Rosas

Rosas

jueves, 7 de marzo de 2013

No hay bala que pueda con la mística

Por  Pablo Adrián Vázquez

 El presidente venezolano murió víctima de un penoso mal. Una enfermedad de nombre pequeño terminó con un gran hombre.  El 5 de marzo empezaron los análisis: se verá el trámite constitucional para llamar a elecciones; cómo jurará Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Venezolana;  se especulará con la candidatura del vicepresidente Nicolás Maduro; se seguirá atentamente el accionar de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FAN); cual es el futuro del Partido Socialista Unido de Venezuela; y qué rol jugará Henrique Capriles y la oposición venezolana. Pero antes está el dolor de un pueblo por la pérdida de su líder, algo que en Argentina conocemos repetidas veces.  Emergente de la crisis puntofijista y de la desigualdad social neoliberal, Chávez dio un golpe, con justificación similar al que el GOU tuvo contra los personeros de la Década Infame local, que lo llevó a la derrota, fue preso e inició un camino hacia la conquista del poder por elecciones democráticas.

El pueblo acompañó su proyecto revolucionario, mayor salud y educación, distribución de la riqueza y nacionalización de la empresa petrolera nacional PDVSA, se amplió el empleo y achicó la brecha social. Todo consolidado con la Constitución de 1999 y el planteo del Socialismo del Siglo XXI
Anatemizado por los Estados Unidos, Europa, los medios hegemónicos, la burguesía rentista, la derecha reaccionaria y la izquierda mediocre. Para el sistema fue la bête noire de la recuperada identidad de Patria Grande, ¡para nosotros un revolucionario! Su proyecto latinoamericano de liberación tuvo un gran aliado: Néstor Kirchner. El Alba, UNASUR, MERCOSUR y El final del ALCA, juntos a Lula, en Mar del Plata, con la estocada al proyecto de Bush, marcaron puntos de su estrategia de continentalismo.  Aliado, y discípulo, de Fidel Castro, buscó unificar los proyectos de Ortega, Correa, Morales, Mugica, Dilma  Rousseff y Cristina Kirchner. Sus alianzas con Rusia, China, Irán desafiaron el control norteamericano en su “patio trasero”. Sus citas a San Martín, Perón, Evita, Jauretche y a Jorge Abelardo Ramos, ganaron el corazón militante del Movimiento Nacional. Su carisma, simpatía, agilidad en el béisbol,  recitado de poemas y canciones llaneras: por su garganta desfilaron Martí, Jara, Mercedes Sosa y Alí Primera. Murió como Néstor, ejerciendo el mando con la plenitud de sus facultades y el amor de un pueblo (y un continente) que hoy lo llora. Una canción venezolana resuena con esta frase: “¡Usted de aquí no se va!” Hoy y siempre pensaré a este soldado de Bolívar y el Che, de una revolución en paz,  con una sonrisa. Como dijo Torrijos: No hay bala que pueda para la mística.
Valga esta remembranza, para paliar el duelo, desde mi identidad peronista y mi admiración por la revolución bolivariana. Hasta siempre Comandante!

No hay comentarios:

Publicar un comentario