Rosas

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viernes, 27 de febrero de 2015

Villa Manuelita

Eran los tiempos de la Revolución Libertadora, una época con miles de presos, con sindicatos asaltados por comandos civiles y en plena persecución por parte de la dictadura golpista. En el seno del Movimiento Nacional se vivían momentos de graves claudicaciones. Nuestro líder desterrado deambulaba por Latinoamérica y mientras tanto un multitudinario festejo de la Argentina “decente” (así se lo creían y se hacían llamar ellos) tomaba las calles para exteriorizar su odio hacia los trabajadores y los grasitas.

Sin embargo, en un barrio humilde de la ciudad de Rosario se inicia en forma clandestina y espontánea la denominada “Resistencia Peronista”. El espíritu de la misma aparecería simbólicamente expresado en el portón de una fábrica cerrada, allí una pintada simple pero contundente, anunciaba el sentido de la heroica resistencia popular que comenzaba: “los yanquis, los rusos y las potencias reconocen a la Libertadora, Villa Manuelita no” .
Al respecto decía Perón

“…Yo había optado una vez más entre el ejercicio sensual del poder y la defensa denodada de los intereses de mi pueblo, y contra quienes opinaban que los pueblos habían extirpado de sus sentimientos la semilla de la lealtad, entendía que mi pedestal permanecería firme en el corazón de los humildes.

Así fue, en efecto; Rosario pasó a ser una especie de Capital política del peronismo. Por muchos meses conservé un volante donde los habitantes de una sufrida barriada obrera “Villa Manuelita” desafiaban al mundo con más o menos estas palabras: “Los Estados Unidos, Rusia, Inglaterra, reconocen a Lonardi. Villa Manuelita reconoce a Perón”.

Para mí Rosario tenia la dimensión de un símbolo. Puedo asegurarle que si la cañonera hubiese remontado el Paraná, mi paso por Rosario hubiera tenido el valor de una chispa ante un barril de pólvora. Seguramente los usurpadores del poder no descartaban tal posibilidad, y arreglaron para que mi salida de la jurisdicción argentina se hiciera por vía aérea, para lo cual el propio Presidente del Paraguay facilitó su avión y su piloto particular. …”


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