Tuvo lugar el 8 de diciembre de 1914. La
formación alemana estaba a cargo del conde Maximilian Johannes Maria
Hubert von Spee. En 1934, Hitler nombró un acorazado de bolsillo, Graf
Spee, en su memoria. La
inglesa del Comandante en Jefe de la estación del Atlántico sur
Frederick Charles Doveton Sturde. Al
comenzar la Gran Guerra el 28 de julio de 1914 (posteriormente
denominada Primera Guerra Mundial), las potencias involucradas de
inmediato movilizaron a sus fuerzas para la acción. El almirantazgo
británico dispuso de recursos para bloquear a las naves alemanas, lo que
logró en el Mar del Norte y también en el Mar Mediterráneo. Sin
embargo, la situación fue distinta con la flota alemana apostada en el
Este Asiático, de la cual se tenían noticias que indicaban que había
abandonado su base y navegaba hacia las costas de América del Sur. Si
las naves alemanas no eran neutralizadas, se ponía en riesgo no sólo la
navegación en el Pacífico Sur, sino que la amenaza se proyectaba también
sobre la Base Naval de las Malvinas (Falklands) y, si ella caía,
quedaría también desprotegida la estratégica zona del Atlántico Sur.
El
almirantazgo ingles a recibido in telegrama de Montevideo anunciando
que el paquebote ingles Correntina fue capturado por el crucero
auxiliar alemán KRONPRIZ WILHEM a 270 millas al este de la isla de
Lobos, el 7 de octubre de 1914 y lo a echado a pique el 14, despues del
trasbordo de los pasajeros, de la tripulación, de una parte del
cargamento y todo el carbón (El combustible de la epoca) del paquebote.
Los pasajeros y tripulación han sido desembarcados en Montevideo por el
vapor del Lloyd de Alemania del Norte “Sierra de Córdoba” el 22 de
noviembre.
La formación alemana en el Pacifico (Chile)La
formación alemana completa estaba conformada por dos Cruceros pesados
(S.M.S. Scharnhorst y S.M.S. Gneisenau) y tres cruceros livianos (S.M.S.
Leipzig, S.M.S. Nüremberg y S.M.S. Dresden). Se trataba de naves
modernas, fuertemente armadas y con capacidad para navegar y maniobrar
con facilidad en cualquier condición de mar.
La escuadra britanica La
Cuarta Escuadra de Cruceros británica estaba compuesta por dos cruceros
acorazados (HMS Good Hope y HMS Monmouth), un crucero liviano (HMS
Glasgow) y un lento mercante convertido a navío de guerra (HMS Otranto). Batalla de Coronel o batalla del día de Todos los Santos fue un combate
naval de la Primera Guerra Mundial que se libró en aguas territoriales
chilenas a la altura de la Bahía de Coronel (Chile),entre la flota del
almirante alemán Maximilian Von Spee, compuesta por los cruceros
acorazados Scharnhorst y Gneisenau los cruceros ligeros Leipzig,
Nürnberg, Dresden y la flota británica compuesta por el Glasgow, el
Crucero Monmouth, el paquebote convertido en crucero auxiliar Otranto y
el Crucero Good Hope, al mando del almirante sir Christopher Cradock, en
la que resultaron hundidos el Good Hope y el Monmouth el 1 de noviembre
de 1914, muriendo el almirante Cradock en la batalla .¡Sin
sobrevivientes en ambos navios!
Habla un testigo Teníamos
tres meses de mar. Desde que abandonamos las costas de la China
veníamos ‘haciendo estricto servicio de vigilancia, navegando a luces
apagada y explorando el Océano. Sabíamos que una flota inglesa nos
aguardaba a en el Pacifico del Sur y que una escuadra japonesa nos
perseguía de cerca… Después de visitar las islas Marshall, Tahití, el
sábado 31 de octubre avistamos tierra
chilena, a la altura de Valparaíso. Ai día siguiente, al caer la tarde,
divisamos dos buques ingleses que navegaban rumbo al norte, hacia
la bahía de Arauco, los que al advertir nuestra presencia en el
horizonte viraron en redondo y pusieron proa al sur. Muy pronto se
avistaron dos naves más, también Inglesas, que se unieron a las
primeras, formando en «línea de fila» en el orden siguiente: “Good
Hopo”, «M o n m o u t h», «Glasgow» y «Otranto». Nuestra
flota, que la componía el «Sclianhorst», «Gneisnau», «Dresde»y
«Nurenberg», navegaba con rumbo S. O. El almirante inglés gobernó hacia
tierra, como si pretendiese tomar la costa, con lo que estrechó por
momentos la distancia que nos separaba de los enemigos.Todos íbamos en nuestros puestos de combate. Las máquinas trabajaban
desesperadamente. La mar, que nos tomaba de costado, barría las
cubiertas de nuestras naves y de las enemigas. El fuerte viento del N.
O. y una lluvia torrencial nos azotaba la cara… Estábamos
a 10.400 metros del «Good Hope» cuando se disparo la primera andanada.
Eran las 0.32 p. m. minutos después, cuando la distancia se había
acortado a 7.000 metros, el «Good Hope» y el «Monmouth» contestaron
con viveza nuestros fuegos; sus tiros no nos hacían daño: el fuerte
balanceo les impida fijar la puntería Entretanto nuestras granadas
incendiaban el «Good Hope», y el «Glasgow» y el «Otranto» abandonaban
la línea de batalla, rumbo al oeste, perdiéndose muy pronto en el
horizonte.
El
«Good Hopo» viró a estribor, incendiándose, con el objeto de separarse
de
nosotros. Quedaba frente a nuestros cañones sólo el «Monmouth», sobre
cuyo casco se concentraron nuestros fuegos. El «Good Hopo» huía
incendiado; una gran llamarada salió de entre sus chimeneas; luego una
explosión, y ¡nada!. No lo vimos más: se perdió en las brumas del
anochecer. ¿Naufragó? No nos consta, pero creemos que sí. El
«Monmouth>, incendiado y muy averiado, disminuyó sus fuegos. Después
de una andanada del «Nuremberg», se dio vuelta y se hundió para
siempre; el combate había terminado. Eran las 7.13). PM…. En esos
momentos llovía torrencialmente. El sol se había ocultado tras el
horizonte. La mar rompía furiosa contra nuestros costados y nos rodeaba
de sombras, mientras que en la costa brillaban los destellos de las
luces: eran los faros de la Isla Santa María y de la Punta Lavapie.
Después… sólo nos quedaba constatar nuestras averías y nuestras bajas.
Varios tiros nos alcanzaron, pero sin causarnos grandes daños. Muertos
no hubo en los buques alemanes. Sólo tuvimos una decena de heridos
leves. Así
habló aquel testigo ocular, alternando su ración «con grandes tragos de
cerveza alemana, y de platos con «sandwiches» de caviar y de anchoas.
De pronto, después de encender su pipa, contemplando con sus ojos claros
las espirales de humo, nos dijo con un aire de profunda
convicción;«Mañana temprano zarparemos mar afuera. Nadie sabe donde
iremos. Quizás muy luego tengamos que morir, como murieron nuestros
camaradas delMonmouth»… ¡No volveremos jamás a Alemania! (Almirante Von
Spee) Valparaíso. 8 noviembre de 1914 (Marino chileno, Mario de Arauco)
La batalla de las Malvinas 8 de diciembre de 1914
El
plazo ha sido quizá más breve de lo que se imaginaba el valeroso
almirante alemán; pues apenas trascurridos treinta y ocho días de su
triunfo, una nueva y poderosa escuadra inglesa, al mando del almirante
Sturdee, destrozó la suya, y él mismo encontró la muerte a bordo de su
buque el acorazado Scamhors. Sin puertos de refugio, sin estaciones
carboneras, la escuadra alemana tuvo que proveerse en alta mar, para
esperar el inevitable ataque. En los primeros “días de noviembre zarpó
de Inglaterra la escuadra del almirante Sturdee, cuya composición no se
conoce, y se puso en busca de los buques alemanes. La lucha fué mortal;
la escuadra del káiser fué casi totalmente destruida; Los buques
alemanes fueron hundidos después de tenaz resistencia, y sus
tripulaciones, con el almirante mismo, buscaron su tumba en las ondas
vivando a Alemania.
La escuadra alemana La
escuadra alemana vencida cerca de las islas Malvinas se había formado
con buques procedentes de. todos los extremos dé mundo. “El Gueiseman” y
“el Scharnhorst”, habían partido de los mares de la China; “el
Leipziff”, del Pacífico septentrional; “el Dresden”, del mar de las
Antillas; “el Nuremberg”, de los mares africanos. Junto todos, después
de largos viajes durante los cuales hicieron todo el daño posible a sus
enemigos, obtuvieron el triunfo del 1° de corriente; y durante varias
semanas dominaron en los mares del sur, amenazando seriamente el
comercio británico, que quedó poco menos que suspendido. Entre los
muertos estaba el jefe de escuadrón, Vice Almirante Graf Spee, con sus
dos hijos, a todos los comandantes y toda la tripulación del acorazado
Scharnhors (860 muertos).
Montevideo, diciembre de 1914 En
las primeras horas del domingo 20, la silueta recia y negra del
acorazado inglés «Invencible» empezó a insinuarse por la parte sur de!
horizonte. Montevideo lo esperaba con el ansia que inspira lo grande y
lo desconocido. Y apenas la formidable nave dejó caer sus anclas en las
aguas del estuario, a tres cuartos de hora de la costa, un grupo de
curiosos y uno que otro profesional del periodismo se dirigió hacia la
imponente máquina de guerra para curiosear su estructura y las heridas
hechas por el enemigo en el combate de Malvinas. ¿Causa de esta aparente
indiferencia, contradictoria de la ansiedad antes citada?
Asi lo vivió Caras y Caretas En
primer lugar lo amenazante del tiempo y, en segundo, los pocos halagos
de un viaje largo y quizás infructuoso. En época de guerra todo el mundo
es sospechoso para los beligerantes, y si se considera lógico que no se
permita a cualquier particular aproximarse a una trinchera, más lógico
es aún que los portalones de un buque de las escuadras en lucha se
cierren herméticamente a todo individuo que no pertenezca a su
tripulación. Fué de tarde, bajo un cielo tormentoso, con el mar un tanto
picado, que el «Invencible» recibió nuestra visita. Para penetrar en la
fortaleza flotante hubo que invocar el nombre del prestigioso
periódico, que es llave segura siempre para vencer las mayores
resistencias. Sólo un requisito se nos impuso: registrar nuestro nombre y
domicilio en un libro.Un
oficial de guardia, que, aunque inglés, hablaba perfectamente el
español, se puso a nuestra disposición, y nos paseó por cubierta,
mostrándonos, con discreción verdaderamente británica, los estragos
causados por las balas alemanas en el combate de Malvinas. Aquí una
lesión, allá una hendidura, más allá una constelación de agujeros, obra
de la metralla.Poca
cosa para un monstruo, como lo es para el elefante el rasguño de un
felino, pero lo suficiente para evidenciar que los vencidos no se
humillaron sin antes derrochar en la lucha hasta el último esfuerzo.
Unas salpicaduras bastantes visibles, en uno de los costados del
gigante, decían claramente de los loables propósitos de los germanos de
perforar la coraza de la nave por debajo de la línea de flotación. Por
lo demás, todo muy ordenado, muy en su sitio: las máquinas de
destrucción como los seres que las manejan a voluntad. Un cartelón,
colocado en lugar bien claro, decía: «Most oportune victory». Nos
inclinamos ante él comprendiendo el legítimo placer que el hecho
importaba para toda la población del barco. La marinería, desparramada
en ordenado desorden por todas partes, respiraba satisfacción y alegría. No
parecía elemento de aniquilamiento, de fuerza arrolladora, sino gente
que aprovechaba el buen día para gozar de la vida. tan discutible hoy
para el soldado como para el marinero. Observamos todo lo que del barco
se nos enseñaba minuciosamente, escarbando con la mirada en la más
insignificante resquebrajadura de las planchas o en la más tenue
escoriación de las corazas, para descubrir una tragedia. Y anotamos en
nuestra memoria, ya que fuera descortesía adjuntar en el carnet cosas
que pudieran rozar la galantería de nuestros huéspedes. Cuando nos
cansamos de andar de aquí para allá, de pasar de un oficial a otro
oficial, de hacer conjeturas sobre el ir y venir que los sucesos
depararán a aquellos novecientos y tantos hombres que divagaban
alegremente sobre el monstruo de hierro y acero, nos decidimos a abordar
al oficial, galante hasta el exceso, que nos había recibido a bordo.
— ¿Podría usted decirnos algo del combate librado en Malvinas?
— Oh, no. La consigna lo prohíbe. Sólo puedo acompañar a ustedes en esta rápida excursión por la cubierta de la nave.
— ¿Por la cubierta nada más?
— Nada más — reptió sonriendo.
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