santa María de los Buenos Ayres.
En
Buenos Aires contrajo matrimonio con María Games de las Cuevas en la
iglesia de la Merced, el 11 de Septiembre de 1701. Tuvieron ocho hijos,
todos de muy honrada trayectoria.
Entre ellos, Clemente López de
Osornio, nacido en Buenos Aires el 25 de Noviembre de 1720. Se casó en
primeras nupcias con Martina Arroyo en el año 1757. Ella falleció en
marzo de 1760, dejándole dos hijos, Catalina y Andrés.
En
1766, Clemente se casó en segundas nupcias, siempre en la iglesia de la
Merced, con María Manuela de Rubio, nieta del caballero hijodalgo José
de Rubio y Muros de Soria.
Clemente y Manuela fueron
padres de Agustina López de Osornio, nacida en Buenos Aires, quien en
1790 se convirtió en la esposa de León Ortiz de Rozas y por lo tanto
madre de Don Juan Manuel.
Doña Agustina fue madre de
20 hijos, cinco murieron al nacer y otros cinco en la niñez. Era una
matrona de carácter fuerte y autoritario que prácticamente ejercía la
jefatura del hogar. Hasta sus últimos días, ya tullida y en cama,
continuó disponiendo del destino de sus hijos y nietos, menos del de
Juan Manuel que había heredado buena parte de su carácter.
Don
Clemente fue Sargento Mayor de Milicias y por sus funciones era el
tercer hombre en la cadena de mando de la gobernación de Buenos Aires,
también Comandante General de Campaña en el año 1765, Jefe
Expedicionario a Misiones, Caudillo de los paisanos y cabeza principal
del Gremio de los Hacendados, de quienes tuvo, durante muchos años, la
representación con el cargo de apoderado ante las autoridades del
Virreinato.
Había
heredado de su padre una gran extensión de tierras en la Ensenada del
Río de la Plata. Algunas de estas tierras fueron en 1882, parte del área
municipal de la nueva ciudad de La Plata.
Formó grandes establecimientos rurales, siendo uno de los más poderosos estancieros de la Provincia de Buenos Aires.
Su estancia preferida era "Rincón del Salado", ubicada donde ese río desemboca en el golfo de Samborombón.
En
la madrugada del 13 de Diciembre de 1783 fueron sorprendidos por un
ataque indígena y Don Clemente, su hijo Andrés y varios peones fueron
lanceados y degollados durante la defensa de esa estancia que hoy es el
histórico Rincón de López.
Fue
hacia el año 910, durante el reinado del Infante Don Pelayo, donde
Ortiz, un hermano del Duque de Normandía, se destacó en la guerra contra
los moros.
A su regreso se radicó en el valle de Carriedo, arzobispado de Burgos y también en el Valle de Soba, en tierras de Castilla.
Como en ese valle mandó a rozar el pasto y las malezas, le quedó el nombre de Rozas agregado al de Ortiz.
En
Madrid, en 1713, luego de varias generaciones, Bartolomé Ortiz de Rozas
se casa con Manuela Antonia de Rodillo y Brizuela; de esa unión nacerá
Domingo Ortiz de Rozas y Rodillo, que desde su niñez siguió la carrera
militar, recibiendo los despachos de cadete en 1730.
El rey de España lo designó edecán de su tío, el destacado militar Domingo Ortiz de Rozas y García Villasuso.
Este sería designado en 1742, capitán general y gobernador de Buenos Aires.
Su
gestión fue muy activa, enfrentó a los contrabandistas portugueses y
logró la contención de los malones indígenas que asolaban las pequeñas
guardias cercanas a Buenos Aires, mediante tratados.
En
1746, pasó a Santiago de Chile con el mismo cargo y la misma exitosa
gestión, pero su sobrino Domingo quedó en Buenos Aires, donde contrajo
matrimonio con Catalina de la Cuadra, criolla de la más pura cepa, pues
era nieta en sexta generación de Domingo Martínez de Irala, primer
gobernador de Paraguay y Río de la Plata, surgido de una elección
popular en Asunción, (1544), casado con la india guaraní, Leonor
Mokirasé.
Del matrimonio de Domingo y Catalina nació
León Ortiz de Rozas, en Buenos Aires, el 11 de Abril de 1760 y
naturalmente él también siguió la carrera militar.
En
1785, siendo teniente formó parte de la expedición de los pilotos de la
Real Armada España, Juan de la Piedra y Basilio Villarino, contra los
indios Tehuelches, iniciada desde la naciente Carmen de Patagones.
La expedición fracasó y los caciques dieron muerte a Villarino y De la Piedra, en cercanías de la actual ciudad de Tornquist.
León
Ortiz de Rozas, junto a otros jóvenes oficiales, quedó prisioneros y
salvó su vida, porque los caciques recordaban el buen trato que les
había dispensado, su tío abuelo, el capitán general Domingo Ortiz de
Rozas.
León volvió a Buenos Aires, y desposó a
Agustina López de Osornio. Fueron padres de Juan Manuel José Domingo
Ortiz de Rozas, quien por una rencilla familiar cambió su nombre por
Juan Manuel de Rosas, que nació en Buenos Aires el 30 de marzo 1793.
La hazaña del Colorado y Bahía Blanca
De
regreso de su expedición al río Colorado, a mediados de Febrero de
1834, D. Juan Manuel de Rosas llegó el arroyo Napostá, donde se
encontraba el grueso de su ejercito.
Previo a otras
medidas de carácter militar, ordenó el emplazamiento de la futura
capilla, hoy Catedral Arzobispal de Bahía Blanca, amnistiando en tan
magno acontecimiento a todos los presos del fuerte.
También
Rosas había concluido por esos días, una operación de rescate que
permitió recuperar del infierno de las tolderías 707 almas entre mujeres
y niños.
Las cautivas fueron reconfortadas é identificadas, y en su gran mayoría, devueltas a sus familias.
Pero
otras permanecieron en la Fortaleza, protegidas por el comandante
Martiniano Rodríguez, quien en poco tiempo, legalizó la desgraciada
situación de estas mujeres, devolviéndoles la honra y la dignidad, al
concertar casamientos con los militares solteros de la guarnición.
Fue una genuina Acción de Gracias, que Juan Manuel como fiel devoto, ofrendó a N. S., La Redentora de los Cautivos Cristianos.
Por
eso, cuando aquel 23 de febrero de 1834, se rezó por primera vez el
Rosario en el solar reservado para la futura capilla, quedó entronizada
como Patrona de Bahía Blanca, N. S. De la Merced.
Tanto los López de Osornio como los Ortiz de Rozas trajeron desde España, su devoción por N. S. de la Merced.
Un
sobrino de Don Juan Manuel, Alejandro Valdés Rozas que lo visitó en
1873 en su chacra de Burgess Street, a unos 10 Kms. de Southampton,
recuerda el regocijado encuentro, la alegría en la indigencia, describe
la cantidad de libros papeles y documentos que cubrían la larga mesa, la
cálida chimenea y sobre ella la imagen de N. S. de la Merced.
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