Rosas

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lunes, 4 de mayo de 2015

Murió el poeta José María Castiñeira de Dios

Multipremiado en América Latina, España y Francia, entre sus principales obras se encuentran Campo Sur y Del Amor para siempre, entre otras.
El poeta y escritor José María Castiñeira de Dios falleció esta tarde luego de permanecer internado durante veinte días, tras las complicaciones ocasionadas por un cuadro de neumonía, informó su hija Elena.
Castiñeira de Dios había nacido el 30 de marzo en Ushuaia, Tierra del Fuego, y desde muy joven abrazó la causa del peronismo, al que se acercó a través de quien fuera su maestro de quinto grado en la escuela primaria y quien luego lo introdujo en el mundo de las letras, el también escritor Leopoldo Marechal. 
Multipremiado y reconocido tanto en nuestro país como en América Latina, España y Francia, entre sus principales obras se encuentran Campo Sur, Del Amor para siempre, Los poetas cantan a sus patrias chicas, Del Ímpetu Dichoso y Oda Filial a Tierra del Fuego, entre otras.
Desde 1990 era miembro de número de la Academia Argentina de Letras y desde 1994 integró la Academia Nacional de Periodismo, ofició que ejerció en los diarios, Tribuna, Democracia, Clarín, La Nación y La Voz, que dirigió en la década de los años 80. Además ejerció la función pública en distintos ámbitos: de 1950 a 1952 fue subsecretario de Cultura de la Nación y simultáneamente, director general de Cultura del Ministerio de Educación, presidente de la Comisión Nacional de Cultura y presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano. En 1973 fue Secretario de Prensa y Difusión de la Nación; de 1989 a 1991, director de la Biblioteca Nacional y de 1991 a 1994, Secretario de Cultura de la Nación.
“José María fue uno de los fundadores del grupo de poetas que iba todas las semanas a la residencia presidencial para leer poesía frente a Evita –recuerda el escritor Horacio Salas–. Eran un grupo de 15 o 20 intelectuales que iban a cenar y después se leía”. Castiñeira fue uno de los que presentaron La Razón de mi vida.
Esos encuentros fueron seguramente la inspiración de la histórica frase de Evita (ver Eva Perón...). “Fue un peronista completo. Aunque no estuviera de acuerdo en algo con el movimiento, no lo decía. No lo hacía por alcahuete sino por convencimiento de que así era la política”, dice Salas. La Universidad Nacional de Lanús editó su obra completa de poesía, en un tomo único titulado Obra, 1938 - 2008.
“La vida, mi larga vida, no había pasado en vano”, dijo alguna vez.

2 comentarios:

  1. Hombre y artista ejemplar, modelo para todos los argentinos de bien.
    A continuacion un hermoso soneto del Maestro, que nunca estara lejos.

    PERO YO ESTARÉ LEJOS…

    Hoy, mañana, o al fin, como cualquiera
    voy a morir, tan sorpresivamente
    que hasta mi pobre corazón ardiente
    se enterará después de que me muera

    Fuera de mí, con toda el alma afuera,
    proclamaré la vida entre la gente,
    libre ya de este cuerpo penitente,
    del sueño, la ilusión y la quimera.

    Más tarde, en un velorio de vecinos
    vendrán, con sus coronas de ternura,
    los amigos de todos los caminos

    y llorarán, según me vayan viendo,
    y harán memoria de mi vida oscura.
    Pero yo estaré lejos, sonriendo

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  2. Una refle.xion sobre su lejano y bello terruño

    SER FUEGUINO

    Por José María Castiñeira de Dios.

    ¿Qué es ser fueguino? La pregunta implica una definición de identidad y más aún cuando esa identidad está en pleno proceso de formación. Recuerdo ahora el título de una obra de Marechal, Las tres caras de Venus. Sí, tres caras de mi tierra natal, Tierra del Fuego, donde nací hace 86 años, con padres y abuelos afincados en Ushuaia desde 1913, mi patria chica, la que me hizo poeta.

    Tres tiempos históricos de la soledad y el desamparo: el primero desde su poblamiento por los nativos y los pioneros hasta la creación de la Gobernación Marítima del entonces territorio nacional; el segundo hasta la eliminación del presidio (-esa negra visión que aún me aterra según Ricardo Rojas); y el tercero desde su provincialización con la Constitución de la Provincia de Tierra del fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, en la década del 90, hasta hoy.

    Me dirán que el develamiento y el reconocimiento urbi et orbi de sus bellezas naturales, la afluencia turística, el descubrimiento de su riqueza petrolera y gasífera, su parque industrial, el crecimiento poblacional, contradicen la afirmación anterior de tres tiempos históricos de la soledad y el desamparo.

    Y responderé con un dato estadístico del Censo nacional de 1991: sólo el 28,9 por ciento de los pobladores son nacidos y criados en su tierra natal, es decir, Tierra del Fuego tiene la menor capacidad de retención de sus pobladores de todas las provincias del país. Ser fueguino es, entonces, y en primer término, padecer el desamparo. En segundo término ser fueguino es sentir el orgullo del pionero, del que hace patria desde la patria chica.

    Por eso lo valioso del aporte humano e intelectual de ese 70 por ciento de venidos del norte y de los países vecinos, injertados en una identidad anterior y a la que proveen de la renovada cultura conformada por sus escritores, pintores, músicos, artistas, profesionales, docentes, aunque manifiesten sus vocaciones en soledad, marginados por el establishment cultural capitalino.

    Por eso dije que ser fueguino (y todos los pobladores de la Isla Grande lo son por ser pobladores, mas allá de las distancias de pago chico) es serlo en soledad y desamparo.

    Y, además, ser fueguino es el orgullo que aflora en todo fueguino cuando se le pregunta ¿qué es ser fueguino?

    Como me ocurre en este momento. Chesterton nos comprendería: -Los romanos no amaron a Roma porque Roma era grande; Roma fue grande porque la amaron los romanos.

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