Rosas

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lunes, 4 de mayo de 2015

Sarmiento: mito, personaje y barbarie

 Dr. Gonzalo García
"Amaba a la Patria, pero no a sus compatriotas; a la educación, pero no a los maestros; a la humanidad, pero no a sus semejantes". Opinión que Roca habría vertido sobre Sarmiento en varias oportunidades, citado por varios autores.
  Domingo Faustino Sarmiento poseía una idiosincrasia especial. Ninguna persona que lo conoció pondría en duda esta afirmación, todos sus biógrafos hacen referencia a esto. Que ése temperamento le puso una impronta a un período de la historia argentina tampoco se puede dudar.
La historia es forjada por la marcha de los pueblos no por individuos aislados, héroes o antihéroes. Las figuras individuales son emergentes del momento histórico, son el resultado de su tiempo y de la sociedad en que vivieron y, con este criterio es preciso profundizar la imagen histórica de Sarmiento, su mundo, su controvertida personalidad, sus escritos, sus actuaciones y sus opiniones. En fin, su larguísima e intensa vida nos da elementos para comprender su tiempo y su propio mito hoy alojado en el imaginario colectivo.
Nace en San Juan en 1811. Su madre fue Paula Albarracín, que ciertamente, como luego difundió la leyenda para escolares, fue una madre laboriosa y abnegada que tuvo que hacerse cargo de todos sus hijos, a diferencia de su padre, José Clemente Sarmiento, "que ha recibido de sus antepasados dos herencias: la pobreza absoluta y el vicio de mentir".
Estudia durante nueve años en la Escuela Patria, esos son sus únicos estudios formales y es durante este tiempo que recibe la influencia de José de Oro, su tío, un presbítero pintoresco y trasgresor. Se adhiere a las filas unitarias de su provincia a pesar de descender de una familia de cuño federal y cuando en 1831 Quiroga invade San Juan opta por el exilio. Será su primer exilio chileno que dura hasta 1836.
En 1836 vuelve a San Juan. Nazario Benavidez, caudillo rosista, lo recibe benévolamente y comienza a relacionarse epistolarmente con el grupo de intelectuales románticos exiliados en Montevideo conducidos por Echevarria y Alberdi.
En 1841 recrudecen las guerras civiles y Sarmiento parte a su segundo exilio chileno que durará diez años. Durante éste largo destierro tiene una actividad prolífera como escritor y periodista, escribe su famoso "Facundo" en 1845 y ese mismo año parte para hacer un largo viaje a Europa y Estados Unidos donde estudiará por encargo del gobierno chileno los diferentes sistemas educativos en esos países. En 1848 se casa con una viuda chilena-argentina, Benita Martínez, madre de Dominguito (1), el matrimonio, de conveniencia para ambos, será un verdadero fracaso y fuente permanente de conflictos que lo perturbarán un largo trecho de su vida.
En 1850 escribe "Argíropolis" y "Recuerdos de provincia".
En 1851, cuando Urquiza se pronuncia contra el gobierno de Don Juan Manuel de Rosas, Sarmiento se incorpora al "Ejercito Grande" como boletinero con grado militar. Luego de Caseros, conoce la ciudad de Buenos Aires donde residirá corto tiempo. Decepcionado tanto de Urquiza como de los separatistas porteños decide volver a Chile como autoexiliado hasta 1855. Durante ésta, su tercera estadía chilena, se produce la polémica con Alberdi en la prensa chilena. Cuando Sarmiento vuelve a Buenos Aires, la provincia estaba separada de la Confederación y es designado por Mitre como ministro de Gobierno. En aquellos días inicia una relación amorosa con la hija de Dalmacio Vélez Sardfield, Aurelia Vélez (2).
Luego de la batalla de Pavón, Mitre se hace cargo de facto del gobierno nacional y en 1862 es nombrado Sarmiento gobernador en San Juan y Director de Guerra. Conduce la represión de las montoneras federales en Cuyo y el Noroeste argentino que termina con el asesinato del Chacho Peñaloza en Olta. Su cometido como gobernador de San Juan genera problemas complicados con los vecinos de la provincia y decide renunciar reconociendo su fracaso.
Mitre lo nombra en 1865 (año en que comienza la guerra contra el Paraguay) embajador en los Estado Unidos. En 1866 viviendo en U.S.A. se entera de la muerte de su hijo Dominguito en la batalla de Curupaitý y en 1867 se informa de su candidatura promovida por un sector del ejército y apoyada por los autonomistas.
En el año 1868 asume la Presidencia de la Nación acompañado en la Vicepresidencia por Adolfo Alsina. Su mandato dura los seis años establecidos en la Constitución. Terminada su presidencia en 1874 es nombrado Director General de Escuelas por el Presidente Avellaneda y es electo Senador por su provincia natal. A fines de la presidencia de Avellaneda, es designado Ministro del Interior para manejar desde el gobierno nacional el enfrentamiento con el gobernador porteño Carlos Tejedor.
Después de buscar sin éxito algo del poder y el protagonismo perdido, en 1880 Sarmiento se convierte en uno de los opositores más severos del roquismo. Participa activamente en la polémica sobre la educación laica o religiosa. Funda en 1885 el diario "El Censor" desde donde lleva una durísima campaña contra la política de Roca y la llamada "generación del 80".
En 1887 decide trasladarse a Asunción del Paraguay donde muere el 11 de septiembre de 1888.

  ¿Qué hay de real detrás del mito?
Se nota que tuvo Sarmiento una larga y multifacética existencia que es preciso desmenuzar para conocer que hay efectivamente detrás de tanta diversidad y presunto talento.
¿Qué hay de cierto detrás tanta actividad, tanta obra y tantos escritos? ¿Que se encuentra detrás del mito del "padre del aula? ¿Qué formación intelectual tenía el gran educador? ¿Qué hay de cierto acerca de la calidad literaria de sus escritos? Y por último ¿Qué se sabe realmente sobre su carácter estrafalario y excéntrico?

Un gran pensador liberal y democrático
Veamos primero lo referente a su formación intelectual. Sin dudas, Sarmiento era una inteligencia superior a la media, pero lo que tratare aquí es de ver si realmente era una mente brillante, forjadora de civilizaciones como afirma el liberalismo argentino.
En esta cuestión he decidido seguir los estudios que Manuel Gálvez ha plasmado en su monumental biografía "Vida de Sarmiento". Expone el escritor nacionalista, refiriéndose a las lecturas adolescentes de Sarmiento: "Pero estos estudios son caóticos. Sin dudas constituye su "bachillerato". Sin preparación alguna, Domingo ha leído hasta manuales de metafísica. Todo lo ha devorado en desorden. Muchas cosas no puede haberlas comprendido, si bien las retiene porque le sobra memoria. Esta formación intelectual deplorable, sin disciplina, marca el espíritu de Sarmiento para toda su vida". Y continúa más adelante: "Su cultura será informe, llena de lagunas y harto periodística. No es culpa suya, él se instruye como puede."
Estamos ante una formación ecléctica y superficial, una formación que no admitía conceptos doctrinarios, sistemas teóricos o ideas filosóficas. Un pragmático que vivió en perpetua contradicción ideas mal leídas y peor digeridas. Se ha escrito bastante sobre las ideas sociales de Sarmiento y de una supuesta sociología que las sustentaban. No es verdad, "su inteligencia no estaba hecha para sistemas o doctrinas. El solo comprendía ideas concretas".
Tampoco tiene una formación política sistemática y su ideología es cambiante, confusa y heterogénea. ¿Romántico, "socialista", positivista, liberal, social- cristiano? Según... las épocas, los libros leídos y la pasión que le ponía a la temática.
Para la posteridad que lo idolatró, Sarmiento fue un gran liberal y un gran demócrata, incluso sus apologistas lo consideran el padre del liberalismo argentino. Un verdadero liberal o un demócrata no son partidarios del autoritarismo ni en la teoría ni en la práctica como Sarmiento lo era. Tampoco puede ser liberal un espíritu dogmático. No puede ser liberal Sarmiento que durante años sirvió en Chile a gobiernos despóticos y autoritarios. No puede ser auténticamente democrático estando en contra del sufragio universal: deseaba prohibir el voto a los menores de 21 años, a los analfabetos y a los negros. Un genuino liberal cree en la igualdad de los hombres: para Sarmiento, racista confeso, los negros, los indios los gauchos apenas eran seres humanos que aborrecía profundamente. Un verdadero liberal republicano le niega al Estado el derecho a matar, pero durante su presidencia fueron fusiladas sin juicio previo más de 30 personas y puso precio a la cabeza de un gobernador electo por los entrerrianos: Ricardo López Jordán. No es demócrata quien quiere el máximo de poder en el gobierno y en función de esto declara sin argumentos jurídicos el estado de sitio en las provincias cada dos por tres.
En esto tenía razón Jaruretche: el problema no es Sarmiento sino los sarmientistas. Es la "posteridad" que construye el mito de Sarmiento liberal y democrático. Él siempre se expresó en sus escritos coherentemente como antiliberal y jamás renegó sus principios autoritarios que puso en práctica durante toda su vida pública.

El "Padre del aula"???
¿Fue Sarmiento, como lo expresa su posterior mitificación, un educador, el más grande educador de América, "padre del aula?" En realidad el gran mérito de la presidencia de Sarmiento fue la política educacional en el nivel secundario ya que la enseñanza primaria y superior incumbía a las provincias. Se crean durante su presidencia cinco colegios nacionales y dos colegios normales.
Pero en verdad no es suya la obra, sino de su ministro de educación Avellaneda que, en sus "Escritos y Discursos" se atribuye todo el mérito: "El nombre del señor Sarmiento al frente del gobierno era por sí solo una dirección dada a las ideas y a la opinión a favor de la educación popular; su firma al pie de los decretos era una autoridad que daba prestigio a mis actos. Su intervención se redujo, sin embargo a esta acción moral".
En síntesis, mientras ocupó la presidencia, cuanto se realizó en materia educativa fue obra de Avellaneda. Luego como Director de Escuelas de la Provincia y Superintendente General de Escuelas de la Nación poco o nada hizo.
Paúl Groussac, cuya opinión es necesario tener en cuenta ya que ocupó altos cargos en la enseñanza en vida de Sarmiento, ha escrito: "es dudoso que el autor de "Facundo" fuera el gran educacionista de nuestros estribillos". Y agrega que, en materia de enseñanza, no tuvo Sarmiento nunca una idea propia.
Lo que es innegable es la influencia que tuvo Sarmiento como publicista de la necesidad de "educar al soberano". "Fue un animador -escribe Manuel Gálvez- convenció no a muchos, pero si a quienes correspondía, de la necesidad de que todos supiesen leer y escribir".
Alberdi publica en 1871 su única novela poco conocida: "Peregrinación de Luz del Día" (3). El texto es una maravillosa parodia escrita en código que desenmascara el sistema de poder y la corrupción de la sociedad argentina en ese tiempo. A Sarmiento Presidente lo encarna un personaje de ficción al que Alberdi llama "Tartufo". Tartufo, en la novela mencionada, es un apóstol de la educación. Con detalles va exponiendo su plan de educación pública que consiste en instruir a los niños en las verdades falsificadas de las logias haciéndolos disciplinados instrumentos de su política. "¿Pero Tartufo tiene escuela de niños? - Pregunta "Luz del Día" - ¡No faltaría más - contesta éste - que yo vendiese mi tiempo y mi paciencia por $ 30 al mes, el salario del último sirviente! Yo me ocupo de la educación para lo que es exaltar y ponderar sus ventajas, porque eso produce buen efecto y da opinión. Yo me ocupo de hablar y escribir de educación, pero no de educar yo mismo; de enseñar a educar sin educar. De dirigir, de administrar, de gobernar la educación: pero no de darla, porque éste es oficio humilde, subalterno, y sobre todo, para darla, es preciso haberla recibido".

Un gran escritor
Continúo ahora, profundizando otra de las publicitadas facetas del "ilustre sanjuanino": La de escritor. Tanto su más entusiasta panegirista, Leopoldo Lugones, como su más riguroso crítico, Manuel Gálvez, se ponen de acuerdo en señalar las limitaciones de Sarmiento escritor.
Leopoldo Lugones, que fue uno de los más grandes críticos literarios de su tiempo, en "Vida de Sarmiento" opina que: "Sarmiento fue periodista antes de ser autor de libros, circunstancia cronológica que determina, como es natural, la formación del escritor, y con esto el examen crítico. Las cualidades y defectos más prominentes de aquél, son rasgos de periodista. Las peculiaridades que producían en su prosa la impresión del estilo, siempre urgente. La gala literaria, resultante de un temperamento nativo de escritor, le viene al correr de la pluma. Por eso es siempre fragmentaria y comúnmente de tosco engarce. El positivismo es también su cualidad dominante, y de aquí la escasez de metáforas. Él periodista debe decir las cosas directamente, interesando a su lector con el valor intrínseco de las mismas. Esto excluye también el sistema filosófico y literario. Las ideas, tanto como la literatura del periodista, dependen de la impresión de su día. Son fugaces por naturaleza, como la hoja que las edita. Su lógica es la de los acontecimientos, no la de las ideas."
Lo que Lugones tiene que decir obligatoriamente de manera elíptica y elegante, Manuel Gálvez lo formula sin eufemismos: "No tenía idea de la técnica literaria. No sabía componer sus párrafos. Carecía de todo orden retórico. Su prosa es inconexa, desmadejada, arbitraria, antiartística, llena de flecos inútiles, de repeticiones, de incoherencias, de faltas contra el gusto." Y continúa más adelante: "los más graves defectos en su prosa son la confusa construcción y la bárbara sintaxis. Por causa de ambos defectos, muchísimas veces no se le entiende. Es preciso releer con cuidado millares de frases suyas para saber que ha querido decir o a que persona o suceso se refería".
Pero Sarmiento que tenía voluntad para escribir y cosas para decir, a pesar de sus limitaciones literarias, escribió muchísimo (sus Obras Completas suman en total 52 tomos); ensayos sobre temas diversos, narró sus viajes, escribió biografías, su autobiografía, comentarios pedagógicos, historia, política, análisis sociológicos intuitivos, etc. Miles de páginas componen sus Obras Completas. De toda su enorme obra, "Recuerdos de Provincia" y "Facundo" son las únicas sobrevivientes, oxigenadas, por supuesto, por la currícula escolar que hizo casi obligatoria su lectura.
"Recuerdos de Provincia" es una autobiografía carente de profundidad. Contiene tantas cosas sin interés alguno que creo que su perpetuidad corre peligro. El libro fue escrito para presentarse ante sus contemporáneos como futuro presidente. Es una aburrida cronología de su ascendencia y relata algunas anécdotas de juventud con algo de color. Sirvió, entre otras cosas, para presentar al candidato como un hombre del interior, con un barniz federal.
"Facundo", su obra más afamada y sobredimensionada en sus bondades literarias es una biografía novelada y su grandeza radica en la exageración de la figura del caudillo de manera tal que termina fundando un mito popular. "Sin Sarmiento, Quiroga fuera uno de tantos caudillos valerosos y oscuros. Por él es un protagonista shakesperiano! Sublimes paradojas estas venganzas geniales!" interpreta Lugones.
Esta es su mejor obra, por su estilo moderno y ameno, para muchos la mejor del siglo XIX. En la cultura argentina se disputa con el "Martín Fierro" de José Hernández el titulo de "libro patrio", a pesar de representar antítesis políticas. Pero más allá de la polémica sobre la calidad literaria, "Facundo" fue un ensayo político sin ningún valor histórico porque está repleto de mentiras que nadie cree, un libelo, un folleto político contra Rosas que desarrolla en su antinomia de "civilización o barbarie" la teoría que justificará el posterior genocidio del gauchaje en nombre de la mentada civilización y el ansiado "progreso".

Hombre de temperamento, genio y figura
Y para terminar, su singular personalidad o el personaje construido. Sarmiento fue estigmatizado en vida como "loco" por la sociedad de su tiempo, en especial por los porteños que se burlaban permanentemente de sus ocurrencias. El mote de "loco" se fundaba en las conductas excéntricas derivadas de su expansiva personalidad.
Su extraño temperamento fue analizado por un médico legista, el psiquiatra Nerio Rojas (hermano de aquel Ricardo Rojas, autor del "Santo de la Espada" ) que en el año 1916 publicó un trabajo titulado "Sicología de Sarmiento". En el mismo comenta que, "de joven evidencia un temperamento anormal" y que, a fines de 1835 Sarmiento al enfermarse de fiebre tifoidea, las secuelas de ésta enfermedad, le pudo haber traído aparejado "depresión melancólica, seguidos de fuerte excitación psíquica". La conclusión más sugestiva del trabajo es el diagnóstico del psiquiatra: "Cenestesia de genio". Esto significa que "se sentía completamente genio, tenía autoconciencia de su genialidad y actuaba en consecuencia. Y de allí su carácter indoblegable, su férrea voluntad, el sentido de su autoridad, y el de su responsabilidad personal".
Intrigado también por la increíble personalidad de Sarmiento, Manuel Gálvez intenta rastrear la "locura" de Sarmiento en su genética, donde sí, encontramos varios cuadros patológicos: "Algunos miembros de estas familias fueron o son locos o chiflados. Un Albarracín es imbécil. Otro, el fraile Miguel, fue hereje y extravagante. Fermín Mallea, tío de Sarmiento, enloquecerá en 1848. Miguel de Oro, casado con Elena Albarracín, tiene dos locos en su familia: un hermano y una hija. El clérigo José de Oro, su hijo, está lejos de ser enteramente cuerdo, lo mismo que José Clemente Sarmiento, el padre de Domingo Faustino".
Sus apologistas encuentran y justifican sus chifladuras como el resultado de una mente genial, fuera de serie, a la que algunos, como el propio Lugones, le atribuyó dotes adivinatorias... ¡Oh Sarmiento, Genio y Figura!
Hubo un tiempo en la Argentina en que estuvo de moda hablar y escribir sobre la inescrutable personalidad de Sarmiento. De todas las explicaciones, hipótesis y calificativos dados a la misma entiendo que la de Alberdi es la más clara al juzgarlo como un "Tartufo". Como vimos, Alberdi personaliza en su novela "Peregrinación a la Luz del Día" al propio Sarmiento presidente en el personaje de la obra de Moliere. "Tartufo o el impostor" así se llama la famosa comedia francesa en que Tartufo, su personaje central, representa la simulación, la falsedad, la hipocresía. Por su malicia e hipocresía se nos hace odioso, verdaderamente execrable. Por sus engaños, es un hombre bastante listo y rastrero, que no duda en engañar y aprovecharse de los inocentes que creen en su palabra; tiene además, un especial aspecto bufonesco que divierte muchísimo al público. El personaje Tartufo describió de manera tan excelsa al ser hipócrita que este nombre es utilizado ahora en el Diccionario de la Real Academia Española para definir a la persona impostora, embaucadora y falsa. Alberdi, que sí lo conocía bien a Sarmiento, lo había tratado epistolarmente desde su juventud, sabía de sus limitaciones, sabía que simulaba.
Después de haber reflexionado estas lecturas mencionadas se puede pensar que Sarmiento, conscientemente, histriónicamente, trabajó para el público y para la posteridad su personaje de loco. Simulando serlo... actuando su "locura" que nunca le impidió perder el sentido de la realidad. Solamente una mente que exageraba su propia locura pudo escribir una carta a Mitre que aconsejaba entre otras: "No trate de economizar sangre de gauchos. Es lo único que tienen de humano. Este es un abono que es preciso hacer útil a país". El texto es injustificable, data de 1861... Y el texto lo escribe "el más grande educador de América".
El sanjuanino también escribió, con motivo de la Guerra del Paraguay, cartas como esta: "Estamos por dudar que exista el Paraguay. Descendientes de razas guaraníes, indios salvajes y esclavos que obran por instinto o falta de razón. En ellos, se perpetúa la barbarie primitiva y colonial... Son unos perros ignorantes... Al frenético, idiota, bruto y feroz borracho Solano López lo acompañan miles de animales que obedecen y mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era necesario purgar la tierra de toda esa excresencia humana, raza perdida de cuyo contagio hay que librarse".
Todo es simulación en Sarmiento que, tal vez especulaba como Nerón: "Ódienme con tal de que me teman", es de la única manera en que se puede entender que escribirse algo tan inhumano con tanta impunidad. Ni loco- demente, ni genio, ni extraño personaje, sino un simulador, un impostor, un Tartufo megalómano con una gran capacidad histriónica como varios personajes de la historia argentina la han tenido. Pero más allá de la locura simulada, no dejó de ser un asesino y genocida.

El Sarmiento del panteón liberal
Veamos ahora la construcción del mito Sarmiento perpetrada por el aparato cultural de la oligarquía portuaria. De cómo y porqué se manipuló su imagen y se inventó un "Sarmiento inmortal" que hoy se levanta en el altar de la patria como especial referente de los educadores, la escuela pública y los niños educandos.
El proceso de mitificación de su figura fue especialmente veloz. A los 20 años de su muerte ya era un personaje mitológico. En su glorificación ha contribuido el liberalismo, tal vez el poder subterráneo de la masonería de fines de siglo, pero fundamentalmente un sector de intelectuales a sueldo del régimen. Se falsificó la historia haciendo hincapié en la grandeza de su alma y se lo presentó como un "buen abuelito" amante de los niños, algo temperamental, democrático, liberal y profundamente humanista.
El Estado y el "régimen" de fines de siglo XIX en Argentina necesitaba con urgencia de personajes, historias heroicas y leyendas épicas que dieran sustento al incipiente Estado y a la ansiada "unión nacional" lograda a sangre y fuego después de Caseros. Historias y mitos que evitaran una posible disgregación ante el avance de la inmigración europea. Esta situación de posible desintegración social era muy temida por las clases dirigentes de entonces. Este escenario, no previsto por los defensores de la inmigración, concibe entonces que se organice una escuela pública donde se infunda una verdadera "religión cívica" según los dictados de la ideología liberal dominante.
José Ramos Mejía, presidente del Consejo Nacional de Educación, es un personaje clave para comprender la falsificación de la historia en la escuela pública y la introducción del mito Sarmiento, tanto en los programas escolares como en el imaginario colectivo. En algunos de sus escritos sociológicos, decididamente positivistas, propone la manipulación de la educación popular y propicia adaptarla a la sensibilidad puramente emotiva de las clases populares. Así nace la visión de la historia como una epopeya y el culto de los próceres como semidioses despojados de toda condición humana. Sarmiento incluido.
En éste proceso de glorificación de figuras históricas llevadas a cabo por el "régimen" le tocó rápido el turno a Sarmiento. A Leopoldo Lugones, escritor del diario "La Nación", el mencionado Ramos Mejía le encarga una biografía de Sarmiento. No una biografía de carácter histórico sino una exaltación de la figura del "gran sanjuanino".
"Porque se trata, ante todo, de glorificar a Sarmiento. Es este el objeto del encargo que me ha dado el señor Presidente del Consejo Nacional de Educación, doctor José Ramos Mejía, a cuya distinción quiero corresponder". (Prefacio de "Historia de Sarmiento". Leopoldo Lugones, enero de 1911.). Y no solo lo glorificó y lo trocó en mármol sagrado, sino que tuvo el atrevimiento intelectual de intentar su canonización: "Santo en efecto, a la manera de aquellos varones formidables y coléricos que iniciaron los grandes movimientos cristianos e islamitas; santo, ni por la perfección de su virtud, por la altura de su misticismo, conducentes a la vía unitiva de los teólogos en estado de contemplación inefable; si no por la abnegación valerosa que superaba todas sus imperfecciones, así como el cerro parecido saca de entre matorrales, derrumbaderos y cavernas, luminosa en la inmensidad, su punta blanca."
Y este libro, hoy quizás de dificultosa lectura por su estilo artificial y recargado, fue muy leído y también estudiado por las primeras generaciones de argentinos del siglo XX. Se instituyó como lectura canónica para educadores sin conciencia nacional, estudiantes de magisterio, alumnos e intelectuales de la pequeña burguesía urbana. Leopoldo Lugones fue para Sarmiento con su "Historia de Sarmiento" lo que Ricardo Rojas significó para San Martín con el "Santo de la Espada", salvando las distancias en cuanto a las diferencias políticas sustanciales de los personajes históricos tratados.
Así se dio el fenómeno de mitificación de Sarmiento que no logró consolidarse tanto como los poderes hubiesen deseado.
Un instrumento de la oligarquía
A principios de los sesenta (1960) la imagen de Sarmiento como apóstol de la educación y gran liberal comienza a ser cuestionada por sectores del nacionalismo. El revisionismo histórico desenmascaró al "gran sanjuanino" responsabilizándolo por el asesinato del Chacho. Se publicaron muchos ensayos críticos sobre "Facundo" demostrando el verdadero significado de la contradicción "civilización y barbarie". El exacerbado extranjerismo de Sarmiento, en especial su admiración por lo yanqui y el odio por todo lo nuestro, contribuyó para conquistarse la repulsión de todo el campo nacional y popular.
Sarmiento fue socialmente un desclazado, un marginal de la oligarquía a la que también detestaba según el mismo decía, pero fue un instrumento político de la clase dominante y después de muerto, funcional a la misma desde su dudoso bronce. El no era un hombre de la oligarquía portuaria. Por su condición de clase pertenecía a una antigua y pobre familia de provincias arruinada por el librecambio. No obstante su marginalidad, su barbarie, sus "locuras"; la oligarquía que lo ridiculizaba, lo eligió para colocarlo en el Olimpo con los otros padres de la patria como un maniquí condecorado por la Gloria. ¿Por qué?
Permita el lector que responda la pregunta Juan José Hernández Arregui en este retrato inefable, que muestra, la quintaesencia de la oligarquía argentina: "Su patriciado (el de la oligarquía) es un derecho divino y hereditario establecido por la Constitución de 1853, la ley sagrada y depósito histórico de sus privilegios codificados. Racionalista y tradicionalista a su tiempo, en el sentido relatado, ama los mausoleos de sus próceres y los adorna con epitafios sobre la libertad jacobina, desfigurando el contenido feudal de su propia función de clase con máximas progresistas. Del ahí su admiración por Sarmiento, el bárbaro culto, cuyos consejos conservan vivos en su memoria de clase: "Debe darse muerte a todos los prisioneros y a todos los enemigos" o "Debe manifestarse un brazo de hierro y no tenerse consideración con nadie". O mejor aún "Todos los medios son buenos y deben emplearse sin vacilación". Por eso la oligarquía admira a Sarmiento." (J. J. Hernández Arregui."La formación de la conciencia nacional". Pág. 64.)

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