Rosas

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miércoles, 1 de abril de 2020

UN AMOR FILIAL COMO POCOS:Don Juan Manuel y Manuelita.

Por Ricardo Geraci Del Campo Ríos

El vínculo entre padre e hija o hijo, ha sido estudiado a lo largo de la historia humana en diversos aspectos y por diversas ciencias e inclusive tema muy abordado desde las artes. Cuando el vínculo está sujeto a algo más que la relación primaria de ambos, los lazos suelen unirse o separarse como consecuencia de ésta experiencia.
En el caso del Restaurador y su hija Manuela Robustiana Rosas, hija del matrimonio entre don Juan Manuel de Rosas y Encarnación Ezcurra yArguibel, el caso se remonta a la figura política de " Primera Dama" que Manuelita supo y pudo desarrollar a lo largo de quince años. 

Ellos también amaron: Manuelita Rosas
La desaparición física de doña Encarnación ( figura clave de la política de esos tiempos y fundadora de la Sociedad Popular Restauradora) el 20 de octubre de 1838 a los 43 años afectada por una enfermedad términal.  Fue un golpe tremendo para el Restaurador por varios motivos. Rosas amó y respetó tanto a su mujer, que en muchas ocaciones relegó en ella cuestiones de índole política, mientras él atendía los labores de estancia. Encarnación se manejó con pasión en los asuntos políticos y no dudo de aconsejar a Rosas cada vez que la situación lo requería. Luego de la partida de su madre fue Manuelita la que tuvo que tomar el rol de su antecesora con un "estilo" mucho más si se quiere diplomático, encaró los labores de su madre cuanto pudo haciendo gala en determinadas reuniones de su amabilidad, simpatía y "porte" de canciller de buenos modos.
Manuela Rosas, nació el 24 de mayo de 1817. Era alta para las de su época, ya que medía 1,70 mts. Tenía el pelo castaño que se dedicaba a cuidar con esmero. Su coqueteria estaba arraigada al espíritu de una dama de bellos modales y buenas formas.   A la muerte de su madre desempeño comisiones oficiales en representación de su padre. Tuvo a cargo el cuidado de los papeles públicos y secretos de Estado. La confianza de Juan Manuel hacia su hija y su laboriosa, ejemplar y permanente retribución hacia ese honor hicieron del vínculo una unión formidable que entreveraba tanto temas de Estado como de orden personal y familiar.
Entre los gratos y no tan gratos momentos que le tocó transitar a Manuelita como " canciller" del partido Federal y su gobierno, se recuerda particularmente el vivido en ocasión de recibir el 25 de mayo de 1841 ( un dia después de su cumpleaños 34) un paquete que tenía por destinatario a su padre. Por un descuido en el control de dicho paquete que fue entregado por el edecán del almirante francés Dupotet en caja con una carta escrita por el consúl de Portugal con sede en Montevideo en la que decía que la caja portaba un diploma y una medalla de la Sociedad de Anticuarios de Copenhague como obsequío a Rosas. 

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Manuelita le avisó al Restaurador de la existencia de dicho paquete y el mismo Rosas le pidió que lo abriera. Cuando Manuela se lo llevo a su habitación y lo abrió se destrabo la caja de manera repentina y violenta y en su interior se dejaban ver unos cañoncitos que apuntaban hacia ella. Por ciertas cosas de la providencia y el destino " la maquina infernal" no se activo e impidió la muerte de Manuelita más alla de que iba dirigido a asesinar al Gobernador de Buenos Aires. El abrazo posterior a este hecho que Manuelita le dió a su padre con el llanto contenido fraternizo aún más esa fortuita relación.
" Tatita" como afectuosamente llamaba Manuela a Juan Manuel no vió por otro lado con buenos ojos la relación entre su hija y Máximo Terrero ( hijo de uno de sus socios ) y su posterior casamiento en octubre de 1852. Más adelante en el tiempo no solo reconoció dicha unión, sino que supo querer y confiar en Máximo en gran modo. En febrero de 1852 luego de la derrota de Rosas en Morón, su hija lo acompañó con unas tantísimas cajas donde atiborradas de documentos públicos esperaban en el Centaur llegar a un largo exilio en Inglaterra. Manuela ya en suelo inglés con su padre empezó una vida que siempre anheló, con la misma afabilidad y lealtad como la que supo desarrollar como "canciller" del rosismo, como cuando con sus maneras simpáticas y estratégicas logro " enamorar" a Lord Howden, embajador inglés que junto con el francés Walesky vinieron a negociar el fracaso que supuso la guerra del Parana.


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Tener una familia fue ese anhelo, servir a la vida familiar como lo hizo con su rol de " Primera Dama". Cuidó además en el exilio a su padre cuanto pudo y fue la testigo principal del último suspiro del Padre de la Soberanía.

En cuanto a el manejo de los confiscamientos sobre las propiedades de la familia, peleó astutamente y con tenacidad por conseguir lo que era suyo. Fue también la que legó al primer Director del Museo Histórico Nacional, Adolfo Carranza ante un pedido de el último, el sable corvo que su padre había legado del General y Libertador de América Don José de San Martín.
Fue también la que como acto probatorio de la certeza que la historia mitrista fabricó sobre los acontecimientos en las que fue testigo y actriz principal, entregando gran parte de los papeles públicos que Rosas había salvado llevandoselos al exilio a Adolfo Saldías para posteriormente escribir " Historia de la Confederación Argentina y los tiempos de Rosas".
Ejemplo de amor filial; pocas relaciones de este estilo fueron tan ricas y únicas en la historia como la de Juan Manuel de Rosas y su " Princesa Federal" Manuelita.

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