Rosas

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jueves, 7 de marzo de 2013

Manuelita Rosas y el Sable Libertador

Por Pablo Rohr

Don Juan Manuel de Rosas había dispuesto en su testamento en el apartado 18.


"A mi primer amigo el Señor D. Juan Nepomuceno Terrero se entregará la espada que me dejó el Excelentísimo Señor Capitán General D. José de San Martín "y que lo acompañó en toda la Guerra de la Independencia" por la firmeza que sostuve los derechos de mi Patria''. Muerto mi dicho amigo, pasará a su esposa la Señora D. Juanita Rábago de Terrero, y por su muerte a cada uno de sus hijos e hija, por escala de mayor edad''.

A la muerte de Rosas, acaecida en 1877, ya había fallecido Juan Nepomuceno Terrero, correspondiéndole, conforme a la cláusula testamentaria, la posesión a Máximo Terrero, hijo mayor, y esposo de Manuelita Rosas.

En 1896, el entonces director del Museo Histórico de la Capital, don Adolfo P. Carranza, solicitó por carta a Manuelita Rosas la donación al Museo Histórico del Sable del Libertador.

Con fecha 26 de noviembre de ese mismo año le contesta

Manuelita Rosas de Terrero a Carranza, expresándole, en la parte fundamental de su misiva, que:

''Al fin mi esposo, con la entera aprobación mía y de nuestros hijos, se ha decidido en donar a la Nación Argentina este monumento de gloria para ella, reconociendo que el verdadero hogar del Sable del Libertador, debiera ser en el seno del país que libertó''

requiriéndole, posteriormente, el pedido oficial respectivo para el envío del sable. Con fecha 20 de diciembre Carranza, conforme al requerimiento efectuado, se dirige por nota oficial a Máximo Terrero, pidiéndole la donación del Sable Corvo del General San Martín. Con fecha 1º de febrero de 1897, Terrero contesta la nota oficial al Director del Museo Histórico, expresándole en su parte resolutiva:

"Mi contestación es el envío de la prenda a Buenos Aires, acompañada de una nota dirigida al Señor Presidente de la República, suplicando a S. E. se sirva aceptarla en calidad de una donación hecha a la Nación Argentina, en nombre mío, de mi esposa, de nuestros hijos y al mismo tiempo manifestando el deseo que sea depositada en el Museo Histórico Nacional".

En la nota dirigida por Máximo Terrero al Presidente de la República, doctor José Evaristo Uriburu, le expresa, en su parte fundamental:

"En virtud de esta solicitud, la presente tiene por objeto ofrecer a V.E. en su carácter de Jefe Supremo de la República, este monumento de gloria para nuestro país, siendo mi deseo donar a la Nación Argentina, para siempre, este recuerdo, quizá el más interesante que existe, de su valiente Libertador".

"Suplico a V.E. se digne aceptar la ofrenda que hago a la patria en nombre mío, de mi esposa Doña Manuela Rozas de Terrero y de nuestros hijos, y si bien en caso de ser aceptada la donación, nos fuera permitido expresar nuestro deseo en cuanto al destino que se le diera al sable, sería el que fuese depositado en el Museo Histórico Nacional, con su vaina y caja tal cual fue recibido el legado del General San Martín". En la misma época, con fecha 25 de enero, se extendió en la Legación Argentina de Londres, a cargo entonces del poeta Luis Domínguez, un certificado donde constan los sellos colocados en la caja que contenía el sable corvo, en su vuelta de regreso a América y en el que se expresaba:

"y deseando mandarla al Señor Presidente de la República Argentina para que se conserve en Buenos Aires perpetuamente, pide al Ministro de la República que suscribe, que haga poner el sello de la Legación para constancia, y para entregarla así sellada en Buenos Aires".

La caja conteniendo el sable corvo fue embarcada en el ''Danube'', de la Royal Mail, desde el puerto de Southampton para Buenos Aires, donde fue desembarcada, previo transbordo desde la corbeta ''La Argentina'', el día jueves 4 de marzo de 1897.

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