Por el Prof. Bismarck
Luego de la derrota de Huaqui (junio de 1811) el ejercito del Norte pudo recomponerse en Jujuy y bastante más en Salta. Pueyrredon, quien había tomado el mando, envió fuerzas al Alto Perú al mando de Eustoquio Díaz Vélez con ochocientos hombres, entre ellos su ayudante de campo, el joven porteño de 23 años Manuel Dorrego. La vanguardia al mando de Dorrego se posesiona del pueblo de Nazareno, a orillas de dicho río, tras un tiroteo con el destacamento enemigo que lo ocupa. En esta ocasión Dorrego recibe un balazo en el brazo derecho y un golpe en el pie izquierdo.
Al dia siguiente 12 de enero de 1812, se produjo un gran combate en condiciones críticas: Se largó a llover, y originó una gran crecida del río y las cabezas de los hombres que envió Díaz Vélez se transformaron en una especie de tiro al blanco para que las huestes de Francisco Picoaga (a cargo de las tropas del Rey) se entretuvieran. El rengo y manco Dorrego quedó tendido en la playa. Jóvenes promesas perdieron la vida en ese contraataque irracional. Los primos Francisco y Lucas Balcarce, pertenecientes a una de las principales familias porteñas, murieron ese domingo. El parte de guerra de Díaz Vélez anunció veintiséis muertos y ciento siete heridos. El de Picoaga hablaba de ochocientos muertos y setecientos tomados prisioneros.
Dorrego recibió un balazo en la garganta y le rompió el esófago, cayendo sin sentido. Los soldados lo creen muerto, más él, reaccionando, les pide que no lo abandonen, y lo transportan en la creencia de que con esto están complaciendo el deseo de un moribundo. Su conducta en la batalla y la gravedad de su herida provocan elogiosos comentarios de sus compañeros. Los médicos del ejército lo curaron. Pero había un problema. Era imposible alimentarlo porque, como explicó en una carta Tomás de Anchorena, “se halla gravemente herido en la garganta, pues se le salía por la herida el alimento que tomaba”. ¿No murió en Nazareno y se iba a morir de hambre? Los médicos le colocaron un tubo de plomo en la herida, desde donde le pasaban el alimento al estómago.
Recuperó la voz, aunque quedó ronco (tres años más tarde se burlaría de la voz aflautada de Belgrano). Pero lo más notorio era el cuello, que le había quedado bandeado y esto hacía que la cabeza estuviera torcida. Pero los cuidados y su juventud le permiten por fin recobrarse Manuel Dorrego disimulaba un poco su cabeza torcida, portando un latiguillo bajo su brazo e inclinándose hacia el costado. De todas maneras, las cicatrices estaban a la vista. Esas fueron sus principales condecoraciones.
El gobierno del primer Triunvirato, sensible seguramente a los informes que le llegan sobre su comportamiento, expide un decreto, con fecha 10 de marzo de 1812, por el que le confiere, el grado militar ganado con su sangre. Por dicho decreto lo designa teniente coronel, “con abono de los sueldos de capitán, desde que está en el servicio, cuyo desempeño ha sido de la entera satisfacción de esta superioridad”. Gracias a esta medida Dorrego pasa a revistar regularmente en el escalafón.
LE DEBO HABER ACCEDIDO AL CONOCIMIENTO DE UN ACTO VALEROSO DE QUIÉN MUCHOS SÓLO SABEMOS POR QUÉ FUE FUSILADO. ¡ GRACIAS PROFESOR ¡
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