Rosas

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jueves, 16 de octubre de 2014

José María Rosa, nuestro Contemporáneo.


POR ARITZ RECALDE 

“El dominio extranjero penetró sutilmente, y antes de llegar al campo material se había apoderado del espiritual.” (Rosa, 1966: VIII)
José María Rosa (1906-1991) es uno de los historiadores más prolíficos y profundos del país. Su primer libro data de sus años de juventud, se publicó en 1933 con el título de Más allá del código. Su Historia Argentina, editada por Oriente se compone de trece abultados tomos de minuciosa labor historiográfica. Compiló, además, más de quince volúmenes donde investiga cuestiones de Derecho, economía, historia y geopolítica. (Manson, 2007: 385-386)
En nuestra óptica, José María Rosa es conjuntamente a Norberto Galasso, el historiador revisionista más destacado del campo intelectual argentino. Juan José Hernández Arregui mencionó que dentro del revisionismo: “Desde el punto de vista estrictamente historiográfico, es el más importante por la documentación que maneja y su frecuentación de los archivos.” (Hernández Arregui, 2004: 204) Galasso sostiene que Rosa fue leído masivamente a partir de mediados de los cincuenta: “Por una juventud que descree de los viejos textos liberales y busca una posición política nacional.” (Galasso, 2011: 49) Su obra fue una fuente documental de suma importancia en las décadas del sesenta y setenta y su figura ocupó un lugar central en la política argentina, al punto de que Juan Domingo Perón manifestó que: “Bastaría conservar dos o tres libros. Entre las plumas argentinas, los de Scalabrini Ortiz, la fundamental Caída de Rosas de Pepe Rosa, y este último que Hernández Arregui acaba de enviarme sobre el ser nacional.” (Piñeiro Iñiguez, 2007: 222)
¿Quién fue José María Rosa?   “Como germen de la Argentina soberana de mañana, el revisionismo ganó fácil y triunfalmente a las capas populares.” (Rosa, 1966: XXXI)
José María Rosa nació en Buenos Aires en el año 1906. Estudió Derecho y se doctoró en el año 1933 con la tesis Origen mítico del Estado.
Su padre intervino en el quehacer político partidario y cumplió funciones en la provincia de Mendoza tras el Golpe de Estado de 1930 y en 1943 ocupó un cargo ministerial. Por tradición familiar y por inquietudes propias, José María tuvo un contacto permanente con los sucesos políticos de la etapa. En su juventud participó en Democracia Progresista de Lisandro de la Torre. Según una entrevista publicada en el año 1978, sostuvo: “Yo nací antirrosista y antirradical. Me costó sacudirme el antirradicalismo, pero hoy en día creo comprender a Hipólito Yrigoyen.” (Hernández, 1978: 15)
Luego del 17 de octubre del año 1945 formó parte de la Alianza Libertadora Nacionalista, que apoyó al Peronismo con una fórmula electoral propia. (Manson, 2007: 154-155) Durante los diez años de la revolución justicialista ocupó un lugar secundario en el Estado, cumpliendo el cargo de síndico de la línea aérea oficial FAMA. Hasta el año 1955, se definió a sí mismo más como “simpatizante”, que como activista peronista. (Hernández, 1978: 29) Iniciada la dictadura del año 1955, participó del levantamiento cívico militar de 1956 conducido por el General Valle. Rosa conoció la cárcel por recibir en su domicilio a John William Cooke y se exilió en España y en Uruguay. En el país oriental lo recibieron Luis Alberto Herrero y Víctor Haedo. (Manson, 2007: 220) Con el regreso de la democracia en el año 1973 ocupó por breve tiempo funciones diplomáticas en el Paraguay y luego en Grecia.  Su actividad principal no fue la lucha partidaria sino su obra intelectual, historiográfica y docente, sin lugar a dudas, sus más grandes legados. Rosa dictó clases en las Universidades del Litoral y de La Plata desde la década del treinta, entre otras actividades académicas. Su labor docente fue interrumpida en 1955, momento en que fue expulsado de sus cátedras. Participó, además, en el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas donde tomó contacto con los hermanos Irazusta, Manuel Gálvez, Ramón Doll, Vicente Sierra, Ernesto Palacio, Atilio García Mellid, Arturo Jauretche y John William Cooke. (Manson, 2007: 166) Publicó artículos periodísticos en Mayoría y en los años ochenta dirigió la Revista Línea que se opuso a la dictadura abierta en 1976.
Su obra historiográfica
 “Ningún demócrata liberal podrá negar de buena fe que el revisionismo no haya ganado la batalla intelectual argentina; la intelligentzia se ha visto finalmente derrotada y desalojada por la verdadera inteligencia.” (Muñoz Azpiri, 1974: 163)
La producción de José María Rosa puede sintetizarse en tres aportes fundamentales en el plano historiográfico, político y cultural:
I. Es una fuente documental sumamente valiosa   Su trabajo organizó de manera sistematizada un trascendental caudal de información histórica, compuesta por archivos y piezas documentales inéditas para la época.
II. Ofrece una teoría para interpretar los procesos históricos  En su óptica, para comprender la historia argentina era necesario develar: 
- El rol de los imperialismos europeos (principalmente, Francia e Inglaterra), norteamericano y brasileño.
- La tarea cumplida por los representantes del pueblo. En su punto de vista: “Prescindir de la historia de un pueblo, es algo así como separarse del alma de una comunidad.” (Rosa, 1976: 140) Para Rosa el sujeto del cambio histórico era el pueblo y la tarea del historiador estaba ligada a la explicación de su realidad social, cultural, racial y política.
III. Es un modelo de intelectual nacionalista y latinoamericanista
Su obra contribuyó en el terreno cultural y político a:
A. la formación de una conciencia nacional y antiimperialista
B. la organización de una conciencia popular
C. la formación del nacionalismo económico
D. la unidad de Latinoamérica
A. José María Rosa y la conciencia nacional y antiimperialista
“Un factor decisivo en la discordia argentina fue la injerencia británica.” (Rosa, 1976: 10)
Rosa documentó y explicó minuciosamente el funcionamiento del imperialismo financiero, militar y geopolítico de las potencias. Destacó que las agresiones europeas al país durante el siglo XIX eran parte de una estrategia mundial. La acción militar inglesa sobre China de 1841 y la posterior ocupación de Hong Kong, iban en sintonía con las invasiones británicas de 1806, con la anexión de Malvinas de 1833 o con la agresión a la Confederación de 1845. (Rosa, 1976: 101) El autor mencionó que la agresión de Francia de los años 1838 y 1839 estaba en la misma línea que la ocupación colonialista europea de países como Argelia. Para el autor, el triunfo de la posición europea sobre la Confederación traería aparejada la pérdida de nuestra soberanía política, comercial, territorial y financiera. Rosa destacó la acción antiimperialista del pueblo que resistió con su caudillo la intromisión foránea. Una manifestación clara del nacionalismo político de la Confederación, fue la respuesta que dio Juan Manuel de Rosas a la prepotencia francesa. El Restaurador contestó por intermedio de Felipe Arana que: “Exigir sobre la boca de cañón privilegios que solamente pueden concederse por tratados es a lo que este gobierno, tan insignificante como se quiera, nunca se someterá.” (Rosa, 1974 T 4: 311)
Rosa documentó la acción del neocolonialismo cultural y político de los europeos. En su punto de vista, existió una relación estrecha entre el imperialismo económico y la dependencia cultural de nuestra dirigencia: “La relación imperialista entre una metrópoli que exporta productos elaborados y una colonia que produce materias primas y víveres, sólo excepcionalmente se impone por la fuerza (y no será duradera). A la voluntad dominante de la metrópoli debe corresponder y plegarse una voluntad de vasallaje en la colonia, o en los nativos que gobiernan la colonia. Éstos, por regla, no tienen conciencia de encontrarse sometidos, ni comprenden que sirven intereses foráneos.” (Rosa, 1976: 11) Resultado de la habilidad del neocolonialismo europeo, Domingo Faustino Sarmiento, Florencio Varela, Bernardino Rivadavia y Juan Bautista Alberdi, apoyaron públicamente a los franceses en plena guerra de 1838. Tomando distancia y en línea con el gobernador bonaerense, el General San Martín mencionó el 10 de julio de 1839: “Lo que no puedo concebir es que haya americanos que por un indigno espíritu de partido se unan al extranjero para humillar a la patria.” (Rosa, 1974 T 4: 320; 1967: 54 y 56)
El autor dedicó un espacio importante a la historia de las relaciones entre Argentina y Brasil. Mencionó que resultante de las disputas territoriales entre ambos gobiernos, surgió el Virreinato del Río de La Plata en 1776 y se produjeron una seguidilla de enfrentamientos militares sobre el territorio del actual Uruguay. Brasil impulsó la caída de Juan Manuel de Rosas, por el hecho de que el mandatario evitó la ocupación del Uruguay y la extensión territorial lusitana hacia el sur y sobre el Paraguay. (Rosa, 1960: 3-4) Para triunfar en la batalla de Caseros en el año 1852, las clases dirigentes del Brasil se aliaron al imperio británico y fomentaron las disputas internas de la Confederación, profundizando las diferencias de Justo José de Urquiza con Rosas. Como resultado de la guerra obtuvieron la libertad de navegar los ríos uruguayos, el control de las Misiones Orientales y el dominio político, militar y comercial de la Cuenca del Plata. (Rosa, 1960: 69)
B. José María Rosa y la organización de una conciencia popular
“La nacionalidad, como todos los valores sociales -religión, lenguaje, derecho- surge de abajo arriba, de las clases inferiores a las superiores. El pueblo pese a quienes quieran educar al soberano en el acatamiento colonial, es fermento del nacionalismo y acaba por imponerse.” (Rosa, 1974 c: 194)
“Los hijos de Martín Fierro y del Sargento Cruz eran educados en las escuelas de Sarmiento a despreciar a sus padres por bandoleros, y buscar el perdón de su pecado original amoldándose mansamente a los dueños del cepo, los contingentes y la partida.” (Rosa, 1966: IX)
Los libros de Rosa son aportes fundamentales a la historia de las luchas de los trabajadores y de los grupos racial y étnicamente oprimidos por las clases dominantes. En su cosmovisión, los sectores populares son el motor del cambio de la historia y las masas siguen a los caudillos “oponiéndose a los gobernantes que han perdido el patriotismo.” El pueblo acompañó a Gervasio Artigas en la Banda Oriental, a Martín Güemes y sus Infernales y a Ramírez y Estanislao López reunidos en montoneras. (Rosa, 1976: 12-13) El pueblo se expresó activamente con Felipe Varela al que Rosa denominó el “Quijote de los Andes”, que enfrentó a Bartolomé Mitre y se opuso a la guerra del Paraguay. (Rosa, 1985: 222-228)
Rosa reivindicó la figura de Juan Manuel de Rosas por su vínculo con las clases populares. Destacó que Rosas aprendió el lenguaje araucano y realizó “parlamentos” alcanzando con un sector importante de los pueblos originarios una “paz duradera.” Con otros grupos entabló la guerra en el marco de la Campaña del año 1833. (Rosa, 1976: 37) En su punto de vista Juan Manuel de Rosas: “Fue el único gobierno popular que tuvimos en el siglo XIX” y desde el control del Estado promovió la “mejora social.” (Rosa, 1976: 131)
De su reivindicación del pueblo como sujeto de la historia surgió su apoyo a Cornelio Saavedra y sus críticas a Mariano Moreno. Rosa sostiene que el pueblo integró la milicia desde las invasiones inglesas de 1806 y mencionó que, en este contexto, Saavedra era jefe de un regimiento de “patricios.” Estos mismos milicianos fueron luego los “soldados, cabos y sargentos” que se movilizaron el 24 de mayo de 1810 a los cuarteles con la finalidad de destituir definitivamente al Virrey. El 25 de Mayo tuvo como protagonista al: “Pueblo en armas (…) imponiéndose como la gran realidad argentina (…) fue también el levantamiento de las orillas contra el centro.” (Rosa, 1974 T 2: 192) Rosa mencionó que Saavedra tenía “tras suyo” al pueblo y al Ejército que se había conformado con la masa en la etapa de la milicia. Dijo Rosa que: “Un pueblo se impone con un caudillo, Saavedra pudo serlo y no lo fue; y Moreno -que se hizo de la Revolución- no era hombre de multitudes (…) era un intelectual, del tipo de quienes tratan de amoldar la realidad a los libros: sus ideas políticas.” (Rosa, 1974 T 2: 199-201) Como resultado de las históricas jornadas independentistas en toda Hispanoamérica, Rosa concluyó que: “Una clase vecinal, criolla y acomodada, toma el gobierno para defender el orden; un grupo de teorizantes trata de quitárselo para implantar sus reformas liberales; un pueblo para quien la revolución significará el ingreso a la realidad política es dejado de lado.” (Rosa, 1974 T 2: 248)
En Del Municipio Indiano a la Provincia Argentina (1580-1852), el autor reconstruyó la historia de las instituciones de la democracia popular. Allí sostuvo que el pueblo se organizó políticamente con los caudillos, que fueron quienes le otorgaron vitalidad a las primeras experiencias de participación de masas en el gobierno. Sobre la base de estas incipientes democracias nacieron las ciudades y sus gobiernos, las municipalidades y luego las provincias argentinas. (Rosa, 1974 b)
C. José María Rosa y la formación del nacionalismo económico
“Un país puede ser pequeño, económicamente subdesarrollado, y aún encontrándose sometido por las armas, sin dejar de ser una nación si tiene una mentalidad nacional y obra, dentro de sus posibilidades, con la voluntad de manejarse a sí mismo.” (Rosa, 1974 c: 182)
Rosa publicó dos obras fundamentales sobre la historia de la economía nacional, Defensa y pérdida de nuestra soberanía económica y Rivadavia y el imperialismo financiero. En muchos aspectos, las conclusiones de ambos libros son sumamente actuales.
El autor sostiene que la aplicación del liberalismo económico en América fue el reflejo de la dependencia española y del neocolonialismo de la dirigencia política emancipada luego de 1810. Los Tratados de apertura comercial de 1809 surgieron como parte de la debilidad de la corona española agredida por Napoleón: España entregó sus mercados coloniales a cambio de la protección política y militar inglesa. (Rosa, 1967-b: 34-35) Luego de la Revolución de Mayo, los intelectuales y los dirigentes del Primer Triunvirato de 1811 impulsaron la apertura comercial. Para Rosa el programa fue estimulado principalmente por Bernardino Rivadavia en su condición de Secretario del gobierno. (Rosa, 1967- b: 52) El autor mencionó que: “Bajo el signo de la “libertad” nace el imperialismo británico.” (Rosa, 1974 c: 183)
 Rosa indicó que en América con anterioridad al año 1809 existió una industria artesanal y que el liberalismo económico aperturista la destruyó: “Además de talleres manufactureros, hallamos al iniciarse el siglo XIX las fábricas de derivados de la ganadería: saladeros, curtiembres, jabonerías (…) la fábrica tenía características propias del pequeños capitalismo.” (Rosa, 1967-b: 25) En lugar de retomar y de perfeccionar la estructura existente, la competencia europea la quebró, profundizó las diferencias tecnológicas e impidió el desenvolvimiento de una economía industrial propia.
Destacó que a partir de los siglos XIX y principios del XX los intereses ingleses y franceses controlaron:
- El sector financiero: instituciones de préstamo y bancos. Rosa citó como un caso típico de nuestra dependencia al Banco de Descuentos impulsado por Rivadavia. La institución tenía Directores particulares locales e ingleses que controlaban las asambleas dejando al Estado sin poder de decisión. Por intermedio de este instrumento financiero, los comerciantes extranjeros fugaron el oro del país en fragatas británicas. Resultado de la acción de Rivadavia el “poder corruptor del Banco” había saqueado al Estado al punto de que “no quedaba en caja ni una onza de oro, ni un peso de plata ni un billete de papel: deudas, solamente deudas.” (Rosa, 1974 c: 55, 72 y 73)
- la política comercial: puertos y sistemas arancelarios
- los recursos naturales y productivos: tierras, minería y empresas de servicios.
El autor mencionó que existió una relación estrecha entre los representantes del Estado y las empresas europeas, al punto de que Rivadavia fue a la misma vez mandatario nacional y miembro de sociedades mineras. Rivadavia se vinculó a los grupos de poder económico internos e internacionales como fueron los casos de la minera Mining o la Casa Hullet. Poseyó, además, acciones de la Sociedad Rural Argentina y adquirió títulos públicos. (Rosa, 1974 c: 176-180)
Uno de los aportes principales de los libros de Rosa fue la explicitación del funcionamiento del imperialismo financiero moderno. En su punto de vista: “Tras el imperialismo mercantil, llega el financiero en forma de exportación de capitales o control de los capitales nativos. Lenin habla de él como etapa iniciada a fines del siglo XIX (…) desde el segundo decenio del siglo pasado hay en Hispanoamérica una penetración de capitales ingleses en forma de monopolios bancarios, empréstitos, empresas mineras colonizadoras, etc.” (Rosa, 1974 c: 185)
En su libro sobre Rivadavia documentó minuciosamente el accionar del nuevo poder financiero mundial. Rosa mencionó que los empréstitos eran “instrumentos de dominación” cuya finalidad fue “atar a los pequeños Estados hispanoamericanos al dominio británico.” (Rosa, 1974-c: 79) En el año 1822, la Junta de Representantes sancionó una ley facultando a la provincia de Buenos Aires a tomar un préstamo para construir un puerto, levantar pueblos y proveer agua, entre otras acciones. En el año 1824, se negoció el préstamo con la Casa Baring Brothers. La operatoria puede resumirse en los siguientes aspectos:
- Se tomó un préstamo de 1 millón de libras y la mayoría del dinero no ingresó efectivamente al país. En gran parte de los casos, Baring envió solamente letras de cambio y no metálico (oro o plata)
- Se cobraron onerosas comisiones distribuidas entre los mediadores argentinos (Rivadavia, Félix Castro y Braulio Costa) y extranjeros (Hullet, John Robertson y un consorcio de accionistas)
- El Estado empeñó la tierra pública como garantía. Recién con Manuel Dorrego y con Rosas se buscó terminar con la gravosa hipoteca sobre el suelo del Estado
- No se cumplió ninguno de los objetivos introducidos en la ley de 1822.
El préstamo se articuló con otros negocios de Rivadavia y sus aliados ingleses, como fue el caso de la venta de los minerales de la Famatina de la provincia de La Rioja. La operación financiera fue organizada por la “Río Plata Mining Association”, que actuó en conjunto con la prensa inglesa Times y Sun, que inflaron el costo de los bonos en el mundo bursátil de la City londinense. (Rosa, 1974-c: 141-142)
José María Rosa mencionó que frente al liberalismo antinacional, en el siglo XIX Juan Manuel de Rosas impulsó el capitalismo argentino. Entre otras medidas, sancionó la Ley de Aduana del año 1835, construyó saladeros, impulsó la Marina Mercante y entregó tierras en pequeñas superficies. (Rosa, 1967-b) El gobernador desandó la arquitectura financiera de Rivadavia y creó el Banco de la Provincia de Buenos Aires dando estabilidad a la moneda argentina. (Rosa, 1976: 59-68) La Batalla de Caseros que lo derrocó tuvo entre sus objetivos la expansión del imperialismo económico y: “La libertad de comercio del 53 trajo la invasión de manufacturas inglesas, que significó el cierre de los talleres artesanales protegidos hasta entonces por la política aduanera.” (Rosa 1966: X)
D. José María Rosa y la unidad de Latinoamérica
“Paraguay fue la última tentativa de una gran causa empezada por Artigas en las horas iniciales de la Revolución, continuada por San Martín y Bolívar al cristalizarse la independencia, restaurada por Rosas en los años del sistema americano, y que tendría en Francisco Solano López su adalid postrero.” (Rosa, 1985: 12)
José María Rosa contribuyó al conocimiento mutuo de los países y pueblos del Continente. En su prolífero trabajo rescató la historia de las instituciones políticas populares y abogó por la conformación de un sistema federal capaz de garantizar la unidad continental. Desarrolló investigaciones sumamente importantes para develar el origen de la Guerra del Paraguay. Inicialmente, sus trabajos se divulgaron en cuarenta y ocho notas en el Semanario Mayoría, entre los años 1958 y 1959. Ese material se publicó reunido en el libro La guerra del Paraguay y las Montoneras argentinas. La hipótesis central de la obra es que la guerra de Brasil, Argentina y Uruguay contra el Paraguay fue la consecuencia lógica de un plan geopolítico conformado por los unitarios, por el imperio del Brasil y por el imperialismo europeo. El derrocamiento de Juan Manuel de Rosas en la batalla de Caseros de 1852, fue el paso fundamental para alcanzar su meta. Destituido Rosas, la estrategia se profundizó en los campos de Cepeda en 1859 y en Pavón en 1861. La obra política se culminó a través del control de la Banda Oriental por el Brasil y en las guerras de policía impulsadas por los unitarios contra los caudillos. Las causas principales de la guerra según José María Rosa fueron:
- Destruir al país económicamente más poderoso de América del sur y, en su lugar, imponer las mercancías y los negocios financieros de los ingleses. El autor destacó que Europa saqueó a América que fue la garantía para su desarrollo económico y social: “El obrero metropolitano consigue bienestar -y por tanto lo satisface el sistema capitalista- a costa de la miseria del trabajador colonial.” (Rosa, 1974-c: 188)
- Expandir los intereses del Brasil destruyendo militar, política y económicamente a su adversario geopolítico. La potencia lusitana fue a la guerra con la finalidad de apropiarse de territorios y de mercados paraguayos.
El saldo para el Paraguay fue catastrófico y el país quedó totalmente destruido. La guerra fue un negocio para los proveedores de armas y le permitió a un pequeño grupo de dirigentes apropiarse de grandes superficies de tierra.
José María Rosa recuperó la figura y las acciones del líder oriental Gervasio de Artigas y según se lee en el epígrafe, lo ubicó en la gesta de San Martín, Bolívar y Rosas. A diferencia de las opiniones negativas de varios referentes de la historia oficial, reivindicó las acciones de Artigas destacando su programa social que incluyó la entrega de tierras expropiadas a los “malos españoles.” Mencionó que Artigas era la manifestación de la revolución nacionalista “iniciada el 25 de mayo y detenida en Buenos Aires.” Su acción política fue la expresión de un genuino “federalismo” y de la existencia de “la Patria Grande” como parte de una “liga de las Patrias Chicas municipales.” (Rosa, 1974 T 3: 54) Rosa destacó que Artigas impulsó experiencias de democracia directa y promovió un sistema político federal con división de poderes. Su programa quedó reflejado en las Instrucciones que elevaron los Diputados orientales a la Asamblea General de 1813. (Rosa, 1974 T 3: 60-61)
Por todo lo dicho, estamos convencidos de que José María Rosa es nuestro contemporáneo.

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