Rosas

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martes, 19 de marzo de 2013

Perón nos habla de Rosas...

Por Jbismarck

El 02 de febrero de 1970, Perón recordó la obra del destacado político Juan Manuel de Rosas mientras estaba en su residencia de Puerta de Hierro en Madrid y contestaba la carta que le había enviado el Dr. Manuel de Anchorena desde Buenos Aires, informándole sobre la “Campaña Pro-Repatriación de los restos del Brigadier Gral. Don Juan Manuel de Rosas”.

Reconocía Perón que “Don Juan Manuel, no sólo ha tenido la gloria de su grandeza, sino que también ha merecido el honor que le han rendido la infamia y la calumnia de los hombres pequeños. La calumnia, la diatriba y el insulto, son siempre homenajes que se rinden a un mérito, a una virtud o a un valor. Pocos han sido más indecentemente calumniados, ello sería ya mérito suficiente como para considerar sin más entre los grandes...”
“Desde niño ha repugnado a mi espíritu cuanto se ha escrito sobre Rosas en las ‘historias fabricadas por los escribas de la ignominia y el rencor’. Hace muchos años, en oportunidad de realizar investigaciones históricas en el Archivo General de la Nación, se me ocurrió echar una ojeada a los archivos documentales de la época de la Santa Federación y me fue dado comprobar que la documentación existente me era totalmente desconocida y yacía bajo una capa de polvo que evidenciaba lo poco que había sido consultada hasta entonces. Esa ‘historia’ había sido escrita ‘de oído’, como la música barata, por ‘historiadores’ de ocasión y por encargo. Ha sido necesario esperar la acción de los revisionistas históricos para conocer una realidad oculta bajo la oscuridad nefasta de la mentira...”

“En la lucha por la liberación, el Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas, merece ser el arquetipo que nos inspire y que nos guíe, porque a lo largo de más de un siglo y medio de colonialismo vergonzante, ha sido uno de los pocos que supieron defender honradamente la soberanía nacional en que se debe asentar la decencia de una Patria y, no en vano San Martín, que había luchado por esa misma liberación, desde el exilio, al que lo habían condenado los enemigos de afuera y de adentro, le hizo allegar su espada y su encomio, que era como arrimarle un poco de su gloria de soldado y de su alma de ciudadano excepcional.”
Expresó luego su sentimiento “de argentino y de soldado”, haciendo llegar su “solidaridad y enhorabuena”.

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