Por Alfredo Mason
Una de las necesidades que posee la ideología neoliberal para llevar adelante su proyecto de globalización es transformar la concepción del tiempo que habla de un pasado, presente y futuro en un presente instantáneo. El pasado por la tradición y el futuro por los proyectos, son capaces de generar conductas y hábitos que chocan ideológicamente con la «filosofía social» de ese neoliberalismo, a la cual conocemos como «consumismo».
Respecto del pasado, dos son los caminos que lleva
adelante esta obra de verdadera aculturalización: una es asentar como
verdad indiscutida que todo lo que signifique alusión al pasado debe
ser eliminado, porque lo importante es lo que estamos haciendo a partir
de ahora. Viejo concepto que trae la Ilustración que niega lo
anterior por considerarlo un pre-juicio.
Claro, pero la vida no es como aquellos viejos
cines de barrio que con el «continuado» permitían que la película
empezara cuando uno llegaba. Entonces el neoliberalismo intenta el
segundo camino, encargándose de mostrar una imagen falsa o cuando menos
mañosa del pasado para dejar en un mismo lodo, todo manoseao.
Para hacer eso es necesario contar con
«historiadores» ad hoc con cierta especialidad mediática o divulgadores
de falsedades, discípulos de Silvano Santander.
Vamos a enviar a "El Escarmiento", una serie de
notas donde hablaremos de las piñas que le han dado a la historia para
ir "formando" una joven generación ignorante de la verdad, por supuesto
que los neoliberales no conocen la sentencia de von Salomon: "...la
verdad siempre toma venganza".
Perón era nazi
Un miserable mentiroso llamado Silvano Santander
escribió un panfleto denominado Técnica de una traición: Juan D. Perón y
Eva Duarte agentes del nazismo en la Argentina (Buenos Aires,
Antygua, 1955) cuyo prólogo para la edición argentina (la original se
hace en Uruguay) la firma a bordo del acorazado 9 de julio que ha
participado del golpe de estado de 1955 (pura basura). A esta patraña
escrita por un antiguo colaborador de Spuille Braden (a quien lo
presentó Vittorio Codovila) o sea, un «garca paladar negro», lo
destruyó en primer lugar, junto a sus documentos trucados la Comisión
Investigadora de Actividades Antinacionales del Uruguay por no
presentar, precisamente, documento alguno; luego el Tribunal Superior
de Honor del Ejército Argentino con su fallo de 1956, finalmente
Enrique Díaz Araujo reúne todos los datos de la mentira (La
conspiración del '43, Buenos Aires, La Bastilla, 1971).
Pero dejó cría. Así surge Uki Goñi & asociados
(Engañi), quien sostiene que el gobierno de Perón facilitó de varias
maneras, pero sobre todo enviando agentes a Europa, el traslado a la
Argentina de nazis. El principal encargado habría sido un ex capitán de
la SS (Sturmbannführer) Carlos Fuldner, argentino de nacimiento cuya
familia había vuelto a Alemania en la década del treinta. Este, después
de la guerra, escapa a Madrid y habría organizado la primera red de
escape a la Argentina. Una verdadera novela,
pues en primer lugar, los nazis declarados que venían a la Argentina
-porque muchos otros fueron a los Estados Unidos- lo hacían con
pasaportes de la Cruz Roja otorgados en Italia y muy pocos provienen de
España.
Sigamos con Engañi, según el cual, Perón, tenía una
simpatía natural (¿?) por el nazismo, el fascismo y los oficiales del
Ejército alemán, a su vez, señala el hecho que éste dijo que
consideraba que los juicios de Nüremberg eran una infamia. También
Engañi hace ver que Perón quería traer a Argentina a científicos y
técnicos alemanes, y con ellos una gran cantidad de criminales de
guerra como Adolf Eichmann y Josef Mengele, que también entraron al
país disfrazados de técnicos. Hasta aquí las acusaciones.
Pero como dijo un león herbívoro: la única verdad
es la realidad, y así encontramos a quien de niño entró al país en
aquella época, su nombre es Rubén Ezra Beraja -ex-presidente de la
Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA)- afirma que
debemos reconocer que el general Juan Domingo Perón en todo momento
mantuvo una muy buena relación con la comunidad judía y no se lo puede
acusar de anti-semita [...] Argentina fue la segunda Nación
latinoamericana -la primera fue Uruguay- que reconoció el estado de
Israel (El Cronista, 9.12.1992 p.12-13).
En 1946, por primera vez en la historia argentina
se conceden días libres a los soldados conscriptos de confesión judía
para que puedan celebrar sus fiestas religiosas. Al año siguiente, se
instituye la primera Feria del Libro Judío. Durante mucho tiempo hubo
colonos israelíes en algún kibutz de Israel que no pasaba frío gracias a
las frazadas con el sello de la Fundación Eva Perón, enviadas en
1948, cuando Argentina reconoció la soberanía del Estado israelí. Tanto
es así, que en 1951, Golda Meir visita
Buenos Aires para agradecerle a Eva Perón la labor realizada en
favor de su país.
Personas de confesión religiosa judía ocuparon
lugares de importancia tanto en el Gobierno como el Movimiento
Peronista, tal el caso de Miguel Angel Borlenghi, ministro del
Interior; Abraham Karislavin sub-secretario del Ministerio del
Interior; León Rabovitch es nombrado juez; Pablo Mangel será el primer
embajador argentino en Israel; el rabino Amran Blum es designado
catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), y asesor
presidencial en temas religiosos; la Constitución de 1949, incluyó
una condena a la discriminación racial y religiosa. En ese mismo año,
Eva Perón pronunció un discurso en el que afirmaba que quienes
propiciaban el antisemitismo en la Argentina eran los nefastos
representantes de la oligarquía. El jefe de prensa del gobierno
peronista, Raúl Apold, era de confesión judía; en el diario "La Prensa"
del período cegetista (1952-1955) colaboran intelectuales de origen
judío como César Tiempo, Eduardo Koremblit, León Benarós y Julia
Prilutzky Farny que carecían de militancia política. Y algo aún más
anecdótico: el relator deportivo Luis Elías Sojit, amigo personal de
Perón y Evita, que populariza la frase: "hoy es un día peronista",
también era judío. El politólogo israelí Ranaan Rein sostiene que Perón
era demasiado perspicaz para caer en el antisemitismo. (La Nación
22.02.2006).
La aseveración sobre los juicios de Nüremberg
provienen de un texto que no firmara Perón, sino los periodistas Luca
de Tena, Esteban Peicovich y Luis Calvo, quienes han escuchado unas
grabaciones realizadas por Perón y las editan bajo el nombre Yo, Juan
Domingo Perón. Relato autobiográfico (Barcelona. Planeta. 1981). De
cualquier manera, las voces críticas sobre esos juicios tienen diversas
voces: uno de los autores más cáustico con estos juicios es el inglés
F. J. P. Veale, quien llegó a afirmar que en 1945 los pueblos de Europa
que se encontraban en el bando de los vencedores volvieron de pronto a
sus costumbres de piedra. A esas críticas se suman los nombres de
Hannah Arendt, Bert Röling, Hedley Bull y Hans Kelsen, y a ninguno de
ellos se los puede tratar de filonazismo.
Arendt, que era judío-alemana, dice que considera
extremadamente débiles las motivaciones adoptadas por los países
vencedores para justificar los poderes jurisdiccionales que le
atribuyeron al Tribunal de Nüremberg; el holandés Röling -que fue
miembro del Tribunal de Tokio, versión asiática de Nüremberg- sostuvo
con firmeza que la finalidad de ambos procesos no fue la de hacer
justicia, sino que éstos habían sido utilizados intencionalmente por
los vencedores con fines propagandísticos y para ocultar sus propios
crímenes. Para el inglés Bull, esos juicios cumplían la arcaica función
sacrificial; para el austriaco Kelsen el proceso y la sentencia no
podían tener el valor de un antecedente judicial por expresar solo la
voluntad del vencedor. A ello se suma el italiano Danilo Zolo quien
sostiene que aun a un dictador lo debe juzgar su propio pueblo. Con
esto demostramos que desde el punto de vista académico y jurídico, la
crítica al juicio de Nüremberg -como al de Tokio- no es factible de
relacionarla causalmente con una posición, como dijo Jauretche
irónicamente, nazi-facho-nipo-falangista (Cf.: Zolo, Danilo, "La
justicia de los vencedores", Buenos Aires, 2007, Edhasa).
Respecto de los científicos que llegaran a
Argentina -como a los Estados Unidos, donde nació Engañi- efectivamente
desarrollaron la industria aeronáutica construyendo el Pulqui I y II,
aviones a reacción de construcción y tecnología nacional dirigidos por
el ingeniero alemán Kurt Tank, al igual que locomotoras que se
producían en Córdoba. A ello se le suma la planta experimental de
generación de energía atómica montada en la isla Huemul, bajo la
dirección de Ronald Richter que culminará con la inauguración del primer
reactor totalmente nacional en 1955. (Mariscotti, Mario, "El secreto
atómico de Huemul", Buenos Aires, 2004, Ed. Sigma).
La presencia de Mengele en Argentina es algo a
demostrar. De cualquier manera, sostener cierta afinidad del peronismo o
de la persona de Perón con el nazi-fascismo ha sido negada por
especialistas (citando solo textos en castellano) como De Felice, Renzo
"Entrevista sobre el Fascismo" (con Michael A. Ledeen), Buenos
Aires,1979, Ed. Sudamericana; Rein, Raanan, "Peronismo, populismo y
política". Buenos Aires, 1998, Editorial de Belgrano; Newton, Ronald
C., "El cuarto lado del triángulo", Buenos Aires, 1995,
Ed.Sudamericana. Respecto de la apreciación de Perón acerca los judíos
remitimos a "El pensamiento de Perón sobre el pueblo judío", Buenos
Aires, 1954, DAIA (ver el texto completo en la página web del Proyecto
Gutenberg Ambas Américas: www.ambasamericas.net); Carta a María de la
Cruz del 20 de abril de 1956 (Cartas del Exilio, p.109); Carta a Noé
Davidovich del 21 de febrero de 1972 (Correspondencia I p.250-251).
Finalmente, el propio Perón sostiene en carta a la
chilena María de la Cruz: "...no hay que olvidar que las fronteras
pueden ser para los países pero que jamás los países deben ser para las
fronteras [...] entre las creaciones del capitalismo internacional ha
inventado, las fronteras son un elemento destinado a tener separados a
los pueblos para explotarlos mejor [...] El verdadero patriotismo es el
amor a los hermanos, a la comunidad [.] merced a su sentido de
solidaridad y justicia. Ese amor a la comunidad no es excluyente ni es
negativo [...] El sentido geográfico del patriotismo es un sentido
humanísticamente negativo, porque separa con el odio a las comunidades
más afines [...] Los judíos, sin una Patria geográfica, en lucha a
través de cuatro mil años, han mantenido el sentido universal de su
comunidad solidaria y así han podido resistir, no solo a la acción
destructora del tiempo, sino también a sus numerosos enemigos que
pretendieron destruirlos y aniquilarlos. Es un ejemplo de lo que pueden
las verdaderas formas sobre las fuerzas y formas ficticias de la
organización..." (Cartas del Exilio. Buenos Aires. Legasa. 1991
p.108-109).
Como vemos, aunque lo quieran ligar a alemanes, son cuentos chinos.
Perón y la represión a los indios
Hace algunos días, en el canal Encuentro (canal 5
de Cablevisión y Multicanal; 15 de Telecentro), emisora del Ministerio
de Educación cuyos contenidos están orientados a un público joven, se
difundió un programa donde se planteaba la represión que en 1946 se
había llevado adelante contra los indios, durante el gobierno de Perón.
Los hechos que se relatan se inician el 15 de mayo
de 1946, veinte días antes de la asunción presidencial de Perón, un
grupo de aborígenes salieron de los departamentos jujeños de Cochinoca y
Tumbayas, y de las cercanías de Orán en Salta. En los días siguientes
se pusieron en marcha las columnas provenientes de otras haciendas
lindantes con Orán, de Iruya y de Varas de Palca de Esparzo, sumando
174 integrantes del que se denominará Malón de la Paz. La idea era
arribar a Buenos Aires en simultáneo con la asunción de Perón o al
menos para participar del desfile del 9 de julio.
Las principales radios transmiten en cadena. Han
pasado casi tres meses y han atravesado dos mil kilómetros a pie. Es un
momento de euforia pues ya están en Buenos Aires.
Es un día de sol, claro y peronista, y en la plaza,
la gente viva a los indios y al general Perón, quien ha aparecido en
el balcón y los saluda. Tras un improvisado desfile al ritmo de erkes,
charangos, sikus y quenas, un mensajero surge desde la Casa Rosada
pidiendo la presencia de la representación indígena. Una pequeña
comitiva entra. Los funcionarios seleccionan a dos mujeres y a un
hombre collas y los llevan al balcón. Es un momento único, el Malón
tocaba el cielo con las manos. La primera vez que la principal
autoridad política recibe y se abraza en público con indios.
El contingente que bajó del norte es hospedado en
el Hotel de Inmigrantes, donde son atendidos correctamente y donde se
les asigna un pabellón. Llevan veintitrés días en Buenos Aires. De
pronto, el gobierno comienza a cercenar el ingreso de intermediarios al
Hotel de Inmigrantes. El miércoles 28 de agosto, funcionarios del
gobierno les comunican que deben alistar sus pertrechos porque serán
trasladados a otro lugar. En principio, se niegan, pero finalmente
aceptan. Son trasladados a la estación Retiro y cuando llegan descubren
que hay un tren con sus caballos, carros y mulas alistados para partir
y devolverlos a la Puna. Hay forcejeos, empujones y golpes. Para
evitar un tumulto en la estación, los mandan de vuelta al Hotel. Los
aborígenes hacen gestiones frenéticas para contactar al mismísimo Perón
y no son atendidos. En la madrugada, tropas de asalto al mando del
general Velazco ocupan el Hotel de Inmigrantes, irrumpen en los
dormitorios y comienzan a sacarlos a la rastra, golpeados y empujados
escaleras abajo. Afuera, en una vía secundaria del puerto estaban los
dos vagones, lejos de los andenes de Retiro, para evitar el escándalo y
para mandarlos de vuelta, sin escalas, a la Puna. Hasta aquí lo que se
relata, aunque de lo único que hay testimonios e imágenes es de la
primera parte, de la recepción.
Lo primero que llama la atención, es que un hombre
que se jactaba de tener sangre de indios, que escribiera la Toponimia
Patagónica de etimología araucana (ver el texto completo en la página
web del Proyecto Gutenberg Ambas Américas: www.ambasamericas.net) y que
fuera el artífice de que los indios obtuvieran su libreta de
enrolamiento, o sea, que no solo tuvieran existencia legal sino que se
incorporaran a la ciudadanía, pudiera ordenar su represión arbitraria.
Lo que no nos cuenta Encuentro es el final de la
verdadera historia. Ahí va el relato que nos trae Adriana Kindgard -una
investigadora del CONICET y la Universidad Nacional de Jujuy- que
publica en un libro colectivo: La invención del peronismo en el
interior del país, cuyos editores son Darío Macor y César Tcach (nada
que ver con peronistas fanáticos) en Rosario, Universidad Nacional del
Litoral, 2003.
En Jujuy el peronismo se nutre en su conformación
de diversas corrientes -como en todas partes- pero del tronco
yrigoyenista proviene Miguel A. Tanco, el cual es electo el 24 de
febrero de 1946 senador nacional por su provincia, con los votos
mayoritarios de los departamentos de la Quebrada, la Puna y San Salvador
de Jujuy, digámoslo sin ambages era el pobrerío que lo sostenía.
Sensible a la necesidad de Justicia Social que contemplaba en su gente y
a la proclamada por Perón, presentará el 7 de agosto de 1947 en el
Senado un proyecto de ley de Expropiación de terrenos de la provincia
de Jujuy que pertenecieron a los aborígenes (Diario de Sesiones, tomo
I, 7.8.1947), aprobada la ley y adelantándose al decreto regulatorio
que se promulgara en 1949, el gobierno de la provincia ya había
dispuesto destinar una partida de 500.000 pesos para iniciar los
trámites de expropiación (exp. 4005/48).
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