Rosas

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viernes, 26 de octubre de 2012

La letra con sangre entra

Por Eduardo Galeano Mientras Estados Unidos y Japón llevaban adelante sus independencias,otro país, Paraguay, fue aniquilado por hacer eso mismo. Paraguay era el único país latinoamericano que se negaba a comprar salvavidas de plomo a los mercaderes y banqueros ingleses. Sus tres vecinos, Argentina, Brasil y Uruguay, tuvieron que dictarle, a sangre y fuego, un curso sobre los usos de las naciones civilizadas, como explicó el diario inglés «Standard», que se publicaba en Buenos Aires. Todos acabaron mal. Los alumnos, exterminados. Los profesores, fundidos.
Se había anunciado que en tres meses Paraguay recibiría su merecida lección, pero las clases duraron cinco años. La banca británica financió esa misión pedagógica, y la cobró muy cara. Los países vencedores terminaron debiendo el doble de lo que debían cinco años antes, y el país vencido, que no debía un centavo a nadie, fue obligado a inaugurar su deuda externa: Paraguay recibió un préstamo de un millón de libras esterlinas. El préstamo estaba destinado al pago de indemnización a los países vencedores. El país asesinado pagaba a los países asesinos, por lo mucho que les había costado asesinarlo. De Paraguay desaparecieron las tarifas aduaneras que protegían a la industria nacional; desaparecieron las empresas del estado, las tierras públicas, los hornos siderúrgicos, el ferrocarril que había sido uno de los primeros de América del Sur; desapareció el archivo nacional, quemado con todos sus tres siglos de historia; y desaparecieron los hombres. El presidente argentino, Domingo Faustino Sarmiento, educado educador,comprobó en 1870: —Se acabó la guerra. Ya no queda ningún paraguayo mayor de diez años. Y celebró: —Era preciso purgar la tierra de toda esa excrecencia humana.

1 comentario:

  1. Cuando puedas pasate por Doc y también hay algo sobre ese momento tan terrible de nuestra historia

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