Rosas

Rosas

lunes, 28 de mayo de 2012

Fermín Chávez volvió al pago

Por José Luis Muñoz Azpiri (h)
                                          
         “Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace...”, quien cubra su puesto de lucha dentro de la inteligencia militante. Pudiendo haber construido  su castillo de cristal – la diafanidad de su vida se lo hubiera autorizado – o su intelectual torre de marfil, prefirió su aporte vital al esclarecimiento histórico que brinda a los pueblos los cimientos de la determinación nacional.
            Convivían en Fermín Chávez, en armoniosa conjunción de pensamiento y arte, la tribuna y la profecía, unidas a la expresión veraz y depurada. El magisterio del escritor, ampliado por el ejercicio de la poesía, el periodismo y ocasionalmente la tribuna, actuó siempre en el marco del Movimiento Nacional Justicialista, en el de la Resistencia (1955-1973), donde hacer peronismo estaba más cerca de las balas y del exilio, que del halago y los “honores”. Cuando los poderes regresivos quebraron el trayecto del pensamiento nacional, apareció su nombre en las negras listas de los negados, mas la fuerza y pureza de su doctrinaria conducta demostró que, para el genuino pensamiento patrio, siempre habrá una columna y una prueba de imprenta.
Querido Fermín, viviste tu pasión argentina y la hiciste vivir, al margen del bando y las urnas, hasta arder en su mismo fuego múltiple y generoso. El fuego en que se consumen los corazones de la Patria comenzando por el de los trabajadores. Dicho fuego representa la credencial de la subsistencia y salvación nacionales, antesala de la Argentina eterna que hombres como vos profetizaron, entrevieron y, finalmente, ayudaron a erigir.
  Tu voz no era un altavoz, era una conciencia y el nacionalismo que ella representaba es, en nuestro país, una mística que no ha podido articularse aún en un proyecto genuinamente emancipador.
            Mística que viviste, querido maestro, con esa profunda fe cristiana que expresabas en tu devoción hacia la Virgen Gaucha, a la que le habrás pedido que no te dejara morir fuera de la pampa, siendo ella su dueña y quien dispone el destino de sus hijos. Virgen que te concedió el privilegio de ser un cadáver argentino.
            Acaso estés nuevamente en tu entrañable Entre Ríos, en un Entre Ríos celestial, donde dormirás en el campo verde, bajo el manto de los trebolares, fundido en la tierra primigenia, difundiéndote en su llaneza, en su sin par honradez. Sepultado en esa pampa habrás conquistado medio cielo, será como yacer en el azul. De día, te acariciará el sol y las brisas nativas; de noche, te velará la luna y las estrellas gauchas. Renacerás en los pastos, en el silbido de los sauces, en los colores del picaflor y el canto del chingolo, en el trotar isocrónico de un “trotecito” de un alazán criollo. Perdurarás así en la Argentina eterna y celestial que ambicionaste.

            Fuiste estimado hasta por los que insensatamente pretendieron verte como enemigo. Si hasta el diario “que Mitre dejó de guardaespaldas” te evocó con palabras bondadosas y cálidas. Es que así era tu alma generosa ¿Quién podrá olvidarte? Quienes te conocimos te cantarán por todas partes. Cuando te despedimos en la Legislatura tus compañeros y admiradores, tus ojos sabios de “amauta” de la América antigua se habían sellado conteniendo todavía tus lágrimas por la desaparición de Fermincito. Es que hay vidas llagadas por dentro, que nos hicieron comprender la huida terrenal de Lugones y tu último infortunio.
            
 Llevabas a los pies tu gorra y tus lentes, mientras te amortajaba la bandera azul y blanca de Obligado, no la celeste de la canalla doméstica, liberal y cipaya. Aunque hubiéramos preferido, al igual que el “Tigre” Clemenceau – el constructor de la victoria de Francia- un féretro de cristal donde permanecieras, vertical y rígido, vigilando los destinos de la Patria. Duerma, por tanto, el artista a la sombra de los libertadores de la Nación, su sueño de prócer, que habrán de acunar de hoy en adelante los argentinos nacidos o crecidos al conjuro de tu ejemplo y mensaje.
            Te fuiste a encontrar con tu hijo. Volviste al pago, Fermín. ¡Al pago de Tata Dios!
           
           
           

domingo, 20 de mayo de 2012

Mariano Moreno


Por el Prof. Jbismarck

Ernesto Palacio se expresó sobre los enfrentamientos en el seno de la Junta que llevaron a la derrota política de Moreno, con la consecuencia de poner en peligro el destino de la revolución. Dirá Palacio sobre el impulsivo estilo de Moreno: ” La fracción timorata de la Junta se escandalizaba por la audacia de esas expresiones y prefería esperar y contemporizar”:  La opción ante la cual se encontraron los hombres de Mayo era avanzar en las conquistas obtenidas, o permitir, como ocurrió, que los realistas se recompusieran de los primeros golpes.  Jorge Abelardo Ramos escribio: “Mariano Moreno, será la figura de rasgos más acusados; este joven enérgico, tan astuto como ardoroso, que revelará en pocos meses una intuición política asombrosa para su edad y su medio, será el mas grande revolucionario de su época, el que disfrutará más efímeramente el poder y sobre quién la gloria se ensañará como en pocos para volver irreconocible su verdadero programa”.   
Ramos señala uno de los temas más graves de nuestra historia, como es su desfiguración sistemática, lo que ha motivado que los argentinos estemos impedidos de conocer cabalmente la tarea desplegada por hombres de la talla de Moreno. El liberalismo que impregna la versión oficial de la historia argentina fue expresada por Mitre y sus seguidores, los que debieron recurrir a la deformación del pensamiento de Moreno o San Martín para hacerlos aparecer como más proclives a las ideología mitrista.   
Norberto Galasso también reivindicó la figura de este revolucionario: “ El Moreno de 1810 dista mucho de ser un bibliófilo ajeno a su tiempo ... Ha bebido las enseñanzas de los revolucionarios europeos en aquella rica biblioteca del Alto Perú. Peno no se enajena en ellas. No incurre en el error de esos ‘jóvenes afrancesados’ que años más tarde recitan discursos progresistas mientras traicionan el país apoyando una invasión extranjera”.  
En cambio, José María Rosa expresó un concepto totalmente contrario: “Era un intelectual del tipo de quienes tratan de amoldar la realidad a los libros: sus ideas políticas las había recogidos de lecturas que le despertaban una fe hondísima”.   
Hugo Wast lo considero un demagogo, en contraposición con Saavedra: "En el seno de la Junta, Moreno representaba la demagogia liberal contra la tradición católica y democrática que encarnaba Saavedra. Por eso, los modernos demagogos, los masones, los anticatólicos en cualquier partido en que militen (socialistas, comunistas, etc.) descubren en Moreno su primer antepasado en la historia argentina". Federico Ibarguren tambien descalificó al editor de La Gaceta. 
Algunos contemporáneos suyos escribieron: Tomás Guido  dijo: ” Pero estaba reservado al doctor Moreno simbolizar en su persona el espíritu de una grande regeneración. Elocuente... Ardiente... republicano, gozaba de una facilidad sorprendente para la expedición de los negocios de la administración. Su vasta inteligencia abrazaba todas las peripecias de una situación erizada de dificultades... Obrero infatigable en la organización... comprendió su misión sublime y con firmeza incontrastable arrostró las preocupaciones, atacó los abusos y sentó las bases de la República Argentina”.   
Domingo Matheu era otro protagonista que lo conoció en profundidad  por haber sido compañero en la Junta, lo retrató así: “... Moreno (era) el verbo irritante de la escuela, sin contemplación a cosas viejas ni consideración a máscaras de hierro”.  Era un político práctico que no estaba atado a ninguna doctrina que no fuera el bienestar de sus patria y su gente, los criollos e indios olvidados por el viejo sistema colonial. Tradujo el Contrato Social de Juan Jacobo Rousseau, pero utilizó las enseñanzas del pensador francés sólo en la medida que le sirviesen para luchar por sus objetivos de obtener la igualdad de derechos de las colonias americanas. El capítulo referido a la religión no lo editó por considerar que Rousseau deliberaba en este tema. Profundamente católico pero enemigo de los sacerdotes que justificaban la esclavitud de los indígenas y el sometimiento de los criollos.   Aquellos que ensalzan a Moreno como el más alto exponente del liberalismo olvidan que su defensa de la libertad estaba condicionada por los intereses superiores de la Nación y del primer gobierno que asumía la representación de los criollos. 
Cuando editorializó sobre la libertad de escribir, remarcó que se daría esa libertad pero siempre y cuando “no se oponga en modo alguno a las verdades santas de nuestra augusta religión y a las determinaciones del gobierno”.   La organización y edición de la Gaceta fue obra fundamental de Moreno, es realmente increíble la actividad desplegada en aquellos días convulsionados, su tarea como propagandista de la revolución es otra de las facetas del gobernante. La causa patriota necesitaba una voz que hiciera conocer los puntos de vistas de la Junta, el periódico que dirigió Moreno permitió que en las provincias se conocieran las medidas y opiniones del gobierno. Se publicaba dos veces a la semana y en algunas ocasiones aparecía un número extraordinario. Según cuenta su hermano Manuel, hasta su alejamiento del país, Mariano fue su exclusivo redactor.   Cuando en el mes de diciembre se dio a conocer el decreto que prohibía conceder empleos a los españoles, algunos criollos protestaron por la medida, que no alcanzaba a los que estuvieran empleados a esa fecha. Manuel Moreno opinaba que esta decisión estaba dirigida a terminar con la discriminación que existía hasta el momento, la que impedía a los criollos ocupar cargos de mayor responsabilidad, pero el decreto esta destinado a que los enemigos de la Junta se enquistaran en la administración pública para boicotear las medidas que propiciaban el cambio de sistema. A quienes criticaban a Mariano por su intransigencia, su hermano Manuel les contestaba:        
“Querer una revolución sin males es tan quimérico como una batalla sin desgracias, y así los culpables de las acaecidas en Buenos Aires, que por su fortuna han sido muy raras, son los promotores de la revolución misma”.

miércoles, 16 de mayo de 2012

El ODIO unitario en el nombre de las calles.....

por Alberto Piñeiro

Las "revanchas" en las calles:

Av. Brigadier Juan Manuel de Rosas (Monroe)
Legalmente, el nombre de la actual “Av. Monroe” es “Brigadier General Juan Manuel de Rosas”, según Ordenanza N° 29.905/74.En el Proyecto de Traza original del 6-12-1855, se la denominó “Saavedra”, el que fuera cambiado por “Monroe” según Ordenanza del 27-11-1893.
Por Ordenanza N° 29-905 de 1974, la avenida se llamo definitivamente “Brigadier General Juan Manuel de Rosas”; sin embargo por decreto N° 165/76, el gobierno militar de Jorge Rafael Videla dejó sin efecto la ordenanza anterior, por lo que actualmente se la denomina “Monroe”.

Scalabrini Ortiz
Similar situación pasó con la actual Scalabrini Ortiz:
En plano topográfico de 1987 se denominaba "Camino del Ministro Ingles", y "Camino Ingles" en el plano A.Saint Yves. Luego se la denomino "Canning", por ordenanza del 27-11-1893.
Por ordenanza N° 29.014/1974 se la renombra "Sclabrini Ortiz", pero nuevamente el gobierno militar, por Decreto-Ordenanza N° 1.665/1976, insiste con el nombre Canning. Sin embargo, a diferencia del caso de Juan Manuel de Rosas-Monroe, en el caso de Canning perdura el nombre de "Scalabrini Ortiz".

Av. Sarmiento
También la "Av. Sarmiento" fue un nombre “impuesto”; según el plano de de P.Usal de 1888, se denominaba “Avenida de las Palmeras” y abarcaba desde la actuales avenidas del "Libertador" y "Costanera Rafael Obligado". Posteriormente se la denominó “Sarmiento”
No solo eso: al parque de la estancia de Rosas, "Palermo de San Benito", se lo llamó "3 de Febrero" (por la fecha de la batalla de Caseros), se colocó el monumento a Urquiza y Garibaldi, y sobre el terreno de la demolida residencia particular del Juan Manuel de Rosas, se instaló el busto de Sarmiento.

Calle Sarmiento.
La calle donde naciera El Restaurador, se denominó:
- Calle de la Virgencita (Ricardo de Lafuente)
- Santa Lucía. Padrón de Don Miguel Jerónimo Esparza. 1744
- Masilla. Manifestación de Mauricio Rodríguez de Berlanga. 30-06-1808
- Cuyo. Plano topográfico de Felipe Bertrés. 1822
- Sarmiento. (?¿) Ordenanza 20-02-1911

Av. Rivadavia
Se denominaba:
- Camino Real, o Único Camino Real y Preciso de los Reinos de Arriba. Disposición del gob.José Martines de Salazar. 1663
- De las Torres. Padrón de Domingo Basavilbaso. 1738
- Reconquista. Manifestación de Mauricio Rodríguez de Berlanga del 30-06-1808
- De La Plata. Plano topográfico de Felipe Bertrés. 1822
- Camino a San José de Flores o Camino Principal a Flores. Plano de J.M.Manso.1817
- Federación. Ley 13-06-1836
- Camino General Quiroga. Decreto 28-08-1835
- Camino del Oeste. Plano Sourdeaux. 1850
- Primera Junta. Ordenanza 27-11-1893
- Rivadavia. Ordenanza 28-09-1893


Rivera Indarte
Por sesión Municipal del 26.02.1870, se la denomina San José (AHM, Legajo 3, Flores, Actas 1870) Por ordenanza 27-11-1893 se la renombra “Rivera Indarte”, en honor al autor de “Tablas de Sangre”

Fructuoso Rivera
La calle se llamó Garibaldi, y Ñorquin. (localidad de Nuequén)
Por Ordenanza N° 196 del 28-08-1919, se la renombra “General Fructuoso Rivera”, en honor al “pardejón Rivera”.

Estación de subterráneo Juan Manuel de Rosas
La estación de subtes de la Linea B, que estará ubicada en el cruce de las avenidas Triunvirato y Monroe, se llamara "Juan Manuel de Rosas", según determinó una resolución votada por la Legislatura porteña. El proyecto del ex diputado Miguel Talento obtuvo 39 votos, mientras que otros cinco se abstuvieron, entre ellos el ex jefe de gobierno porteño Aníbal Ibarra.

El texto de la iniciativa recordó que en 1974 una ordenanza del Consejo Deliberante había denominado "Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas" a la actual avenida Monroe, pero dos años después la dictadura militar derogó la decisión. Talento explicó que su proyecto buscó "reivindicar al historia" y "terminar con una omisión injusta". (La Razón, 11.07.2008)


ESPERAMOS QUE MACRI CUMPLA LO ESTABLECIDO EN LA LEGISLATURA PORTEÑA....
IGUALMENTE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES ES PRACTICAMENTE DE LAS ESCASAS URBES DONDE NO SE RECUERDA EL HEROICO RESTAURADOR DE LAS LEYES..

Fuentes:

Piñeiro, Alberto Gabriel. Las calles de Buenos Aires. Instituto Histórico de al ciudad de Buenos Aires.

¿El petróleo es un tema fatal? II


por Don Singulario

-¡Hola don Singulario! La semana pasada me dejó picando un montón de cosas con el tema del petróleo. Haciendo cola en el banco, escuché que mentaban el artículo y haciéndome el sota, paré la oreja. ¡Parece que el título fue un titulazo!
-El mérito es de Galeano. El tema es tan actual que apasiona. Lamentablemente mueve intereses que, remedando a Carlos Villar Araujo “[...] en cuanto al petróleo, nunca las cosas son como aparentan ser [...]”
-Por ejemplo, yo que le nombré como un héroe al germano Fuchs porque fue quien lo encontró en Comodoro Rivadavia…
-Comencemos con ese mito tal el relato don Villar, haciendo referencia a la recurrente lucha de los imperialismos de la época y su penetración en nuestros territorios:
«La historia petrolera argentina resulta incomprensible sin este tipo de reflexiones. Verbigracia: el “casual“ descubrimiento de Comodoro Rivadavia. Hay anécdotas. El doctor Julio A. Nota –estudioso de nuestro petróleo– asegura que el pobrecito aguatero Fuchs no era ni pobrecito ni aguatero: se había desempeñado como jefe de perforaciones en el yacimiento Pechenbaum, Alsacia, por cuenta de una compañía vinculada al grupo Inglés. Los estudios geológicos de los hermanos Ameghino, del sabio Speghazzini y otros habían demostrado la presencia de hidrocarburos en la región. El propio perito Moreno recuerda en un documento:       “ [...] desde 1896 a 1903 di instrucciones a los vecinos de Rada Tilly, hoy Comodoro Rivadavia, para que algún día fuera punto de salida de los productos de la región andina y, a la vez del petróleo cuya existencia era muchísimo más probable que la del agua”»
-La pucha don Singu, ¡qué interesante!, mientras recuerda a lumbreras argentinas, lo está bajando del pedestal al pobre trepanador alemán…
-Déjelo continuar al redactor de Crisis si quiere conocer algunos entretelones:
«El equipo perforador que envía en 1904 la Dirección General de Minas, Geología e Hidrología de la Nación era modernísimo ¿Para buscar agua? ¿Y por qué Puerto Madryn debe esperar hasta 1913 a que le instalen un pozo de agua, mientras la perforadora de Comodoro llega antes de ser fundado el pueblo? [...] El perito Moreno había contestado a una petición de los pobladores de la zona con palabras inequívocas: “[...] agua para beber no van a encontrar, esto se los  puedo decir casi con seguridad, pero es fácil que encuentren otra cosa de tanto más valor: yo estoy convencido de que debe haber petróleo debajo de estos campos [...]
¿Por qué el mito, por qué el misterio? ¿Acaso porque no había intención de divulgar los eventuales hallazgos? [...]»
-A ver si comprendo la cosa don. Desde mucho antes se presumía que por la zona había petróleo y sin embargo con equipos sofisticados aparentaban buscar agua sabiendo que no la iban a encontrar. Como una idea conspiradora se me ocurre que ciertos poderes económicos y políticos no querían hacer saltar la perdiz y alguien la desbarató.
-Efectivamente, un día después del descubrimiento…
 « [...] el Presidente Figueroa Alcorta suscribió un decreto prohibiendo la denuncia de pertenencias mineras y la concesión de permisos de cateo en 5 km a la redonda de Comodoro Rivadavia, fue porque al frente de la sección Hidrología estaba un hombre excepcional, el Ing. Julio Krause, que anticipándose a cualquier maniobra se va personalmente a los diarios de Buenos Aires y difunde la noticia»
-Aunque lo esté obviando, don –yo se lo leo de ojito– don Villar Araujo cuenta que tanto secreto tenía que ver con los ingleses (y sus cipayos internos) tratando de ocultar esta riqueza a otras potencias que se estaban preparando para lo que sería la Primera Guerra Mundial.
-¡Vicha bien! Lo amplío citando palabras de joven funcionario del Almirantazgo, un tal Winston Churchill ¿le suena?:
«“[...] nos corresponde ser dueños, o de cualquier manera gestores, en los lugares de extracción, de una proporción razonable de la cantidad de petróleo crudo que exijan nuestras necesidades” –reitera el investigador– O de cualquier manera gestores, por ejemplo, prestando al “pocero Fuchs»
-Bueno don Singulario, usted da vueltas y vueltas y siempre termina con el León Británico metiendo sus garras por algún lado de nuestra osamenta. Aunque… mirándolas bien, aquellas palabras son bastante parecidas a las que pronuncian en el actual gobierno de su Graciosa Majestad…
-Que tiene bastante poca gracia. Volvamos un poco a la nota de la semana anterior, cuando nos referimos al capítulo Historia de una frustración:
«En el primer Censo Nacional de 1864 se describe la existencia de petróleo en Jujuy, Salta, Mendoza y Comodoro Rivadavia. ¡Cinco años después que el “coronel Edwin Laurentine Drake empezara la primera explotación comercial norteamericana en Pensilvania! ¡Seis antes que el joven John D. Rockefeller fundase la Standard Oil! Y casi al mismo tiempo que allá, aparecen acá personajes con igual empuje, con voluntad de emprender negocios arriesgados. Sólo que a los nuestros los hunden. Está prohibido adelantarse a los tiempos cuando se es nativo de un espacio social dependiente… Como ese señor Martin de Moussy, que funda con capitales de la provincia y de Bolivia la “Compañía Jujeña de Kerosene”. Comete el gravísimo error de enviar muestras a Pensilvania para que se las analicen: le contestan  que es un engendro inservible, que eso no es verdadero kerosene.
Pronto empieza a inundar el mercado –a precio de “dumping”– el kerosene “auténtico”, es decir, norteamericano. De Moussy quiebra»
-Por lo menos don, era otro imperio.
-¿¿¿ ???
Disculpe, no se chive… es verdad que cuando hablamos del “aceite de piedra” –de donde proviene su nombre–  hay algo de fatalidad
- Siguiendo con la prehistoria, vea como relata lo acontecido en Mendoza:
«Para una experiencia similar (a la De Moussy), en Uspallata, los empresarios toman recaudos: traen a un geólogo alemán a fin de que dictamine sobre el terreno: el doctor Stalzner. Las posibilidades son buenísimas; entonces se dirigen al gobierno central pidiendo apoyo; desean que construyan un ferrocarril para sacar el producto.
Sarmiento desconfía, importa un geólogo inglés el mayor Ricard, que coincide en valorar las excelencias del yacimiento… y vuela a publicar su informe en Londres [...] los empresarios locales sufren [...] cuando el gobierno hace oídos sordos a sus demandas. “No hay en el país grandes capitales que exige esa industria” argumentan desde Buenos Aires.
Sin embargo los pioneros domésticos responden con hechos: las calles de Jujuy empiezan a ser alumbradas con kerosene provincial. No importa si al año siguiente van a reemplazarlo con su equivalente yanqui. Los jujeños no se entregan: trasportan botellas a Buenos Aires e iluminan los salones del club anexo a la Exposición Industrial de 1877…
Sábe don que cada vez que me cuentan estas historias, como diría el gordito Palmiro Caballasca: ¡¡Me hirve la cabeza!!
-Como los jujeños del siglo XIX, siempre hubo quienes no se entregaron. Dejo los nombres del Ing. Huergo y el Gral. Mosconi como enseña, y todos los que hicieron la Patria desde el frío y ventoso patagónico hasta el calor y los jejenes de Salta.
Quiero reivindicarnos a también a los gaseros que acompañamos (con la naturales rencillas familiares) a los yipeeferos en toda la geografía nacional. Agrego mi especial respeto a aquellos que, defendiendo su trabajo, salieron a las calles en Cutralcó, Vespucio y otros lugares durante la nefasta segunda década infame inaugurando los piquetes de la dignidad. Y a los que ahora despliegan las banderas alegres de la recuperación

El combate de Montevideo

Por  Argent-Chacho
La victoria dejó sin sostén logístico a 20.000 soldados españoles, frenó la injerencia lusitana en territorio rioplatense y convirtió al río de la Plata en una vía de provisión de recursos para la Revolución. La importancia de una batalla.
Brown frente a Montevideo, según un grabado del artista uruguayo Diógenes Hequet (1866-1902)
Brown frente a Montevideo, según un grabado del artista uruguayo Diógenes Hequet (1866-1902)
 
El Ejército Argentino a órdenes del general Rondeau sitió Montevideo desde octubre de 1812, pero dos años más tarde seguía resistiendo el asedio por el continuo flujo de aprovisionamientos que recibían por el puerto.

La estrategia naval fue cortar con es suministro. Entonces, el almirante Brown zarpó con de nueve naves armadas con 147 cañones decidido a enfrentar a los españoles, que zarparon de Montevideo el 14 de mayo a bordo de 11 buques con 155 cañones, para hacer frente a las naves argentinas.

El plan de Brown fue simular que se retiraba mar afuera para que los realistas fueran en su persecución, luego cambiar de rumbo para interponerse entre la fuerza española y Montevideo y por último presentar batalla.


El triunfo de la escuadra nacional cortó con el poder naval español sobre el río, que había comenzado tres siglos antes.  La batalla que entabló Brown hizo posible la caída de la plaza de Montevideo en poder de las fuerzas argentinas. El 23 de junio de 1814, Alvear tomó posesión de la ciudad por tierra.


Las acciones se sucedieron entre los días 15 y 17. Este último día, la fragata "Hércules", buque insignia del almirante, penetró en aguas de Montevideo persiguiendo a los buques enemigos. Dos de ellos buscaron refugio al amparo de la Fortaleza del Cerro y otras tres naves se ubicaron bajo los muros de la ciudad.

La fuerza naval española abandonó la lucha y Brown impuso desde entonces un cerrado bloqueo a aquel puerto que derivó en la rendición de la plaza de Montevideo, el 23 de junio de 1814, a manos del Ejército Argentino a órdenes del general Carlos María de Alvear.

Buenos Aires conoció la buena nueva por intermedio del teniente Lázaro Roncayo, oficial de la sumaca "Itatí" que Brown comisionó para enviar el parte.

El pueblo manifestó su profundo júbilo llevando al marino de la escuadra vencedora en andas hasta el fuerte.

Tras la victoria de Montevideo y una vez consolidada la independencia en 1816, la Armada Argentina comenzó a desarrollar su misión.
 


jueves, 10 de mayo de 2012

Adolfo Saldías: el Padre del Revisionismo Argentino

Por Julio R. Otaño

Nació en Buenos Aires, el 6 de septiembre de 1849.
Se recibió de abogado en 1875 y realizó su tesis sobre el tema del Matrimonio civil. Comenzó a actuar en política a través del popular Partido Autonomista de Buenos Aires, liderado por Adolfo Alsina, enfrentado a Bartolomé Mitre, junto con Aristóbulo del Valle, Leandro Alem y Bernardo de Irigoyen, entre otras personalidades con las que formará en el futuro la Unión Cívica Radical.
Al subir Roca al poder, se cumplían casi treinta años de la caída de Rosas y hacía tres que el Restaurador había muerto en Southampton. Sólo los que andaban arriba de los cuarenta podían recordar de primera mano su gobierno. En ese treintenio se impuso dentro de la enseñanza un cuadro negativo de dicha etapa histórica, sobre la que todos parecían estar de acuerdo.
Resultado de imagen para adolfo saldias
La Historia de Domínguez impuso el tono, que sólo se modificó para cargar las tintas en los posteriores libros de López, Es­trada y Pelliza.
En cuanto a Mitre, si bien no escribió espe­cíficamente sobre Rosas, su actitud y su modo de pensar no diferían para nada de aquéllos, a los que apoyaba con su autoridad.  Sería en 1881, y a través de la pluma de un joven de treinta y un años de familia unitaria, que Rosas entraría de lleno en la historiografía bajo una nueva luz, mucho más histórica en estructura. En ese año Adolfo Saldías publicó el primer tomo de su “Historia de Rosas”, basado en enorme caudal de documentos y en un riguroso método heurístico.  Prácticamente sin an­tecedentes, la autoría de este libro lo consagró, no sólo en su tiempo, sino en la posteridad. Como señala Julio Irazusta: "Aunque dejó muchos escritos y publicó antes de morir una obra de aliento, Adolfo Saldías ha quedado como el hombre de un solo libro: su Historia de Rosas. Y este hecho es tan­to más significativo cuanto que nada, en los antecedentes del autor, permitía esperar esa armonía entre el escritor y su tema de la que surge, por lo general, la obra maestra"
Resultado de imagen para adolfo saldias  Con la aparición del tercer tomo en 1887, quedó com­pletado el trabajo de Saldías sobre el Restaurador. En las primeras páginas afirmaba: "... estoy habituado a ver cómo se derrumban en mi espíritu las tradiciones fundadas en la palabra autoritaria que, atando el porvenir al presente, echan al cuello de las generaciones un dogal inventado por el demonio del atraso. Pienso que aceptar sin beneficio de in­ventario la herencia política y social de los que nos prece­dieron, es vivir de prestado a la sombra de una quietud que revela impotencia. La prédica de los odios constituye, por otra parte, un verdadero peligro para el porvenir de las ideas, cuyo desenvolvimiento retarda, lanzando en senderos extra­viados a la juventud, en vez de iniciarla en la experiencia saludable de la libertad, o en las lecciones moralizadoras que presentan los propios infortunios políticos". Y termina con estas palabras: "He escrito lo que tengo por verdad a la luz de los documentos, y lo que pienso que es conveniente se sepa para ejemplo y experiencia".  Tan pronto como apareció la obra, Saldías se apresuró a enviarle un ejemplar al venerado maestro, Bartolomé Mitre, del que era irreductible adversario político, pero al que ad­miraba intelectualmente sin retaceos.  Esperaba la palabra crítica pero alentadora que consagrara su largo trabajo.  Lo que recibió fue un baldazo de agua fría, con el balde incluido.
La carta de don Bartolo lleva fecba 5 de octubre de 1887, y comienza con un verdadero elogio: "He pasado parte del día y casi toda la noche leyéndolo", lo cual, teniendo en cuenta las 920 páginas del grueso volumen, es casi un aplauso ce­rrado.  Pero de inmediato venía el descuento: "Es un libro que debo recibir y recibo, como una espada que se ofrece galantemente por la empuñadura; pero es un arma del adver­sario en el campo de la lucha pasada, y aun presente, si bien más noble que el quebrado puñal de la mazorca que simboli­zaría, por cuanto es un producto de la inteligencia".
Y con­testando al prólogo de la obra, le descarga: "Si por tradi­ciones partidistas entiende usted mi fidelidad a los nobles principios porque he combatido toda mi vida, y que creo haber contribuido a hacer triunfar en la medida de mis fa­cultades, debo declararle que conscientemente los guardo, como guardo los nobles odios contra el crimen que me animaron en la lucha".Ya estaba todo dicho.
Como señala Irazusta, la actitud de Mitre "asombra por su voluntad de incomprensión". En esa carta, rapsodia a la intolerancia, está ausente el historia­dor.  Sólo habla el irreductible político que se niega a bajar las banderas de guerra.  No hay una sola crítica a la heurís­tica, ni una palabra sobre el método, no se rebate un solo punto, no se discute nada, es pura y simplemente un ¡NO! cerrado.  Saldías no intentó polemizar con Mitre, ni disminuyó su respeto hacia el que consideraba maestro indiscutido.  Cuan­do en 1892 reeditó el trabajo, le cambió el nombre, en lo que algunos quieren ver una concesión al ambiente poco propicio a la reivindicación de Rosas; de ese modo el libro pasó a lla­marse “Historia de la Confederación Argentina”.
La actitud de Saldías la explica Irazusta: "No fue por ninguna razón subalterna que don Adolfo prodigó en libros posteriores sus elogios (matizados con discretas reservas) al vencedor de Pavón y organizador de la nación reunifícada; sino por firme convicción. Su silencio ante las censuras del maestro respon­dían al respeto, pero también al hecho de que compartía con Mitre, más que con el caudillo por él historiado, el pensa­miento de fondo sobre la realidad nacional".
Lo cual es perfectamente exacto. Saldías era un liberal neto, cuyas diferencias con Mitre podrían ser de matiz, pero no de fondo.
Por ello, si destaca con vigor la acción política externa de Juan Manuel de Rosas, su defensa de la soberanía y su gallardo enfrentamiento con Francia e Inglaterra; si es el primer historiador que, al decir de Ricardo Rojas, intro­duce la simpatía federal en la historiografía nacional y al mismo tiempo intenta comprender a las masas del Interior y sus caudillos, nada de lo anterior disminuye en un ápice su admiración por Rivadavia y los unitarios, a los que empalma con don Juan Manuel en un mismo plano de elogio y respeto.
En ello Saldías es canónicamente liberal.
Aparte el valor intrínseco de la obra, Saldías alcanzó un notable éxito de público por la agilidad y vigor del estilo li­terario.
Señala Irazusta: "... el arte de la composición, más importante para la gran literatura que el don del estilo, Saldías lo poseía en un grado extraordinario. En él radica el secreto de su éxito, porque es lo que más ayuda a hacerse leer". Pero además Saldías tenía estilo, un estilo que luego perdió en libros posteriores, cuya prosa fría y precisa,, im­personal, hace echar de menos el picante sabor de la Historia de la Confederación”.
Tras la andanada de Mitre había callado La Nación; calló también el Quijote, callaron todos.
El joven promisorio de 1877 era el fracasado de 1887.
Debieran serle un gran consuelo las cartas entusiasmadas de Manuelita escritas con sus trémulas manos de anciana: "Realmente esa obra es ¡colosal! Estamos leyendo el primer tomo, yo en alta voz para que mi pobre Máximo no pierda el hilo, la comprenda bien y no fatigue su cabeza. Las verídicas referencias a los antecedentes y hechos gloriosos de mi finado padre, bien me han conmovido" le escribe desde Londres. O el apoyo efusivo del viejo coronel Prudencio Arnold de Rosario, el aliento de Antonino Reyes desde Montevideo o la simpatía con que Bernardo de Irigoyen le hablaba, en su salón privado (pintado de rojo punzó), del extraordinario valor histórico de su libro, y el más extraordinario coraje de su autor al editarlo.
Nadie comentaba en público el Rosas, pero desaparecía de los anaqueles.
Al año de ponerse a la venta el tercer tomo, ya no quedaba un solo ejemplar. ¿Éxito genuino o maniobra de algunos para hacerlo desaparecer?
Lentamente se iba conociendo la verdad sobre Rosas; Pero el mayor efecto de la Historia de la Confederación se producía fuera del país. Aquí resultaba difícil romper la barrera de intereses que impedía conocer o juzgar al pasado. Saldías tuvo un éxito completo y perdurable. En sus páginas comprendió la verdad el mejicano Carlos Pereyra, que inicia su Rosas y Thiers con esta frase apoyada en el libro de Saldías: "A Rosas no se lo ha historiado ; se lo ha novelado. Y se lo ha novelado en folletín. Otros hombres públicos odiados y maldecidos, han tenido la fortuna de no merecer en tan alto grado la atención preferente de las comadres de ambos sexos, amantes de explicarlo todo por la fístula".
Saldías participó activamente en la Revolución del 90 y fue uno de los primeros en entrar al Parque de Artillería, junto a Leandro Alem, siendo detenido y desterrado a Uruguay.
Uno de los fundadores de la Unión Cívica Radical en 1891, volvió a ser parte de una insurrección armada en la Revolución de 1893, siendo nuevamente detenido, encarcelado en Ushuaia y nuevamente desterrado a Uruguay.
En 1898 fue Ministro de Obras Públicas y en 1902 Vicegobernador de Buenos Aires, junto a Bernardo de Irigoyen.
Falleció en La Paz, Bolivia el 17 de octubre de 1914. Su Obra es Inmortal.

Bibliografía:

Irazusta, Julio “Adolfo Saldías”
Rosa, José María “Historia Argentina”
Scenna, Miguel Angel “Los que escribieron nuestra Historia”

miércoles, 9 de mayo de 2012

El Fraile Aldao


Por Rogelio Alaniz
 
Murió el 19 de enero de 1845 después de una larga y dolorosa agonía que no pudo ser atenuada ni siquiera por quien era considerado el mejor médico de la Confederación, Miguel Rivera, cuñado de Juan Manuel de Rosas.  Durante casi un año Rivera se instaló en Mendoza para lidiar contra una enfermedad que hasta el día de hoy es incurable. Las crónicas aseguran que Aldao sufrió horrores con ese tumor que le salió a la altura de la frente. Sus enemigos dicen que se merecía esos sufrimientos por los crímenes perpetrados y, sobre todo, por los pecados cometidos por alguien que se había iniciado en la vida pública como sacerdote y al momento de morir convivía con tres mujeres y un pequeño regimiento de hijos.
Quebrado por la enfermedad, nunca perdió la lucidez y la capacidad para hacerse temer por sus subordinados. Él mismo organizó su entierro y ordenó que su cuerpo fuera vestido con los hábitos dominicos y el uniforme guerrero, uno arriba del otro. El propio obispo de Mendoza le prestó los servicios religiosos, y su cuerpo fue depositado en una de las bóvedas de la Iglesia Matriz de Mendoza. Un terremoto en 1869 hizo desaparecer el templo y todos los cadáveres que allí estaban enterrados, incluido el de Aldao.
Durante casi veinte años fue el caudillo fuerte de Cuyo. Su poder se extendía a San Juan y San Luis. Ponía y sacaba gobernadores a su gusto y quienes intentaron discutir su autoridad pagaron muy caro el atrevimiento. Para los historiadores y para sus contemporáneos, Aldao fue un personaje controvertido e incómodo. Los unitarios no lo querían porque los había perseguido, expropiado y matado cuantas veces pudo. Pero tampoco los federales estaban tranquilos con un caudillo demasiado independiente, demasiado habituado a excesos injustificables. Por supuesto, la Iglesia Católica no decía una palabra de quien se ordenara de sacerdote en 1806 y se doctorara con todos los honores en Santiago de Chile unos años después.
Su afición por las mujeres no era menos intensa que su afición por el juego y a la bebida. Eso, por lo menos, era lo que decían sus enemigos y, muy en particular, su primer biógrafo, un joven de apenas treinta que se llamaba Domingo Faustino Sarmiento. El joven exiliado en Chile no tratará bien al fraile. Con su prosa inflamada enumera todos sus vicios y patologías. Hasta el último capítulo, la evaluación que hace de Aldao no es diferente a la que luego hará de Facundo. Se trataba de caudillos bárbaros y primitivos.
Félix Esquivel y Aldao había nacido en Mendoza en octubre de 1785. Se dice que su familia, los Aldao, provenían de Santa Fe. Su padre era militar y sus dos hermanos, José y Francisco, también siguieron la carrera de las armas. El destino quiso que quien en el futuro habría de ser el más guerrero, el más cruel y, seguramente, el más valiente de la familia, fuera destinado a la carrera eclesiástica.
A partir de 1816, el fraile Aldao se sumó al Ejército de los Andes. Lo hizo en su condición de capellán, pero pronto el destino lo colocará ante el dilema de elegir entre la Biblia y el sable y, por supuesto, elegirá el sable. Los hechos ocurrieron en una pequeña escaramuza militar en Chile, conocida como el combate de Guardia Vieja. No se saben bien los detalles de la refriega, pero sí se sabe que en cierto momento el padrecito Aldao ocupó el centro del combate repartiendo mandobles a diestra y siniestra. Era un hombre alto, bien plantado, musculoso y la expresión de su rostro estaba muy lejos de ser angelical. Con su túnica blanca, su figura se distinguía en el campo de batalla como un espectro o como un enviado de la muerte.
Cuando concluyó el combate, Aldao se dedicó a atender a los heridos. Su sotana estaba manchada de sangre y barro. El general Gregorio de las Heras, que miraba asombrado ese espectáculo imponente, le dijo: “Padre, cada uno en su oficio; a Su Paternidad el Breviario, a nosotros la espada”. La observación debe haber sido una humorada, porque en el mismo campo de batalla, Aldao se integró al cuerpo de Granaderos con el grado de teniente.
Durante casi siete años el fraile Aldao acompañará a San Martín en sus campañas militares. Participará en las batallas de Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú; en Perú, será guerrillero. Las Heras y San Martín respetarán su coraje. El mismo respeto le tenía Lavalle, quien lo había visto matar a un oficial español en Maipú, un gigante que barría patriotas con su sable. Aldao fue el único que se animó a enfrentarlo. Con agilidad y elegancia esquivó un furioso sablazo de su enemigo y acto seguido lo atravesó con la espada. No conforme con ello, bajó del caballo y lo decapitó. La escena de Aldao exhibiendo a la soldadesca la cabeza del enemigo debe de haber sido estremecedora, sobre todo porque quien se jactaba de esa hazaña, unos meses antes había ingresado al ejército como capellán.
Todos sus ascensos militares Aldao los ganó en el campo de batalla. Ese fue siempre su orgullo. Unos años después, metido de lleno en las guerras civiles, fue tomado prisionero por los tropas de Paz quien ordenó trasladarlo con otros oficiales a Córdoba. Mientras los prisioneros desfilaban por la plaza, eran insultados por la chusma. Los insultos más ofensivos eran contra Aldao. “Has cubierto de luto a tu patria”, le gritó un hombre, tal vez recordando la masacre de Pilar, el ajusticiamiento de los prisioneros y la orden de degollar a Laprida. La respuesta de Aldao fue tan veloz como su sable: “Y también le he dado días de gloria”.
En 1823 Aldao vivía en Lima. No se ganaba la vida como militar sino como tahúr. Tahúr y mujeriego. Se dice que en las mesas de juego acumuló una interesante fortuna y en algún momento pidió autorización para regresar a su patria. Se la dieron, pero de Perú se fue acompañado por una hermosa mujer que decidió entregarse a él sabiendo que para la época se trataba de una unión maldita.
Para 1825 Aldao ya estaba instalado con su mujer y sus hijos en Mendoza. Se dedicaba a la actividad privada y a su familia. Pero por poco tiempo, porque sus hermanos lo alentaron para lanzarse a la política. Y él supuso que los tres unidos eran invencibles. No estaban del todo equivocados. A partir de 1826 será el hombre fuerte de la región. Curiosamente, el hombre que antes de morir dirá “fui débil pero nunca unitario”, se inició en las guerras civiles protegiendo al gobernador unitario de San Juan, Salvador María del Carril, y a su Constitución liberal y anticlerical. Después, los avatares de la política lo irán volcando hacia la causa federal de la mano de Facundo Quiroga.
Cuando en 1829 Paz derrotó al Tigre de los Llanos en Oncativo, uno de sus prisioneros fue Aldao. A pesar de las presiones que recibió para fusilarlo, Paz se negó a hacerlo y finalmente lo desterró a Bolivia. Regresó a Mendoza en 1832. En 1841 enfrentó a los ejércitos de Lavalle y Lamadrid. Participó en la batalla de Angaco, considerada la batalla más sanguinaria de nuestras guerras civiles y fue uno de los testigos de la victoria federal en Rodeo del Medio, la batalla “donde tío Angel (Pacheco) le ganó a tío Goyo (Lamadrid)”, como dirá consternada muchos años después Mariquita Sánchez de Thompson.
La leyenda insistirá en remarcar los vicios del fraile. Como toda leyenda, hay en ella algo de verdad y mucho de mentira. Aldao no debe haber sido mejor ni peor que otros caudillos que debieron asumir responsabilidades en un tiempo donde las diferencias se resolvían con sangre. Sin embargo, Sarmiento, su enemigo declarado, le reconoció virtudes que jamás les reconoció a Quiroga o a Rosas: “ En medio de tantas cualidades malas, este hombre tenía algunas virtudes recomendables. Ha tenido amigos que lo han estimado entrañablemente y cuyo afecto lo ha sobrevivido a la distancia y a la muerte. Sabía hacerse amar por sus soldados. Solía distribuir granos en gran cantidad entre los pobres y muchos infelices le deben su subsistencia. Personas que lo han conocido de cerca aseguran que tenía un amor entrañable a sus hijos. Toda Mendoza acompañó su cadáver a la iglesia...”.

lunes, 7 de mayo de 2012

Evita (1919-1952)

Por Julio R. Otaño

Evita Perón nació en el año 1919 en un pequeño pueblo bonaerense denominado Los Toldos Hija de Juana Ibarguren Núñez y de su pareja Juan Duarte, quien nunca legitimó la relación. Juan Duarte, hacendado y concubino de Juana Ibarguren, muere en 1925 dejando a ésta y a sus cinco pequeños hijos -la menor Evita-en el desamparo más absoluto.
No obstante ello, Juana con su máquina de coser, trabajando día y noche y guardando la dignidad, logra mantenerlos y educarlos. Evita comienza a manifestar su vocación artística y viaja a Buenos Aires, la gran ciudad cosmopolita, en donde se instala a partir de l934.
Trabaja asiduamente en la radio e interviene en algunas películas.
Evita siempre soñó y logró dañar los intereses privilegiados y beneficiar a los más humildes.
Pero nunca hizo "clasismo", ni al estilo demócrata cristiano ni al modo marxista. Ella fue simplemente peronista.
A los “descamisados” se refiere Evita en su libro más divulgado “La razón de mi vida”. Si bien no fue la redactora directa, se sabe que la obra fue escrita por el periodista español Manuel Penella de Silva, luego de infinitos encuentros en los que ella seguía letra por letra la evolución de su autobiografía...A medida que el periodista iba leyéndole el manuscrito, Evita asentía emocionada: “Así fue, así mismo ocurrió”, repetía entre lágrimas. Poco antes de morir le dijo “Gracias por el libro, es el hijo que no tuve”
El pensamiento más extenso de Evita se encuentra en su obra póstuma y poco divulgada “Mi mensaje”. Sus páginas fueron dictadas al sindicalista Juan Jiménez Domínguez, fundador de la Unión de Docentes Argentinos. Según el historiador Fermín Chávez “Mi mensaje” fue dictado entre los meses de marzo y junio de 1952, cuando apenabas pesaba 38 kilos, es decir en los últimos meses de su vida, ya que murió el 26 de julio de 1952.
Estaba convencida que el proyecto político de su esposo, el general Perón, de una "Argentina socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana" era posible y por su instauración luchó hasta el fin.
Su mítica “Fundación Eva Perón” llegó no solo a los confines de los necesitados del país sino tambien a algunos países necesitados como la España destruida de la década de 1940-1950.
Fue Evita quien con voluntad y esfuerzo logró la aprobación del voto femenino, apasionadamente enamorada de su esposo, volcada hacia los más desprotegidos y amante de su patria.
La quisieron convertir en Vicepresidenta por iniciativa de la Confederación General del Trabajo: se realizó el cabildo abierto del justicialismo, en un palco levantado en la avenida 9 de julio, frente al ministerio de Obras Públicas, para proclamar la formula Perón-Eva Perón por el periodo 1952-1958. Evita no aceptó en principio y rogó que no la obligaran a hacer lo que no queria hacer.
Luego de una larga charla con la multitud Evita dijo: "como dijo el general perón, yo haré lo que diga el pueblo".
31 de agosto: En la noche y por la cadena de radiodifusión el país conoció oficialmente la respuesta de Evita. Comunicó su "decisión irrevocable y definitiva de renunciar al honor....". "y que esa resolución surgía de lo mas intimo de su conciencia".
Párrafos de 'MI MENSAJE': “Muchas veces, sobre todo en los años de la revolución, oía como los altos jefes militares trataban de disuadir al Coronel de su amor por el pueblo. Ellos no concebían que un oficial superior pudiese entregarse así a "la chusma". Al principio creían que el Coronel hacia demagogia para conquistar el poder. Fue entonces cuando, envidiosos del éxito de Perón, le hicieron la primera revolución, le exigieron su renuncia y lo encarcelaron en Martín García.
Pero felizmente el pueblo ya lo había conocido a Perón, y ya no veía en él al jefe militar con vocación de dictador; sino al compañero cuyo corazón había sentido el dolor de nuestra raza. Y el pueblo se lanzó a la calle dispuesto a todo. Los jefes militares de la reacción huyeron asustados y la oligarquía se escondió con ellos. Fue el 17 de octubre de 1945. Después, las cosas cambiaron.
El Coronel, ya Presidente, siguió fiel a sus descamisados. Ya no podía ser que fuese demagogo, como decían.
Era cierto entonces aquello de que Perón, un jefe militar; concedía importancia fundamental a los trabajadores de su pueblo. Y a medida que los trabajadores se organizaban constituyendo la más poderosa fuerza del país, la oligarquía infiltrada también en las fuerzas armadas preparaba la reacción. Ellos, cobardes como todos los traidores, nunca lo atacaron de frente, lo atacaron por mí... ¡Yo fui el gran pretexto! Cumplí mi tarea gozosa y feliz, parando los golpes que iban dirigidos a Perón. Sin embargo los que no me querían a mí, siempre terminaron por alejarse de Perón.
De alguna manera se fueron... ¡Y muchos lo traicionaron! La verdad, la auténtica y pura verdad, es que la gran mayoría de los que no quisieron a Perón por mi, tampoco lo quieren sin mi.
En cambio el pueblo, los descamisados, los obreros, las mujeres, que me quieren a mí más de lo que merezco, son fanáticos de Perón hasta la muerte. En el pueblo reside la fuerza de Perón, no en el ejército.
Solamente el pueblo lo quiere a Perón con fanatismo y sinceridad. Porque Perón al "entregarse" a la voluntad del pueblo, luchando y trabajando por la felicidad de los humildes y en contra de la prepotencia y de la confabulación de todos los privilegios con todas las fuerzas de la antipatria.
¡Este es el gran delito de Perón! El gran delito que yo bendigo desde el fondo de mi corazón descamisado. En mí, no tiene importancia ni tiene valor todo lo que yo siento de amor y de cariño por mi pueblo, porque yo vine del pueblo, yo sufrí con el pueblo.
En cambio, el amor de Perón por los descamisados vale infinitamente más, porque dada su condición de coronel, el camino más fácil de su vida era el de la oligarquía y sus privilegios. En cambio se decidió por el pueblo, contra toda probabilidad, venciendo las resistencias de muchos compañeros y abrazó nuestra causa definitivamente. ¡Cometió el gran delito! Eva Perón”
En su libro "Del poder al exilio. Cómo y quiénes me derrocaron", Juan Domingo Perón contó su historia de amor con Evita. "Eva entró en mi vida como el destino. Fue un trágico terremoto que sacudió la provincia de San Juan, en la cordillera, y destruyó casi enteramente la ciudad, el que me hizo encontrar mi mujer. En aquella época yo era ministro de Trabajo y Asistencia Social. La tragedia de San Juan era una calamidad nacional (...). Para socorrer a la población movilicé al país entero; llamé a hombres y mujeres a fin de que todos tendiesen la mano a aquella pobre gente de aquella provincia remota (...). Entre los tantos que en aquellos días pasaron por mi despacho, había una joven dama de aspecto frágil, pero de voz resuelta, con los cabellos rubios y largos cayéndoles a la espalda, los ojos encendidos como por la fiebre. Dijo llamarse Eva Duarte, ser una actriz de teatro y de la radio y querer concurrir, a toda costa, a la obra de socorro para la infeliz población de San Juan". Yo la miraba y sentía que sus palabras me conquistaban; estaba casi subyugado por el calor de su voz y de su mirada. Eva estaba pálida pero mientras hablaba su rostro se encendía. Tenía las manos escuálidas y los dedos ahuesados; era un manojo de nervios. Discutimos largo rato. Era la época en que en mí se abría camino la idea de dar vida a un movimiento político que transformase radicalmente la vida de la Argentina" "Vi en Eva una mujer excepcional, una auténtica ''pasionaria'' animada de una voluntad y de una fe que se podía parangonar con la de los primeros creyentes. Al principio, aquella frágil mujer rubia no hizo hablar de ella. Me seguía como una sombra, me escuchaba atentamente, asimilaba mis ideas, las elaboraba en su cerebro férvido e infatigable y seguía mis directivas con una precisión excepcional. En dos o tres meses, Eva Duarte había sido capaz de transformarse en una colaboradora indispensable. Nos casamos en el otoño de 1945 en la iglesia de San Francisco en La Plata". "Trabajábamos día y noche; con frecuencia, durante semanas no nos veíamos y cada encuentro desde el punto de vista sentimental, era una novedad, una sorpresa. El 4 de junio de 1946 fui nombrado Presidente. Los primeros seis meses fueron los únicos que pasamos tranquilos, en una casa verdaderamente nuestra. Habitábamos en la calle Teodoro García, en la casa de Evita, pequeña, aislada, hecha a propósito para pasar una luna de miel que nos habíamos visto obligados a aplazar". "Los primeros síntomas de su enfermedad se manifestaron hacia fines de 1949.
El primero de mayo de 1952 habló por última vez en público desde un balcón de la Casa Rosada. Le costó gran fatiga, tanto que al terminar el discurso se desvaneció entre mis brazos. El día antes de morir me mandó llamar y quiso permanecer sola conmigo, su voz era apenas un susurro...''No abandones a la gente pobre...Es la única que sabe ser fiel''
Durante la noche, Evita tuvo un colapso y entró en coma. Antes de expirar, Eva me había recomendado no dejarla enterrar; quería ser embalsamada". "De ella me quedan una fotografía, su carnet cívico y la última carta que me mandó el 4 de junio de 1952. Las pocas palabras que escribió son casi ilegibles, la escritura es irregular, incierta y fatigada. Se parece a su respiración, como la sentí aquella mañana inolvidable, pocos instantes antes de morir."
Murió en Buenos Aires el 26 de julio de 1952. La república se oscureció bajo un luto sofocante; el dolor de las grandes masas se mezclo con el servilismo de los eternos adulones. José Espejo, secretario de la CGT propuso cuando el pobre cadáver embalsamado ya pedía reposo, velarla por turno en todas las capitales de provincia. Perón ordenó sepultarla. Eva tuvo paz por fin…
La Escritora María Elena Walsh (para nada sospechosa de peronismo) la recordó en su poesía “Eva” así…

Calle Florida, túnel de flores podridas
Y el pobrerío se queda sin madre
Llorando entre faroles sin crespones
Llorando en cueros para siempre solos
La cola interminable para verla
Y los que maldecían por sí acaso
No vayan esos cabecitas negras
A bienaventurar a una cualquiera
El siglo nunca vio muerte más muerte
Y el amor y el dolor que eran de veras
Lagrimas enjuagadas con harapos
Madrecita de los desamparados
Se pinto la república de negro
Mientras te maquillaban y enlodaban
En los altares populares santa
Hiena de hielo para los gorilas
Pero eso sí, sola en la muerte
Y el pueblo que lloraba para siempre
Sin prever tu atroz peregrinaje
Quizás un día nos juntemos
Para invocar tu insólito coraje
Cuando juntas las reas y las monjas
Y huyas de las estampas y el ultraje
Empezaremos a saber quien fuiste
Unica reina que tuvimos, loca
Que arrebato el poder a los soldados
Flores podridas para cleopatra
Y los grasitas con el corazón rajado
Rajado en serio. Huérfanos. Silencio
Y Antonio Tormo calla “amémonos”
Silencio que hasta el tango se murió
Orden de arriba y lagrimas de abajo
En plena juventud no somos nada
No somos nada mas que un castigo
No descanses en paz, alza los brazos
Para juntarte a las mujeres, con tu bandera redentora
No sé quien fuiste, pero te jugaste
Metiste a las mujeres en la historia
De prepo, arrebatando los micrófonos
Repartiendo venganzas y limosnas
Bruta como un diamante en un chiquero
Quién va a tirarte la ultima piedra?
Tener agallas como vos tuviste
Fanática, leal, desenfrenada
Pero la única que se dio el lujo
De coronarse por los sumergidos
Agallas para defender a muerte
Agallas para hacer de nuevo el mundo
Tener agallas para gritar basta
Aunque nos amordacen con cañones

domingo, 6 de mayo de 2012

Atanasio Duarte

Por Eduardo Rosa


Amigo Atanasio

¿Habremos llegado juntos a la historia?

Vinimos los dos por el azul de una noche de verano

Mi azul era ese humo azul de la imaginación

del recuerdo colectivo, esa subliminal inquietud

que heredamos de la herencia que heredaron

que excavé en otras memorias.

en una paleontología fugaz

con un solo fósil real...

…. ni ebrio ni dormido.


¿Y vos, capitán de húsares?

Vos también caminaste hacia mí.

Desde el vientre de tu madre, Brasilera

“de los campos cercanos”

la describías como queriendo bañarla en el Río de La Plata.

O de tu padre, Venezolano

al que le diste una pincelada guerrera

“De la gloriosa independencia de Carácas”,

Porque lo querías cerca de tus ideales suramericanos.

Atanasio, esa noche del 5 de diciembre de 1810

también fué para vos azul

azul de vino y de imaginación.

Y en la noche azul viste el camino, intuíste la esperanza colectiva

Esperenza de tu pueblo Oriental, esperanza del Río de la Plata.

Esperanza de AMERICA, que nacía.

Y alzaste tu copa proclamando por primera vez.

El IMPERIO AMERICANO.


Yo, ciento noventa años depués quise que se oyera ese grito

que nos llegaba profundo, lejano irracional.

Solo lo entendieron unos pocos buenos amigos.


Son otros tiempos, hay otros aires, soplan otros vientos.

¿Fracasamos Atanasio?

Nosotros si

pero la tierra no


Eduardo Rosa, en la víspera del bicentenario de aquel brindis adelantado al tiempo y la prudencia, en que el Capitán de Húsares Atanasio Duarte coronó a Saavedra; EMPERADOR DE AMÉRICA, gritando por primera vez nuestro deseo de una américa libre y unida.


Mañana domingo 5 de 200 levantemos una copa en honor de Atanasio Duarte, que estaría ebrio PERO NO DORMIDO.

martes, 1 de mayo de 2012

Alejandro Olmos...un patriota silenciado

Por Alberto González Arzac
Alejandro Olmos, fue un político importante en la segunda mitad del siglo XX a pesar de que no ocupara cargos ni figurara su nombre en los medios de comunicación masiva. Fue un periodista notable, de pluma tocante, emotiva y valiente. Fue un escritor y pensador político privilegiado, cuya palabra oral o escrita se escuchó con respeto. Y fue un bohemio, capaz de tumbar tabúes como el de la deuda externa, pero incapaz de sacar provecho personal de los valiosos servicios a la Patria.
El Foro Argentino de la Deuda Externa – Regional Mar del Plata ...
Ha sido sistemáticamente silenciado, podría decirse ocultado; al punto que Norberto Galasso en el bosquejo biográfico realizado para la reciente cuarta edición del libro de Olmos sobre 'La Deuda Externa' pudo afirmar que para los diccionarios y enciclopedias del siglo XX 'Olmos, Alejandro no existe'. Tampoco para los historiadores del siglo que se fue.Sin embargo Olmos en los años '40 fue un joven político que se entrevistó asiduamente con Juan D. Perón, con Evita, con John W. Cooke, los curas Hernán Benítez, Virgilio Filippo, dirigentes de todos los partidos y que en los años '50 adquirió notoriedad en la resistencia contra la dictadura militar.
Alejandro Olmos - Nuestra Historia en Taringa!
Fue un periodista brillante, que llegó a Buenos Aires desde Tucumán durante la 'década infame' acompañando nada menos que a José Luis Torres, para después actuar junto a otros grandes, como Enrique Oliva (Francois Lepot), Fernando García della Costa, Américo Barrios, Atilio García Mellid, Valentín Thiebaut, Rodolfo Walsh y tantos más.Fue estudioso, pensador político y escritor que alternó inquietudes intelectuales con Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche, Leonardo Castellani, Leopoldo Marechal, Ernesto Palacio, Arturo Sampay, José María Castiñeira de Dios, Fermín Chávez, José María Rosa, Osvaldo Guglielmino y muchos otros.
La familia Olmos es una estirpe arraigada en Tucumán: apellido castellano de tenientes gobernadores coloniales del siglo XVII, de militares y funcionarios de la Independencia y de uno de los constituyentes de la fugaz República de Tucumán en 1820. Nuestro homenajeado sonrió evasivamente alguna vez que le inquirí sobre sus antepasados porque su proverbial modestia le incomodaba referirse al tema (incluso entre amigos), aunque ostentaba con orgullo su condición lugareña de tucumano.

Fuente: Video: Jorge Lanata-¿Quién era Alejandro Olmos? -El juicio ...
Algunos pantallazos de la fecunda vida de Alejandro Olmos ilustran acabadamente su accionar político desde 1945, cuando ingresó con sus ideas nacionales al naciente movimiento peronista. En agosto de 1946 ya se estaba oponiendo a que el gobierno de Perón ratifique las Actas de Chapultepec y la creación de la OEA (Organización de Estados Americanos). Esa libertad de criterio sería un valor fundamental que alguna vez Cooke le recriminó delante de Perón, pero éste comprendió perfectamente por qué Olmos -por sobre las discrepancias- continuó adhiriendo al peronismo sin afiliarse jamás al Partido Justicialista. Es que (al igual que Jauretche, Scalabrini Ortiz o Sampay) Olmos fue un político que supo participar manteniendo su independencia.
En noviembre de 1955, pocas semanas después del golpe de Estado que derrocó a Perón, Olmos comenzó a publicar 'Palabra Argentina', periódico tabloide de ocho páginas que componía el taller de Fontevecchia (padre), desde donde combatió a la dictadura militar pese a que el Decreto 4161 calificaba como delito cualquier publicación peronista. Cambió varias veces de formato, de periodicidad, de imprenta, mas invariablemente sufrió persecución, allanamientos, secuestro de ediciones, censura y cárcel. Nada lo detuvo porque 'Palabra Argentina' circulaba de mano en mano en miles de ejemplares que se editaban en la clandestinidad, como recordó Miguel A. Moyano en su obra sobre el periodismo de la resistencia.
Fustigó desde allí la derogación por bando militar de la Constitución de 1949 y las atrocidades que la sucedieron: incorporación al FMI, Plan Prebisch, matanzas de Lanús y José León Suarez y los fusilamientos del general Juan J. Valle y otros militares, entre los que se contó su primo hermano y gran amigo, coronel Ricardo Ibazeta. Y siguió por años así, denunciando arbitrariedades como el Plan Conintes, en defensa de miles de trabajadores detenidos sin acusación ni juzgamiento. Es que Olmos fue periodista de la libertad, capaz de combatir la dictadura aún desde la cárcel.
Las 160 ediciones del periódico son un testimonio de nuestra historia contemporánea. De la correspondencia entre Perón y Cooke puede extraerse una expresión reveladora de la importancia que tuvo 'Palabra Argentina', cuando Cooke le escribió a Perón aludiendo alguna diferencia de opiniones con Olmos y expresando: 'General, lo que pasa es que a Palabra Argentina la leen un millón de argentinos'. Eramos entonces casi veinte millones de habitantes y ningún diario comercial superaba la tirada de ese periódico prohibido. Digo esto para aquellos que no recuerdan quién fue Olmos: sepan que fue tanto o más que otros periodistas famosos que no acusaron dictaduras sino que las sirvieron, ni saben lo que es la libertad de prensa porque la confunden con los intereses empresarios.
 Al conmemorarse el primer aniversario de los fusilamientos de junio de 1956, Olmos organizó en el número de 'Palabra Argentina' aparecido el 4 de junio la 'columna del silencio' en esta Capital. Una multitud de varias cuadras, muchos miles de personas, caminaron silenciosamente desde Córdoba y 9 de Julio a la Plaza San Martín para depositar flores en el monumento del Libertador sobrellevando la represión policial, los gases lacrimógenos, los carros de asalto y las detenciones. 'Cada mujer, cada hombre habrá de llevar una sola flor -decía Olmos- para depositar como símbolo de solidaridad en el dolor. No habrá vivas ni mueras. No hará uso de la palabra orador alguno. No puede haber nada más elocuente que el silencio'. Es que Olmos sabía enfrentar las bayonetas con una flor y también era ducho en calibrar la fuerza devastadora del silencio.Aquella enorme concurrencia presagió la derrota del gobierno militar frente al 'voto en blanco' en las elecciones de constituyentes de 1957, que se realizaron poco después. Olmos fue preso, pero la marcha muda dinamitó pacífica y silenciosamente las veleidades constitucionales de la dictadura, como semanas después lo haría el voto de la ciudadanía. No existían entonces las encuestas, pero Olmos era pionero de las estimaciones electorales. Su perspicacia suplía los modernos métodos de hoy.Con similar entusiasmo participó Olmos de las inquietudes del 'revisionismo histórico', realizando trabajos relativos a las relaciones de José de San Martín con Juan Manuel de Rosas en el seno del Instituto de Investigaciones Históricas que lleva el nombre de éste y organizando al promediar el siglo una 'Comisión de Repatriación' que estuvo integrada por personalidades: Manuel Gálvez, Ernesto Palacio, José María Rosa, John W. Cooke, Luis Soler Cañas y otros. Es que Olmos fue celoso de la Soberanía argentina y devoto de los próceres que velaron por ella.
Cuando algunos revisionistas se embarcaron en el golpe militar de 1955, Olmos les dijo: 'Amigos, ustedes están equivocados. Esto es un nuevo Caseros'. Y en 1973 cuando otros amigos quisieron proponerlo para cargos en el gobierno democrático instalado ese año, Olmos les contesto: 'Yo no sirvo para esto; en los momentos difíciles, sí. En los del triunfo, no'.Y los instantes dramáticos volvieron en 1976, cuando se reintegró a la lucha. Dudas no caben que la mayor virtud de Olmos fue haber desnudado entonces la deuda externa 'que siempre nos ocultaron', como decía él. 'La mayor estafa al pueblo argentino', como la calificó Diego Musiak en un film documental que resume los desvelos de Olmos.
Estaba dando sus últimos coletazos el Proceso militar en 1982 cuando Olmos inició una denuncia en el Juzgado Criminal Federal N° 2 destinada a arrancarle a la Justicia una decisión histórica, 'impulsada titánicamente y patrióticamente por Don Alejandro, hasta consumir los últimos días de su existencia', dijo el doctor Juan Carlos Foerster que fue secretario de ese juzgado, quién apuntó que gracias a ello 'la República Argentina es el único país del mundo que pudo realizar la investigación judicial de su mal llamada deuda externa, teniendo dicha investigación trascendencia internacional'.Olmos aportó las pruebas necesarias para demostrar que se trató de una deuda fraguada y en febrero de 1990 dio a conocer su libro 'Todo lo que usted quiso saber sobre la deuda externa' corriéndole el velo a la impudicia.
Nac&Pop | ALEJANDRO OLMOS, EL PATRIOTA DE LA DEUDA EXTERNA, ESE ...
Fue groseramente silenciado porque desentonaba con la intentona neoliberal de aquella Argentina dolarizada que quería penetrar en el 'primer mundo' con euforia privatizadora y seducida por el apetito de las 'relaciones carnales'.Olmos nos mostró la realidad que muchos no quisieron ver. Aportó pruebas, documentos, testimonios, pidió indagatorias, informes, pericias, que decían como se habían endeudado las empresas públicas y el país perjudicando al Estado nacional y permitiendo lucros indebidos de los acreedores.Como la Justicia era lenta Olmos instó la formación del Foro de la Deuda Externa para movilizar la opinión pública y en 1995 llevó también su denuncia a un Jurado Popular presidido por Adolfo Pérez Esquivel que por primera vez cumplió viejas cláusulas constitucionales sobre este tipo de juicios. Tuve el honor de presidir la Cámara de Sentencia que impuso condenas morales a José A. Martínez de Hoz, Domingo Cavallo y otros cómplices.
Olmos no sólo ejerció su apostolado por el interior del país, sino que también concurrió especialmente invitado a foros internacionales, donde demostró la realidad y el fraude del endeudamiento de naciones sometidas al imperialismo financiero.   Pocos días antes de morir Norberto Chindemi le hizo un hermoso reportaje. El cuerpo de Olmos se agotaba pero su pensamiento era viril, conservaba la fuerza de siempre. Por ello sus convicciones trascendieron su vida mundana.Finalmente, después de dieciocho años, cuando ya Olmos había fallecido, el Juez Jorge Ballesteros en Buenos Aires dictó sentencia considerando prescripta la acción penal, pero con la particularidad de reputar veraces numerosas denuncias, elevando las actuaciones al Congreso de la Nación, en cuya Cámara de Diputados se encuentra.Desde entonces, hasta el FMI ha debido hacer su autocrítica sobre la deuda externa argentina; incluso admitió alguno de sus errores. El que no ha reaccionado aún es el Congreso Nacional, como cuando Alejandro Olmos transitaba estos pasillos reclamando infructuosamente el cumplimiento del precepto constitucional que lo obliga a actuar en cualquier arreglo de la deuda externa. Por eso, todos valoramos este homenaje de senadores y diputados que hace alentar esperanzas de que el Congreso un día no lejano cumpla con la cláusula que la Constitución argentina tiene desde 1853. Será entonces cuando el recuerdo de Olmos se convierta en voz de la conciencia colectiva para lograr del Congreso una decisión histórica que ponga fin a esta estafa contra todos los argentinos.