Rosas

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miércoles, 30 de marzo de 2016

LA VIDA EN UN FORTÍN (1876)


En su informado libro La conquista del Desierto, el coronel Juan Carlos Walther expresa: “Nada mejor para ilustrar cómo transcurría la vida en un fortín de entonces (se refiere a la conquista del desierto en la época de la expedición de Roca, hacia 1876) que recordar algunos detalles de sus actividades y servicio interno: 
Diana: siempre dos o tres horas antes de aclarar.   Pasada la lista de ordenanza. Luego que regresaban las descubiertas comunicando que no había novedad en el campo, se soltaba el ganado a pastoreo, luego de haberlo rasqueteado y revisado los cascos.  Se tocaba luego a trabajo y carneada; al primero iban todos menos los aspirantes que formaban la guardia de prevención.  
En el trabajo se hacía lo siguiente:
Pisadero para hacer adobe.
Zanjeo en los reductos y en las chacras.
Corte de juncos en las lagunas para los techos.
Roturación de tierra para la siembra del forraje, etc.
A las siete se daba un descanso de media hora para el desayuno, consistiendo éste en té pampa sin azúcar.  La carneada, era tarea más breve y se reducía al sacrificio de algunas yeguas flacas y viejas, que se cocían sin sal al calor del fuego hecho con estiércol.  La galleta y el arroz eran artículos de lujo o no llegaban.   A las 11 de la mañana, descanso y comida alrededor de los fogones, comiendo la no muy abundante ración y rociándola con mates.  A las 12,30 horas, trabajo otra vez hasta la lista de la tarde, después de la cual se reforzaba la guardia con los trabajadores del día, se organizaban las rondas, las descubiertas, las avanzadas, y las patrullas encargadas de cuidar la caballada.   Sueldo: En cuanto a lo que el Estado daba como retribución al soldado como sueldo, era de seis pesos por mes pagados a razón de un mes cada veinte.   Vestuario: Una blusa y un pantalón calculados para seis meses de uso, que alcanzaba hasta dos o más años.  Un par de botas sin medias, calzoncillos de lienzo, dos camisas de lienzo, para la eternidad.  Un kepis, un poncho y una manta.

Obligadas las tropas a mantenerse listas para acudir sin pérdida de tiempo a las formaciones de alarma, que se producían casi todas las noches, transcurrían las semanas sin que ni el Jefe ni el último soldado se pudieran sacar las ropas para dormir.  Dando lugar a la formación de plagas graves. Un día, cuando el servicio lo permitía, la tropa se dedicaba al lavado de la ropa. Racionamiento diario: Tres libras de carne, ocho onzas de galleta, dos onzas de arroz y media de sal.   Racionamiento mensual (vicios), dos y media libras de yerba, diez onzas de tabaco y cuatro onzas de jabón, dos pliegos de papel de fumar.   Si estos víveres hubieran llegado, hubiera sido jauja, pero por desgracia no era así”.

1 comentario:

  1. Se trata de un recuerdo fotográfico de esa heroica "milicada" que posibilitó con su lucha que se poblaran nuestras tierras con gente laboriosa que vino particularmente de Europa. Sin esos milicos, el asentamiento de estos europeos hubiera sido muy difícil, casi imposible, fueron quienes pusieron su vida para que la Patria viviera.

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