Por Prudencio Martínez Zuviría
Con asombro he tomado conocimiento
que gente del Inadi, junto a miembros de la Daia, intentan cambiar el
nombre de la calle Hugo Wast de esa ciudad, seudónimo del Dr. Gustavo
Martínez Zuviría, mi abuelo. El año pasado vivimos en las ciudad de Córdoba
una historia parecida y con los mismos protagonistas. Tal vez ahora
cambien los nombres pero no los grupos. En aquella oportunidad no
tuvieron éxito, ya que se pudieron aportar fundamentos que dieron por
tierra con las mentiras dichas contra el querido novelista.
Lamentablemente esta gente ataca y demoniza la figura de Hugo Wast sin,
por lo general, haber leído su obra ni conocer su persona. Nuestra familia siente y vive a Santa Fe como
algo propio, ya que llevamos en nuestras venas sangre de antiguas
familias que protagonizaron la historia vieja de Santa Fe. Vayan pues
algunos datos. Gustavo Martínez Zuviría nació en la ciudad de
Córdoba el 23 de Octubre de 1883, siendo su padre el prestigioso
jurisconsulto Zenón Martínez Cabanillas, de larga trayectoria en su
querida provincia mediterránea y que de niño estudiara en el prestigioso
colegio jesuítico de la Inmaculada Concepción, en la ciudad de Santa
Fe. Allí trabará amistad con otros jóvenes estudiantes que luego
alcanzarán notoriedad como escritores y políticos; entre ellos, Juan
Zorrilla de San Martín, Miguel Ángel Cárcano y José Gálvez, quien siendo
gobernador de Santa Fe invitará a don Zenón a su provincia para que se
incorpore a la flamante Universidad de Santa Fe. Martínez aceptará el
convite; llegará a viudo y con dos pequeños hijos, y se afincará allí
hasta su muerte. Durante esos años, el conocido jurisconsulto
ejercerá tres veces el rectorado de la universidad provincial, y será
decano de su Facultad de Derecho. También ocupará los cargos de Defensor
de Menores en Rosario y Santa Fe, juez del Crimen, juez en lo Civil y
Comercial, camarista, convencional constituyente, diputado, senador y
presidente del Superior Tribunal de Justicia de Santa Fe. En ese tramo
de su vida, volverá a contraer nupcias con la joven santafesina
Margarita Gálvez, hermana de su viejo amigo.
A su vez, la madre de Hugo Wast era doña Carolina
de Zuviría, nieta de un ilustre abogado y tribuno salteño, el Dr.
Facundo de Zuviría, bisabuelo de Hugo Wast, redactor de la primera
Constitución de Salta, senador, canciller, ministro de Justicia e
Instrucción Pública y presidente del Congreso General Constituyente que
en 1853 sancionó la Constitución Nacional en la ciudad de Santa Fe.
El joven Hugo Wast ingresó al Colegio de la
Inmaculada Concepción, como antes lo había hecho su padre. Allí se educó
y formó, recibiéndose de bachiller en 1901. Fue designado primer
bibliotecario de la Universidad de Santa Fe y, al año siguiente, inició
en esa casa la carrera de Derecho. Se recibió de abogado en 1907 y ese
mismo año actuó como secretario de la Asamblea Constituyente de Santa
Fe. Al año siguiente contrajo matrimonio con la joven santafesina
Matilde de Iriondo Iturraspe, y también obtuvo una plaza de profesor en
el Colegio Nacional Simón de Iriondo de Santa Fe. Más adelante enseñará
la asignatura de Sociología, de reciente creación, en la Universidad de
Santa Fe.
Fue uno de los fundadores del Partido Demócrata
Progresista en 1914 y al año siguiente integró la fórmula Thedy-Martínez
Zuviría que perdió las elecciones provinciales.
En 1916 obtuvo por oposición la cátedra de
Economía Política en la Universidad de Santa Fe y fue elegido diputado
nacional por esta provincia. Ese mismo año su novela “La Casa de los
Cuervos”, que habla de la historia santafesina, ganó el primer premio
del Ateneo Nacional.
En 1922 renunció al partido Demócrata Progresista
por el carácter anticatólico que había tomado la agrupación, pero
manteniendo la gran amistad que lo unió siempre a don Lisandro de la
Torre.
En 1923 la Real Academia Española premió con
medalla de oro (el máximo premio en lengua española) a su obra “Valle
Negro”. Y tres años después el gobierno argentino le otorgó el Gran
Premio Nacional de Literatura por su obra “Desierto de Piedra”. Un
lustro más tarde, la Real Academia Española lo designó académico
correspondiente. También fue nombrado miembro de número de la Academia
Argentina de Letras. Su vasta obra literaria lo convierte en uno de
los escritores argentinos más premiados, como asimismo el que más libros
escribió y vendió en la historia de las letras argentinas. Sólo en
nuestro país vendió más de 3 millones de ejemplares, y otro tanto en los
15 idiomas a los que fue traducido, además de haber sido en su tiempo
el escritor más leído en el mundo de habla hispana. Este abogado católico, que tenía dos doctorados y
hablaba varios idiomas, integró muchas instituciones, entre ellas la
Academia Colombiana de Letras, fue miembro de número del prestigioso
Instituto de Investigaciones Científicas de Madrid, presidente de la
Comisión Nacional de Cultura, director de la Biblioteca Nacional durante
24 años (1931-1955). Durante su dirección -que fue la segunda más larga
después de la de Paul Groussac-, el acervo literario y documental
creció de poco más de 200.000 libros a más de 700.000, con las mejores
colecciones. Fue el creador de su hemeroteca. La gente del Inadi y la Daia lo ataca diciendo
que Hugo Wast fue antisemita y nazi por dos de sus novelas: “El Kahal” y
“Oro”. Nada más lejos de la verdad y tan próximo a la mentira. Dichas novelas fueron “prohibidas en la Alemania
nazi”, por que sus autoridades no aceptaban que Hugo Wast tratase en sus
obras la cuestión judía desde una óptica católica. Es decir, desde un
punto de vista bíblico y no racial, como ellos pretendían. La
consecuencia de su rotunda negación como católico a aceptar ese planteo,
fue su prohibición por los nazis bajo la acusación de que mentía en sus
obras. Esto es importante saberlo y decirlo.
Desde Berlín se le informaba el día 3 de Mayo de
1939 lo siguiente (textual): “La obra del Sr. G. Martínez Zuviría “Oro”
traducida por el Dr.Wurschmith ha sido objetada por las autoridades. En
consecuencia es imposible editar el libro en Alemania con su actual
redacción. Sobre todo la última parte del libro, es contraria a las
formas alemanas del problema del judaísmo, que únicamente ha sido
contemplado desde el punto de vista de las razas”. Ante esa situación, el escritor les escribió
diciéndoles que no aceptaba bajo ningún concepto que el tema de los
judíos fuera tratado como algo racial, ya que él como católico jamás lo
podría aceptar de esa forma.
Las autoridades nazis le contestaron otra carta.
Allí, entre otras cosas, le decían, (textual): “Berlin, 27 de junio de
1939. Hemos recibido su carta del 3 de junio...Como hilo rojo corre a
través de todo el libro la cuestión judía tratada como un problema
religioso. Este modo de ver se lo considera actualmente en Alemania como
una ‘falsificación’. Nos veríamos obligados a cambiar el libro en todos
esos lugares en que se considera al judaísmo una secta religiosa y no
como una raza con características indelebles...”.
Gustavo Martínez Zuviría fue condenado y
perseguido por haber escrito “El Kahal” y “Oro” bajo el pseudónimo de
Hugo Wast, pero lo realmente imperdonable en Hugo Wast a los ojos de sus
perseguidores consiste en que el protagonista de esta novela, de origen
judío, se convierte al catolicismo.
Hugo Wast no profesaba enemistad hacia los judíos
-como sus detractores señalan-, porque eso era inaceptable para un
católico practicante como él, sino que combatió a los enemigos de la
Iglesia sin temer las consecuencias, porque su fe era fuerte, su amor
grande y su coraje admirable.
Lo llamativo es que los que pretenden quitar su
nombre de la calle Hugo Wast no mencionan su inmensa obra literaria, ni
todo lo que hizo y dio por ésta su querida Santa Fe, ciudad a la que amó
y en donde encontró su primer y único amor, una santafesina que le
daría trece hijos y casi sesenta nietos
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