Rosas

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viernes, 20 de agosto de 2010

María de la Encarnación Ezcurra

Por Mirta Elizabeth Baez
María de la Encarnación Ezcurra y Arguibel nació en Buenos Aires el 25 de marzo de 1795.
A los 18 años contrajo matrimonio con Juan Manuel de Rosas. Juntos tuvieron tres hijos: Juan Bautista, María de la Encarnación (muerta al poco tiempo de nacer) y Manuela Robustiana apodada Manuelita, quien, al fallecer su madre, ejerció un rol relevante en el gobierno de su padre. Además, el matrimonio Rosas-Ezcurra, adoptó a Pedro Pablo Rosas y Belgrano, hijo de la hermana de Encarnación, María Josefa, y Manuel Belgrano.
Dueña de una fibra política singular, Encarnación fue posiblemente, en su época, una de las mujeres que más poder tuvo en el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata.  Fue clave en la vida política de su esposo. En 1829 Juan Manuel de Rosas se convirtió en el líder del federalismo porteño y asumió como gobernador de la provincia de Buenos Aires con poderes extraordinarios. 
Al finalizar su primer mandato, una facción del partido Federal apoyaba su continuidad como gobernador, pero se negaba a que mantuviera las facultades extraordinarias. Como Rosas no tenía interés en asumir sin ellas, se retiró de la ciudad para llevar adelante la campaña contra los indígenas.
Entre 1833 y 1835, período en el que Rosas estuvo alejado del escenario político, Encarnación desempeñó un papel crucial ya que se dedicó a influir en los miembros del partido federal para derrotar a la facción de antirrosistas. Estratégicamente tejió nuevas relaciones de lealtad y organizó la Sociedad Popular Restauradora, cuyo brazo armado, La Mazorca, acabó transformándose en una suerte de fuerza para-policial antiterrorista. De este modo, encauzó la movilización popular a favor de los rosistas en la Revolución de los Restauradores, que acabó con el gobierno de los federales opositores y posibilitó el regreso de su esposo a la gobernación con las facultades extraordinarias y la suma del poder público.
Encarnación falleció el 20 de octubre de 1838, a los 43 años de edad. Su sepelio fue la manifestación política más solemne realizada a una mujer hasta ese momento. Miles la lloraron, sobre todo los más humildes y se impuso un luto de dos años.
María Encarnación Ezcurra de Rosas. Retrato al óleo, copia de una miniatura. Ignacio Cavicchia.

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