Por Raúl Lima
Se cumplen 233 años del nacimiento del Gral. José de San Martín, en Nuestra Señora de los Reyes Magos de Yapeyú, bautizado al día siguiente con el nombre de Francisco Joseph.
Con el estudio de los próceres suele suceder que, cuanto más se lo profundiza, más asoman los pies de barro bajo el pulido bronce que apoya en el pedestal (a Carlos de Alvear, cuya estatua ecuestre es la más bella del país, sólo su facilitada entrada en Montevideo y la batalla de Ituzaingó, evitan que el barro lo cubra por completo).
No ocurre lo mismo con San Martín; su figura se agiganta en la medida que aumenta el conocimiento que de él se tiene. Hoy es el Padre de la Patria, el prócer indiscutido (salvo algún ocasional infundio ya desbaratado). Pero no siempre fue así, y durante su vida tuvo que soportar calumnias que pesaron sobre su ánimo, al punto de obligarlo a vivir su último cuarto de siglo fuera del país, donde poco a poco fue recibiendo el reconocimiento que le era debido.
Uno de los cargos que más lo indignó fue el de haber pretendido coronarse Rey en el Perú, a la manera en que Itúrbide lo hizo en Méjico. Los propios oficiales de su ejército (entre ellos Juan Galo de Lavalle) lo llamaban, a sus espaldas, “el Rey José”. Muchos años después, aún se hicieron caricaturas al respecto (como la que ilustra esta nota, atribuida a Alvear, en la que se lo presenta como un tigre que pierde su corona; entre sus garras y a sus pies, las cabezas de sus supuestas víctimas).
¿Monárquico o Republicano?
Republicano en principio (“Amo el gobierno republicano y nadie lo es más que yo”, afirmó en carta a Guido), consideró que estos jóvenes Estados nacientes eran proclives a caer en la anarquía, y creyó que la Monarquía constitucional era la forma de gobierno más indicada para evitarla.
En 1816 apoyó a Belgrano con su proyecto de monarquía incaica.
Ya en Perú, pocos días antes de entrar en Lima, en las negociaciones de Punchauca (2-6-1821) propuso al Virrey La Serna, previo reconocimiento de la independencia del Perú, la venida de un príncipe español para gobernarlo (Muchos opinan que esta propuesta no fue más que un modo de ganar tiempo para afianzarse militarmente y ganar el apoyo de la opinión pública).
Como Protector del Perú, el 24-12-1821 convocó a sesión a su Consejo de Estado. En ella se otorgaron facultades a dos de los consejeros, Juan García del Río y el Coronel Diego Paroissien, para que, trasladándose a Europa y previo reconocimiento de la independencia, pase a “coronarse Emperador del Perú”, un miembro de la Casa real de Inglaterra, o de Rusia, o de Alemania, o de Francia, o de Portugal (en ese orden); en su defecto, podía admitirse hasta al príncipe De Luca, de la Casa de España (este último con la condición de no ser acompañado por ninguna fuerza armada). Firman San Martín y los demás consejeros. Esta reunión fue secreta y el acta está escrita en clave, la que fue descifrada oficialmente por orden del Congreso del Perú, al año siguiente.
Los dos emisarios también estaban encargados de contraer un empréstito en Londres. Antes de viajar a Europa, y de acuerdo a las instrucciones recibidas, pasaron por Chile, a fin de intentar igual iniciativa de parte de su gobierno. Luego debían pasar por el Río de la Plata –-adonde envió a Toribio Luzuriaga-, lo que demuestra su deseo de integrar en una gran monarquía todo el Sur de la América hispana. San Martín escribió a su amigo O’Higgins, Director de Chile: “Al fin (y por si acaso o bien dejo de existir o dejar este empleo) he resuelto mandar a García del Río y a Paroissien a negociar, no sólo la independencia del Perú, sino también dejar puestas las bases del gobierno que debe regirlo: marcharán a Inglaterra, y desde allí, según el aspecto que tomen los negocios, proseguirán a la Península. A su paso, le instruirán verbalmente de mis deseos; si ellos convienen con los suyos y los intereses de Chile, podrán ir diputados por ese Estado, que unidos con los de éste, harían mucho mayor peso en la balanza política, e influirían mucho más en la felicidad de ambos Estados. Estoy persuadido que mis miras serán de su aprobación, CONVENCIDO DE LA IMPOSIBILIDAD DE ERIGIR ESTOS PAÍSES EN REPÚBLICAS. Al fin, yo no deseo otra cosa sino que el establecimiento del gobierno que se forme sea análogo a las circunstancias del día, EVITANDO POR ESTE MEDIO LOS HORRORES DE LA ANARQUÍA”.
O’Higgins, prudentemente, contestó a los emisarios que “lo mejor era dejar las cosas en el estado en que se hallaban”.
Mitre critica lo que llama esta “idea fija” de San Martín con respecto a la monarquía, y dice que tanto él como su ministro Monteagudo “estaban ciegos y sordos”. Escribe el gran biógrafo de San Martín: “El acto más trascendental, que decidió fatalmente del protectorado y del Protector, fue el malhadado plan de monarquizar al Perú, que le enajenó hasta la opinión del mismo país libertado, y aflojó más los vínculos de la disciplina militar ya relajados”. “El protectorado estaba moralmente perdido a los ocho meses de nacer, y no le quedaba (a San Martín) más salida que la abdicación o el despotismo”.
Luego vendría el “desencuentro” de Guayaquil, en cuyo resultado tuvo no poco que ver la postura de San Martín a favor de una monarquía.
Conclusión
¿Se equivocó San Martín en este aspecto, como sostiene Mitre? Es probable, pero jamás pretendió coronarse él, por lo que el mote de “Rey José” fue injusto. Bolívar mismo quedó persuadido de ello.
Procuró lo más conveniente para el pueblo que había liberado, según su leal saber y entender (y atento a la experiencia vivida por las Provincias Unidas del Río de la Plata).
Muchos años después le escribió al General chileno Pinto (26-9-1846): “Su afortunada patria ha resuelto el problema -confieso mi error, yo no lo creí- de que SE PUEDE SER REPUBLICANO HABLANDO LA LENGUA ESPAÑOLA”.
"su figura se agiganta en la medida que aumenta el conocimiento que de él se tiene". Comparto plenamente.
ResponderEliminarMuy buen artículo.
que es anonimo
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