Rosas

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viernes, 22 de diciembre de 2023

PERÓN Y LA IGLESIA: PERIODO DE RUPTURA Y CONFLICTO EXPLICITO

 Por Francisco A. Senegaglia

El conflicto se inicia en los últimos meses de 1954. Perón advierte de sectores de la Iglesia que juegan en contra del peronismo, “…y que han dejado de cumplir con su deber de argentinos y su deber de sacerdotes” (nombra incluso obispos); y por otro lado la Iglesia denuncia a muchos sacerdotes peronistas a los que descalifica. El 22 de noviembre la Iglesia dio a conocer una carta pastoral suscripta por todos los obispos; en ella decían que los sacerdotes no debían participar en actividades políticas pero que si actuaban en defensa de los principios de la doctrina católica no realizaban oposición política sino defensa del Altar. Agregaban que solicitaban ser informados de los cargos concretos que existieran contra sacerdotes. Vino después el proyecto de divorcio vincular, la supresión de la enseñanza de la religión, la prohibición de actos masivos en la calle, la clausura de diarios católicos, el conflicto y huelga universitaria que unió a la oposición encabezada por la Iglesia; el Senado dejó sin efecto la exención de impuestos a las instituciones religiosas y en ese mismo mes en menos de una semana el Congreso aprobó convocar a una convención constituyente que tratara la reforma de la Constitución para separar la Iglesia del Estado. Finalmente, Corpus Christi desencadenó la guerra abierta. Y la posibilidad que la oposición se aglutinara en torno a la Iglesia, había tantos ateos (que no concurrieron por solidaridad con la Iglesia, sino por haber encontrado un canal para protestar contra el gobierno), como católicos en la procesión. Acusaciones cruzadas, quema de banderas,improperios contra Evita. El clima era denso. El 16 de junio de 1955 se produjo un intento de golpe de Estado en el transcurso del cual aviones de la Marina rebeldes con el símbolo de una cruz y una v, con la leyenda Cristo Vence, pertenecientes a la Marina arrojaron bombas, principalmente sobre la Plaza de Mayo, en tanto fuerzas de tierra atacaban la Casa de Gobierno, resultando de los hechos más de 200 muertos y alrededor de 800 heridos, la mayoría de ellos civiles. A contra parte, la noche del bombardeo grupos de personas atacaron y produjeron destrozos en diversos locales de la Iglesia mientras la policía y los bomberos se abstenían de intervenir. Algunos de ellos fueron la Curia Eclesiástica ubicada a dos cuadras de la Casa Rosada que fue saqueada y se destrozaron todos los muebles y objetos de valor antes de incendiarla. Las acciones fundaron la legitimidad del anti peronismo. El 16 de septiembre estallaba un golpe militar que obligaría a Perón, a dejar el gobierno y salir del país. Hay creo dos niveles de análisis para pensar el conflicto y el desenlace. Uno ideológico y otro pragmático vivencial. En términos ideológicos, la Iglesia quería mantener la hegemonía sobre la vida social, pero entendía que con los cambios estructurales que se daban en el mundo, estaba retrocediendo en su influencia. 

Si bien la Doctrina Social de la Iglesia empezaba a mostrar una posición diferente frente a la injusticia, hasta ese momento, la cuestión social no atravesaba su orden institucional. Mas bien, cada uno en su lugar o en su butaca, llega al cielo. Una posición de resignación para el pueblo creyente; pero también de control social de la Iglesia y de su jerarquía, que de esa forma era funcional a la oligarquía y los poderes de turno. El peronismo era sincero en su toma de posición respecto de la Doctrina Social de La Iglesia, pero no del clericalismo local que intentaba manejarlo. (Algo que la jerarquía eclesial pensó que podía hacer y se les fue de las manos) Seguidamente, la discusión fue sobre el control de los espacios sociales comunes: la juventud, los obreros, los gremios profesionales, la familia, la mujer, la beneficencia y/o asistencia social, las expresiones culturales etc. Perón proponía un estado de bien estar, de justicia social aquí y ahora y de revolución para conquistar derechos y defender el interés nacional. El cielo de la Iglesia estaba lejos y no tenía herramientas para enfrentar la nueva realidad social que imponía la revolución peronista. Por otro lado, ese posicionamiento ideológico del peronismo era pragmático. La vida del trabajador había cambiado estructuralmente. Redistribución de la riqueza, seguridad social, salud pública, salarios dignos, vacaciones pagas, aguinaldo, educación pública gratuita para primaria, secundaria y universitaria; mucho más aún: respeto y empoderamiento del mundo obrero; en síntesis: dignidad. Lo que significaba que gracias a una política de redistribución de bienes materiales se establecía una redistribución de bienes simbólicos que transformaba profundamente la sociedad en los hechos. En conclusión, el peronismo había interpretado el cristianismo mucho mas a la letra, lo que derivó posteriormente en el compromiso de muchos curas en la resistencia peronista, en la formación de cuadros católicos devenidos en grupos políticos, en la conjunción de socialismo y cristianismo y en poner las bases de los curas para el tercer mundo, espacio que se desgajaba de la Iglesia oficial. Posteriormente con los documentos de Medellín y Puebla, la posición de la Iglesia adquiere una matriz critica y de denuncia de la injusticia estructural; pero el peronismo ya había sido sacado de la escena del poder con todas las nefastas consecuencias para el pueblo. La Iglesia tradicional mantuvo una línea antiperonista en líneas generales y colaboracionista de los golpes de estado; probablemente el retorno de lo reprimido para no perder sus prebendas, aunque sea a costa del pueblo cristiano. Otra Iglesia asumió el peronismo revolucionario, y muchos laicos y curas fueron martirizados. La disputa por el poder, por lo simbólico ha tenido consecuencias irremontables que pagamos hasta el día de hoy: la grieta, la división de la comunidad; las luchas intestinas que distraen para que el enemigo siga haciendo su trabajo de coloniaje extractivista en esa suerte máquina de fabricar pobres, que define tan bien el teólogo Jon Sobrino. El peronismo será revolucionario o no será peronismo; y el cristianismo -sostendrá Camilo Torres, el primer cura guerrillero que murió con su fusil en la mano- será revolucionario o no será cristianismo.

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