Rosas

Rosas

viernes, 20 de julio de 2018

ALBERTO VACAREZZA nos describe al Restaurador.


Por el Prof. Jbismarck
Estamos en 1928, gran año para el Restaurador, pues en tanto la prensa formula una de sus periódicas encuestas a su respecto, un gran pulsador de la cuerda popular, don Alberto Vacarezza, toma su época y su lucha como asunto de uno de sus más afortunados saínetes.
El autor de Tu cuna fue un conventillo era rosista. En 1954 le tocó hablar en un acto auspiciado por la Organización Popular Pro Repatriación de los Restos de Juan Manuel de Rosas y en su discurso dijo que en su niñez había tenido la fortuna de que le enseñaran la verdad sobre el personaje y así había llegado a conocer un Rosas distinto al estereotipado por la leyenda unitaria; un Rosas a quien gustaban los versos y que los escribía; un Rosas a quien placía jugar y distraerse con los niños en la intimidad del hogar.  
El 16 de Julio de ese año Vacarezza contestó a una encuesta sobre la Repatriación, iniciada ese día por el diario. "Crítica". Dijo entonces: "Recuerdo que, cuando era muchacho, solía ir mucho a mi casa una señora que conoció a Rosas y vivió intensamente su época. Era ya muy viejita. Un día me encontró leyendo un libro de historia. Lo hacía en voz alta. La página relataba un episodio rojo de la época rosista. Doña Gabina escuchó breve instante. Luego exclamó, indignadísima: "Todo eso que estás leyendo, niño, es mentira. Rosas no fue eso. Nada de eso. Yo lo conocí personalmente. Tenía el apoyo del pueblo. Se lo quería como a un padre. Y se lo admiraba por su gesto de haber parado en seco a los ingleses y los franceses que nos tenían bloqueados  ¿Sabés vos que es un bloqueo? Bueno, conviene que lo sepas. Es impedir que atraquen más barcos en el puerto. Es apoderarse de todos los productos de la tierra. ¡Es pretender que nos muramos de hambre!" Impresionado por el relato de doña Gabina, comencé siendo joven a interesarme por la vida del exilado de Southampton. 
 Resultado de imagen para alberto vacarezza y juan manuel de rosas
Hablé con ella muchas veces. Pregunté. Leí. Y cada vez lo encontré más criollo. Más nuestro. Entonces fue cuando consulté a la opinión pública a través de El Cabo Rivero y el público que asistió a las representaciones de esta obra me dio la respuesta. La misma que busca ahora "Crítica" con su encuesta. 
El pueblo está con Rosas. Con la justicia que representará la repatriación de sus restos".   El cabo Rivero, "saínete porteño de 1840", lo estrenó la compañía de Enrique Muiño el 8 de marzo de 1928 en el teatro Buenos Aires. No se trata de un alegato rosísta, sí la obra de alguien para quien la historia de su patria ,en el período correspondiente al Dictador, no podía encajar con la versión oficial corriente. En El cabo Rivero, como en la novela de Martín Coronado La bandera (llevada luego por su autor al teatro con el título de El sargento Palma) también hay un unitario que, ante la complicidad de su partido con los interventores y agresores europeos, en vez de seguir con él resuelve pelear, en vez junto a la Federación porque cuando la Patria peligra no hay más que un solo partido.   Los versos que canta el cabo Rivero en el saínete homónimo fueron reproducidos más tarde por Vacarezza en su libro Cantos de la vida y de la tierra, con el título de Canto a Juan Manuel. Son los siguientes:  

¡Juan Manuel! En tu homenaje
ya levantan el cordaje
 con un son antiguo y fiel
las guitarras de los hombres,
y el golpiar de los candombes
te saluda, Juan Manuel!  
Mozas blancas y morenas
olvidando sus faenas,
todas bailan en tu honor.
Hay un tinte rojo fuerte
 y rondando va la muerte
por la casa del traidor. 
Unitarios y extranjeros,
en sus barcos cañoneros
 van llegando a la ciudá,
mas que llegue lo que llegue
 a la sangre que nos riegue
 otra sangre se unirá,
serpenteando en mil arroyos,
y en la tierra de los criollos,
muerte criolla encontrará.
¡Juan Manuel! ¡Yo no quería
 coloriar esta alegría
 que me sangra el corazón!
Pero hay algo en la pelea
 que golpea y que golpea
 machacando el aldabón.
Buenos Aires se ha dormido,
Ya no se oye más el ruido
del candombe sopipón.
Sólo el alma está despierta.
Y cuidando está la puerta
Juan Manuel con el facón.
Juan Manuel: En tu homenaje
ya rompieron el cordaje
 con un son antiguo y fiel
 las guitarras de los hombres
 y el golpiar de los candombes
te saluda, Juan Manuel!

No hay comentarios:

Publicar un comentario