Rosas

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martes, 19 de junio de 2012

Algunas mujeres del siglo XX


Por Don Singulario 
-¡Hola don Singulario! Hace varios días que lo veo haciendo paquetes de libros. ¿Se muda?
-Estamos cerrando el boliche, y preparando paquetes para mandar a los barrios, algunas bibliotecas populares se están llevando cajas con material escolar un poco viejo. También mandamos revistas antiguas tipo Billiken, Anteojito, El Libro Gordo de Petete para que los pibes tengan material para recortar.
-¿Y cuál es el motivo del cierre?
-Le cuento el menos prosaico, estoy un poco cansado y me cuesta trabajo lidiar con el orden y la limpieza, entre el polvo ambiente que produce el intenso tránsito durante el tiempo que estamos abiertos, sumados al polvo volcánico por un lado y por el otro el caos que producen los clientes-lectores que siempre ubican el libro el revés y en un estante diferente, me encuentro superado.
-No creo que sea por eso solamente, ya que a Ud. el caos le fascina…
-El caos creador, pero no el de las organizaciones. Pero es real, no es el único, hay razones materialistas además, que no valen la pena mentar.
-¿Va a continuar con la actividad o se vuelve a jubilar?
-Vamos a continuar vendiendo por Internet y escribiendo estas columnas, por lo que no me pienso desprender de algunos volúmenes con historias interesantes para compartir. Además laburar de secretario en el estudio de mi hija en Santos Lugares, colaborar en la búsqueda de antecedentes para los libros jurídicos que ella está escribiendo y…
¡Pare la mano don Singu! ¿Me dijo que está cansado y se propone tantas actividades? Ya que está, porqué mientras tanto no aprovecha la escoba…
-No sea ordinario. Son todas actividades a realizar a ritmo de jubilado, con pocos horarios fijos. Me gustaría dedicar el tiempo al ocio creativo pero soy un laburante compulsivo y si no me impongo ciertas obligaciones actúo depresivamente, por ejemplo no me tienta ir a la plaza a llevar maíz a las palomas
-Sin embargo a mi me gustaría volver a la Piazza San Marco a darle de comer en la mano a las palomas venecianas.
-En ese caso sí,  lo acompaño y abandono por un rato las actividades programadas…
-¿Entonces hoy no va a buscar material de libros viejos para compartir?
-Entre los libros que estoy acomodando se encuentra una “Historia Argentina” de Bernardo González Arrilli que lleva como subtítulo “Según la Biografía de sus Hombres y Mujeres”; una muy buena edición en diez tomos encuadernados en origen de 1966 por la editorial porteña Nobis.
-Debe ser muy interesante ese tipo de mirada, en lugar de cronologías y batallas.
-Es original, tiene un tufillo bastante rancio que despide su apego a la historiografía oficial mitrista y académica. Lo divide en cinco tópicos fundamentales: la primera dedicada a la Revolución de Mayo; la segunda a la Guerra y la Independencia. Siguen la Anarquía y la Tiranía; luego a la Libertad y la Constitución y por último a la República.
-¡Ya don! Con esa segmentación me imagino a quiénes voy a encontrar…
-Imagina bien, pero como no me quiero dejar arredrar por discriminaciones personales, aprovechando que son absoluta minoría en toda la obra, voy a recordar a las pocas mujeres que nombra en el último tomo y que de alguna manera dejaron una estela perfumada el siglo pasado. Nombra a Raquel Camaña (porteña, 1883-1915), educadora de formación socialista. Le sigue Victorina Malharro (Buenos Aires, 1881-1928), educadora y novelista polémica.
Vicenta Castro Cambón continúa la lista, (Morón, PBA, 1882-1928), desafortunada físicamente por accidentes quedó jorobada y ciega. Fundó la Biblioteca Argentina para Ciegos. Escritora.
Lola Mora (Tucumán, 1866-1936), artista plástica muy cuestionada por la sociedad femenina de la época y piropeada por los hombres. El autor con mucha sutileza describe una vida azarosa en tonos novelescos: «de fracaso en fracaso comenzó a derivar rumbo al delirio [...] cuando finó la enterraron en una esquina [...] de la Chacarita. Como aquella calle conduce al lugar en que reposan restos amados [...]».Don Bernardo nada habla de su famosa “Fuente de las Nereidas” enrejada y vidriada (yo diría encarcelada) en la Costanera Sur y de la cantidad de otras obras que realzan parques, plazas y edificios en todo el país.
-Don Singulario, parece que su vida fue bastante controvertida especialmente en sus relaciones privadas, se casó y divorció en poco tiempo con un joven bastante menor, fue amante de varios políticos de fuste, fue reconocida con la generosidad que tiene nuestro pueblo para sus estrellas y olvidada de la misma forma. Como anécdota, le cuento a Ud. que anduvo por el Tren de las Nubes que también participó en su construcción. Mi nieto sacó los datos de Wikipedia.
-También Cecilia Grierson (porteña 1859-1934) sigue la reducida lista, primera médica argentina creadora múltiple de tareas e instituciones como la “Sociedad Argentina de Primeros Auxilios” y el “Consejo Nacional de Mujeres”. En ese capítulo al final, destaca a las primeras cuatro dentistas egresadas de la Facultad de Medicina (UBA): Sara Justo, Catalina Marni, Antonia Arroyo y Leonilda Menedier. Incluye a la farmacéutica Armandina Poggetti.
-Para este fulano muy pocas mujeres fueron importantes en la Historia Argentina durante el siglo pasado…
-Es muy sugestiva la obra por la preferencia y el lugar que le da a cada uno de los personajes que afronta. Muchísimas páginas a los hombres y poquitísimas y casi diría por compromiso a las mujeres. Después de recorrer una parva de artículos masculinos aparece Alfonsina Storni (Suiza 1892-1938) poeta de la que ya hablamos en otras oportunidades. El autor describe su muerte así: «[...] comenzó a caminar por el agua hacia adentro, hasta que vino una ola grande, redoblando en el silencio hondo, una ola brava, de esas que comienzan a encresparse a lo lejos, todavía sin espumas, una ola inmensa la tumbó. Debió querer asirse de la bravura misma de la ola en el esfuerzo inútil de su manotón. Se quedó luego “con los ojos fríos y la boca muda”. Si intentó gritar, el agua con su mano de loca, la enmudeció brutalmente y se la llevó… El mar, como un Don Juan. La devolvió al otro día [...]”
-Don Singulario, me parece patética y de mal gusto esa descripción del suicidio. Basta escuchar la obra de Luna y Ramírez para comprender que una lírica como Alfonsina merecía ser tratada con otra calidad. ¡Pobre historiador y biógrafo académico tentado a literato!
-Déjeme continuar sin hacer juicios de valor. Concluye el tomo con esta última e ignota dama: Doña Elvira Aldao de Díaz (Rosario s/f, falleció en 1950) Escritora, aparentemente testigo de su época y amiga de Lisandro de la Torre a quien, a su muerte: «[...] le rindió su homenaje: recopiló sus cartas y algunos de los discursos que se le dedicaron, y editó un libro lleno de indiscreciones, que no se puso a la venta y que ella misma dedicó y obsequió a sus amigos [...]»
-No lo comprendo a ese cronista, ¿era amigo o enemigo? Mire don que honrar en una obra de una decena de tomos a una amiga que escribía indiscreciones sobre un egregio muerto suicidado es más digno de un programa vespertino de TV que de un historiador. De ese tomo, usted cuenta que es la última mujer que aparece como representativa en el siglo pasado. Sin embargo me parece que faltan muchísimas, como mínimo, por ejemplo, Moreau de Justo y Evita
-El prologo está escrito en 1964 y en él claramente desarrolla don Bernardo su pensamiento liberal y antipopular: «[...] la libertad y la antilibertad se denominan en nuestro país Sarmiento y Rozas [...]».  No podía haber ignorado a Eva Perón que falleció en 1952, sino como profeta del odio en términos jauretchianos. En el caso de Doña Alicia Moreau (1885-1986)  le podemos dar la derecha pensando que aparentemente sólo retrataba personas fallecidas.
-Don Singulario, por la fama que le hizo a esa obra, seguro que no lo vende ni por Internet

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