Rosas

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miércoles, 3 de abril de 2019

EL PAN Y LA UCR

Por el Prof. Jbismarck
El primer partido político principal de la Argentina fue el Partido Autonomista Nacional (PAN). Para fines del siglo diecinueve el PAN se había convertido en el vehiculo electoral dominante de los hacendados de la Pampa, quienes dominaron la cconomia floreciente de exportaciones de cereales y carnes.   El PAN era un partido de directores más bien que un partido de masas. Como lo explica Natalio Botana, no era “una organización diseñada para la movilizaciòn de la población, sino un instrumento que usaban las oligarquías regionales para comunicarse entre ellos”. Entre 1880 y 1909 el PAN adulteró los censos electorales, compró votos y usó la intimidación (aprovechándose de que no existía la votación secreta) para socavar a los candidatos que postulaban bajo etiquetas partidarias opositoras efimeras. El sufragio universal para hombres había existido desde 1857, pero la concurrencia a votar variaba entre el 10% y el 25% de los votantes calificados’.
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El PAN sobrevivió hasta 1909 cuando se dividió, formando una multitud de partidos provinciales conservadores que dependían de los hacendados locales y grupos de aliados comerciales y profesionales. En vez de una competencia entre partidos, la Argentina desarrolló una serie de hegemonías de partidos gobernantes: el PAN después de 1880, el radicalismo después de 1916 y el peronismo despues de 1946. Se pueden dilucidar los orígenes de dicho patrón de desarrollo político comparando la vida política argentina de fines del siglo diecinueve con las de Chile y Uruguay, que sí desarrollaron sistemas eficaces de competencia partidaria y que en el siglo veinte pudieron mantener períodos de gobierno democrático que, según normas tanto europeas como latinoamericanas, resultaron ser bastante duraderos. Las razones por las cuales se implantó la competencia partidaria con menos fuerza en la Argentina que en Chile o uruguay son complejas; sin embargo, vale la pena señalar que en la Argentina fue sólo a fines del siglo diecinueve que los partidos que perdían las elecciones se evaporaban o eran absorbidos por los partidos gobernantes. En Uruguay y Chile los partidos perdedores reaccionaban frente a la derrota reteniendo sus identidades partidarias y organizaciones partidarias incipientes y renovando su esfuerzo competidor en una fecha posterior. Para 1880, cuando el PAN asumió el poder, quienquiera que controlara el poder ejecutivo a nivel nacional controlaba también el poder político y militar a través de todo el país. Tal no era el caso en Uruguay, donde, no pudiendo ganar una victoria militar decisiva sobre su rival, el partido Colorado entregó el control de las jefaturas en algunas provincias al interior del país a cambio de la promesa del partido Blanco de no rebelarse. Este tipo de convenio no sólo permitió que los Blancos sobrevivieran a pesar de no controlar directamente el poder ejecutivo a nivel nacional. sino también fomentó las disposiciones para la participación en el gobierno del partido perdedor que ayudó a mantener la competencia partidaria en el siglo veinte. La amenaza de una rebelión armada en Chile a fines del siglo diecinueve era menor que en Uruguay; sin embargo, entre 1891 y 1925 Chile contaba con un gobierno semiparlamentario que contrastaba directamentc con el sistema presidencial altamente centralizado de la Argentina. Al hacer más visible el poder político, el poder parlamentario en Chile reforzó el sistema multipartidista incipiente, mientras que en la Argentina el predominio abrumador del poder ejecutivo nacional reforzó la larga tradición en ese país de un hegemonía de una sola fuerza política. La tradición hegemónica afectó la cultura política argentina. Ya que no existía ninguna oposición efectiva, el PAN comenzó a visualizarse como un movimiento que personificaba todo lo bueno de la Argentina más bien que simplementc una parte de una organización política donde las fuerzas opositoras también tenían derecho a un espacio legitimo (o al menos duradero). En contraste, en Chile y Uruguay la fuerza política gobernante no podía ni destruir ni absorber a sus rivales. En esos países, la tenacidad de los partidos perdedores facilitó el surgimiento de una cultura política donde el derecho a establecer una oposición política precondición crucial para la institucionalización de un sistema de partidos, se valorizaba más. La presencia de fraudes electorales durante el periodo de la hegcmonía del PAN también contribuyó al escepticismo en cuanto a que la actividad partidaria pudiera conducir al control de los recursos del Estado. En consecuencia, cuando en 1889 surgió una alianza reformadora, que pronto se convertiría en la UCR.  Inicialmente, la UCR fue conformada por elementos de la clase media y miembros disidentes de la elite pampeana, y fueron estos últimos los que controlaron el liderazgo del partido hasta fines de la década del veinte” Cuando Yrigoyen asumió el control de la UCR en 1898, siguió con las políticas de “intransigencia” y “abstención”, según las cuales el radicalismo rechazaba explícitamente el camino electoral a favor de la insurrección armada. Dichas políticas en parte constituían reacciones frentc a los abusos electorales del PAN, que hacían muy poco probable que los candidatos opositores tuvieran éxito, pero también reflejaban la perspectiva de los líderes de la UCR de que se trataba de un movimiento y no de un partido. Como insistía Yrigoyen: “La Unión Cívica Radical no es un partido propiamente tal en un sentido militante; es un conjunto de fuerzas que emergen de la opinión de la nación”“. La política de intransigencia y abstención de los radicales “respondía a la firme convicción de que la masa popular tenía aspiraciones que la oligarquía no podía satisfacer y exigencias que podrían lograrse con el triunfo total. Así comenzó a cobrar cada vez más vigor la idea de que la Unión Civica Radical era un movimiento político excepcional, encarnación verdadera de la mayoría del país y. en consonancia, su auténtica representación politica. Esta percepción de sí mismos que sustentaban los radicales recordaba aquella del PAN, prefiguraba aquella de los peronistas y subrayó la debilidad en la política argentina del concepto de una oposición legítima. En 1905, cuando ciertos miembros de la elite pampeana comenzaron a abogar por reformas políticas, la UCR emprendió una rebelión armada. Aunque no tuvieron éxito, la rebelión cambió el ímpetu hacia el conjunto de fuerzas políticas, económicas y sociales que produjeron las reformas electorales de 1912. También contribuyó la belicosidad de la clase obrera liderada por anarquistas que hizo que muchos argumentaran que una reforma electoral podría prevenir una revolución social. Los sindicatos surgieron en las décadas de 1870 y 1880, mucho antes que los partidos políticos de masas, de esa manera estableciendo una tradición donde los sindicatos eclipsaban a los partidos como vehículos para promover los intereses de los obreros. En 1894 se fundó un Partido Socialista, pero debido al fraude electoral y al hecho de que casi dos tercios de la clase obrera no tenía derecho a votar por haber nacido fuera del país (mayoritariamente en Italia y España), no existía mucha probabilidad de que los socialistas pudieran obtener suficientes votos corno para llevar a cabo la legislación pro obrera por la cual abogaban. El anarquismo, cuyas tecnicas de insurrección no requerían de ciudadanía ni elecciones leales, se convirtió en la fuerza dominante del movimiento obrero durante la primera década del siglo veinte Los obreros, negada la posibilidad de promover sus intereses mediante los votos, se lanzaron a las calles en manifestaciones masivas y a menudo violentas que inquietaron profundamente a la elite. En parte porque temían que continuar con el fraude electoral podría consolidar el apoyo de los obreros al anarquismo, y en parte porque estaban confiados (nunca habiendo perdido una elección de importancia) de que podrían ganar unas elecciones leales, los conservadores promulgaron las reformas electorales de 1912, que transformaron el fundamento del régimen político argentino del fraude, la intimidación, los pactos entre bambalinas y la apatía electoral a la inscripción honesta de votantes, el conteo leal de votos, la votación obligatoria y la votación secreta. Puesto que la numerosa población extranjera de la Argentina todavía no tenía derecho a votar, las reformas electorales no constituyeron una ruptura total con el pasado. No obstante, produjeron un repunte repentino en la participación electoral, que aumentó del 21% del universo calificado en 1910 al 69% en 191 215. La competencia partidaria también floreció cuando los radicales dejaron a un lado su política de abstención, fortalecieron la organización en las provincias al Interior del paíss, y aumentaron la entrega de alimentos y otras formas tradicionales de prebendaje político Al acercarse las elecciones presidenciales de 1916, la UCR se estaba convirtiendo rápidamente en el primer partido argentino de masas y estaba bien encaminado para reemplazar al PAN como la fuerza política dominante del país.

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