Rosas

Rosas

jueves, 22 de marzo de 2012

Pueyrredón y Rivadavia; misión ante Austria y Rusia

Por Roberto Lizarazu

Cuando  las papas queman, los príncipes no aparecen, el miedo cunde y nuestros dirigentes políticos no se encuentran a la altura de las circunstancias; las misiones diplomáticas dirigidas por Rivadavia,  recorrían las cortes de Europa buscando soluciones en el extranjero. Cualquier país es bueno para pedir ayuda. Como veremos en este comentario les toca el turno a Austria y a Rusia. Si señores lectores, en 1817 representantes de las provincias Unidas del Río de la Plata le piden ayuda a Rusia.  Algunos conspicuos autores sostienen que hasta Manchuria no llegaron, porqué era invierno y había mucha nieve.  
Con fecha 3 de enero de 1817, Pueyrredón, que fue Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata desde el 9 de julio de 1816 hasta el 9 de junio de 1819, dispuso dar por finalizada la maratónica misión de Rivadavia en Europa, que venía desde el Segundo Triunvirato (1814).  Prácticamente desde un año atrás se encontraba varado en Paris, que como todos sabemos es un lugar ideal para vivir viaticando  sin hacer nada. Ya ni las más elementales noticias sobre la situación del país le eran comunicadas. El último oficio que recibió del gobierno fue en diciembre de 1816 dándole cuenta de la Declaración de la Independencia en Tucumán. Esta noticia hacía más de dos meses que era pública en Europa. Si carecía de comunicaciones sobre hechos de tanta importancia como la declaración de la independencia, no es extraño que se mantuviera sin instrucciones y sin respuestas a sus muchas cartas informativas sobre la situación europea. A pesar de ello considero de interés reproducir algunas de esas cartas que no eran respondidas y ni siquiera se les acusaba recibo por parte del gobierno. Ni Manuel García, que se supone que dependía de él y que se encontraba en Londres, le informaba nada. Cada personaje jugaba su propio partido de manera independiente y de acuerdo a sus intereses políticos y económicos.  

En fecha 31 de enero de 1817, en carta al gobierno dice: “… se dolía de la conducta de la corte de Brasil, pero desgraciadamente todos mis esfuerzos son hasta ahora inútiles, para saber las deliberaciones de ese Gobierno a este propósito, y qué es lo que ha hecho D. Manuel García , de quien, es bien extraño , no tengo ni una letra; de manera que sobre un asunto de tanta consecuencia no puedo, absolutamente, obrar ni hablar, y precisamente cuando la invasión de los portugueses en ese territorio ocupa tanto a la Europa, a quien generalmente desagrada.”

El 22 de marzo volvía a escribir afligido, advirtiendo “… que la causa revolucionaria debía atender tres objetivos vitales: las disposiciones existentes, o posibles, de las naciones cuyo influjo decidía los destinos en el momento; la situación particular de España, y la marcha que, como consecuencia de uno y otro, y de su propio estado, debían adoptar las Provincias Unidas.”
Conviene detenerse un momento en estos tres objetivos vitales para nuestra revolución e independencia. Considero que resumen exactamente el ideario rivadaviano sobre el particular. Primero tenemos que considerar las disposiciones de las naciones que deciden los destinos de las naciones, (Gran Bretaña y Francia); segundo tener en cuenta lo que podría querer España de nosotros y tercero las medidas que deberían adoptar las Provincias Unidas respecto de los puntos anteriores.

Al efecto Rivadavia añadía: “Nunca pensé que el Congreso demorase tanto en pronunciar sobre la forma de gobierno de este Estado; pero siendo demasiado urgente el hacerlo, yo estoy persuadido que es de suma importancia el declarar a ESE ESTADO EN MONARQUÍA, RESERVÁNDOSE LA ELECCION DE SOBERANO AL RESULTADO DE LA NEGOCIACION QUE EN SU VIRTUD ACUERDAN PARA CON LAS CORTES DE EUROPA. (El subrayado es del propio Rivadavia).

Algunos antecedentes de la misión ante Rusia.

 José Lanz fue uno de los tantos profesionales europeos que Rivadavia, durante su larga permanencia en Europa, contrató para trabajar en el Río de la Plata. José Lanz, un profesor de matemáticas y ciencias naturales español que vivía en Londres,   en 1816 viaja a Buenos Aires y como no se adapta a estas latitudes regresa a Gran Bretaña en mayo de 1817 donde se encuentra  con Rivadavia. Lanz si bien es verdad que  no nos sirvió como profesor, fue contratado nuevamente por Rivadavia para que le sirviese de correo con Pueyrredón y volvió al Río de la Plata con correspondencia para el gobierno. En carta del 30 de agosto de 1817, dice que “este método para informar al gobierno lo usaría  en cuanto se lo permitieran sus recursos, adelantando la noticia de que se preparaba una nueva expedición en Cádiz, y se rumoreaba que era propósito del Emperador Alejandro de Rusia auxiliar a España en sus propósitos ofensivos, si bien señalando que las demás potencias veían con desconfianza la actitud rusa, por ser la nación que menos relaciones e intereses tenía con la América. (1) Por otra parte, añadía Rivadavia, es muy poco probable que la Rusia hiciera sacrificios de buques, tropas y dinero, o sólo dinero, sin una indemnización más que proporcionada. Por su parte no creía que tal expedición  (la española que se preparaba en Cádiz) llegara tener más apoyo que el de la corte del Brasil, cuando ésta ha pedido a Lisboa un refuerzo de 4 a 6 mil hombres con la mayor urgencia, y que ya han salido en parte, y el resto si no se ha dado ya a la vela, no tardará en zarpar, según la noticia de los diarios.”

Misión del cubano Antonio José Valdés ante Austria y Rusia en representación de Pueyrredón.

Por carta del 30 de junio de 1817, dirigida al director Pueyrredón, Rivadavia decía que “el 14 de dicho mes había sido sorprendido por un artículo de uno de los diarios  de París, concebido en los siguientes términos: En La Gazeta de Bremen del 29 de mayo, se lee el artículo siguiente: En este momento se halla en ésta un diputado de Buenos Aires de paso para Viena, encargado de ofrecer el Reino de Buenos Aires a un príncipe Austriaco. Se dice que este Diputado deberá dirigirse a otra corte poderosa de Europa, en el caso que sus ofertas no sean admitidas en Viena.”

Rivadavia ya había recibido instrucciones del 3 de enero de 1817 firmadas por Pueyrredón, disponiendo su regreso por no haber “motivo alguno de conveniencia que pueda fundar su residencia en Europa”.  Rivadavia no pudo admitir que se enviara un nuevo comisionado, por lo que supuso se trataba de una falsa información. No lo era en realidad. En la misma fecha, el 3 de enero de 1817, Pueyrredón había confiado a Antonio José Valdés, un cubano que había sido director de “El Censor” a llevar pliegos a los emperadores de Rusia y Austria rogándoles nos adopten bajo sus poderosos dominios, y eventualmente designen algún príncipe que se haga cargo de nosotros. Valdés utilizaba el cargo de Diputado Representante de las Provincias Unidas  de Sud América.

En la carta que lleva Valdés, dirigida al emperador de Rusia, y sobre la cual requiero de los señores lectores la lean con detenimiento, Pueyrredón comienza diciendo que: “Estaba en el interés de Europa que América dejara de permanecer en la ignorancia y la servidumbre, para que cultivada, floreciera y abriera sus entrañas al género humano, sin ser patrimonio exclusivo de una Nación mezquina y suspicaz, que se abroga su dominio en virtud de un descubrimiento casual  (el descubrimiento de América) y de la famosa Bula de donación otorgada por Alejandro 6º,  (la Bula que divide América entre España y Portugal) Es constante que la naturaleza ha destinado la tierra a las necesidades del hombre en general, Y NO DA A NINGUN PUEBLO MAS DERECHO QUE EL DE APROPIARSE EL PAIS QUE LE ES SUFICIENTE, obstruyendo su beneficio con perjuicio necesario de los demás Pueblos”.

Este último párrafo, en el que subrayamos un concepto sorprendente, que ofrece todos los caracteres de una invitación a tomar posesiones en América, ya que era evidente que Buenos Aires a la cabeza de las Provincias Unidas de Sud América contaban con más tierra de la que necesitaban por su cantidad de habitantes. Por otra parte se debe tener en cuenta que de manera simultánea a la Guerra de la Independencia que se estaba desarrollando a pleno. El triunfo de Chacabuco fue el 12 de febrero de 1817. Los gobernantes gestionaban príncipes de cualquier nación del mundo y sugerían la ocupación de nuestros territorios a las potencias europeas. Existía una contradicción evidente entre las acciones militares de algunos héroes por la guerra de independencia de nuestra patria contra el anterior coloniaje español;  y las acciones políticas de los dirigentes portuarios que ofrecen el gobierno y el territorio nuestra patria a cualquier potencia que aspire a obtenerla.

Pero debemos continuar con los lagrimosos pedidos de Pueyrredón al Zar de Rusia. La América sigue su denodada y sangrienta lucha (la Guerra de la Independencia) en la que reconoce la suma necesidad de un brazo poderoso que vigorice su aliento, y paralice las maquinaciones  y esfuerzos de sus enemigos. ¿Y quién, Señor, mas adecuado que V. M. I. (2) cuyo sólo nombre respeta toda la Tierra.

El oficio dirigido al emperador de Austria por Pueyrredón, y entregado por el inefable cubano  Antonio José Valdés, tiene las mismas características lagrimosas, y transcribiré algunos párrafos que considero importantes. Se iniciaba con una explicación de los antecedentes políticos de estas pampas, que a los austriacos le sonarían como si les hablaran en chino. Ahora veremos como Pueyrredón le pide disculpas al Emperador de Austria  de haber realizado las acciones de 1810 y sobre todo la declaración de la independencia en  1816. Todo un verdadero y vergonzoso disparate. Habla de los americanos en tercera persona. ¿Y él que era en 1810 y en 1816, súbdito de Gran Bretaña? “El proceso revolucionario establecido al ser invadida España por los franceses, los americanos creyeron que adoptar sus precauciones para no correr la suerte de su Metrópoli en Caso de ser desgraciada. Los gobiernos revolucionarios instalados en España pretendían dictar la ley a la América. Resistimos a sus pretensiones tan injustas y creamos gobiernos provisorios hasta la restitución del Sr. D. Fernando VII a su trono. Las juntas de la Península nos declararon la guerra. El regreso de Fernando VII encontró a estos pueblos en plena guerra.”  Si, estábamos en plena  Guerra de la Independencia.

“Creímos haber llegado entonces al término de tantos desastres; pero el rey (Fernando VII) mal aconsejado, sin encontrar que aplaudir en los gobiernos españoles, no consideró en nuestra resistencia los preceptos de unas autoridades que él mismo declaró nulas, la prueba ilustre de nuestra lealtad”.
“A los males consiguientes a una guerra sin fin, se había unido la expedición portuguesa, que se suponía realizada mediante un entendimiento con España, por lo que se recurre ante el emperador para que fuese el Protector de la América, título que acompañaría al de Pacificador de Europa,  con el que se lo reconoce en todo el orbe”.

Sorprendentemente la misión de Valdés ante Rusia y Austria se frustra por las inclinaciones detectivescas de Rivadavia. Por un confidente de la policía de Paris, por supuesto pago, Rivadavia es informado que el diplomático enviado por Pueyrredón  se trataba de un aventurero carente de escrúpulos y que vendía el producto (el reinado de Buenos Aires) a varios interesados a lograr la vacante. Valdés con ese objeto, según Rivadavia, había visitado al embajador español en París, el duque de Fernán Núñez, y mantenido  entrevistas con el Conde de Casa Flores. Valdés habría supuesto que a falta de príncipes no estarían mal un duque o un conde. Cualquiera que pague.

Posteriormente y por carta del 15 de febrero de 1818, y cuando en Buenos Aires ya se conocía el papelón, Rivadavia informa “que se trataba no solamente de un impostor sino también de un traidor, pues la embajada española dio a conocer un escrito suyo”.

Ya entonces se conocía la verdad en Buenos Aires, pues con fecha 31 de julio de 1818, Gregorio Tagle le escribió a Rivadavia diciéndole que se conocían otros chanchullos de Valdés.   

Como lo menciona Diego Luis Molinari en la bibliografía que señalo, “Pueyrredón recibió en este caso una dura lección. No se debe confiar en venales e  inescrupulosos periodistas”. (3)




(1) Esta es una errónea interpretación geopolítica de Rivadavia. Para la fecha Rusia de hecho era la poseedora de vastísimas  extensiones de América del Norte (Alaska) y competía tanto con Francia como con Gran Bretaña en los derechos de posesión de prácticamente todo el norte de Canadá hasta la Bahía de Hudson. También tenía un conflicto con Dinamarca sobre el dominio de Groenlandia, que es América y que recién se resuelve al finalizar la guerra ruso japonesa en 1905.



(2) V. M. I. es Vuestra Majestad Imperial.

(3) Diego Luis Molinari era un activo militante radical y siempre  la prensa liberal y luego la peronista fueron muy críticas con su obra. Irónicamente Molinari y Perón eran amigos personales y lo visitaba seguido en la Casa Rosada. También queda la correspondencia entre ambos de los años de exilio en España. Tal vez por eso la prensa antiperonista también era muy crítica con la obra de Molinari. Le pegaban de todos lados; y el cuando podía también respondía, como en este caso.

Fuente documental:  Diego Luís Molinari. “Fernando VII y la emancipación de América”, Buenos Aires, 1939. Reedición 1957.
Ricardo Piccirilli. “Rivadavia y la Diplomacia. Historia de una empresa monárquica frustrada”. Buenos Aires, 1945.
William Spence Robertson. “Russia and the emancipación of Spanish America 1816-1826, en “Hispanic American Historical Review”, tomo XXI, 1941.

No hay comentarios:

Publicar un comentario