Rosas

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viernes, 27 de febrero de 2015

Hipólito Yrigoyen

Por Manuel Gálvez


¨Las altas clases odian a Yrigoyen desde los primeros meses de su presidencia. Se sienten desposeídas de lo que creen corresponderles. Hasta el advenimiento de Yrigoyen las candidaturas presidenciales se incubaban en el Jockey Club. Yrigoyen rompe con esa tradición. Ahora las candidaturas salen de los comités y de las convenciones. Se ha creído hasta entonces , y la sociedad y los hombres del régimen siguen creyendo, que deben gobernar los que pertenecen al gran mundo, los que llevan apellidos históricos. Descendientes de los que, desde 1810, han gobernado el País habituados a leer sus apellidos en todas las paginas de nuestra historia, convencidos de que sus ilustres antepasados crearon la Patria, ¿cómo no han de creerse los hombres del régimen con derecho para seguir gobernando ellos, solos? ¿Y como no han de odiar al intruso que los desaloja del poder, que los arranca de la Historia? Ese intruso, Hipólito Yrigoyen, y sus partidarios, son para ellos, chusmas despreciables (...) Las altas clases se escandalizan de que Irigoyen gobierne con hombres de la clase media o surgidos del pueblo. No suponen que tengan talento, cultura o capacidad los hombres de origen oscuro. Don Hipólito ofende a la sociedad al gobernar con ¨la chusma¨, en vez de hacerlo con la ¨gente bien¨ (...) El odio a Yrigoyen es un odio de clase. Al enterarles de que escribía este libro, varios hombres de la clase elevada me han dicho de Yrigoyen: ¨ ¡Es un hijo de la gran puta!¨ Sólo por razón de intereses se odia así a hombre después de muerto.

Manuel Gálvez, Vida de Hipólito Yrigoyen.

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