Rosas

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martes, 3 de marzo de 2020

Ramón Carrillo y nuestra salud pública

Por Ignacio Cloppet     Estamos siendo testigos de una grave situación en el mundo: un enemigo silencioso está provocando la muerte de miles de personas. Inmersos en una cuarentena que no sabemos cuanto durará, hay críticas a Perón y al Peronismo, haciendo referencia a una idea de Alberto Fernández de convocar a los militares para que presten colaboración.  No parece propicio estar buscando responsables ni culpables en la historia: de si Perón fue militar, de la relación de los militares con el peronismo, etc. Considero que esas opiniones son improcedentes, y más que sumar, nos dividen.    Nos guste o no, si hay alguien en la Argentina que valorizó al pueblo, fue Perón. Siendo secretario de Trabajo y Previsión, instauró políticas inclusivas, proclamando derechos postergados a los trabajadores que adquirieron la dignidad que les correspondía
Ramón Carrillo, precursor del sanitarismo argentino - El Historiador
Con la justicia social y sus valores inalienables que puso en práctica, se consagró presidente de la nación a través del voto popular.  La providencia quiso que en la madrugada del 17 de octubre -cuando Perón llegó al Hospital Militar luego de haber estado confinado 5 días en la Isla Martín García-, conociera al Doctor Ramón Carrillo, otrora jefe del Servicio de Neurocirugía del Hospital Militar.  En una admiración mutua, nacida de ese primer encuentro, ese día Perón le dijo al médico: “No puede ser que en este país tengamos un ministerio para las vacas, y no tengamos uno para atender la salud de la gente. ¡Cuidamos más a las vacas que a los pobres!”. Unos años más tarde, Carrillo se convertiría en el primer ministro de Salud Pública de la Nación. 
Nacido en Santiago del Estero el 7/3/1906, se recibió de médico, fue neurocirujano, neurobiólogo y médico sanitarista.   Con la sensible y genial frase de Perón: “En la Argentina no hay privilegiados, salvo los niños”, Carrillo comenzó a desarrollar una política sanitaria inédita en nuestro país y en Latinoamérica. A él le debemos la campaña de alimentación brindada a la población en forma integral. También la creación de centros materno infantiles en zonas especialmente elegidas. Durante su gestión, se logró inspeccionar miles de escuelas en todo el país. Promovió los establecimientos dedicados a la educación y cuidado médico de niños físicamente débiles, llamados “hogares escuela”. No sólo ello, además creó institutos de rehabilitación especializados en readaptar a personas que sufrieron accidentes de trabajo. Fomentó las losas higiénicas para evitar los contagios de enfermedades parasitarias. Puso en funcionamiento el Instituto de Meteoropatología, que habilitó los hospitales termales de Río Hondo y Carhué. Dispuso a lo largo y ancho de todo el país la planificación y las efectivas campañas sanitarias destinadas a exterminar verdaderas plagas epidémicas. Aparte de las luchas contra la Viruela, Hidatidosis, Anquilostomiasis, Tracoma, Fiebre Amarilla, Brucelosis, Parálisis Infantil, etc. se efectuó una campaña de saneamiento integral de los pueblos originarios.
Paradójicamente, Carrillo murió pobre y enfermo, perseguido político y exiliado en Belem do Pará, en el norte de Brasil el 20/12/1956. Una vez más, la dictadura usurpaba la República. Por eso mismo para promover el cierre de la grieta, necesitamos ponderar y valorar la conducta de este hombre ejemplar, precursor del sanitarismo en la Argentina, que se supo poner la salud pública al hombro.
Extraido de Clarín

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