Rosas

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jueves, 1 de junio de 2023

Independencias

Por David Acuña

Independencia y Patria Chica:  A lo largo de trescientos años, el Imperio español conformará una sociedad colonial mestiza sobre lo que alguna vez habían sido las grandes extensiones del Tawantinsuyu Inca.  Hacia fines de 1815 y 1816, el otrora Virreinato del Río de la Plata se encontraba fragmentado en varias unidades políticas. La Banda Oriental era un punto de tensión constante entre la Liga de los Pueblos Libres, el gobierno de Buenos Aires y el Imperio Portugués. El Paraguay se mantenía autónomo y cerrado sobre sí mismo. Y, el Alto Perú era un frente de batalla constante entre las fuerzas absolutistas de Lima y las montoneras gauchas de Güemes.  Las únicas provincias que terminan participando del Congreso de 1816 son Buenos Aires, San Luis, Catamarca, La Rioja, Mendoza, San Juan, Charcas, Chinchas, Mizque, Santiago del Estero, Salta, Córdoba y Tucumán. Las restantes, alineadas bajo el mando de Artigas, ya habían declarado su independencia un año antes en el paraje de Arroyo de la China.


Ambos Congresos, deben ser vistos como hitos de un proceso emancipador que se realiza bajo el auspicio de una identidad popular americana y no como el surgimiento de una nacionalidad específica. San Martín lo expresará claramente al declararse como un hombre del “partido americano” y Belgrano lo dejará de manifiesto al proponer la organización política bajo una monarquía constitucional con un heredero de los incas.   Nuestra identidad mestiza, americana y popular, termina siendo negada por el Estado Nacional surgido luego de la derrota del federalismo, la destrucción del Paraguay y el sometimiento de la Patagonia y el Gran Chaco. El relato oficial de una argentinidad blanca bajada de los barcos y granero del mundo será mucho más acorde con las pretensiones materiales de una oligarquía agraria que le daba la espalda al ideal sanmartiniano de unidad continental, conformando así, una patria chica para pocos.   La historia enseña que no hay posibilidad de cambios profundos sin el protagonismo popular que les dé sustento. Bolívar y San Martín utilizaron los Andes como columna vertebral de un proyecto de emancipación y unidad continental. Sus tropas estuvieron conformadas por hombres y mujeres que mayoritariamente provenían de los sectores populares.   Más de un siglo después, la patria chica oligárquica aliada al capital extranjero se derrumba ante la impronta obrera del 17 de octubre de 1945. El peronismo, expresión radicalizada de la Revolución de 1943, surgía expresando la contradicción fundamental de liberación o dependencia sintetizándola en la consigna “Braden o Perón”.  Dos años después, el 9 de julio de 1947, el presidente Juan Domingo Perón declaraba desde Tucumán la Independencia Económica como única garantía de poder avanzar en mayores niveles de justicia social y profundización democrática. Y, a la par que se le da respuesta en el plano interno a las centenarias ansias de libertad de un pueblo oprimido, se rescata a la Nación de la intromisión política anglosajona volviendo cara a la Patria Grande propiciando el ABC y la Tercera Posición.
El Fondo Monetario Internacional surge como uno de los resultados de los Acuerdos de Bretton Woods (1944) llevado a adelante por las potencias victoriosas de la Segunda Guerra Mundial. La Argentina se integra al mismo el 20 de septiembre de 1956 luego que un golpe militar derrocara al gobierno democrático de Perón.
Desde la intromisión económica del FMI ha provocado no solo la recolonización del país por parte de la anglósfera Washington-Londres, sino el empobrecimiento sistemático del pueblo, la concentración de la riqueza en pocas manos y la extranjerización del aparato productivo. Ergo, venimos perdiendo cada vez mayores niveles de soberanía.  Sin embargo, lo más triste no es lo que vivimos en el plano económico, sino lo que se experimenta en el plano político. En la Argentina del 2023, ninguna de las opciones electorales con posibilidad de llegar a conducir el gobierno para el año que viene cuestionan las recetas fondomonetaristas y aceptan sin beneficio de inventario la deuda contraída por Macri y convalidada por los Fernández. La trágica experiencia menemista de los 90 vuelve como farsa pujando por una mega-devaluación más allá del resultado de las urnas.  Al igual que ayer la disyuntiva de la Argentina sigue sintetizándose en liberación o dependencia, pueblo u oligarquía, patria o colonia… patria o FMI. En la medida que el pueblo organizado no vuelva a tomar las riendas de su propia emancipación, será nuestro derrotero ir cambiando de collar sin dejar de ser perros.

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