En un clima diplomático tenso, con EE.UU., Eva Perón envió, en 1949, ayuda a los niños negros de Washington. El acto fue tachado de arrogante y generó pedidos de explicaciones.
En
1952, cuando falleció, hace ahora medio siglo, muchos aún recordaban en
los Estados Unidos que tres años antes Eva Perón había asombrado al
mundo político al enviar un avión con ayuda de invierno para los niños
pobres de Washington. Fue
en 1949, en medio de un clima de tensión diplomática creciente entre
nuestro país y los Estados Unidos, y en vísperas de que Harry Truman
asumiera la presidencia. El
vicepresidente Truman era un granjero de Missouri a quien la muerte del
presidente Franklin Roosevelt depositó en el centro del poder mundial. Truman
arrojó sin titubear la bomba atómica sobre Japón y había dado muestras
de que estaba dispuesto a poner a los Estados Unidos a la cabeza del
mundo cuando se firmara la paz. Su
elección por cuatro años, a partir del 21 de enero de 1949, fue una
celebración internacional marcada por la guerra fría ya desatada contra
la Unión Soviética y un reconocimiento hacia la mayor potencia. Las
principales figuras de la política se hicieron presentes en Washington y
todos se sorprendieron al recibir una comunicación de la embajada
argentina que informaba sobre un evento que tendría lugar al día
siguiente de los festejos oficiales. Se trataba de la entrega de ropa de
invierno para 600 niños pobres residentes en los barrios bajos de la
capital. La
donación en nombre de Eva Perón y su Fundación de Ayuda Social había
sido gestionada cuidadosamente con el reverendo Ralph Faywatters, quien
presidía la Children''s Aid Society, una entidad caritativa que protegía
a los niños negros de Washington. Consistía en ropa de abrigo y
calzado, fabricados en la Argentina y enviados por avión, lo que sugería
la situación apremiante de quienes se beneficiarían con la ayuda.
La
reacción del gobierno norteamericano no se hizo esperar y la embajada
argentina tuvo que dar explicaciones sobre las intenciones del regalo.
Entretanto, el reverendo Faywatters había puesto en acción a otras
organizaciones y un total de 27 entidades —en su mayoría de ciudadanos
negros— reclamaron su porción del cargamento. La
idea de que el gobierno norteamericano podía impedir que los niños
pobres obtuvieran su ropa de invierno argentina produjo una rápida
agitación entre miles de familias de Washington. El
asunto fue tratado por la prensa internacional. La Agence France Presse
describió "una situación que por momentos parecía casi enojosa, debido a
la confusión producida por la inesperada noticia" de la donación. "No
hubo intención de demostrar que en un país rico cual es Estados Unidos,
hay niños ''pobres''", agregó la AFP.
Los
diarios de la cadena Scripps-Howard no ocultaron su perplejidad y
publicaron en docenas de ciudades norteamericanas un comentario donde
afirmaban que "la Fundación encabezada por la esposa del presidente
argentino no hace las cosas con moneda pequeña ni tampoco peca de falsa
modestia". También
trataron el episodio los semanarios de mayor circulación, como
Newsweek, bajo el título "Señora" pockets (Señora bolsillos) y Time, que
lo encabezó "Helping hand" (Dando una mano), donde no ocultaban que la
filantropía peronista transpiraba arrogancia pero había golpeado
exactamente en un punto muy sensible, el de la pobreza alarmante de la
mayoría negra de Washington. El
reverendo Faywatters, silencioso cómplice de Evita, se hizo cargo de
los regalos y retribuyó con una nota oficial donde subrayó que
"entendemos ante esta evidencia su deseo (de Eva Perón) de que toda
América viva y trabaje unida para bien de su pueblo (y) esta
contribución para los niños necesitados está por encima de toda
diferencia internacional de opinión política".
El
caso quedó cerrado definitivamente y la embajada argentina insistió en
que si bien la entrega formal de la donación se había superpuesto con la
asunción presidencial de Truman, se trataba de una coincidencia sin
propósitos secundarios.
Truman
le dio en parte la razón a Evita cuando en su discurso de posesión
afirmó que "Estados Unidos sufre el efecto de los precios excesivamente
elevados, la producción no cubre aún las necesidades y los salarios
mínimos son demasiado bajos, al mismo tiempo que las pequeñas empresas
pierden terreno en beneficio de los monopolios".
La
prosa de Truman anticipaba los cambios en los derechos civiles para los
negros aunque faltaban años y mucha sangre para que estos se
concretaran definitivamente.
Unos
apuntes de Eva Perón hasta ahora inéditos, pertenecientes a la
Colección Alberto Casares, revelan cómo siguió personalmente la donación
a la Children''s Aid Society y en todo momento fue conciente de su alto
contenido político.
"Sirva
de ejemplo este acto y esta ayuda que lo hacemos con todo el respeto y
todo el cariño por el gran pueblo de los Estados Unidos y humildemente
le hacemos llegar nuestro granito de arena de ayuda", escribió con su
tumultuosa caligrafía.
En
otro lugar afirma que "este avión argentino que pronto llegará a
Estados Unidos representa a la bondad de nuestro conductor y lo que
somos capaces de hacer por el desposeído, esté donde esté y se encuentre
donde se encuentre".
Pero
en Washington la procesión iba por dentro y a nadie se le ocultó que
detrás de la prosa protocolar rugía la furia de la mujer más poderosa de
la Argentina y sin duda la más famosa en el mundo de su tiempo. En los
dos años siguientes la misma Fundación de Ayuda Social enviaría
donaciones semejantes a más de ochenta países, entre los que se incluían
naciones europeas devastadas por la guerra, pequeños principados
africanos y prácticamente todos los países latinoamericanos. Sin embargo, aquella donación para los niños pobres de Washington D.C. resultó incomparable
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