Rosas

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martes, 10 de marzo de 2020

JUAN MANUEL DE ROSAS Y LA VACUNA CONTRA LA VIRUELA

Por Alberto Gelly Cantilo.
Juan Manuel de Rosas siempre se interesó en combatir la enfermedad epidémica de la viruela por ser tan mortal mediante la aplicación de la vacuna y extenderla fundamentalmente entre las tribus indígenas que tanto sufrían por este flagelo que producía miles de víctimas. Por ello realizó una importante acción para que los pueblos originarios confiaran en los médicos y no en los curanderos y hechiceros aprovechando sus estrechas relaciones con los diversos caciques fundamentalmente con Pincén, Cachul y Catriel a quienes convence ante la grave epidemia de viruela que atacaba a los indígenas en el año 1836. Finalmente esos caciques se trasladan a la ciudad de Buenos Aires a solicitarle un remedio contra la viruela sobre el que tanto les había hablado Rosas. Esa medicina tan famosa era la vacuna antivariólica. Sin embargo el Restaurador los convence primero en consultar a los médicos y de ese modo logra que además de vacunarlos los médicos los atiendan con medidas de higiene y además los traten de otras enfermedades dejando paulatinamente olvidada la influencia de curanderos y hechiceros. 
También concurre en numerosas ocasiones a reuniones con los integrantes de los pueblos indígenas donde se hace vacunar en presencia de todos ellos diciéndoles “ Ustedes son los que deben ver lo que mejor les convenga. Entre nosotros los cristianos, este remedio es muy bueno, porque nos priva de la enfermedad terrible de la viruela; pero es necesario para administrar la vacuna que el médico la aplique con mucho cuidado, y que la vacuna sea buena, que el médico la reconozca. También es necesario, que aún cuando a una persona le prenda la vacuna bien, y sea buena, a los cinco años después, se vuelva a vacunar porque en esto nada se pierde, y puede aventajarse mucho. Después de esto si quieren ustedes que se vacune la gente puede el médico empezar a hacerlo poco a poco, para que pueda hacerlo con provecho, y bien hecho, y para que tiempo tiempo también, para reconocer prolijamente a los vacunados".   Rosas les hablaba en forma breve, clara y simple y les da el ejemplo haciéndose vacunar él mismo. Era un profundo conocedor de los medios primitivos de curación que tenían los indígenas y de su preocupación ante la terrible enfermedad.  Sin embargo siempre les demuestra que respeta su libertad y ante sus consultas les responde señalándoles la ventaja de la aplicación de la vacuna, su forma de aplicación, la ventaja que tiene y por último les señala que es fundamental e indispensable la intervención del médico para el éxito de este remedio. No obstante siempre les dice que son ellos los que libremente deben decidir que hacer. No impone sólo informa y sugiere.  Es interesante señalar la preocupación de Rosas por el avance y el desarrollo de la medicina en nuestro país fundamentalmente en lo que se refiere a la población indígena. No sólo el médico debe ingresar en la comunidad de las tribus de indios para vacunar sino que luego deberá ser consultado para el tratamiento de las otras enfermedades y de esa forma esos pueblos irán saliendo de la ignorancia y el atraso para ir integrándolos al resto del país.  Incluso en sus tratos con los indios Rosas antes de entregarles yerba o tabaco les pedía que se vacunasen en las épocas de epidemias de viruela. El cacique Pincén decía "Juan Manuel muy bueno pero muy loco. No podíamos recibir sus regalos sin que un gringo nos tajeara el brazo, que decía que era un gran gualicho contra la viruela".   Rosas difundió la aplicación de la vacuna contra la viruela a todos los habitantes la Confederación Argentina y en reconocimiento a su labor fue designado Miembro Honorario de la Real Sociedad Jenneriana para la Exterminación de la Viruela de Londres, creada cinco años después de que Edward Jenner descubriera la vacuna antivariólica.

      

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