Es una bebida inverosímil” Palabras de Jorge Luis Borges, sobre la Inca Kola.
Dos
gaseosas locales se destacan en el territorio peruano, la Inca Kola y
la Big Cola La Inca Kola es creada en 1935 por inmigrantes de origen
británico, la familia Lindley. Esta bebida se acopla a la perfección con
la culinaria peruana, especialmente con la mezcla de sabores
peruano-asiáticos, denominados Chifa. Solo
en dos lugares del mundo bebidas locales superan en ventas a la
Coca-Cola, en Perú la Inca Kola e Irn- Bru en Escocia. Entre 1960 y 1980
logro consolidar su hegemonía, recurriendo a una iconografía y a
publicidades que se apoyan en las tradiciones y costumbres históricas
peruanas. Desde su nombre rescata la tradición incaica, al igual que en
su logo, en el cual aparece el rostro de un habitante originario,
acompañado de ilustraciones geométricas tradicionales y el mapa de Perú
de fondo. La publicidad nacionalista de la gaseosa se ejemplifica en los
siguientes anuncios: “Inca Kola, la bebida de sabor nacional”; “Inca
Kola sólo hay una y el Perú sabe por qué”. La clave del éxito de la
gaseosa fue haber explotado la televisión con un sabor más local que la
Coca-Cola. Lo dice el sociólogo Guillermo Nugent, que (de Inca Kola)
sabe bastante. Así, mientras la amarilla husmeaba en fondas y
chiringuitos, Washington enviaba al Tercer Mundo al hermano del
presidente, Ted Kennedy, para repartir cocacolas.
Inca Kola tanteaba la
mesa exhibiéndose junto a un plato de cebiche con música criolla de
fondo. Una
vez conquistado el mercado local, a nivel internacional cambio el
contexto político y cultural, con la globalización de la década de los
90´, cuando las marcas estadounidenses comenzaron a fagocitar el
planeta. Según
el antropólogo Miguel Angel Hernández “La masiva invasión de productos y
capitales extranjeros resultaron en el colapso de la industria
nacional. Fueron pocos los productos que lograron permanecer en el
mercado y muchos de ellos, como Inca Kola, apelaron a ese
posicionamiento en el imaginario nacional en sus estrategias
publicitarias. A los discursos anteriores se le agregó la
representatividad como la bebida “propia” frente a lo invasivo, lo
foráneo. El índice de consumo de gaseosas, que era compartido entre
varias ofertas, se polarizó entre Coca-Cola e Inca Kola”.La
globalización capitalista hizo que las culturas locales se vieran en la
disyuntiva de adoptar los valores ofrecidos o rescatar de sus
tradiciones elementos culturales que consideraran propios, en particular
en la música y en la comida. Inca Kola enfrento con éxito en un
principio la avanzada estadounidense, motivo por lo cual Mcdonald´s
rompió en Perú su alianza exclusiva con la Coca-Cola, ofreciendo también
en sus locales el combo Big Mac-Inca Kola. La familia Lindley se
endeudo para sostener su hegemonía, la cual se había reducido, en los
80´ el mercado se dividía en un 50% para la Inca Kola y un 30% para la
Coca-Cola, en 1995 fue cuando estuvo cerca de ser superada (33% frente a
32% respectivamente). Luego de años de Coca-Cola acepto su derrota y
decidió cambiar su estrategia, ante lo cual en 1999 compro el 50% de la
Inca Kola, Avilés y Titinger relatan así ese episodio:
“Color
orina y sabor a chicle. Él no lo dijo, pero quizá lo pensó. Muchos lo
piensan. En abril de 1999, el recién llegado a Lima presidente del
directorio de The Coca-Cola Company, M. Douglas Ivester, tuvo que probar
en público (para el público) la gaseosa que los peruanos preferían.
Entrevista de rigor. La prensa esperaba el trago definitivo. La bebida
gaseosa más bebida en todo el mundo había sido derrotada, lejos de casa,
por una desconocida. El brindis fue la claudicación: Coca-Cola no podía
competir con Inca Kola, así que sacó la billetera y la compró. Perder,
comprar, todo depende del envase con que se mire. Lo cierto es que la
compañía que había hecho añicos a la Pepsi en Estados Unidos, y que en
menos de una semana desbarató el imperio de esta bebida en Venezuela,
que facturaba más de diez mil millones de dólares al año, que pudo
conquistar el enorme mercado asiático, que auspiciaba en exclusiva los
mundiales de fútbol y las olimpiadas, que distribuía botellas
etiquetadas en más de ochenta idiomas, que alguna vez hizo de Buenos
Aires la ciudad más cocacolera del mundo, que se había adueñado de
Columbia Pictures, que estuvo a punto de comprar American Express, que
fue publicitada por The Beatles y Marilyn Monroe, y que hacía que el
emperador de Etiopía, Haile Selassie, subiera a su avión sólo para ir a
comprarla a países vecinos, es decir, la Coca, nunca logró convencer del
todo el paladar de un país tercermundista llamado Perú. Primera plana
del día siguiente: “Presidente de Coca-Cola brinda con Inca Kola”.
Goliat arrodillándose ante David luego de la pedrada en la frente. El
gigante maquilló bien la herida. M. Douglas Ivester tomó Inca Kola con
una enorme sonrisa: el sabor dulce de la derrota”.
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