Por el Prof. Jbismarck
Cornelio Saavedra escribió sus Memorias en 1829, poco antes de morir, con el objetivo de legar a sus hijos una biografía de su vida política que les permitiera conocer su historia y poder defender su honor, en caso de que volviera a ser cuestionado después de su muerte. Saavedra se presenta a sí mismo como un Líder que fue capaz de comprender y aprovechar las situaciones con el propósito de iniciar el movimiento emancipador. Respecto de la legitimidad de dicho movimiento, Saavedra la encuentra en la voluntad emancipatoria del pueblo de Buenos Aires (representado fundamentalmente por las milicias) así como en la idea, propia del lenguaje pactista, de la legítima reasunción de los derechos de los americanos posibilitada por la ausencia del monarca. La otra cuestión que ocupa las Memorias es el intento de Saavedra de restaurar su honor y dignidad frente a las afrentas y persecuciones sufridas a lo largo de su vida por los gobiernos que le sucedieron en la dirección de la revolución. Con este objetivo, sostiene que no tuvo ningún vínculo con los acontecimientos del 5 y 6 de abril de 1811 y que, independientemente de las intenciones, éstos produjeron un gran daño a la revolución. En la búsqueda de explicaciones a la difamación y persecución que debió padecer, Saavedra hace referencia a la lucha facciosa desatada a partir de la revolución. Sostiene que estas conductas facciosas no sólo afectaron a su persona, sino también desvirtuaron los verdaderos propósitos de la revolución, vinculados originariamente a la legítima lucha por la libertad de los americanos. Saavedra y los problemas que produjo la solicitud de disolución de las milicias formadas durante de las invasiones inglesas
"Este también fue el origen de los celos y rivalidades que asomaron entre patricios y europeos. Acostumbrados éstos a mirar a los hijos del país como a sus dependientes y tratarlos con el aire de conquistadores, les era desagradable verlos con las armas en la mano, y mucho más el que conque
:ellas se hacían respetables por sus buenos servidos y por su decisión a conservar el orden en la sociedad." "Los franceses por aquella época, activaban con fuerzas muy respetables la ocupación y conquista de la España. Las gacetas nos anunciaban batallas ganadas todos los días por los españoles, mas ellas mismas confesaban que gradualmente las provincias enteras estaban ya subyugadas. A la .verdad, ¿quién era en aquel tiempo el que no juzgase que Napoleón triunfaría y realizaría sus planes con la España? '.Esto era lo que yo esperaba muy en breve, la oportunidad o tiempo que creía conveniente para dar el grito de libertad en estas partes. Esta la breva que decía era útil esperar que madurase. A la verdad, no era dudable que separándonos de la metrópoli cuando la viésemos dominada por sus invasores ¿quién justamente podía argüimos de infidencia o rebelión? En aquel caso nuestra decisión a no ser franceses, de consiguiente quedaba justificada ante todos los sensatos del mundo nuestra conducta."
Saavedra se refiere a la reunión celebrada el 19 de mayo entre los jefes de la fuerza armada y el virrey Cisneros, a propósito de la solicitud de convocatoria a un Cabildo Abierto, realizada por los criollos
"Viendo que mis compañeros callaban, yo fui el que dijo a S.E.: «Señor, son muy diversas las épocas del 1ro de enero del año 1809, y la de mayo de 1810, en que nos hallamos. En aquélla existía la España, aunque ya invadida por Napoleón, en ésta toda ella, todas sus provincias y plazas están subyugadas por aquel conquistador, excepto sólo Cádiz y la isla de León, como nos aseguran las gacetas que acaban de venir y V.E., en su proclama de ayer. ¿Y qué señor? —¿Cádiz y la isla de León son España? —¿Este territorio inmenso, sus millones de habitantes, han de reconocer soberanía en los comerciantes de Cádiz y en los pescadores de la isla de León? —¿Los derechos de la corona de Castilla a que se incorporaron las Américas, han recaído en Cádiz y la isla de León que son parte de una de las provincias de Andalucía? —No, señor; no queremos seguir la suerte de la España, ni ser dominados por los franceses: hemos resuelto reasumir nuestros derechos y conservamos por nosotros mismos. El que a V.E. dio autoridad para mandarnos,, ya no existe; de consiguiente tampoco V.E. la tiene ya, asi es que no cuente con las fuerzas de mi mando para sostenerse en ella». Esto mismo sostuvieron todos mis compañeros. Con este desengaño concluyó diciendo: «Pues, señores, se hará el cabildo abierto que se solicita».
"La destitución del virrey y creación consiguiente de un nuevo gobierno americano, fue a todas luces el golpe que derribó el dominio que los reyes de España,habían ejercido en cerca de 300 años en esta parte del mundo, por el injusto derecho de conquista y sin justicia: no se puede negar esta gloria a los que por libertarla del pasado yugo que la oprímía, hicimos un formal abandono de nuestras vidas, de Y.nuestras familias e intereses, arrostrando los riesgos a que Con aquel hecho quedamos expuestos. Nosotros solos, sin precedente combinación con los pueblos del interior, mandados por jefes españoles que tenían influjo decidido en ellos, confiados en nuestras pocas fuerzas y su bien acreditado valor y en que la misma justicia de la causa de la libertad americana, les acarrearía en todas partes prosélitos y defensores. Nosotros solos, digo, tuvimos la gloria de emprender tan abultada obra. Ella por descontado alarmó al cúmulo de españoles que había en Buenos Aires y en todo el resto de las provincias, a los gobernadores y jefes del interior, y a todos los empleados por el Rey, que preveían llegaba el término del predominio que ellos les daban entre los americanos. En el mismo Buenos Aires, no faltaron hijos suyos, que miraron con tedio nuestra empresa: unos le creían cable por el poder de los españoles: otros la graduaban de locura y delirio, de cabezas desorganizadas: otros en fin, y eran los más piadosos, nos miraban con compasión, no dudando que en breves días seríamos víctimas del poder y furor español, en castigo de nuestra rebelión e infidelidad contra el legitimó soberano, dueño y señor de la América, y de las vidas y haciendas de todos sus hijos y habitantes, pues hasta estas calidades atribuían al Rey en su fanatismo.
"La historia de este memorable suceso, arranca su origen de las anteriores: Que la América marchaba a pasos largos a su emancipación, era una verdad constante, aunque muy oculta en los corazones de todos. Las tentativas de Tupac-Amaru, de La Paz y de Charcas, que costaron no poca sangre, y fueron inmaduras, acreditan esta idea. No creíamos se aproximaría tan pronto tan deseada época; mas los sucesos la trajeron a las manos, y no quisimos dejarla pasar. Las dos invasiones inglesas nos pusieron las armas en la mano para defendernos. Esto ocasionó se avivasen los celos y las rivalidades entre americanos y españoles, y esto nos dio a conocer que los leones de Iberia devoraban corderos indefensos pero no hombres: esto finalmente fijó el 1ro de enero de 1809, la superioridad de las nuestras sobre las de aquéllos. La invasión de Napoleón a la España; la destitución del rey Fernando, sus abdicaciones a favor de su padre el rey Carlos IV, y las de éste en la dinastía del mismo Napoleón: el reconocimiento que se hizo del nuevo rey José, hermano de aquel en la misma Corte de Madrid, y obediencia que le tributaron los grandes y nobles del reino en la mayor parte; la ocupación de casi toda la Península, excepto Cádiz y la Isla de León: el abandono que experimentamos de aquella corte cuando se le pidieron auxilios de tropas y armas para repeler la segunda expedición inglesa, y su insultante contestación de «defiéndanse ustedes como puedan, etcétera, etcétera», ¿qué otro resultado habían de tener que el de desenrollar y hacer salir a luz el germen de nuestra libertad e independencia? Es indudable en mi opinión, que si se miran las cosas a buena luz, a la ambición de Napoleón y a la de los ingleses, en querer ser señores de esta América, se debe atribuir la revolución del 25 de Mayo de 1810... Si no hubieran sido repetidas éstas, si hubieran triunfado de nosotros, sí se hubieran hecho dueños de Buenos Aires: ¿qué sería de la causa de la patria, dónde estaría su libertad e independencia? Si el trastorno del trono español, por las armas o por las intrigas de Napoleón que causaron también el desorden y desorganización de todos los gobiernos de la citada Península, y rompió por consiguiente la cana de incorporación y pactos de la América con la corona de Castilla; si esto y mucho más que omito por consultar la brevedad no hubiese acaecido ni sucedido, ¿pudiera habérsenos venido a las manos otra oportunidad más análoga y lisonjera al verificativo de nuestras ideas, en punto a separarnos para siempre del dominio de España y reasumir nuestros derechos? Es preciso confesar que no, y que fue forzoso y oportuno aprovechar la que nos presentaban aquellos sucesos. Sí, a ellos es que debemos radicalmente atribuir el origen de nuestra revolución, y no a algunos presumidos de sabios y doctores que en las reuniones de los cafés y sobre la carpeta, hablaban de ella, mas no se decidieron hasta que nos vieron (hablo de mis compañeros y de mí mismo) con las armas en la mano resueltos ya a verificarla. Haré justicia en esta parte,y doy a cada uno lo que es suyo y así se conservarán los derechos de todos."
Saavedra nació en Potosí en 1759. A los ocho años se trasladó a la ciudad de Buenos Aires junto, a su familia y a los catorce ingresó al Real Colegio de San Carlos. Su camera militar comenzó durante las invasiones inglesas. En 1806 fue nombrado jefe del Regimiento de Patricios y a partir de entonces su figura adquirió una gravitación en el seno de los sectores criollos. Defendió al virrey Líniers en la jornada del 1ro de enero de 1809 y posteriormente alcanzó un papel decisivo en los acontecimientos revolucionarios, siendo elegido presidente de la Junta de gobierno instaurada el 25 de mayo de 1810.
Apenas establecido el nuevo gobierno surgieron tensiones acerca de la dirección que debía tomar la revolución, que cristalizaron en la formación de las tendencias saavedrista y morenista. Dichas tensiones alcanzaron su punto de ruptura con la formación de la Junta Grande que incorporaba a los diputados del interior, en su mayoría aliados a Saavedra, al gobierno provisional formado en Buenos Aires, Moreno se opuso a esta decisión, renunció a su cargo de secretario de la Junta y marchó en misión diplomática a Londres, en cuyo viaje falleció el 4 de marzo de 1811.
Aunque el alejamiento de Moreno fortaleció a los saavedristas, la figura de su líder fue muy cuestionada debido a su supuesta vinculación con la asonada del 5 y 6 de abril de 1811. En esas jornadas, grupos de habitantes de los suburbios movilizados por varios alcaldes de barrio y jefes militares produjeron un levantamiento y exigieron al gobierno una serie de medidas que fortalecieron a los saavedristas en detrimento de la Sociedad Patriótica compuesta por grupos morenistas. Ese mismo año Saavedra fue enviado al norte para reorganizar el ejército que había sido recientemente derrotado por los realistas. Allí permaneció hasta que, poco tiempo después, el Primer Triunvirato lo excluyó del gobierno acusándolo de haber liderado la asonada de abril.
En 1814, la Asamblea del año XIII, mediante un juicio de residencia, lo condenó a destierro perpetuo y pidió su captura pero Saavedra se fugó a Chile, donde las autoridades le dieron asilo. En 1818 el directorio declaró la nulidad de procedimientos del proceso realizado contra Saavedra y lo reincorporó al ejército con el grado de brigadier. Al año siguiente se desempeñó como delegado directorial en la campaña de Buenos Aires. En 1822 se acogió a la ley de retiro militar sancionada por el gobierno de Martín Rodríguez. Sus últimos años transcurrieron en su estancia de Zarate junto a su familia, donde escribió sus Memorias. Murió el 29 de marzo, de 1829.
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